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Contemplaciones sobre la paternidad

Sergio Padilla Moreno

Hace varios años, mientras teníamos una sesión de catequesis con niños que se preparaban para
hacer su primera comunión en una parroquia urbana marginada y con familias muy fracturadas, una
catequista enfrentaba una extraña reacción entre las niñas y los niños cuando intentaba explicar la
paternidad de Dios; más que despertar emoción, los ojitos reflejaban tensión y temor. Lo que
explicaba esta reacción era la mala experiencia que muchos de esos niños habían tenido con su
papá. El hecho de que mañana lunes 19 de marzo la Iglesia celebre a San José es buena ocasión para
contemplar y recuperar las implicaciones del don de la paternidad, tanto desde la teología, como
desde el arte.

Primero una mirada teológica: dice Leonardo Boff: “San José es una figura de sombra. No dejó
ninguna palabra, sólo tuvo sueños que, no sin dificultad, acató y siguió […] sabemos que, valiente y
decidido, llevó a su casa a una muchacha embarazada y asumió al hijo poniéndole el nombre de
Jesús. Luego tuvo que hacer frente con su familia a la persecución de un monarca sanguinario, huyó
al exilio y, al volver, se escondió en un pueblecito del norte, en Nazaret. Inició al hijo en las
tradiciones religiosas de su pueblo y le transmitió la profesión de artesano-carpintero. Se dice de él
que era un hombre justo. Después, desapareció sin dejar rastro […] Es un representante de la "buena
gente", de la "gente humilde", sepultada en su día-a-día gris, que se gana la vida con mucho trabajo
y lleva honradamente a sus familias por los caminos de la honestidad.”

En el terreno de la música, el arte operístico nos ofrece algunas obras para contemplar el sentido
profundo de la auténtica paternidad, presentando a hombres que, con sus virtudes y defectos,
ponen en el centro de su vida el amor por sus hijos. El compositor italiano Giuseppe Verdi (1813-
1901) es particularmente conocido por haber creado varias óperas donde aborda magistralmente
la dimensión humana de padres de carne y hueso. Sabemos por la biografía de este compositor el
gran amor que sintió por su papá Carlo, así como por su protector y luego suegro Antonio Barezzi.
El propio Verdi tuvo que enfrentar el terrible dolor de perder a sus dos pequeños hijos, por lo que
todas estas experiencias le permitieron crear varias páginas operísticas donde las figuras paternas
son presentadas con una gran profundidad y riqueza de matices. Estamos hablando de sus óperas
Rigoletto (1851), donde la figura paterna es un atormentado bufón; La Traviata (1853), donde nos
muestra el recorrido moral de Giorgio Germont ante la relación de su hijo Alfredo con una mujer
socialmente acusada de mala reputación; y Simón Boccanegra (1881) el amoroso padre de Amelia.

padilla@iteso.mx

Verdi - La Traviata - Fleming, Bruson, Villazón https://www.youtube.com/watch?v=gVbAdncN3JY

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