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De esta calidad deriva la fuerza obligatoria del vínculo, que ya hemos estudiado a
propósito de las obligaciones contractuales; todo lo dicho allí, con las limitaciones
propias de los efectos especiales de cada tipo de obligación, vale para las no
convencionales, por lo cual nos remitimos a los números 102 y siguientes.
El deudor debe cumplir, y si no lo hace, tendrá que soportar lo que se llama el derecho
de “agresión” del acreedor sobre sus bienes, esto es, que este, por intermedio de la
autoridad, se dirija contra sus bienes para obtener forzadamente el cumplimiento de la
obligación.
Este derecho se ha llamado entre nosotros de prenda general. Más propio es hablar de
garantía general del patrimonio del deudor a sus obligaciones. Hay una “garantía”,
porque realmente el patrimonio del deudor está asegurando que, si no
voluntariamente, cuando menos forzadamente o por equivalencia, se cumplirá su
obligación. Si el deudor no cumple, el acreedor tiene el derecho de hacer embargar y
sacar a remate los bienes del deudor para pagarse de la deuda y de la indemnización de
perjuicios si hay lugar a ella, lo que suele llamarse la “expropiación” de los bienes del
deudor. Y realmente hay una semejanza con ella, porque por acto de autoridad se priva
de parte de sus bienes al deudor y se enajenan.
El Art. 2.469 señala como se persigue dicha ejecución: los acreedores pueden exigir que
se vendan todos los bienes del deudor que sean embargables hasta concurrencia de sus
créditos, intereses y costas para que con el producto de la enajenación se satisfagan sus
créditos.
El Art. 2.466, por su parte, fija la forma de proceder contra ciertos derechos del deudor,
y los Arts. 2.467 y 2.468 permiten la revocación y anulación de los actos del deudor en
perjuicio del derecho de sus acreedores.
Por tratarse del patrimonio del deudor y no de bienes específicos, como vimos ocurrida
en las cauciones reales, este conserva su pleno derecho de disposición y administración
del patrimonio y de los elementos que lo integran, sin que por regla general los
acreedores tengan medios para impedir sus actos respecto a su activo y pasivo. Es por
la subrogación real que gobierna los actos sobre el patrimonio que ello se explica; el
deudor puede enajenar sus bienes porque a los acreedores les responden, no los que
tenía aquél al contraer la obligación, sino al momento de exigirse el cumplimiento; los
que adquiera en el intertanto reemplazan a los que han salido.
Por excepción, la ley faculta a los acreedores para dejar sin efecto ciertos actos
efectuados por el deudor cuando han sido ejecutados en fraude de sus derechos,
mediante el ejercicio de la acción pauliana.
- Finalmente, existen casos en qué se responde por deudas ajenas, esto es, hay
responsabilidad pero no deuda; el responsable puede verse obligado a pagar
(obligación a la deuda), pero como realmente no debe, nace el derecho a repetir
contra el verdadero obligado (contribución a la deuda).