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DIÁCONOS CASADOS

Hace tiempo que se estableció esta nueva figura. No tengo una estadística general
de la Iglesia sobre el particular. En la diócesis que he frecuentemente no hay
diáconos casados. Un vez tuve contacto con un señor entrado en años, que había
pensado en esa posibilidad. Cuando se presentó a los responsables diocesanos de
ese departamento, le dieron un programa de estudio bastante extenso, que lo
desanimó.
¿Hacen falta tantos estudios para ser un buen pastor? Tengo claro que la gente
joven que aspira al presbiterado, ha de hacer buenos estudios, entre otras razones
para que no caigan en fundamentalismos ni hagan el ridículo por lo contrario. Pero
¿personas de sesenta años que han hecho estudios universitarios?
Lo que sí que voy viendo, cada vez con más claridad, con el paso de los años, es
que los estudios no convierten. Entre laicos bautizados de fe poco cultivada es
frecuente oír, ante faltas o fallos graves, que los autores de los mismos tienen
poco cultura. No lo entiendo. Porque he visto gente de importantes estudios, que
carecen de sentido ético, que quebrantan la ley siempre que pueden –incluso
valiéndose abogados-, que maltratan a sus subordinados, que carecen de
compasión y que tienen completamente anulada la parte femenina de su
personalidad masculina.
Mi duda comienza en este punto: distinguir estudios y formación. Lo que yo veo –y
puedo estar muy equivocado- es que los estudios no dan formación; los estudios
dan conocimientos. Pueden también –digo solo ‘pueden’- amueblar la cabeza o al
menos llenarla. Hoy me parece que la formación es otro mundo, sobre todo la
formación de un cristiano o cristiana. En la formación entra, entre otras campos, la
mentalidad –el programa mental con el que operamos, muchas veces sin pensarlo.
Y con el programa mental correcto, los criterios, los sentimientos, las actitudes
básicas, el crecimiento a lo largo de la vida y la transformación personal
progresiva. Por lo que he podido ver, hay muchos crecimientos detenidos por
completo y en consecuencia deteriorados por completo.
¿Se puede tener esa formación sin estudios? Creo que sí, aunque no es fácil. En
general, la buena formación se ayuda del saber y lo necesita. Pero lo contrario
ciertamente es posible: tener estudios sin formación. Ejemplos los tenemos por
todas partes sin necesidad de buscarlos.
Y no he dicho nada todavía de la formación cristiana. Habrá que empezar por la
misma idea: el estudio de la teología no da formación cristiana; da conocimientos
cristianos. Por lo tanto, en la formación cristiana entrará con absoluta necesidad la
oración, la meditación, el sacrificio, la caridad pastoral (si el interesado va a ser
diácono), la opción preferencial real por la gente pobre y varios puntos más; pero
sobre todo la conversión: conversión inicial y conversión continua durante toda la
vida.
¿Qué formación preferencial habrá que dar, pues, a un futuro diácono casado?
¿Necesitará también una mayor ‘conversión’ respecto de su vida de pareja?
Recuerdo el caso de una persona buena, que se nos ofreció para ser misionera
durante unos años. Uno de los veíamos el caso, persona de muchos estudios y
profundamente cristiana, lo primero que pensó fue que estudiara teología.
Entonces no vi mucho más allá. Lo primero que me vendría hoy a la cabeza es que
tuviera una entrevista semanal con un formador convertido y perspicaz durante
unos cuantos meses, más o menos según el caso. Tendría también que estudiar.
Pero la formación de un paradigma mental actual sería otro de los puntos que me
interesarían. Y una victoria, siempre incompleta, sobre el ego, entraría también
entre mis primeras preocupaciones, con consultas sobre la manera de llevar a cabo
esta difícil tarea. Mirando algunos de los ataques que se lanzan contra el papa
Francisco, pueden encenderé lucecitas que iluminan algunos de estos puntos. Y
tendría que añadir que, además de lo anterior, tendría lógicamente que estudiar. Y
todavía quedarían las preguntas sobre qué estudiar y durante cuánto tiempo. Por
mi parte sería partidario de ponerlo más bien fácil; pero que lo poco que tengan
que aprender, lo aprendan bien.
Y finalmente, siempre me quedará dentro una cuestión práctica que requiere más
reflexiones. Los diáconos casados ¿van a ser monaguillos de los curas o van a
tener personalidad propia e independencia en comunión?

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