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I. Introducción
El interior y el exterior de una persona fueron diseñados para glorificar a Dios.
El corazón de Jesús es el único que manifestó perfectamente el carácter de Dios. Al ser
Dios y humano a la vez es apto para ser nuestro representante, nuestro ejemplo y
nuestro salvador.
Hebreos 4:14-16 “14 Por lo tanto, ya que tenemos un gran Sumo Sacerdote que entró en el cielo, Jesús el Hijo de Dios, aferrémonos
a lo que creemos. 15 Nuestro Sumo Sacerdote comprende nuestras debilidades, porque enfrentó todas y cada una de las pruebas que
enfrentamos nosotros, sin embargo, él nunca pecó. 16 Así que acerquémonos con toda confianza al trono de la gracia de nuestro
Dios. Allí recibiremos su misericordia y encontraremos la gracia que nos ayudará cuando más la necesitemos.”
Aconsejar, es una persona que busca caminar junto a otra que ha perdido su camino.
Amar a Jesús implica cuidar a aquellos que son suyos. Y cuidar a aquellos que son
suyos significará la muerte. Para Pedro, significó la muerte literal. Jesús predijo “con
qué muerte había de glorificar a Dios” (v. 19)
El ministerio es sufrimiento
La forma de seguir a Jesús guiando a su iglesia incluirá tanto trabajar en apacentar a los
corderos como sufrir en las manos de otros.
1 Pedro 5:1-4 “Ruego a los ancianos que están entre vosotros, yo anciano también con ellos, y testigo de los padecimientos de
Cristo, que soy también participante de la gloria que será revelada:2 Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de
ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto;3 no como teniendo señorío sobre los
que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey.4 Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la
corona incorruptible de gloria.
La autoridad de Pedro como apóstol era debida, en parte, a que era un testigo de los
sufrimientos de Cristo. Se centró en los sufrimientos porque eran necesarios para que la
gloria fuese revelada.
Este es un tema central en las cartas de Pedro.
(1° Pedro 1:6-7, 11; 2:21-25; 3:13-17, 18-22; 4:1, 7, 12-19)