Você está na página 1de 4

EDUARDO JOSÉ CABRERA RODRÌGUEZ.

En definitiva jurídicamente cosa es cualquier bien con sustantividad propia, susceptible de


satisfacer un interés jurídicamente protegible y capaz de ser sometido al señorío de la
voluntad del hombre.

CLASIFICACIÓN DE LOS BIENES

a) Corporales e incorporales Esta clasificación proviene del Derecho romano. Los bienes
corporales son los que tienen existencia tangible, ocupan una parte del espacio, por lo que
pueden ser percibidos por los sentidos. Es el caso de un carro, una casa o un animal. Los bienes
incorporal es carecen de existencia corporal y son producto de la creación intelectual del
hombre. Solo se pueden percibir intelectualmente. El ordenamiento jurídico valora como objeto
de relaciones reales determinadas realidades carentes de existencia corporal. Estas realidades
son los derechos como el usufructo, o una concesión, o las obras literarias. Los créditos también
pueden ser bienes, cuando se incorporan en una relación jurídicoreal. Así, cuando se prenda un
crédito, dicho crédito es jurídicamente un bien. El Código Civil no clasifica los bienes en
corporales e incorporales. Sin embargo, varias de sus disposiciones recogen el criterio de la
materialidad. Es el caso de los artículos 884, 2088, 2089, 2090 Y 2091.

b) Fungibles y no fungibles Los bienes fungibles son aquellos que pueden ser sustituidos
por otros a propósito del cumplimiento de la obligación. Estos bienes son iguales en su valor,
peso o medida. Son equivalentes unos a otros, y por eso pueden ser reemplazados a la hora del
pago. Ello ocurre por ejemplo con una cierta cantidad de papas. En la legislación peruana
hay una definición de bienes fungibles, a propósito de la prenda global y flotante. El artículo 1
de la Resolución SBS N° 43097 dice que los bienes fungibles son aquellos que pueden ser
sustituidos por otros de la misma calidad, especie, clase y valor. Los bienes no fungibles son los
que no pueden reemplazarse por otros al momento del cumplimiento de la obligación, como
por ejemplo una casa. Salvo acuerdo de las partes (dación en pago o novación), la entrega de un
bien distinto supondría incumplimiento. La utilidad de esta clasificación se puede apreciar en la
mencionada prenda global y flotante. Tradicionalmente la prenda ha supuesto la entrega del
bien al acreedor o a un tercero, lo cual se justifica en la necesidad de que el deudor no se quede
con el bien, pues de lo contrario podría venderlo a un tercero, quien adquiriría su propiedad si
desconoce la existencia de la prenda. La seguridad del acreedor radica entonces, en que sea él
o un tercero y no el deudor, quien tenga la posesión del bien. Sin embargo, no todos los bienes
muebles pueden ser entregados a los acreedores, pues de lo contrario el deudor tendría
dificultades para pagar sus obligaciones. Es el caso de las mercaderías de un establecimiento
comercial. En una ferretería, por ejemplo, la mercadería (clavos, tornillos, etc.) está destinada a
venderse (ese es el negocio del ferretero), por lo que no puede ser entregada en prenda. La
prenda global y flotante se constituye sobre bienes fungibles (como los clavos y tornillos del
ferretero) que pueden ser sustituidos por otros bienes de igual naturaleza. Se entiende por
prenda global y flotante el gravamen prendario sin desplazamiento que se constituye sobre
bienes fungibles que pueden ser sustituidos por otros de igual naturaleza, siempre que no
afecten el valor de la prenda ni los derechos del acreedor prendario. Al igual que con los
bienes corporales e incorporales, el Código Civil no clasifica los bienes en fungibles y no
fungibles. Sin embargo, el criterio de la fungibilidad está recogido en algunas de sus
disposiciones, como son los artículos 1256, 1288, 1509 Y 1923.

c) Bienes consumibles y no consumibles Los bienes consumibles son los que se agotan con el
primer uso. El concepto de consumo puede entenderse en sentido físico o jurídico. En sentido
físico o material, el bien se acaba con el primer uso. Es el caso de las bebidas o de la leña cuando
es utilizada. En lo jurídico el bien sale del patrimonio de la persona con el primer uso, como
cuando se dispone del dinero. Los bienes no consumibles son los que no se consumen con el
primer uso. Estos bienes pueden usarse de manera indefinida sin que el uso los destruya o altere
sustancialmente. Por ejemplo, un terreno. Una aplicación práctica de la clasificación de los
bienes en consumibles y no consumibles se presenta en el usufructo. El usufructo es un derecho
que confiere a su titular, el usufructuario, las facultades de usar y disfrutar temporalmente de
un bien ajeno, sin que se altere su sustancia. Al término del usufructo, el usufructuario debe
devolver el bien. Por eso el usufructo solo puede recaer sobre bienes no consumibles (artículo
999 del Código Civil). Excepcionalmente, sin embargo, el usufructo puede darse sobre bienes
consumibles, como el dinero, en cuyo caso estamos en presencia de un cuasi usufructo (artículo
1018 del Código Civil), con regulación diferente a la del usufructo. Usualmente los bienes que
son consumibles también son fungibles, pero hay bienes fungibles que no son consumibles,
como la ropa hecha en serie. El Código Civil tampoco recoge la clasificación de los bienes
consumibles y no consumibles, pero varias de sus disposiciones se refieren al criterio de la
consumibilidad. Ejemplos de ello son los artículos 999, 1026, 1223, 1396, 1648, 1728 Y 1729.

d) Bienes muebles e inmuebles Esta es la clasificación más importante y es la recogida por el


Código Civil en los artículos 885 y 886. En su origen, la clasificación estaba referida a los
bienes corporales o cosas. La clasificación se remonta al Derecho romano. En aquella época las
cosas se dividían en dos categorías: los muebles y los inmuebles. Los muebles eran las cosas que
podían ser desplazadas de un lugar a otro. Los inmuebles eran las cosas que estaban
inmovilizadas, que tenían una situación fija, arraigada. Los romanos distinguieron entre
inmuebles por naturaleza, inmuebles por destinación e inmuebles por accesión. Los inmuebles
por naturaleza eran los predios, los bienes raíces, naturalmente inmovilizados. Los inmuebles
por destinación eran originalmente cosas muebles, que servían para la explotación de un
predio. Jurídicamente quedaban inmovilizadas, por lo que se creó la ficción de considerarlas
inmuebles. Los inmuebles por accesión, finalmente, también eran originalmente cosas muebles
que se incorporaban materialmente a un predio. De alguna manera, los inmuebles
por destinación del Derecho romano son los accesorios que regula el artículo 888 y los
inmuebles por accesión son las partes integrantes contempladas en el artículo 887 del Código
Civil. La clasificación en muebles e inmuebles se convirtió en la summa divisio del antiguo
Derecho francés (MAZEAUD). La clasificación llegó al Perú, y el Código Civil de 1852 dividió las
cosas en corporales e incorporales (artículo 454). Las cosas corporales podían ser muebles o
inmuebles. Los muebles eran las cosas susceptibles de ser llevadas de un lugar a otro y los
inmuebles las demás cosas (artículo 455). El Código de 1852 respetó pues el criterio de la
movilidad para clasificar las cosas. El Código Civil de 1936 se refirió a los bienes y no alas cosas-
y los clasificó también en muebles e inmuebles. El artículo 812 enumeró los bienes inmuebles
y el artículo 819 los muebles, co La clasificación adoptada por el Código de 1936 se apartó del
criterio de la movilidad. En efecto, en la lista de los inmuebles aparecen las naves, aeronaves
y los ferrocarriles, que son bienes que se mueven. La razón de la inclusión, en el caso de las
naves, data de 1916. Las naves (buques) son bienes que se pueden desplazar de un lugar a otro.
Para el Código Civil de 1852 eran cosas muebles, por lo que la garantía que recaía sobre ellas era
la prenda con entrega del bien. El inconveniente de la prenda radicaba en que el deudor debía
entregar la nave al acreedor o al tercero, con lo cual se privaba de su utilización, lo que hacía
que disminuyera su capacidad de producción y por consiguiente de pago de la deuda. La nave
se convertía así en un bien improductivo. Este problema fue solucionado por el legislador
cambiándole la etiqueta de muebles a las naves, por la de inmuebles, en lugar de darle al
problema de la garantía una solución apropiada. En efecto, la Ley de Hipoteca Naval (la N° 2411,
de 30 de diciembre de 191 !», dijo que los buques debían considerarse como inmuebles, a fin
de que pudieran ser hipotecados. Años después, las naves pasaron a formar parte de la relación
de bienes inmuebles del artículo 812 del Código de 1936. Las aeronaves y los ferrocarriles
siguieron la misma suerte que las naves. Sin embargo, otros bienes muebles necesarios para la
producción, como el arado del agricultor o la maquinaria del industrial o del minero, se
mantuvieron en el Código Civil de 1936 como muebles. Para permitir que continuaran en
posesión del deudor se crearon las prendas sin desplazamiento. En estos casos
(prendas agrícola, industrial y minera) el legislador prefirió cambiar la naturaleza de la prenda
(eliminó la entrega, elemento esencial de la garantía), que la de los bienes. Aquí empieza a
observarse la incoherencia del legislador. En vez de decir que todos estos bienes son inmuebles
(para que la garantía sea la hipoteca) o que siendo muebles la prenda es sin desplazamiento, se
dio una solución distinta. De otro lado, la clasificación del Código de 1936 comprende derechos
(como los patrimoniales de autor o las concesiones para explotar servicios públicos) tanto en la
relación de bienes muebles como en la de inmuebles. Sucede que los derechos no son
bienes móviles o fijos, ni tienen color o son apreciables por los sentidos. Son bienes
incorporales, creaciones intelectuales, por lo que la distinción entre muebles e inmuebles no
tiene fundamento alguno respecto de ellos. Una segunda incoherencia. En realidad, la
clasificación de bienes del Código Civil de 1936, recogida luego por el Código Civil de 1984, se
hizo en parte sobre la base de un criterio económico: las garantías. Por eso se puede decir que
la clasificación no atiende a la naturaleza de los bienes (movilidad o no), sino a un criterio legal.
Es la ley la que determina qué bienes son muebles y qué bienes son inmuebles. El problema
es que eso evidencia que el criterio para la clasificación (movilidad) carece de utilidad. Y las
clasificaciones tienen sentido cuando la inclusión a una u otra categoría aporta alguna utilidad
o determina una consecuencia jurídica. La clasificación de bienes muebles e inmuebles es, como
ya se dijo, la de mayor importancia y tiene enorme trascendencia. El régimen jurídico de los
derechos

GARCÍA GARCÍA define las cosas como “aquellos entes susceptibles de apropiación, que
proporcionan una utilidad y que constituyen entidades autónomas o individualizadas con
sustantivización o individualización respecto a sus partes constitutivas y respecto a otros
bienes, siendo susceptible en el tráfico, por regla general, de transferibilidad o
comerciabilidad”.

JUAN ANDRÉS ORREGO ACUÑA

Distinción entre cosa y bien. Los autores se han preocupado de distinguir entre “cosa” y “bien”.
Puede afirmarse, “cosa” es todo lo que ocupa un lugar en el espacio y podemos percibir por
nuestros sentidos. Este concepto es aplicable a las cosas corporales, que nuestros sentidos
pueden percibir. Más difícil resulta precisar en qué consisten las cosas incorporales, vale decir,
las entidades que carecen de corporeidad material, asimila las cosas incorporales a los derechos.
Pero ello deja fuera de la tipología a las cosas que careciendo de corporeidad física, tampoco
son derechos. Estas son las cosas usualmente denominadas “inmateriales”, como son aquellas
que nuestros textos denominan producciones del talento o del ingenio En lo que respecta al
concepto de “bien”, no hay unanimidad entre los autores. Una doctrina bastante divulgada,
entiende que entre las cosas y los bienes existe una relación de género a especie: bienes son las
cosas que, prestando una utilidad para el hombre, son susceptibles de apropiación. Por lo tanto,
todos los bienes son cosas, pero no todas las cosas son bienes. En tal sentido, Kiverstein,
siguiendo a Alessandri, enfatiza que aquello que caracteriza a los bienes es la circunstancia de
poder ser objeto de propiedad privada, y no el hecho de producir utilidad al hombre, pues hay
cosas como el aire o la alta mar, que 1 Fecha de la última modificación: 13 de marzo de 2015. 2
Peñailillo Arévalo, Daniel, Los Bienes. La propiedad y otros derechos reales. Santiago de Chile,
Editorial Jurídica de Chile, año 2007. Los Bienes – Juan Andrés Orrego Acuña 2 producen una
gran utilidad y que, no obstante ello, no son bienes, por no poder ser objeto de apropiación por
los particulares

Você também pode gostar