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Orden de prestación de los alimentos.

Estado de necesidad del alimentista: Quien reclame el derecho a recibir


alimentos se encuentra en una situación de no poder proveer por sí mismo su
mantenimiento. La obligación de prestar alimentos surge cuando esta situación se
produce.

Rojina Villegas, citado por Alfonso Brañas, indica que: “El derecho de alimentos es:
La facultad jurídica que tiene una persona denominada alimentista para exigirá
otra lo necesario para subsistir en virtud del parentesco consanguíneo, del
matrimonio o del divorcio en determinados casos”.

Si bien el código dispone en el artículo 283 quiénes están obligados


recíprocamente a darse alimentos, no fija en realidad un orden en cuanto a la
prestación de los mismos, de carácter general.

Ante esa omisión, agravada por el poco acierto en la redacción de dicho artículo
al tratar de precisar la característica de reciprocidad de la obligación alimenticia,
ha de atenderse la proximidad del parentesco: los cónyuges deben prestarse
alimentos entre sí, de acuerdo esencialmente con lo dispuesto en los artículos 109,
última parte, 110, 111, 112, 113 y 114 del código; los padres a los hijos, los abuelos
a los nietos; los hijos y los nietos a los padres y a los abuelos; y los hermanos entre
sí; todo sin perjuicio de otros ascendientes y descendientes que tengan derecho a
ser alimentados.

Como queda claramente expreso en el artículo anteriormente citado la


obligación como principio general para darse alimentos radica en los cónyuges,
los ascendientes, los descendientes y los hermanos. Así mismo establece que
cuando el padre o la madre estuvieren en imposibilidad de prestarlos
corresponderá tal obligación a los abuelos paternos.

Llama la atención que no se impusiere dicha obligación a los abuelos maternos


en el caso de que los abuelos paternos también estuviesen en imposibilidad de
prestarlos o ya hubieren fallecido.
Debemos tener presente el contenido del Artículo 112 del Código Civil en cuanto
a la obligación de los cónyuges de prestarse alimentos entre sí, que prescribe: “La
mujer tendrá derecho preferente sobre el sueldo, salario o ingresos del marido, por
las cantidades que correspondan para alimentos de ella y de sus hijos menores.
Igual derecho le compete al marido en los casos que la mujer tenga la obligación
de contribuir en todo o en parte para los gastos de la familia”.

El artículo citado va estrechamente relacionado con el 110 y el 111 del Código


Civil que establecen la obligación el marido de suministrarle a su mujer todo lo
necesario para el sostenimiento del hogar de acuerdo a sus posibilidades
económicas; y que la mujer deberá también contribuir equitativamente al
sostenimiento del hogar, en los casos que tuviere bienes propios o desempeñare
algún empleo, profesión, oficio o comercio; pero si el marido estuviere
imposibilitado de trabajar y careciere de bienes propios, la mujer cubrirá todos los
gastos con los ingresos que reciba.

No obstante, el código ha previsto que cuando dos o más alimentistas tuvieren


derecho a ser alimentados por una misma persona, y ésta no tuviere fortuna
bastante para atender a todos, los prestara en el orden siguiente:

1. A su cónyuge
2. A los descendientes del grado más próximo
3. A los ascendientes también del grado más próximo; y
4. A los hermanos (Art. 285).

Este mismo artículo dispone que si los alimentistas concurrentes fueren el cónyuge,
o varios hijos sujetos a la patria potestad, el juez, atendiendo a las necesidades de
uno y otros, determinará la preferencia o la distribución, esto es, podrá resolver
que se presten alimentos al cónyuge o a uno o más hijos, o fijar la proporcionada
distribución de los mismos. Tipificándose así en la ley la divisibilidad de la
obligación alimenticia, por razón de las inmediatas necesidades de uno y otro
alimentista.
También en la ley de protección para las personas de la tercera edad podemos
encontrar el reconocimiento que la ley les da a dichas personas, para reclamar
contra su cónyuge o sus parientes en el grado de ley la prestación de alimentos.

Nótese que el código vigente, siguiendo esencialmente la orientación del código


de 1933, omitió el orden en que la obligación de prestar alimentos puede ser
exigida a los alimentantes, y lo substituyó por el orden en que los alimentos deben
ser prestados por una persona a dos o más alimentistas, en el caso de que la
fortuna de aquélla no sea suficiente.

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