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El Síndrome de Aperger está considerado generalmente como una forma de autismo y lleva el
nombre del psiquiatra alemán que lo descubrió en los años 40. Los niños con quienes trabajaba
Asperger tenían dificultades considerables a la hora de relacionarse y comunicarse con los demás.
Tres dificultades básicas Las personas con Síndrome de Asperger tienen problemas en la interacción
social, en la comunicación y carecen de flexibilidad de pensamiento, pueden tener una imaginación
pobre, intereses muy intensos o limitados y mucho apego a las rutinas. Para poder hacer un
diagnóstico, es necesario encontrar distintos tipos y grados de discapacidad en cada una de estas
tres áreas (normalmente conocidas como las tres dificultades básicas). Dicho esto, debemos
subrayar el hecho de que existe una gran variedad tanto en la gravedad de las dificultades que se
pueden experimentar como en la forma en que éstas se presentan. También debemos recordar que
cada individuo con síndrome de Asperger tiene una personalidad única moldeada por experiencias
vitales individuales (como el resto de las personas). Como en el caso del autismo, el Síndrome de
Asperger es el resultado de un problema orgánico y no de la educación que se ha recibido. Al
contrario que las personas con autismo, las que padecen síndrome de Asperger tienen menos
problemas con el desarrollo del lenguaje y son menos propensas a tener dificultades adicionales de
aprendizaje. La base psicológica del autismo y del síndrome de Asperger todavía no se comprende
con claridad. 15 Características principales del Síndrome de Asperger Interacción y relaciones
sociales Puede parecer que algunos niños con síndrome de Asperger prefieran estar solos a estar en
compañía. Es posible que tengan una gran conciencia de su espacio personal y se muestren
incómodos si alguien se acerca demasiado. Muchos se esfuerzan enormemente por ser sociables
pero cuando se aproximan a los demás lo hacen con torpeza. Puede que no miren a la persona a la
que se acercan o que emitan “señales equivocadas” por error. Suelen compensar estas dificultades
comportándose de forma excesivamente formal. Tienen grandes problemas a la hora de captar
indicaciones sobre lo que se espera de ellos en determinadas situaciones: es posible que se
comporten con el director de la escuela de la misma manera como lo harían con sus amigos o con
sus padres. Es también bastante probable que no sepan solucionar situaciones problemáticas de
relación y que, sin darse cuenta, se comporten de forma antisocial. Comunicación Los niños con
síndrome de Asperger no comprenden bien los mecanismos de la comunicación, a pesar de tener
un buen desarrollo gramatical y de vocabulario. Puede que no sepan cómo pedir ayuda o cuándo
imponerse. Puede que hablen con voz monótona, con escaso control sobre el volumen y la
entonación. La mayor parte de su conversación gira en torno a un tema preferido al que vuelven
una y otra vez con una monotonía casi obsesiva. Suelen tener problemas a la hora de entender
chistes, giros idiomáticos y metáforas. Su lenguaje puede parecer artificial o pedante. La calidad de
su comunicación puede deteriorarse de forma acusada en situaciones de estrés. La ausencia de
expresión facial, la gesticulación limitada y la malinterpretación del lenguaje corporal de los demás
son otros factores que contribuyen a sus dificultades en la comunicación. Imaginación e
inflexibilidad de pensamiento Una característica de los niños con síndrome de Asperger es que sus
destrezas para el juego son limitadas. Normalmente suelen preferir actividades mecánicas como
coleccionar, montar o desmontar. Pueden aprender juegos de representación simbólica pero más
tarde que sus compañeros con su mismo desarrollo. Cuando aprenden estos juegos, suelen volverse
bastante repetitivos. Otros factores que contribuyen a esta ausencia de flexibilidad de pensamiento
son la aversión a los cambios, la preferencia por las cosas que se repiten y el desarrollo de rutinas y
rituales. 16 Es habitual que las personas con síndrome de Asperger desarrollen intereses muy
intensos en áreas bastante limitadas y extrañas. Los individuos con este síndrome también tienen
problemas a la hora de “ponerse en el lugar de otras personas” o de ver las cosas desde otro punto
de vista. Se sienten mejor cuando sólo tienen que hacer frente a lo concreto y predecible. Otras
dificultades Los niños y jóvenes con este síndrome también presentan problemas con las destrezas
del movimiento y reacciones poco usuales a estímulos sensoriales. Estas últimas, junto a las ya
mencionadas discapacidades básicas, contribuyen a crear un conjunto de dificultades significativas,
especialmente en sus destrezas para el trabajo y en su vulnerabilidad emocional. Aspectos positivos
Estos niños también pueden contar con aspectos positivos de importancia considerable, a pesar de
sus dificultades en el ámbito social. Es frecuente que posean una memoria mecánica
excepcionalmente buena; intereses extraordinariamente definidos, aunque limitados; un léxico
extenso; conocimiento o habilidades profundas en las áreas científica o tecnológica. Respuesta
educativa para los niños con Síndrome de Asperger Como ya hemos señalado anteriormente, existe
una gran variación en la gravedad de las dificultades que pueden experimentar las personas a
quienes se ha diagnosticado el síndrome de Asperger. La forma en que se manifiestan las llamadas
discapacidades básicas también puede variar enormemente. Debido a que existe un amplio
espectro en las necesidades, también deben de existir en las correspondientes respuestas
educativas. A la hora de satisfacer las necesidades de estos niños hay que tener en cuenta los
siguientes principios: – Una acomodación adecuada del entorno junto con la promoción de sus
habilidades (particularmente en las áreas básicas de discapacidad) suele conducir al éxito en el
trabajo con estos niños. – El apoyo debe basarse en las necesidades específicas de cada niño, en vez
de en un diagnóstico genérico. – Las escuelas deben dar respuesta dentro del marco establecido por
la normativa para la atención de las necesidades educativas especiales. 17 En la práctica, casi todos
los niños con síndrome de Asperger asisten a la escuela ordinaria. Algunos son atendidos sin
necesidad de recursos extraordinarios. Otros pueden requerir la certificación como alumno con
necesidades educativas especiales y, en consecuencia, distintos tipos de recursos y de apoyo. Muy
pocos necesitan educación en centros específicos. ¿Qué se debe hacer ante la sospecha de que un
niño padezca Síndrome de Asperger? En primer lugar es conveniente comentarlo con el responsable
de las necesidades educativas especiales de la escuela. Éste podrá, a su vez, consultarlo con el
psicólogo escolar1 . Otra alternativa (especialmente si el niño no está en edad de escolarización) es
aconsejar a los padres que remitan al niño al Servicio Local de Psiquiatría Infantil y Familiar o al
pediatra, a través del Médico de Familia.
En la mayoría de los casos de TDAH en niños en edad escolar se pueden experimentar
dificultades académicas y/o en la relación con sus compañeros. Con frecuencia, y en función
de la sint7omatología presentan unos problemas u otros:
Los problemas que más nos encontramos en la infancia es la baja tolerancia a la frustración.
Niños que les cuesta mucho asumir las normas y los límites, que están aprendiendo a leer o
a escribir y no les sale algo y se enfadan. Esto les afecta no solamente en el aprendizaje
porque se frustran y ya no son capaces de aprender, sino que les interfiere mucho en las
relaciones sociales.
También la baja empatía es otro de los problemas que nos encontramos con los niños cuándo
son pequeños. Para desarrollar la empatía los niños tiene que ser capaces de ponerse en el
lugar del otro, esto no ocurre hasta que tienen 4 o incluso 5 añitos, pero es un concepto que
hay que trabajar.
¿Cómo podemos identificar los problemas emocionales en los niños?
Muchas veces se traducen en dificultades de conducta. Son estos niños pues que les cuesta
interiorizar normas, les cuesta interiorizar limites. Que rápidamente tienen conductas muy
desproporcionadas. El principal motivo por el que los padres vienen a consulta son las
dificultades de conducta de los niños y en muchos casos también de los adolescentes, y en
este caso la variable que casi siempre va a predecir mejor el éxito de la terapia es la
intervención con los padres, que los padres sepan en cada momento, que es lo que tienen
que hacer, cómo tienen que controlar las conductas, en que casos tienen que cortar y decir
“por aquí no” y en que casos si que hay que trabajar con el niño, hay que dialogar con el
niño.
¿Cómo puede afectar la falta de inteligencia emocional en la vida académica del niño?
La inteligencia emocional afecta a la vida académica, de hecho la capacidad de
aprendizaje disminuye entorno a un 20% y a un 30% si hay problemas de autorregulación
emocional. Y es que no hay solo que educar a nivel académico, también a nivel social y a nivel
emocional. Las personas que tienen una mayor inteligencia emocional se ha demostrado que
son más felices, que tienen una mejor salud, que tienen más amigos tanto en calidad como
en cantidad, qué son más lideres en su empresa, de hecho el 85% de las competencias que
se buscan en los directivos son de inteligencia emocional. Luego es importante desde bien
pequeñitos ir trabajando esta inteligencia emocional.
Tipos de trastornos en la infancia / Trastornos psigológicos/psiquiátricos en la infancia
Trastornos de Conducta:
Bajo este epígrafe se agrupan comportamientos muy diversos y de severidad dispar, donde se
incluyen la desobediencia, provocación, negativismo, hostilidad, perder los estribos con facilidad,
discutir con adultos y desafiarlos, hacer deliberadamente cosas que molestan a otros, agresividad
hacia uno mismo y/o hacia los demás, engañar, robar, destrozar bienes propios y/o ajenos,
vandalismo, incendios provocados, violar reglas o incumplir normas, escaparse de casa, absentismo
escolar,…
Trastorno de Déficit de Atención con/sin Hiperactividad (TDAH):
Si bien muchas personas pueden ser o estar intranquilas y distraídas, estas cualidades deben ser más
intensas, persistentes y perturbadoras para poder acreditar un diagnóstico de TDAH. Los síntomas
nucleares del trastorno son el déficit de atención, la impulsividad y la falta de atención y éstos
deben causar dificultades en múltiples áreas, por ejemplo, en la escuela, el hogar o con amigos.
Trastornos Generalizados del Desarrollo y/o Trastornos del Espectro Autista:
Los trastornos generalizados del desarrollo generalmente son evidentes en los primeros años de vida.
Los niños con estos trastornos tienen dificultades en el desarrollo temprano del lenguaje, la
comunicación, la socialización y la motricidad. El trastorno autista y el síndrome de Asperger (SA) son
dos de las formas más comunes de trastornos generalizados del desarrollo (TGD).
En general, los niños con síndrome de Asperger no presentan las deficiencias cognitivas o de lenguaje
que manifiestan los niños con trastorno autista. Sin embargo, en ambos trastornos, los niños tienen
dificultades para comprender las situaciones sociales y carecen de habilidades empáticas. Ambos
trastornos pueden considerarse incluso puntos extremos de un mismo espectro. De hecho los niños
diagnosticados de TGD podrían ubicarse en cualquier punto de este espectro, presentando cuadros
muy heterogéneos tanto a nivel conductual como funcional.
Trastornos del Habla y/o del Lenguaje:
A diferencia del simple retraso del lenguaje, los trastornos del lenguaje, se caracterizan por una
anomalía en el desarrollo del Lenguaje. Las manifestaciones clínicas varían y pueden percibirse como
una dificultad articulatoria, en la compresión del lenguaje, en su procesamiento o en la expresión
verbal. De hecho hay niños que aún teniendo un trastorno del lenguaje, pueden producir sonidos y
su discurso se puede entender.
Los trastornos del lenguaje en raras ocasiones se deben a una falta de inteligencia pero si pueden
ocurrir en niños con otros problemas del desarrollo, con trastornos del espectro autista, con
hipoacusia y con dificultades de aprendizaje. Un trastorno del lenguaje también puede ser causado
por daño al sistema nervioso central, el cual se denomina afasia.
Trastornos de Ansiedad:
Incluyen miedos, fobias, dificultades para separarse del adulto, obsesiones y compulsiones,
traumas,…)
Trastorno de Ansiedad por separación (TAS): un temor extremo de ser separado del
hogar o de la persona principal que lo cuida
Trastorno de Ansiedad generalizada (TAG): una preocupación excesiva e incontrolable
Fobia Social: temor excesivo a ser evaluado negativamente, a ser rechazado, humillado o
avergonzado frente a los demás
Trastorno de Pánico con/sin Agorafobia: episodios de ataques de pánico, que cursan con
síntomas como falta de aire, palpitaciones, hormigueo y sensaciones de adormecimiento,
oleadas de frío o calor, o terror al encontrarse en ciertos lugares o situaciones.
Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC): presencia de obsesiones o compulsiones que el
niño siente que no puede controlar y que son lo suficientemente graves como para
interferir en las actividades de su vida diaria. Las obsesiones son pensamientos reiterados
e indeseados que a menudo se relacionan con miedos de contaminación. Las
compulsiones son conductas reiteradas y sin sentido, que se manifiestan para intentar
neutralizar pensamientos o impulsos. Los rituales de control y lavado son particularmente
comunes en los niños. Los niños con TOC pueden desempeñarse satisfactoriamente a
nivel académico, pero pueden tener dificultad para realizar sus tareas, ya que suelen
necesitar que todo salga perfecto. Los síntomas que son graves y consumen tiempo
pueden comprometer la autoestima e interferir en el desempeño con sus amistades y
familiares.
Mutismo selectivo:
El mutismo selectivo se refiere al silencio selectivo en un niño que habla sin problemas en situaciones
muy familiares. Los niños con mutismo selectivo se desenvuelven y hablan normalmente en el
ambiente familiar próximo; sin embargo, cuando hay personas poco conocidas, se vuelven tímidos y
retraídos. Algunos niños evitan el contacto visual y no se comunican de ninguna manera con los
demás. Otros no recurren a gestos ni cambios en su expresión facial. A pesar de que es poco común,
el mutismo selectivo merece mucha atención porque persiste y tiene un impacto funcional (social,
educativo) en los niños pequeños
Trastorno por Estrés Postraumático (TEPT):
Un niño o adolescente puede desarrollar este trastorno, después de presenciar o estar expuesto a
una situación traumática extrema en la que el mismo menor o una persona importante se ve
involucrada en una amenaza de lesión o muerte o incluso en un hecho real de lesión o muerte que
causa miedo, desprotección u horror intenso. En la mayoría de los casos, la conmoción y angustia
inicial provocadas por el trauma disminuyen con el transcurso del tiempo, y las heridas emocionales
se procesan y disipan. Cuando el recuerdo del trauma no disminuye y la perturbación provoca
trastorno en diferentes áreas de la vida, el niño se encuentra en riesgo de desarrollar trastorno de
estrés postraumático (TEPT).
A veces un niño o adolescente se queja continuamente de una molestia o un dolor , sin que pueda
encontrarse una causa médica que lo explique. Sin embargo, el dolor o la molestia son muy reales
para el joven. El niño o adolescente puede estar sufriendo una enfermedad psicosomática (trastorno
somatomorfo) y puede estar expresando sus conflictos emocionales a través de las quejas físicas. Los
trastornos somatomorfos diagnosticados en niños incluyen el trastorno de conversión, trastorno de
somatización, trastorno dismórfico corporal, hipocondría y trastorno del dolor.
Trastornos Depresivos. Los niños que sufren depresión pueden acusar síntomas
característicos como pueden ser desánimo, baja autoestima, desesperanza y culpa,
pero muy a menudo también pueden mostrarse irritables, imposibles de complacer,
con mal humor y oscilan de la tristeza profunda a la ira repentina. En casos más graves
puede acompañarse también de dificultades para concentrarse, cansancio,
problemas para dormir, problemas de apetito, retraimiento social, intranquilidad o
aletargamiento, disminución del interés o del placer en las actividades, pensamiento
de muerte. A veces los jóvenes sienten que el suicidio es la única forma de detener
el dolor. Los padres deben tomar en serio cualquier conversación sobre suicidio o
muerte, y consultar de inmediato a un especialista en salud mental.
Trastorno Bipolar/ Trastorno maníaco depresivo: Se caracteriza por cambios de
humor persistentes e intensos que van desde la depresión hasta la manía. Estos
estados de ánimo son fuertemente intensificados o claramente diferentes de la
personalidad habitual del niño, y su intensidad y duración son muy exageradas y
desproporcionadas a los hechos que las pueden precipitar. La persona con trastorno
bipolar experimenta los signos típicos de depresión (ya descritos) al igual que los
signos de manía (euforia, sentimientos de grandiosidad y invencibilidad, energía
inusual, disminución de la necesidad de sueño, conductas de riesgo e incluso una
pérdida del contacto con la realidad) que producen alteraciones en el
funcionamiento. Cada fase puede durar varios días o meses. El trastorno es poco
frecuente en niños menores de doce años de edad, y a menudo se diagnostica en la
adolescencia.
La vinculación hace referencia al lazo íntimo que se forma entre un niño o bebé y la principal persona
a cargo. Una vinculación segura se considera vital para el desarrollo emocional del niño y su capacidad
para establecer otras relaciones sociales saludables. Los bebés y niños con este trastorno muestran
una relación social inapropiada para el nivel de desarrollo, y no inician ni responden como deberían
a la mayoría de las interacciones sociales.
Los niños y adolescentes que sufren estos trastornos pueden perder contacto con la realidad y son
incapaces de controlar su pensamiento o su conducta. Hay casos de afectación severa donde se
pueden llegar a tener pensamientos de hacerse daño a uno mismo o a otras personas.
La esquizofrenia supone el cuadro más grave y de peor pronóstico, puede tener un inicio gradual,
con síntomas de aislamiento y alteraciones del lenguaje que se tornan evidentes con el transcurso
del tiempo, o puede tener un inicio repentino en la adolescencia.
Trastornos de la eliminación
Se refiere a una falta de control esfinteriano, que lleva a los niños a orinarse (enuresis) o defecar
(encopresis) involuntariamente sin que exista una enfermedad orgánica que lo genere. Para su
diagnóstico requiere que haya pasado el tiempo en que el control intestinal y urinario es
fisiológicamente posible, momento que coincide habitualmente con la edad en que el niño ya logra
usar el inodoro, en general los 4-5 años de edad. Este diagnóstico es más común en niños pequeños,
pero puede darse hasta los 10 ó 12 años. La experiencia clínica sugiere que no suele durar más allá
de la adolescencia.
También existe la posibilidad de que algunos trastornos del sueño surjan como consecuencia de
malos hábitos (dificultad para dormir solo) y/o sean secundarios a otros problemas
psicológicos/psiquiátricos (ansiedad/miedos, depresión,…).
Depresión
La depresión es una enfermedad debilitante y caracterizada por una tristeza psicológica crónica y
opresiva que no cede con normalidad. De acuerdo con el MHC, los estudios sobre niños de entre
seis y 12 años de edad indican que el 10 por ciento sufren de depresión clínica.
Al igual que en adultos, la depresión en los niños se cree que es causada por una combinación de
factores genéticos, biológicos y el entorno. Sin embargo, los niños no pueden expresarse como
adultos, los síntomas de la depresión se manifiestan típicamente de manera diferente. Los signos
de la depresión infantil son el sueño o trastornos del apetito, caída en el rendimiento escolar,
nerviosismo o hiperactividad, lentitud en los movimientos corporales o del habla, mutismo,
irritabilidad, llanto excesivo, miedos inexplicables, agresión, comportamiento antisocial,
aislamiento o el dolor físico sin fundamento ni explicación alguna.
Bipolaridad
Los trastornos generalizados del desarrollo son considerados como los trastornos de la infancia más
graves dentro de la psicológica infantil. Afectan de 10 a 15 niños de cada 10.000 Son también
llamados trastornos del espectro autista, estos incluyen el autismo, el síndrome de Asperger, el
trastorno desintegrativo infantil y el síndrome de Rett.
Estas enfermedades comprometen las habilidades intelectuales, las reacciones normales a los
sonidos, imágenes y olores, y la capacidad de comprender el lenguaje o hablar coherentemente en
cualquier situación. Estas señales bajo la observación de un profesional se hacen evidentes antes de
los tres años de edad, son mensajes que indican ciertas anomalías en algunas pautas inusuales como
en la actitud para dormir, comer o beber, las posturas o movimientos particulares, dificultad para
interactuar con los demás, la falta de contacto visual, la falta de curiosidad o interés en el entorno,
y repetitivos comportamiento de juego.
La maduración nerviosa es condición indispensable para que pueda lograrse dicho control.
Alrededor de los 18 meses, el niño puede anticipar la sensación de pipí y/o decir que está mojado.
Sobre los 2 años, se inicia el control: primero de día, y algo más tarde de noche. Alrededor de los 4
años debe haberse logrado. No olvidemos que las edades son orientativas, pues todo depende de
la maduración de cada niño.
La ENURESIS es la emisión no voluntaria de orina por el día o por la noche, a una edad en la que se
espera que haya control al respecto, es decir, más allá de los 3 a 4 años. La Enuresis puede ser
primaria (si el niño nunca ha conseguido controlar su pipí), secundaria (si después de un período de
control no consigue volver a él), diurna (si ocurre durante el día), nocturna (si ocurre durante la
noche), y mixta ( si ocurre en ambos momentos del día).
Hay una serie de factores que pueden predisponer al niño a padecer este trastorno:
Algún problema físico: Una vejiga pequeña o de musculatura débil. Es lo primero que habría
que averiguar.
Iniciar demasiado tarde el hábito del control del pipí: Una vez pasada la edad óptima,
alrededor de los 2 años, es más difícil.
Circunstancias críticas emocionales (factor psicológico): Nacimiento de un nuevo
hermanito, separación de los padres, cambio de casa o de colegio.
Factor hereditario: Es frecuente que alguien de la familia haya tenido el mismo problema.
Si es así, es conveniente explicárselo al niño para darle seguridad.
Un ciclo del sueño muy profundo que le impide recibir el aviso de "vejiga llena".
Padecer algún otro trastorno al que la enuresis va asociado.
Aunque suele mejorar espontáneamente con el paso del tiempo, es un tema que no debe ignorarse.
El primer paso será determinar la causa del problema o el factor que lo ha podido desencadenar.
Nunca se debe ridiculizar ni castigar a un niño por este hecho, ya que ello muy al contrario de hacerle
reaccionar, le puede provocar importantes problemas emocionales.
Los padres pueden ayudar a los niños que se orinan en la cama de la siguiente manera:
Los niños con "encopresis" pueden tener otros problemas, tales como lapsos cortos de
concentración, baja tolerancia de la frustración, hiperactividad y mala coordinación.
Ocasionalmente este problema de ensuciarse comienza con un cambio que produce tensión en la
vida del niño, tal como el nacimiento de un hermanito, la separación o divorcio de los padres,
problemas familiares, o el mudarse a un nuevo hogar o escuela. La "encopresis" es más frecuente
en los niños que en las niñas.
Aunque la mayoría de los niños que se ensucian encima no tienen una condición física, ellos deben
de someterse a una evaluación física completa llevada a cabo por un médico de familia o por un
pediatra. Si no se encuentran causas físicas, o si los problemas continúan, el próximo paso es una
evaluación por un siquiatra de niños y adolescentes. El siquiatra de niños y adolescentes revisará los
resultados de la evaluación física y entonces decidirá si hay problemas emocionales contribuyendo
a la "encopresis". Será pues lo más importante identificar la causa que la produce. Según la
personalidad del niño, se optará por quitar importancia al tema o por insistir al niño en que sea más
cuidadoso. Eso sí, jamás se le ridiculizará ni castigará por ello.
Los padres se preocupan mucho cuando su hijo tiene problemas de aprendizaje en la escuela. Hay
muchas razones para el fracaso escolar, pero entre las más comunes se encuentra específicamente
la de los problemas del aprendizaje. Los niños con problemas de aprendizaje suelen tener un nivel
normal de inteligencia. Ellos tratan arduamente de seguir las instrucciones, de concentrarse y de
portarse bien en la escuela y en la casa. Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos, tienen mucha
dificultad dominando las tareas de la escuela y se atrasan.
Se engloban bajo el nombre de "trastornos del aprendizaje" gran variedad de trastornos, cuyas
causas son muy diversas. Habría que restringir la definición a aquellos trastornos, bajo los que
siempre se detecta un nivel de aprendizaje inferior a lo que se considera "normal" para la edad del
niño, siempre y cuando ello no se deba a retraso mental o algún otro trastorno del desarrollo. Para
poder abordar de forma adecuada una situación así, el psicólogo infantil deberá hacer la valoración
del problema desde varias perspectivas:
Los psicólogos de niños y adolescentes indican que los problemas del aprendizaje se pueden
tratar. Si no se detectan y se les da tratamiento a tiempo, sus efectos pueden ir aumentando y
agravándose como una bola de nieve al rodar. Por ejemplo, un niño que no aprende a sumar en la
escuela primaria no podrá entender el álgebra en la escuela secundaria. El niño, al esforzarse tanto
por aprender, se frustra más y más y desarrolla problemas emocionales, tales como una baja
autoestima ante tantos fracasos. Algunos niños con problemas de aprendizaje se portan mal en la
escuela porque prefieren que los crean "malos" a que los crean "estúpidos".
Los padres deben estar conscientes de las señales más frecuentes que indican la presencia de un
problema de aprendizaje: