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Oda al sueño

Piensa en tu vida sin el dormir.


Sin la losa del tiempo proscrito puntuando cada almohada, sin almohadas.
Sin la enorme cocina negra y la estufa hirviente donde arrancas trozos
de piernas y brazos de tu padre
sólo para verlos organizados en una frase
la cual -sollozas con súbita alegría- te salvará
¡si puedes recordarla
después! Después,
poco queda salvo la épsilon verde pálida embalsamada entre
mar y posa
pero ¿qué es eso con lo que retoca tus ojos?
En este momento se detiene el escalofrío.
Un escalofrío es un sirviente perfecto.
El amén de ella alivia.
“De hecho”, confiesa en una nota a pie de página, “fue
un error de impresión por mamut”
Me duele saberlo.
Orificio de salida, dicen.

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