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UNIVERSIDAD DE SANTIAGO DE CHILE

FACULTAD DE HUMANIDADES
DEPARTAMENTO DE HISTORIA

LAS POLITICAS DE VIVIENDA Y EL MOVIMIENTO DE POBLADORES EN LA


COYUNTURA CRÍTICA DE LA DICTADURA MILITAR

SANTIAGO, 1983 - 1986.

MARÍA BELÉN MEZA BÁEZ

PROFESOR GUIA: DOCTOR IGOR GOICOVIC DONOSO

TESIS PARA OPTAR AL GRADO DE MAGISTER EN HISTORIA,

MENCION HISTORIA DE CHILE

SANTIAGO DE CHILE
2014
© María Belén Meza Báez

Se autoriza la reproducción parcial de esta obra sólo con referencias y/o citas
bibliográficas

2
RESUMEN

La siguiente investigación tiene por objetivo dar cuenta de la configuración y


elaboración de las políticas de vivienda durante la dictadura militar, particularmente en
lo que se ha determinado como “coyuntura crítica” dentro de dicho régimen, cuyo ciclo
se inicia en 1983, y culmina en 1986. Dicho escenario está constituido por las
Jornadas de Protestas en contra del gobierno dictatorial lo que permitió la
visibilización del movimiento poblacional en Santiago, pero además, propició mediante
la represión y el miedo, la instalación de políticas habitacionales que instalaron a los
pobres en los márgenes de la ciudad.

Distintos actores tuvieron un posicionamiento ideológico y político respecto a lo


estructurado por la política de vivienda, así como por la defensa de los pobladores –
quienes iban a ser los afectos a esta política – frente a la aguda represión establecida
en contra de ellos.

El movimiento de pobladores, en tanto, logró articularse políticamente,


estableciendo acciones de tipo reivindicativas dentro de la ciudad, ya sea de carácter
de sobrevivencia, de oposición a la dictadura y también asociados a la toma de
terrenos dentro de la capital.

PALABRAS CLAVES: Política de vivienda, erradicaciones, dictadura, protesta


social, pobladores

3
ABSTRACT

The following research aims to explain the shaping and elaboration of the
housing policies during the military dictatorship, especially in what it has been
determined as “critical conjunction” inside the regime which started in 1983 and ended
in 1986. The mentioned scene is constituted by the Protest Sessions against the
dictatorial government which made the social movement to stand out in Santiago, but
also contributed, by means of repression and fear, the implantation of housing policies
that moved poor people to the city edges.

Several political actors had an ideological and political positioning regarding


what was structured by the housing policy, and also in favor of the defense of the
dwellers that were going to be affected by this policy in order to face the repression
established against them.

Meanwhile, the movement of the dwellers succeeded in articulating politically by


establishing more aggressive actions inside the city. These actions were carried out in
order to survive and to show opposition against the dictatorship, and were also
associated to the land taking inside the capital.

KEY WORDS: Housing policy, eradications, dictatorship, social protest,


dwellers.

4
“Los pájaros tienen su nido, las raposas tienen su guarida…
Pero el hijo del hombre de mi patria, no tiene donde reclinar su cabeza”

Cardenal Raúl Silva Henríquez en la inauguración de la Cooperativa de socios del


“Campamento Raúl Silva Henríquez”

“Protestamos ante un gobierno que es incapaz de dar remuneraciones justas,


vivienda digna, acceso a la educación, salud y previsión. Protestamos por los
escándalos de corrupción en que debate el Régimen (…) por los ataques injustos e
infundados a la Iglesia Católica (…) por las condiciones injustas e inhumanas en que
debaten los pobladores (…) por los trabajadores despedidos. Por la inseguridad y el
caos en que vive nuestra patria con miles de cesantes, miles de exiliados, asesinatos
sin culpables, torturados en cárceles secretas, por las detenciones de los opositores
por exigir la inmediata libertad de los dirigentes sindicales y políticos”

Parte de la convocatoria del Comando Nacional de Trabajadores para la Protesta del 27 de


Octubre de 1983

5
TABLA DE CONTENIDOS

RESUMEN 3
ABSTRACT 4
AGRADECIMIENTOS 8
INTRODUCCION 10
CAPÍTULO 1 33
CONTEXTO HISTORICO: LA DICTADURA MILITAR EN LA COYUNTURA CRÍTICA
DE LA PROTESTA SOCIAL 33
1.1 LA FORMACIÓN DE UN NUEVO ESTADO: ANTECEDENTES POLITICO –
ECONÓMICOS DE LA DICTADURA MILITAR CHILENA 33
1.2 LA DICTADURA Y LA CRISIS ECONOMICA DE 1983 41
1.3 CARACTERIZACIÓN URBANA: LA CIUDAD DE SANTIAGO EN 1980. 48
1.4 REFORMAS URBANAS: PLAN DE DESARROLLO COMUNAL 1981. 53
CAPÍTULO 2 55
LA POLITICA DE VIVIENDA EN LA DICTADURA MILITAR: ¡QUEREMOS
PROPIETARIOS Y NO PROLETARIOS…! 55
2.1 TIPOS DE HABITANTES URBANOS Y SUS FORMAS DE HABITABILIDAD 55
2.2 PLAN DE DESARROLLO URBANO: LA POLITICA NACIONAL DE
DESARROLLO URBANO DE 1979. 65
2.3 EL PRINCIPIO DE LA SUBSIDIARIEDAD: LA POLITICA DEL “SUBSIDIO
HABITACIONAL” 72
2.4 ERRADICACIONES Y RADICACIONES DE CAMPAMENTOS: DE LA
OPERACIÓN “CONFRATERNIDAD II (1982- 1984) A LA “REINGENIERIA SOCIAL”
URBANA 79
CAPÍTULO 3 89
LA OPOSICIÓN A LA POLITICA DE VIVIENDA DE LA DICTADURA 89
3.1 EL COLEGIO DE ARQUITECTOS 91
3.2 LA IGLESIA CATOLICA. 98
3.3 OPOSICION AL REGIMEN: PERSPECTIVAS DE LA PRENSA OPOSITORA107
CAPITULO 4: ORGANIZACIÓN POLITICA DE LOS POBLADORES 116
4.1 LA ORGANIZACIÓN POLITICA DE LOS POBLADORES DE SANTIAGO: “LA
COORDINADORA METROPOLITANA DE POBLADORES” (METRO); “LA

6
COORDINADORA DE AGRUPACIONES POBLACIONALES” (COAPO);
“SOLIDARIDAD” Y “DIGNIDAD”. 122
4.2 LA ACCION POLITICA: LAS TOMAS DE TERRENO E INSTALACIÓN DE LOS
CAMPAMENTOS “RAUL SILVA HENRÍQUEZ” Y “JUAN FRANCISCO FRESNO”
132
4.3 MOVILIZACION SOCIAL EN EL MARCO DE LA REPRESIÓN: PETITORIO
POLITICO Y RESPUESTA INSTITUCIONAL. 139
CONCLUSIONES 145
BIBLIOGRAFÍA 147

7
AGRADECIMIENTOS

Es difícil poder reunir en un espacio tan pequeño de palabras todas las


subjetividades que encierran los sentimientos una vez que se cumplen etapas
importantes en la vida de uno. Pero aún a pesar de esa dificultad, quiero tomarme el
tiempo de agradecer, porque eso significa sentirse considerado, distinguido, en
definitiva, importante. Es difícil además, poder simplificar tantos mensajes, palabras,
voces que siempre me alentaron a concluir esta etapa ya iniciada hace 4 años.
Créanme que el objetivo que persigo no es dotarme de un conocimiento absoluto para
transformarme en un ser erudito sin más, cuyo sentido no me permita tener cercanía
con los problemas y procesos que ocurren a mi alrededor, ni mucho menos busco el
reconocimiento y renombre si es que eso me aleja de las cosas corrientes que son las
que más me satisfacen en la vida: estar presente.

Es por eso que parto, en vez de agradeciendo, pidiendo disculpas a cada una
de las personas que les quité el tiempo que se merecían por estar realizando este
trabajo. Ellos sabrán quienes son, y sé que falté en muchas ocasiones, pero créanme
que no fue intencionada y deliberadamente. Aun así les agradezco por su paciencia y
cariño.

Agradezco a mi familia, parte constitutiva de mí ser, que ha sido transformarme


en hija, hermana y sobrina. Les doy las gracias a mis padres, Oscar e Isabel, cuyo
trabajo y esfuerzo cotidiano han forjado mi forma de ver la vida, la cual se construye
para ser feliz. El sustento que me dan día a día se ha ido transformado en valores
fundamentales para la vida que construyo y quiero construir: el esfuerzo, la paciencia
y el amor. A mi hermano Javier, con quien he aprendido mucho más de lo que él cree,
y con quien también he aprendido que las divergencias y las diferencias al final
siempre nos llevan a un punto de encuentro. Ha sido una de las personas que más ha
puesto a prueba mi tolerancia, en extremo, pero aún así, se ha constituido en un
ejemplo. A mi tía Elisa, quien ha convivido y ha sido testigo de todos los procesos que
he iniciado desde muy pequeña. Agradezco su cariño y paciencia, así como a toda mi
familia extendida que está presente cotidianamente en mi vida y en mis intereses.

8
Mis compañeros de trabajo, quienes me han acompañado estos años y de
quienes he aprendido mucho. Sabemos que nuestro trabajo está lleno de sacrificios,
donde también hemos renunciado a otras cosas por estar convencidos que la labor
del profesor está llena de cariño, pasión, pero por sobre todo de una dignidad que nos
permite irnos a nuestras casas sabiendo que hemos aportado en un mínimo grado a
incentivar el amor y el cariño por el conocimiento. Gracias por las risas, los retos, las
locuras, inclusive a veces los llantos y por todo su apoyo.

Al profesor Igor Goicovic, quien nuevamente secunda mi trabajo. Agradezco su


paciencia y su consideración, además de todas las observaciones y precisiones
intelectuales realizadas para que este trabajo terminara de la mejor forma posible. Es
realmente satisfactorio cuando hay intelectuales que persiguen otros fines, más allá
de los académicos, los cuales están circunscritos a lo que nos “hace humanos”
propiamente tal.

Finalmente, a Fernando, quien pacientemente ha observado la realización de


este trabajo, quien pacientemente además ha estado a mi lado apoyándome,
alentándome a no decaer día a día. La vida se trata de decisiones, a veces más o
menos importantes, una de las cuales fue la decisión de tener un proyecto en común,
del que ya han transcurrido varios años. Gracias por tu ayuda en este trabajo, por
escuchar, por estar presente, por ser mi compañero, con todo lo grande y pequeña
que significa esa palabra y porque todo lo anterior tiene una razón de ser, que es en
definitiva el amor. Gracias a ti y a tu familia por la infinita comprensión.

Gracias a todos, los que directa o indirectamente, han pasado por mi vida
dejándome importantes enseñanzas. Algunos no están, otros vendrán, pero creo que
de eso se trata un poco el paso por este mundo: el dejar huella.

Muchas gracias.

9
INTRODUCCION

La problemática de la vivienda ha sido uno de los temas que ha logrado


posicionarse de manera importante en el acontecer historiográfico chileno y
latinoamericano. Ya sea por las características históricas que arrastra este, por las
condiciones estructurales en donde se han desarrollado los distintos sistemas
económicos, o simplemente, por adentrarse en el estudio de un aspecto importante en
las transformaciones objetivas o subjetivas de las sociedades, la demanda por la
vivienda y los movimientos articulados en torno a ella, han tenido una sustantiva
relevancia para conocer en perspectiva histórica, la realidad política, social y urbana
por la cual aquella es sujeto de transformación.

El presente trabajo de investigación vuelve sobre esta temática, intentando


dilucidar interrogantes que guiarán el devenir investigativo. Básicamente,
consideramos relevante poder establecer las condicionantes históricas que
determinaron la realidad no solo territorial, sino que también política y social que se
constituyeron como procesos enmarcadores en una coyuntura particular: la dictadura
militar. En ese sentido, este trabajo pretende aportar aún más a los trabajos
interdisciplinarios que se han hecho sobre la temática de la vivienda durante casi 80
años en nuestro país, y que cobra real importancia cuando intentamos ligarlo con la
experiencia de la movilización social en una época y espacio determinado, así como
también, en un escenario político dictatorial.

Es importante, por lo tanto, identificar que el problema de la vivienda ha sido


abordado desde distintas disciplinas sobre y por las cuales nos posicionamos para
establecer este estudio, que aún cuando sea realizado desde una mirada histórica, no
limita que los distintos enfoques sobre el tema sean nutridas por otras áreas
pertenecientes a las Ciencias Sociales o relativas, por ejemplo, a los Estudios
Urbanos. Por consiguiente, para circunscribir nuestra problemática, reconocemos que
desde la historiografía ha sido estudiado desde dos enfoques claramente delimitados:
el primero, responde a un enfoque considerado “tradicional”, el cual se enmarca
dentro de la historia de las políticas sociales del Estado, sobre las cuales podemos
10
identificar claramente las directrices seguidas por los distintos gobiernos desde fines
del siglo XIX (época en que, por primera vez, se pone en el tapete publico las
miserables condiciones de vida de la población popular). El segundo enfoque, ha
respondido a poder establecer los mecanismos de movilización social que se han
configurado a lo largo del siglo XX, cuyo fin fue la obtención de la vivienda: la Historia
Social. Consideramos pertinente aclarar que ambos se constituyen como
fundamentales para poder dilucidar la relación directa o indirecta que se produjo entre
ambos, la cual estuvo caracterizada (y lo está) por estados de latencia y de presión.

Durante el período de la dictadura militar, es posible establecer diferenciaciones


en cuanto a las políticas sociales del Estado, como también desde la presión de los
sectores populares o directamente del movimiento de pobladores articulados o
congregados en distintas coyunturas políticas. Nuestro estudio se centrará en un
contexto altamente definitivo en el devenir del régimen dictatorial, el cual se configura
sobre lo que se ha reconocido como el “primer ciclo de protestas”, que se inicia en
1983 y culmina en 1986.

Este espacio temporal, se ha tipificado como “coyuntura crítica” por ser constitutivo
de las primeras manifestaciones en contra de la dictadura, el cual se inicia con el
llamado a paro por parte de la Confederación de Trabajadores del Cobre, (CTC)
presidida por el democratacristiano Rodolfo Seguel. Este llamado a movilización fue la
primera manifestación organizada en contra del régimen de facto. Fue la chispa que
inicio el fuego que incentivó a un número importante de la población a tomar la
iniciativa de la protesta no sólo interpelando las circunstancias políticas vividas desde
hace 10 años, sino que además, para instalar y visibilizar distintas demandas
sociales. Los pobladores, en consecuencia, articulados o no como movimiento,
ocuparon ese escenario para redefinir distintos campos de acción o de oportunidades
políticas1. Termina, en consecuencia, en el año 1986, “el año decisivo para acabar
con la tiranía”2 declarado por el Partido Comunista y su brazo armado, el Frente

1
McAdam, D; McCarty, J;Zald, M. Movimientos sociales, perspectivas comparadas: oportunidades
políticas, estructuras de movilización y marcos interpretativos culturales. Ediciones AKAL, 1999.
2
“Proclama del Partido Comunista a las Fuerzas Armadas”. Citado en Iglesias, Mónica. Rompiendo el
cerco. El movimiento de pobladores durante la dictadura militar. Santiago, Ediciones Radio Universidad
de Chile, 2011. Página. 283

11
Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR), año en que además, concluye este primer ciclo
debido al atentado en contra el dictador Augusto Pinochet realizado por este último
grupo armado. Este hecho particular permitió el repliegue (parcial en algunos casos)
de la mayoría de las organizaciones políticas y sociales que luchaban en contra del
régimen debido a la instauración del Estado de Sitio y la agudización de la represión.

Para alcanzar los propósitos anteriormente descritos, fue necesario establecer el


marco interpretativo desde donde el cual nos posicionamos para ahondar en el tema:
la Historia social como enfoque, aún cuando consideramos que el sustento teórico,
metodológico y conceptual de otras Ciencias Sociales (Sociología, Antropología,
Estudios Urbanos) se constituyen como importante soporte para llevar a cabo los
propósitos de este estudio, conducente a la sistematización de una Historia Social de
la ciudad3.

Podemos establecer que el problema de la vivienda y de la falta de habitación


en nuestro país, ha estado configurado desde distintas miradas desde la historiografía
y las Ciencias Sociales, las cuales desde enfoques claramente delimitados, han
intentado dar una respuesta a la problematización científica en torno al tema.
Arrancando desde lo anterior, diversos estudios han establecido el accionar estatal
como conductor del proceso de construcción de los espacios urbanos, dentro de los
cuales, se inserta la vivienda social o la habitación popular. Si bien es cierto que esta
perspectiva aporta significativamente a conocer las directrices que guiaron el proceso
de transformación de las políticas de vivienda desde distintos gobiernos a lo largo del
siglo, no toma en cuenta las contradicciones propias de la aplicación de estas
políticas, como por ejemplo, la movimientalidad de los sectores afectados por ellas, ya
sea por su nulo acceso, o por las condicionantes de exclusión propias de la estructura
económica –social. Tenemos claro, en consecuencia, que no fue función de la política
pública (y que no lo es), considerar este otro enfoque, aún cuando sean los propios
movimientos sociales que en su marco interpretativo de la realidad estén visibilizando
constantemente sus demandas y buscando mecanismos de interpelación a la
insuficiencia de la aplicación de estas políticas públicas. Por lo tanto, nos interesa

3
Confluye como estrategia metodológica la interdisciplinariedad para llegar a este objetivo.

12
relevar el posicionamiento que tuvieron los diversos movimientos poblacionales en el
contexto ya determinado, ya fuera alzando distintos petitorios a la institucionalidad de
la época, dentro de los cuales se explicitaba la denuncia de sus condiciones de vida, y
por la política de vivienda en sí misma, así como también los nexos que tuvo lo
anterior con la determinación de declararse políticamente en contra de la dictadura.

Si hay una característica principal que se le puede atribuir al establecimiento de la


dictadura militar en nuestro país, es que este régimen político desdibujó
completamente las formas de relaciones políticas, sociales, económicas y culturales
que existieron hasta sus años precedentes. Si bien es cierto que el Estado de
Bienestar había comenzado a sucumbir por el liberalismo económico de los años ‟50
y ‟60, lo que había llevado a un estado de “pre-focalización” de las políticas sociales,
es en la década de 1970 en donde, de la mano del régimen dictatorial y una vez
terminado el gobierno de Salvador Allende, que se comienzan a implementar una
serie de políticas sociales amparadas en la teoría económica neoliberal. En ese
sentido, uno de los propósitos del nuevo régimen, fue no solamente cambiar el
sistema desde sus bases teóricas (y prácticas), sino que principalmente, incitar hacia
un cambio de mentalidad4. El nuevo sistema económico neoliberal, coadyuvó a
implantar los cimientos de la nueva política social direccionada en primer lugar a
establecer el “esfuerzo personal e individual” como mecanismo de acceso ya no a un
“bien social”, sino que al “derecho de propiedad”. Seguidamente, el acceso a la
vivienda por parte de los sectores populares, tuvo que transitar por políticas previas
de ahorro individual o de focalización de las políticas sociales.

Nuestra hipótesis plantea que la neoliberalización de la sociedad encarnada en la


política de vivienda, traspasó y mutó el “tejido social”, lo que condicionó la
configuración de un nuevo entramado urbano. La represión, que si bien en una
primera etapa acalló la demanda por la vivienda, y permitió la instauración de la
política pública, cambió durante la coyuntura crítica, lo que contribuyó a la formación

4
De Castro, Sergio. El Ladrillo: Bases de la política económica del gobierno militar chileno. Santiago,
Centro de Estudios Públicos (CEP), 1992. Capítulo I. En
http://www.cepchile.cl/dms/lang_1/cat_794_pag_1.html ; Edwards, Sebastián. Transformación
Económica en Chile, Capitulo II.

13
de un escenario de resistencia a la dictadura encarnado por pobladores. Las
consecuencias directas fueron las distintas formas de acción colectiva, a nivel de
organicidad política, así como de tipo reivindicativo y de interpelación, como lo fueron
por ejemplo, las “tomas de terrenos”.

Como eje analítico hemos establecido en primer lugar a las políticas sociales,
dentro de las cuales se adoptó estratégicamente la “focalización y rol subsidiario del
Estado”. Se entiende por política social todo intento por parte del Estado de dotar a la
población de algún beneficio económico, material o inmaterial. Este puede ser de
primera necesidad, como por ejemplo, la alimentación o puede constituirse como un
beneficio no material relativo al bienestar intelectual de la sociedad 5. Es social, por lo
tanto, cuando estas medidas alcanzan a una parte de la población que por sus
propios medios económicos están dificultados a acceder o que lisa y llanamente, no
pueden hacerlo.

Dentro de la teoría de las políticas públicas, hemos adoptado un marco definitorio


asociado a la confrontación de intereses6, ya que “dado que la política publica genera
incentivos para que los actores se movilicen por alterar los resultados de la política
pública en su favor. Así, los actores que toman parte en el proceso buscarán
satisfacer sus intereses y si no lo logran buscarán mantener lo que tienen o – si
advierten que sufrirán perjuicios producto de la política pública –, alternativamente,
buscarán minimizar la pérdida”7, cuestión que sucede con los repertorios de acción
configurados por las organizaciones poblacionales.

Las políticas sociales proceden desde larga data en nuestro país, y han variado de
acuerdo a los distintos proyectos políticos han ocupado el aparato del Estado. Es
importante reconocer, en consecuencia, cuáles han sido concretamente estas

5
Raczynki, Dagmar. “Focalización de programas sociales: Lecciones de la experiencia chilena”.
CIEPLAN, Pág. 219
6
Olavarría Gambi, Mauricio. “Conceptos básicos de las políticas públicas”. Documento de Trabajo, N°
11. Instituto de asuntos públicos, Departamento de Gobierno y Gestión Pública, Universidad de Chile.
Diciembre, 2007. Pág. 23.
7
Ibid.

14
políticas sociales en el ámbito de la vivienda, la cual siempre ha estado caracterizada
por ir un “paso atrás” en la consecución de otorgar beneficios a la población.

Para el tiempo que es atingente a esta investigación, la década de 1980, las


políticas sociales giraron hacia una aplicación propia de la economía de mercado.
Autoridades de la época, como Miguel Kast de la Oficina Nacional de Planificación
Nacional (ODEPLAN), elaboraron distintos panoramas para conocer y tipificar a los
reales pobres del país. (“Mapa de la Extrema Pobreza”, 1981)8, lo que, en teoría, iba a
ayudar a “focalizar de mejor forma la entrega y aplicación de los beneficios sociales”9.

Siguiendo el pensamiento de Raczynski, las “políticas focalizadas son aquellas


que se proponen beneficiar únicamente a sectores poblacionales que se hayan por
cierto umbral de la pobreza”10 por lo que la determinación de pertenencia a la pobreza
se realiza de forma unilateral desde el Estado, que establece mediante mecanismos
de caracterización socio –económico-espacial quienes son los beneficiados por la
política social. Su contraparte teórica estaría determinada por “las políticas sociales
universales”, que no establecen criterios de otorgamiento diferenciado, por lo tanto
son para la totalidad de la población. Es propio, por lo tanto, del sistema económico
neoliberal, focalizar y concentrar los recursos en sectores que sean considerados
como carentes de estas estructuras materiales o inmateriales, debido a que rige la ley
de “oferta y demanda”: oferta, que guarda directa relación con las características de
las entidades que ofrecen prestaciones, servicios o subsidios; demanda, debido a los
“potenciales beneficiarios directos, sean personas, hogares o unidades productivas” 11
Desde esta definición, Grosh plantea que:

“la focalización es deseable porque con ella es posible concentrar los gastos
destinados a los programas sociales en las personas que más pueden
beneficiarse de ellos. Ello economiza dinero y mejora la eficiencia de los

8
ODEPLAN. Oficina de Planificación Nacional.
9
Grosh, M. “Desde lugares comunes a la práctica: focalización de los programas sociales en América
Latina”. En División de Recursos Humanos, Departamento técnico para el Caribe y América Latina.
Estudios Regionales, N°21. En www.cepchile.cl
10
Raczynski, Óp. Cit Pág. 220
11
Ibidem

15
programas […] así, en la práctica, las decisiones relacionadas con la focalización
dependen de los costos y beneficios relativos de las diferentes opciones”12

La adaptación de beneficios, por lo tanto, está caracterizada por la discriminación


que hace el Estado en su aplicación, pero que además, acarrea lo que los
investigadores de políticas públicas han denominado como un costo “psicosocial”,
que dentro de esta teoría está determinado por “errores de exclusión”. Esto conlleva
a una “estigmatización social y un estímulo de la dependencia de la población de los
programas del Estado”13 cuestión que inhibiría la iniciativa y creatividad de los
beneficiarios para la solución de sus problemas. La dependencia no es sólo estatal,
sino que se agregan a esta las distintas regulaciones del mercado (la banca, las
inmobiliarias y constructoras, por ejemplo) que operan como otro factor de
segregación.

Centrándonos en la aplicación de programas instaurados por la dictadura,


determinados por la focalización y subsidios (incentivo al ahorro y esfuerzo individual)
es relevante establecer además, un dilema teórico que tiene que ver con la
denominación que se le ha dado a esta problemática y que consideramos no menor a
la hora de establecer la tipificación del problema de estudio. Primeramente, se trata
de una denominación que estipula que las viviendas construidas por el Estado están
dotadas del carácter de “social”, lo que implica que tanto desde una dimensión
objetiva y subjetiva, las viviendas construidas tienen características que las
diferencian (y distancian) de otras. Si es “social” significa que hubo un beneficio por
parte de otra entidad que otorgó ese beneficio previa selección y cumplimiento de
beneficios14, además de que hay características materiales que las hacen distintivas
(por ejemplo, metrificación del espacio, tipología de construcción, espacio geográfico

12
Grosh, Op. Cit.
13
Raczynski, Op. Cit
14
Dilema que se instaura no sólo en esta época, sino que recorre la problemática durante todo el siglo
XX.

16
donde se instala). La dimensión subjetiva es la más difícil de analizar, aún cuando no
imposible de inferir. Ya por el sólo hecho de obtener un beneficio del Estado en este
ámbito, se instala a nivel simbólico la determinación socio-económica de ese sector.
Todos estos factores se imbrican y establecen los mecanismos de pertenencia y
adscripción a un determinado sector social.

Desde la contraparte, los sectores más pobres de la población, demandan sus


propósitos de vivienda al Estado ya no bajo las categorías anteriormente señaladas,
sino que estructurando la demanda como un “derecho social”, en tanto que se
configura por la necesidad colectiva, así como también, por lo que en teoría debiera
ser la naturaleza del Estado. El “derecho a la vivienda” en el ámbito discursivo, por lo
tanto, fue no solamente utilizado por los distintos movimientos de pobladores a lo
largo del siglo, sino que también por la clase política nacional hasta el gobierno de
Salvador Allende.

Otro de los ejes analíticos que nos permitirán llevas a cabo nuestra investigación
es la categoría teórica de “movimiento social”, dentro de la cual se enmarca otra, la
cual es el “movimiento de pobladores”. Para analizar la problemática anteriormente
señalada, es importante poder establecer una serie de categorías que nos ayudarán a
comprender el panorama que se constituyó durante el contexto de la dictadura. Si
analizamos las políticas sociales desde una óptica estatal (y por ende, su lógica y
sistematización), es necesario además, poder establecer los parámetros o los “radios
de acción” que tuvieron los posibles beneficiados, los no-beneficiados o la
parcialización de la población que en teoría, recibirían estos beneficios. Pero además,
es de no menor importancia poder establecer que, como una constante, ha sido el
movimiento social de pobladores el que ha tomado la delantera a la hora de
establecer las carencias de la habitación popular, por lo que el accionar del Estado se
ha limitado a siempre responder a esas demandas y en muy casos muy particulares
en el siglo XX chileno, se ha adelantado a la interpelación social.

17
La categoría de movimiento social, ha sido cabalmente utilizada en la historiografía
chilena para estudiar la “movilización de distintos sectores de la sociedad”, los cuales
en su generalidad, han sido parte de lo que se considera como “sectores populares”.
Diversos autores han consignado que si bien es cierto que existía la creencia de que
el único movimiento social existente durante el siglo XX había sido el movimiento
obrero a principios de siglo, el movimiento de pobladores ha logrado cumplir las
características idóneas para ser tipificado de esa manera, básicamente por los grados
de acción alcanzados con las “tomas de terreno” en la década de los ‟50 y ‟60.

¿Pudo, en consecuencia, durante la dictadura militar, el movimiento de pobladores


constituirse en movimiento social? Es una pregunta compleja si se analizan las
diferentes aristas que encierran a la categoría de movimientalidad. Es necesario,
entonces, para poder dilucidarla, enmarcar y encuadrar el concepto respecto a lo que
han sido numerosas investigaciones teóricas respecto al concepto. Si bien es cierto
que historiadores y sociólogos lo determinan dentro de las categorías de “revueltas y
rebeliones, o como formas de acción colectiva” 15, la ciencia política lo ha enmarcado
solo como una “manifestación de protesta” en contra la institucionalidad. Es decir,
están necesariamente determinados al devenir y actual estatal. A pesar de que todo lo
anterior les permite a las Ciencias Sociales poder plasmar desde distintas ópticas las
variantes en tanto al concepto de “movimiento”. Gabriel Salazar plantea que a pesar
de todo lo anterior, un “movimiento social es tan social y tan movimiento tanto cuando
interrumpe en el espacio de lo público y de lo político, como también cuando subyace
en estados de subjetivación, privatización y alejamiento aparente de lo público” 16. Por
lo tanto, las definiciones dadas por la politología de reventones callejeros enlazados
con las distintas formas de protesta, no dan respuesta a las distintas experiencias
históricas acumuladas por el movimiento de pobladores. Salazar, en ese sentido,
agrega y aporta que es dentro de estos períodos considerados como “latentes” por

15
Pérez Ledesma, Manuel. “Cuando lleguen los días de cólera” (Movimientos sociales, teoría e
historia)”. En Revista Zona Abierta, N° 69, 1999.
16
Salazar, Gabriel. En “Memoria histórica y Capital Social”. En Movimientos sociales en Chile.
Trayectoria histórica y proyección política. Santiago, Uqbar Editores, 2012. Pág. 358

18
parte del movimiento social popular, en donde existe la mayor acumulación de “capital
social”, el cual se define en tanto la “memoria social” y la “memoria popular” hagan
culminar aquel proceso, basados en la acumulación de una “memoria histórica” que
se entienda como la acumulación de experiencias pasadas y su futuro potencial
transformador17.

Los recientes estudios históricos acerca del movimiento de pobladores, nos han
demostrado que la “acumulación de una memoria histórica”, basada en el
compartimiento de un “capital social” (espacios sociales, marginación e incluso de
„conciencia colectiva‟) hicieron que estos en algunos casos pudieran configurarse
como un potente agente movilizador sobre su realidad presente, potenciados por un
ideal transformador futuro: el derecho de habitabilidad y de propiedad que no estuvo
facilitado por las estructuras de poder institucionales. Es por eso, que en algunas
coyunturas, la identidad popular, se mezcla inevitablemente con las demandas
materiales concretas, estructurando estas últimas, una realidad cultural definida
basada en experiencias históricas anteriores que nacen de forma sincrética al tener
conciencia de que las demandas están determinadas por una carencia en común.

Otra de las principales teorías que se han instalado desde las Ciencias Sociales
para explicitar los movimientos sociales, es la “Teoría de la Acción Colectiva” del
sociólogo italiano Alberto Mellucci, la cual explicita que las teorías clásicas no lograron
determinar claramente el cómo y los por qué de la estructuración de los movimientos
sociales. En primer lugar, las teorías sociológicas estructuralistas basadas en el
análisis de sistemas explican claramente por qué un movimiento social se establece,
pero no explica cómo, teniendo en consideración las condicionantes estructurales que
incitan a la configuración de un movimiento social. En cambios, los investigadores que
analizan la movilización de recursos ven lo anterior como un mero dato y no pueden

17
Ibídem.

19
ahondar en su significado, orientación y nacimiento18. En ese sentido, Melucci
establece en síntesis, que los movimientos sociales son construcciones sociales:

“La acción no puede analizarse solamente dentro de las condiciones


estructurales. La acción tiene que considerarse como una interacción de
objetivos, recursos y obstáculos; como una orientación intencional que se
establece dentro de un sistema de oportunidades y coerciones. Los
movimientos son sistemas de acción, que operan en un cambio sistémico
de posibilidades y límites. Este es el motivo por el que la organización se
convierte en un punto clave de observación, un nivel analítico a menudo
subestimado o reducido a estructuras formales. El modo en que los
movimientos deciden su acción es el nexo concreto entre orientaciones y
oportunidades sistémicas”.

Tomando la definición anterior, es importante por lo tanto, reconocer que los


movimiento sociales no son organizaciones que prescinden de lo “político” para
establecer sus campos de acción. La interpelación estatal y el propio sistema de la
organización responden a estructuras políticas, las cuales también están configuradas
por la coyuntura. Sydney Tarrow, plantea un término interesante de estudio, ya que
configura que el escenario para los repertorios de acción (pensando en la “toma”, por
ejemplo), muchas veces responden a la coyuntura de “oportunidades políticas”, los
cuales les pueden favorecer u obstaculizar el tránsito hacia sus propósitos19:

“estos movimientos atraen a la gente a la acción colectiva por medio de


repertorios conocidos de enfrentamientos e introducen innovaciones en
torno a sus márgenes. En su base se encuentran las redes sociales y los

18
Melucci, Alberto. Acción Colectiva, vida cotidiana y democracia. Ciudad de México, El Colegio de
México, 1999. Pág. 37
19
Tarrow, Sydney. El poder en movimiento. Los movimientos sociales, la acción colectiva y la política.
Madrid, Editorial Alianza, 1997, Pág. 19

20
símbolos culturales a través de los cuales reestructuran las relaciones
sociales20

Ese es el contexto sobre el cual se desarrolla la organización política de


pobladores. Concretamente, podríamos representar que la movilización social
ascendente que se produjo en la dictadura en la coyuntura crítica, puede
establecerse en base a las categorías anteriormente señaladas. Hubo un contexto de
“oportunidad política” en tanto se produjo el primer llamado a movilización en contra
del régimen que los pobladores respondieron y emplearon, tanto para romper el
letargo que había significado la primera etapa de represión política, en donde se
manifestaron en contra de él, pero además, se constituyó como circunstancia propicia
para establecer las demandas propias de la carestía de la habitación y de sus
condiciones de vida. Creemos que la organización política posibilitó lo anterior, ya
que permitió identificar las diferencias ideológicas y de acción entre cada una de
ellas, pero su fuerza radicó en la confluencia de demandas que se presentaron en
este contexto. El reconocimiento de carencias similares, pero también de códigos
culturales compartidos, configuraron los repertorios de acción en acciones futuras y
presentes: la protesta en las poblaciones que tomaron forma en la ejecución de actos
previamente concertados, como por ejemplo, las barricadas, las zanjas excavadas
para evitar que los tanques militares entraran en jornadas de protestas, se
constituyen como algunos ejemplos de lo anterior. Melucci agrega:

“una acción colectiva no puede ser explicada sin tomar en cuenta cómo
son movilizados los recursos internos y externos, como las estructuras
organizativas son erigidas y mantenidas, cómo las funciones de liderazgo
son garantizadas. Lo que empíricamente se denomina como movimiento

20
Ibídem

21
social es un “sistema de acción” que concreta orientaciones y propósitos
plurales”21

¿Pudo el movimiento social de pobladores, en consecuencia, redefinir la


ciudad como espacio social? ¿Ayudó la organización, en tanto movimiento, a
abandonar la marginalidad urbana en que estaban sometidos los pobres de la ciudad?

Se discute a nivel académico si efectivamente se puede establecer una trayectoria


histórica en donde el movimiento de pobladores efectivamente termina su trance
durante el período de las tomas de terreno, o sí más bien esta organicidad responde
solamente a coyunturas en donde la estructura “estimula” estos distintos estallidos
sociales en pro de la consecución de la vivienda. La Historia Social se ha hecho cargo
de esta problemática instalándola en el ámbito de que lo anterior, se ha producido en
base a la “construcción de identidad” que ha sido cimentada debido a las distintas
explosiones sociales en torno al tema. Este panorama nos sitúa en un escenario que
complejiza toda la red de conceptualizaciones acerca la terminología utilizada, como
por ejemplo, del concepto de poblador.

Castells, en su texto “Movimiento de pobladores y lucha de clases”22 establece que


es imposible caracterizar al movimiento como una totalidad de adscripción del mundo
poblacional, ya que su articulación como tal depende del “conjunto de la lucha de
clases”23, lo que hace que su campo de acción se circunscriba a causas estructurales
que definen la demanda (el autor lo explicita en el contexto de la Unidad Popular y
que está relacionado por ejemplo, al déficit material de viviendas, demarcación de la
periferia, marginación del sistema productivo, etc.), pero además agrega que se
produce una disyuntiva respecto a su organización:

21
Melluci, Óp. Cit. Pág. 38
22
Castells, Manuel. “Movimiento de pobladores y lucha de clases en Chile”, en EURE, Revista
Latinoamericana de Estudios Urbanos Regionales. Vol.3, N° 7, 1973
23
Ibídem

22
“La situación de poblador no define los intereses de clase específicos.
Está claro que no puede considerar al conocimiento de pobladores como
pura organización reivindicativa en torno a la vivienda. Así sería si todas
capas y fracciones de proletariado, pequeña burguesía y subproletariado
que lo componen tuviesen una expresión orgánica efectiva de sus
intereses sociales específicos; pero esto no sólo ocurre con aquella
fracción de “proletariado dinámico”, fuertemente sindicalizado, que son
minoría entre los pobladores…”24

La fundamentación anterior, está basada en el entendimiento que el “movimiento


de pobladores” como categoría amplia expresa por un lado las reivindicaciones de los
“sin casa” y de aquellas fracciones de clase que no tienen otro cauce de expresión a
nivel de los frentes de masa. Además, hay que agregar lo que denomina como la
“intervención de los aparatos políticos que, si bien están determinados por dichos
intereses, tienen un efecto específico por su acción sobre un frente de lucha
determinado, en este caso, el frente poblacional. Esta intervención varía de
significado en función de una coyuntura de la lucha política,”25 básicamente porque
se modifica el panorama general y porque cambian las estrategias de los partidos.
Este planteamiento, difiere del presentado por Cathy Schneider26, en donde atribuye
que los “repertorios de acción” materializados en los actos de protesta, responden a
un fuerte componente y tradiciones organizativas que los partidos políticos de
izquierda habían dotado previamente cuando distintos espacios urbanos comenzaron
a ser reestructurados ya sea por la política pública (construcción de poblaciones) o
por las “tomas de terrenos”. La configuración del sentimiento identitario estuvo
condicionada por aspectos materiales (la pobreza, el escaso acceso a bienes), pero
además por espacios territoriales delimitados.

24
Ibíd.
25
Ibíd.
26
Schneider, Cathy. “La movilización de las bases. Poblaciones marginales y resistencia en el Chile
autoritario” en Proposiciones, SUR Ediciones. Santiago, N° 19, 1990. Pág. 225 - 226

23
Vicente Espinoza analiza la movilización de pobladores en la dictadura, en cuanto
a las potencialidades que ofreció la crisis económica del año 1982, y las
consecuentes protestas en contra del régimen. Pero antes de este análisis, el autor
realiza un recorrido histórico atravesando la trayectoria del movimiento en tanto a su
relación con el Estado y los diferentes gobiernos de turno, desde el año 1957 a
198727, además de los niveles de organización que tuvieron los pobladores y la
inserción con la política institucional, que según su planteamiento, sí existió de
manera muy débil, sobre todo cuando se produce interlocución con autoridades de
gobierno:

“La acción reivindicativa de los pobladores está débilmente construida


debido a los estrechos canales institucionales que están abiertos: en 1980
una delegación de pobladores se ha entrevistado con el Ministro de
Vivienda; en 1981 un intento de ocupación de terrenos ha movilizado unas
seiscientas familias. El gobierno no negocia, pero responde indirectamente
a ciertas demandas anunciando un programa de construcción de
viviendas. A pesar de todo, la represión continúa siendo la regla,
erradicando pobladores hacia nuevas poblaciones que refuerzan “frontera
interior”28

Si se analiza estos repertorios de acción, considero que debe tomarse en cuenta


como se produce la “territorialidad de la protesta”, que está hilvanada con el
establecer el verdadero problema de “lo poblacional”. Ha existido una tendencia en
las Ciencias Sociales a intentar analizar el fenómeno del movimiento de pobladores
desde una perspectiva social, otra política e inclusive, de “trance histórico”, lo cual
condiciona que una gran parte de los análisis arranquen desde concepciones

27
Espinoza, Vicente. “Historia Social de la acción colectiva urbana: Los pobladores de Santiago”. En
EURE, Vol. XXIV, N° 72. Santiago, Pág. 81. Para profundizar aún más en el análisis de Espinoza, ver
Para una historia de los pobres en la ciudad. Santiago, Ediciones Sur, 1988.
28
Espinoza, Óp. Cit.

24
“clasistas” o “identitarias” además de relacionarlos directamente al problema de la
pobreza. ¿No constituye en consecuencia, un reduccionismo este tipo de
observaciones? ¿Cómo podemos ligar lo anterior a la espacialidad del fenómeno?,
considerando además, que poblaciones y campamentos “aparecen como primer
recorte espacial significativo y primer eslabón hacia los problemas de la ciudad, del
espacio urbano y sus relaciones con la estructura y dinámica social29.

El tercer eje teórico, que es el “conflicto social”, estuvo circundado por la


coyuntura altamente conflictiva que se dio en la primera mitad de los ‟80. Si bien el
conflicto social no se limitó a lucha directa entre las fuerzas policiales del Estado y los
pobladores, la mayor tensión estuvo determinada la construcción de un nuevo
panorama urbano en el Gran Santiago en la década de 1980 fruto de las
erradicaciones, ya que produjeron el traslado de la conflictividad no solamente
tipificadas como dinámica de protesta, sino que también, por las condiciones de
violencia bajo la cual se estructuraron llevaron a cabo. La política de erradicaciones
de campamentos se hizo bajo dos fundamentos que el régimen justificó ante la
opinión pública debido al carácter de “ilegalidad” que habían adquirido en los
gobiernos anteriores, sobre todo, en el la Unidad Popular, debido al nivel de
“tolerancia” que había alcanzado el gobierno con las “tomas de terreno”. La política
pública, en consecuencia, intentó mitigar los niveles de violencia que se producían en
otras áreas de la ciudad, en donde poblaciones que habían sido emblemáticamente
de izquierda, manifestaban mediante la protesta social, el descontento con el régimen
de facto y en consecuencia, con las medidas aplicadas por este. La protesta como
mecanismo de visibilización del descontento, corrió aparejadamente con por la
precarización de las condiciones de vida que estaban teniendo los pobladores, por lo
que la manifestación más recurrente iba a constituirse dentro de los marcos
espaciales que los habitantes afectados tenían: la población.
Dentro de las categorías que nos permiten establecer lo anterior, utilizaremos el
concepto de territorialización de la protesta en la coyuntura que anteriormente hemos
definido como crítica, no dejando de lado sin embargo, algún otro contexto o realidad

29
Gallardo, Bernarda. “Espacio urbano y mundo poblacional” .En Documento de Trabajo FLACSO,
Santiago de Chile, N° 88, 1986.

25
comparativa que se haya dado dentro de la misma etapa dictatorial. Si bien es cierto
que los diecisiete años de régimen autoritarismo no fueron uniformes, si hay rasgos
constitutivos generales que podemos identificar como propios de un proceso extenso,
lo que facilitan la comprensión en su globalidad. Lo anterior, puede ir relacionado con
ciertas coyunturas dentro de esta temporalidad que permiten identificar los grados de
violencia que se ejerció en contra de la población, ya sea por métodos represivos
directos, torturas, amedrentamientos que podían ser selectivos, como también a nivel
masivo, cuestión que ocurrió en las poblaciones de la capital.

La territorialidad de la protesta, será definida desde dos parámetros. El primero,


es que reconocer que hubo poblaciones emblemáticas en la capital que jugaron un
papel importantísimo en declararse contraria al régimen de turno, debido a su esencia
autoritaria y dictatorial, además de haber estado altamente comprometida
comunitariamente con el proyecto de la Unidad Popular. El segundo, está definido
desde otro espacio, el cual queda determinado bajo el traslado masivo de pobladores
de comunas ricas y medias hacia comunas ubicadas en la periferia, las cuales
también fueron escenario de conflictividad social no solo en tanto protesta callejera,
sino que además, por las condiciones de habitabilidad que comenzaron a
experimentar y los procesos de adaptación e inorganicidad que produjo la
fragmentación social30

Dentro de los fundamentos ideológicos del régimen, y dentro de sus primeros


objetivos políticos, se produjo la instauración de la concepción de que el “marxismo –
leninismo” era un cáncer el cual debía ser aniquilado, así como todas sus fuerzas o
vestigios debían ser devastados. Los sectores populares, por la sintonía alcanzada
con el gobierno de popular de Allende, así como por los altos grados de participación
institucional – partidista, fueron perseguidos debido a la adscripción política con el
gobierno anterior, además de haber logrado que sus demandas fueran consideradas

30
“Inorganicidad” que en ningún sentido operó como lo manifestaron algunos teóricos en la década de
los ‟80, que planteaban por ejemplo, que los pobladores tuvieron un comportamiento social “anómico”,
o reduciendo a un grupo de ellos – “jóvenes pobladores” - a una categoría analítica de
“subproletariado”. Ver Weinstein, José. Los jóvenes pobladores en las protestas nacionales (1983 -
1984). Una visión sociopolítica. CIDE, Santiago, 1988.

26
dentro de la planificación gubernamental. Lo anterior, permite entender el que por qué
de los intentos institucionales por separar y apartar la pobreza. El contexto autoritario,
claramente, fue el escenario propicio para poder llevarlo a cabo. El fundamente
ideológico, sin más, era lograr “depurar la pobreza” de zonas residenciales, en donde
el valor del suelo permitía la futura construcción de complejos residenciales que
estuvieran acorde con los precios del mercado. Es lo que Miguel Kast, la de Oficina
de Planificación nacional, determinó como la “homologación de áreas”, para ricos,
“clase media” y pobres.

La violencia no sólo interpela al Estado. No solo se constituye en tanto hordas y


masas inorgánicas que actúan por instinto en contra de él. La violencia social cuando
es territorial, tiene la característica que nace fruto de la dimensión del espacio y
también intenta modificarlo mediante el uso de la fuerza o de elementos objetivos que
le permita llegar a ese fin:

“el problema poblacional, definido primeramente como marginal, parte


de una manifestación territorial, espacial, que está dando cuenta de un
conflicto de ese carácter […] su definición está dada por desplazamientos
territoriales, concentraciones espaciales, distribución urbana, y
primordialmente, por un conflicto en relación al espacio. Dicho lo contrario,
si no hubiera conflicto, por el espacio, no existiría problema poblacional o
marginal o habitacional; existirían otro tipo de problemas (de clases, de
estratificación, de distribución, etc.)”31

Dentro de las dificultades analíticas que presenta esta dimensión, es que no se ha


logrado considerar esta dimensión espacial – territorial en los enfoques deterministas
de los estudios de lo económico y social, circunscribiéndolo, tal como plantea
Gallardo, a que “el razonamiento científico reproducía de manera acrítica la relación
poblador – población del sentido común. Tal relación siempre ha sido supuesta, más
no analizada”32. En consecuencia, no se ha producido un mixtura entre la explicación

31
Gallardo Óp. Cit. Pág. 17
32
Óp. Cit. Pág. 21.

27
de categorías económicas y espaciales, yuxtaponiéndolas unas con otras para darle
un sentido mayor.

Para poder otorgarle un corpus teórico y metodológico, se han establecido 3


preguntas de investigación que nos permiten articular nuestra investigación en base a
los objetivos generales y específicos que determinamos como esenciales, los cuales
van articulados con la hipótesis planteada. En primer lugar, ¿Cómo se produjo el
cruce entre “demanda” de vivienda y “satisfacción de necesidades” bajo un régimen
dictatorial?; seguidamente, ¿Cuál es la relación entre el movimiento de pobladores, la
demanda por la vivienda y el inicio del ciclo de protestas contra el régimen?; y
finalmente ¿El movimiento de pobladores de la dictadura responde a una trayectoria
histórica del movimiento social que nace a principios del siglo XX, o sólo fue una
respuesta a la coyuntura? De los objetivos propuestos, en un principio esta
investigación estuvo encauzada a responder el objetivo general de establecer la
relación entre la demanda por la vivienda, el movimiento de pobladores y el ciclo de
protestas de 1983 a 1986, identificando además, las tensiones que se produjeron con
las políticas sociales implantadas en la dictadura, cuya especificidad iba a estar
enhebrada con el reconocimiento de la coyuntura crítica en donde se desenvolvió el
movimiento de pobladores en la dictadura militar, la determinación de cuáles fueronlas
políticas sociales implantadas por esta, asociadas a la vivienda (construcción,
erradicación), la identificación del efecto real de las manifestaciones (protestas) en la
implementación de la política social y finalmente conocer el nuevo panorama urbano
post-erradicaciones en el Santiago. Dicho objetivo se mantiene como eje central.

El establecimiento de las distintas categorías analíticas que nos permiten abordar


conceptualmente esta investigación, se configuran como la piedra angular del
planteamiento del problema de investigación. Pero además, el componente de
observación está condicionado a la forma en cómo nos aproximaremos a la
comprensión global y particular del fenómeno estudiado. Por lo tanto, el marco
metodológico que procedemos a utilizar está configurado en torno a la utilización de
fuentes documentales que nos aproximan desde distintas miradas (la oficial y la no-
oficial) a conocer el pasado reciente. Es por esta razón, que para este estudio, las

28
fuentes documentales a consultar serán periódicos de la época, además de revistas
semanales y quincenales del período 1983 y 1986. Desde el ámbito oficial, el diario
“El Mercurio” representa la mirada oficial del régimen dictatorial, por haber sido
constitutivo de un discurso aliado con la derecha política y el conservadurismo desde
su génesis, además de su largo alcance de circulación nacional. Por otro lado, para
su contraparte se utilizará lo que se denominó como la “prensa opositora” a la
dictadura, la cual estuvo contenida en revistas de circulación semanal, quincenal y
mensual. “Cauce”, “Análisis” y “Hoy”, fueron el soporte de medios de comunicación
desde donde se articuló la oposición política al régimen de Pinochet. Sin embargo, no
fue solamente desde esta vertiente desde donde la oposición a la dictadura de instaló
para definirse en tanto tal, sino que además, hubo otras publicaciones que
denunciaron sistemáticamente las condiciones de vida de la población, y
específicamente, la relativa a los pobladores en Santiago. La revista “Mensaje”, por lo
tanto, jugó un importante papel al relatar el contexto que circunscribió su realidad
(política, social y territorial), debido a la cercanía de la Iglesia parroquial y pastoral con
la realidad poblacional –urbana, así como también, de fuerte criticidad hacia el
régimen. Dentro de la misma dirección, hubo una publicación que editó la “Acción
Vecinal Comunitaria” (AVEC) denominada “Codo a Codo” que sirvió de base
articuladora para la denuncia de la realidad poblacional, aún cuando tuviera
pretensiones totalizantes con la movilización de los sectores populares en torno a la
vivienda. Los boletines informativos de “Hechos Urbanos” también transitan por esa
senda, debido a la fidedigna descripción que realizaban en el momento de las
protestas además de configurar desde el análisis del Centro de Documentación SUR
una contextualización propia de la época y una posición crítica al actuar del gobierno.

Lo anterior, nos permitirá realizar un cruce informativo que dará forma a la


investigación aquí consignada, por lo que el contraste de visiones e interpretaciones
respecto a la realidad poblacional de la dictadura será un instrumento metodológico
que permitirá establecer un marco interpretativo del tema.

29
Nos interesa, por consiguiente, dilucidar los problemas investigativos que aquí
hemos establecido, dentro de los cuales está en conocer las políticas de vivienda
implantadas por la dictadura, direccionadas hacia los sectores pobres de la capital, las
cuales fueron constituidas para lograr, a través del juego del mercado, poder otorgar
una solución habitacional o vivienda a un amplio porcentaje de la población. Lo
anterior, en consecuencia, se podrá identificar a través de la documentación oficial del
Ministerio de Vivienda y Urbanismo de los años vinculados a la investigación, la cual
corresponde a las Memorias Ministeriales editadas en la década ‟80 – ‟90, lo cual nos
permitirá una aproximación a la trayectoria de las políticas sociales en torno al tema
en cuestión.

Hubo, además, otra institución encargada de dar seguimiento al tema habitacional,


la cual se configuró desde un doble posicionamiento hacia la planificación
centralizada del régimen y que por ser constitutivo de su labor, construyeron a través
de su publicación oficial – el Boletín del Colegio de Arquitectos – cimientos teóricos y
técnicos relacionados con la planificación urbana y el problema habitacional. El
Colegio de Arquitectos a pesar de ser una institución gremial autónoma, intentó
promover e incentivar la construcción de viviendas, por lo tanto, una posición
vinculada con las políticas sociales, pero también tuvo una postura crítica hacia la
política pública propuesta e instaurada en la dictadura, sobre todo en el contexto
denominado como coyuntura crítica (1983 -1986) la cual queda establecida en su
publicación. La plataforma utilizada en donde quedaron plasmadas aquellas visiones
del problema, fue la Revista editada por los colegiados, además de los insertos
escritos por autoridades sobre este soporte informativo.

Esta confluencia investigativa nos permite implementar un marco interpretativo que


nos instala en un contexto altamente conflictivo tanto por las características
represivas que tuvo la dictadura militar, como también por el afán investigativo que
tiene este estudio: determinar las características políticas en donde los pobladores
lograron definir su accionar para conseguir la vivienda, que además de definirse como
un movimiento en esencia contrario del régimen autoritario, pudo encontrar los
mecanismos en donde tuvo encuentros con la política pública la cual se pudo aplicar,

30
con la resistencia y en el beneplácito de los pobladores y su organización en tanto
movimiento. En ese sentido, se pudo entrevistar a un ex dirigente poblacional de la
dictadura, perteneciente a la organización de pobladores “Dignidad”, José Hidalgo,
cuyo testimonio nos permite contraponer y a la vez realzar un relato de gran valor
interpretativo. Se quiso entrevistar además al ex dirigente Eduardo Valencia, de la
Coordinadora Metropolitana de Pobladores, quien por distintos medios no quiso
responder nuestra petición de una entrevista, realizada constantemente durante el
transcurso de esta investigación.

La bibliografía sobre la temática de estudio, es recopilada con la intencionalidad


investigativa de reconocer que el problema de la vivienda no se constituyó solamente
como una contrariedad desde el aparato del Estado y la aplicación de la política
pública, sino que además, se transformó en problemática para vastos sectores de la
población que no podían acceder a ella, básicamente, por los mecanismos
estructurales que lo imposibilitaban. Cabe destacar además, que durante todo el siglo
XX chileno, estos mecanismos han sido similares en cuanto a su planteamiento,
siendo el Estado el que ha tenido débiles respuestas para solucionar el problema.
Debido a los procesos de migración campo -ciudad, por la concentración excesiva de
población en las grandes ciudades (lo cual va a aparejado a las actividades
económico – productivas), la carencia de la vivienda y la movilización en torno a ella,
ha logrado establecer desde la Sociología (Vicente Espinoza, Guillermo Campero,
Eduardo Valenzuela, Alain Touraine, Cathy Schneider); desde la Historia (Mario
Garcés, Rodrigo Hidalgo, Gabriel Salazar) y otras Ciencias Sociales (entre otros
numerosos autores) , interpretaciones teóricas y empíricas sobre cómo se ha
configurado el accionar estatal y movimiental en Chile. Los estudios urbanos también
han aportado concepciones explicativas del problema, en tanto este ha sido un ente
configurativo de la disposición espacial y distributiva de Santiago, así como de la
segregación de clases dentro del radio urbano capital. En ese sentido, la ciudad ha
tenido también un pasado histórico, el cual a través de la planificación deliberada (las
erradicaciones, por ejemplo), como de la nula existencia de esta (la acción del
mercado) ha permitido establecer áreas residenciales apartadas, separadas, siendo
una de las características más distintivas del entramado urbano santiaguino.

31
Desde estas definiciones metodológicas, sin embargo, nos realizamos las
siguientes preguntas: ¿La Historia social significa necesariamente una reconstrucción
desde la memoria de los sujetos, o puede construirse desde otros soportes
investigativos? ¿Puede en consecuencia, articularse prescindiendo de lo
eminentemente “popular”? Para poder destrabar estas interrogantes que surgieron al
realizar esta investigación, nos remitiremos a la sugerencia analítica que hace el
historiador inglés, Eric Hobsbawm al encontrarse con una indefinición sobre la
conceptualización de Historia Social. En ese sentido, planteamos que esta no puede
ser ni convertirse en una hiperespecializacióndisciplinaria como lo pretende la historia
económica, ya que su objeto de estudio no puede ser aislado, aún
metodológicamente. Por lo tanto, la Historia Social como enfoque no puede
constituirse necesaria y solamente en un ejercicio de memoria de los sujetos, en tanto
construyan un relato subjetivo del pasado. Claramente, el concepto atacado no es el
de “objetividad” o “subjetividad”, que nos entramparía en otro problema conceptual,
sino que la Historia social puede reconstruirse desde una “centralidad en las
relaciones sociales”, en tanto permitan explicar un contexto, sean cual sean sus
fuentes33 y el tipo de relaciones sociales, económicas, políticas y culturales34.

33
Hobsbawm, Eric. Marxismo e Historia Social. Instituto de Ciencias de la Universidad Autónoma de
Puebla, México, 1983
34
Ibíd.

32
CAPÍTULO 1

CONTEXTO HISTORICO: LA DICTADURA MILITAR EN LA COYUNTURA CRÍTICA


DE LA PROTESTA SOCIAL

1.1 LA FORMACIÓN DE UN NUEVO ESTADO: ANTECEDENTES POLITICO –


ECONÓMICOS DE LA DICTADURA MILITAR CHILENA

Una de las principales características de la dictadura militar chilena, fue la


instauración de un nuevo modelo de sociedad propugnada por sus protagonistas.
Dentro de los objetivos de la Junta militar y de los civiles que apoyaron su actuar,
estuvieron orientados a “refundar la sociedad chilena desde sus bases” 35 en tanto que
ese propósito se conseguiría apelando a un cambio de mentalidad de la sociedad en
su conjunto. El establecimiento de un nuevo orden asociado al neoliberalismo, iba a
pavimentar el camino hacia la consecución de dicho cambio. Y esos cambios iban a
estar vigilados y velados en su cumplimiento por las Fuerzas Armadas y de Orden
que tenían de su lado el monopolio de las armas y el uso de la fuerza. Para poder
ampliar esta perspectiva, es necesario establecer que el período de la dictadura
militar lo podemos organizar en dos grandes momentos, los cuales tuvieron
características definitorias en su duración. En ese sentido, consideramos que no
podemos estudiar un período histórico tan largo, si es que no identificamos los
distintos ciclos y momentos que tuvo este, en particular, de sus 17 años de duración.

Para establecer esta primera etapa, convenimos con algunos historiadores y


cientistas sociales que establecen su inauguración el mismo 11 de septiembre de
1973, cuya trayecto comienza a agotarse aproximadamente el año 1982, con la
coyuntura de la crisis económica que progresivamente comenzaba a afectar a los
sectores populares y medios de la sociedad. Una de las características definitorias de
estos primeros nueve años, fueron las medidas económicas tendientes a la

35
De Castro, Óp. Cit.

33
desregulación económica, las cuales estuvieron direccionadas hacia la reforma fiscal
y tributaria, la liberalización de precios (cuya finalidad era controlar el índice
inflacionario) con la tendiente liberalización del mercado financiero, inclusive palpando
tópicos asociados al mundo del trabajo, tal como ocurrió con la flexibilización laboral36.
Los principios de la ortodoxia liberal no hubiesen sido posibles de aplicar, si es que la
Junta Militar no hubiese abandonado su reticencia hacia la aplicación de estas
medidas en extremo liberales para la concepción militar tecnocrática asociada a la
visió de “desarrollo y crecimiento económico nacional”, el cual iba de la mano desde el
ámbito industrial. Patricio Meller en su estudio “Un siglo de política económica
chilena”37 problematiza lo anterior con la siguiente pregunta: ¿Qué elementos
determinaron el alto grado de afinidad entre el poder centralizado de la dictadura
militar y el esquema de descentralización económica de libre mercado? Dentro de la
correlación entre estas dos visiones, el autor plantea que hay 3 grandes coincidencias
entre el mundo militar y los economistas de Chicago que ocupan el aparato del
Estado posterior al Golpe Militar: ambos mundos funcionan y se organizan en base al
aparato tecnocrático, el cual prescinde del mundo político, por lo tanto y
seguidamente con lo anterior, se concretiza una profunda desconfianza hacia el
mundo político y de los políticos (por haber llevado al país hacia el “caos” económico
y social). En tercer lugar, ambos se instalan dentro del discurso público como
“servidores que han llegado a salvar a la patria”38. Según Pinto y Salazar, el temor de
agudizar el “descontento social” en momentos en donde la misión prioritaria era
consolidar el control político, hizo que estas reformas (establecidas y ampliadas en el
mencionado “Ladrillo”) tuvieran que esperar casi dos años para poder aplicarse
debido a los fracasos de estabilización de la economía que se realizaron hasta el año
197539. Según los preceptos propugnados por la economía neoliberal ortodoxa, las
reformas hacia el Estado como institución debía “desestatizarse”, es decir, que este
fuera un ente que sólo que garantizara la libertad de las relaciones económicas. Es

36
Meller, Patricio. Un Siglo de Economía Política Chilena 1890-1990. Santiago, Editorial Andrés Bello,
1998. Ver además, Cavallo, Ascanio [et al] La Historia Oculta del régimen militar. Memoria de una
época. 1973 – 1988. Uqbar Editores, 4ª edición, 2012.
37
Óp. Cit.
38
Óp. Cit. Pág. 193
39
Salazar y Pinto. Óp. Cit. Tomo II. Pág. 50 -51

34
decir, debía establecer las condiciones propicias para que el libremercado pudiera
operar en su máxima expresión, o en palabras de Meller, “el rol del Estado se debe
limitar a la mantención de la ley y el orden”. ¿Cuál es la relación entonces, que se
establece con lo político propiamente tal? Y, ¿Cuáles fueron las condiciones
estructurales que se configuraron para este proceso desestatizador se produjese a
gran escala?

En primer lugar, el diagnóstico sobre la organización pública anterior a 1973


estaba claro: El Estado y todo aquello vinculado al sector público se había
transformado en la causa central de todos los problemas:

“mientras menor fuera su interferencia en la economía, mayor y más


rápido sería el bienestar de la sociedad. Este es el trasfondo de las
numerosas reformas económicas instauradas durante el régimen militar:
privatizaciones y reprivatizaciones, reformas del Estado y reformas fiscales,
liberalización, desregulación, apertura de la economía, etc. […] en otras
palabras, el objetivo final apunta a que el Estado no disponga de ningún
instrumento que pueda alterar la evolución optima que genera el libre juego
del mercado”40

Sin embargo, la preocupación no era exclusivamente establecer reformas de


carácter económico. O mejor dicho, todas las transformaciones políticas y
estructurales debían tender a configurar un nuevo orden social basado en la
protección de la propiedad privada, la libertad económica, la modernización del
Estado que apuntaban a lograr este nuevo escenario económico que permitiera una
salida a la crisis social que el Golpe Militar habría evitado.41 Es por esto, que la
represión política fue el mecanismo de control frente a las disidencias que se
manifestasen en contra de esta nueva organización.

Seguidamente, es importante identificar que antes del Golpe Militar, el proyecto


nacional estuvo direccionado hacia la configuración de un gran “pacto desarrollista” en
materia económica, ya que satisfacía las expectativas de la mayoría de los actores
40
Meller. Pág. 183
41
Óp. Cit. 184

35
sociales42, los que en su conjunto, lograron dar un empuje desde la década de 1940
hasta 1973 al fomento productivo interno, además de lograr industrializar distintas
áreas de la producción. ¿Cómo entonces el empresariado nacional logró comulgar
con las ideas “liberalizadoras” promulgadas por estos nuevos tecnócratas asentados
en las altas esferas del poder? Ambos mundos, el empresarial y el político, lograron
concordar con el ideal de “salvación nacional” propugnado por la Junta Militar, aún
cuando el mundo empresarial nacional sucumbiera prontamente bajo las garras la
liberalización económica. En este sentido, es relevante señalar que la mayoría de los
empresarios nacionales pudieron avizorar que la implementación de las políticas de
liberalización iba en contra del proteccionismo instaurado desde la década de 1930 en
adelante.

Sin embargo, la misión salvadora de la Fuerzas Armadas y de Orden era un


componente de peso para poder “confiar” esta misión a ellas en el mando de la
nación, por lo que lo que muchos empresarios veían que los únicos que pondrían
“orden frente al caos” sería una fuerte conducción armada. Todas las fuerzas que
habían empujado al golpe de Estado (desde la CIA, el empresariado nacional y los
partidos políticos de centro y derecha – DC, Partido Nacional-) advirtieron que la
cristalización del poder debían recaer en manos de las F.F.A.A., las cuales adherían y
conducirían hacia un nuevo proyecto modernizador, o como se planteó, hacia “una
segunda independencia nacional”43

Augusto Varas, en su texto denominado “Crisis de legitimidad del autoritarismo y


transición democrática en Chile”, analiza particularmente cuál fue el rol de las Fuerzas
Armadas y de Orden en el restablecimiento de la institucionalidad democrática en
Chile. Para esto, analiza las relaciones que tuvieron estas últimas con la sociedad
civil, el gobierno recientemente elegido, y los empresarios, estableciendo a estos tres
como los únicos interlocutores válidos con los que los militares tuvieron que
relacionarse44. Cuestión obvia, por tratarse naturalmente de un traspaso intra-

42
Salazar y Pinto. Pág. 40. Tomo III
43
“Declaración de principios de la Junta Militar”. Santiago, 11 de Marzo de 1974.
44
Varas, Augusto. “Crisis de legitimidad del autoritarismo y transición democrática en Chile”. En Drake,
Paul y Jaksic, Iván. El difícil camino hacia la democracia en Chile, 1982 -1990. FLACSO.

36
instritucionalidad. Es importante para el autor, por ejemplo, la relación que se da entre
el Alto mando del ejército y la adopción de políticas económicas neoliberales, que
para Varas, están justificadas por el alejamiento – voluntario y obligado, como desliza
– de las otras ramas de las F.F.A.A., lo allanó el camino para la entrada de actores
político – económicos civiles que eran portadores de este nuevo modelo. El autor
dibuja esta cuestión como “refuerzo de hegemonía”45 que va a trascender durante
todo el régimen militar. Otra de las aristas analizadas, tiene que ver con la debilidad
en la construcción de puentes con la sociedad civil, cuestión que desde su génesis
estaría quebrada, y que conllevó a establecer en el imaginario colectivo, la idea de
que los beneficios sociales solo les alcanzó a ellos46, cuestión que impide la
posibilidad, para el autor, de que los militares no pudieran fundar un “nuevo orden
social y político basado en los valores castrenses históricos” 47 Esto puede ser
contrarrestado sin embargo, con la imagen simbólica que se instauró después del
golpe, en donde eran las Fuerzas Armadas las que figuraban como los nuevos
conductores del país, dejando en las sombras, en un primer momento, a todos los
civiles que apoyaron y propiciaron el golpe en 1973, los cuales ya hacia 1976 -1978
alcanzaron un alto nivel de notoriedad pública.

Fue el Estado, bajo la nueva institucionalidad dada por el régimen militar (y sus
civiles a cargo), los que optaron por un nuevo modelo de desarrollo. Como ya lo
hemos mencionado, la actividad política se circunscribió a establecer las condiciones
propicias para el desarrollo económico neoliberal, en donde los distintos agentes
económicos debían definir el rol que les correspondería dentro de este nuevo
escenario, que ya no sólo se estructura como un cambio político, sino como una
“refundación social” ampliada:

“Se ha afirmado también que la „revolución‟ de 1973 tuvo un carácter


eminentemente „técnico‟. Una orientación puramente modernizadora, que
la situó por cualquier interés de clase y más allá de cualquier objetivo
(obsoleto) de desarrollo industrial […] Se puede decir, pues, que la

45
Óp. Cit. Pág. 157
46
Óp. Cit. Pág. 169
47
Ibídem.

37
instalación del modelo neoliberal en Chile se perpetró a través de una
convulsión histórica de nivel superlativo, sólo comparable con la que
instaló entre 1810 y 1830, el primer Estado Nacional”48

Esta nueva construcción del Estado estuvo ligada a la idea de instaurar un


nuevo régimen que se constituyese como inamovible en sus cimientos políticos. Para
eso, ya durante esta primera etapa de la dictadura, habrían acumulado una
experiencia histórica (en el poder), cuyos frutos comenzaron a redactarse bajo la
pluma de civiles colaboradores del régimen, entre los cuales destaca el gremialista
católico y abogado, Jaime Guzmán Errázurriz. La formación de este cuerpo
intelectual se verá plasmada en la redacción e imposición49 de la nueva Constitución
Política de 1980. Por lo tanto, la instauración de esta carta fundamental, estuvo
circunscrita a actuar como un “candado, cuyo cerrojo de castidad liberal, que no
pueda ser abierto desde fuera (por explosivos de civilidad) ni desde dentro (por
desvaríos parlamentarios)”50. Queda en evidencia, en consecuencia, que el Estado
como cuerpo político fundamental de la nación, no podía estar sujeto a las fracturas
propias de los voluntarismos políticos e ideológicos, ni mucho menos, a las
intransigencias doctrinarias que había sido sometido en el período anterior. Tenemos,
por lo tanto, una imbricación entre lo realizado por lo „político‟ que tiene que ver con el
establecimiento de nuevas condiciones ideológicas (rol del Estado, nueva
institucionalidad política o „no política‟ en el sentido partidario), así como también las
cuales están subordinadas a lo „económico‟, atribuyéndole al Mercado un rol
primordial en la organización de la sociedad.

Eduardo Silva nos da las directrices sobre los por qué de la adopción de estas
medidas. Plantea que la “dirigencia chilena debieron enfrentarse simultáneamente a
dos problemas distintos. Por un lado, necesitaban sacar al país de las crisis
económica en la que hallaba sumido y restablecer las condiciones para un
crecimiento viable dentro de los marcos de un modelo neoliberal […] por otra parte

48
Salazar y Pinto. Historia contemporánea de Chile, Tomo I. Santiago, LOM Ediciones, 1999. Pág. 99.
49
Cabe destacar que la Constitución de 1980 fue “consultada” mediante un plebiscito a la ciudadanía
en 1980, durante plena dictadura.
50
Salazar y Pinto Óp. Cit. Pág. 104.

38
necesitaban contener a la oposición al régimen y crear las condiciones políticas que
permitiesen enfrentar con éxito el plebiscito de 1988” 51. Se justificaría de este modo,
la idea que tenían las dirigencias políticas y los militares principalmente de alejarse de
cualquier intento de acercamiento hacia lo que había sido el gobierno de Allende así
como también, a una lógica de cercana a lo que se conoció como el Estado de
Bienestar. Los militares para el autor, en consecuencia lo que trataban de instaurar
era la idea de “refundar la sociedad, a fin de sentar las bases de una nueva
institucionalidad”52, cuestión que “los Chicago Boys” ofrecían como mejor alternativa.
Apelaban a una estrategia de transformar una economía regulada, estatista y basada
en la sustitución de importaciones, en una economía exportadora, de libre mercado.
Lo anterior, para los neoliberales estaría direccionado a poder establecer una
economía sana que combinara un plan de ortodoxia junto con la reestructuración del
aparato productivo, cuestión que duró hasta principios de la década de 1980, debido
a la disminución de los préstamos dados por Estados Unidos, debido a la pretensión
de subir la tasa de de interés interna, junto con otros factores asociados al mercado
especulativo.

Ya en la segunda parte del período dictatorial, se pudo vislumbrar que la década


de 1980 se configuraría como el período en donde el Estado, allanándole el camino al
Mercado, tendría el poder necesario para consolidar los ajustes económicos y
políticos de la década anterior. Las „modernizaciones‟ a decir de Salazar,
“consistieron en privatizar las numerosas „prótesis del Estado Desarrollista‟; es decir,
traspasar esas prótesis de una zona de acumulación negativa (el Estado) a otra de
acumulación positiva (el Mercado)53. Eufemísticamente, estas „modernizaciones‟ que
en realidad fueron privatizaciones, se llevaron a cabo en su mayoría en la década de
1980, patrocinadas por el Ministerio de Economía y Hacienda.

Desde el aspecto político, es necesario consignar que esta nueva


institucionalidad que prescindió y denostó el actuar de la clase política civil y de la

51
Silva, Eduardo. “La política económica del régimen chileno durante la transición: del neoliberalismo
radical, al neoliberalismo pragmático”. En Drake, Paul y Jaksic, Iván. El difícil camino hacia la
democracia en Chile, 1982 -1990. FLACSO. Pág. 193
52
Óp. Cit. Pág. 195
53
Óp. Cit. Pág. 109

39
política como praxis, gozó de buena salud durante los primeros años de la dictadura.
Esto, debido a que simbólicamente, la Junta Militar logró instalar en la opinión pública
que uno de los tantos “culpables del quiebre democrático” habían sido elementos
asociados al marxismo propugnado por la izquierda, pero también, por la nula
capacidad de los políticos de superar la crisis política y económica por la que
atravesaba el país.

40
1.2 LA DICTADURA Y LA CRISIS ECONOMICA DE 1983

Tal como se ha planteado anteriormente, el contexto económico que se


configuró en la dictadura propició durante los primeros años un boom de crecimiento
económico que permitió la estabilización de los índices macroeconómicos y
principalmente, la reducción de la inflación. Según Meller, el “milagro económico
chileno” en 1982 enfrentó la peor crisis de la economía chilena en los últimos
cincuenta años”54. Las razones de la crisis, se pueden explicar tanto desde estímulos
externos así como también de dinámicas internas de la economía chilena.

Efectos no deseados como la caída del PGB, el aumento nuevamente de la


inflación, así como la consecuencia de la angustia financiera que se produjo debido al
“disfraz” de los préstamos bancarios a clientes insolventes (principalmente empresas
relacionadas o asociadas a los propietarios de los bancos) llevo a que:

“esta situación explotó a comienzos de 1982 cuando el gobierno


liquidó 3 bancos, intervino cinco de los principales bancos comerciales y
el Banco Central debió ofrecer extensos créditos al resto con el fin de
proveerlos de liquidez de corto plazo; la „cartera mala‟ o préstamos
incobrables del sistema bancario superaban en tres o cuatro veces el
patrimonio del banco […] la mayoría de los agentes había excedido
ampliamente los límites de endeudamiento razonable y sus dificultades de
pago de dichos préstamos afectaba a la economía en su conjunto”55

El “sentido fundacional” que había tenido la toma del poder por parte de la
Junta militar y los civiles que la apoyaban, estaba en crisis. Los preceptos
neoliberales más ortodoxos habían empezado a fracasar debido a que el Estado
había asumido el rol que por correspondencia estaba errado, precisamente porque no
estaba operando el “ajuste automático” que se esperaba del mercado en momentos
de crisis. Pilar Vergara plantea que aun cuando el deterioro de la producción y el
empleo era muy superior a la recesión mundial, las autoridades económicas insistían

54
Meller, Óp. Cit. Pág. 198.
55
Óp. Cit.

41
en que era esta última la responsable de todas las adversidades 56. En ese sentido,
una de las decisiones que quebró la fe pública sobre la economía – principalmente de
sus actores – fue la decisión de la devaluación del peso. La contracción económica
que se produjo desde mediados de 1982, estuvo determinada principalmente porque
un sinnúmero de empresas no pudieron resistir la caída de la demanda de
productos– determinante para el funcionamiento del libremercado – más la
devaluación que aumentó el valor de la moneda nacional de los compromisos
adquiridos en dólares y el alza de la tasa de interés57. Fue esto lo que llevó a que el
gobierno decidiera intervenir la banca nacional, otorgando salvavidas financieros a
numerosas entidades especulativas para que pudieran solventar la crisis.

Una de las principales hipótesis, en consecuencia, es que el “experimento”


neoliberal había llegado a su fin con el advenimiento de la crisis de 1983,
principalmente, por lo que Vergara estructura como “el abandono de la ortodoxia”,
debido a la intervención estatal en la economía:

“El desastre económico desprestigió al neoliberalismo en cuanto a


ideología legitimadora de la dictadura y del proyecto de refundación de la
sociedad chilena. Se suscita una crisis ideológica profunda que cancela
definitivamente las pretensiones revolucionarias del régimen autoritario y,
con ellas, toda concepción esencialista de la política que le había permitido
legitimarse, invocando una misión trascendental”58

El discurso legitimador que habían tenido las elites gobernantes sobre la


adopción de la ortodoxia neoliberal no puso en duda el rol que habían tenido las
Fuerzas Armadas en la “reconstitución del orden republicano” como lo afirmaba la
Junta, pero sí había erosionado los “fundamentos de la política”: se desvaneció la
utopía capitalista de la sociedad auto regulada y se desgasta la fuerza

56
Vergara, Pilar. “Auge y caída del neoliberalismo en Chile: un estudio sobre la evolución ideológica del
régimen militar”. Documento de Trabajo FLACSO, Santiago, 1984. Pág. 235
57
Óp. Cit. Pág. 236
58
Óp. Cit. Pág. 237

42
hegemonizadora del discurso neoliberal.59 Lo que vino con la crisis económica de
1983 fue, tal como Vergara lo plantea, una “crisis ideológica” porque esta misión
“salvadora” con la que se había proyectado la intervención militar contaba con una
base de apoyo que ya no confiaba recalcitrantemente en las decisiones que se
comenzaron a adoptar, aún cuando no fue cuestionado el intervencionismo militar. Lo
que hay, en consecuencia, es una crítica a las decisiones económicas que
abandonan los principales fundamentos neoliberales reflotando el “fantasma”
intervencionista, pero en ningún momento se produjo una reflexión teórica respecto a
la descomposición del neoliberalismo dogmatico que se había estructurado como eje
del gobierno dictatorial a aplicado en la etapa previa a la crisis económica.

Como ejemplo de lo anterior, el análisis discursivo de las autoridades de la


dictadura establece claras diferencias entre la primera etapa dictatorial – que goza de
prestigio por el éxito económico - de los proyectos renovadores que están obligados a
cumplir por el panorama de crisis. Las organizaciones gremiales y de empresarios
vuelven a retomar el rol que el „tecnocratismo‟ les había arrebatado, siendo ya voces
de experiencia frente al proceso de reorganización económica, el cual estuvo
caracterizado por el abandono del esencialismo triunfalista que había servido para
radicar y establecer el ideal fundacional del régimen militar.

Sin embargo, aún cuando muchos autores60 tipifiquen esto como una caída del,
neoliberalismo más recalcitrante, el abandono de la ortodoxia neoliberal no produjo
un repliegue de las privatizaciones a lo largo de la década del ‟80, sino que el
escenario de estabilización vivido desde 1986 -1987 permitió la privatización de la
mayoría de las empresas e industrias del Estado, además de los servicios sociales
que habían estado en manos del Estado. Una de las principales críticas a la
aplicación exacerbada de la economía de mercado aplicada por los Chicago Boys fue
la “forma indiscriminada que asumió apertura de la economía hacia el comercio
internacional; en la permisividad irresponsable frente al endeudamiento externo, sin
ninguna preocupación por el uso que los particulares estaban dando a los recursos;
en el manejo dogmático y obcecado de algunas políticas económicas, de la cual la
59
Ibídem.
60
Vergara, Óp. Cit.; Meller, Op. Cit.

43
fijación y mantención de un cambio fijo de $39 dólares constituiría el ejemplo más
ilustrativo y en la renuncia por parte del Estado, a hacer uso de sus facultades
reguladoras”61. La crisis económica que comenzó el ‟82 y cuyos efectos se afianzaron
y profundizaron el año siguiente, además de generar el fenómeno de contracción
económica, desestabilizó y desequilibró el mercado interno y externo, ante lo cual, las
autoridades de la época decidieron salvaguardar y reducir los desequilibrios externos
para así asegurar el pago de la deuda lo cual, según los expertos, iba a permitir
asegurar en el futuro el acceso a los mercados de capitales internacionales 62. En
consecuencia, era una variable prioritaria por lo que el equipo económico de la época
opto por “una inversión en reputación”.63 El mercado interno, en consecuencia, tuvo
como consecuencia una altísima tasa de desempleo (en torno al 30%), deterioro de
las remuneraciones de los trabajadores, caída del PGB (15%), triplicación del número
de empresas en quiebra, etc. Las consecuencias sociales que los índices
macroeconómicos trajo consigo fue un deterioro sustantivo en las condiciones de vida
de los sectores populares y medios del país.

Es importante destacar, por consiguiente, que la coyuntura económica y social


vivida a principios de la década del ‟80 facilitó la conformación y configuración de la
asociatividad de la oposición política. La crisis económica había comenzado a afectar
fuertemente el sector empleo, además de que los índices inflacionarios impactaron en
el acceso a bienes de primera necesidad64. Por lo tanto, es en el año 1983 en donde
comienza a aglutinarse la oposición política, primeramente, en torno a la satisfacción
de las necesidades básicas de la población (trabajo, salud, educación y vivienda) lo
que otorgó un piso importante para articular la protesta en contra de la dictadura
militar, y en consecuencia, conseguir derrocar a las fuerzas fácticas que se
encontraban en el poder.

La crisis, sumada a la década de dictadura y represión política (ejecuciones,


desapariciones y tortura) conformó un escenario propicio para que la oposición (tanto

61
Vergara, Óp. Cit, Pág. 253
62
“Inversión en reputación”. Meller, Op. Cit. Pág. 233.
63
Op. Cit 233.
64
Óp. Cit. 231

44
de partidos políticos, lo que Salazar denomina la „clase política civil‟ 65, así como el
resto de los actores sociales no partidarios) pudiera inaugurar el ciclo de protestas en
contra la dictadura, cuya duración se extendió desde 1983 a 1986.

El 13 de Enero de 1983, el biministro Rolf Lüders anunció la intervención y


liquidación de ocho entidades financieras, cuyo acto oficializaba públicamente la
crisis económica que se arrastraba desde el año ‟8266. Ninguno de los actores
militares y civiles pudo avizorar la magnitud ni las consecuencias con que la crisis
económica se iba a instalar en el país. La situación de caos al que se veía sometido
durante los años venideros, propició coyunturalmente el inicio de la mayor articulación
opositora que tuvo la dictadura militar chilena. Es por eso también, que diversos
estudios han demostrado que durante los años ‟83 y ‟86 se instala lo que se conoció
como el “ciclo de protestas”, debido a la intensidad y dinamismo que alcanzaron los
distintos actores políticos y sociales que se manifestaron en contra del régimen
dictatorial, ya sea aglutinando al mundo partidario y a los que no participaban en él.
Pocos estudios, sin embargo, han profundizado en la identificación de las dinámicas
de participación social y partidista, y como se produjo este “pacto u alianza
estratégica” entre el mundo social y político logrando aunar criterios en torno a la
conformación de la oposición a la dictadura en su globalidad. 67 La crisis económica,
en consecuencia y la indolencia frente a la cesantía y miseria que tuvieron las
autoridades de la época con los sectores populares y medios, propició que un hecho
coyuntural tuviera consecuencias políticas inesperadas para el devenir del gobierno
autoritario. Precisamente, las Jornadas de Protesta Nacional, se articularon como es
espacio y escenario que tuvo el mundo social popular” para manifestar su

65
Salazar y Pinto. Óp. Cit. Pág. 115
66
Iglesias, Mónica. Rompiendo el cerco. El movimiento de pobladores durante la dictadura militar.
Santiago, Ediciones Radio Universidad de Chile, 2011. Pág. 220
67
La mayoría de los trabajos encontrados responden a investigaciones realizadas
contemporáneamente a las Jornadas de Protesta, como lo fueron los “Documentos de Trabajo” de
FLACSO, SUR profesionales, con Hechos Urbanos, ECO, Educación y Comunicación. Antonia Garcés,
en su tesis de grado de Licenciatura en Historia de la Universidad de Santiago, realiza un acabado
estudio respecto a identificar los actores sociales y políticos que participaron en la protesta en contra
del régimen. Garcés, Antonia. Los rostros de la protesta. Actores sociales y políticos de las Jornadas
de Protesta en contra de la dictadura militar. Tesis para obtener el grado de Licenciada en Historia,
Universidad de Santiago de Chile. Santiago, Chile, 2011.

45
descontento con la situación económica así como también abogar e interpelar por el
fin de la represión y de la dictadura.

Como mencionábamos anteriormente, los principales afectados por esta fuerte


contracción económica fueron los sectores populares y medios, cuya subsistencia (o
sobrevida) recaía parcialmente en los puestos de trabajo ya fueran de carácter
temporal o permanente que principalmente tuvieran los jefes de hogar. La alta tasa de
desempleo que trajo la crisis, impedía que la satisfacción de necesidades básicas
fuera cubierta en su totalidad, por lo que el gobierno implementó una serie de medidas
que – dentro de esta nueva teoría de la política pública- iban a ir en la dirección de
contrarrestar la situación de pobreza extrema en que se encontraba gran parte de la
población. Una de ellas, fue la creación por parte de la Oficina de Planificación
Nacional (ODEPLAN) del “Mapa de la Extrema Pobreza” 68, el cual cumplía dos
objetivos definitorios: el primero, identificar territorialmente donde se asentaba la
pobreza, y el segundo, identificar el tipo de trabajador o poblador que habitaba en el
país. Una vez identificados estos dos ámbitos, se estableció una serie de medidas
tendientes a “mejorar” la capacidad de sobrevivencia y específicamente, a dar empleo.
Entre estas medidas, se estableció un programa pro – empleo hacia los sectores
populares, conocido como “Programa de Empleo Mínimo”, en sus siglas, PEM69, cuyo
salario era el de “un tercio del sueldo mínimo”.70 Otro de los resultados de esta
“tipificación de la pobreza urbana”, fue la elaboración e implementación de los
“Programas de Erradicación de poblaciones pobres y en extrema pobreza” el año ‟79

68
“Mapa de la extrema pobreza” Oficina de Planificación Nacional” 1974. Realizado en base al Censo
de Población y Vivienda de 1970.
69
“Programa de Empleo Mínimo”, 1975. Creado por el Ministerio del Interior. La discusión respecto a
que si el PEM fue un programa de empleo es interesante relevando la posición ideológica y política que
existe respecto a las características generales que tuvo la dictadura militar chilena, particularmente en
el carácter definitorio e instrumental que tuvieron estos programas paliativos a la situación de pobreza
de la población. Por una parte, debido a la nueva construcción de Estado, existe una visión sociológica
que plantea que el PEM y el POJH, fueron programas de “explotación económica” hacia los sectores
más pobres del país. Asociada a esta visión, también se ha interpretado que estos programas pro –
empleo, fueron el “elemento fundacional del neoliberalismo chileno […] aparece más bien como un
mecanismo de la dominación social autoritaria donde la negación del derecho al trabajo y una
remuneración justa es impuesta por la amenaza del hambre y la represión” En Ruiz Tagle, Jaime [et
al.]. Los trabajadores del Programa de Empleo Mínimo, Programa de Economía del Trabajo Academia
de Humanismo Cristiano, 1984.
70
Óp. Cit. Pág. 5.

46
en donde la ciudad de Santiago cambiaría morfológica y socialmente hasta nuestros
días. ODEPLAN, además, en un informe recomendaba:

“la puesta en marchas de un „segundo plan de emergencia´, debido al


aminoramiento de los efectos del PEM sobre el incremento del desempleo
[…] el gobierno decide crear el Programa de Ocupación para Jefes de
Hogar (en sus siglas POJH). Ambos programas constituían una especie de
subempleo institucionalizado que involucraba ciertas dosis de
adoctrinamiento: a los trabajadores del POJH se les obligaba a escuchar
„charlas sobre las bondades del régimen´ y a aprenderse la Constitución de
1980”71

La aplicación de las políticas públicas asociadas a la caracterización urbana y al


establecimiento de nuevas áreas residenciales, que, una vez implementados los
nuevos Planes Reguladores comunales, pondría en práctica la idea de “liberalización
del suelo” cuya teoría se había esbozado en los primeros años del régimen militar.
Para ello, se debía configurar una nueva planificación urbana, que “liberara” en primera
instancia, los suelos de alta plusvalía comercial que habían sido tomados, “ocupados”
por los pobres de la ciudad y también, ampliar el radio urbano que iba a permitir
asentarlos en nuevas comunas, ubicadas en los márgenes de Santiago.

71
Iglesias. Óp. Cit. 219.

47
1.3 CARACTERIZACIÓN URBANA: LA CIUDAD DE SANTIAGO EN 1980.

La ciudad de Santiago en 1980 ya contaba con la caracterización de una


metrópolis urbana, debido al número de habitantes que poseía, además de una serie
de bienes y servicios que la dotaban como una de las grandes metrópolis a nivel
latinoamericano. Ese estatus, poco a poco se fue configurando en la década
mencionada por la apertura económica experimentada por el país, instalando a
Santiago como uno de los principales centros financieros del cono sur. Lo anterior, se
puede evidenciar en el gran interés que hubo en poder potenciar el eje nororiente
como una de las principales zonas en donde el poder económico y financiero se
asentaría, asociándose al “centro histórico” de la capital. Cabe mencionar, sin
embargo, que el “problema urbano” como lo han denominado algunos arquitectos,
cientistas sociales y teóricos que han estudiado el tema, recaía particularmente en la
inoperancia por parte del Estado que durante el siglo XX no implementó políticas
residenciales y de habitabilidad para la mayoría de la población. En ese sentido, cabe
recordar que las movilizaciones en torno a la carestía de la vivienda “digna” comienzan
ya en la década de 1920, en donde los gobiernos de turno no alcanzaron nunca a
completar y dar satisfacción plena al creciente aumento de población en la capital y en
el país. Distintas coyunturas políticas y económicas72 permitieron que a lo largo del
siglo XX se lograran articular movimientos en pro de conseguir mejoras en la
habitabilidad (movimiento de arrendatarios, primera mitad del siglo XX), o
directamente, demandar la vivienda como un espacio para poder vivir y asentarse en la
ciudad (tomas de terreno, segunda mitad del siglo XX).

Aún cuando el espacio temporal que abarca este estudio es medianamente


reciente, es importante poder dilucidar las siguientes interrogantes ¿Cómo era la
ciudad de Santiago en 1980? Si la morfología de la ciudad fue cambiada por esta
nueva institucionalidad, ¿Cuál fue el sentido pragmático que tuvo la „política pública‟ –
como praxis de este nuevo orden fundacional – para su aplicación? En primer lugar y
como ya describimos de forma general en el párrafo anterior, la Región Metropolitana

72
Espinoza, Óp. Cit.

48
comienza a experimentar una de las mayores mutaciones geográficas en relación con
la segregación espacial de sus habitantes. La política de vivienda, en consecuencia,
debía responder a los nuevos preceptos que el Estado neoliberal imprimía en su
organización. Y fue en ese sentido, que dentro del juego mercantil de la transacción de
oferta y demanda, en donde la ciudad como espacio social, también era visualizada
como un espacio económico.

Santiago, según datos del censo realizado en 1982 tenía una superficie total de
2.269.02 de Km², dentro de la cual, tenía una superficie urbana de 420 Km² (estos es,
superficie habitable) y poseía 3.937.277 de habitantes73. Es decir, que la superficie
habitable dentro de la ciudad era aproximadamente de un cuarto del total del suelo, el
cual no era ocupado en su totalidad por condicionantes de tipo geográfica, agrícola o
económica. Según consignan documentos pertenecientes al Ministerio de la Vivienda,
las comunas ubicadas en los márgenes de la ciudad, eran las que mayormente
experimentaban un explosivo crecimiento de la mano de la labor constructiva “del
mundo privado y público”74, entre las que se encontraban comunas denominadas
“emergentes”, tales como La Florida, Maipú y Peñalolén que ofrecían una variada
oferta inmobiliaria propiciada por la labor constructiva de privados, así como otras
comunas ubicadas en la periferia, (incluidas las recién creadas posterior al decreto de
1981) que si bien albergaban una porción de población urbana desde la década de
1970, habían comenzado a recibir habitantes de otras comunas de la capital, ya sea
como población migrante o fruto de las erradicaciones de poblaciones de otros
sectores “liberados de la capital” (por ejemplo, Conchalí, La Pintana, Puente Alto,
Renca y San Bernardo). Lo anterior, en consecuencia, nos permite realizar un nexo
entre lo que fue la aplicación de la política urbana, la cual podemos identificar desde
estos dos planos: el otorgamiento al mundo privado de la construcción de viviendas y
la alineación de las políticas de erradicación de poblaciones pobres en distintos
sectores de la capital, cuya finalidad era proporcionar las condiciones propicias para
que se cumpliera el primer fin.

73
Censo Nacional. Población y superficie del gran Santiago. Instituto Nacional de Estadísticas, División
de Geografía y Censos. Santiago, 1982. Pág. 3
74
Memoria del Ministerio de Vivienda y Urbanismo, 1986.

49
Crecimiento geourbano de la ciudad de Santiago desde la década de 1960 hasta 1985.
Las imágenes tienen un orden corelativo (1960 , 1970 , 1980 y 1985).
En Memoria del Ministerio de la Vivienda, 1986.

Hasta la década de 1980 se podían identificar 15 comunas dentro del radio


urbano, las cuales poseían una conexión casi directa con el centro de la ciudad, que
era la comuna de Santiago. Estas comunas eran: Las Condes, La Reina, Ñuñoa,
Providencia, Conchalí, Quilicura, Santiago, Renca, Quinta Normal, Pudahuel, San
Miguel, La Cisterna, La Granja, San Bernardo, Maipú y Puente Alto. En el año 1981,
sin embargo, se establecerá una nueva organización comunal, cuyo objetivo era según
el gobierno regional era “descentralizar las grandes áreas comunales, focalizar de
forma directa los recursos hacia sus habitantes, y en definitiva, acercar a la población a

50
sus autoridades para dar satisfacción a las peticiones de ella” 75. Esta nueva normativa
fue una de las consecuencias indirectas de la “Política Nacional de Desarrollo Urbano”
de 1979, la cual establecía explícitamente las directrices del actuar gobernante en la
materia:

“el suelo urbano no es un recurso escaso. Su aparente escasez es


consecuencia de la falta de concordancia entre las normas técnicas y
jurídicas – por las cuales se rige el proceso de desarrollo urbano y las
condiciones de oferta y demanda del mercado inmobiliario […] Queda
definido además, por su mayor rentabilidad. La tierra urbana es un
recurso que se transa de forma libre. Debe regirse por disposiciones
flexibles definidas por los requerimientos del mercado”76

Claramente, en la definición anterior queda establecido que lo que se busca es


instalar la idea de que una liberalización de los suelos permitirán la inversión privada y
que en consecuencia, se logrará un acceso “equitativo” a los servicios urbanos, entre
ellos, la vivienda, lo que “definirá la implantación espacial de las distintas actividades,
la intensidad del uso del suelo y la extensión de las ciudades. Esto no sólo permitirá
alcanzar espontáneamente el logro de los objetivos planteados sino que también un
desarrollo natural de las ciudades”77. Pero claramente, liberar los suelos y dejar al
mercado la regulación de la construcción urbana, no fue la única directriz que identificó
la Política Nacional urbana, sino que fueron los aspectos colaterales asociados a las
normas e instrumentos de planificación los que definieron en consecuencia la
morfología que adquirió (y sigue adquiriendo) la ciudad como espacio y constructo
social. Santiago, en síntesis, comienza a experimentar cambios sustantivos bajo los
cuales se modeló inequitativamente el mercado del suelo. Daher en este sentido,
plantea que la libre competencia del mercado no opera de forma equitativa debido a
“que dista mucho de una situación de competencia perfecta (por) el incumplimiento de
los supuestos de homogeneidad del bien, concurrencia, falta de transparencia y

75
Memoria Ministerio de Vivienda y Urbanismo, 1983.
76
“Política Nacional de Desarrollo urbano de 1979”. Documento MINVU, Santiago 1979.
77
Trivelli, Pablo. “Reflexiones en torno a la Política de Desarrollo Urbano”. En EURE, Vol. 8, N° 22.
Pág. 45.

51
movilidad espacial de los recursos, además de los problemas que presentan las
externalidades y la especulación de suelo urbano”78. Por lo tanto, las reformas urbanas
apuntaron desde 1980 en adelante, a instaurar la política del “despeje y liberación de
terrenos”, que alcanzaban mayor plusvalía, territorialmente ubicadas en el sector
centro –oriente. El sector inmobiliario, en consecuencia, tendría la labor de construir
viviendas siempre y cuando fueran demandadas por los habitantes de la ciudad. No
recaía en el, según esta declaración de intenciones, la preocupación constructora o
facilitadora de otorgar viviendas a los sectores más pobres de la ciudad. La Política
Nacional, en consecuencia, estaría enfocada en “aplicar un sistema de planificación
flexible con el mínimo de intervención estatal, apoyado solamente en normas técnicas
y procedimientos de tipo genérico”79 lo que encaja perfectamente con la visión de
ciudad de la época: el proceso de desarrollo urbano y de la ciudad se logra como
consecuencia del desarrollo económico80

78
Daher, Antonio. “Neoliberalismo Urbano en Chile”. Revista de Estudios Públicos, Centro de Estudios
Públicos. Santiago. Pág. 284
79
“Política Nacional…” Pág. 7
80
Óp. Cit. Pág. 15

52
1.4 REFORMAS URBANAS: PLAN DE DESARROLLO COMUNAL 1981.

Mediante el D.F.L. Nº 1 de 1981 de la CONARA, se crean en la Provincia de


Santiago 17 nuevas comunas algunas de las cuales se configuraron con el aporte de
varias comunas y otras de la simple subdivisión de comunas existentes a la fecha. De
las 17 nuevas comunas creadas en 1981 sólo 7 de ellas (San Ramón, La Pintana,
Peñalolén, Macul, Cerro Navia, Lo Prado y Estación Central), se habían constituido
cuando asume el gobierno de la Concertación. El criterio para esta priorización
obedecería a razones de tipo socio-económico, supuestamente en el momento de su
creación, caracterizadas por problemas sociales y financieros más agudos. Sin
embargo, este proceso de reformulación comunal, pretendía conformar “unidades
funcionales que facilitaran la gestión local a través de una mayor participación de la
comunidad” .No hay que olvidar, también que esta nueva política de reordenamiento
territorial comunal, se encuadraba en una regionalización que otorgaría a la región
metropolitana de facultades especiales para enfrentar procesos territoriales tan
inquietantes como la “excesiva migración rural-urbana que crea alrededor de las
metrópolis cinturones de poblaciones marginales, donde proliferan ciudadanos
frustrados, inadaptados, proclives a la delincuencia, a aceptar ideas foráneas o a la
subversión”81.Lo que permitió, en esencia, esta nueva reformulación, fue establecer
“micro espacios” territoriales sobre los cuales la población habitante podía acceder
expeditamente a la satisfacción de necesidades que tuviese, dejando bajo la
responsabilidad de cada nueva autoridad comunal, la gestión eficiente de los recursos
destinados para aquello.

81
Gámez Bastén, Vicente. “Nuevas tendencias en la configuración de (id) entidades locales para el
planeamiento de periferias metropolitanas en Santiago (1981-2008)”. Revista Electrónica DU&P.
Diseño Urbano y Paisaje Volumen V N°14. Centro de Estudios Arquitectónicos, Urbanísticos y del
Paisaje Universidad Central de Chile. Santiago, Chile. Agosto 2008.

53
Limites comunales de Santiago. El primero corresponde a la delimitación antes de 1981 y el
segundo a los nuevos límites con las comunas creadas por el D.F.L..de la CONARA.

Dentro de la estructuración de las reformas comunales y como nueva


configuración territorial, se estableció que la Región Metropolitana iba comprender un
Área Metropolitana de Santiago, conformada por 34 comunas, mas la Provincia de
Chacabuco, la Provincia Cordillera, la Provincia de Talagante, la Provincia de Melipilla
y la Provincia de Maipo82.

82
La antigua demarcación según su división comunal del Área Metropolitana comprendió comprende 15
comunas: Santiago, Las Condes, Providencia, La Reina, Ñuñoa, La Florida, San Miguel, La Granja, La
Cisterna, Maipú, Quinta Normal, Pudahuel, Renca, Quilicura y Conchalí.

54
CAPÍTULO 2

LA POLITICA DE VIVIENDA EN LA DICTADURA MILITAR: ¡QUEREMOS


PROPIETARIOS Y NO PROLETARIOS…!

2.1 TIPOS DE HABITANTES URBANOS Y SUS FORMAS DE HABITABILIDAD

Una vez instalado el gobierno de facto y como ya hemos señalado


anteriormente, se configuró una nueva institucionalidad que iba a normar el quehacer
político, económico y social. Esta “nueva cara” estaba inmersa en la concepción de la
“refundación social” que comenzaba con el golpe y que se extendería por casi dos
décadas. Las políticas públicas, en consecuencia, también fueron reorganizadas en
torno al nuevo paradigma que significaba el neoliberalismo en su concepción política.
Pero, ¿Cuáles eran las áreas que había que reconstruir, según las autoridades
políticas? ¿Cuáles serían los ejes que tendrían las políticas públicas, por ejemplo, en
la organización de la ciudad? y finalmente, ¿hacia quienes iban a ir dirigidas? La idea
de la “reconstrucción nacional” en consecuencia, iba a ser implementada
transversalmente en todas las áreas de organización social y los ciudadanos serían
los principales acreedores de aquellas.

Podemos entonces, identificar distintos tipos de habitantes urbanos en


Santiago, particularmente en la coyuntura de la década de 1980, los cuales estuvieron
delimitados necesariamente por las formas de habitabilidad de las décadas anteriores.
Haremos una revisión de quienes eran los habitantes de Santiago, caracterizándolos
por su condición socioeconómica, la cual ha estado establecida durante casi todo el
siglo XX, por el tipo de vivienda que habitó, así como también, por los lugares (zonas,
barrios) en donde lo hizo. La ciudad de Santiago tuvo la particularidad que durante el
siglo pasado, fuera una especie de “escenario social”, móvil, que fue adaptándose a
los vertiginosos movimientos de población que recibía. Son estos dos ámbitos los que
nos permiten configurar un tipo de “perfil del habitante urbano” cuyo posicionamiento
queda establecido también por las políticas de vivienda que impuso el régimen militar.

55
En primer lugar, se debe establecer que Santiago desde los albores del siglo
XX fue un centro urbano que atrajo a grandes oleadas migratorias, particularmente
desde la década de 1930 en adelante, cuya población preferentemente provenía del
Norte Grande, cuyo boom salitrero había comenzado a decrecer. Es en ese contexto
en donde el Estado implementa una serie de políticas sociales que estuvieron
dirigidas a dotar de habitación a los sectores más pobres que no podían conseguir
vivienda propia, así como a regular los precios de los arrendamientos, forma que sí
pudo aminorar, mas no solucionar, el déficit de vivienda.83 Durante las décadas
siguientes y producto del fracaso sistemático de la política de vivienda (por no
alcanzar a cubrir el déficit creciente de habitación), la ciudad comienza a ser testigo
de uno de los mayores movimientos sociales que pondría en evidencia la inoperancia
del Estado en esta materia: las tomas de terrenos. Fue así como a mediados de la
década de 1950 (1957 para ser exactos), se inaugura una nueva etapa en cuanto a
las “solución del problema habitacional”. La “toma de la Victoria” será un ejemplo para
miles de personas que no pudieron acceder a la vivienda ofertada tanto por el Estado,
el mercado y las Cajas de Empleados (por ejemplo) cuya participación mixta dejó
fuera a los que no alcanzaron un ingreso mínimo para su adquisición. Los pobladores,
en consecuencia, van a constituirse en el principal actor social dentro de la ciudad
entre los años ‟50 y el gobierno de la Unidad Popular, básicamente porque su rol de
actor activo frente al problema habitacional los llevó a la ocupación de sitios en todo
Santiago asentando con aquello, la reivindicación y solución de sus demandas84, lo
que culmina abruptamente con el golpe de Estado y la dictadura militar.

En segundo lugar, las políticas públicas aplicadas en la década de los ‟80


tuvieron una alta importancia a la hora de determinar los tipos de habitantes urbanos
que existió en la capital. La política de erradicaciones inter e intracomunales
erosionaron altamente el entramado social que existía en comunas de Santiago

83
Hay profusa bibliografía sobre el problema de la vivienda y la lucha reivindicativa de los pobladores.
Ver Garcés, Mario. Tomando su sitio. El Movimiento de pobladores de Santiago, 1957 y 1970.
Santiago, LOM Ediciones, 2002.; Iglesias, Op. Cit.; Hidalgo, Rodrigo. La Vivienda Social en Chile y la
construcción del espacio urbano. Santiago, Centro de Investigaciones Barros Arana, 2005.; Cofré,
Boris. El Movimiento de Pobladores del Gran Santiago, 1970 – 1973. Tesis para optar al grado de
Magister en Historia, Universidad de Santiago de Chile. Santiago, 2011.
84
Ver Garcés, Op. Cit.; Cofré, Op. Cit.

56
consideradas de “altos ingresos” en donde ellas además albergaban poblaciones y
campamentos populares, lo que empujó a un desdibujamiento urbano que direccionó
la marginalización de la pobreza. Este desgaste urbano ha producido en la actualidad
que Santiago sea una de las ciudades más desiguales de Latinoamérica,
precisamente por la falta de integración urbana entre sus habitantes85. Por lo tanto,
tenemos por una parte que el fenómeno de la migración campo-ciudad produjo un
explosivo crecimiento de la población urbana, pero cuyo crecimiento no es exclusivo
del desplazamiento desde fuera de la urbe, sino que también es producto del
crecimiento natural o vegetativo86; aún así, y como contraparte, la evidencia demostró
que las políticas sociales de vivienda no pudieron nunca satisfacer las necesidades de
los habitantes más pobres de la ciudad, lo que generó distintos tipos de hábitats
urbano-sociales, así como también condicionó su tipificación.

No hubo homogeneidad ni consonancia en la distribución de la población


pobre en la ciudad, lo que nos permite identificar a 4 tipos de habitantes y hábitat
urbanos, que están delimitados por la trayectoria histórica en que hicieron su
aparición: los pobladores y poblaciones asentadas (que podríamos denominar como
“históricas, a saber, La Victoria, La Legua, La Pincoya, etc.); pobladores de la
“Operación Sitio” (Frei Montalva – Allende); pobladores de campamentos (realizados
durante la Unidad Popular) y finalmente, los “allegados” que va a constituirse en una
nueva categoría social al analizar el fenómeno de la carestía de vivienda. El régimen,
que a pesar de poseer el monopolio de las armas y ser altamente represivo con los
sectores populares, necesitaba sin embargo, de una política pública que subsanara
las deficientes y paupérrimas condiciones de vida de la población. El “Mapa de la
Extrema Pobreza” realizado por el ODEPLAN y el Instituto de Economía de la
Universidad Católica en el año 1974, tal como lo precisamos anteriormente, ya había
establecido la tipificación de la pobreza en sí misma (y sus características
estructurales), así como también, la “territorialidad” de esta87, por lo que era urgente
poder las líneas de acción que tendría la política pública, que como ya sabemos, se

85
“Memoria…”, 1984
86
Ibíd.
87
Ver Capítulo I, Contexto Histórico.

57
manifestó desde su vertiente más liberal. Pero como han consignado algunos
estudiosos, esto no sólo se configuró desde la planificación de las políticas sociales
del régimen, (que dejaban la acción pública arrinconada y sin curso), sino que se
visualizó a largo plazo como una estrategia para arrebatarle a la izquierda tradicional
la base política que habían adquirido en las décadas precedentes 88, por lo que la
entrega de viviendas que hizo la dictadura militar configuró todo un aparato simbólico
que asentaba la adhesión al régimen neoliberal. En el año 1982, la Oficina de
Planificación Nacional realizó un segundo “Mapa de la extrema pobreza”89, cuyos
datos se tomaron de la aplicación del Censo nacional de población del mismo año, en
donde se identifican claramente los distintos tipos de habitantes según las
características de la vivienda en el Gran Santiago:

88
Ver Álvarez, Rolando. “Las casas de Pinochet: Políticas habitacionales y apoyo popular. 1979 a
1988”. En Valdivia, Verónica [et.al.] La alcaldización de la política. Los Municipios en la dictadura
pinochetista. Santiago, LOM Ediciones, 2011.
89
Se publicó el año 1986.

58
Distribución de la población según características de la vivienda 1970 y
1982
(Miles de personas)90
Tipo de vivienda Año Hacinados No hacinados Total

Sin Con Sin Con


descarga descarga descarga descarga
Casa y 1970 495,6 179,4 2.598,4 4.500,1 8.060,8
departamento
1982 379,8 193,6 3.100,8 6.210,8 9.899,1

Vivienda 1970 16,7 22,5 35,9 66,6 141,7


Conventillo
1982 7,4 13,7 28,6 73,7 123,4

Otra vivienda 1970 6,7 1,7 13,3 14,1 35,8


particular
1982 2,1 1,1 7,4 5,6 16,2

Mejora emergencia 1970 129,3 22,5 292,0 90,0 533,8

1982 133,3 36,0 504,6 187,7 861,6

Callampa 1970 18,4 1,7 26,7 3,3 50,1

1982 4,2 0,0 9,5 0,0 13,7

Rancho, ruca, choza 1970 119,3 5,8 154,4 11,7 291,2

1982 63,5 0,0 103,7 0,0 167,2

Vivienda móvil 1970 0,8 0,0 0,0 0,0 0,8


1982 2,1 0,0 2,1 0,0 4,2

Total 1970 786,8 233,6 3.408,0 4.658,8 9.114,2


1982 592,4 244,4 3.770,8 6.477,8 11.085,4

El cuadro anterior identifica los tipos de vivienda que existieron en el país en


base a la construcción de los Censos de población de 1970 y 1982, cuyos datos
fueron explicitados en la publicación de los “Mapas de la extrema pobreza”, realizados
en 1974 y 1986, respectivamente. A primera vista, este cuadro sintético nos permite
evidenciar los tipos de habitantes a nivel nacional, ya que la medición de la pobreza
realizada por el ODEPLAN no se centraba solamente en Santiago. De los casi 11

90
Molina, Sergio [et. al.] Mapa de la extrema pobreza. Oficina Nacional de Planificación Nacional.
Documento de Trabajo N°29. Instituto de Economía de la Universidad Católica.Santiago,1982

59
millones y fracción de habitantes que tenía el país, como ya hemos consignado
anteriormente, Santiago poseía casi 4 millones de habitantes, es decir, un 37% de la
población nacional, dentro de los cuales se estimaban 519 mil pobres rurales y
urbanos según estimaciones oficiales (Censo)91. Probablemente, la caracterización de
la pobreza que se realizó el año 1982 haya sido mucho menor que la realizada en
1974, ya que estos índices solo nos muestran la identificación respecto a criterios
estructurales como la vivienda, pero no analiza factores sociales y culturales que
pueden tipificar la pobreza de otra dimensión. Es decir, había medio millón de
“pobres”, pero su condición solo se basaba en la “posesión o no posesión de
vivienda”92 con sus diferentes tipos. Si bien no es el objetivo principal de esta
investigación indagar en esos factores sociales que determinan la caracterización
socio-económica de los habitantes del país (tales como nivel educacional, acceso a
salud, vestimenta, alimentación, etc.) es fundamental poder reconocer por lo tanto,
que la posesión de casa o habitación no determina su condición, sino que todos estos
factores están relacionados con los ingresos y/o salarios que permiten poder cubrir
esas necesidades, así como también con factores externos, como la ayuda,
subvención o subsidios estatales para que logren revertir esa situación de pobreza.
Como ya hemos documentado, en el Chile de los ‟80 se hizo muy difícil poder
satisfacer esas necesidades mínimas, y no sólo para el 35% de la población cesante
que consignan las cifras oficiales, sino que, tal como lo advirtieron estudios de esa
época, alrededor del 65% no podía o carecía de la satisfacción de alguna necesidad
básica93. La pretensión respondía a lograr parámetros de “objetivización de la
pobreza”94

Los tipos de habitantes urbanos diferían no solo por el lugar físico en el que
habitaban, sino que también por las condicionantes estructurales de las cuales
carecían, puesto que los lugares en donde habitaban contenían y configuraban un

91
Rojas, Alejandro. Extrema pobreza: Conceptos, cuantificación y caracterización. CEP. 1986. Pág. 22.
A nivel nacional, el Censo de 1982 estipulaba que habían 1.572.121 pobres.
92
“Censo…”, 1982
93
Hoy N° 292.
94
Valdés, Teresa. “Poblaciones y pobladores. Notas para una discusión conceptual”. En material de
discusión, FLACSO., N° 33 Santiago, Septiembre de 1983. Pág. 19.

60
aparato simbólico que los definía. En ese sentido, los “pobladores asentados” se
constituyeron tempranamente durante la década de 1950 en las “tomas de terreno”
cuya lucha reivindicativa se va a sobrellevar hasta la década de 1970. Los sitios que
habitaban, en consecuencia, eran terrenos baldíos, desocupados, de diversa
propiedad (estatal y/o privada) los cuales eran ocupados por un número importante de
familias organizadas carentes de vivienda y de soluciones por parte del Estado. Por lo
tanto, eran acciones concertadas previamente, en donde también primó la
asociatividad y conducción política, principalmente de los partidos de izquierda
comunista y socialista. La ocupación del terreno, por lo tanto pasa a constituirse como
una solución definitiva, es decir, asentamientos barriales que poco a poco fueron
consiguiendo mejoras en sus viviendas (luz, alcantarillados, pavimentación, etc.) Es el
caso de “La Legua”, “La Victoria”, cuyas luchas marcan uno de los hitos urbanos y
movimientales más importantes del siglo XX (las cuales perduran hasta la nuestros
días).

Otra forma de habitabilidad se configura también a mediados de siglo, la cual


es impulsada por los gobiernos de Frei Montalva y Allende 95, cuya finalidad era
entregarle un tipo de solución habitacional a las familias que así lo necesitasen: la
“Operación Sitio”, que en definitiva, era la entrega de un sitio unifamiliar, que se
transfería urbanizado o semi-urbanizado, con equipamiento comunitario, en donde las
familias tenían que coadyuvar en la construcción de su propia vivienda. El sitio era
entregado a un bajo precio, considerando las condiciones económicas de los
habitantes de este. Es en esta época, en donde nos encontramos con la subsistencia
de dos formas de habitar y poblar la ciudad, las cuales fueron las que establecieron
los diálogos o quiebres con la institucionalidad encargada y afrontada a dar
respuestas y soluciones a la falta de viviendas en la ciudad:

“Aunque originalmente fue estructurada para dar una alternativa


residencial para atender a los damnificados de los temporales ocurridos
en 1965 […] la Corvi abordó el proyecto considerando la posibilidad de

95
Hidalgo, Óp. Cit. 289.

61
plantear un tipo de solución intermedia que fuera capaz de proveer de
habitación a la población involucrada en esos eventos, así como también
servir de base para abordar otros programas destinados a grupos de
bajos ingresos”96

La configuración del entramado urbano iba a ser responsabilidad del Estado,


cuyo Ministerio de Vivienda creado en 1965, tuvo la atribución de la planificación de la
construcción de viviendas, así como por añadidura debió hacerse cargo de la
construcción de la ciudad como eje complejo en todo el país, por lo que el trabajo del
nuevo ministerio debía reconocer en el esfuerzo de las otras instituciones que
actuaron en el pasado y que tuvieron el mismo sentido y rol: la Corporación de la
Vivienda (Corvi); la Caja de Habitación Popular; etc., quienes en la coyuntura de la
primera mitad del siglo XX, fueron las encargadas de dar solución al problema de la
habitación que aquejaba a los sectores populares.

Es interesante analizar, por lo tanto, que dentro del coyuntura del gobierno
demócratacristiano y las crecientes teorías sociales que sirvieron para explicar la
realidad económica y social latinoamericana en el contexto de la década del ‟60
(“Teoría de la marginalidad” del belga Roger Vekemans; “Teoría de la dependencia”
de Cardoso y Faletto) la “Operación Sitio” queda imbricada necesariamente con las
reformas sociales implantadas en esa época. Es, por ende, consonante con las
transformaciones urbanas que produjo este tipo de iniciativa pública en la
configuración de la ciudad. La “Operación Sitio”, por lo tanto, fue el brazo constructor
de las miles de organizaciones comunitarias que fueron impulsadas por la “Promoción
Popular” de la DC. Se constituyó, en palabras de Hidalgo, como una de las
respuestas más masivas al déficit de vivienda de los estratos más pobres de la
sociedad y además, ayudó a institucionalizar un tipo de solución de carácter mínimo97.
La importancia de este tipo de ayuda no fue sólo para la coyuntura en donde fue
diseñada, (década de 1960 hasta 1973) sino que la estratificación y tipificación que

96
Hidalgo, Óp. Cit. 290
97
Hidalgo Óp. Cit. 297

62
se realizó para la asignación de terrenos o viviendas sirvió como eje articulador de la
futura revolución en la política urbana de vivienda llevada a cabo por la dictadura: las
erradicaciones de pobladores en el Gran Santiago, cuyos movimientos de población
se justificaron bajo distintos criterios técnicos y sociales, principalmente lo que las
autoridades de la época determinaron como “condiciones miserables de vida”, debido
a las escasas mejoras que los sectores más pobres pudieron realizar en sus
viviendas. Con el advenimiento de la dictadura, las poblaciones de las antiguas
“Operación Sitio” fueron las principales víctimas de la nueva “Política de desarrollo
urbano”.

Con la década de 1980 en marcha, los problemas de la vivienda no sólo


estuvieron concentrados en las dos categorías de habitantes anteriormente
señaladas, sino que una vez que la que crisis económica de 1983 impactó a los
sectores populares de la ciudad, hubo un grupo dentro de ellos que comenzó a llamar
la atención de la prensa (opositora fundamentalmente) y de sectores e instituciones
ligados a los más pobres de la sociedad chilena, como lo fue la Iglesia Católica. Este
grupo fue el de los “allegados”, cuya condición como poblador se caracterizó
principalmente por la falta de vivienda, en donde aquel vivía junto a su familia dentro
de otra vivienda (también habitada por otra familia), la cual podía estar dentro del
mismo hogar (una pieza o habitación, por ejemplo) o en una construcción precaria
dentro del terreno mismo. Los allegados constituyeron una forma de habitar en la
década de 1980, lo que no implica que antes de este período no existiesen, sino que
precisamente el arrastre de las desfavorables condiciones de habitabilidad de miles
de familias desde la década del „60, que se vieron agudizadas por la crisis de 1983,
propició su visibilización98. La condición de allegado además, tenía la característica de
que se adquiría dentro del contexto familiar, en donde por ejemplo el jefe de hogar
albergaba no sólo a su familia nuclear (esposa/o, hijos), sino que si uno de ellos tenía
familia, esta habitaba dentro del mismo espacio habitacional, o muchas veces,
pobladores vieron como un mecanismo de subsistencia el arrendamiento de una

98
Wilson, Sergio. El drama de las familias sin casa y los allegados. Santiago, Ediciones AVEC, 1984.
Pág. 28

63
caseta sanitaria dentro del terreno de su casa o si él también era arrendatario,
“subarrendaba” una habitación.99

99
Óp. Cit. Pág. 30.

64
2.2 PLAN DE DESARROLLO URBANO: LA POLITICA NACIONAL DE
DESARROLLO URBANO DE 1979.

La concepción del régimen acerca de la aplicación de las políticas públicas – y


su significación como tal – estuvo asociada a la liberalización económica que abarcó
todas las áreas de la sociedad. Como precepto ideológico, se debía prescindir de
todas las barreras que impidieran la libre circulación de bienes, cuya regulación iba a
estar supeditada al juego de la oferta y demanda. En este contexto, es en donde las
políticas públicas son direccionadas hacia la determinación de establecer garantías
asociadas al mercado y cada vez menos al Estado. Esto, por cierto, no significó que el
Estado desapareciera por completo, o como anhelaban los economistas liberales a
ultranza, que el “Estado sólo debía garantizar y salvaguardar las reglas del libre
mercado”100. Este matiz queda claramente diferenciado en las dos etapas del
régimen, las cuales gozan de características distintivas de cada coyuntura. Las
políticas públicas, en consecuencia, al igual que la concepción del Estado – y su rol –
sufrirían cambios, ya que es un error identificar que durante toda la dictadura militar
hubo una homogeneización de la política pública y de las políticas de vivienda
particularmente. Hay pocos estudios historiográficos que aborden esta dimensión
desde la política de vivienda, la cual consideramos altamente significativa para
analizar las dinámicas de cambio producidas en Santiago desde la década de 1980
particularmente. Dinámicas que no sólo responden a la lógica de la “politica publica o
social” propiamente tal, sino que también, las presiones que los mismos habitantes
hicieran en ese momento y que surgen una vez explicitadas las nuevas concepciones
y programas asociadas a la urbe.

Dentro del contexto urbano, la liberalización económica de la década de los ‟80


permitió en primera instancia, la “liberalización del mercado de los suelos” 101 cuya
matriz ideológica quedaba establecida en la reciente instauración de la nueva “Política
Nacional de Desarrollo Urbano”, inserta en el “Plan de Desarrollo Urbano”, ambos
formulados en 1979. Esta nueva política tendría por misión establecer las directrices y

100
El Mercurio, 14 de Abril de 1984.
101
Hidalgo. Óp. Cit. 366

65
fundamentos sobre los cuales se configuraría la nueva territorialidad urbana y la
planificación de la vivienda. Para establecer una clara diferencia entre la primera
formulación urbana dictada en 1975, en la cual se estableció una “política restrictiva
asociada al control de la expansión urbana como también evitar la ocupación de las
escasas tierras agrícolas disponibles”102, la nueva política de desarrollo estaría
estructurada bajo un precepto completamente opuesto al establecido en los primera
años de la dictadura: “el suelo no es un bien escaso”:

“para una operación adecuada del mercado del suelo es necesario


que siempre exista la alternativa de incorporar – en la forma más ágil y
natural posible – nuevos stocks de tierra para los usos de mayor demanda
[…] el suelo queda definido por su mayor rentabilidad, (ya que) la tierra
urbana es un recurso que se transa en forma libre con las limitaciones que
le impongan la zonificación, las normas técnicas y el interés público para
determinas funciones sociales”103

Este cambio fue vital para iniciar una nueva territorialidad en la ciudad, además
de asegurar para el sector privado las condiciones favorables para la inversión en
vivienda. Hay que aclarar, en consecuencia, que esta nueva política estuvo
directamente relacionada con el uso del suelo y no con la planificación urbana. El
suelo, por lo tanto, es visto como un bien rentable por lo que estaba disponible para
ser transable en el mercado, cuyos valores iban a estar asociados a la demanda que
hicieran los ofertantes por área o zonificación de la ciudad. Queda claro que en esta
nueva política no hubo una nueva forma de ver o planificar la ciudad, por lo que el
objetivo del “desarrollo urbano” quedará a la deriva de los criterios que fije el mercado,
por ende, la demanda, el cual va a ser el único factor relevante. Los objetivos
señalados por los “chicago boys” en la década de los setenta, hicieron su entrada
triunfal al momento de organizar la ciudad y a sus habitantes. Se instaura lo que
Sergio de Castro va a denominar como una “política correctiva” 104, prescindiendo de

102
Hidalgo, Óp. Cit. 367
103
“Política Nacional…” Pág. 3
104
De Castro, Óp. Cit. Pág. 21

66
la planificación centralizada del entramado urbano que hiciese el Estado focalizado en
el Ministerio de la Vivienda.

Uno de los objetivos de la planificación es precisamente que esta no existiese, o


en su defecto, que se redujese al mínimo de intervención estatal105. Bajo esta
premisa, la “Política de Desarrollo…” iba a resumirse en que el Estado no podía
operar sobre los postulados del bienestar social, precisamente porque dicho bienestar
se alcanzaría sobre los cimientos del mercado y de las necesidades que los sectores
productivos hiciesen del suelo, así como de la “diversificación de las actividades
económicas”. El Ministerio de Vivienda y Urbanismo tendría un rol nada más que
técnico, sobre el cual “fijaría las normas y asignará prioridades de inversión para la
ejecución de dichas obras”106. Respecto a la vivienda, esta nueva planificación estaría
direccionada al “fomento y apoyo a la creación de un mercado abierto de viviendas.
La responsabilidad de producción corresponderá al sector privado”107 en donde
obviamente, primarán criterios de valoración del suelo (plusvalía) y ubicación territorial
para su construcción. Los sectores que no pudiesen alcanzar dicho bien, tendrán la
atención preferente del Ministerio de la Vivienda, cuya atención sólo será para los
sectores más necesitados, “cuya capacidad de ahorro no les permite por si solos,
resolver el problema del financiamiento de su vivienda”108Es decir, el Estado adquiere
un rol subsidiario, cuya focalización se hará mediante criterios como el ingreso
económico familiar, así como por factores asociados a la medición de la pobreza o de
carestía propiamente tal.

La normativa, por ende, se constituía como una propensión por parte del Estado
a establecer rasgos definitorios en la construcción del entramado urbano, aún cuando
explícitamente determinara el “laisse faire”, ya que, tal como lo plantea Daher, “si bien
en el mercado se manifiestan las preferencias y elasticidades de localización como
demandas individuales e incluso agregadas, en la normativa hacen lo propio las
preferencias y elasticidades sociales, afectando ciertamente a las primeras. Así,

105
“Política…” Pág. 7
106
Óp. Cit. Pág. 8
107
Óp. Cit. Pág. 9
108
Ibíd.

67
también, en tanto en el mercado cada agente intenta maximizar su beneficio o
utilidad, la normativa supuestamente apunta al bien común, aun a costa de restringir
las opciones individuales”109

Dentro de los aspectos que mayormente llamó la atención tanto para


académicos como profesionales especialistas fue la definición conceptual que hizo
esta nueva normativa, planteando que uno de los objetivos que tendría el Estado era
el de “proteger el bien común”, el que fue entendido sobre un escenario de apertura
de mercados y de liberalización de las áreas económicas y productivas:

“(El Ministerio de Vivienda y Urbanismo) tendrá la labor de Estado de


determinar las políticas que orientan las relaciones del mercado urbano, con
el objeto de preservar el bien común y las condiciones más favorables del
medio ambiente dentro de las cuales se desarrollan las actividades
económicas y sociales de la población [ya que] promover y preservar el
desarrollo económico de las ciudades es un rol primordial e irrenunciable del
Estado”110

La protección hacia el desarrollo de las actividades económicas dentro del


espacio urbano era uno de los principales objetivos de la política de desarrollo, “cuya
determinación era la de crear las condiciones más convenientes para facilitar la
operación del mercado de la tierra urbana y establecer normas técnicas y
procedimientos de máxima flexibilidad y expedición para el desarrollo de los
proyectos de los particulares”111 Claramente, la participación social de los habitantes
de la ciudad quedan subyugadas a los aspectos anteriormente señalados, por no
decir, anulados completamente. El “bien común” en consecuencia no es producto de
una imbricación social de la urbe, sino que es establecido bajo la norma y estructura
instaurada desde la institucionalidad. Los problemas que acarreó esta noción, pueden
establecerse multidimensionalmente, pero mencionaremos algunos de ellas que
tuvieron un mayor impacto fruto de la nueva política urbana.

109
Daher, Óp. Cit. Pág. 286
110
“Política…” Pág. 6
111
Óp. Cit. Pág. 9

68
En primer lugar, en la noción de “bien común”, no queda explicitada cual va a ser
la labor del sector público en la determinación sobre el curso que tomó la “Política de
desarrollo urbano”, ya que sólo establece que “resguardará el medio ambiente en
tanto su desarrollo con las actividades económicas que se den dentro de la ciudad”112,
lo que no posibilita en esencia lo que se entiende por bien común, sino que en
palabras de Pablo Trivelli, “el resguardo del bien común trasciende y es diferente a la
suma de intereses individuales” (en este caso, el mundo privado por ejemplo). La
salvaguarda del bien común exige, por lo tanto, la presencia de una instancia pública
que lo defina y represente.113 En consecuencia, el bien común explicitado en las
políticas de vivienda, pudo visualizarse en la ciudad cuando el mercado explotó y
empujó los límites urbanos establecidos, ocupando nuevos espacios, muchos de
ellos de tipo rural, los cuales no adquirieron las condiciones propicias de habitabilidad.

En segundo lugar, fue muy difícil controlar el régimen de eficiencia que,


teóricamente tenía el mercado del suelo en el Gran Santiago, produciéndose como ya
hemos establecido, las grandes erradicaciones y movimientos de población que
habitaban en suelos de mayor plusvalía en conformidad con la política de vivienda
neoliberal:

“La incorporación de esta variable al análisis económico lleva a la aparición


de ineficiencias en la asignación de recursos (a través de la discriminación y
la competencia monopolista) y en materia distributiva, y a aspectos no
resueltos en la optimización de la asignación espacial de recursos […]
también se presentan un conjunto de fenómenos teóricos y prácticos que
llevan a que la libre competencia en el mercado de suelo dista mucho de
una situación de competencia perfecta. Estos obstáculos surgen del
incumplimiento de los supuestos de homogeneidad del bien, concurrencia,
falta de transparencia y movilidad espacial de los recursos, además de los

112
Ibíd.
113
Trivelli, Pablo. “Reflexiones en torno a la Política Nacional de desarrollo urbano”. En EURE,
N° 22, Santiago, Pág. 46.

69
problemas que presentan las externalidades y la especulación de suelo
urbano”114

En tercer lugar, y en conjunto con lo anterior, la especulación del suelo urbano


es un tópico relevante para definir los tipos de habitantes, las actividades económicas
y cualquier tipo de relación social y económica que involucre a los individuos dentro la
ciudad. Cuando en una ciudad, por ejemplo y ya que es nuestro objeto de estudio, el
Gran Santiago, presenta heterogeneidad del suelo115 esta se produce como
consecuencia del proceso competitivo por el uso de la tierra y constituye un
excedente que no tiene como contraparte ningún esfuerzo productivo. Y este tipo de
planificación realizada en 1979 en el país y en las grandes ciudades pretendía
precisamente eso: “la relación de equilibrio entre los usos de suelo urbano y rural
estará dada por una curva de precios de la tierra estructurada en base a la oferta y la
demanda según los usos requeridos por el mercad con rentabilidad equivalente”116.
Uno de los objetivos por tanto, fue la eliminación de todo tipo de restricción que
interfiriese en el crecimiento natural de las ciudades, cuyas pautas estarán
determinadas por el mercado.

Como hemos establecido, el significado de “bien común” estuvo caracterizado


por una alta carga ideológica propia de la adopción de un modelo económico
librecambista ortodoxo, cuya concepción de la ciudad y de las políticas públicas
asociadas a ella (vivienda, urbanismo, vialidad, transporte, etc.) quedaron subyugadas
a las variables del mercado. Los fundamentos de esta nueva disposición circundaron
y configuraron los cuatro ejes que, teóricamente, abordó la “Política de Desarrollo
Urbano”. A modo de síntesis y basado en lo que se señala en la anterior, señalamos
que la justificación fue:

1) El creciente nivel de urbanización alcanzado por el país.

114
Trivelli, Óp. Cit. Pág. 47.
115
Por “Zonificación y valor variable”. En Trivelli, Óp. Cit.
116
“Política...” Óp. Cit. Pág. 8

70
2) El proceso de desarrollo urbano logrado hasta la fecha y el que se espera a
futuro, como consecuencia del desarrollo económico y social.
3) La economía social de mercado117 como el modelo elegido para la asignación
de los recursos.
4) La consolidación del rol subsidiario del Estado.

La política en su objetivo general, consistirá en “reconocer las tendencias del


mercado como el principal indicador para determinar la cantidad de terreno que
requerirá el desarrollo de las actividades urbanas y la dirección de crecimiento
dominante”. La creación de nuevas comunas y por ende, de nuevos espacios
habitables dentro de la ciudad,

Problemas: alzas y especulación sobre el suelo urbano que desató el capital


financiero inmobiliario; problemas en la expansión de la ciudad; rol de dominio y
manejo que ha tenido la Cámara Chilena de la Construcción. Reformulación: El suelo
es un bien escaso, el uso del suelo no queda definido por su rentabilidad. El estado es
el responsable por el uso del suelo. Reconocimiento de la función reguladora del
Estado planificación histórica de 1979.118

117
Es interesante analizar la terminología utilizada en los documentos oficiales de la dictadura, sobre
todo en los escritos de tipo económico en donde se caracteriza al nuevo sistema económico neoliberal
como “economía social de mercado”. De Castro, Óp. Cit.
118
En “Política de Desarrollo Urbano”, 1985.; Morales, Eduardo y Rojas, Sergio. Relocalización socio
espacial de la pobreza. Dcomento de Trabajo FLACSO, N° 280, 1986. Pág. 20.

71
2.3 EL PRINCIPIO DE LA SUBSIDIARIEDAD: LA POLITICA DEL “SUBSIDIO
HABITACIONAL”

La refundación del Estado que se llevó a cabo por la dictadura militar durante la
década de los setenta, como ya hemos estipulado anteriormente, mutó y cambió
diversos aspectos de la vida social y política de país. Entre ellos, las políticas
públicas, cuya condicionante ya no estarían determinadas por la didáctica del
beneficio universal o lo que en su proyecto global se conoció como el “Estado de
Bienestar”. La política del “subsidio habitacional” está, por consiguiente, imbricada
proporcionalmente con la “Política Nacional de Desarrollo Urbano”, en tanto que, una
vez establecido “que el suelo no es un bien escaso”, y que, en consecuencia, será el
mercado quien determinará la plusvalía de este (por la eliminación del control en esta
materia por parte del Estado), clarifica y expone uno de sus principios, que serán
llevado a cabo por la política de vivienda: el Estado asume un rol subsidiario:

“en el ámbito del desarrollo urbano, las leyes del mercado operan
activamente sobre la demanda y oferta de viviendas, equipamiento de todo
tipo y servicios complementarios […] se trata entonces de crear las
condiciones óptimas para que opere un eficiente mercado de la tierra
urbana y por otra parte, definir los procedimientos y normas que contribuyan
a satisfacer las necesidades y aspiraciones de la población en materia de
vivienda, equipamiento y servicios urbanos. Con el propósito de contribuir a
la solución del problema habitacional, el Estado ha establecido el subsidio
habitacional a la demanda…”119

Además de lo anterior, el rol subsidiario es asumido por parte del Estado como
una forma de “dar atención por parte del Ministerio de Vivienda y Urbanismo a los
grupos de población más necesitados cuya capacidad de ahorro no les permite por sí

119
“Política…” Óp. Cit. Pág. 17. Cabe destacar, que el principio de subsidiariedad quedó establecido en
la Constitución Política de la República de Chile, promulgada y ratificada mediante un dudoso plebiscito
en 1980.

72
solos, resolver el problema del financiamiento de su vivienda”120. Se comienza a
aplicar desde 1978 y la intencionalidad de dicha normativa fue focalizar toda ayuda en
los segmentos y sectores de la población que no pudiesen financiar la vivienda por
sus propios medios, o que, tal como lo estipula dicha normativa, “su condición de
pobreza extrema no les permite poder adquirir” 121. Técnicamente, la política del
subsidio habitacional adquiría una dimensión concreta al establecer las directrices
sobre las cuales la población iba a hacer uso del beneficio. En ese sentido, este
precepto necesariamente se emparenta con el ideal de focalización de los beneficios
que entregaba el Estado, cuyo principal objetivo era destinar recursos públicos a un
determinado grupo de la población, en este caso, población pobre que era
considerada como tal por el Estado. Las condicionantes eran determinadas por los
organismos técnicos, tipificado según rangos como el ingreso, la posesión de bienes,
nivel educacional y una serie de aspectos que circunscribían a la población. La
política de focalización, vista desde los ojos del Estado, sirve como el instrumento
para la “optimización de recursos”122

Una vez estipulados los principios fundamentales de esta política, es


importante poder dilucidar como operó, las condicionantes, y a quienes finalmente
ayudó a conseguir vivienda. Es un aspecto no menor, explicitar que el sistema de
Subsidio Habitacional fue planteado como una medida de carácter transitorio que iba
a existir hasta que las viviendas y sus precios fueran alcanzables, es decir, que los
salarios pudieran costear su valor. Las condiciones fueron:

1) Fue redistributivo en el ingreso: a mayor valor de la vivienda, menor subsidio.


El ministerio no mide la renta de las personas, pero tasa las viviendas, lo cual
es planteado como algo fácil y objetivo. El precio de la vivienda finalmente
reflejaba la condición socioeconómica del interesado.
2) Es una donación de monto determinado y conocido, tanto por quien la recibe
como por la comunidad que la otorga.

120
Ibíd.
121
Ibíd.
122
Razcynsky, Óp. Cit.

73
3) Se otorga a la demanda y no a quien produce la vivienda. El beneficiario se
encuentra en la libertad de buscar en el mercado la vivienda que más se
acomodase a sus necesidades.
4) La postulación se plantea en forma simple y expedita, a la cual pueden postular
todas las familias que no tuvieran una vivienda en propiedad. La selección de
los beneficiarios es objetiva, impersonal y no discrecional, debido a que se
asignan puntajes, los que se relacionan con el ingreso, ahorro, tamaño del
grupo familiar.123

Los tipos de subsidios establecidos por el régimen se establecieron como


“subsidio de una vez a la demanda”, es decir, se beneficiaba directamente a la
población que postulara a aquel con un monto fijo. Estos se constituyeron desde 3
líneas para la adquisición de viviendas económicas:

1) La de Vivienda Social: se definen como tales las viviendas cuya tasación sea
de 400 Unidades de Fomento (UF)124. Se incluye la vivienda básica, que es la
primera etapa de la vivienda social. La superficie es de 26m2 y el terreno de
130m2.

Este tipo de programa fue utilizado para ofrecer una nueva alternativa a las
familias que eran erradicadas, por lo tanto, formaba parte del Programa de
Erradicaciones de Campamentos y Poblaciones marginales. Es el Estado el que
adquiere esas viviendas, otorgándoles un 75% del valor subsidiado, y el 25% restante
se otorga con un crédito a 12 años plazo con un 12% de interés anual.

2) La del “Subsidio habitacional”: Se implementó entre el año ‟78 y el ‟80.


Consistió en la entrega de un bono por el monto del subsidio, el que podía ser
utilizado para la compra de viviendas nuevas. El monto del subsidio iba

123
Hidalgo. Óp. Cit. Pág. 393
124
Las Unidades de Fomento fueron el parámetro establecido por el nuevo régimen para la compra de
inmuebles. Es una Unidad de cuenta reajustable de acuerdo a la inflación. Dicho reajuste, se produce
diariamente. Revista Cauce, N° 70, 1986.

74
decreciendo desde las 200 UF para viviendas inferiores a 400 UF, hasta 150
UF para viviendas avaluadas entre 580 y 850 UF. El resto de los recursos
debía provenir de los ahorros de la familia y de un crédito por parte del sistema
financiero.

Debido a la escasa llegada de este subsidio a los sectores más pobres y de


familias necesitadas, en 1981 se realizó un cambio al anterior con la finalidad de
aumentar la cobertura pero sin aumentar la cantidad de recursos destinados por el
Estado para este fin.

3) La del “Subsidio Variable”: Se determinó un avalúo máximo de 267 UF y los


subsidios se asignaron entre aquellos postulantes que solicitaron cantidades
más pequeñas. Para financiar el resto de la vivienda se utilizaría el ahorro de la
familia y un préstamo125

Las principales críticas que surgieron desde el mundo académico y especialista


frente a la cobertura del Subsidio, fue que el diseño de aquel no permitió que los
sectores pobres la ciudad pudiesen acceder de forma masiva al beneficio,
precisamente porque una de las condicionantes era poseer ahorro previo. Tal como lo
estipula Andrés Necochea, “el subsidio habitacional fue de carácter regresivo,
beneficiando directamente a los sectores de ingresos superiores”.126 Precisamente, al
tener una mayor capacidad de ahorro, los sectores medios fueron los que pudieron
acceder a la vivienda, básicamente porque la estructura de subsidio premiaba este
ítem con un sistema de puntajes, otorgándole mayor incidencia y valor a este último.
También consideraba factores como el número de integrantes del grupo familiar y
antigüedad en la inscripción para acceder a este beneficio.127 Además, el factor
mercado operaba en dos dimensiones que tendió a equilibrar la balanza hacia los
sectores medios en pro de la consecución de vivienda. En primer lugar, el

125
Arellano, José Pablo. “Políticas de vivienda 1975 - 1981: Financiamiento y subsidios”. En EURE,
Vol. X, N°28, Santiago, 1983. Pág. 10 - 16
126
Necochea, Andrés. “Subsidios habitacionales, reactivación económica y distribución del ingreso:
Santiago de Chile, 1983” En EURE, N° 36, 1983. Pág. 6
127
Ibíd.

75
establecimiento del principio de la liberalización del suelo, funcionó desde el mundo
privado, por el establecimiento de nuevas áreas y zonas de la ciudad que podían ser
pobladas, las cuales fueron establecidas por la normativa de ampliación de los límites
comunales, en 1981, y de los Planos Reguladores comunales y regional,
respectivamente. El bajo valor del suelo en comunas nuevas permitió habilitarlas
como zonas edificables, pero desconectadas y maginadas de la ciudad. Además, hay
que sumar a este factor, la presión inmobiliaria en zonas de Santiago altamente
valoradas por el mercado del suelo, en donde se estaba produciendo la expulsión y
erradicación de sus habitantes128. La valoración del suelo y de su plusvalía, fue un
factor que imposibilitó la “libre elección” de la vivienda, aún cuando los principios
neoliberales apuntaran hacia todo lo contrario. Parafraseando a Daher, “oferta y
demanda no necesariamente se correlacionan; los costos y beneficios no
necesariamente son asumidos por quienes los generan. Se trata, pues, de un
fenómeno macroeconómico en manos de un mercado imperfecto por definición”129

En segundo lugar, el sector inmobiliario privado se interesó escasamente en la


construcción de viviendas de bajo costo, debido al escaso margen de ganancias que
estas constituían. Esto, siguió alimentando el círculo vicioso en donde la “oferta” se
producía solo para los sectores altos y medios que podían financiarla. La política de
mercado, por consiguiente, estaba siendo indeficiente a la hora de ayudar a
solucionar el problema de la vivienda. Lo anterior, es comprobable con cifras
publicadas en la época130, en donde si bien el sector de la construcción había
experimentado un explosivo auge en el período de 1979 a 1981 (con el fin de reducir
las altas tasas de desempleo), una vez establecida la crisis económica de 1983, se
produjo un sobrestock de viviendas cercanas a las 10.000 sin posibles compradores.
El gobierno frente a esta situación, y debido a la coyuntura de la crisis económica de
1983, decide intervenir y transferir al sector privado el conjunto de viviendas que se
encontraban sin compradores. Se conseguiría bajar los dividendos resultantes de los

128
Importante es señalar, que aunque las mayores presiones inmobiliarias se produjeron en comunas
de la Zona oriente y Centro de Santiago, el proceso de erradicación y expulsión de sus habitantes
también tuvo una lógica intra - comunal. Ver en Capítulo 2, 2.4.
129
Daher, Óp. Cit. Pág. 287
130
Wilson, Óp. Cit. Pág. 41; El Mercurio, 30 de Agosto de 1983.

76
créditos hipotecarios otorgándolos subvencionadamente por el banco central al 8% de
interés anual y a 20 años plazo. Con esto, se logró parcialmente “destrabar” al
mercado, ofreciendo mejores condiciones de compra para sectores de la población.

Las críticas acaecidas sobre el tema, confluyeron en un año decisivo para la


economía chilena, como lo fue cuando se desató la crisis económica el año 1983. Es
por esto, que desde ese año, comenzó una reestructuración de todo el sistema
competente al subsidio habitacional, el cual iba a respetar los ejes anteriormente
señalados, pero añadiría a los pobladores que habitaban en terrenos en “toma”, los
cuales estaban constituidos con anterioridad a 1973. Estas cuatro formas de subsidios
fueron:

1) Saneamiento de terrenos y/o lotes con servicio


2) Programa de viviendas básicas para erradicación de campamentos
3) Programa de Subsidio habitacional directo
4) Crédito a 20 años plazo con 8% de interés anual
(Ver descripción en pie de página)131.
Aún a pesar de estas medidas que intentaron ser correctivas frente al déficit
habitacional y que además, instauraron nuevas modalidades de acción asociadas al
rol del mercado, el régimen militar y las políticas de vivienda no pudieron solucionar
satisfactoriamente el “problema de la vivienda”. El “fantasma de las tomas de terreno”
131
El Saneamiento de terrenos y/o lotes con servicios consistió mayormente, en que estos terrenos
fueron tomas realizadas con anterioridad al golpe militar. Estas tomas – denominadas posteriormente
campamentos en tránsito durante el período de la Unidad Popular - se agudizaron una vez concluido el
gobierno de Allende. Parte importante de estas tomas se produjeron sobre terrenos marginales
urbanos de bajo precio en el mercado de la tierra; otras se produjeron en áreas de alta valorización. El
programa de saneamiento fue diseñado para solucionar y regularizar la condición de los pobladores
que se encontraban en terrenos de bajo precio de mercado. El Programa de viviendas básicas sirvió
para el resto de poblaciones que se encontraban en terrenos de alto valor del suelo urbano,
particularmente en la zona oriente de Santiago. Estos campamentos fueron expulsados bajo la “Política
de erradicaciones y radicaciones de campamentos” a otros destinos en la periferia de la ciudad, junto a
otros grupos de bajos ingresos. El programa de subsidio habitacional directo constituyó
explícitamente en la entrega de un bono por una cifra determinada de dinero que les permita acudir a
una empresa inmobiliaria y “comprar” la casa. En los casos en que el ahorro previo no cubran el precio
total de la vivienda, éstos se complementan con un crédito del Banco del Estado. Este programa
aglutinó en un solo eje al “Subsidio Habitacional fijo y al variable”. El Crédito a 20 años plazo con 8%
de interés anual fue una ayuda del gobierno al sector privado para destrabar el sobre stock de
viviendas acumuladas al año 1982. Buscó subsidiar su venta al sector privado abarcando la diferencia
entre el interés de mercado, aparejándolo al 8%. En Necochea, Óp. Cit. Pág. 8 a 12.

77
volvió a instalarse en la ciudad de Santiago, pese a la feroz represión que se
configuró con la dictadura. Si las políticas de vivienda no consideraban la realidad de
los sectores pobres para conseguir vivienda, las prácticas reivindicativas como la
“toma” fue la herramienta que tuvieron al alcance los sectores populares privados de
la ayuda estatal. Además de esto, la política de vivienda estructuró las condiciones
propicias para que el mercado operara sobre el suelo urbano y por extensión, en la
configuración del entramado urbano. Desde 1979 hasta 1985, Santiago experimentará
transformaciones asociadas a los grandes movimientos de población, cuya política se
conocerá como “Programas de erradicación y radicación de campamentos”132

132
“Programa Nacional de Erradicación y Radicación de Campamentos” Ver en Molina, Irene. El
programa de erradicación de campamentos en la región metropolitana (1979 – 1984). Implicancias
socio-económicas y espaciales. Memoria para optar al título de Geógrafo. Pontificia Universidad
Católica de Chile, 1985.

78
2.4 ERRADICACIONES Y RADICACIONES DE CAMPAMENTOS: DE LA
OPERACIÓN “CONFRATERNIDAD II (1982- 1984) A LA “REINGENIERIA SOCIAL”
URBANA

78.820 familias fueron expulsadas de sus lugares de residencia. Es el


indicador aproximado que se estima una vez aplicado el “Programa de erradicaciones
y radicaciones de pobladores”133. Si se hace el cálculo aproximado del número de
personas que fueron trasladadas correspondería al aproximado de 409.864
habitantes134. Sin aventurarnos, podríamos plantear que esa cifra podría llegar al
medio millón de personas, si establecemos que este indicador solo considera desde
1979 a 1984, no estimando el año ‟85, donde también se realizó la política
erradicatoria.

Si se considera que el déficit habitacional bordeaba las 750.000 viviendas, la


política de erradicación sólo pudo subsanar el 10,5% de la escasez. Por lo tanto,
teóricamente, las otras medidas aplicadas por el gobierno militar iban a lograr
enmendar el trabajo asociado a dotar de viviendas a la población. Esto fue a nivel
nacional, de cuya cifra se puede establecer que aproximadamente en la Región
Metropolitana se erradicaron 40.000 familias, que afectaron a 208.000 habitantes,
aunque hay autores que plantean que sólo correspondió a la cifra de 26.291, lo que
correspondería a 110.713 personas.135

Sin embargo, no es objetivo de este capítulo dilucidar exactamente el número


de familias y habitantes que fueron expulsados de sus lugares de origen y radicados
en otras zonas por la elaboración y ejecución de una política pública, sino que los
números estimativos nos dan luces sobre las implicancias urbanas y sociales que
conllevó ejecutar esta política de vivienda. Hubo una determinación de expulsar y
segregar a los pobres de la ciudad, convirtiéndose en una de las acciones más

133
“Memoria…”, 1984
134
Este indicador es calculado en base al número de familias multiplicado por 5.2, que era el rango
demográfico estimativo que existía en la época del número de personas que constituían el grupo
familiar. Fuente: I.N.E., “Censo nacional de población”, 1982.
135
Molina, Óp. Cit. Pág. 71

79
exitosas en cuanto a reingeniería social urbana, cuyas consecuencias podemos
visualizar hasta el día de hoy en nuestra ciudad. Pero, ¿quiénes iban a ser
constitutivos de esta política pública en la ciudad de Santiago? ¿Cuáles fueron los
argumentos? y finalmente, ¿cuáles fueron sus pretensiones directas e indirectas?
Estas interrogantes, serán tratadas en el siguiente acápite, cuya ligazón con la
política de vivienda se configura desde su origen como política “correctiva” del
accionar del Estado.

Dentro de los principales objetivos, las erradicaciones de poblaciones fueron


pensadas como una forma de “eliminar en forma definitiva la marginalidad” 136. Pero,
¿Qué se entendía por marginalidad? Básicamente, todos los organismos ministeriales
que trabajaron bajo el mandato de esta política, tuvieron claridad que por
marginalidad se entendía “solo como tales a los habitantes de campamentos y
privilegia, como es posible deducir, únicamente la variable vivienda u obtención de un
título de propiedad individual sobre un sitio”137.

Desde el año 1982 se inicia una nueva etapa dentro de la política de


erradicaciones, cuyo objetivo era terminar con la planificación realizada en 1979 con
la que se denominó “Operación Confraternidad”. La nueva etapa iba a denominarse
de la misma forma, pero iba a ser su segunda parte: la “Operación Confraternidad II”.
Uno de los objetivos del gobierno dentro de todas sus políticas de vivienda, era lograr
“sanear las áreas residenciales, erradicar y radicar los asentamientos ilegales en
función de lo que determinaran los municipios como gobierno local, y focalizar la
acción a través de la administración del gobierno central, en este caso, el Ministerio
de Vivienda. El año ‟79, sin embargo, no fue el punto de inicio de este programa
inserto en las políticas sociales del régimen. Ya en 1974 con el “Programa de
Poblaciones de Emergencia” y 1975 con la creación de los “Comités Habitacionales
Comunales” se había intentado “corregir” lo que a ojos de las autoridades había
representado uno de los principales males sociales, los cuales estaban contenidos en

136
El Mercurio, 26 de Agosto de 1982.
137
“Memoria…”, Óp. Cit,

80
los campamentos “autorizados” por la Unidad Popular, contenidos en la Operación
Sitio, los cuales no contemplaban la urbanización de los sitios.138

“Erradicar la extrema pobreza” había sido el lema que direccionaba la política


de vivienda y que por consiguiente, estuvo delimitada por condiciones estructurales
que impidieron disponer de una política pública acorde a los requerimientos del
aumento poblacional de la época, además de delimitar a quienes irían ese tipo de
beneficios. La focalización de los programas sociales, suponía que bajo ese orden, se
estaba permitiendo ayudar a las familias con menores recursos, las cuales, como ya
hemos planteado, no fueron las beneficiarias en su totalidad de la labor constructiva
(directa e indirecta) de viviendas sociales, sino que fueron aquellos grupos familiares
que lograban establecer requisitos mínimos económicos y de caracterización social
para así optar a un subsidio del Estado.

Tanto los erradicados, como los que intentaron optar a una vivienda básica,
tuvieron que atenerse a la tipología habitacional aplicada por el gobierno que estaban
inmersas dentro de este plan. En ese sentido, la tipología que se describe a
continuación, corresponde a las “Viviendas Básicas”, cuyos destinatarios serían los
erradicados de otras comunas de Santiago:

“Recinto estar-comedor –cocina, equipado con una mesa de comedor,


dos bancas, un lavamúltiple, una mesa de cocina y un artefacto de
cocina; baño equipado con excusado, un lavatorio y una ducha; dos a
tres dormitorios; corresponde a la categoría de ser unifamiliar o en
bloques múltiples (tipología colectiva) […] Pueden ser Tipo A: Viviendas
de un piso emplazadas en terrenos de 100 m2, con una superficie
construida de 25 m2, hasta completar 35 m2; Tipo B: Viviendas de dos o
más pisos, sobre predios de 60 m2, con 30 m2; Tipo C: Viviendas en

138
Ver Hidalgo, Óp. Cit. Pág. 376; Rojas, Sergio. “Políticas de erradicación y radicación de
campamentos. 1982 – 1984. Discursos, logros y problemas” en Documento de Trabajo FLACSO N°
215. Agosto, 1984.

81
bloques de departamentos, con 35 m2 construidos” Ningún tipo de
solución, puede tener menos de 18m2 construidos.139

La descripción anterior, nos permite identificar que la política pública de vivienda


no tomó en consideración las peticiones que hacían los posibles beneficiarios, en este
caso, los pobladores y allegados que habitaban en los sitios anteriormente descritos.
Si bien esta articulación política pudo gozar de mejor salud en la segunda etapa de la
dictadura, logrando definir nuevamente campos de acción en torno a la protesta
popular, no logró posicionarse como un eje sobre el cual la institucionalidad lograra
tener en cuenta. Los pobladores, en consecuencia, no solo se oponían a la dictadura
por su carácter autoritario y represivo, sino que además, por las condiciones objetivas
de vida y las carencias que aquello acarreaba, sobre todo por las consecuencias de la
crisis económica del año 1982 (gozar de alcantarillado, alumbrado público, centros
asistenciales, locomoción pública, etc.)

Claramente, la respuesta a la realidad objetiva con su subsecuente planificación,


concretizada en el traslado masivo y en la edificación misma de la vivienda, no fue
adecuada a las peticiones previas a aquella disposición, ni tampoco durante el
proceso de llevarlas a cabo140:

“hasta la tarde del Jueves 5 de Abril, tenían una mediagua, sin agua
potable, sin alcantarillado, ni luz. No es lo mismo que tenían en Santiago,
Ñuñoa, La Reina o Las Condes: “claro que no era de este material, el puro
comedor que teníamos antes era el porte de esta casa. Y teníamos
dormitorios independientes para nosotros, los niños y las niñas […] Esta,
como otras mil 989 familias de campamentos resultaron „premiadas‟: se
les asignó una vivienda básica, por la que deberán cancelar entre 300 y
600 pesos mensuales. A otras mil sólo les tocó casetas sanitarias”141

139
Ley N° 18.138 y Bases de Licitación del SERVIU; Ver en Molina, Irene. Óp. Cit. Pág. 66
140
141
Hoy, N° 301, 1983.

82
Como decíamos anteriormente, desde 1982 a 1984 se produjo una explosión de
erradicaciones de campamentos, tal como lo muestra el siguiente gráfico. ¿Qué es lo
que explica esta alza en el número de expulsiones? En primer lugar, una vez dictado
el Decreto con fuerza de ley en 1981 y con la subsecuente creación de 17 nuevas
comunas en el Área Urbana de Santiago, se establecen nuevos espacios territoriales
hacia dónde dirigir a la población erradicada de otras zonas de Santiago, por lo tanto,
los movimientos de población se configuran como intercomunales, dejando de lado la
estrategia del período anterior („79 – ‟81) en donde los habitantes de campamentos
eran trasladados a zonas rurales, en donde estos espacios receptores tuvieron a
población originaria del lugar. Estos datos son confirmados por un Informe de la
Secretaría Regional de Planificación y Coordinación (SERPLAC) del Ministerio de la
Vivienda:

“Desde 1979 a 1981 se erradicaron a 1.684 familias (8.756 personas


aproximadamente) las cuales en un 85%, es decir, 1.424 familias
correspondieron a movimientos intracomunales. Las comunas a las que se hace
referencia fueron Colina, Buin, Paine, Peñaflor, María Pinto, Curacaví, San José
de Maipo y El Monte”142

En segundo lugar, creemos que una de las explicaciones frente a este aumento,
fue el desinterés en descentralizar y “descongestionar” a la Región Metropolitana,
básicamente por razones económicas. Los gastos de las erradicaciones corrían por
cuenta de los Municipios expulsores, y estos estaban circunscritos a tareas de
mudanza, instalación, etc. En ese sentido, éstos se vieron altamente limitados
operativamente a la hora de tomar decisiones de planificación, como lo fueron aún
más los municipios receptores, que se limitaban a recibir a los nuevos habitantes con
sus respectivos informes socioeconómicos, fabricados por las Municipalidades
expulsoras. Vemos en consecuencia, que las comunas creadas recientemente
sufrieron el efecto de cobijar en un alto porcentaje a población “en situación de

142
“Memoria… Óp. Cit. 1984. Informe de SERPLAC.

83
pobreza urbana o de exclusión en relación a empleo, vivienda, salud, educación y en
general a todas las variables que apuntan a calidad de vida”143

En total, según la documentación ministerial, hubo 17.853 erradicaciones


intercomunales, y 1.814 intracomunales entre 1982 y 1984, lo que da un total para el
período de 19.664, lo que comparativamente hablando con el período anterior
(6.627erradicaciones) representa un aumento de 300% aproximadamente.

Erradicaciones en la Región Metropolitana. Volúmenes por año. En “Informe de la


Secretaría Regional de Planificación y Coordinación (SERPLAC) del Ministerio de la Vivienda”

143
Morales y Rojas, Op. Cit. Pag.35; Molina, Óp. Cit, Pág. 76.

84
Plano:
“Erradicación de pobladores de
campamentos del área metropolitana por
comuna de origen y destino.1979 – 1985”
En Morales y Rojas. Óp. Cit. Pág. 57 – 58
Documento de Trabajo FLACSO,
N° 280, Santiago de Chile, 1986.

85
Durante la década de los ‟80 hubo un sinnúmero de estudios académicos que
estudiaron este fenómeno urbano. Sociólogos, urbanistas, geógrafos, arquitectos e
historiadores que recogieron desde la experiencia misma, las principales
consecuencias que trajo aparejado la política de vivienda144. Las conclusiones
generales establecen algunos rasgos definitorios en común y otros acordes a la
metodología y disciplina sobre la cual se abordó el problema. En general, la mayoría
de ellos llegan a conclusiones disciplinarias que se entrelazan. Primeramente, dentro
de las consecuencias urbanas, hay consenso en establecer que en las comunas
receptoras de habitantes, hubo problemas relacionados con la infraestructura (escasa
dotación de equipamiento urbano, electricidad, recolección de basura, dificultades de
acceso en cuanto a distancia y sobresaturación de servicios por crecimiento
poblacional145. Comunas como La Pintana, La Granja, Renca y Pudahuel son las más
afectadas precisamente por su ubicación territorial periférica (Ver Plano
Erradicaciones). Algunos sociólogos también plantean que uno de los resultados de la
expulsión de habitantes fue la “homogeneidad intracomunal” y la “polarización de la
ciudad”:

“con esta política se ha tendido a homogeneizar internamente los


espacios comunales, dando lugar a comunas ricas, descongestionadas de
bolsones de pobreza y estructurando comunas pobres. Este corte social ha
contribuido aún más a acentuar los rasgos heterogéneos de la ciudad
polarizando el espacio urbano […]”146 Con esta política, se acababa la
“población callampa”, pero no así la pobreza. Las comunas más „pudientes‟
financiaban ellas mismas el traslado de las poblaciones pobres hacia otras
comunas, lo que resultaba beneficioso tanto desde el punto de vista de la
„operación maquillaje‟ como del precio que estos terrenos adquirirían en el
liberalizado mercado del suelo urbano”147

144
Ver “Hechos Urbanos”; Documentos FLACSO.
145
Morales y Rojas. Op. Cit. 45
146
Óp. Cit. Pág. 50
147
Iglesias, Óp. Cit. 198.

86
Desde la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), surgieron
numerosos estudios sobre la realidad poblacional de la década de los ‟80. Estos
estudios, presentan la potencialidad que se realizaron en la misma década analizada y
con los mismos actores como locutores validos de su realidad (los pobladores).
Además de esto, estas investigaciones tienen la característica que analizan el impacto
que tuvo la política pública aplicada desde 1982 en adelante, específicamente con las
consecuencias de las erradicaciones y radicaciones de pobladores en el Gran
Santiago148. Metodológicamente, la mayoría de estos estudios se realizan desde una
perspectiva sociológica, tanto para la recolección de muestras empíricas, así como
también desde el análisis teórico de “lo poblacional”.

Una de las principales estrategias de la aplicación de la política pública fue la


cristalización y aplicación del principio de “homologación de áreas” 149 la cual estaría
condicionada por la “homogeneidad social de los espacios comunales”150. La
normativa de la época tenía por finalidad delinear nuevos marcos reguladores para el
orden espacial. La estrategia ya no sería la “densificación”, sino que esta cambiaba
por la “extensión urbana”, lo cual habilitaría que Santiago contara con un radio urbano
3 veces mayor al que poseía en la década de 1970 (64.000 hectáreas). El proceso de
erradicación, no solo conllevó un cuestionamiento “técnico” (sobre cómo se llevaría a
cabo este proceso), sino que fue también una problemática política, ya que se ponía
en juega la real autonomía que tenían los municipios para construir (que a pesar de
esto, seguían dependiendo de la centralidad ministerial). Habría que agregar, que los
pobladores y poder organizativo, no puedo impedir el avance programático de la
política pública.

La homogeneización comunal comenzó a determinar la caracterización socio -


económica de los habitantes de la ciudad, segregando aún más la áreas
residenciales de las nuevas comunas y poblaciones en los límites de la ciudad.

148
Ver Rojas, Óp. Cit.
149
Morales, Eduardo; Rojas, Sergio. “Relocalización socio-espacial de la pobreza. Política estatal y
presión popular. 1979 – 1985”. En Documento de Trabajo FLACSO N° 280, 1986. Pág. 2
150
Ibídem.

87
Fueron, en consecuencia, 52.322 unidades habitacionales ubicadas en la periferia,
casi 300.000 personas trasladas151

La característica que ha determinado todo lo anteriormente explicitado, condujo


a acentuar los niveles de desintegración social152. La participación de los sectores
poblacionales, y el quiebre de estos con sus espacios originales de inserción produjo
desarticulación y desvinculación de los lazos que históricamente todos reconocían en
un espacio territorial y que contienen sectores que tradicionalmente han estado más
estructurados.

Hernán Pozo, en ese sentido, aporta a lo anterior, un estudio acerca de la


“ciudad como espacio de segregación social”. El autor determina que la “ciudad
aparece como una tupida malla de exigencias, algunas de ellas jerarquizadas, según
los distintos tipos de espacios153 en tanto que ese poder proviene del hombre. Son los
fines humanos los que desvelan la materialidad que ella contiene como espacio” 154. El
poder político, en consecuencia, mantiene una vigilancia permanente sobre los
eventuales creadores de desorden, lo que, llevado al ordenamiento que adquiere la
ciudad de Santiago en la dictadura (producto del traslado masivo de personas a la
periferia), nos permite relacionarlo a la lógica de la política pública llevada a cabo por
la dictadura.

151
Cálculo realizado al multiplicar el número de habitaciones por 5.2, que era la proyección
demográfica por familia entre 1980 y 1987.
152
Ver Capitulo 4: La Organización política de los pobladores.
153
Pozo, Hernán. “La ciudad como espacio de segregación social”. Documento de Trabajo FLACSO N°
47, Santiago, Agosto de 1983. Pág. 3
154
Ibídem.

88
CAPÍTULO 3

LA OPOSICIÓN A LA POLITICA DE VIVIENDA DE LA DICTADURA

La política institucional que estuvo enfocada en dar soluciones sobre el


problema de vivienda no estuvo exenta de un sinnúmero de críticas que hicieron
distintos actores que operaban sobre ella, directa o indirectamente. Es por eso, que
hemos determinado que hubo al menos tres actores opositores (en distinto grado y en
distintos escenarios) que explicitaron las críticas hacia la elaboración y aplicación de
la política social de vivienda, cuyo eje, como ya hemos estipulado, fue la adopción del
neoliberalismo como eje estructural respecto al carácter del Estado y de las relaciones
económicas y sociales. Una de las principales riquezas interpretativas que posee la
crítica que se quiere relevar en este capítulo, es que existió una visión particular de
cada uno de los sectores de acuerdo a su grado de involucramiento y de la posición
teórica y práctica que asumieron con los sujetos que eran afectos a las normativas,
cuestión que, en su gran mayoría aplicó desde la práctica de las políticas de vivienda
en los sectores populares, ya que estuvo circunscrita a una interpretación sectorial,
gremial y política, que queda comprometida con erigirse como sectores opositores a
la dictadura.

El caso del Colegio de Arquitectos es significativo y particular, porque tal como


lo explicitaremos en el siguiente apartado, el gremio junto a sus publicaciones
oficiales, tuvo un rol ambiguo en tanto la diversidad que tenían los colegiados y los
grados de interés que se manifestaban en aquellos. Por un lado, los soportes daban a
conocer una posición crítica hacia las políticas de vivienda en tanto no cumplían la
normativa técnica y cuya planificación estratégica no comulgaba con los estándares
mínimos de hábitat residenciales, así como tampoco, las políticas de desarrollo
urbano iban a lograr dar respuesta real a los problemas de los más pobres en la
ciudad, quienes avizoraban los problemas de marginalidad y segregación espacial a
la que estaban siendo sometidos.

89
Por otra parte, la opinión de la Iglesia se releva por su cercanía con el “mundo
poblador” en el contexto de la dictadura, cuya aproximación no sólo responde a esa
coyuntura, sino que viene transitando desde varias décadas anteriores, pero cuyo
trabajo y posicionamiento se constituyó como un manifiesto de compromiso con los
más pobres. Cabe destacar además, que la territorialidad del mundo parroquial
permitió una llegada menos invasiva frente a la realidad poblacional, ya fuera en
poblaciones históricas, en la constitución de nuevas (debido a las erradicaciones) o en
el acompañamiento de la acción reivindicativa organizada en las tomas de terreno.

Lo anterior, queda circundado al trabajo realizado por números medios de


prensa de tipo independiente (es decir, que no se alineaban con la postura oficial)
cuyo trabajo de denuncia los situó inmediatamente en la vereda de la oposición. La
valiente opción de la prensa alternativa, tuvo como sustento ideológico dejar entrever
las brutalidades de los crímenes de la dictadura, las permanentes violaciones de los
Derechos Humanos y del sufrimiento que significó el régimen para la gran mayoría de
la población chilena. En ese sentido, relevamos que la prensa opositora visibilizó sin
tapujo la realidad poblacional y de las medidas aplicadas para satisfacer a los
sectores más pobres. El potencial de la prensa opositora, en síntesis, fue que pudo
manifestar la confluencia de distintos actores sociales que hicieron frente al régimen
de facto.

90
3.1 EL COLEGIO DE ARQUITECTOS

El gremio de los arquitectos ha sido muchas veces ignorado en tanto a su


posicionamiento como un agente con opinión sobre la configuración de las políticas
de vivienda, así como en los criterios técnicos sobre los cuales su formación
disciplinar les proporcionó. Consideramos, en consecuencia, que el posicionamiento
de esta agrupación gremial fue importante en la medida que, una vez instaladas las
políticas de vivienda de cariz neoliberal, se constituyeron como una voz crítica a
través de dos de sus publicaciones “El Boletín del Colegio de Arquitectos y la “Revista
del Colegio de Arquitectos”155. En todo caso, esta criticidad fue ambivalente cuando
algunos arquitectos colegiados fueron convocados por el Ministerio de la Vivienda
para elaborar y dirigir algunas de las acciones de la política social del régimen.

Fueron muchos los sectores que propiciaron la construcción de viviendas


durante todo el siglo XX, siendo el Estado, como ya se ha mencionado, el principal
promotor de políticas de orden público que atacaron directamente el problema hasta
1973. El traspaso de las soluciones al mundo privado, como política de liberalización
de la dictadura, correría en paralelo junto al esfuerzo y ahorro que hicieran los
individuos y las familias por alcanzar la vivienda.156 Los arquitectos, frente a la
ejecución de la Nueva Política de Desarrollo Urbano en una editorial de 1984
planteaban en una editorial:

“El “espacio” fue perdiendo valores de la tradición urbana, (ya que)


la economía política de los países industrializados o en vías de
industrialización (como el nuestro), van perdiendo todo su significado ético
originario, que es la distribución justa y racional de los recursos dentro de
una casa y de un territorio, para pasar a ser simplemente una herramienta
para la máxima eficacia, indiferente a los objetivos y parámetros de justicia
y lógica […] El dinero, que no es más que una convención entre los

155
El Boletín del Colegio de Arquitectos fue la primera publicación de tipo técnico que emitió la
Asociación de Arquitectos de Chile desde el año 1944 hasta 1961. Posteriormente, comienza la
circulación la Revista del Colegio de Arquitectos, el año 1968.
156
“Memoria…”, 1984, Pág. 7

91
hombres, pasa a tener el privilegio (para sus poseedores) de una
rentabilidad asegurada de antemano (la tasa de interés). Dentro de este
proceso económico y social, el término “vivienda social” ha venido a ser
sinónimo de vivienda barata y transable en el mejor mercado posible.
Henos así de lleno con la vivienda convertida en mercancía”157

Fue así como la publicación de la Revista, a pesar de nunca constituirse como


un medio declaradamente opositor a la dictadura, si tuvo una opinión en la que
preponderaban las críticas hacia las políticas de mercado asociadas a la vivienda
para los sectores populares. Algunos sin embargo, podrían plantear que este medio
fue de carácter “marginal” dentro de todas las publicaciones opositoras que circulaban
en la década de 1980, pero aún teniendo un público cerrado y elitista, si logró articular
su oposición a la aplicación de las ordenanzas ministeriales en materia habitacional.
La crítica sin embargo, fue sutil en su construcción, ya que no existió una oposición
tenaz y cerrada hacia las políticas de vivienda de la dictadura, sino que a lo que ellos
estimaban como “el poco criterio técnico que sucede entre un gobierno y otro”158.
Hubo, desde la perspectiva gremial “contradicción y un cambio radical entre un
programa habitacional y el que antecedió o precede inmediatamente. Hay programas
que no sólo han ido cambiando con los gobiernos, sino que han operado dentro de
una misma administración y a veces, paralelamente”.

Respecto a la vivienda popular o “vivienda social” para sectores pobres de la


ciudad, el gremio experto planteaba que debía existir necesariamente una
participación de los futuros habitantes de aquel lugar, ya fuera la solución de un sitio o
una vivienda básica. Claramente, dentro de las proyecciones de las autoridades
nunca estuvo aquel eje de acción, básicamente porque las ejecuciones de los planes
se configuraban unidireccionalmente, basado en los criterios de focalización de la
acción del Estado, procurando siempre los costos como la base del accionar público.
Los mismos arquitectos planteaban la imposibilidad de que esto ocurriese, debido a
dos razones: la primera, no hay interés por parte de las autoridades de conocer la
situación de pobreza (sólo está la pretensión de erradicarla), y en segundo lugar, la
157
Revista del Colegio de Arquitectos, Agosto 1984. Pág. 2
158
Revista..., Óp. Cit. Pág. 4

92
gestión de recursos en sus grados máximos de eficiencia, no permitía lo anterior.
Debido a esto, la Revista de Arquitectos cedió extensas páginas a profesionales que
participaban en proyectos de ayuda a la vivienda popular, aún cuando su alcance
fuera exiguo. La arquitecta Joan Mc Donald en un documento titulado “El Habitar
Progresivo”, planteaba que sobre la acción habitacional debe existir un cambio a la
hora de enfrentar la política pública, renovando la visión convencional por la de tipo
“progresivo”, la cual consistía en “devolver al cuerpo social” el poder para acceder
directamente a los recursos básicos para el alojamiento, en vez de buscar sólo la
forma de dotarlos de determinados bienes y servicios. 159

En base a esto último, la pretensión de los colegiados fue llamar la atención


sobre las condiciones en que vivía la mayoría de la población “marginal”. Hijos de las
poblaciones callampas, y de otro tipo de “solución habitacional”, veían como este tipo
de habitar menguaba poco a poco su bienestar, quitándoles la posibilidad de poder
acceder a una casa que estuviera dotada de todas las condiciones mínimas de
higiene y bienestar, el cual estaba caracterizado por el espacio en el cual los
individuos se desenvuelven, lo que propiciaba la idea de “abrir a las familias y
comunidades, espacios de libertad para asumir responsablemente un rol protagónico
en el manejo del hábitat e indirectamente, situar en niveles de gestión más próximos a
ellas muchas decisiones y acciones asumidas hasta ahora en el nivel central o
sectorial”160. La preocupación, en consecuencia, estaba ligada a dar una respuesta
que involucrara a los habitantes, además de lograr “descongestionar” el trabajo de
índole verticalista que era aplicado por la política pública.

La principal vitrina que tenía el gremio dentro de la publicación se circunscribía a


las editoriales que exponían muchas veces la postura frente a un tema en general,
como lo eran las políticas de vivienda, o muchas veces se estructuraban en base a un
tema lateral o secundario que también estaba inscrito en las políticas en general,
como por ejemplo, sobre el acceso de los sectores populares a la vivienda, los tipos
de financiamiento, la llegada del accionar sobre las personas, etc. Además de esto,
los boletines en su contenido permitían la vitrina de las posiciones de sus colegiados,
159
Revista…, Óp. Cit.
160
Ibid.

93
con trabajos expositivos relativos a lo que caracterizaban como “vivienda social”,
además de intervenciones directas que realizaban en algunas poblaciones de
Santiago161. Si bien es cierto que este trabajo era de tipo circunstancial y no
representaba a la totalidad de los colegiados (debido a su interés de especialidad) es
no menor que una publicación lo explicite y publique debido al efecto que se producía
en la propia academia.

La particularidad que tuvo la visibilidad del problema de la vivienda, es la


identificación que hizo el gremio sobre la instauración de una nueva
conceptualización: “la vivienda de interés social”, lo que se traducía como una
cualidad que adquiría el concepto de habitación para los más pobres. Los aportes
teóricos, en consecuencia, estaban dirigidos a rearticular la política planteada desde
la institucionalidad política, lo que no estuvo exento de polémicas, sobre todo en
cuanto a la relación con el Ministerio de Vivienda y las autoridades de aquel.

En ese sentido, en una editorial se planteaba que:

“el problema de la vivienda es uno de los más difíciles de resolver


porque es bastante más complejo de lo que se pudo pensar. En él se
conjuga multitud de factores que no permiten explicaciones simples,
deterministas o estáticas y que, comprometen la validez de las
comparaciones demasiado generales. La sola definición de lo que es
„vivienda social‟, trasciende un aspecto que es puramente cuantitativo. La
complejidad es mayor en la formulación, desarrollo y evolución de las
políticas en sí debido a la multiplicidad de niveles de decisión
involucrados, como su estrecha vinculación con otras políticas
sectoriales, así como por la diversidad de interventores”162

161
Importe es el trabajo realizado por la arquitecta Joan Macdonal en donde explicita las intervenciones
a 4 tipos de viviendas populares, en las cuales se realizó un trabajo colaborativo con las propias
necesidades de los pobladores y sus familias. Ver Revista…, N° 40 Agosto 1984.
162
Revista…, N° 41, Sep. 1985; Óp. Cit. Pág. 3

94
Había un reconocimiento hacia la “multiplicidad de valores” que operó a la hora
de concretizar la política pública, sobre todo cuando existieron muchas visiones que
vislumbraron una solución. Por ejemplo, cuando se produjeron las erradicaciones y se
radicó a muchos habitantes en las comunas de La Pintana y La Granja, la
planificación del MINVU planificó la construcción de edificios colectivos, a los cuales
también se les conoce como “blocks”. Esta idea, muy bien vista por las autoridades de
la época como una solución definitiva, además de que la tipología constructiva
permitía abaratar y reducir costos en la construcción de estos, fue reprochada por
algunos arquitectos y urbanistas por considerarlas como un “atentado a la estética de
la vivienda”, además de no ofrecer una real solución a los problemas de hacinamiento
que arrastran las familias erradicadas:

“La vivienda no sólo contempla la casa propiamente tal, sino que toda
la red de satisfacción de necesidades de sus habitantes. Escuela, salud,
áreas verdes, acceso a transporte, recreación, etc. No podemos, como
pretende el gobierno, limitarnos sólo a la labor constructiva sin tener en
cuenta la organicidad de un cuerpo como lo es la ciudad”163

El juicio anterior, recae principalmente en la configuración de la vivienda como


un bien individual o colectivo que participa en la ciudad, por lo que el establecimiento
de áreas de relegación de población a la periferia, sin ningún servicio, atentaría en
contra de la satisfacción residencial que los individuos deben alcanzar dentro del
espacio urbano.

“se entiende por articulación urbana al modo según el cual los


conjuntos residenciales participan en la organización estructural y funcional
de la ciudades, en cada caso, mediante el aporte y la consecución de
elementos, relaciones y atributos o condiciones urbanas”164

163
Revista…, N° 42, Octubre 1985.
164
Revista…, N° 41. Sep. 1985. Pág. 62

95
La construcción de lo anterior, según su planteamiento, estaba siendo dejado de
lado en el caso de la vivienda social, debido al escaso valor del suelo en donde se
construían, a la expulsión de sus habitantes de otras zonas de Santiago, y en último
caso, a la “ocupación del espacio” realizado por el mundo privado en zonas de mayor
plusvalía residencial. En una editorial, denominada “Si Don Juan fuera Ministro”, los
arquitectos planteaban que los sectores populares a la hora de implementar
soluciones que tendieran a mejorar su bienestar y que podrían ser rearticulados
dentro de la política urbana. Por ejemplo, para las familias era “prioritario el acceso
generalizado a servicios de saneamiento y energía, entendido como el uso del retrete
conectado al alcantarillado, agua potable y luz eléctrica, como una condición
„intransable‟ de salubridad y confort para una vida digna. En segundo lugar, y en
menor proporción, preocuparía la posibilidad de independencia y
privacidad…”165Existió, en efecto, una preocupación por relevar el sentir de los
beneficiarios de la política pública, cuya ligazón se produce tal como hemos
estipulado anteriormente, gracias a la labor de trabajo de índole social realizado por
un grupo de arquitectos, muchos de los cuales adquirieron compromisos con diversos
grupos de pobladores en el contexto de la dictadura, cuya ayuda se tradujo por
ejemplo, en la elaboración de talleres de ayuda a pobladores, en el “saneamiento” de
las viviendas así como también en la ejecución planificación urbana de las tomas de
terreno efectuadas en el año 1983 en la comuna de La Granja, conocidas
posteriormente como “Campamentos en tránsito”166 Juan Francisco Fresno y Raúl
Silva Henríquez.

Sin embargo, a pesar de desaprobar la ejecución de algunas de las medidas


aplicadas sobre el problema, fueron muchos profesionales que se vieron involucrados
en la elaboración, planificación y ejecución de los procedimientos instaurados por la
política de vivienda del régimen, que como cuerpo colegiado, era insistentemente
consultado sobre criterios técnicos que justificaran la aplicación de las diversas
normativas que se instauraron en la coyuntura. En muchos medios alternativos,

165
Revista…, N° 3, Nov. Pág. 10
166
“Campamentos en tránsito” fue la terminología que se utilizó en la época de la Unidad Popular
cuando se institucionalizó la toma de terrenos. Cofré, Op. Cit.

96
también dieron justificación de tipo técnico para que el mercado operara también
sobre la adquisición de vivienda. Es así como Carlos Albertch, Director Nacional del
Colegio de Arquitectos y ex asesor de Arquitectura del Ministerio de la Vivienda
estipulara que el déficit de habitación debía superarse estableciendo un “plan
estratégico de enlace”167 entre el gobierno autoritario y uno futuro de carácter
democrático. Debía estar estructurado en base a un Programa de Vivienda social que
atendiera a los sectores económicos de menores recursos, asignándoles 32.500 sitios
en 50 comunas del país, financiadas con el 2% constitucional (14 mil millones) y que
al segundo año el presupuesto vendría del 3% del PGB, triplicando el actual
presupuesto del Ministerio de Vivienda. Esta propuesta publicada en la revista
“Cauce”, también estructuraba que el sitio se entregaría con 36 m2 de superficie y con
un espacio “crecedor” colindante. El segundo punto de este programa entregado por
los colegiados al Ministerio de la Vivienda, fue la Refundación del Sistema de Ahorros
y Préstamos (SINAP), cuyo objetivo era la „reivindicación del derecho del crédito para
la familia, que poseedora de terrenos o ahorro previo, postule a la construcción o
adquisición de la vivienda propia. Deberían asignarse 10 millones de dólares anuales
para renovar el sistema de 12 asociaciones y crear el Fondo de Prestaciones. El
objetivo es la creación de 10.000 casas anuales. En tercer lugar, los arquitectos
manifestaron su preocupación por el entramado urbano, cuya planificación estaba
direccionada hacia la „Densificación y remodelación urbana”, cuyo objetivo era
considerar que el suelo sí era un bien escaso, por lo que había que direccionar los
“ojos del mercado” hacia zonas más antiguas de la ciudad (Santiago centro, Ñuñoa,
Providencia, por ejemplo) cuyas territorios estaban ocupados. Había que densificar
verticalmente en altura, por lo que “naturalmente” las ventajas comparativas de estas
zonas iban a convocar a la población. Claramente, no a los sectores populares, cuya
capacidad de ahorro y confianza en la prestación de créditos no los incluía ni
insertaba dentro del sistema mercantil.

167
Cauce, N° 44, 1986.

97
3.2 LA IGLESIA CATOLICA.

Dentro del reconocimiento de la diversa oposición que se manifestó en contra


de la dictadura, uno de los sectores que ha sido altamente reconocido y valorado por
los sectores populares en Chile especialmente, fue la labor que realizó la Iglesia
Católica, cuyo compromiso social estuvo direccionado a atender los requerimientos de
la población más pobre que era víctima de la cruda represión que en su mayoría
ejecutó el régimen en su contra. La defensa de los Derechos Humanos, como valor
moral intransable e inviolable fue la bandera de lucha que estructuró de forma pública
la alta jerarquía de la Iglesia encarnado en la autoridad del Cardenal Raúl Silva
Henríquez una vez establecido el régimen de facto en Septiembre de 1973. Esto
naturalmente no estuvo exento de altas tensiones entre el régimen y la Iglesia, entre
las cuales estuvieron inclusive impasses diplomáticos con el Vaticano168

El compromiso de la Iglesia, se dio particularmente en el contexto del cambio


que adquirió la labor pastoral posterior a la celebración del Concilio Vaticano II en
1962169, lo cual reestructuró enormemente los paradigmas y dogmas conservadores
que existían dentro de ellos, cuya amplificación del trabajo social y de compromiso
había tomado como bandera de lucha la “Teología de la liberación”. Había una
búsqueda de asociación y de integración hacia los sectores más pobres, los cuales
por constituirse como los más desposeídos dentro de un sistema capitalista, debían
poder llegar a un encuentro verdadero con la palabra de Cristo, cuyo análisis se
realizó ya no sólo de una perspectiva eminentemente religiosa, sino que también
desde un enfoque social y económico que diera explicación a los reales fenómenos
de la pobreza. En Chile este plano discursivo se alineó a la perfección durante la
década de los sesenta y los setenta debido principalmente al panorama político que
vivía el país en ese entonces. La discursividad inclusiva y reformista de la Democracia
Cristiana, las teorías explicativas de la realidad económica y social (que como ya
hemos planteado anteriormente, fueron las teorías de la marginalidad y la teoría de la

168
Cavallo, Óp. Cit. Pág.466.
169
Fue convocado en 1959, sus sesiones se iniciaron en 1962 y concluyó en 1967

98
dependencia) fueron un pilar fundamental a la hora de generar una coyuntura propicia
que incentivara los cambios sociales, los cuales estaban relacionados con la profunda
desigualdad social existente en el país. El “Plan de Promoción Popular”, cuyo objetivo
era la inclusión social a través la participación de entidades locales, como las juntas
de vecinos, las cuales tendrían un amplio poder local y barrial 170, se planteó desde la
Democracia Cristiana como una opción de desarrollo que permitiría además, poner
freno a los proyectos revolucionarios que se habían iniciado en América Latina
gracias a la Revolución Cubana en 1959. Esta, claramente, transitaba en la vereda
opuesta de los proyectos de reforma implantados en país con el gobierno
democratacristiano.

La labor de la Iglesia estuvo ligada a este escenario, pero es interesante


rescatar que no realizó un trabajo reformista desde la institucionalidad, sino que
estuvo caracterizado en su gran mayoría por la acción directa de la actividad
parroquial y barrial, cuya configuración se realizó gracias al trabajo de sacerdotes
insertos en los sectores populares pobres de la ciudad de Santiago.

Podemos identificar que ciertos simbolismos pueden tener un alto grado de


semejanza desde la perspectiva conservadora, en tanto que cualquier cambio
significa un “peligro” para el orden de intereses existentes, pero claramente la praxis
del discurso varía radicalmente en tanto que se configuran dos salidas frente a las
problemáticas sociales. Los jesuitas, quienes históricamente desarrollaron una amplia
acción misionera en terreno, fueron una de las congregaciones más críticas por las
deplorables condiciones de vida en que vivían los sectores populares. Su revista,
“Mensaje” era la publicación que visibilizaba una áspera crítica hacia las políticas
institucionales cuya cobertura dejaba de lado las necesidades de una mayoría. Es
interesante cuando el análisis del discurso de un determinado sector de la Iglesia es
expuesto en un soporte tan relevante como lo fue “Mensaje” considerando las
características represivas de la dictadura y de que las temáticas hayan tenido un alto

170
Garcés. Óp. Cit. Pág. 316

99
grado de compromiso con los pobres de la ciudad, relevando el carácter pastoral de
acción social:

“es inaceptable la postergación de los pobres, ya que esto sólo


significa profundizar los devastadores efectos que sobre las familias y los
individuos tiene el hecho de no contar siquiera con un lugar físico en la
sociedad a la que pertenecen […] ha existido una expulsión de los pobres
desde todo ámbito: territorial, social, cultural, educacional y político…”171

El problema habitacional se constituía como una parte de las necesidades que


tenían los pobres en Santiago, considerando que una de las formas de determinar la
pobreza material era básicamente la escasez o falta de vivienda, o las paupérrimas
condiciones en las que se encontraban. Las normativas vigentes desde 1979 habían
sustentado teóricamente las relegaciones y expulsiones masivas de habitantes de
campamentos, lo que posibilitó un reordenamiento del espacio urbano y por
consiguiente de la marginalidad, cuyas erradicaciones fueron muchas veces fuera de
Santiago, “prometiendo a los allegados una casa y trabajo; en la práctica, se ha
tratado de viviendas de 18m2 y de un puesto en el PEM o el POJH” 172. Por otra parte,
las tomas de terreno como acción reivindicativa eran vistas con temor por amplios
sectores de la Iglesia, porque esto podría desencadenar una agudización en la
represión, por lo que “hay temor que el desalojo de los pobres produzca un nuevo
baño de sangre”. En sí, se podría indicar que el posicionamiento de la Iglesia estaba
circunscrito a enjuiciar las políticas de vivienda, por un lado y de expresar temor por la
reacción represiva que podría configurarse en contra de los sectores populares.

La estrategia del “desgaste” fue ampliamente difundida en las comunidades de


base que aspiraban a lograr alguna solución a sus problemas con la vivienda, ya fuera
de campamentos, tomas, o de poblaciones históricas mas establecidas, que de todas
formas, absorbían mediante el allegamiento la falta de habitación. En un texto del

171
Mensaje, N° 352, Sep. 1986.
172
Mensaje, N° 325, Dic. 1983.

100
jesuita Jaime Ruiz Tagle, este argumentaba que “las autoridades esperan que los
ocupantes vayan abandonando las tomas y sus lugares de residencia a medida que
disminuye la ayuda solidaria, aumenta el cansancio y se desarrollan los conflictos
internos […] es posible que el cansancio, el hacinamiento e incluso las enfermedades
provoquen un retiro parcial de los ocupantes, pero ya empiezan a levantarse las
„mediaguas‟ de los que están decididos a quedarse definitivamente”, lo que llevaría a
su juicio al restablecimiento de los métodos tradicionales que las familias más pobres
acceden a la vivienda.

Es necesario aclarar, que aun cuando existiese este panorama de denuncia


eclesiástica, su trabajo estuvo siempre secundando y coadyuvando a los pobladores
sobre todo en la coyuntura de las tomas de terrenos que resultaron exitosas desde el
plano organizativo y territorial. Se construyó por parte de la Iglesia un fuerte trabajo
testimonial que plasmó en diversas publicaciones de índole cristiana y católica, entre
ellas la mencionada “Mensaje” y “Solidaridad”, quienes lograron comulgar con los
intereses de los pobladores, así como también de adquirir una posición de
desaprobación frente al nulo efecto de la política de vivienda en los sectores más
necesitados. Quedó en evidencia que particularmente en las acciones de las tomas
de a terreno, los sacerdotes ofrecieron no solo sustento espiritual, sino que compañía
activa en el trabajo poblacional - organizativo. El siguiente párrafo proporciona las
condiciones de precarización vividas por pobladores en toma:

“Todo lo que han vivido parece un sueño: la represión a la que


respondieron tozudamente con la retoma; luego la lluvia con la angustia de
la enfermedad; después se sucedieron las diferentes formas de
amedrentamiento, amenazas de desalojo, inscripción en las
municipalidades, fabulosas promesas de casa y trabajo en otros lugares
del país, infiltración, denigración, aprovechamiento de los diversos
problemas de convivencia y mil formas más de división”173

173
Mensaje, N° 326, Enero- Febrero 1984

101
La institución eclesiástica visualizó esta postura como un trayecto natural el cual
nunca debió abandonar, ya que era una obligación moral y espiritual seguir fielmente
la palabra de Cristo. Por lo tanto, no hacía eco a las críticas generadas dentro de la
misma Iglesia que hablaban de una “conversión” o de una “izquierdización” en el
sentido retorico y simbólico. El ser Iglesia de los pobres pertenece a la esencia de la
Iglesia, no se trataba en consecuencia de un accidente. “Esa es la Iglesia que fundó
Jesucristo. Cuando la Iglesia deja de ser la Iglesia de los pobres, deja de ser la Iglesia
de Cristo”174. Había un llamado que se configuraba en torno a los preceptos de unidad
y comunidad, en donde la Iglesia y el sacerdocio se ponían al servicio de los más
pobres, ya que conocen la situación concreta de oprimidos, marginados,
discriminados y explotados”175

El Arzobispado de Santiago, como parte del engranaje jerárquico, tuvo una


discursividad pública que sirvió para desmentir los comunicados de la prensa
conservadora que intentaban demonizar la labor sacerdotal, acusándolos de dirigir a
los pobladores a las tomas de terrenos de la capital, así como de “fomentar” y
promover la acción revolucionaria:

“1) Rechazamos categóricamente que „los pobladores eran dirigidos


por el párroco de la Iglesia San Cayetano, Ghislaine Peeters Ross, más
conocido en las poblaciones como “El Guido‟, según dice tal comunicado,
a la vez que reclamamos públicamente de una versión que no se
compadece con la verdad de los hechos
2) Cumpliendo con una sagrada misión pastoral, los sacerdotes se
hacen presentes en estas situaciones para asistir humanitariamente a sus
hermanos y feligreses, los más pobres y desvalidos, y contribuir a mitigar
el tratamiento de que son objeto en algunas ocasiones por parte de las
fuerzas de orden. El espíritu que los anima en todo momento es el de la

174
Castillo, Fernando.”Comunidades cristianas populares: La Iglesia que nace de los pobres”. En La
Iglesia de los pobres en América Latina. ECO en el horizonte latinoamericano (II). Colección 30 años,
ONG ECO, Educación y Comunicaciones. Pág., 36
175
Ibíd.

102
caridad fraterna, tran gráficamente enseñada por Jesús en la parábola del
Buen Samaritano”176

La construcción del relato que identificó a la Iglesia en sintonía con los pobres
de la ciudad, fue precisamente hacer praxis esa realidad visualizada en las
poblaciones, las cuales fueron duramente reprimidas en la coyuntura crítica de
protestas en contra del régimen. Los pobladores manifestaban que “la iglesia es el
único lugar que nos da alero” y acuden a las parroquias y capillas en los sectores
donde viven: “es el único lugar donde nos podemos reunir para organizarnos y ver
alguna forma de solución a nuestros problemas. El Alcalde no permite las ollas
comunes. Aquí los padres nos cooperaron para formar la olla común que salió del
comité de cesantes”177 Lo más relevante de la territorialidad que poseía la Iglesia en
los barrios y poblaciones fue que esta se configuró como un territorio “libre de
violencia” en el sentido que a pesar de que las fuerzas represivas allanaron en
muchas oportunidades parroquias y capillas, de todas formas la representación que
significaba este lugar permitió, según testimonios de pobladores, el establecimiento
de un lugar seguro frente a las amenazas de la represión.178Sin embargo, esta
territorialidad de la Iglesia permitió que muchos pobladores tuvieran encuentros con
grupos de profesionales (psicólogos, sociólogos, arquitectos, asistentes sociales, etc)
quienes a su vez acudían a estos lugares para poder canalizar la ayuda y la
cooperación dentro de la población.

La denuncias en el contexto de las jornadas de protestas fueron publicadas en


las Revistas pertenecientes al Arzobispado, así como también poco a poco, la opinión
pública comenzó a identificar a los sacerdotes o “curas” que persistentemente salieron
en defensa de los pobladores frente a las situaciones de allanamientos o dentro de la
excepcionalidad que significaron los Estados de sitio o de excepción – que en
dictadura no fueron tan excepcionales - a través de los medios de oposición desde
cuya trinchera se ubicaban las publicaciones de cariz cristiana. Pierre Dubois, uno de

176
“Declaración del Arzobispado de Santiago”, Santiago, 13 de Septiembre de 1983
177
Solidaridad, Julio 1983. Pág. 9
178
Ibíd.

103
los sacerdotes más reconocidos por su activo rol en la defensa de la población La
Victoria de la comuna de Pedro Aguirre Cerda, encarnó un discurso que fue
ampliamente apoyado por el resto de la curia eclesiástica, en donde existió la
pretensión de no responder con violencia a los mismos actos de violencia perpetrados
por las fuerzas militares y civiles:

“Durante esta última protesta (11 de Agosto) la gente estaba muy


tensa por la ocupación previa de Carabineros y militares […] El Domingo en
la prédica yo decía que no había que contestar con las mismas armas y un
caballero me interrumpió tres veces para decirme esto: „pero padre,
nosotros hemos sido atacados, no podemos esperar que nos peguen,
tenemos que defendernos‟. Se ha creado un ambiente de indignación,
tenemos que buscar otros medios de defensa, otras armas. Imaginemos
que en vez de pretender defenderse a piedrazos, todos los vecinos se
sentaran en la calle. Ellos responden que igual no los respetarían, así como
le tiraban bombas a los niños. Pero yo pienso en la fuerza de un número
considerable de pobladores que se enfrentara a los carabineros,
sencillamente estando ahí delante, con todo lo que significa eso de sacrificio
[sic] y de riesgo. Mucha gente en actitud pacífica, pero también
decidida…”179

La búsqueda de otros métodos de defensa fue algo imperecedero por parte de


los sacerdotes en las poblaciones de Santiago y también en el llamado que hacían
las autoridades eclesiásticas. El principal interés era no poner en riesgo a ninguna
persona, ni tampoco “provocar” a ninguna fuerza policial, por lo que la protección de
la población fue el acto primordial que realizaron con las distintas convocatorias a
paro o protesta nacional. Asumieron, tal como muchos lo percibieron una labor
“segurizante”, en el sentido de que la figura del sacerdote asumía un rol simbólico de
seguridad para los pobladores y también de “mediador” frente a los militares o

179
Solidaridad, Agosto 1983. Pág. 17.

104
policías que cercaban el territorio poblacional, aunque en muchas oportunidades, las
jerarquías represivas no reconocieron ni lo uno ni lo otro.

En una visita a la población La Victoria, el Monseñor de Santiago, Juan


Francisco Fresno, al ser consultado sobre la violencia vivida en los allanamientos y
jornadas de protesta, planteó:

“Tuve la oportunidad de escuchar a las familias. Ellos hacen un llamado a


todos para que comprendan que ellos son tan chilenos y ciudadanos como
todos los demás y exigen que se les respete. Que se den cuenta que ellos
son los que sufren las mayores consecuencias con toda esta violencia.
Piden a los Carabineros que los traten con el debido respeto y que crean en
ellos. Desean realmente vivir en paz y trabajar por un Chile más hermano y
cada día más grande, mejor en justicia y amor de verdaderos hermanos”180

Tenemos por una parte, a un sector de la Iglesia que se alineó junto a los
sectores populares y pobres que carecían de habitación y de vivienda, cuya
materialidad definía su condición de pobreza, ya sea desde un plano simbólico, así
como también en la concretización de las políticas de vivienda y de los planes
relacionados a ellas, cuya mirada del Estado se objetivizó en base a la tipificación de
la “pobreza”, de la cual hubo ciertamente una posición crítica por la puesta en marcha
de estas. Por otra parte, podemos identificar que esta institución no sólo manifestó y
publicitó su visión, sino que además puso en práctica el discurso doctrinario de
constituirse en una institución de y para los pobres. Su cercanía por lo tanto, permitió
la articulación de un discurso en donde estuvo inserta la realidad de los pobladores y
la ineficacia de las políticas de vivienda. No se debe visualizar que los “curas” – como
se les denomina coloquialmente a los sacerdotes- no sólo secundaron las
movilizaciones en las poblaciones, sino que además de lo anterior lograron tener una

180
Codo a codo, Septiembre 1983, Pág. 13

105
posición que quedó explicitada en las publicaciones que realizaban algunas
congregaciones o con documentación oficial de dicha institución.181

181
Wilson, Óp. Cit. Pág. 113.

106
3.3 OPOSICION AL REGIMEN: PERSPECTIVAS DE LA PRENSA OPOSITORA

Dentro de la proyectualidad histórica que estaba teniendo la izquierda en la


coyuntura de la dictadura militar, convivían diversos proyectos que habían sido intra-
institucionales y otros que continuaron en la senda de la extra institucionalidad, cuya
asociatividad recayó en la conformación de la Alianza Democrática (AC) para los
primeros, lugar en donde convivió la Democracia Cristiana y el Partido Radical, y
además en la conformación del Movimiento Democrático Popular (MDP) para los
segundos, en donde confluyó el Partido Comunista, el Partido Socialista y el
Movimiento de Izquierda Revolucionaria. Una vez establecida la crisis económica en
el país y organizadas las primeras jornadas de manifestaciones por el mundo político
y social, la prensa logró identificar esta realidad política, pero también dar voz a los
numerosos movimientos sociales articulados en torno a la oposición. La realidad de
las poblaciones fue un tópico especialmente tratado en tanto las jornadas de
protestas se acentuaban y los principales afectados de la represión política y social
eran pobladores, así como también lo fue la implantación de las políticas de vivienda
y urbanismo que poco a poco desdibujaron la ciudad del “siglo XX” 182.

Las publicaciones opositoras que fueron significativas en cuanto al nivel de


circulación alcanzado - aún cuando comparativamente con los otros grupos
editoriales fue de carácter marginal - fueron principalmente tres: HOY, CAUCE y
ANALISIS, las cuales indistintamente del perfil editorial y político sobre el cual se
definieron, todas lograron articularse como publicaciones de oposición a la dictadura
militar y afianzaron, unas más que otras, su ferviente compromiso con el retorno de la
democracia.

182
Conceptualización utilizada por urbanistas cuando hablaban de integración social dentro del radio
urbano, propio de los gobiernos y Estados con políticas de tipo desarrollistas y keynesianas. Hidalgo,
Óp. Cit.; Tironi, Manuel. Nueva pobreza urbana. Vivienda y capital social en Santiago de Chile, 1985-
2001. Santiago, RIL Editores, 2003.

107
Aquel tránsito, como todo medio de prensa que se precisa en contra de un
régimen de facto, sufrió los embates represivos cuya intención es salvaguardar el
orden vigente. Lo anterior se precisa por los innumerables allanamientos,
persecuciones a periodistas, prohibición de publicar y censura propiamente tal que
sufrieron estos medios y que a pesar de todo lo anterior lograron visibilizar los
problemas y dificultades cotidianas que aquejaban a los sectores populares, además
de la coyuntura política de la época.

Las características de este periodismo crítico tuvieron relación con la creación de


distintos organismos durante la dictadura que intentó una protección de los
perseguidos políticos. Fue así como la revista “Análisis” nace bajo el alero de la
Academia de Humanismo Cristiano, en donde su director, Juan Pablo Cárdenas tenía
la intencionalidad de “publicar un revista que se erigiera como disidente […] y lograra
romper el bloqueo informativo”183 publicación que de una u otra forma estuvo ligada a
la Iglesia Católica por el papel jugado en la conformación de dicha casa de estudios.
La revista CAUCE y HOY, cuya creación estuvo asociada al ex director y periodistas
de la Revista Ercilla, que con la dictadura pasó a manos de empresarios afines
ideológicamente con ella. Ideológicamente, en la década de los „80 se alineó con los
postulados doctrinarios de la Alianza Democrática.

Debido a lo anterior, es que las problemáticas asociadas a la puesta en práctica


de las políticas sociales del régimen neoliberal fueron reveladas por estos medios de
forma fluida debido a los intereses editoriales que poseían cada una de ellas. Dentro
del campo noticioso, podemos identificar que los pobladores fueron relevados en
tanto actores territoriales que disputaron un espacio de poder al régimen militar y que
frente a éste sólo podía articularse en el lugar físico que lo definía: la población, lugar
donde no tenían más armamento que los palos, la piedra y la barricada. Esta disputa
por el poder, claramente no se pudo haber instituido en otro espacio que no fuera su
propia territorialidad, debido a que como ya sabemos, en un régimen de estas

183
Citado en Iglesias, Óp. Cit. Pág. 179

108
características no existe otro tipo de intercambio que la violencia por parte de los que
poseen la hegemonía de las armas. Una editorial de “Análisis” así lo expresaba:

“la vivienda y sus problemas, se define como parte del conflicto social, los
cuales están circunscritos a tres periodos diferentes: „la paz social‟
caracterizado por un dominio claro de los grupos dominantes sobre las
clases explotadas y en las que se refleja su control político; el „periodo de
conflicto potencial‟, cuya característica es que este periodo responde a
nuevas condiciones políticas creadas por el proceso de sensibilización
dirigido que se genera alrededor de la reivindicación de vivienda; y por
último, el „período de conflicto abierto‟, en donde el problema habitacional
adquiere una dimensión política que se corresponde con la situación que
vive el régimen: una crisis de dominación que expresa la incapacidad de
los grupos dominantes para dar solución política a la coyuntura”184

Dentro de las novedades de esta definición, está inmersa la idea del problema de
la habitación, sobre todo en el contexto político dictatorial fue una herramienta
utilizada para poder mantener el control político de los sectores populares, en el
sentido de que los grupos dominantes, en este caso el Estado con la consiguiente
aplicación de políticas públicas, intentaron sistemáticamente mantener el conflicto
dentro de los marcos establecidos, aumentando la participación de los sectores
populares en las soluciones que los afectan, logrando tensionar el accionar político o
reivindicativo de los pobladores. Los estadios de evolución del esquema presentado
en la cita anterior, claramente están supeditados a los grados de represión que pueda
un gobierno aplicar, por lo tanto la coyuntura va a constituirse como uno de los
factores que proporcionará los distintos tipos de conflictividad, así como también, que
el denominado “control político” dependerá de la aplicación de las políticas
públicas.185

184
Revista Análisis, N° 125.
185
Óp. Cit.

109
No era extraño encontrar este tipo de análisis en las publicaciones de oposición,
sobre todo por la participación en ellos de diversos intelectuales y profesionales que
desde su especialidad se definieron en contra de la dictadura. Tal como ocurrió con
otras publicaciones, las revistas y los diarios de oposición alcanzaron una gran
notoriedad por los tipos de denuncias realizadas, pero también por los distintos tipos
de análisis crítico que establecían en sus páginas. Tal como planteábamos con
anterioridad, la realidad poblacional se había constituido como uno de los temas de
sociales que concitó el interés de la prensa debido a que la protesta social se vio
gravemente agudizada en lo que se tipificó como los “cordones marginales”, cuya
territorialidad determinó que los pobladores se sumaran primeramente en contra de
las medidas de tratamiento de la crisis económica, lo que derivó posteriormente en
manifestaciones en contra de la dictadura y la represión, sufrida altamente por los
sectores populares.

Hubo al menos 80 intentos de toma de terrenos en el período de la dictadura 186,


de las cuales dos se van a configurar como las más exitosas en cuanto lograron
doblegar los aparatos represivos y de hostigamiento, lo que publicitó aún más los
altos grados organizativos de allegados sin casa – ignorados por la política de
viviendas básicas y de subsidios – y de pobladores de otros lugares, particularmente
de la zona sur de Santiago, quienes demostraron un alto grado de cohesión
organizativa que los llevó a resistir y a lograr asentarse en los terrenos ubicados en
La Granja, cuya participación se estima en aproximadamente 20.000 habitantes.
Otros intentos fueron acallados rápidamente por las policías y Fuerzas Armadas:

“Pobladores sin casa:


Intento de toma de terrenos en Renca fue violentamente frustrada por la
acción represiva de Carabineros y un enjambre de civiles […] La toma de
Renca fracasó, pero los pobladores sin casa señalaron que no cejarían en
su intento de conseguir una vivienda digna. Y que, harían las tomas que
fueran necesarias […] las familias habrían arribado debido a su problema

186
“Hechos Urbanos”, N° 26, Octubre 1983.

110
de falta de casa y tenían la intención de pagar a la dueña del sitio mil
pesos, lo que les habrían permitido instalar sus casas. Sin embargo, el
violento desalojo fue la respuesta del gobierno ante el intento de
organizarse para formar una Cooperativa destinada a adquirir el
terreno.”187

Claramente, la intencionalidad del gobierno fue la respuesta represiva frente a las


tomas de terrenos, principalmente por dos factores. El primero, implícitamente define
que la dictadura no aceptaría ningún tipo de organización popular que estuviera
relacionada con acciones que según sus parámetros “estuvieran fuera de la legalidad
y no respetara un principio constitucional fundamental: la propiedad privada”188. El
segundo, está emparentado con lo anterior, pero tiene que ver con acallar y cortar
cualquier intento de transferencia de acciones realizadas y muchas veces permitidas
por el gobierno de la Unidad Popular. Pero dentro de ese sistema de transferencias,
también estaba incluido el aspecto político que relevaron las publicaciones, en tanto
que los pobladores no sólo se constituían en torno a una demanda, sino que también
como un agente político que como tal, reivindicó cambios al nivel de la
institucionalidad vigente: “Nosotros ya lo hemos dicho bien claro: el poblador no tiene
nada más que perder que la vida, y esa es la que nos estamos jugando en defensa
de la democracia”.189

El domingo 13 de febrero de 1983, otra toma de terrenos en San Miguel siguió la


misma lógica anterior. Pobladores organizados de los Comités sin casa de las
poblaciones Aníbal Pinto y La Legua, ocuparon una cancha de futbol para hacer notar
la situación que los aquejaba: “Hicimos la toma para denunciar nuestra situación,
para que la Municipalidad hiciera uso de la ley N° 18.138 que la autoriza a expropiar
terrenos donde hay campamentos y nos diera un sitio. Con nuestra ingenuidad de
pobladores, pensamos que iba a venir el alcalde, pero en su lugar llegaron los
Carabineros arrasando con todo. Hicieron un paquete con todos los enseres que

187
Análisis, N° 80, 1983
188
Análisis, N° 82, 1983
189
Análisis, N° 90, 1983

111
llevábamos. Lo juntaron todos y le prendieron fuego, dígame ¿Dónde estaba la ley
que buscábamos, donde queda la ley que dice el diario? 190 Las tomas de terreno no
solo eran constitutivas de un delito a ojos de las autoridades, sino que además
reproducían “males sociales como la delincuencia y el alcoholismo”191cuestión
claramente tipificada por la situación de pobreza que aquejaba a la población que
reivindicaba los derechos sociales, en este caso la vivienda, de la que habían sido
despojados.

Portadas de Revista Análisis N° 60, 1983 y N° 108, 1985.

La represión no fue solo constitutiva de los sectores movilizados en torno a la


toma de terrenos, sino que inclusive fue mucho más aguda en las poblaciones
populares históricas que se movilizaban por demandas respecto a las condiciones de
vida (cesantía, falta de servicios básicos, etc.) cuyo encauce político fue coronado
con la petición del fin de la dictadura. Esa demanda política fue la que más cobertura
noticiosa alcanzó, sobre todo en las jornadas de protesta convocadas por las
organizaciones sociales y políticas. Fue así, por ejemplo, el gran impacto que generó

190
Hoy, N°292, 20 de Febrero al 20 de Marzo, 1983.
191
Hoy, Ibíd.

112
la muerte del sacerdote francés André Jarlan en la población La Victoria, quien
recibió un impacto de bala en la cabeza en una de las tantas jornadas de protesta,
cuyo cuerpo fue encontrado por su amigo y párroco de La Victoria, Pierre Dubois. La
noticia impactó por el hecho en sí mismo, porque cada muerte en una población
emblemática significaba infundir el miedo y el terror entre sus habitantes, pero
además se sumó el componente de que el trabajo de los sacerdotes en las
poblaciones había sido protector y mediador, lo que Mónica Iglesias tipifica como una
acción pastoral “paragua”, en tanto resguardaba a los habitantes de aquella: “mataron
a nuestro cura […] cada vez nos sentimos más dejados de lado, más
desprotegidos”192 era uno de los tantos clamores que se escuchó en los sentidos
homenajes realizados en La Victoria. Dubois, decía: “esas mismas balas de 9 mm
que mataron a André, que el señor Jarpa niega, son las que matan a pobladores en
las poblaciones pobres de este país”193. La prensa opositora, tal como lo consignan
diversos autores, se constituyó como el soporte y tribuna de movimientos sociales de
oposición, entre ellos pobladores, que tuvieron como plataforma informativa a este
tipo de publicaciones. En ese sentido, muchos periodistas que trabajaron en estos
medios, y que se definieron ideológicamente en contra del gobierno, lograron
inmiscuirse en las poblaciones para dar cuenta de la realidad represiva y de carestía
que vivían los sectores populares y ocuparon ese espacio informativo para expresar
el sentir poblacional:

“48 horas en las poblaciones: El peligro de la eclosión social

El equipo de Cauce presenció, iluminados por solo el fantasmagórico


resplandor de las fogatas, parapetados detrás de un vehículo, que cerca
de las 22 horas ingresó por calle Jorge Canning, un fuerte contingente
policial en tenida de combate. En vertiginosa secuencia se suceden gritos
y carreras, mientras se escucha un nutrido tiroteo y cruzan por el aire las
ululantes estelas de las balas trazadoras. En apenas instantes, el lugar

192
Análisis, N° 30, 1984
193
Cauce N° 45, 1984

113
quedó absolutamente desierto, salvo naturalmente la fuerza de la
ocupación. Los muchachos no volverían a la plaza, pues comprendieron
que esta vez, la „repre‟ iba en serio”194

Hay que consignar la escasa cobertura de Revista HOY a la acción política y


reivindicativa. Sin embargo, planteaban con gran orgullo el nacimiento de
“Solidaridad”, movimiento poblacional de tipo cristiano y católico que estaba dirigido
por democratacristianos195

Sin embargo, a pesar de la relevancia de la labor de denuncia, el relato


periodístico no sólo reveló el actuar de las fuerzas policiales en cuanto a la
consecución de las tomas y del escenario poblacional, sino que también como ya
hemos señalado, tuvo un perfil desaprobatorio respecto a las medidas tomadas por el
gobierno militar en la implementación de las políticas paliativas que coadyuvaran a
los sectores populares a adquirir la casa propia. Particularmente críticos fueron con
las medidas de venta del sobre stock que se produjo en el bienio 1981 – 1982 debido
a la crisis del sistema financiero y la “nula y escasa confianza del sector constructor e
inmobiliario en la economía chilena”196, en donde la política aplicada fue la de
establecer créditos a 20 años plazo con el 8% de interés. Claramente, “esto no está
enfocado en satisfacer las necesidades de la población pobre, sino que permitirá la
adquisición de viviendas por parte de los sectores medios afectos a las
condicionantes del mercado y que cumplen los requisitos económicos y la confianza
de las instituciones bancarias”197. Según consigna HOY, y en declaraciones del
Ministro de Vivienda, queremos “incentivar este sector afectado por la recesión y dar
trabajo a los trabajadores de la construcción” para así poder ayudar en la
recuperación económica. Hay un discurso claramente implícito en la declaración
anterior, en donde sólo se le atribuyen importancia a los sectores populares en
cuanto su mano de obra contribuyó al fomento de la construcción. Sin embargo, este

194
Cauce, N°30, Págs. 12 a 15
195
Hoy, N° 302, 1983.
196
Hoy, N° 303. Pág. 23 a 25. 1983
197
Hoy, Ibíd.

114
tipo de medidas subsidiarias no permiten la inclusión de ellos en la consecución de la
una vivienda, focalizándose en la venta de casas para los sectores medios y altos.

115
CAPITULO 4: ORGANIZACIÓN POLITICA DE LOS POBLADORES

Durante la coyuntura crítica, el devenir del régimen dictatorial advirtió la agitación


de varios de los principios que lo sustentaban, entre ellos, las profundas críticas que
se configuraron en torno a la instauración del sistema político - económico neoliberal y
todas las consecuencias sociales que iba a producir. En ese sentido, han sido
ampliamente estudiados desde la Ciencias Políticas, la Sociología y la historiografía la
articulación de los movimientos sociales y políticos de oposición, los cuales tuvieron
un papel político relevante en dicho contexto y que como ya hemos precisado, lo
pobladores también tuvieron un activo rol político y social durante las Jornadas de
Protestas contra el régimen militar. En ese sentido, queremos relevar la importancia
de la primera característica, en donde dicha coyuntura propició el establecimiento de
un sinnúmero de organizaciones de distinto cariz ideológico, que se definieron en
contra del régimen dictatorial, lo que conllevó por lo tanto, a precisarse en contra de
las políticas sociales del régimen.

Sin embargo, no se puede conocer al actor poblacional solamente desde su


vertiente pública y política, ya que también tuvo un importante rol social, el cual estuvo
determinado necesariamente por instancias de participación alternas, las cuales se
configuraron específicamente en el plano territorial, circunscrito a la población y a las
carencias cotidianas propias de su condición, así como también a la lucha en contra
del régimen establecido. Por lo tanto, este doble posicionamiento tuvo como
consecuencia distintos tipos de articulaciones definidas por su acción colectiva (la
toma, por la falta de habitación), así como también por la acción reivindicativa y de
lucha política en contra de la dictadura de Pinochet (la protesta callejera y la
barricada).

Cuando hablamos de “lo político”, integramos dos variables en su significado


que, para el caso del movimiento de pobladores, se entrecruzan. En primer lugar,
definimos lo político ligado a lo “organizacional”, es decir, a un reconocimiento que los
distintos actores poblacionales identifican de su propia realidad, y constituyen un

116
discurso en común. Esto se puede aplicar por ejemplo, a las organizaciones
poblacionales de tipo cristianas, católicas, de cooperativas, ideológico –partidistas,
etc., las cuales lograron aunar un discurso en torno a la precariedad, pero también se
insertaron dentro de la oposición al régimen militar198. Y en segundo lugar, lo político
está determinado y reglado directamente por los partidos políticos definidos como
oposición, cuyas organizaciones de pobladores se adjuntan a una definición
ideológica – partidista, como lo fueron antes del golpe militar, los partidos políticos
institucionales. Para el caso de nuestra investigación, hemos identificado cuatro
grandes organizaciones de pobladores, cuya matriz ideológica estuvo necesariamente
prefijada por los partidos políticos, cuya visibilidad se logró gracias a la fuerza -
inusitada a veces – que alcanzó en el mundo poblacional, además de su divulgación
por la prensa nacional opositora, lo que brindó una vitrina relevante frente a su
realidad. La adscripción de lo político, por lo tanto, estuvo definida desde dos frentes:
por una cultura política “heredada” y por el propio trabajo político de inclusión del
mundo poblador en el discurso público. Resaltaremos y relevaremos la estructuración
de un discurso público y político de las organizaciones de pobladores desde su
posicionamiento frente a dos realidades que siempre se han investigado como
opuestas e incompatibles: la denuncia frente a la carestía de la vida, que se
constituye como una realidad material, en donde la política pública e institucional se
articula como eje y respuesta desde arriba, y por otra parte, la lucha en contra de la
dictadura y la represión. Consideramos que ambas están imbricadas principalmente
por la constitución de una oposición global hacia un régimen que gracias a la
represión pudo precisamente reorganizar, refundar el Estado y sus relaciones
económicas y políticas.

“Nosotros ya el año ‟81 le advertimos al mundo político la organización que


se venía en las poblaciones. Comenzamos a articularnos „por debajo‟, los
del MIR, los comunistas y la IC. La coordinación con la DC en un principio

198
Es interesante analizar en perspectiva histórica el rol que jugaron las primeras organizaciones
territoriales que operaron antes del periodo estudiado, pero que nos permiten identificar un
renacimiento de organizaciones. En ese sentido las Organizaciones Económicas Populares, que fueron
propiciadas por el “Programa de Economía del Trabajo”, PET, de la Academia de Humanismo
Cristiano, además de otras entidades como la red de profesionales SUR. Ver en Iglesias, Óp. Cit.

117
fue nula. Por debajo comienzan a surgir las primeras coordinadoras. La
Caro-Ochagavía, la Coordinadora Norte y empezaron con distintos
nombres, por ejemplo, agrupaciones culturales, entonces comenzamos a
conversar con las ONG‟s y a decirles que venía un movimiento fuerte y los
„locos‟ se negaban a asumir eso. Estaba el Brunner, el guatón Correa, los
mismos hueones de ahora [sic]. La oposición a la dictadura en un principio
fueron algunos partidos políticos, los estudiantes y una incipiente camarilla
sindical. Y después, por las consecuencias de la crisis, la organización que
pudo articularse con cimientos claros – y que éramos los más afectados-
fuimos los pobladores”

Uno de los últimos estudios sobre la temática de la movilización de pobladores


durante la dictadura, ha sido el trabajo de la socióloga Mónica Iglesias 199, el cual
establece los mecanismos de acción que tuvo la articulación de la movilización desde
el golpe militar hasta lo que ella denomina, como el “año de la traición”, en 1989. La
autora plantea que el contexto histórico sobre el cual se desenvuelve la
movimientalidad de los sectores populares no está centrado solamente en la vivienda,
sino que además existió continuidad en los procesos de lucha que se arrastraban
desde el período de la Unidad Popular y que eran correlativos a las demandas del
propio movimiento popular. Ese trayecto, según Iglesias marcó una fractura la cual se
reorganiza posteriormente con el nuevo régimen en cuatro grandes momentos en la
relación Movimiento – Estado dentro de la dictadura, los cuales retrajeron o
posibilitaron la acción colectiva de los pobladores en distintos momentos: el primero,
va desde 1973 hasta 1975, el cual está caracterizado por lo que denomina como la
“ruptura radical” y período de instauración dictatorial el cual “supuso el
desmantelamiento del marco jurídico –político del país”200. Los masivos
allanamientos, según la autora, a las poblaciones populares de Santiago, se
realizaban con una ola de violencia que evidenciaba claramente su sentido:

199
Iglesias, Óp. Cit. 316
200
Ibíd.

118
amedrentar e impedir la cualquier tipo de organización. Las poblaciones, en
consecuencia, fueron territorios ocupados militarmente durante esta etapa.

El segundo período, abarca del año 1976 a 1981. Iglesias lo caracteriza como
el contexto en donde las políticas sociales se reestructuraron, cambiando
radicalmente el foco desde donde el Estado había asumido protagonismo en la
planificación y construcción de viviendas populares. La nueva institucionalidad velada
por el Estado (“Ley General de Urbanismo y Construcciones”, 1975; aplicación del
“Subsidio” en 1976) según la autora, establece un nuevo marco referencial en donde
los pobladores de Santiago a pesar de constituirse como uno de los sectores sociales
más hostigados por el régimen, eran los que posiblemente, se constituirían como
beneficiarios o afectos a la política pública. La represión sin embargo, no dejó de
constituirse en un elemento cotidiano, la cual transitó conjuntamente con la acción del
Estado en materia de vivienda201. En consecuencia, podemos interpretar que esta
doble concepción respecto a la acción del Estado (represión – solución del problema),
condicionó la elaboración de las políticas de vivienda durante esta coyuntura (por
ejemplo, el cambio de la dinámica territorial urbana con la implementación de las
erradicaciones de pobladores, en las conocidas “Operaciones Confraternidad I”, 1978
y Confraternidad II, 1982 a 1984).

El tercer momento que establece Iglesias esta la culminación del sentido


identitario que va de 1982 a 1986, el cual termina de conformarse gracias a la
coyuntura de la crisis económica del año 1982, en donde las consecuencias sociales
las sufrieron principalmente, los sectores populares y sectores medios. El llamado a
Paro Nacional del 11 de mayo de 1983 organizado por la Confederación de
Trabajadores del Cobre – la cual se constituyó como Jornada de Paro Nacional
asumida por otros sectores, y también pobladores, estructuró según la autora la
“reorganización” de estos sectores sumidos en los primeros años por el abatimiento
dictatorial.

El abordaje de la autora, sin embargo, no ha reconocido que fue precisamente


la rearticulación de la oposición política en primera instancia – la que posibilitó que se
201
Óp. Cit. Pág. 320

119
instalaran las condiciones de la protesta sobre la cual decantaron las demandas de
los pobladores, lo que permitió establecer sectores urbanos – las poblaciones- como
ejes territoriales sobre los cuales la protesta como mecanismo de expresión, pudiera
tener algún efecto. No es menor recordar, tal como Iglesias sí lo demuestra, que uno
de los primeros lugares sobre los cuales se impone el autoritarismo fue sobre las
mismas poblaciones que se habían constituido como un referente de habitabilidad de
los sectores populares de la ciudad de Santiago. Sobre esto, sin embargo, y tal como
lo demuestra la documentación sobre la política de erradicaciones del régimen 202, los
pobladores que se opusieron al régimen de facto no solo estuvieron constituidos por
los habitantes de las ex tomas de terreno del año ‟50 al ‟60, sino que además, se
sumaron estos nuevos focos de tensión en donde la protesta popular se trasladó a
estas nuevas áreas urbanas donde los pobres de los campamentos habían sido
“trasplantados” gracias, precisamente, a la política pública en torno a la vivienda. Sin
embargo, esto no es abordado por el trabajo de la autora, ya que sólo focaliza el
análisis en las “oportunidades de acción” desde donde se consiguió interpelar al
gobierno. La protesta de los pobladores no fue solamente en contra del régimen, sino
que también por las condiciones de vida que la dictadura trajo consigo. Lo anterior
bajo ninguna circunstancia, deja de reconocer que fue también este contexto, el que
permitió que organizaciones en torno al tema, lograran establecer una discursividad
más vinculada en cuanto a las condiciones de vida que tenían, así como un alto nivel
de oposicionismo a las condiciones impuestas desde la dictadura.

Para Iglesias, “se dio en esta etapa, una visibilización y potencialización del
movimiento popular que incluía a los pobladores, los estudiantes, los obreros, los
profesionales, los familiares de detenidos – desaparecidos y las amas de casa de la
clase media; y a sus organizaciones: gremios, sindicatos, comités, partidos políticos
[…] Las vías de lucha abarcaron un amplio espectro que va desde los intentos de
negociación de las formaciones políticas de centro – derecha con la dictadura, hasta

202
“Programa de Erradicaciones y radicaciones en Santiago” en Hidalgo, Óp. Cit. Pág. 375; Molina, Óp.
Cit.

120
la subversión de los pobladores plasmada en las jornadas de protesta nacional en las
poblaciones, verdaderos territorios en guerra”203

203
Iglesias Óp. Cit. Pág. 324

121
4.1 LA ORGANIZACIÓN POLITICA DE LOS POBLADORES DE SANTIAGO: “LA
COORDINADORA METROPOLITANA DE POBLADORES” (METRO); “LA
COORDINADORA DE AGRUPACIONES POBLACIONALES” (COAPO);
“SOLIDARIDAD” Y “DIGNIDAD”.

Dentro del universo poblacional que existió en la dictadura, hubo organizaciones


de pobladores que alcanzaron mayor relevancia de acuerdo a su trabajo político
territorial, pero también por la adscripción que un buen porcentaje de ellos hizo de la
labor partidista. En ese sentido, hubo poblaciones históricas que tenían una
caracterización política dada por el trabajo de los partidos realizados en periodos
anteriores. Sin embargo la labor partidaria estuvo también direccionada a aglutinar
organizacionalmente a los pobladores, además de lograr articular y cohesionar la
acción reivindicativa. Esto se transparentó cuando el movimiento de pobladores,
indistintamente de su color político, logró acoplarse en contra de un régimen
altamente represivo, cuya violencia fue ejercida con especial arrebato en el contexto
de 1983 – 1986. Claramente, lo anterior no fue constitutivo solamente de ese espacio
temporal, ya que las experiencias sociales actúan en base al eje conductor de la
memoria social pero también desde la experiencia de la cultura política.

La constitución de distintas organizaciones de pobladores, es claramente


representativa de la realidad que vivía el país. La Coordinadora Metropolitana de
Pobladores (METRO), el Movimiento de Pobladores “Solidaridad” y la Coordinadora
de Agrupaciones Poblacionales, “COAPO”, y el Movimiento “Dignidad” si bien tenían
un objetivo en común, fueron constitutivas de matices políticos importantes en tanto
su conducción política, como ya dijimos, pero también en el accionar dentro de la
dictadura. Tres de ellas, la “METRO”, “COAPO” y “Dignidad”, se declaraban
públicamente de “izquierda”, y la cuarta, el “Movimiento Solidaridad”, era de tendencia
demócratacristiana. Los criterios que las movilizaban sin embargo, estaban

122
hermanados bajo un mismo fin cuya mayor visibilidad transcurrió en la coyuntura de la
primera mitad de la década de los ‟80204.
Durante la primera parte de la dictadura, desde 1973 a 1980, las organizaciones
sociales y políticas fueron desarticuladas y la persecución a los líderes poblacionales
que militaban a su vez en partidos de izquierda, se hicieron cada vez más agudas.
Según Schneider205, esto provocó la desarticulación de algunos movimientos en
algunas poblaciones que se habían constituido como referentes dentro de la Unidad
Popular. Fue durante el segundo período, dentro del contexto de la década de los ‟80,
en donde la autora establece que este quiebre se revierte y precisamente por el
contexto económico y social en donde se desenvuelve el régimen, en donde los
Partidos políticos, precisamente el Partido Comunista desde la clandestinidad, vuelve
a establecer la vanguardia en la conducción política del movimiento. Al analizar
específicamente el nivel de conflictividad y combatividad de sus habitantes, la autora
concluye que, las poblaciones que habían sido el “foco de resistencia” a la dictadura,
particularmente en las Jornadas de protesta del año 1983, fueron las que estuvieron
formadas por el Partido Comunista:

“Los militantes políticos que actuaban en esta poblaciones vivían ahí


mismo, mantenían una relación orgánica con los pobladores y hacían
bastante más que organizar protestas. Organizaban actos públicos para
fortalecer vínculos de la población y revivir las tradiciones culturales y
crearon nuevas formas de democracia a nivel de las bases”206

Además, Schneider plantea que es precisamente el Partido Comunista el que


funcionaba como una fuente de cultura y dirección política que “recogía la esencia de
la experiencia y creatividad de la clase trabajadora”207. Sin embargo, debemos señalar

204
Realización del Congreso Nacional de Pobladores en 1981. Instauró la Comisión Nacional de
Pobladores en donde la METRO y COAPO con 200 de sus dirigentes se juntaron la bajo el lema “La
vivienda es un derecho”. Surge un documento denominado “Pliego de los pobladores de Chile”. Mezcla
de reivindicaciones de tipo habitacional y político.
205
Schneider. Óp. Cit.
206
Schneider Óp. Cit. Pág. 240
207
Óp. Cit. Pág. 241

123
que no fue el único. Las diversas interpretaciones de la realidad social y política de
ese momento, llevaron a que la oposición política del régimen se definiera desde
distintas ópticas, por lo tanto, desde la variedad de organizaciones y partidos políticos.
Y la evidencia empírica ha demostrado claramente, que los grados de conflictividad
en las poblaciones no solamente estuvieron condicionados hacia la acción del Partido
(aún en sus intentos de homogeneización en el establecimiento de la vanguardia de la
conducción política del movimiento de pobladores), sino que también fueron otras
organizaciones políticas o alternas a los partidos que lograron constituirse inclusive
dentro del mismo período dictatorial como articuladores en mayor o menor medida, de
la protesta y resistencia en contra del régimen de Pinochet. La ventaja comparativa
que pudo haber tenido el Partido en ese sentido, es lo que la autora determina como
el contexto anterior a la llegada de la dictadura, y que fue la constitución de las tomas
de terreno durante las décadas anteriores. En ese sentido, poblaciones como “La
Victoria” o “Herminda de la Victoria” gozaban de un historial nutrido en organización
colectiva, en donde los comunistas habían tenido un alto grado de participación.

La Coordinadora Metropolitana de Pobladores responde a una lógica partidaria


algo “dispersa”, debido a la represión hacia los partidos de izquierda. Nacida en 1979,
se constituyó como un espacio de articulación de las organizaciones de pobladores208.
En la década de los ‟80, el principal liderazgo ejercido en ella va a recaer en la figura
de Eduardo Valencia, quien tenía algún tipo de filiación ideológica con el Partido
Comunista, que sumido en la clandestinidad, su acción partidista quedará inmersa a
la labor eminentemente dirigencial.209 Dentro de la acción de la Coordinadora, el
radio de acción se circunscribía a:

“Tenemos distintas formas orgánicas de protestar, de acuerdo a


cada realidad de las poblaciones. Pero no hay disparidad de niveles. Para
todos los pobladores la vuelta a la democracia es el primer paso urgente.
No se discute si lo que debiera venir es el socialismo u otro sistema;

208
Iglesias, Óp. Cit. 207
209
Ibíd.

124
aunque si hay que reconocer que en poblaciones como La Legua o La
Victoria se siente que la solución de los problemas pasa por un cambio
de sociedad. Nuestra lucha es reivindicativa y hoy es política y por ello los
paliativos económicos que pueda dar el régimen ya no surtirán efecto 210.
[…] El estallido social no es espontáneo, todo el mundo está organizado.
Ya sea en torno a la Iglesia, al Club Deportivo, al taller artesanal y a la
hora de la protesta, aunque no estén ligados a la organización
poblacional están allí en la barricada. Tal vez nunca saquen una
declaración, condenando la represión, pero están allí y adhieren a
nuestras denuncias”211

Lo anterior, sin embargo, no puede ser considerado un tipo de estados de


“anomia social”, como si lo postularon algunos sociólogos en la década de 1980 212,
principalmente porque fue la intervención del Estado a través de las erradicaciones de
poblaciones quien por una parte logró desarticular las dinámicas de organización de
los pobladores, así como por otra parte también permitió, la instauración continua de
la represión como respuesta a la organización social en aquel tiempo, lo que no
significó en lo absoluto, que no se instalaran escenarios propicios para su
reorganización. Cabe destacar, en ese sentido, que uno de los objetivos políticos que
persiguió la organizatividad política fue lograr “rescatar” al mundo poblador de las
organizaciones controladas por la dictadura, como lo fueron las Juntas de Vecinos,
cuyas autoridades eran designadas por las autoridades comunales. La gran mayoría
eran afines al gobierno, lo que permitió que se constituyeran como “cacicazgos”
locales, en donde muchos dirigentes afines a la dictadura fueron los que
constantemente hostigaron la real participación de pobladores, y muchos de ellos
fueron parte de la red de “soplonaje” o delatores de la actividad política poblacional 213.

210
El subrayado es de la autora.
211
Análisis, N° 90, 1983.
212
Campero, Guillermo. Entre la sobrevivencia y la acción política. Las organizaciones de pobladores
en Santiago. Estudios ILET, Santiago de Chile, 1987.
213
Un caso paradigmático lo constituye el dirigente del Movimiento Poblacional Solidaridad, Luis
Becerra, quien además de su labor dirigencial, fue chofer de Eduardo Frei Montalva y posteriormente
de Andrés Zaldivar cuando retorna del exilio. Becerra fue investigado y formalizado por su participación
en el asesinato de Frei Montalva en 1982 como parte de una red de delación con la C. N.I.

125
No es coincidencia entonces, que una vez que comienza la articulación del
movimiento poblacional en contra de la dictadura, una de las peticiones fuera “la real
democratización de las juntas de vecinos con elección libre de directivas” 214.

La Coordinadora agrupaba solamente a organizaciones de la Región


Metropolitana, incorporando a las zonas pertenecientes al Área urbana determinada
en 1981 con la reforma comunal de la CONARA215, por lo tanto el nivel de
representatividad y alcance estuvo determinado a un tipo de realidad urbana, que en
este caso fue la de Santiago. Dentro de la METRO216 existían organizaciones de
subsistencia (que denunciaban la carestía de la vida, la cesantía), así como de
allegados, quienes determinaron su organización territorial por zonas, comunas o
poblaciones establecidas con anterioridad al régimen o que fueron instauradas
durante este y que también eran profundamente afectados por la crisis económica
que atravesaba el país y por las políticas de vivienda de carácter regresivo. Este
repertorio confrontacional, hizo eco en el resto de las organizaciones de izquierda,
quienes se articularon sobre una discursividad de lucha directa contra la dictadura.

En una entrevista realizada por la Revista Análisis a un grupo de pobladores


pertenecientes a la METRO, manifestaban que “nuestras acciones las desarrollamos
a través de los Comités de Cesantes, de sin casa, de grupos de salud. Las
organizaciones de Derechos Humanos encaran las detenciones y relegaciones.
Además está la acción social, la recreación infantil, ayuda fraterna, la „olla común‟, el
„comprando juntos‟, que nos sirve para palear los precios y la carestía” 217 La acción
política también estuvo direccionada a buscar soluciones concretas a los problemas
cotidianos de los pobladores, los cuales mediante la organización poblacional podían
paliar medianamente las fuertes consecuencias que tuvo la crisis económica en los
sectores populares. No sólo era un tema de “precios”, sino que la cesantía sumada a

214
Análisis, N° 91, 1983.
215
Rojas, Óp. Cit.
216
Abreviación utilizada para identificar a la Coordinadora Metropolitana de Pobladores. También se le
conoció con la abreviatura de CMP.
217
Análisis,N° 91

126
la política represiva hacia los pobladores hizo que su lucha se declarara en contra del
sistema imperante.

Otra de las organizaciones políticas de tipo poblacional fue la “Coordinadora de


Agrupaciones Poblacionales”, COAPO, quien a diferencia de la METRO, respondía a
una organización de tipo nacional, ya que alcanzó una presencia importante en
distintas ciudades de Chile. La COAPO estaba secundada por militantes del
Movimiento de Izquierda Revolucionaria – claramente en la clandestinidad - y su
característica principal fue la “radicalidad discursiva” en contra de cualquier intento de
dialogo con la dictadura, además de plantear una estrategia que permitiese a los
pobladores establecer su “propio camino” frente a la solución del problema del
Estado: “no queremos migajas”, manifestaba su dirigente, René Tapia. 218.

El petitorio político de la COAPO rondaba sobre la base de “poner fin a la


dictadura y a la represión”219, además de legitimar la acción reivindicativa de las
tomas de terreno. Importante fue su accionar por ejemplo, en la toma de terrenos que
ocurrieron en 1980 en La Bandera, las que fueron violentamente reprimidos y
sofocadas. René Tapia según lo anterior, manifestaba que las formas de lucha debían
estar “bien organizadas, y reforzar a las pequeñas organizaciones. Que se reúnan por
barrio, por sector, por comuna y después por territorios más amplios, y que sean un
reflejo de las necesidades más imperiosas. El mal de todos los males es la dictadura,
una vez que acabe tendremos nuestro principal objetivo ganado”220

El movimiento “Dignidad”, estuvo influido por la participación política de la


Izquierda Cristiana, cuyo liderazgo comandando por el dirigente José Hidalgo,
poblador de Conchalí, alcanzó gran visibilidad en la zona norte de la capital. Dentro
de sus pretensiones estaba la organización de los Comandos Zonales y de los
Comités de Autodefensa, que operaban como una forma de resistencia organizada a
la dictadura: “el fin último que quieren con estos allanamientos y „operativos‟ es

218
Hoy, N° 333.
219
Codo a codo N° 19 - 20
220
Cauce, N° 86, 1986

127
desmovilizar precisamente a un sector que desde 1983 se convirtió en un actor
importante en todas las acciones destinadas a expresar el repudio a Pinochet. Eso lo
lograron. El miedo es cosa viva cuando se golpea, se destroza y se trata a la gente
peor que animales. Por eso nosotros decimos „DIGNIDAD‟ para el pobre y sus
necesidades inmediatas”221 Los comités de autodefensa en las poblaciones, según
comenta, fueron estructurados en base a resistir el amedrentamiento y a coordinar las
acciones en las Jornadas de Protesta. Cuenta Hidalgo:

“Este era el cuadro de enfrentamiento callejero contra la dictadura. Lo


que hacíamos era reunirnos todos en la mañana, cuando llamaban a algún
paro a una jornada, se juntaba algún dirigente sindical, algunos grupos de
estudiantes, algunas organizaciones de derechos humanos, los grupos de
mujeres que estaban organizadas y algunos de nosotros, dirigentes de
pobladores. Era un activo de mil, dos mil, tres mil, en los mejores
momentos cinco mil personas. Entonces, en el centro de Santiago,
particularmente la Plaza de Armas, el Paseo Ahumada y a veces la
Alameda, había bombas lacrimógenas que eran expresión de movimiento
y esto duraba como hasta las 2. Y en invierno, cuando oscurecía
temprano, de las 6 hasta las 12 de la noche, era la movilización y
resistencia a la dictadura, que tomó distintas expresiones, marchas,
barricadas, hoyos en las calles. Nunca antes en Chile se habían quemado
tantos neumáticos como en las poblaciones, yo te puedo decir que eran
millones de neumáticos. Nosotros llevábamos la delantera en eso, fuimos
expertos.”222

Dentro de las organizaciones de pobladores que se constituyeron como


contrarias al régimen, la que más discrepancias tenía con las organizaciones de
izquierda fue el Movimiento Poblacional Solidaridad. Discrepancias que fueron

221
Cauce, Óp. Cit.
222
Testimonio de José Hidalgo con la autora, realizado el 01/12/14. Ver además Garcés, Antonia. Op.
Cit. La perspectiva planteada por la autora recae en que la lucha social en la protesta se transparentó
en la multidimensionalidad de la resistencia: se luchaba por la democracia, contra la represión, por
rabia, por dignidad.

128
resueltas en tanto se manifestaron contrarios a algunas formas de lucha, además de
su perspectiva política cercana al mundo ideológico demócrata cristiano. Fue formado
bajo el alero de la Iglesia Católica, en una convención realizada por el Arzobispo Juan
Francisco Fresno, en donde se expondrían “las condiciones de extrema miseria en
que viven los pobladores”223, denominada “Movimiento por la Civilización del Amor” en
donde se dio pie a la organización de un movimiento poblacional de inspiración
cristiana, democrática y pluralista”.224El 28 de Noviembre de 1983, Hugo Flores, ex
dirigente de la METRO, fue elegido presidente de “Solidaridad”225 este manifestó:

“Junto con denunciar la situación en que vivimos, queremos presentar


soluciones más factibles. Así por ejemplo, hacemos nuestro el proyecto
que la Iglesia ha presentado para remediar la situación de las 135 mil
familias de allegados más pobres que hay en Santiago, a través de la
„Operación Sitio‟ […] no queremos reaccionar a la violencia con más
violencia, como lo hacen otras organizaciones”226

Si bien la actividad de las organizaciones fue de tipo territorial y de mutua ayuda


entre los pobladores para lograr satisfacer las necesidades mínimas, los pobladores a
pesar de sus diferencias políticas y organizativas, lograron en 1984 unificar criterios
respecto a la interpelación que hicieron a las autoridades. Dicho año, se creó el
“Comando Unido de Pobladores”, CUP, que agrupó a estas tres organizaciones, cuya
finalidad fue “establecer algunas acciones reivindicativas comunes destinadas a
obtener reivindicaciones básicas”227. Además, ese mismo año se convoca por parte
de la oposición a la “Asamblea de la civilidad”, instancia socio –política que propició la
formación de la CUP debido a que la inmersión de los pobladores en la “Asamblea…
tensó al mundo poblacional”228 Se dio una disputa entre el PC y la IC, porque eran las

223
Hoy, N° 330
224
Hoy, N°332
225
La directiva fue conformada por distintos representantes de diversas comunas de la capital. Luis
Muñoz Cárdenas (Vicepresidente) , Carlos León, Luis Becerra (secretario general) e Ignacio Manríquez
(Tesorero)
226
Hoy, N° 332.
227
Cauce N° 70, 1986
228
Entrevista con José Hidalgo.

129
dos fuerzas políticas que tenían más representación en el mundo poblacional. El
Partido Comunista, si bien triplicaba en militantes de base a los de la Izquierda
Cristiana, no menguó el actuar de estos últimos en el trabajo diario que se realizaba,
debido al miedo que existía mayoritariamente entre los pobladores a visibilizar su
postura política. Hidalgo, respecto a esta organizatividad nos aporta:

“Hubo un evento en Padre Hurtado donde fueron cerca de 600


dirigentes de pobladores a nivel nacional. Se trató de elegir la presidencia
de la CUP que era quien iba a representar al interior de la Asamblea de la
Civilidad a los pobladores, por lo tanto iba a permitir que alguna fuerza de
izquierda tuviera relevancia […] fue el último intento que las organizaciones
sociales tuvimos para defender un protagonismo en la salida política del
país.”229

Los pobladores dentro de los embates sufridos día a día, buscaron siempre tener
representatividad a nivel político. Es por eso, que en esta coyuntura, que les ofreció
replegar todos sus mecanismos de acción – de “oportunidades políticas” – en
conformación del “Movimiento Democrático Popular”, MDP, en el cual los pobladores
se hicieron parte. Este estuvo conformado por el Comando Unitario de Pobladores, ya
que “Solidaridad” había manifestado su adhesión a la “Alianza Democrática”, formada
por radicales, socialistas renovados y democratacristianos. Por lo tanto, apelaban a la
salida política e institucional, que a pesar de constituirse como opositora al régimen,
lograba alcanzar mayores grados de visibilidad dentro de la conformación partidaria
opositora.

La acción política, sin embargo, no siempre se constituyó en torno a la población


misma en donde se habitaba, sino que se trasladó a otros escenarios que fueron
relevantes en la estructuración del accionar reivindicativo. Las tres organizaciones de
izquierda tenían un discurso que “apelaba a un todo sistémico”, que era representado
por la dictadura en su globalidad. “Solidaridad” en cambio, debido al apoyo brindado

229
Entrevista con José Hidalgo.

130
por la Iglesia Católica desde su conformación, y la publicación sistemática de
boletines y periódicos asociados a su actuar (“Codo a Codo”; “Solidaridad” de AVEC,
“Acción Vecinal Comunitaria”) pudieron dar a conocer y evidenciar su postura crítica
frente a la política habitacional misma, que como ya lo hemos establecido,
correspondió a la política subsidiaria y de reformulación urbana, caracterizada por las
erradicaciones de pobladores. Cabe destacar sin embargo, que la opción de este
movimiento fue una vía pacífica más ligada a los acuerdos Esto les dio una ventaja
comparativa a la hora de sistematizar su postura y poder platear soluciones técnicas
respecto a la configuración de la política pública en torno a la vivienda, de la
reestructuración urbana y de un reconocimiento por parte de la institucionalidad de la
época – el Ministerio de Vivienda y Urbanismo- hacia las demandas del mundo
poblador230 Disputó en consecuencia, un lugar dentro del mundo poblacional, que a
pesar de que históricamente se le ha reconocido una sensibilidad de izquierda (por el
rol de los partidos políticos básicamente), también tuvo una expresión política ligada
al centro.

Dentro de la orgánica creada con el CUP, el Movimiento Solidaridad, rechaza la


formación de una sola agrupación, ya que su dirigente, Hugo Flores, plantea que “el
movimiento poblacional no ha alcanzado la madurez suficiente como para unirse bajo
sólo un alero. Nosotros estamos dispuestos a trabajar unidos en ciertas actividades
muy puntuales”231

230
Wilson, Óp. Cit.
231
Cauce, N° 75

131
4.2 LA ACCION POLITICA: LAS TOMAS DE TERRENO E INSTALACIÓN DE LOS
CAMPAMENTOS “RAUL SILVA HENRÍQUEZ” Y “JUAN FRANCISCO FRESNO”

La acción reivindicativa se organizó frente a la nula respuesta de las autoridades


de la dictadura. Esta no solo reaccionó regresivamente frente al drama poblacional,
sino que también hizo sentir este actuar como una medida de “castigo” frente al
protagonismo de los pobladores en las Jornadas de protesta en contra del régimen. Si
por un lado, erradicó a los pobladores de sectores con alta plusvalía del suelo –
mediante la “Política de Desarrollo Urbano de 1979” – por otra parte aplicó medidas
habitacionales restrictivas hacia la población más pobre de Santiago y del país. Lo
interesante de este vínculo, es que además de que una parte de los pobladores de
Santiago no pudo acceder a la política habitacional formal (vivienda básica,
subsidios), nuevamente utilizó una práctica que había sido experiencia en el Santiago
de mediados del siglo XX: la toma de terrenos.

Mario Garcés, ha sido el historiador chileno que ha dedicado más trabajos


investigativos para lograr conocer y reconocer las características del movimiento de
pobladores, sobre todo en un contexto histórico determinante para la organización de
pobladores: la década de 1950 y 1960 en donde las “Tomas de terreno” fueron
constitutivas por estar dotadas de un alto nivel de organización de los “sin casa”, junto
con poseer un alto grado de interpelación al Estado y a los gobiernos de turno.
“Tomando su sitio” es una de las investigaciones fundamentales para poder entender
la lógica social y política detrás de la conceptualización de la “toma”. La trayectoria
histórica del movimiento popular, según el autor, tuvo la característica de estar
dotado, en este contexto, de un fuerte discursividad asociada por ejemplo, a la
marginalidad que la Democracia Cristiana y las políticas de inclusión social (asociadas
al programa de la “Promoción Popular”). Garcés aporta algo sustantivo para poder
comprender el devenir de la movimientalidad de los pobres de la ciudad: aparece,
fruto del accionar activo de esa época y del accionar de la “toma”, una nueva
condición social, un nuevo sujeto: el poblador232.

232
Garcés, Óp. Cit. Pág. 337. Ver además, Capítulo 1

132
La terminología es interesante de analizar sobre todo en el contexto en el que
surge y también, en cómo se logró instalar para determinar a un nuevo sujeto social
que comenzó a establecerse dentro de la realidad de la ciudad. La terminología
poblador, por tanto, creemos que está supeditada tanto a la espacialidad, así como
también a las proyecciones políticas que tiene (y tuvo) en colectivo. No se puede
hablar de pobladores si no se considera el territorio y como esta condicionó sus
propias dinámicas de acción (que también pueden considerar aspectos culturales
como rasgos definitorios). Garcés, agregaría además, que esto está condicionado a
características definitorias de la identidad propia de los sectores populares. Por tanto,
desde mediados del siglo XX, esta categoría además de ser poseer un significado
identificatorio, se instala dentro del marco de las representaciones sociales, logrando
establecerse como una realidad dentro de los conflictos por la ciudad y su
distribución. La memoria histórica, en consecuencia, serían elementos determinantes
en la construcción de organizaciones de base que no solo actuaron en esta
coyuntura, sino que tuvieron características proyectuales. Debemos entender,
consecuentemente, que poblador, pone en relación sujeto y espacio, pero en lo
fundamental, pone en relación sujeto y modo de vida, apareciendo el espacio como
mediación entre ambos233, lo cual resulta interesante de incluir en el análisis del
movimiento en tanto su relación con otras estructuras políticas y económicas.

Los pobladores, para el autor, lograron imponer al Estado, su propia lógica y sus
propias políticas habitacionales, que en una primera etapa fue pasando lentamente,
para luego acelerar los procesos de interpelación los cuales decantaron en la acción
directa234. Durante el gobierno de Allende, estas dinámicas de acción, gozaron de un
nivel de tolerancia debido a la sintonía que provocaba el gobierno de la U.P. con los
sectores populares en cuanto a la consecución de sus demandas. Sin embargo, aún
dentro de esta coyuntura “favorable”, hubo distintas perspectivas sobre cómo llevar a
cabo el proyecto revolucionario, que con Allende en el poder, se había abierto hacia la

233
Gallardo. Óp. Cit. Pág. 33.
234
Garcés, Óp. Cit.

133
institucionalización. Los pobladores de Santiago, durante este período, se instalaron
desde dos veredas, las cuales si bien no eran distantes, si planteaban distintos
caminos. La primera, que fue precisamente durante este período, en donde se
produce una explosión de “tomas de terreno” en la ciudad (más de 300 según un
estudio235), el gobierno recelaba que la vanguardia que guiara este proceso debía
estar constituida por los partidos políticos de izquierda defensores del actuar
gubernamental. Desde el otro lado, habían comenzado a ser conducidas por partidos
radicales (como el MIR) el cual era suspicaz del actuar del gobierno. Sin embargo, el
autor236, plantea que fue la acción colectiva que los pobladores de la Unidad Popular,
quienes en conjunto con “trabajadores, campesinos y estudiantes registraban similar
proceso de movilización, modificaron las relaciones de clase y lo hicieron de forma
significativa, principalmente por la magnitud y el carácter reivindicativo y político de
dichas acciones237.

En ese sentido, la relación de este periodo sobre la constitución de las “tomas”


en dictadura recrea fielmente ese sentir reivindicativo. Hubo al menos 80 intentos de
tomas de terreno durante el periodo militar238, dentro de las cuales, dos se
constituyeron como paradigmáticas, tanto por la „movilización de recursos‟ utilizada
(10 mil habitantes aproximadamente), así como por la resistencia frente a la represión
posterior a la toma. Además, fueron únicas por la advertencia que hicieron estos
pobladores al régimen, dejando claro que frente a su organización no había dictadura
sangrienta que los pudiera amedrentar: “Al poblador sólo le queda la vida, pues no
tiene nada más”239

Sin embargo, hay otras perspectivas que nos permiten analizar estos radios de
acción de los pobladores en la década de 1980, en tanto que su propia vivencia está
tensionada entre esta experiencia comunitaria (ligada a la solución de las carencias
vitales) una búsqueda identificadora en la acción reivindicativa (“somos nosotros los

235
Cofré, Óp. Cit. Pág. 27
236
Óp. Cit. Pág. 217. El subrayado es mío.
237
Ibídem.
238
Dato cuantificado por el Boletín Hechos Urbanos, N° 26
239
Codo a Codo N° 28

134
pobladores quienes hemos luchado”240) quienes además, dependiendo de los tipos de
lucha, el contexto socioeconómico y de las acciones de agentes externos, ha
desarrollado una “fuerte tendencia hacia el individualismo, que genera
comportamientos degenerativos, estratificados y centrífugos respecto a cualquier
apelación a un identidad colectiva”241Este panorama explicativo nos permite identificar
por ejemplo, que ocurría cuando, indistintamente del tipo de organización política,
habían pobladores afectos a la asistencia del Estado en materia de las políticas de
vivienda, ya que el mundo poblador y popular de Santiago, a pesar de manifestarse
en contra de un régimen dictatorial, tuvo heterogeneidad de “salidas” frente al
problema habitacional. Hubo muchos pobladores de las tomas de terreno que
aceptaron dichas soluciones, insertándose como beneficiarios de la asistencialidad
del Estado.

La crónica relatada por los diarios y revistas de la época nos permite reconocer
la realidad de la toma como un acto colectivo y comunitario, pero a la vez político
debido a las características coyunturales que existieron en la dictadura, además de la
simple consecuencia de la crisis económica:

“Seis mil personas deambulan por un potrero irregular, erizado de


banderas, piedras, palos, basura y el pasto fresco de la primavera.[…]
invadieron de madrugada el predio ubicado en San Francisco y Lo Blanco,
comuna de La Granja. Llegaron en camiones, a pie, en micro y en sus
propios carros de mano acarreando familias completas, portando sillones y
frazadas, alguna ropa y enseres elementales. Improvisaron carpas y
bautizaron la iniciativa como campamento “Juan Francisco Fresno”242La
mayoría de la población estaba compuesta por allegados, Comités sin
Casa de distintos puntos de Santiago, quienes mediante una lucha
soterrada con Carabineros, civiles y militares, fueron rodeados y
desalojados alrededor de las 12 del día, mediante bombas lacrimógenas,

240
Ibíd.,
241
Campero, Óp. Cit. Pág. 49.
242
Hoy, N° 323

135
perdigones y apaleos. Huyendo de la policía, muchas familias se
trasladaron a otro terreno en calle Puerto Alegre con Camino Lo Blanco a
la altura del paradero 35 de Santa Rosa. Cerca de mil familias ocuparon
este lugar, iniciando ahí el Campamento „Raúl Silva Henríquez” 243. La gran
capacidad organizativa de los pobladores mantuvo a la policía en vilo y
sucedieron durante todo el día desalojos y „retomas‟, hasta que lograron
quedarse, con cientos de pobladores heridos, fracturados.

Los nombres dispuestos a las tomas fueron un homenaje a la labor de dos


jerarcas de la Iglesia Católica, sobre todo por el fuerte compromiso con los Derechos
Humanos desde el golpe militar mismo- Silva Henríquez-, así como por la labor
pastoral y de entendimiento y defensa hacia el mundo poblador en la década de los
‟80 que propició Fresno. No es coincidencia, que frente a este pequeño homenaje, las
autoridades de la época y civiles afines a la dictadura plantearan que eran los
sacerdotes quienes alentaban a la protesta, y propiciaran la toma de terrenos244

Hubo muchos dirigentes poblacionales que participaron en la ayuda mutua con


las poblaciones en las tomas, así como lograron seguir articulando al nivel de
dirigencias una organicidad que tuvo que ver con el posicionamiento ideológico frente
a las medidas tomadas por el régimen, que en primera instancia tuvieron que ver con
la acción de los aparatos represivos. Por ejemplo, Claudina Núñez, (actual alcaldesa
de la comuna de Pedro Aguirre Cerda) dirigente poblacional de La Victoria
manifestaba, posterior a una visita al Campamento Silva Henríquez: “Las tomas
siempre han sido ilegales, si nos ceñimos a esos códigos legales. Sin embargo, hay
toda una historia del movimiento poblacional que le ha otorgado una legitimidad de
hecho, que hoy más que nunca adquiere más valor. ¡De qué legalidad nos hablan hoy
en este país si hay inmensos sectores de chilenos que carecen hasta del pedazo de
pan para sus hijos! ¿Qué es entonces lo legal? ¿De dónde realmente, me pregunto
yo, viene lo ilegal?”245

243
Hechos Urbanos N° 25, Septiembre 1983.
244
Codo a Codo, N°20
245
Análisis, N°109, 1983

136
La pretensión de los pobladores era ser declarados por la autoridad como
“campamento en tránsito”, lo que permitiría que por ultimo fueran visitados por alguna
autoridad, como ocurrió con los alcaldes de La Granja y de La Cisterna.246

Fotografías del Campamento Juan Francisco Fresno.


En “Hechos Urbanos”, N°35, 1984.

La reacción de las organizaciones políticas de pobladores tuvo dos posturas,


determinadas por una conciencia ideológica distinta: en primer lugar, la METRO
manifestaba que “las tomas son un forma de llamar la atención a las autoridades
respecto a la falta de viviendas y el problema de los allegados”.247Hubo muchos
dirigentes de la METRO que coordinaron la acción, además de otros tantos que
llegaron a acompañar posterior el asentamiento en el lugar. El Partido Comunista, fue
uno de los partidos políticos que apoyó y propició esta lucha reivindicativa, cuya
inserción, siguiendo el planteamiento de Reyes, estuvo supeditado a lo que en el
contexto se tipificó como la expresión de la “Política de Rebelión Popular de

246
Hoy, N° 292
247
El Mercurio, 24 de Septiembre de 1983.

137
Masas”248 Siendo esta constitutiva o no de dicha estrategia político –militar, las
dirigencias organizacionales lograron establecer en el Campamento Silva Henríquez
el establecimiento de un sistema democrático en plena dictadura, aún cuando desde
las distintas facciones partidarias se tensionó la relación entre ellos. El “Movimiento
Solidaridad” acusaba a representantes de la Metropolitana de pobladores de instaurar
una “dictadura dentro de otra dictadura”, debido a las distintas condicionantes
impuestas hacia la población que iba a sufragar. Con las elecciones libres, lo que se
aseguraba era evitar la asignación institucional de las dirigencias de la dictadura de
las Juntas de Vecinos, que ya tenían en la mayoría de las poblaciones de Santiago y
del país. Era importante, por tanto, contar con autoridades que aseguraran la real
participación poblacional en el contexto de la toma, además de declarar que el
campamento era “territorio libre de fascismo”249

Hubo por lo tanto, disparidad ideológica en los tipos de reivindicación.


“Solidaridad”manifestaba frente a este nuevo escenario urbano, que “no propicia las
tomas, lo que no significa que esté en contra de ellas”250En consecuencia, había una
adhesión a la doctrina planteada por parte de la jerarquía eclesiástica: “no adherimos
a la toma como forma de solucionar un problema tan grande como lo es la casa. Pero
una vez que se producen, estamos con ellas”251

248
Reyes Soriano, Jaime. “Partido Comunista de Chile y las tomas de terreno bajo la dictadura. “Los
combates por la vivienda”, 1980 -1984”. En Revista de Historia Social y de las Mentalidades, Vol. 18,
N° 1, Enero – Junio de 2014. Santiago, Universidad de Santiago de Chile, 2014.
249
Hoy, N° 354.
250
Hoy, N° 333.
251
Codo a codo, N° 26

138
4.3 MOVILIZACION SOCIAL EN EL MARCO DE LA REPRESIÓN: PETITORIO
POLITICO Y RESPUESTA INSTITUCIONAL.

La institucionalidad, tal como mencionábamos con anterioridad, se configuró


dentro de la lógica económica neoliberal, que sin embargo, no pudo delegar toda la
planificación urbana a la oferta y demanda ni a los nulos marcos regulatorios del
mercado, por lo que tuvo que centralizar en la acción del MINVU las resoluciones y
ordenanzas para canalizar posibles soluciones. Una de ellas fue precisamente
establecer el sistema subsidiario en cual viabilizó parcialmente una solución para el
acceso a las viviendas básicas, las cuales estaban determinadas para la “extrema
pobreza”. A pesar de lo anterior, uno de los instrumentos de presión, en muchas
jornadas de protesta en contra del régimen, fue la voz de los pobladores, que se hacía
sentir dentro de la territorialidad circundante, pero también mediante las
organizaciones anteriormente señaladas. Las autoridades de la dictadura, y del
periodo 1983 -1986, sin embargo, manifestaban una nula intencionalidad de
acercamiento con ellas, y sólo reconocían a las que eran afines a ellos (por ejemplo, a
los designados por ellos en las Juntas de Vecinos252). Lo anterior, se resume bajo lo
siguiente:

“El Ministro de Vivienda, Miguel Ángel Poduje había declarado que:


„Ningún tipo de presión o medida de fuerza nos llevará a modificar los
actuales programas habitacionales que tiene el Ministerio‟. En el mismo
sentido, el Intendente de Santiago, declaró que preservar el derecho de
propiedad privada, instaurado en la propia Constitución de 1980, era la
prioridad de la dictadura militar: „y si permitiéramos que no se respete,
imperaría la ley de la selva, con muertos, robos y usurpaciones”253

Respecto a las tomas, la reacción de la institucionalidad fue la condena por la


violación a la propiedad privada, el Intendente de Santiago, Roberto Guillard planteó
que “las tomas son un plan destinado a producir enfrentamientos y muertes, con el fin

252
Ibídem.
253
Óp. Cit. Pág. 248

139
de deteriorar la imagen de Chile […] estamos solucionado los problemas de
radicación y erradicación que concluyen en 1984 y 1985. Si hay más recursos,
comenzaremos entonces a resolver el drama de los allegados, porque abrir una
válvula para solucionar el problema de los allegados significaría que esta situación
no tendría solución en Chile, porque todos seríamos allegados por ser esta la mejor
manera de obtener casas”254. La miopía con que las autoridades visualizaron el
problema, no permitieron una respuesta concreta y objetiva a sus peticiones, ya fuera
estructurada en un petitorio político o en la acción de reivindicación misma. Hubo por
lo tanto dos formas de responder a lo anterior: algunas autoridades municipales
accedieron a la petición de que esos terrenos fueran vendidos por la Universidad de
Chile a los pobladores, cuya personalidad jurídica debía estar configurada como una
“Cooperativa”; por otra parte, desde el gobierno central, la respuesta fue rotunda:
“Ningún poblador que participe en tomas recibirá el subsidio habitacional o cualquier
otro beneficio”.255 Se les ofreció además, que a los pobladores de tomas, como una
forma de deslegitimar su acción y defenestrarlos, se les incluiría en los los programas
de erradicación, en donde Guillard planteaba: “les ofrecemos llevarlos a Colina o
Curacaví. También podría ser a diferentes pueblos del Norte Chico o a la VII región,
lugres en donde podrán trabajar en la agricultura o minería. Se les ofrecerá además,
una vivienda definitiva”256

Esta respuesta fue una forma de encauzar las presiones en un contexto que se
estaba configurando como altamente conflictivo. La idea, según la propuesta de la
Intendencia, era poder ofrecer viviendas, que los sectores críticos estructuraron como
“match box”, ya que iban desde los 6 a 24 metros cuadrados257

El pliego poblacional articulado en el “Comando Unitario de Pobladores” de


1984 se estructuró en base a la ratificación del petitorio presentado el año 1981, cuyas
demandas fueron el resultado del Primer Congreso del CUP. Más de un centenar de
dirigentes y representantes de base de la METRO, COAPO y Dignidad plantearon:

254
“Hechos Urbanos”, N° 25º, 1983.
255
La Segunda, 1983
256
Hechos Urbanos N° 35, Agosto 1984, Óp. Cit
257
Ibíd.

140
“Los puntos del pliego son:

1) Condonación inmediata de las deudas de agua, luz y dividendos


2) Solución definitiva a los pobladores sin casa, a través de un programa de
viviendas populares realmente a su alcance.
3) Plan reactivador del empleo, incentivando el área de la construcción.
4) Mayores recursos para el sector salud, dotando a consultorios y haciendo una
real evaluación del estado nutricional de los niños.
5) Garantizar el acceso gratuito a la educación y a los almuerzos y desayunos
escolares.
6) Salarios mínimos de doce mil pesos, y subsidios del mismo monto para jubilados,
cesantes y trabajadores del PEM y el POJH con cargo a las AFP.
7) Mejoramiento y urbanización adecuada de las poblaciones.
8) Democratización de las Juntas de Vecinos, con elección libre de directivas.
9) Fin de las acciones de amedrentamiento y represión en las poblaciones
10) Protección de la niñez para evitar el desamparo y la prostitución infantil en los
hijos de los pobladores258

Frente a la inoperancia de las autoridades, y a la interpelación hacia el Estado


visto por los pobladores como el garante de sus necesidades más urgentes (o por lo
menos, quien en la inmediatez podía intervenir dentro de lo público y el mundo
privado) manifestaban que hubo un rechazo casi total a la implementación de la
política erradicatoria, sobre todo desde las nuevas tomas realizadas el año ‟83:
“Nosotros, los de la COAPO nos vamos a ir cuando realmente nos aseguren
dignidad en nuestras nuevas casas, y no nos tengan en ratoneras peor que como
estamos ahora”259, manifestaba René Tapia frente a la consulta realizada por la
Intendencia Metropolitana para evidenciar la voluntad de abandonar los predios
tomados, así como cualquier otro sitio considerado por las autoridades como
“insalubre”. La toma como acto reivindicativo claramente representó un
reconocimiento social basado la acción misma, pero además, en los mecanismos

258
Análisis, N° 145
259
Solidaridad, N°221, del 18 al 19 de Abril.

141
identitarios que reflejaron su posición frente al Estado, el cual estuvo ligado a buscar
también la inserción dentro del entramado urbano260

El problema, argumentaba Tapia e Hidalgo, es que “la participación pública no


puede remitirse a la piedray a la barricada, a pesar de que es nuestra única forma de
lucha. Nosotros tenemos que aspirar a congregar al mundo popularya que estipulamos
que cerca del 10% del mundo poblacional participa en organizaciones poblacionales o
populares”, es decir, estimativamente, unas 200.000 personas de un universo de 2 y
medio millones de pobres urbanos.261

260
Nahoum, Benjamín. “El problema de la habitación en los países periféricos: sobre sus reales causas
y posibles soluciones”. En EURE, N° 39 - 40.
261
Wilson. Óp. Cit.

142
Mapa con las tomas de terreno desde 1980 en Santiago de Chile. Los círculos indican
la cantidad de familias movilizadas y asentadas y los puntos ennegrecidos indican la duración
en horas de la toma o de tiempo permanente.

En Hechos Urbanos, N° 26, 1983.

Las formas de lograr una salida por parte de los pobladores, fue la
incorporación dentro de sus demandas de una estrategia habitacional utilizada en
gobiernos anteriores a la dictadura: La Operación Sitio, que significaba urbanizar los
terrenos y dotarlos de infraestructura que permitiese una mejora en torno a la su
condición de pobreza material. Para las autoridades claramente ceder ante esta
presión era legitimar la toma de terrenos. La formación de “Cooperativas de Ahorro”,

143
cuyo objetivo fue el de establecer un fondo común para la adquisición de un terreno,
también se constituyó como alternativa de adquisición de sitio, ya que los pobladores
en muchas oportunidades, y ayudados por la Iglesia y profesionales afines lograban
quedarse en el lugar (previo marco negociador con las autoridades locales, por
ejemplo). Fue, en consecuencia, una alternativa ofrecida desde el mundo poblador
para lograr una salida no violenta, lo que las autoridades de la época muchas veces
permitieron y sirvieron como “mediadores” en caso de que los sitios y terrenos
correspondieran a privados.

144
CONCLUSIONES

Esta investigación ha tenido por objetivo general identificar las políticas de


vivienda de la dictadura militar en un contexto altamente conflictivo que hemos
denominado de “coyuntura crítica”, debido al alza en las presiones internas desde la
movimientalidad social y política de la época. Durante dicho contexto, que arranca en
1983 y culmina en 1986, se dieron distintas manifestaciones tanto del accionar del
Estado como también de los mecanismos de resistencia y de lucha en contra del
régimen. Propusimos en ese sentido, que las Jornadas de Protesta que van en dicho
ciclo temporal, permitió la visibilización de los pobladores como movimiento social.

En ese sentido, las preguntas de investigación estuvieron determinadas a


lograr develar la relación de la aplicación de las políticas de vivienda con los posibles
beneficiarios, pero no desde una perspectiva paternalista, sino que como un eje
analítico que permite establecer rupturas o continuidades desde la labor del Estado y
sus reales implicancias. Es por esto, que el contexto elegido como escenario de este
estudio, permite identificar los distintos grados de recepción en la organizatividad del
movimiento, que alcanza una politización importante en esa coyuntura. Permite, en
consecuencia, relevar el escenario social en el que están inmersos.

Las fuentes de tipo oficial que hemos elegido para esta investigación, nos han
permitido acercarnos a la intencionalidad que tuvo el régimen con la elaboración y
aplicación de las políticas de vivienda, la cual estuvo determinada a desmantelar
cualquier intento de organización territorial, además de configurar un nuevo panorama
urbano, que nace desde la concepción ideológico neoliberal: “el suelo no es un bien
escaso”. Esto, permitió la ejecución de los “Programas de erradicación y radicación de
campamentos” que desdibujó la ciudad de Santiago, asentando en la periferia urbana
a los pobres de la ciudad. Lo que propició, en consecuencia, la organización política
de los pobladores que se venía formando “subterráneamente” después del golpe, fue
el establecimiento de un escenario propicio para hacerlo, como lo fueron las Jornadas
de Protestas en Santiago particularmente. Permitió además, ciertas estrategias de

145
autonomización en las prácticas reivindicativas, dentro de las cuales los partidos
políticos jugaron un rol relevante, sobre todo en las poblaciones “históricas” de
Santiago.

Dentro de los objetivos propuestos, estuvo como fundamento central el


determinar la relación entre estos tres ejes analíticos: políticas de vivienda,
movimiento de pobladores y Jornadas de Protesta, cuyas conclusiones ya
establecimos anteriormente. Pero además, y como derivación de lo anterior, estuvo el
esclarecer las políticas de vivienda en su carácter técnico y programático, la postura
política de las organizaciones representantes de los pobladores, así como dilucidar la
nueva configuración urbana que nace producto de la intervención estatal, así como
desde la “presión popular”, figurada por ejemplo, en las “tomas de terreno”.

Lo anterior nos permite concluir que la imbricación de estos tres factores


permitió:

1) Agudización de la represión en contra de los pobladores, lo que estableció


un escenario propicio para la implementación de las políticas neoliberales
de vivienda.
2) Un nuevo ordenamiento urbano, basado en la marginalización territorial de
los sectores populares y pobres de la ciudad, consecuencia que podemos
dilucidar hasta hoy.
3) La coyuntura de protestas en contra del régimen, establecida como “ciclo
histórico” permitió, alternamente a la agudización de la represión, dotar de
una organizatividad política a los pobladores de Santiago.
4) Demandas se expresaron en dos ejes: petición e interpelación al Estado
pero a su vez, configuró distintas estrategias comunitarias de sobreviviencia
y articulación desde el mundo popular.

146
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 Prensa:
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El Mercurio
Análisis
Hoy
Cauce
Mensaje
Codo a codo
Solidaridad
Revista del Colegio de Arquitectos

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