Abril 1996 Volumen 1 Ejemplar 2

Página/Sociológica

dificultad del proyecto. Sería un error

TEMA TEMA

Marx: un pionero
Karl Marx y los S
e ha podido decir que Karl Marx fue “uno
de los pioneros de la Sociología”. El

Champiñones método dialéctico, tomado de Hegel,

que considera la síntesis como superadora de
la tesis y la antítesis, permitió efectivamente a
N
acido en Tréveris (Prusia renana)
en 1818, muere en Londres en Marx afirmar que “el todo es algo muy distinto
1883. Es tal su obra, que se hace de la suma de sus partes”, lo cual constituye
difícil caracterizarla como la obra de un el principio de toda concepción sociológica.
filósofo, un economista, un pensador
Es preciso registrar en el activo de Marx el puesto
social, un historiador o un polemista. Por
otra parte, los acontecimientos históricos que otorga a las oposiciones de clases: “La
y sociales que han transformado al historia de toda sociedad hasta nuestros días
marxismo en un verdadero mito del siglo es la historia de la lucha de clases”, se lee al
XX, hacen difícil la búsqueda de lo que en comienzo del “Manifiesto del partido comunista”
él pertenece a la teoría o a la doctrina. (1848). Aún cuando se piense que Marx exageró
un poco este aspecto de la vida social, debe
Marx emprende la polémica contra la reconocerse que aportaba así una concepción
filosofía, criticando el idealismo PROCESO DE ABSTRACCIÓN dinámica y dialéctica de la sociología.
alemán, desde sus primeros escritos. pensar que esta ruptura entre el Marx
Y lo hace como filósofo influido por filósofo y el Marx teórico es neta y Él mismo explicó en la Introducción a la “Crítica de
Feuerbach. En un artículo de la “Gaceta absoluta. Se trata más bien de un cambio la economía política” (1859), cómo sus
renana” de 1842, escribe: “Los filósofos en el equilibrio interno. Esta ambigüedad, investigaciones le llevaron a pensar que “las
no salen de la tierra como redoblada por el hecho de que Marx relaciones jurídicas y las formas políticas no
champiñones; son fruto de su época, nunca separó su actividad de “militante pueden comprenderse por sí mismas, ni
político” y periodista comprometido de su tampoco explicarse a través del pretendido
de su pueblo, cuyos jugos más sutiles,
actividad como teórico, explica que pueda desarrollo general del espíritu humano” (como
más preciosos y menos visibles se
ser a la vez y contradictoriamente uno lo había creído Comte), sino que “hunden sus
expresan en las ideas filosóficas. El
de los auténticos padres de la ciencia raíces en las condiciones de la vida material”.
mismo espíritu que construye los
social y la fuente de proliferaciones Afirma que “el modo de producción de la vida
sistemas filosóficos en el cerebro de
ideológicas. Los dos Marx -el hombre de material condiciona, de forma general, el
los filósofos construye los ferrocarriles
ciencia y el creador de una nueva proceso social, político e intelectual de la
con las manos de los obreros”. Esta
doctrina- tienen el mismo derecho a una vida”, y que así “no es la conciencia del
misma línea de reflexión se vuelve a
filiación legítima. hombre la que determina su existencia, sino
encontrar en “La Ideología Alemana” (que
su existencia social la que determina su
escribe con Engels) que de cierto modo
es el adiós a la filosofía por parte de
Marx.
En este ejemplar
A la crítica de la filosofía va a suceder
la crítica de la economía política. El
cambio es importante porque hará pasar
1 K. Marx y los Champiñones
2 Materialismo histórico
a Marx de las especulaciones político-
éticas sobre la liberación del hombre
social al estudio de la realidad social
con los instrumentos de análisis y los
conceptos que autorizan su empresa. “El
Capital”, que pretende construir la teoría
3 Alienación
“del modo de producción capitalista, de
las relaciones de producción y de las 4 Ideología
5 Editor
relaciones de intercambio que le
corresponden”, encarna en su mismo
carácter de inacabado la grandeza y la
 2 La Gaceta Sociológica
conciencia”. Se le ha dado a esta doctrina el
nombre de Materialismo histórico, término que
Marx jamás empleó. Se ha llegado hasta afirmar
que, para él, las ideas y los sentimientos no eran
más que una especie de “epifenómeno” de la
“base” económica, sin originalidad ni eficacia. Hay
aquí un error de interpretación contra el cual
protestan tanto los escritos de Marx, desde sus
primeros artículos (en 1842) hasta “El Capital”
(1867), como su correspondencia. Federico
Engels lo dirá en su carta a Joseph Bloch, el 21 de
septiembre de 1890: “Según la concepción
materialista de la historia, el factor
determinante, en última instancia, es la
producción y la reproducción de la vida real.
Ni Marx ni yo hemos afirmado nada más. Pero
si se nos hace decir que el factor económico
es el único determinante, se transforma
entonces la primera proposición en una
afirmación vacía, abstracta y absurda. La
situación económica es la base, pero los
diferentes factores de la superestructura
ejercen igualmente su influencia sobre el
curso de las luchas históricas y determinan
frecuentemente sus formas de manera
preponderante. Existe una acción y reacción
de todos estos factores” . Así es como, en “El
Capital”, Marx desarrolla sobre el espíritu del
protestantismo una de las ideas que preludian las
tesis de Max Weber sobre las afinidades de la
Reforma con el desarrollo del capitalismo. La
ideología no carece, pues, de eficacia: en “La
Ideología Alemana” (1846), Marx muestra cómo
la toma de conciencia del desarrollo del
mundo por parte del hombre, instaura un
nuevo estadio de desarrollo, en el que el
hombre transforma el mundo a su uso y así lo
humaniza y lo racionaliza. Engels, en su estudio
sobre Feuerbach (1888) escribirá: “Toda
ideología, una vez constituida, evoluciona en
estrecha unión con el fondo de
representaciones dado y lo desarrolla. De lo
contrario, no sería una ideología”.
Louis Althusser, filósofo francés (1918), inaugura
una interpretación de Marx, que pone en primer
plano los textos posteriores a 1844, fecha en la
que fija el paso del Marx de la filosofía a la ciencia,
y que define como “foso epistemológico”.
Reconstruye, de esta forma, un Marx padre de la
ciencia de las formaciones sociales,
diferenciándolo fuertemente del Marx que todo lo
explicase a partir de la economía. Ha escrito:
“Jamás la dialéctica económica juega en estado
puro. Jamás se ve en la Historia que las instancias
que constituyen las superestructuras, etc., se
separen respetuosamente una vez realizada su
obra, o que se disipen como su puro fenómeno,
para dejar pasar, por el camino real de la
dialéctica, a su majestad la Economía por haber
llegado el momento. Ni en el primer instante ni en
el último suena jamás la hora solitaria de la ‘última
instancia’ “.
¿Materialista
yo?
E
l materialismo histórico es la
Teoría marxista de la historia, es
decir, por una parte, la teoría de
la totalidad orgánica que constituye
toda formación social dependiente de
un modo de producción determinado,
de la articulación de sus niveles
(infraestructura económica,
superestructura jurídica y política ,
formas de conciencia social) y del tipo
de causalidad interna que las religa,
teniendo en cuenta que la economía se
postula como “determinante en última
instancia”. Por otra parte es la teoría del
paso de un modo de producción a
otro, a partir de la estructura y de sus
contradicciones internas. Esta teoría
tiene dos niveles:
• el nivel histórico; la historia de toda
sociedad se define como la historia
de la lucha de clases, que es el
resultado de la relación de fuerzas
entre grupos sociales en perpetuo
devenir;
• el nivel estructural; esta lucha se
sitúa bajo la dependencia de la estructura
de las relaciones sociales de
producción que entra en contradicción
con el desarrollo de las fuerzas
productivas (capacidad productiva).
Decime cuál, cuál, cuál
es tu clase...?
Para Karl Marx la historia de la
humanidad está esencialmente marcada
por las luchas entre clases. La teoría de
la estratificación se reduce entonces
prácticamente al estudio de la
formación de las clases sociales, de
sus luchas y de las leyes de su
devenir.
Sin embargo, se encuentra en el mismo
Marx ciertas vacilaciones en la extensión
que conviene dar al concepto de clase.
No hay que olvidar que el análisis
marxista se presenta a diferentes niveles,
según se trate de obras polémicas
destinadas a la acción sobre el gran
público (como “El manifiesto del partido
comunista”) o de estudios históricos
(como “EL 18 Brumario de Luis
Bonaparte”) o de obras más teóricas y de
mayor alcance (como “El Capital”). Sin
embargo hay que precisar que esta
última obra no fue terminada y que se
detiene precisamente en el umbral del
capítulo que había de estar consagrado a
una puntualización definitiva sobre las
clases sociales.
De estas circunstancias resulta que Karl
Marx entiende a veces estas palabras
en un sentido que equivale casi al de
estratificación social en sus diferentes
aspectos, mientras que en otros
textos las reserva para el contexto de
las sociedades industriales
capitalistas.
Precisando más, en una célebre carta a
Weidemeyer (marzo de 1852), escribió lo
siguiente: “En lo que me concierne, no
tengo ni el mérito de haber descubierto
las clases en la sociedad
contemporánea, ni el de haber
descubierto sus luchas entre sí...lo que
yo he hecho de nuevo es haber
demostrado...que la existencia de las
clases no se relaciona más que con
ciertas fases históricas del desarrollo
de la producción”. Pero en “El
manifiesto comunista” se expresaba de
una manera muy diferente: “La historia
de toda sociedad pasada, decía, es la
historia de la lucha de clases. Hombre
libre y esclavo, patricio y plebeyo, barón
y siervo, maestro artesano y trabajador,
en una palabra, opresores y oprimidos
estuvieron en oposición constante
unos contra otros...Pero en nuestra
época, la época de la burguesía, tiene
de particular el haber simplificado las
oposiciones de clase. Cada vez más, la
sociedad entera se divide en dos grandes
clases diametralmente opuestas la una
de la otra: la burguesía y el proletariado”.
Así, pues, unas veces las nociones de
clase y de luchas de clases se limitan a
un cierto tipo de sociedad, a saber, la del
gran capital, mientras que otras se
aplican a todas las sociedades, incluso
las más lejanas. En cuanto a la
reducción a dos clases opuestas, la de
los opresores y la de los oprimidos,
no corresponde más que a un cierto
estadio del análisis, ya que igualmente,
en otras obras, Marx distingue tres,
cuatro, siete o incluso ocho clases,
según los períodos históricos
considerados y según que él entienda o
no como clases específicas a los obreros
asalariados, los terratenientes, los
pequeños burgueses, los banqueros, los
tenderos, los obreros agrícolas, el
subproletariado, etc. (Véase por
ejemplo, el último capítulo del tomo III de
El Capital, donde distingue tres clases:
obreros asalariados, capitalistas y
terratenientes; o en “Las Luchas de
clases en Francia” donde distingue siete).
No se trata de una contradicción en el
pensamiento del autor, lo que no quita
que su conceptualización quede en esta
materia incierta.
Lo que importa, aquí, es separar la teoría
de Marx de la estratificación social, que
debe aparecer sobre todo en su
 3 La Gaceta Sociológica
dinamismo, pues es lo que constituye su
originalidad.
Para Marx, en toda sociedad pasada o
presente, se da una desigual
distribución de los bienes que arrastra
un desequilibrio entre la masa de los
que no poseen y el pequeño número
de poseedores. Este desequilibrio es
generador de luchas, y estas luchas
conducen a transformaciones sociales.
En la sociedad industrial, la posesión de
los medios de producción supone a la vez
la opresión del proletariado por la
burguesía y, por acumulación y
concentración crecientes del capital, el
reforzamiento del proletariado que,
tomando conciencia de su realidad
histórica, se convierte en revolucionario y
toma las riendas para conducir a una
sociedad sin clases. Cabe decir que en
cada fase del desarrollo histórico tiene
lugar un proceso dialéctico mediante
el cual el sistema de producción da
origen a una clase dominante y, al
mismo tiempo, produce las
condiciones del progreso de la clase
dominada que tomará el poder en la
fase siguiente.
¿Cuál es en estas condiciones, el criterio
principal de la estratificación? Es
evidentemente económico. Pero sería un
error pensar que, para Marx, las
jerarquías culturales o políticas no juegan
ningún papel. Son las relaciones de
producción las que explican, en su
conjunto, los sistemas de desigualdad;
son ellas las que son determinantes.
Pero, como bien señaló Althusser, hace
falta, junto a la determinación, fijarse en
lo que es el factor dominante, y, desde
este punto de vista, las estructuras
sociales, culturales o ideológicas
dominantes deben intervenir en la
explicación del fenómeno propio de cada
situación particular. Por otra parte y sobre
todo, hay que ver claramente que, por
estar fundada en la economía, la
estratificación no debe confundirse con la
jerarquía de riquezas: “La medida del
monedero, escribe Marx, es una
diferencia puramente cualitativa, por lo
que se puede siempre enfrentar uno
contra otro a dos individuos de la misma
clase”. Lo que caracteriza a una clase
es, para él, su unidad, su inserción en
el proceso de producción, la
conciencia de su existencia, su
oposición a las otras clases y también
cierto número de caracteres comunes
a todos sus miembros, como los
modos de vida, los intereses y la
cultura.
En resumen, desde este punto de vista,
aparece como el principio mismo de la
historia, como un elemento de perpetuo
conflicto interno. No se trata tan sólo de
mostrar cómo un sistema dado de
estratificaciones corresponde a una
situación dada, sino sobre todo ver al
mismo tiempo cómo ese sistema
prepara para la situación futura.
Ideología
a la impresión de que los hombres
D no pueden existir como seres
sociales sin disponer de un sistema
de representaciones que los
religue entre sí, a su sociedad y a sus
mundo. Este sistema que permite
comportarse y dominar la vida social es la
ideología. Para el sociólogo, (según Karl
Manheim) estudiar la ideología consiste
invariablemente en relacionarla con un
grupo o una clase e intentar detectar
aquello que manifiesta que los miembros
del grupo, a pesar de tal o cual
desacuerdo, se reconocen mutuamente
como miembros de la misma comunidad.
Debemos a Marx la primera teoría
sociológica de la ideología. A decir
verdad, se pueden diferenciar en él dos
teorías de la ideología; la primera (en
“La ideología alemana”) tributaria de la
creencia en una sociedad futura
transparente a sí misma, restringe la
ideología al status de falsa conciencia
propia de las sociedades alienadas. La
segunda (en los textos llamados de la
madurez) de orden mucho más general,
designa por ideología aquellas formas
de la conciencia social que dan a los
agente sociales la familiaridad con su
mundo y organizan su experiencia
vivida. En este caso, la ideología es un
nivel constitutivo de toda sociedad.
Definida como falsa conciencia, es un
efecto de la escisión de la sociedad en
clases. Considerada en su contenido,
determinado siempre históricamente,
es el conjunto de las ideas dominantes
que, en tal o cual sector, corresponden
a los intereses de la clase dominante.
Más tarde, en textos como “El 18
Brumario” o “Crítica de la economía
política”, Marx definirá con mayor
amplitud la ideología como formas de
conciencia social, es decir, como
inmediatez social.
Alienación
s con Marx que este concepto
E recibe toda su dimensión
sociológica, ya que se sitúa dentro
de la relación del hombre con las
condiciones de su trabajo. En los
“Manuscritos de 1944”, Marx escribe: “La
alienación del trabajador significa no
solamente que su trabajo se convierte en
un objeto, en una existencia exterior, sino
que su trabajo existe fuera de él,
independiente de él, extraño a él, y que
se convierte en un poder autónomo
frente a él; que la vida que ha prestado
a su objeto se opone a él extraña y
hostil”.
Esta alienación en el producto del trabajo
presupone la alienación en el acto
mismo de la producción dentro de la
actividad productiva en que el obrero
es extraño a sí mismo: “En su trabajo (el
trabajador) no se afirma, sino que se
niega; no se siente cómodo, sino
desgraciado; no desarrolla una energía
física e intelectual libre, sino que mortifica
su cuerpo y aún su espíritu. Por eso el
trabajador sólo se encuentra a sí
mismo fuera del trabajo, y en el trabajo
se encuentra fuera de sí”.
El tema de la alienación tiene su origen
en una problemática filosófica, y parece
inseparable del horizonte normativo que
le es propio. Incluso en Marx
permanece unido al postulado
metafísico de un sujeto colectivo
desposeído (el proletariado). Cuando
Marx rompe con la especulación
filosófica, el tema de la alienación se irá
esfumando en beneficio del análisis del
fetichismo de la mercancía.
La sociología del siglo XX recibirá una
fuerte influencia de este tema de la
alienación que apunta hacia un innegable
“malestar de la civilización. Se asiste, sin
embargo, a un curioso deslizamiento del
sentido. Mientras que en Marx son las
relaciones de producción capitalistas las
que producen alienación, se buscará en
otra parte la fuente de la alienación: en el
sistema de la racionalidad burocrática
(Weber), en el carácter parcelario y
mecanizado del trabajo industrial, en la
desposeción de la identidad nacional que
sufre el colonizado, y hasta en el
desgarramiento de la naturaleza humana.
El concepto irá tomando, poco a poco, tal
extensión que ya nada queda fuera de su
alcance, convirtiéndose en el índice burdo
de todos los descontentos y de todas las
marginaciones.
Plusvalía
C
oncepto económico medular del
análisis marxista del capitalismo. Es
imposible definirlo sin antes
referirnos a la teoría del valor de Marx.
Recordemos sus principales
articulaciones. El valor de una Mercancía
no es más que el trabajo en ella
materializado. Este trabajo, definido
abstractamente por el “grado medio de
 4 La Gaceta Sociológica
habilidad y en unas condiciones que en
relación con el medio social dado, son
normales”, se mide en tiempo de trabajo.
El valor de una mercancía es, pues, el
tiempo de trabajo socialmente
necesario para producirla.
En el sistema asalariado, el propietario de
los medios de producción (el capitalista)
compra al proletario una mercancía
especial, su fuerza de trabajo, cuyo
valor está sometido a la misma ley que
la de toda mercancía: el valor de la
fuerza de trabajo es la cantidad de
mercancías necesarias para su
reproducción social, esto es para la
reproducción del proletario como
proletario.
La fuerza de trabajo utilizada por su
comprador, el capitalista, produce un
valor mayor que su valor. Este es el
origen de la plusvalía. “El capitalista por
ejemplo, obligará al obrero a trabajar
doce horas diarias. Seis horas
corresponden al valor de la fuerza de
trabajo. Las seis horas restantes
(plustrabajo) se materializan en una
plusvalía y en un superproducto”.
La plusvalía es, por tanto, “esa parte
del valor total de una mercancía en la
que está realizado el plustrabajo o
trabajo no pagado de un obrero” . Sean
cuales fueran las formas del reparto del
beneficio, la naturaleza de la plusvalía de
la mercancía o del trabajo no pagado que
contiene”.
Tipología de Marx
e puede encontrar en Marx una tipología
S sobre la que quisiéramos atraer la atención,
pues nos parece que, por sus mismas
ambigüedades plantea interesantes problemas.
Recordemos que, en un texto célebre, Marx
compara la sociedad a un edificio cuya base sería
la economía y sobre ésta se levantarían las
superestructuras (política, jurídica, ideológica, etc.):
“En la producción social de su existencia, los
hombres entran en relaciones determinadas,
necesarias e independientes de su voluntad:
relaciones de producción que corresponden a
un grado de desarrollo determinado de sus
fuerzas productivas materiales. El conjunto de
estas relaciones de producción constituye la
estructura económica de la sociedad, la base
concreta sobre la cual se eleva una
superestructura jurídica y política y a la cual
corresponden formas de conciencia social” (
“Contribución a la Crítica de la Economía Política”).
La infraestructura económica está
caracterizada por su modo de producción
(combinación de las fuerzas productivas y las
relaciones sociales de producción). Ahora bien,
dice Marx, el modo de producción es
determinante en última instancia. La
comprensión de este tema esencial condiciona la
comprensión que se tendrá de Marx. Se puede así,
por ejemplo, descubrir en Marx una sociología
evolucionista donde los tipos se engendran
necesariamente los unos a los otros y constituyen
otras tantas etapas que van desde las sociedades
sin clase a las sociedades de clase, y engendradas
por el desarrollo de las fuerzas productivas y su
relación con las relaciones de producción. Se
obtiene así la tipología siguiente:
- La comunidad primitiva, fundada en la
posesión común del suelo(o su falta de posesión),
en los lazos de parentesco, y en una economía de
ocupación de la naturaleza: pesca, caza,
recolección.
- El modo de producción asiático: la existencia
de un excedente regular de producción permite
una diferenciación social más avanzada que en la
comunidad primitiva y la aparición de grupos que
se apropian de este excedente. Las comunidades
primitivas, al emprender grandes trabajos de
irrigación, se ven obligadas a cooperar entre sí y a
crear una “unidad aglutinante”, un estado
planificador. El modo de producción asiático es por
tanto una mezcla de propiedad comunitaria y
dominio burocrático.
- El modo de producción antiguo, en el cual se
desarrolla, en beneficio de la segunda, la dualidad
de la propiedad pública y de la propiedad privada.
La parte de bienes raíces que pertenecen en
propiedad al ciudadano aumenta a expensas de la
propiedad del Estado. Este modo de producción
finaliza en el tránsito de la comunidad primitiva a
las sociedades fundadas sobre la propiedad
privada de los medios de producción.
Por fin, contentémonos con enumerar: tenemos el
modo de producción esclavista, el modo de
producción germánico, el modo de producción
feudal, el modo de producción capitalista, el
modo de producción socialista.
Pero la determinación por lo económico puede ser
comprendida de otra manera bajo la forma de una
causalidad directa y de una necesidad histórica.
Marx no cesó de rechazar toda reducción de su
teoría al economicismo: “Una misma crisis
económica -la misma en cuanto a sus condiciones
fundamentales- bajo la influencia de innumerables
condiciones empíricas diferentes, de condiciones
naturales, de relaciones raciales, de influencias
históricas exteriores, etc., puede presentar
variaciones y matices infinitos que sólo un
análisis de estas condiciones empíricas puede
dilucidar” (en “El Capital”). Y él mismo, en los
análisis concretos que hizo, parecía tener un
maligno placer en demostrar la ausencia de
determinación por la economía. Lo económico
sería entonces no una instancia productora de
los otros niveles y de la historia de la sociedad
global, sino la definición de un campo teórico
que da cuenta de la variedad de formas
sociales y de sus variaciones. Una nota de Marx
nos señala que él vio la dificultad, e incluso en qué
callejón sin salida, le ponía esta exigencia de
unificar el campo teórico de lo social, y de
mantener la idea de totalidad social y de la
historia planteando la existencia de un
referente (la economía), rechazando por
supuesto las simplificaciones que le llevaban a
unas filosofía de tipo hegeliano (ver nota sobre
la totalidad). Pero no se ha dicho que Marx haya
salido de la dificultad.
A la objeción según la cual el modo de producción
no es siempre determinante, ya que, por ejemplo
en la Edad Media esta determinación corresponde
al catolicismo y en la Antigüedad a la política,
Marx, en una nota de El Capital (Libro 1, IV)
responde: “Ni el primero podía vivir del catolicismo,
ni el segundo de la política. Las condiciones
automáticas de entonces explican por el contrario
por qué tanto el catolicismo como la política
desempeñaban el papel principal”. Atribuir así a la
economía la función de determinar la instancia
dominante en una formación social concreta exige
un tipo de causalidad -la causalidad estructural-
que Marx no elabora en ninguna parte.
Las múltiples tipologías con las que la sociología
confronta nos indican que si la empresa
tipológica de las sociedades globales tiene un
sentido, no puede ser más que una empresa
esencialmente tributaria de la pregunta que el
sociólogo plantea a la realidad social. Ésta, en
efecto, “no ofrece al investigador una
estructuración objetiva, sino que la obliga a la
construcción de modelos”. Por consiguiente el
valor de la tipología tiene que ser necesariamente
operativo.
El concepto de Sociedad
Global y la Totalidad
l análisis del concepto de sociedad global
E nos muestra que tiene la función de permitir
una aprehensión sintética de lo social y
de constituirlo en una totalidad en la que los
diferentes niveles encuentran relación y su
significación. Ahora bien, encontramos una
primera explicitación de esta categoría de la
totalidad social, no en la sociología, sino en la
filosofía. La sociedad global nos parece ser la
heredera de la categoría hegeliana de “Mundo” .
Como filosofía de la historia, el pensamiento de
Hegel es sociológico en la medida en que es
sensible a la especificidad de cada figura histórica
y de su diferencia de las demás. “Mundo Griego”,
“Mundo Romano”, “Mundo Moderno” se
presentan como totalidades históricas
coherentes en sí mismas. Lo que caracteriza su
modo de totalización es el hecho de que todos los
niveles descubiertos por el análisis expresan
un sentido idéntico: el sentido del Todo que los
integra. Economía, política, religión, arte, filosofía
están en recíproca correspondencia y manifiestan
el espíritu de un pueblo, es decir, la verdad de un
tipo de sociedad global. Así la verdad del mundo
romano, tal como se expresa no sólo en el derecho
sino en el arte, la religión, etc., es el “principio de la
individualidad jurídica abstracta”, y la verdad del
mundo moderno, es el “principio de la
subjetividad”.
Del mismo modo que encontramos en Hegel la
prefiguración, filosófica, de la noción de sociedad
global, encontramos también en él el tipo de
encadenamiento histórico-lógico al que se le
asocia. En efecto, tras definir totalidades
históricas, no superables de cierta manera, el
filósofo que quiere salvar la unidad de la
historia entra en contradicción con la
discontinuidad sociológica que ha establecido.
Se va a ver obligado a anular las diferencias
 5 La Gaceta Sociológica
esenciales que hacían de cada sociedad una
individualidad. Cada “mundo”es referido al
status de “momento” de la historia universal,
etapa necesaria en el trayecto del Espíritu que
se hace consciente de sí, es decir, (si se nos
permite la transposición antropológica) de la
humanidad que realiza su reconciliación
consigo misma. Y esta historia revela su sentido
Editor responsable:
oculto dentro de nuestra cultura, en este tiempo
presente en que finaliza. Lic. Silvana Inés Lado -
Cátedra de Sociología -
La totalidad como tiempo Texto para la divulgación.
histórico continuo... Los textos que aquí se reproducen son
l principio de esta filosofía de la historia (y una versión libre de diferentes partes de
A de toda clasificación de las sociedades la “Enciclopedia de las Ciencias Sociales”
globales basada en un eje orientado del Tomo: Sociología, Editorial Asuri, Bilbao,
tiempo (ascendente o descendente), 1981. (Páginas: 19, 21, 41, 53, 153, 242,
encontramos la afirmación de un tiempo 259, 298, 322, 333, 381, 482, 483 y 484.)
continuo, único, que late al mismo ritmo para
todos los niveles sociales, de manera que cada
uno de éstos está siempre en la misma hora
histórica que los otros. Encontramos también la
definición de un sujeto histórico, idéntico a sí
mismo a través de sus variaciones y cuyo
trayecto temporal es el camino de su propia
realización. Así se bosquejan las grandes síntesis
en las que la humanidad, desgarrada consigo
misma en la multiplicidad de sus formas al alba de
la historia, se asemeja y se reconcilia consigo
misma realizando, en el caso de la historia, una
figura conforme a su esencia.
Ciertamente, la noción de sociedad global no es
necesariamente tributaria de una filosofía de la
historia, y la tipología de las sociedades globales
puede adoptar la forma no de una sucesión, sino
de una tabla lógica. Queda claro que la noción
postula que lo social constituya un todo. Como
escribe Michel Foucault en “La arqueología del
saber” hablando de la historia global: “Proyecto de
una historia global es el que trata de restituir la
forma del conjunto de una civilización. [...] Se
supone que entre todos los acontecimientos de un
área espacio-temporal bien definida [...] se debe
poder establecer un sistema de relaciones
homogéneas: red de causalidades que permiten
que cada uno de ellos tenga lugar, relaciones de
analogía que muestran cómo se simbolizan los
unos a los otros, o como se expresan todos en uno
sólo y mismo núcleo central; se supone, por otra
parte, que una sola y misma forma de historicidad
lleva consigo las estructuras económicas, las
estabilidades sociales, la inercia de las
mentalidades, los hábitos técnicos, los
comportamientos políticos, y los somete a todos al
mismo tipo de transformación; se supone, por fin,
que la misma historia puede estar articulada en
grandes unidades (estadios o fases) que contienen
en sí mismas su principio de cohesión”.