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LA VOLUNTAD

En la historia del hombre siempre han surgido preguntas acerca de qué es


lo que hace que las personas actúen de una forma u otra, o por qué alguien hizo
algo seindo que podía haberlo hecho de forma mejor. A este tipo de cuestiones se
les puede dar una infinidad de respuestas: que puede influir el aspecto
psicológico, la situación económica, el ambiente en que se desarrolla, etc., sin
embargo, hay algo importante y que muchas veces para nosotros es desconocido
(pero que trabaja en el subconsciente) y que nos lleva a actuar, ese “algo” es la
voluntad. Al decirlo parece sencillo, sin embargo intervienen muchos motivos por
los que actuamos y que a partir de decidir entre varios, llevan la voluntad a la
práctica.

Supongamos que un estudiante acaba de terminar la preparatoria y de


encuentra en una situación en la que no sabe qué hacer o qué camino seguir; por
una parte sus padres quieren que vaya a estudiar una carrera al extranjero para
que abra su campo de visión ante el mundo; por otro lado sus amigos lo incitan a
que se quede y a que estudie la misma carrera que ellos; por él, en su interior,
cree que no vale la pena seguir estudiando y prefiere trabajar y tener un salario
para poder vivir bien.

El ejemplo anterior se aproxima mucho a la realidad actual, podemos


observar que los demás siempre esperan algo de nosotros, en otras palabras,
desean que nosotros pensemos, hablemos o hagamos lo que ellos quieren, lo que
tienen en mente, y restringen de esa forma el campo de acción a la hora de que
queremos hacer lo que deseamos. Influyen también en nuestras acciones el
ambiente en que nos desenvolvemos, ahora sí, aquí entran la situación económica
que muchas veces no nos favorece para realizar nuestros planes, el nivel social
que nos limita, la familia que no permite ciertas cosas, como en el caso anterior,
etc. En fin, la mayoría de las veces tenemos que cumplir expectativas externas
que pueden o no coincidir con nuestros proyectos, y que debemos enfrentarlas
para ir dando forma a lo que queremos realizar.

Aunque la parte externa tiene mucha influencia sobre nuestra forma de


actuar, debemos tener en cuenta que somos individuos únicos e irrepetibles, y por
lo tanto, vamos a generar nuestras propias expectativas, nuestros proyectos,
cómo nos visualizamos en el futuro, lo que queremos lograr, lo que “deseamos”.
En este sentido no es necesaria la aprobación de los demás, sino que lo que yo
crea que es mejor para mí a partir de la imagen que tengo de mí mismo, tanto en
lo físico (características físicas) como en lo mental (valores, emociones, etc.). Si
nos conocemos bien, sabremos de lo que somos capaces, de lo que podemos
hacer y de lo que no. Aquí hay que tener mucho cuidado, porque una mala
autoimagen puede crear problemas a la hora de tomar las decisiones, y debemos
enfrentar las consecuencias.

Hasta ahora hemos visto que podemos ejercer nuestra voluntad en base a
lo que los demás esperan de mí o a lo que yo espero de mí; y es a partir de aquí
donde surge la disyuntiva como en el ejemplo que vimos al principio, se viene a la
mente una pregunta que no podemos evadir si queremos seguir adelante ¿qué es
lo que debo hacer?

Para resolver esta situación, debemos contestar la pregunta anterior. En la


vida actual es fácil dejarnos llevar por aquellas cosas que se nos hacen más
cómodas, por lo que nos imponen (aunque nosotros no queramos), o por aquello
que queremos aunque con ello afectemos a los demás; nunca es bueno irnos a los
extremos porque nunca vamos a quedar conformes Debemos aprender a poner
prioridades en cuanto a nuestros deseos y los de los demás. A partir de aquí
entramos en un proceso en el cual entran todas las opciones que tenemos. Vale la
pena que pensemos y reflexionemos a conciencia cada una las opciones que
podemos tomar, que las valoremos, para que la decisión que tomemos, sea justo
aquella que cumpla con nuestras expectativas, con nuestros proyectos, y con lo
que los demás esperan de nosotros.

Ya hemos seleccionado qué es lo que queremos hacer, pero las ideas o las
opciones no van a realizarse por sí solas, y aquí volvemos a entrar nosotros. No
creo que podamos decir que hemos hecho nuestra voluntad si no hemos puesto
en práctica lo que escogimos. En este momento hace su entrada la decisión, ésta
está dada implícitamente a la hora de evaluar las opciones y escoger una, pero
también implica que la llevemos a cabo, la decisión es la que mueve a una
persona a hacer eso que quiere, y si lo realiza ahora sí podemos decir que esa
persona ha cumplido su voluntad, la ha llevado a la práctica.

Santo Tomás de Aquino se refiere a la voluntad como una facultad del libre
albedrío, que quiere decir esto, que nosotros, idealmente, tenemos la libertad de
escoger lo que es mejor para nosotros y para los demás. Si nos damos cuenta, lo
anterior implica que ya hemos equilibrado nuestras opciones y que hemos tomado
una decisión, y consecuentemente estamos ejercitando nuestra voluntad. Va a
depender de nosotros que los resultados de hacer nuestra voluntad sean los
esperados, si es así, muy bien, pero si no, debemos ver qué es lo que falló, y si es
posible, regresar al paso en el que buscamos el equilibrio de expectativas para
mejorar nuestra decisión.

Ahora ya conocemos cómo podemos llevar a cabo nuestra voluntad y cómo


la decisión hace que sea posible hacerla. La mayoría de las veces nuestra
voluntad se da de forma espontánea, es decir, cuando hacemos lo que nos gusta
(casi no nos damos cuenta de que estamos ejerciendo la voluntad), otras veces la
hacemos conscientemente, realizamos todo el proceso para cada nueva cosa que
hacemos, y que suele ser algo en lo que tenemos que esforzarnos para
alcanzarlo, por ejemplo, para entrar a estudiar determinada carrera y terminarla se
requiere de la voluntad de la persona para lograrlo.
Platón decía que seguir los deseos no significa ejercitar la voluntad, es muy
cierto, porque acabamos de ver que no sólo debemos dejarnos llevar por lo que
deseamos nosotros sino que hay que equilibrarlo con el ambiente en el que
vivimos, y ahora si, después de llegar a ese punto medio, mediante la decisión
ejercitar nuestra voluntad. Si nos dejamos guiar solamente por nuestros deseos,
vamos a caer en hacer nuestros proyectos propios y dejamos a un lado todo lo
demás, hacemos lo que nos pega en gana, y podemos ocasionar problemas que a
la larga son difíciles de solucionar.

También cuando sabemos de alguien que tiene un carácter muy débil


llegamos a decir que no tiene voluntad, no quiere trascender, que le gusta hacer lo
que le dicen los demás, etc. De cierta forma esa persona también está ejerciendo
su voluntad (siempre y cuando haya decidio ser así) y tiene mucho que ver la
imagen que tiene de sí misma. Puede que haga su voluntad, pero tal vez no la
hace de manera que le ayude a enfrentar otras situaciones que se le presenten
después. Por eso, para ejercitar de mejor forma la voluntad propia, debemos tener
firmeza, resolucón, formar el carácter, tener criterios de acción (que se van
adquiriendo a partir de la experiencia en la toma de decisiones). La intención no
basta, la voluntad se manifiesta “haciendo”, y es la única forma en que podemos
adquirir esa experiencia.

Finalmente, podemos decir que la voluntad se crea a partir de la toma de


decisiones en las que es necesario generar un equilibrio entre las expectativas
externas y el proyecto propio (a partir de la autoimagen que tenemos de nosotros
mismos). Además debemos aprender a ejercitar nuestra voluntad (mediante la
acción) para obtener experiencia y poder manejar con facilidad las situaciones,
sean o no adversas, que se presenten a lo largo de nuestra vida.
- La decisión mueve, proceso que lleva a la voluntad
- Voluntad como facultad del libre albedrío (S.T.Aquino)
- Seguir los deseos no significa ejercitar la voluntad (Platón)
- Ya conocemos, tenemos la voluntad
- Ejercitar la voluntad (forma espontánea, forma consciente)
- Requiere firmeza, resolución
- Formar el carácter para hacer la voluntad
- Qué hacer ante las dificultades (abandonar, continuar)
- Uno toma la decisión, tiene la última palabra.
- La voluntad nos hace realizar cosas por encima de las dificultades, los
contratiempos y el estado de ánimo.
- La intención no basta, la voluntad se manifiesta “haciendo”,
- Se fortalece en las pequeñas cosas de nuestra vida diaria

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