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Por qué empujan los suelos?

Características de los terrenos relativas a las estructuras de


contención
Los suelos nos sirven para asentar las construcciones y de
su capacidad portante nos valemos para mantenerlas firmes y
estables. Sin embargo, cuando una construcción está
parciamente enterrada, sea en todo su contorno, sea sólo en
algunos lados, los suelos tienden a empujar contra la
construcción misma, obligando así a disponer estructuras que
contengan dicho empuje. La razón de que los suelos empujen
reside en que no son sólidos puros, a pesar de su apariencia, sino
que más se asemejan en su comportamiento a los fluidos.
Tomando como referencia el agua, ésta, al estar confinada, no se
derrama. Eso se produce gracias a que el recipiente que la
contiene ejerce contra ella la misma presión que internamente
tiene. Es decir, el recipiente está sometido a la presión
hidrostática del agua. Como es sabido, dado que la presión en el
interior del agua depende del peso de agua por encima del punto
en que medimos aquella, esa presión crecerá linealmente con la
profundidad medida desde la superficie. Por ser un fluido puro,
esa presión hidrostática -que es horizontal- es exactamente igual
a la vertical, que es el peso del agua por encima del punto
considerado.

Pues en los suelos sucede algo parecido a lo que sucede en el


agua, con la diferencia de que, al estar constituidos por gránulos
con rozamiento entre ellos, la presión horizontal que ejercen no
es igual a la del peso que soportan en vertical, sino menor, ya que
una parte de esa presión se disipa en el rozamiento entre los
gránulos. Por tanto, la presión del terreno contra lo que lo
contiene será proporcional al peso que soporta a la cota
considerada y crecerá con la profundidad.
Ese rozamiento entre los gránulos que conforman el suelo hace
que, si desaparece la contención, el terreno se desparrame hacia
la horizontal, quedando lo desmoronado con un cierto ángulo de
inclinación. Ese ángulo de inclinación desde la horizontal con que
el terreno queda desparramado se conoce como ángulo de
rozamiento interno (el ángulo de rozamiento interno del agua es
cero: se desparrama por la horizontal sin límite). Cuanto mayor
sea el ángulo menor tendencia tendrá el terreno a desparramarse
y, por tanto, empujará menos. Como además el empuje -la
presión horizontal que ejerce contra la contención- es
proporcional al peso que hay por encima del punto del terreno
considerado, cuanto más denso sea el terreno y cuanto más
profundo sea el punto considerado, mayor será el empuje. La
relación que existe entre el peso de terreno en un punto y el
empuje que genera en ese punto se denomina coeficiente de
empuje, que será siempre menor que la unidad. En el caso del
agua, el coeficiente de empuje es la unidad.
Ahora bien, no empuja igual un terreno nada más ser excavado
que cuando lleva tiempo excavado, ni lo hace igual cuando se
excava una vez contenido que cuando se contiene una vez
excavado. Cuando la contención se realiza antes de la
excavación -pantallas, pantallas de pilotes o micropilotes- puede
considerarse en algunos casos (contenciones muy rígidas) que el
terreno está intacto y que, por tanto, cuando se excave, actuará
contra la contención con la misma presión horizontal que actuaba
entre dos zonas adyacentes del mismo. En tal caso, se considera
que actúa el empuje en reposo. Si la contención no es muy
rígida o se excava el terreno antes de realizar la contención, la
superficie cortada del terreno habrá perdido la presión horizontal y
habrá empezado a intentar desmoronarse, según lo indicado
antes.

En este caso, una cierta cuña de terreno se estará desprendiendo


del resto y, al intentar desmoronarse, empujará la contención. Así,
nos encontramos ante el empuje activo del terreno, que es el
caso más común. Por último, si la contención empuja al terreno -
caso de las zonas empotradas de las pantallas o zonas con
cables pretensados contra el terreno- el terreno responderá
también en función del peso que se movilice al ser empujado
horizontalmente, proporcionando entonces una fuerza pasiva de
respuesta al ser empujado. Tal empuje recibe el nombre
de empuje pasivo, que es siempre mayor que el activo, gracias a
lo cual, las pantallas tienen empotramientos suficientemente
pequeños y seguros.

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