DOMINGO, 5 OCTUBRE 2008
LA APORTACIÓN La globalización
DEL FILÓSOFO El alemán muestra sus
PETER SLOTERDIJK ideas al respecto en ‘En
el mundo interior del
capital’ (Siruela)
“El problema no es moral”
¿Cómo ve esta crisis?
Ratifica las tesis de mi libro. El mercado
–amoral– es incapaz de limitarse, y la ética
no es suficiente para detener sus excesos.
Entre la fuerza de la economía y la debili-
dad de la moral, necesitamos la política pa-
ra regular el mercado y fijarle límites.
¿Cómo se justifica moralmente el res-
cate estatal de las bolsas?
No tiene justificación moral, porque lo éti-
co sería que los responsables de la crisis pa-
garan los platos que han roto. El rescate se
justifica por razones económicas, para evi-
tar la catástrofe que supondría el hundi-
miento del sistema financiero.
¿Hay que refundar el orden económi-
co internacional?
Nadie –ni siquiera la izquierda– propone
romper con el capitalismo. La vitalidad del
sistema se refuerza: a pesar del golpe, sal-
CULTURA
El capitalismo La expansión
Un juego de deudas por saldar, El mercado quiere trasladar a los
que exigen más beneficios, y a cánones del poder adquisitivo la
su vez más gastos y más deudas vida entera de trabajo, deseo y
expresión de los seres humanos
FRANCESC TORRALBA
Prof. de Filosofía Contemporánea
en la Universitat Ramon Llull
“Una ocasión
para reformular
las bases”
Toda crisis es una ocasión, un
tiempo oportuno para reflexio-
nar sobre los motivos que la han
propiciado. No hay que acelerar-
se en el juicio, ni tampoco dar
póstumamente la razón a Marx y
a sus escasos seguidores en el día
de hoy, pero sí que permite revi-
sitar de nuevo los fundamentos
éticos del capitalismo decimonó-
nico y mostrar las transformacio-
nes y perversiones que ha sufrido
desde entonces hasta el mundo
presente.
Ni siquiera Adam Smith o Da-
vid Ricardo podían imaginar las
graves consecuencias a escala
mundial del laissez faire, laissez
passer, especialmente para una
inmensa parte de la humanidad.
La crisis es una ocasión para re-
formular las bases, acercarse a
las ideologías sociales del XIX,
no para caer pendularmente en
el halago del socialismo utópico
o del marxismo ortodoxo, sino
para recuperar las semillas de
verdad que también hay en ellas
y que desde la caída del muro de
Berlín hemos borrado del mapa
intelectual. Refundar el sistema
es una tarea interdisciplinar. Es
fundamental identificar sin acri-
tud las fragilidades del marxis-
mo-leninismo, pero también las
contradicciones del capitalismo
vigente. Es esencial pensar un sis-
tema que, respetando la libertad
de producción y consumo, garan-
tice unos mínimos derechos y
prestaciones para todos, no sólo
para una diminuta proporción de
humanidad. Requerimos una éti-
ca global, en el sentido reivindica-
do tanto por Hans Jonas como
por Hans Küng. No nos bastan
las éticas provincianas porque
los problemas que hoy acechan
CONTINÚA EN LA PÁGINA SIGUIENTE >>
PERET
André dremos de la crisis sin modelo alternativo.
Comte-Sponville, ¿Hay diferencias entre las religiones?
filósofo, Los países católicos presentan una rela-
ción más problemática y ambivalente con
autor de el dinero: todos queremos tener más dine-
‘El capitalismo ro pero odiamos a los ricos. Si una empresa
¿es moral?’ tiene éxito, creemos que su dueño es una
(Paidós) mala persona; eso no sucede en los países
protestantes. Mi postura es que el dinero
no es algo diabólico, pero tampoco hay que
hacer de él una virtud. La riqueza no es
una virtud, lo son la generosidad o el amor.
¿La bolsa es moral?
La bolsa es como el fútbol, no es pertinente
aplicarle la moral: ¿es moral que te mar-
quen un gol? Lo justo sería que se le diera
un balón a cada futbolista, pero... La verda-
dera pregunta es: ¿la bolsa es útil? Los eco-
nomistas coinciden en que sí.
INMA SAINZ DE BARANDA XAVI AYÉN
LA VANGUARDIA 47
La metáfora
Vivimos en una esfera
dominada por empresa-
rios que genera significados
Llàtzer Moix
La contradicción
L
a ética es una asignatura presente en los
sucesivos cursos de la educación secunda-
ria. De Aristóteles a Foucault, el concepto
ética ha sufrido alguna que otra revisión.
Pero, en términos generales, seguimos dando por
buena la idea de que la ética es la parte de la filosofía
que aborda y orienta la conducta humana. En la An-
tigüedad, al hablar de ética se pensaba en la bondad
o la maldad de los actos humanos. Hoy en día quizá
relacionaríamos lo ético con aquello que el indivi-
duo debe hacer en su convivencia con los demás; es
decir, con su responsabilidad social. Y puesto que
esperamos que nuestros hijos tengan una conducta
ética ante el prójimo –y, puestos a pedir, que el pró-
jimo la tenga con ellos–, les enseñamos los rudimen-
tos éticos.
Todo esto se produce en el seno de un sistema
político democrático, que dista de ser perfecto pero
que, al menos en términos relativos, es lo mejor que
hemos sabido organizar. Dicho sistema de represen-
tación popular se superpone con un sistema econó-
mico, conocido como capitalismo, que se rige por
unas normas bastante más opacas que la democra-
cia. Y que cuenta con unas elites rectoras cuyos erro-
res, tolerados –cuando no alentados– por buena par-
te del establishment político y financiero, han conta-
minado a parte de la población –los ilusos conver-
sos del llamado capitalismo popular– y nos han lle-
vado a la presente situación de crisis.
Resumiendo: disfrutamos de un sistema que in-
culca principios éticos a sus cachorros, pero que per-
mite a quienes ocupan su puente de mando econó-
mico –es decir, el puente de mando, tout court– una
conducta a veces propia de aventureros, por no de-
cir de piratas; un sistema que aplaude a los funámbu-
los de la ingeniería financiera, a los adictos a la espe-
culación cortoplacista y a los devotos del pelotazo,
caiga quien caiga y aunque su modus operandi com-
porte el emponzoñamiento del sistema con bonos
basura, hipotecas basura, futuros basura y demás
productos tóxicos.
Ante este panorama, puede decirse que las ense-
ñanzas teóricas que reciben los escolares no se co-
rresponden con el ejemplo que dan quienes, desde
el puente de mando, deberían tener una conducta
intachable. No sólo no se corresponden: a menudo
se contradicen abiertamente. Por ello, en la actual
circunstancia de crisis es comprensible que se pro-
duzca, en primer lugar, una quiebra de confianza.
En segundo, una exigencia de responsabilidades. Y,
en tercero, que
se abra un perio-
Enseñamos ética a los do de reflexión y
debate sobre el
escolares y toleramos mejor modo de
a torpes o piratas en refundar un siste-
ma zozobrante.
los puentes de mando Esa quiebra de
confianza es in-
evitable, es ya un
hecho incontrovertible, fruto de una gestión equi-
vocada. Esa exigencia de responsabilidades es más
que recomendable. Y ese debate resulta ineludible,
siempre y cuando conservemos cierta estima por
el sistema democrático que funciona asociado al
capitalismo.
El ejercicio de responsabilidad que Max Weber
relacionó estrechamente con la ética, y en particu-
lar con la ética política –y, por tanto, con la econo-
mía–, debería enfilar esta senda reparadora. Si se
toma dicho camino, los norteamericanos podrán
quizá dar por bien empleados esos 700.000 millo-
nes de dólares detraídos de los dineros públicos –en
tiempos de paro y congelación salarial, dicho sea de
paso– para tapar los primeros agujeros producidos
por los torpes y los piratas de las finanzas. Si no se
toma, el multimillonario plan de rescate puede con-
vertirse en otro botín de los nuevos bucaneros. Y,
también, en auténtica dinamita para esa ética que
enseñamos a los escolares.