Escolar Documentos
Profissional Documentos
Cultura Documentos
Explica que la percepción del terapeuta debe estar abierta a los fenómenos que
aparecen en el presente, sin intelectualizarlos ni explicarlos, el terapeuta debe
aceptar la existencia de estos objetos de la percepción para que el paciente pueda
lograr su propio proceso de descubrimiento. Este objeto perceptible se sostiene a
sí mismo, dado que solamente existe aquello que se puede percibir, esto brinda la
posibilidad de observar el ciclo de la experiencia del paciente, el cual debe
permitirse que fluya por sí mismo. El terapeuta, dice Baumgardner, puede agregar
sus pensamientos, siempre y cuando sea capaz de separarlos del ciclo de la
experiencia del paciente, y con la plena conciencia del valor que esto tendrá para
el proceso de descubrimiento.
Este descubrimiento del que Baumgardner habla, comienza con el momento donde el
paciente se da cuenta de partes de sí mismo que aun no posee, partes faltantes de
sí, en las que puede darse cuenta del poder que posee, aunque menciona también que
esto es algo que el paciente aún no lleva consigo, solo lo descubre. Remarca que
cualquier tipo de intervención que el terapeuta realice durante este momento afecta
el descubrimiento de propio paciente, por lo que el proceso terapéutico no se lleva
a cabo. Da una importancia vital mencionando que “El descubrimiento es El Centro
mismo del proceso de crecimiento y la esencia de la psicoterapia”, por lo que
asigna al terapeuta un rol de facilitador y no de maestro, de acompañamiento en un
“estar con”.
Baumgardner explica también cómo es que hay que evitar las interpretaciones, pues
estas obstaculizan el descubrir del paciente, quitando la posibilidad de que sea él
quien construya sus propios aprendizajes y devaluando su capacidad para hacerse
cargo de sí mismo. Además, deja claro que cuando se realiza una interpretación,
esta misma intervención “tiene que ver, no con el cliente, sino con el terapista”,
pues se trata más bien de una “fantasía” que el terapeuta brinda al paciente como
un hecho que debe ser aceptado por este. Sin embargo, las fantasías del terapeuta
pueden ser utilizadas para fabricar escenas para el paciente, las cuales se
diferencian claramente como ajenas al paciente en tanto que el terapeuta se
encuentra bien consciente de sí mismo y de sus sentimientos. Recomienda,
finalmente, hacer uso de la fantasía del terapeuta “con cautela y discresión”.
Más adelante habla de la importancia que tiene la percepción como una forma de
contacto con lo que esta fuera del intelecto, con la finalidad de descubrirse a sí
mismo y la relación con el mundo. El flujo inmediato de sí mismo, explica, es la
única manera en que una persona puede ser plenamente consciente de lo que hace, lo
que siente y lo que necesita; una vez que logra este contacto con las experiencias
que descubre a partir de su propia percepción está capacitado para descubrir lo que
evade, las situaciones y las personas que evita en realidad son las fantasías que
parten de sus propios sentimientos reprimidos. Puede darse cuenta entonces de que
hay muchas cosas que no es posible cambiar del medio, sin embargo, puede modificar
sus sentimientos y aceptarlos como parte de su realidad.
Baumgardner propone trabajar con la ansiedad por dos vías, la primera a partir de
que el paciente haga consciente sus propias fantasías, y la segunda, haciendo
contacto con los síntomas que precisamente el paciente intenta evadir. En este
punto, la labor del terapeuta consiste en acompañar al paciente en la experiencia
continua de la ansiedad, devolviendo al paciente cada vez que se evada al contacto
consigo mismo, sus fantasías catastróficas y los síntomas que se desprenden de
ello. Esto mueve en el paciente una energía vital que desbloquea la capacidad de
hacerse responsable de sí mismo y de sus necesidades.
Baumgardner continua explicando otro de los conceptos utilizados por Perls, el
“vacío fértil”, menciona que es otra de las formas en las que el paciente puede
evadirse a sí mismo, ubicando una especie de vacío en sus vidas. El terapeuta, ante
la aparición de este vacío en el paciente, le pide que señale en sí mismo dónde se
ubica dicho vacío, una vez que lo hace, le acompaña a explorar su experiencia,
adentrándose en su vacío y descubriendo todo lo que hay por descubrir de él.
Entonces se puede producir una transformación, en donde la percepción de “vacío
estéril” que tenía el paciente ahora se ha convertido en un “vacío fértil”, en el
cual encuentra una riqueza experiencial con la cual puede descubrirse a sí mismo.