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Fundamentos de la Terapia Gestalt: capítulo 2 “La labor del terapeuta”

Para Baumgardner el terapeuta debe poner especial atención, desde la primera


sesión, en la forma en la que el paciente se relaciona con el ambiente, en qué
medida conecta con lo que le rodea y consigo mismo. A la vez se deben observar
también lo que llama huecos de la personalidad, aquellas formas en las que el
paciente intenta evadir su responsabilidad para hacer contacto. Además de esto, nos
sugiere estar atentos a la voz y a la voluntad para trabajar, observando los roles
desde lo que se mueve mientras se relaciona.

Lo anterior describe algunos de los elementos que considera importantes para


trabajar durante la terapia, puesto que los pacientes recurren a los papeles
sociales con los que se sienten cómodos para evitar el contacto con sus propios
sentimientos. A partir de que el terapeuta permanece abierto, en el presente, a
permitir que surja en el paciente lo que venga al primer plano de la conciencia, se
podrá identificar alguna experiencia irresuelta, a partir de las sensaciones que
despierta y ahora hace consciente el propio paciente.

Explica que la percepción del terapeuta debe estar abierta a los fenómenos que
aparecen en el presente, sin intelectualizarlos ni explicarlos, el terapeuta debe
aceptar la existencia de estos objetos de la percepción para que el paciente pueda
lograr su propio proceso de descubrimiento. Este objeto perceptible se sostiene a
sí mismo, dado que solamente existe aquello que se puede percibir, esto brinda la
posibilidad de observar el ciclo de la experiencia del paciente, el cual debe
permitirse que fluya por sí mismo. El terapeuta, dice Baumgardner, puede agregar
sus pensamientos, siempre y cuando sea capaz de separarlos del ciclo de la
experiencia del paciente, y con la plena conciencia del valor que esto tendrá para
el proceso de descubrimiento.

Este descubrimiento del que Baumgardner habla, comienza con el momento donde el
paciente se da cuenta de partes de sí mismo que aun no posee, partes faltantes de
sí, en las que puede darse cuenta del poder que posee, aunque menciona también que
esto es algo que el paciente aún no lleva consigo, solo lo descubre. Remarca que
cualquier tipo de intervención que el terapeuta realice durante este momento afecta
el descubrimiento de propio paciente, por lo que el proceso terapéutico no se lleva
a cabo. Da una importancia vital mencionando que “El descubrimiento es El Centro
mismo del proceso de crecimiento y la esencia de la psicoterapia”, por lo que
asigna al terapeuta un rol de facilitador y no de maestro, de acompañamiento en un
“estar con”.

El papel del facilitador consiste entonces, en buscar espacios alternos donde el


paciente pueda explorar diferentes perspectivas de su experiencia presente, esto
mediante sus propios procesos de creatividad facilitadora. Menciona que tiene la la
tarea de llevar al paciente a lugares distintos a los que ha recorrido, donde puede
abordar sus asuntos irresueltos de una manera novedosa, en la cual el terapeuta
debe promover el dinamismo, sin el cual, la terapia no ocurrirá y el propio
descubrimiento del paciente no surgirá.

El terapeuta debe mantenerse en el fondo, procurando brindar al paciente, en estos


espacios alternos, ideas que le permitan explorarse a sí mismo, motivando a ir cada
vez más profundo, a situaciones que incluso estaban negadas hasta entonces.
Menciona también, que para Perls hay dos formas en las que el terapeuta trabaja,
una es como facilitador, tal como se ha mencionado, es parte del fondo en el
descubrir del paciente; la segunda forma en que trabaja es convirtiéndose en parte
activa del proceso del paciente. Puede entonces ayudar a que el paciente vaya más
allá, asumiendo algún papel que permita al paciente darse cuenta desde la relación
que se establece en los roles que se juegan.

Baumgardner explica también cómo es que hay que evitar las interpretaciones, pues
estas obstaculizan el descubrir del paciente, quitando la posibilidad de que sea él
quien construya sus propios aprendizajes y devaluando su capacidad para hacerse
cargo de sí mismo. Además, deja claro que cuando se realiza una interpretación,
esta misma intervención “tiene que ver, no con el cliente, sino con el terapista”,
pues se trata más bien de una “fantasía” que el terapeuta brinda al paciente como
un hecho que debe ser aceptado por este. Sin embargo, las fantasías del terapeuta
pueden ser utilizadas para fabricar escenas para el paciente, las cuales se
diferencian claramente como ajenas al paciente en tanto que el terapeuta se
encuentra bien consciente de sí mismo y de sus sentimientos. Recomienda,
finalmente, hacer uso de la fantasía del terapeuta “con cautela y discresión”.

Posteriormente, Bamgardner explica la importancia de devolver la responsabilidad al


paciente, poniendo una atención significativa a las formas en las que este intenta
manipular al terapeuta. Menciona que una de las formas principales en las que el
paciente evade su responsabilidad es a través de “necesitar” del terapeuta para
lograr su proceso de auto descubrimiento, como una forma de hacer más pronunciado
su papel de indefenso. Ante esto, Baumgarner sugiere que se le permita al paciente
responder a la pregunta de “¿cómo lo necesitas?”, con la intención de que
reflexione sobre la utilización de la palabra *necesito* (que implica
sobrevivencia) en lugar de *deseo*, que lleva el mensaje de la dependencia
emocional hacia el terapeuta.

La segunda de las formas en las que el paciente puede evadir su responsabilidad es


a partir de las frases que utiliza, donde aleja sus propias decisiones y conductas
hacia una despersonalización, por lo que se le debe pedir que asuma dicha
responsabilidad hablando de sí mismo en términos de lo que le corresponde,
incluyendo el cambio de las palabras “no puedo” a un “no quiero”, intentando que en
cada momento pueda darse cuenta de que su desvalía tiene que ver no con el mundo
externo, sino con lo que está dejando de decidir o permite que los demás decidan
por él.

Más adelante habla de la importancia que tiene la percepción como una forma de
contacto con lo que esta fuera del intelecto, con la finalidad de descubrirse a sí
mismo y la relación con el mundo. El flujo inmediato de sí mismo, explica, es la
única manera en que una persona puede ser plenamente consciente de lo que hace, lo
que siente y lo que necesita; una vez que logra este contacto con las experiencias
que descubre a partir de su propia percepción está capacitado para descubrir lo que
evade, las situaciones y las personas que evita en realidad son las fantasías que
parten de sus propios sentimientos reprimidos. Puede darse cuenta entonces de que
hay muchas cosas que no es posible cambiar del medio, sin embargo, puede modificar
sus sentimientos y aceptarlos como parte de su realidad.

Describe que el proceso de evadir consiste en reducir la conciencia, y derivada de


esta evasión se hace evidente la ansiedad, por lo que recomienda estar pendientes
de la aparición de la ansiedad, puesto que implica en sí misma que el paciente está
evadiendo algo. Menciona que la ansiedad se encuentra estrechamente relacionada a
la fantasía, algo que Perls llama “expectativa catastrófica”, y que parte del
supuesto temor que el paciente experimenta, pero que solo es supuesto en tanto que
no existe una amenaza presente, sino solo la ansiedad que se origina en los
pensamientos acerca de algo terrible que puede pasar.

Baumgardner propone trabajar con la ansiedad por dos vías, la primera a partir de
que el paciente haga consciente sus propias fantasías, y la segunda, haciendo
contacto con los síntomas que precisamente el paciente intenta evadir. En este
punto, la labor del terapeuta consiste en acompañar al paciente en la experiencia
continua de la ansiedad, devolviendo al paciente cada vez que se evada al contacto
consigo mismo, sus fantasías catastróficas y los síntomas que se desprenden de
ello. Esto mueve en el paciente una energía vital que desbloquea la capacidad de
hacerse responsable de sí mismo y de sus necesidades.
Baumgardner continua explicando otro de los conceptos utilizados por Perls, el
“vacío fértil”, menciona que es otra de las formas en las que el paciente puede
evadirse a sí mismo, ubicando una especie de vacío en sus vidas. El terapeuta, ante
la aparición de este vacío en el paciente, le pide que señale en sí mismo dónde se
ubica dicho vacío, una vez que lo hace, le acompaña a explorar su experiencia,
adentrándose en su vacío y descubriendo todo lo que hay por descubrir de él.
Entonces se puede producir una transformación, en donde la percepción de “vacío
estéril” que tenía el paciente ahora se ha convertido en un “vacío fértil”, en el
cual encuentra una riqueza experiencial con la cual puede descubrirse a sí mismo.

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