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INTRODUCCIÓN

La colisión entre derechos que se encuentran en un mismo nivel de


importancia, como los que se encuentran en la Constitución, crea un conflicto que
debe ser resuelto de forma consiente y clara por el Operador Judicial, realizándose
un cuestionamiento profundo, sabiendo la necesidad de satisfacción de ambos
derechos, entendidos como normas de carácter fundamental, los cuales deben ser
garantizados en la mayor medida posible, en cuanto tengan igual grado de
importancia y en el enfrentamiento entre estos se busca que uno ceda ante el otro
sin dejar inoperante al cedente, es un proceso valorativo identificado como
ponderación de los derechos humanos.
La palabra eutanasia está compuesta de dos términos griegos: eu (buena) y
thánatos (muerte). El significado propio de eutanasia es el de causar directamente
la muerte, sin dolor, de un enfermo incurable o de personas minusválidas o
ancianas.

En el sentido más correcto, por eutanasia se entiende un "homicidio piadoso",


y consiste en quitar la vida a un semejante aquejado de enfermedad incurable, de
achaques de vejes o de malformaciones físicas o psíquicas, congénitas o
adquiridas.

Ante el tema de la eutanasia, el derecho penal puede ofrecer varias


soluciones: admitir la concurrencia de un estado de necesidad, bien sea como causa
de justificación o de exculpación; conceder primacía a la libertad de la persona, y
como consecuencia, dar relevancia de la persona que padece; o bien; tipificar
expresamente este comportamiento.

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CAPITULO I
PLANTEAMIENTO DE ESTUDIO
HOMICIDIO PIADOSO Y PONDERACIÓN DE LOS DERECHOS
HUMANOS
DESCRIPCIÓN DEL PROBLEMA
La diferencia entre reglas y principios para el buen funcionamiento del
ordenamiento jurídico

REGLAS

O Establecen supuestos de hecho y consecuencias jurídicas.


O La colisión con otras reglas se resuelve, mediante la premisa de la norma
posterior y la norma especial.
O Se establecen dentro del marco de lo fáctico y realizable.
O No requiere de mayor esfuerzo argumentativo.
O Suelen poseer un alto grado de precisión.
O Las reglas se limitan a exigir un comportamiento concreto y determinado.

PRINCIPIOS

O Contienen mandatos de optimización, “toda persona tiene derecho a la seguridad


social”.

O Colisiona con otros principios y bienes jurídicos tutelados constitucionalmente.

O Se caracteriza por niveles elevados de imprecisión terminológica.

O Son interpretados sistemáticamente.

O Los principios, desde el punto de vista doctrinal, deben cumplir con el siguiente
rol primordial:

 Sirven de base y fundamento de todo el ordenamiento jurídico.


 Actúan como directriz hermenéutica para la aplicación de las reglas jurídicas.
 En caso de falta de norma concreta y específica, se emplean como fuente
integradora del derecho.

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En estos términos, es indiscutible que los principios cumplen con una triple
función, que es, fundamento, interpretación e integración del orden jurídico.

1. ELEMENTOS DE LA PONDERACIÓN DE LOS DERECHOS


FUNDAMENTALES
La ley de la ponderación: “cuanto mayor es el grado de la no satisfacción o de
afectación de uno de los principios, tanto mayor debe ser la importancia de la
satisfacción del otro”
La fórmula del peso: Se mide el peso en abstracto de cada uno de los principios y
luego con las particularidades del caso concreto.
Las cargas de argumentación: Operan cuando existe un empate entre los valores
de la aplicación de la fórmula del peso.

2. ESTRUCTURA DE LAS NORMAS DE DERECHO FUNDAMENTAL


La Constitución y los Tratados Internacionales son los enunciados que tipifican
los derechos fundamentales, mismos que se caracterizan por un elevado grado de
indeterminación normativa.
Las normas de derechos fundamentales, son el conjunto de significados
proscriptitos de las disposiciones que los contienen, mediante las cuales se
establece que algo está ordenado, prohibido o permitido. Son el resultado de la
interpretación constitucional.
También se conocen como “subreglas constitucionales”.
3. EL PRINCIPIO DE PROPORCIONALIDAD Y SU APLICACIÓN EN EL
CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD DE LAS LEYES
El principio de proporcionalidad es una herramienta de uso fundamental sobre
todo para el juez constitucional, el cual debe ser comprendido como una
metodología de interpretación jurídico-constitucional del conjunto de normas que
hacen parte del derecho penal material y de los axiomas constitucionales.

La aplicación del principio de proporcionalidad en sentido amplio lleva a que la


afectación de los derechos fundamentales sólo sea lícita cuando ella se muestra
adecuada a los fines de la persecución penal, las autoridades no disponen de otros
medios igualmente efectivos pero menos lesivos de los derechos de la persona y
el perjuicio ocasionado a la persona no es excesivo frente a la importancia de los
fines de la persecución penal.

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4. HOMICIDIO PIADOSO
4.1. La incurabilidad de la enfermedad de la persona para que muera por
eutanasia
Esta incurabilidad a la que expresamente se refiere el tipo demanda una serie
de precisiones resulta de suma importancia limitar los alcances de la dimensión
tanto temporal como espacial de la incurabilidad. Esta característica del tipo debe
ser apreciada más racionalmente como un criterio de aplicación concreta a la
situación y contexto social en el que se halla el enfermo, teniendo en cuenta todos
los factores circundantes determinados por el lugar, tiempo y condiciones que
conforman el contexto eutanásico específico; sólo considerando la especificidad de
cada caso particular, puede llegar a determinarse si en realidad una enfermedad es
incurable.
Asimismo, resulta de particular importancia recalcar que a diferencia de algunos
tipos penales que regulan la eutanasia en la legislación comparada8, el tipo penal
del CP peruano ha preferido no referirse expresamente a una enfermedad mortal o
de consecuencias inminentemente mortales sino tan sólo a un «enfermo incurable».
Aunque prima facie la diferencia entre un mal incurable y otro mortal se muestre
como formal o terminológica, lo cierto es que la incurabilidad no comporta
necesariamente la proximidad o inminencia de la muerte del enfermo.
Es perfectamente posible que una enfermedad, aun cuando incurable, no
conduzca al enfermo a la muerte en un plazo breve y que por el contrario transcurra
un largo periodo de tiempo hasta el momento de su deceso; prueba concluyente de
ello son enfermedades para los que la ciencia médica no ha encontrado una
solución de cura plena y exitosa, aunque puedan ser tratadas a través de diversos
medicamentos cada vez más complejos y eficaces. Ejemplos de enfermedades de
estas características son: el SIDA, la artritis en sus diversas formas, diabetes, el
asma, el mal de Parkinson, entre otras tantas que, aunque incurables, no conducen
a la muerte del paciente de manera inmediata sino que por lo general implican un
proceso previo de deterioro progresivo de la salud y de la calidad de vida.
4.2. La apreciación de los dolores del ser humano por lo cual se comete
el homicidio piadoso (eutanasia)

Se considera solo aquellos padecimientos estrictamente físicos, esto es,


aquellos que incidan directamente en la estructura somática del paciente (intensos
padecimientos, por ejemplo, musculares, óseos, de algún sector del aparato
digestivo o propios del sistema nervioso, etc.). Por el contrario, resulta más
consecuente con la problemática real de la eutanasia el considerar también a los
denominados dolores psicológicos o morales, esto es, aquellos que teniendo como

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origen igualmente a la enfermedad o accidente sufridos por el solicitante, no afectan
en estricto su organismo físico-materialmente entendido sino que se desarrollan en
su psique, en su fuero interno, debido a la aguda aflicción y pesadumbre que le
genera el progresivo deterioro de su salud y calidad de vida, de modo que aunque
su naturaleza difiera de los puramente físicos, ciertamente tienen la misma
capacidad para alterar gravemente la salud de quien los padece.

Afirma ADMIRAAL llevando la figura más lejos, que «no cabe decir que el
dolor físico por sí solo constituya justificación médica suficiente para la eutanasia»,
poniendo un mayor énfasis en el de índole psíquica como factor decisivo que,
además de ser prioritario, en ningún caso se puede bloquear para permitir al sujeto
mantener el deseo de seguir viviendo.

Afirma RODRÍGUEZ VÉLEZ, que sólo deben considerarse los dolores físicos,
ya que estos siempre generan sufrimiento y dolor, en tanto los dolores morales, si
bien pueden generar sufrimiento no necesariamente generan dolor», agregando
que enfermedades como la diabetes o el Parkinson que tornan a un sujeto enfermo
incurable, si bien lo pueden hacer sufrir mucho, no son dolorosas». Sin ahondar en
la crítica a este argumento, resulta difícil imaginar, y con ello sostener de acuerdo
al propio juego de términos empleados, la existencia de un sufrimiento que no
ocasione, en alguna medida cuando menos, dolor al enfermo.

4.3. La Intensidad e insoportabilidad del dolor que tiene la persona para


que otra justifique la eutanasia

Referirnos a la intensidad de los dolores sufridos por el enfermo que, de acuerdo


a la exigencia típica, deben llegar al punto de ser insoportables. Evidentemente,
este factor de insoportabilidad, en principio, guarda relación con la resistencia del
peticionante para tolerar los dolores de la enfermedad que lo aqueja. No obstante,
la comprobación material de esta característica, como toda cuestión subjetiva,
comparte un alto grado de complejidad, dado que finalmente es sólo el doliente
quien conoce exactamente la magnitud de los dolores propios del mal; ni el médico
ni cualquier otra persona podrá conocer con igual precisión la intensidad de tales
dolores, por más vinculado sentimentalmente que se halle a él. Sin embargo, esta
constatación no ha de impedir realizar la valoración que, habida cuenta de la
redacción del tipo penal, merece este requisito objetivo; tampoco significa que no
pueda llegar a ser determinado objetivamente a efectos de configuración típica,
pues si bien la dimensión subjetiva del dolor como habíamos mencionado es un
terreno difícilmente cognoscible con exactitud por terceros, no puede estar
desvinculada de la dimensión objetiva, aquella médicamente verificable y útil para

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el respectivo diagnóstico, dado que se requiere de ambas para determinar
finalmente la magnitud del dolor.

HURTADO POZO, considera demasiado limitativa la fórmula de «intolerables


dolores» dado que «sólo haría referencia a los padecimientos físicos causados
por la enfermedad y no a los padecimientos morales de quien se considera
condenado irremediablemente»;

Para PEÑA CABRERA, lo fundamental es que «los dolores aparezcan ante la


mente del sujeto activo como intolerables, claro está, motivado por los dolores
reales que aquejan al enfermo». Es preciso subrayar que no puede dejarse la
determinación de este elemento a la sola apreciación del agente, sino que ésta
deberá estar basada en la real degradación de la salud del enfermo manifestada a
través de los intensos dolores sufridos por el mismo.

5. Definición del problema


5.1. ¿La ponderación de los derechos fundamentales requiere de un test
de proporcionalidad en donde se observan y analizan aspectos
ineludibles?
Cuando hay conflicto entre dos principios o derechos constitucionales, se debe
acudir a un discernimiento como lo es el juicio de ponderación, el cual ofrece una
solución válida y aplicable en cada caso particular.
El juicio de ponderación, consiste en buscar el equilibrio entre los principios o
derechos enfrentados, ya siendo conciliados de forma armónica, o cediendo uno
frente al otro, claro está, sin desconocer la importancia del principio o derecho
cedido, pues lo que se busca es una solución ajustada a un problema específico, el
cual no admite ser tomado como base a situaciones similares, ya que la ponderación
varía de una situación a otra por las circunstancias que la rodean.
La Corte Interamericana de Derechos Humanos ha señalado que “el Estado
tiene el deber de evitar y combatir la impunidad concepto que definido como “la falta
en su conjunto de investigación, persecución, captura, enjuiciamiento y condena de
los responsables de las violaciones de los derechos protegidos por la Convención
Americana”
Ejm: Si el juez, por un lado, encuentra en determinado asunto que se reúnen los
requisitos de naturaleza legal y constitucional para imponer la detención preventiva
en un sitio de reclusión, o bien para decretar la ejecución material de la pena en un
establecimiento carcelario, pero al mismo tiempo advierte que en aras del derecho
del hijo menor o incapacitado sería recomendable no quebrantar la unidad familiar,

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está ante una colisión de principios que pese al interés superior de este último
deberá resolverse mediante un juicio de ponderación.
La finalidad del juicio de ponderación es la maximización de los principios
involucrados en las normas en disputa, cuando el análisis se hace respecto de
normas jurídicas de manera que ninguno de los extremos resulte anulado, sino
meramente atenuado por el que lo enfrenta.
La importancia del test de proporcionalidad radica, en que ahora con más vigor,
está siendo aplicado en cantidad de países que propenden por la garantía de los
derechos fundamentales del individuo frente al poder de coerción del Estado.

El test de proporcionalidad se define como un juicio de valoración que parte de aspectos


subjetivos para decidir, pero que se enmarca dentro de presupuestos objetivos del sistema
Constitucional, verbigracia, en nuestro país puede considerarse como principio que prima
la vida, frente a otro prima la seguridad del Estado, ya que en Colombia se tutela ese
principio, más que el otro, pero si esa misma circunstancia ocurre en países orientales.
Eje: En China la seguridad del Estado, puede primar más sobre la vida, entonces podemos
decir que, se ponderan bienes y se somete a juicios subjetivos se enmarca dentro de un
contexto constitucional y gubernamental.

5.2. ¿QUE OPINA LA IGLESIA CATÓLICA SOBRE LA EUTANASIA?


La eutanasia es una grave ofensa a Dios, autor de la vida, en cuanto viola su
ley. No es lícito matar a un paciente para no verle sufrir o no hacerle sufrir, aunque
aquél lo pida. Ni el paciente, ni los médicos, ni los familiares tienen la facultad de
decidir o provocar la muerte de una persona. No tiene derecho a la elección del
lugar y del momento de la muerte, porque el hombre no tiene el poder absoluto
sobre su persona y su vivir, con mayor razón, sobre su muerte.
No se puede decir que una vida es más o menos plena dependiendo del estado
de la salud o si es útil o no. Toda vida merece ser vivida. Todo hombre tiene el deber
de vivir su vida conforme al designio de Dios. Esta le ha sido dada para dar frutos
en la tierra, y no para ser destruida a su antojo.
La religión Católica piensa, respecto a la eutanasia activa, que dar muerte a una
persona disminuida, enferma, o moribunda es inaceptable, pues constituye un
homicidio gravemente contrario a la dignidad humana y moralmente inaceptable.
Pero principalmente se basa en el hecho de la creencia en un Dios superior, al cual
debemos nuestra vida, es decir, aunque podamos emplear la vida en lo que
queramos, nuestra vida le pertenece y la voluntad de quitarla es única y exclusiva
de él.
Sin embargo, sí acepta la pasiva, a un enfermo que necesita unos cuidados
excesivamente costosos, tanto económica como socialmente, no cree que se le

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deba prolongar la vida, pues se considera que su estancia terrenal llega a su fin, en
el caso de que se evitase la eutanasia muy extremamente, se considera distanasia
(mal morir). Cuando se practica la eutanasia pasiva, se hace por rechazar el
"encarnizamiento terapéutico", con esto no se quiere provocar la muerte,
simplemente se acepta no poder impedirla. Esas reflexiones han de ser tomadas
por el paciente siempre que tenga capacidad para ello y en caso contrario deben
hacerlo los que posean sus derechos legales siempre con el uso de la razón.
Juan Pablo II ha hecho grandes labores para evitar que se siga permitiendo la
eutanasia y se proclama sobre el tema en la encíclica Evangelium
Vitae ( Carta sobre el valor y el carácter inviolable de la vida humana). En esta carta
declara también la opinión de la Iglesia Católica sobre el tema de la eutanasia:
"Amenazas no menos graves afectan también a los enfermos incurables y a los
terminales, en un contexto social y cultural que, haciendo más difícil afrontar y
soportar el sufrimiento, agudiza la tentación de resolver el problema del sufrimiento
eliminándolo en su raíz, anticipando la muerte al momento considerado más
oportuno.
En una decisión así, confluyen con frecuencia elementos diversos,
lamentablemente convergentes en este terrible final. Pude ser decisivo, en el
enfermo, el sentimiento de angustia, de exasperación e incluso desesperación,
provocado por una experiencia de dolor extenso y prolongado.
Esto supone una dura prueba para el equilibrio a veces ya inestable de la vida
familiar y personal, de modo que, por una parte el enfermo - no obstante la ayuda
cada vez más eficaz de la asistencia médica y social - corre el riesgo de sentirse
abatido por la propia fragilidad; por otra, en las personas vinculadas afectivamente
con el enfermo, puede surgir un sentimiento de comprensible aunque equivocada
piedad. La Iglesia Católica pretende orientar a la comunidad frente a un tema tan
polémico que ha decidido presentar un decálogo, donde expone su posición frente
a la a eutanasia:
Nunca es moralmente lícita la acción que por su naturaleza provoca directa o
intencionalmente la muerte del paciente.
Por consiguiente, jamás es lícito matar a un paciente, ni siquiera para no verlo
sufrir o no hacerlo sufrir, aunque él lo pidiera expresamente.
No es lícito negar a un paciente la prestación de cuidados vitales con los cuales
seguramente moriría, aunque sufra de un mal incurable.
No es lícito renunciar a cuidados o tratamientos proporcionados y disponibles,
cuando se saben que resultan eficaces, aunque sea solo parcialmente. En concreto,
no se ha de omitir el tratamiento a enfermos en coma si existe alguna posibilidad de
recuperación.

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No hay obligación de someter al paciente terminal a nuevas intervenciones
quirúrgicas, cuando no se tiene la fundada esperanza de hacerle más llevadera su
vida.
El licito suministrar narcóticos y analgésicos que alivien el dolor, aunque atenúen
la consciencia y provoquen de modo secundario un acortamiento de la vida del
paciente, con tal que la acción sea calmar el dolor y no acelerar disimuladamente
su muerte.
Es lícito dejar de aplicar procedimientos extraordinarios a un paciente en coma
cuando haya perdido toda actividad cerebral. Pero no lo es cuando el cerebro del
paciente conserva ciertas funciones vitales, si esa omisión le provoca muerte
inmediata.
Las personas minusválidas o con malformaciones tienen los mismos derechos
que las demás personas, en lo que se refiere a la recepción de tratamientos
terapéuticos. En la fase prenatal y en la postnatal se han de proporcionar las mismas
curas que a los fetos y niños sanos.
El Estado no puede atribuirse el derecho de legalizar la eutanasia, pues la vida
del inocente es un bien que prevalece sobre el poder mismo.
La eutanasia es un crimen contra la vida humana y la ley divina, de las que se
hacen responsables todos los que intervienen en la decisión y ejecución del acto
homicida.

6. FORMULACIÓN DE OBJETIVOS
6.1. OBJETIVO GENERAL
Se tiene que tener en cuenta la diferencia entre eutanasia en el sentido estricto y
amplio y además conocer que no persigue finalidades seudocientíficas de
preservación y mejoramiento de alguna raza o especie humana.
6.2. OBJETIVOS ESPECIFICOS:
De presentarse un caso así pues se tiene que tener en cuenta las causas y
consecuencias para poder dar una solución buena.

7. JUSTIFICACIÓN E IMPORTANCIA DEL ESTUDIO.- La justificación


comprenden dos aspectos:
a) Justificación Práctica:
tomando en cuenta que nos encontramos ante una realidad imperante y cotidiana
el grupo pone de manifiesto que es necesario una valoración de los Derechos

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humanos, lo que estamos buscando es poner un freno a esta práctica, ya que los
Derechos Fundamentales deben ser muy bien ponderados y valorados, cualquier
fin que atente contra la vida de las personas debe ser sancionado no olvidemos que
Jean Paul Sartre dijo que el hombre está condenado a su libertad si es que esta
frase se cumple lo más lógico debería ser que sea este el que deba elegir cuando
poner fin a su existencia, aun siendo la vida un derecho irrenunciable.
Si se logra establecer que el homicidio piadoso es una práctica no buena y la
doctrina decide recogerla y aceptarla, estaríamos cambiando un tipo penal que en
definitiva aporta poco creemos nosotros, encontrándonos en un Estado de Derecho.

b) justificación teórica
Si estamos hablando de un tipo penal que presenta ciertas características que de
una u otra forma atentan contra los Derechos Humanos, lo más saludable seria que
los legisladores puedan valorar de manera axiológica el punto o la importancia de
ciertos derechos, ahora bien queremos que se entienda que estamos hablando del
bien jurídico tutelado más importante, y por consiguiente sería factible que sea
determinado pero siempre y cuando se respetó el Estado de Derecho, entonces las
ideas serían las siguientes:
a. Que el homicidio piadoso por mas finalidad positiva que tenga, no deja de ser
un homicidio y como tal debe ser sancionado con las penas más altas que
implicaría el catalogo penal.
b. Que dentro de una sociedad autodestructiva lo que debería primar es el
respeto a los derechos a todos sin excepción con la finalidad de evitar que el
sistema jurídico se desborde.

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CAPITULO II
MARCO HISTÓRICO.
Antes de mencionar todos los antecedentes que delimitan ya sea el homicidio
piadoso y la ponderación de los derechos fundamentales corresponderá en primera
línea poder definir o de no ser así por lo menos dar una aproximación de ambos, ya
que se quiere advertir que el tema es de gran complejidad, y es así que en la
presente monografía tocara realizar reflexiones, el tema a tratar ha tenido que pasar
procesos históricos y en más de una oportunidad se ha yuxtapuesto de manera
inequívoca a la historia de las clases sociales, pues en un primer momento no
siempre se tuvo la fortuna de poder contar con ciertos derechos.

1. LOS DERECHOS FUNDAMENTALES.


En muchas oportunidades se ha podido evidenciar la falta de
conceptualización ante los derechos fundamentales, es muy importante
desde ya conocer lo que implicaría disponer de aquellos derechos. Los
derechos fundamentales a través de la historia se han demarcado en dos
aspectos: el primero y a pesar de que pueda presentar un carácter natural
innato , su contenido ha venido variando de manera muy considerable; es así
que anteriormente se discutía mucho en que si la mujer tenía o no la
capacidad de sufragar o poder tomar decisiones políticas, pero aquellas
afirmaciones simplemente han quedado en el olvido y ahora se involucran
otros temas que presentan mucha más importancia como son la eutanasia,
la pena de muerte, el aborto, estos temas aun en la actualidad siguen
generando una serie de suspicacias que en cierta forma hacen que el sistema
jurídico en un momento vacile, y no por su falta de normas sino por las
paupérrimas interpretaciones que se le atribuyen y es entonces que ingresa
la duda en que si los derechos fundamentales respondan a las siguientes
preguntas, que son? y cuáles deberían ser estos?; en segundo lugar estos
(los derechos fundamentales) se han vinculado hasta el punto de parecer
contradictorio, en efecto como se mencionara más adelante, los derechos
fundamentales presentan una progresiva generalización, esto quiere decir
que su ámbito de protección abarca a mas grupos de personas, si es verdad
que anteriormente se pedía que el Estado tratase de manera igualitaria a
todas las personas hoy en dia se puede notar que no debe ser así, por los
siguientes presupuestos, ya que por el principio de dignidad humana
proclamado en la Constitución Política del Perú exige de sobremanera una
particularización aunque no se quiera, en el caso de los niñas, niños,
personas de la tercera edad así como las mujeres gestantes, además de no

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olvidar a las comunidades indígenas. Ahora mencionado todo aquello
pareciera que el problema terminara allí pero en realidad poder ponderar lo
que significaría en realidad la dignidad humana traería una serie de
complicaciones ya que para mí vivir de manera digna significaría contar con
las necesidades básicas, de no ser así para otro individuo que para el vivir
de manera digna seria contar con las necesidades básicas pero además de
ello contar con una casa de tres pisos por ejemplo, y así podríamos ir
mencionando a otro personaje que quizá encuentre la realización de su
dignidad ya no en un tema material sino por el contrario espiritual.
1.1. Definición de los derechos fundamentales.
Será posible hablar de una posible definición sobre los derechos
fundamentales se enfrenta una serie de problemas ya que a través de la
historia se ha demostrado que dichos derechos no siempre fueron bien
valorados verbigracia la esclavitud antiguamente generaba una
desvalorización del ser humano en el sentido de que podía ser objeto de
compra o venta, siendo así que en todo momento el derecho a la libertad
le fue negado es más incluso su propia vida era objeto de disposición de
terceros. Otro fenómeno que hace vacilar una posible definición de los
derechos fundamentales vendría a ser el caso de las legislaciones:
Francia, España, sud África, estados unidos, argentina, Colombia y
Uruguay que permiten la realización de la institución entre parejas del
mismo sexo, lo que no ha sucedido en el Perú dejándose notar una
despreocupación por el legislador al momento de poder validar si la
libertad de elección conyugal tenga también amparo jurídico.
En este acápite quiero hacer mención a lo que estableció el tribunal
europeo de derechos humanos (Tedh) en el tema de la libertad religiosa,
es por ello que permitió que cada estado exprese su religión que mayor
trascendencia histórica a tenido, el problema es que al implantar crucifijos
en las escuelas se estaría vulnerando la libertad religiosa toda vez que
los niños son más propensos a tomar ideas que le son transmitidos por el
mismo tema educativo es así que el (Tedh) realizo un nuevo fallo donde
dejo claro que cada escuela de cada estado puede ejercer la religión que
mayor arraigo presente en la sociedad siempre y cuando en las mismas
escuelas no se lleven temas de adoctrinamiento hacia los alumnos,
refiriéndose claro está a la hegemonía que a adquirido la iglesia católica,
del mismo modo lo estableció el tribunal constitucional peruano de lo cual
se desprende de manera literal.
“La religión católica se encuentra fuertemente arraigada en el
desarrollo de nuestras tradiciones como nación. Desde tal perspectiva, no
es extraño, sino, más bien, bastante frecuente, que determinadas
costumbres de base esencialmente religiosa hayan terminado por
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consolidarse como parte de la identidad que como país nos caracteriza.
La presencia, entre otras cosas de procesiones y festividades en
especificas fechas del año o de templos y símbolos religiosos en
determinados lugares públicos demuestran palmariamente que de modo
paralelo al fervor religioso que les sirve de sustento, se asumen estos
como elementos vivenciales de nuestra propia realidad”.
El fundamento de la decisión del tribunal constitucional reflejan un
problema manifiesto en torno a los derechos fundamentales: estos
derechos en tanto desarrollo constituyente o legislativo del congreso,
refleja convicciones políticos-culturales. Ello fundamenta la diversa
regulación que respeto de ciertos derechos fundamentales se han
realizado en diversos países. Sin embargo, pese a la existencia de
discrepancias, en algunos casos se ha observado posiciones fuertemente
por los estados asumidas por los estados en cuanto a esta regulación así,
pese a que el Tedh a afirmado de manera constante que los estados son
libres de prohibir la utilización del velo islámico en centros de educación
el tribunal constitucional federal de Alemania (Tcfa) ha estimado que no
resulta viable dicha limitación toda vez que los derechos fundamentales
representan una limitación a la actividad del legislador. Ello demuestra
que mientras en algunas sociedades ciertas conductas son jurídicamente
permitidas, en otras se conciben como restricciones irrazonables al libre
ejercicio de los derechos fundamentales.
Y es aquí en donde se presenta el problema en base los derechos
fundamentales ya que impide realizar una definición respecto a que son
los derechos fundamentales y además de esto también impide determinar
cuáles deberían ser estos derechos fundamentales a pesar de los
esfuerzos llevados a cabo para poder encontrar una definición de los
mismos se ha tomado en consideración lo que sostiene Enrique Pérez
Luño, para él es lo siguiente: “un conjunto de facultades o instituciones
que en cada momento histórico concretan las exigencias de la dignidad,
de la libertad y la igualdad humanas, las cuales deben ser reconocidas
positivamente por los ordenamientos jurídicos a nivel nacional e
internacional".
Este razonamiento implica que los estados puedan reconocer
derechos ya sea en sus textos constitucionales o ya sea a través de la
rectificación de los tratados internacionales, para muestra un botón el
caso de la constitución peruana que en su artículo 2 establece un catálogo
de derechos fundamentales tutelado por el estado peruano.

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1.2. La doble dimensión de los derechos fundamentales.
A pesar de todos los problemas interpretativos que se puedan
evidenciar tenemos que dejar en claro que también gozan de ciertas
características. Es así que dichos derechos representan por un lado
atribuciones subjetivas de unos individuos, mientras que por otro lado
reflejan una serie de principios y valores que deben inspirar la vida en
sociedad esto vendría a ser la dimensión objetiva. Pero dar esta
explicación inevitablemente nos conduce a la determinación del
detentador o titular de los derechos fundamentales, es que si se desea
determinar de qué manera operan los derechos fundamentales es preciso
establecer quienes pueden ser los titulares de los mismos, antiguamente
el Estado representaba para el hombre un serio peligro para el desarrollo
de su autonomía individual, ello implicaba que en esa época el conflicto
del reconocimiento de las personas o entidades titulares de los derechos
únicamente se circunscribió al caso del ser humano no en tanto persona
física, no se había discutido en la eventual titularidad de los Derechos
fundamentales a favor de las personas jurídicas.
No importando ello, recientes desarrollos jurisprudenciales de los
tribunales han admitido la posibilidad de que personas jurídicas sean
titulares de Derechos fundamentales. La titularidad en los textos
constitucionales respecto de esta posibilidad no suele ser expresa por lo
que debe ser deducida “en la medida que lo permitan los términos de su
reconocimiento y la naturaleza de su objeto, contenido o relaciones vitales
a los que se refieren”1
En el caso peruano sin ir lejos por ejemplo es posible deducir esta
titularidad de algunas cláusulas que se encuentran contenidas en el texto
constitucional, es así que el artículo 2.3 de la constitución menciona lo
siguiente: “a la libertad de conciencia y de religión , en forma individual o
asociada. No hay persecución por razón de ideas o creencias. No hay
delito de opinión. El ejercicio público de todas las opiniones es libre,
siempre que no ofenda la moral ni altere el orden público”2.
En virtud de esta disposición constitucional es posible inferir que el
ejercicio de esta libertad no solamente se permite de forma individual o
aislada, sino que una determina congregación puede ser titular de manera
directa de este derecho fundamental.

1
SOLOZABAL, Juan José. Los derechos fundamentales en la constitución española. En la revista de Estudios
políticos 2009, pág. 25
2
CHIRINOS SOTO, Enrique. La constitución lectura, comentarios y concordancias. Editorial RODHAS, pág. 32

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Es muy cierto que los derechos fundamentales como se mencionó ut
supra presenten una vaguedad al momento de poder definirlos como tal
pero esto no ha eximido a que nuestra constitución en el artículo in
comento se haya pronunciado la interpretación que se le podría dar al
mencionado artículo seria durante el desarrollo y perfección de la persona
humana no se agota en el simple respeto de sus libertades clásicas, el
hombre es un ser racional dotado de creencias, conocimientos e ideas
que conforman su mundo espiritual. Una gran tragedia y a la vez su mayor
capital a la ves es su sed insaciable de verdad que lo impele a la
búsqueda inagotable de conocimiento de la verdad suprema a diferencia
de otros seres vivos que pueblan la tierra, el hombre se sitúa en el mundo
partiendo en la concepción del universo.

2. EL HOMICIDIO PIADOSO.
El homicidio piadoso es un caso en que se reproducen las
circunstancias extremas de menor culpabilidad. En rigor es otro supuesto
de culpabilidad disminuida, aunque no se trate estricta o necesariamente
de menor imputabilidad. De cualquier modo, la esfera afectiva del sujeto
activo sin duda que se halla impactada, por lo que se requiere que la
motivación sea exclusivamente la piedad. El supuesto contemplado es el
de una enfermedad incurable o terminal, o sea, un caso de claro
sufrimiento del sujeto pasivo, carente de toda esperanza. El reclamo
inequívoco por parte de éste, no sólo es garantía de que el sujeto activo
no se sustituye a su voluntad, sino que también contribuye a disminuir la
reprochabilidad del acto: la conmoción del ánimo del sujeto activo es
mucho mayor ante el pedido de quien está vinculado afectivamente a él.
Además, es elemental que debe mediar un vínculo de afecto entre ambos,
lo que deja al margen cualquier posibilidad de que el actor sea un tercero,
que han sido los casos más escandalosos conocidos en el mundo. Queda
claro que con el cúmulo de requisitos que se postulan, se trata de una
atenuación de la culpabilidad y, en modo alguno de un menor injusto, o
sea, que la vida se sigue preservando como bien jurídico, sin ninguna
posibilidad de distinción de su valor en razón del padecimiento. Es
inaceptable jerarquizar vidas humanas, por lo que no se considera en
ningún momento (ni el juez podrá intentarlo) la posibilidad de entrar en
esta valoración aberrante. De esta manera, queda obturado el camino
hacia cualquier forma de eutanasia activa. En síntesis: el injusto de este
delito sigue siendo el del homicidio; la atenuación de la pena obedece
sólo al grado de reproche del injusto en las circunstancias concretas.
Tema polémico, si los hay, y portadores de opiniones a veces
inconciliables, es el que trae esta cuestión referida a la muerte de una
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persona por otra en estos casos límites donde se encuentran
encumbrados principios de tanta relevancia como es el derecho a la vida,
el de atenuar una pena y hasta legalizar el derecho a quitar la vida. Los
que propician la primera, como un derecho absoluto, se niegan a la
posibilidad de justificar o legalizar la prerrogativa de suprimirla y los
segundos, priorizan el valor de la libre voluntad, autónoma, del derecho
humano a morir dignamente y a solicitar su eliminación. Son situaciones
que se dan primariamente con respecto a la eutanasia y en un resquicio,
se encuentra el homicidio piadoso cometido por sujetos que infringen la
ley con plena conciencia, teniendo en cuenta el amor y la piedad como
único y prevalente objetivo de sus acciones, pero que a la postre, son
punibles.
Esta álgida y dilemática cuestión se encuentra teñida de atisbos
morales, éticos, religiosos y sociales. Así la muerte de otro generalmente
querido, amado y respetado, guiada por sentimientos altruistas, y aún con
alguna dosis de egoísmo personal, ofrece desde el campo jurídico y de la
bioética un enorme entorno de cuestiones más allá de los naturales
condicionamientos subjetivos, religiosos o morales de cada uno, que no
debe evitar la posibilidad de una visión más objetiva, tratando de hallar
una vertiente distinta para el tema, quizás más justa.
Pero dejando de lado aspectos filosóficos o de tinte académico el
individuo al encontrarse frente una realidad que le presenta la vida
concreta ante la presencia de un semejante que aprecia, respeta y ama,
emerge de estos sentimientos otro, de tanta importancia, como es la
piedad, conmiseración o misericordia y al ver que esa persona se
encuentra en un estado de deterioro total, sumida en una desesperación
tal en razón de una enfermedad terminal y sin ningún tipo de esperanza
de mejoría que directamente lo conduce a la muerte, amén de un
requerimiento concreto por parte de ésta de acabar con dicho estado, es
innegable que el agente, quien quizá, lo ha cuidado, ha compartido todas
esas desgracias, ha compartido sus cuitas, enancado en dichas súplicas
las que hace suyas compenetrándose emocionalmente del cuadro
situacional, traspase los límites del mandato imperativo: NO MATAR.
Entonces la pregunta viene por añadidura, es justo que a dicha persona
se le imponga una pena severa ante un hecho de esas características,
como hasta ahora? Estas situaciones límites se han contemplado
jurídicamente bajo la órbita de las denominadas eximentes y atenuantes
del código penal peruano.
En definitiva, el homicidio por piedad puede considerarse como la
acción de quien obra por una motivación específica de poner fin a los
sufrimientos agudos de otra persona o acelerar una muerte inminente y
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por ello se lo identifica con la eutanasia, aunque ésta es más bien una
cuestión reglamentada, es decir, consentida por las leyes y por ende
impune (casos como el de Australia, Holanda, Bélgica, Suecia, algunos
estados de EE.UU), mientras que el homicidio piadoso sigue reputándose
como un hecho ilícito sólo que su sanción es atenuada por las
circunstancias especiales y dilemáticas que lo rodean. Es así que en este
caso se necesitan la presencia de tres requisitos:
a) una persona que sufra de una enfermedad incurable o terminal
b) que la misma estuviere unido al sujeto activo por un vínculo de
afecto, y que éste actuare movido por un sentimiento de piedad
c) un pedido inequívoco por parte del sujeto pasivo.
Ahora bien, al haber desarrollado el tema tanto del homicidio piadoso
como la escasa definición de los Derechos Fundamentales, será necesario
precisar justamente esa ponderación que se entrelazan con la vida y los
derechos fundamentales.

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CAPITULO III
DISCUSIÓN O ANÁLISIS

1. LÍMITES DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES.


Analizar o intentar analizar los límites de los derechos fundamentales
representa en buena medida abordar el problema de la fuerza vinculante de
los enunciados constitucionales, toda vez que, consagrados éstos por el
texto constitucional, cabe preguntarse en qué medida es admisible introducir
limitaciones en posiciones subjetivas que han sido proclamadas al máximo
nivel normativo, más aún si, como ha quedado antes indicado en frase ya
tópica, tales derechos condensan los supremos valores de la comunidad. No
es, por tanto, extraño que no hayan faltado autores que expresen su
extrañeza o manifiesten sus críticas acerca de la posibilidad de limitación de
tales derechos. Así, como recuerda L. Prieto en relación a la construcción del
concepto de derechos naturales, «en el iusnaturalismo de Locke... los
derechos y, más concretamente, la vida, la libertad y la propiedad son
atributos del hombre en el estado de naturaleza y, si aquél decide constituir
la sociedad civil y el Estado, es justamente para proteger con la fuerza común
unos derechos que de otro modo se verían amenazados; es más, la sociedad
civil y el Estado no sólo se justifican y explican en la necesidad de preservar
los derechos, sino que ellos mismos deben su existencia a un acto libre y
voluntario de cada individuo. Por consiguiente, si ésta es la razón de ser de
las instituciones, cualquier objeto político o comunitario deberá doblegarse al
imperio de los derechos humanos o, si se prefiere, todo poder parece limitado
por esos derechos.
Tampoco parece que pueda ser puesto en cuestión la posibilidad de que
la propia norma constitucional que consagra los derechos fundamentales
pueda en determinadas circunstancias establecer los límites a los que éstos
se hallan sometidos, sea con carácter general, sea algún derecho en
particular. La propia unidad interpretativa de la Constitución parece ser
argumento bastante para justificarlo. Los problemas para poder encontrar los
límites de los Derechos Fundamentales es aún más grave como lo
demostrare en el siguiente ejemplo: “un conocido personaje público (el señor
B), quien se caracteriza por ser un ídolo principalmente entre las mujeres,
presenta una denuncia contra un medio escrito, el cual ha consignado, en
una nota periodística, que el señor B es homosexual. Evidentemente, quizá
afectado por la información propagada (de que siente que esta clase de
información podría afectar su carrera), el señor B decide denunciar al

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periodista que efectuó el reportaje. Del mismo modo pensemos que luego de
valorar la denuncia, el juez penal que evidentemente ha existido una
vulneración del derecho a la honra o la buena reputación y el derecho a la
intimidad. En este caso podríamos sostener, siguiendo el criterio de los que
redactaron la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de
1789, que el derecho a la buena reputación limito al ejercicio de la libertad de
expresión. O como establece la constitución de España, podríamos afirmar
que el derecho a expresar y difundir libremente las ideas tiene como límite el
derecho al honor y a la intimidad”.3

Existe un consenso en señalar que el derecho a la vida constituye un


presupuesto ontológico para que a través de él los demás derechos se
puedan disfrutar lo que vendría a ser que el bien jurídico tutelado como lo es
la vida debería ser ponderado en su más alta jerarquía sin embargo respecto
a la problemática del deber de vivir cuando se sufre una grave enfermedad
incurable que causa intolerables dolores se asume dos posiciones:
a. Los que asumen la tesis de la santidad de la vida por lo que menciona
que este derecho merece un a protección única llamase absoluta,
independientemente de las condiciones en la que se puede encontrar su
titular ya que la muerte debería ser causa natural y no más intermediación
del hombre.
b. Los que sostienen que la protección a la vida no debe socavar la
expectativa de una vida cualitativamente valiosa, por lo que el individuo
puede decidir si continua o no con vida.
Tomando en cuenta los argumentos paradojales o contrapuestos se tiene
que recurrir al excelso cuerpo normativo en nuestro ordenamiento jurídico
que vendría a ser la constitución política del Perú de ser el caso el art. 1
de la constitución in comento establece lo siguiente la defensa de la
persona humana y el respeto de su dignidad son el fin supremo de la
sociedad y del estado, desde esta óptica si todos los derechos se
reconducen al principio-derecho de la dignidad humana la vida no puede
verse como algo simplemente sagrado, sino que implica también el
derecho de vivir adecuadamente en condiciones de dignidad. Esto quiere
decir que nadie puede ser obligado a continuar viviendo cuando de
manera contradictoria el titular de dicho derecho perezca de
padecimientos oprobiosos que dificulten la existencia de una vida digna.

3
PAZO PINEDA, Oscar Andrés. Los derechos fundamentales y el tribunal constitucional. Editorial gaceta
constitucional, pág. 87, 88.

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Los derecho fundamentales, no obstante se encentren enraizados
constitucionalmente no deben ser interpretados de manera absoluta en
contrario sensu deben armonizarse entre sí como los demás bienes y
valores protegidos por nuestra constitución ya que de lo contrario la
convivencia social y la vida institucional serian imposibles es así que debe
interpretarse lo que se establece en la constitución en derecho a la vida
ya que el estado no puede protegerlo prescindiendo de la autonomía y
dignidad de sus titulares.
De todo lo expuesto se puede colegir que el deber del Estado de
proteger la vida de sus ciudadanos, debe ser compatible con el respeto y
la dignidad humana y el libre desarrollo de la personalidad. Bajo este
contexto, consideramos que no solo en aquellos casos en los que nos
encontramos frente a enfermos terminales que experimentan intensos
sufrimientos este deber estatal de protección debe ceder sino en todos
los caos en los que encuentre frente a un consentimiento informado del
paciente, que desea morir de manera digna, ya que no está obrando entre
la muerte y varios años de vida plena sino de morir en condiciones que él
considera adecuada a su dignidad, una interpretación opuesta para estos
casos que condene a una persona a prolongar, ya sea por tiempo escaso
o no pese a sufrir dolores intolerables es inconstitucional pues equivaldría
a disponerle un tratamiento cruel e inhumano anulando no solo su
dignidad sino también su autonomía personal en aquellos asuntos que
solo le incumben a él.
En conclusión, el Estado no puede oponerse a la decisión del individuo
que no desea seguir viviendo en situaciones extremas y que solicita de
manera expresa la ayuda a morir, cuando sufre una enfermedad incurable
que le produce dolores insoportables incompatibles con su idea de
dignidad; en tal sentido tampoco puede sancionar al tercero que le ayuda
a realizar dicha acción.

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CONCLUSIONES

1. Los derechos fundamentales representan conquistas de la persona


humana.
2. Existen muchos problemas en cuanto a la definición de estos
derechos, o cómo es posible identificarlos. Sin embargo, lo cierto es
que la búsqueda de su reconocimiento obedeció a un deseo inicial de
limitar el poder.
3. La decisión del individuo de poder disponer de su vida es
personalísima, ya que como titular esta encadenado a ello.
4. La común vivir de la persona pierde su efecto o esencia cuando se
empieza a sobrevivir, atentando claro está contra la dignidad humana,
que bien es verdad cada quien decida hasta qué punto su vida será
digna.
5. De ahí que estos derechos fundamentales generen, por un lado, un
deber de abstención a través del cual el Estado y los privados se
encuentran frente a la prohibición de vulneración de algún derecho
fundamental; y una obligación de prestación, que importa que se
adopten todas las medidas necesarias para tutelar estos derechos y
no dejarlos en un estado de desprotección.

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BIBLIOGRAFÍA

1. PAZO PINEDO, Oscar Andrés. Los derechos fundamentales y el

tribunal constitucional, editorial gaceta constitucional. Lima- Perú.

2. GÁLVEZ VILLEGAS, Tomas Aladino/ ROJAS LEÓN, Ricardo

Cesar. Derecho Penal Parte especial (introducción a la parte

general) TOMO I , editorial; jurista editores- Lima-Perú.

3. CHANAMÉ ORBE, Raúl. Conocimientos básicos de la

constitución. Editorial, Jurista Editores. Lima-Perú

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