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TEMA 4
ADOLESCENTES Y FAMILIA
Nuria Camuñas Sánchez – Paulete
Graciela Salazar Díaz
María Vaíllo Rodríguez
Este cuarto tema tiene por objetivo presentar el desarrollo de los adolescentes en el
ámbito familiar. Se explican cuestiones relacionadas con el vacío intergeneracional, la
relación padres-hijos adolescentes, los estilos educativos y el desarrollo de la
autonomía.
OBJETIVOS
Una teoría que abarque tanto la autonomía como la continuación de las relaciones
estrechas con los padres tiene varias contradicciones inherentes. Para dar respuesta
a esta contradicción, a modo de ejemplo, los autores Steinberg y Silverberg (1986)
desarrollaron la Escala de Autonomía Emocional (EAS) que mide cuatro aspectos de la
autonomía emocional:
2. Los padres como personas: referida a la comprensión de que los padres son
personas ordinarias que tienen vidas independientes.
Otros estudios que han examinado valores y actitudes también apoyan esta misma
hipótesis de mayor grado de similitud que de diferencia entre las generaciones. Autores
como Gecas y Seff (1990) mostraron que los padres compartían con sus hijos e hijas
creencias sobre el trabajo, valores religiosos y morales, así como sobre los atributos
personales que son importantes para ambos. Este estudio sostiene que hay mayores
diferencias entre los propios jóvenes de diferente origen que entre una generación y
otra. Un punto interesante es el hecho de que las personas ven las diferencias como si
fueran mayores de lo que son. Según Noller y Callan (1991), los jóvenes suelen ver a
sus padres como más conservadores en sus actitudes de lo que éstos creen ser,
mientras que los adultos ven a los jóvenes como sumamente radicales.
En suma, como conclusión a este punto es importante destacar que existen pocos
datos para apoyar la noción de un conflicto de gran amplitud entre las generaciones.
Pese a ello, también es esencial reconocer que en las familias habrá elevados niveles
de conflicto como resultado de luchas sobre cuestiones relacionadas con la autonomía
o a causa de una compleja variedad de problemas de relación dentro del hogar.
El punto de referencia para el nadador que intenta cruzar un rio debe estar en la otra
orilla. De modo similar, el punto de referencia de quien protagoniza la travesía entre la
infancia y la edad adulta debe estar en la edad adulta. Desafortunadamente ese punto
de referencia –la madurez típica del adulto-, que conlleva valores como la
responsabilidad, el sentido del deber, la honestidad, la abnegación, el sacrificio, la
fidelidad, la solidaridad, el espíritu de servicio, el trabajo bien hecho, el civismo, etc.,
está en crisis en la sociedad actual.
Para comprender el ambiente familiar y sus efectos sobre los jóvenes, se debe de tener
en cuenta el papel de los padres y en especial, el estilo educativo de los mismos.
Baumrid (1971), estudioso de este tema, propuso la idea de que hay dos dimensiones
del comportamiento educativo que es necesario distinguir: la sensibilidad de los padres
y su exigencia. Este investigador creía que los padres varían en estas dos dimensiones
y que ambas son más o menos independientes entre sí. Esto hizo posible examinar
diversas combinaciones de las características de los padres y dar lugar a un esquema
para la clasificación de los tipos de comunicación y la comprensión del funcionamiento
familiar.
EXIGENCIA
Alta Baja
SENSIBILIDAD - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -- - -
Los padres con autoridad son cálidos pero firmes. Establecen normas y se
atienen a los límites, pero es más probable que den explicaciones y que razonen
con los adolescentes a que los castiguen.
Son numerosos los estudios de estilos de educación parental que se basan en esta
clasificación y que arrojan resultados consistentes con los mismos. En casi todos
los casos los niños y jóvenes educados en familias con padres con autoridad
puntúan mejor en una serie de medidas, incluida la autoestima, la adopción de
perspectivas y la probabilidad de evitar comportamientos de riesgo, como tomar
Son padres que muestran entusiasmo en la medida que aman y crían a sus
hijos;
Una diferencia importante entre los padres de adolescentes y de los niños más
pequeños tiene que ver con la incertidumbre acerca del papel de la educación. Para los
padres de los niños más pequeños, hay poca dificultad en la definición de los roles y
las responsabilidades, pero no ocurre lo mismo en los padres de adolescentes. Parte
de esto tiene que ver con el cambio de naturaleza del poder y la autoridad en la familia.
Actualmente, los padres de adolescentes no tiene una idea clara de lo que se espera de
ellos en relación con el control y la supervisión, el establecimiento de límites para un
adolescente de 14 años, la regulación de tareas escolares o la cantidad de televisión
que es admisible. Luego, hay otros temas no menos importantes como la
confidencialidad en los tratamientos médicos y la edad apropiada para que una
persona empiece a practicar sexo. La mayoría de los padres se sienten desorientados
en estas materias, lo que lleva a un descenso de la confianza en sí mismo, mayor
ansiedad y una educación menos efectiva (Coleman y Hendry, 2003).
Para las funciones de guía y apoyo del desarrollo, los padres deben “modelar”
roles positivos, establecer límites, ofrecer ejemplos de resolución de conflictos,
proporcionar cordialidad y preocupación. Estos ejemplos han sido estudiados y
están vinculados a hallazgos de investigación específicos.
Par finalizar este tema, resulta conveniente explicar la noción de control percibido por
los padres. La idea de control percibido llega al centro de la educación y puede
proporcionar estrategias efectivas para trabajar con adolescentes. Esencialmente, se
propone que cuanto mayor sea la percepción de los padres de que ellos tienen el
control, más efectivos serán dirigiendo el ambiente de atención al niño y
proporcionando una disciplina con autoridad, en lugar de autoritaria. Cuanto más
pequeño es el niño, más fácil será para los padres sentir que tienen el control. Con la
adolescencia, surge un sentido creciente de pérdida de control, aunque esta percepción
varía mucho individualmente. Esta noción de control percibido ayuda a comprender qué
sienten los padres que creen que tienen cada vez menos influencia sobre sus hijos
adolescentes.
Cuando los padres sienten que pierden el control sobre el comportamiento del
adolescente, es probable que hagan una de estas dos cosas:
Pueden volverse más ansiosos y acudir a un uso de una disciplina coercitiva. Este
grupo de padres es el que tiene más posibilidades de utilizar métodos físicos de
castigo, y todos los datos muestran que los resultados para las familias en que se
utilizan estas estrategias no son buenos.
Pueden deprimirse (mayormente cuando sienten que tienen un control percibido bajo)
y desarrollar una sensación de indefensión sobre su rol de padres. En esta situación,
los padres tienden a rendirse y dejar que sus hijos adolescentes sigan su propio
camino, orientándose a estilos educativos permisivos e indulgentes.
Toda esta información es de utilidad para los padres de niños y adolescentes. Por lo
tanto, debería formar parte de programas educativos y estar más al alcance de los
mismos, ya sea a través de canales de información tradicionales (por ejemplo, dentro
de los centros educativos), como a través de canales alternativos (internet, televisión,
radio, etc.) Si una de las cuestiones centrales es la comunicación entre padres e hijos,
los educadores también tenemos la función de comunicar y transmitir aquello que
En esta sección se comentan los puntos principales del tema y sus posibles
aplicaciones e implicaciones para la práctica docente:
2) Aunque existen muchas cuestiones sobre las que padres y jóvenes discrepan en el
período adolescente, las relaciones parecen ser más positivas que negativas en
general, y en la mayoría de las familias no hay datos de un conflicto sustancial entre
generaciones. Las investigaciones realizadas sobre el tema apoyan esta idea.
Muchos factores tienen influencia sobre el nivel de conflicto familiar, pero, en
particular, la buena comunicación entre los padres e hijos tiene el efecto de
reducirlo.
3) En años recientes ha habido un interés cada vez mayor en los estilos educativos.
La investigación sobre el tema ha mostrado uniformemente que la educación con
autoridad tiene el efecto más beneficioso sobre el desarrollo adolescente, ya que
incluye cordialidad, estructura y apoyo para la autonomía. Por el contrario, los
estilos educativos autoritarios, indiferentes o indulgentes tienen efectos que,
aunque difieren en cierto punto, fomentan un desarrollo adolescente menos
adaptativo.
4) La educación del adolescente ha recibido mayor atención en los últimos años. Los
estudios han considerado diferentes tipos de educación y han mostrado que las
intervenciones pueden tener un efecto positivo sobre su confianza y su estima. A
pesar de ello, se necesita hacer llegar esta información a los padres de
adolescentes de manera más efectiva, y los centros educativos, entre otros, tienen
la responsabilidad de acometer esta tarea.
Berger, K. (2004). Psicología del Desarrollo, Infancia y Adolescencia. Buenos Aires: Ed. Médica
Panamericana. 6ª Edición.
Coleman, J.C y Hendry, L.B. (2003). Psicología de la Adolescencia. Madrid: Ediciones Morata,
S.L.4ª Edición.
Gecas, V. y Seff, M. (1990). Families and adolescents: a review of the 1980s. Journal of Marriage
and the Family, 52, 941-958.
Youniss, J. y Smollar, J. (1985). Adolescent relations with mothers, fathers and friends. Chicago:
University of Chicago Press.