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Informe de lectura: la condición humana, capítulos I y II

La expresión vita activa designa las tres actividades fundamentales del hombre,
condiciones básicas de su vida en la tierra: labor, trabajo y acción. La labor es la
actividad responde al proceso biológico: a la producción y alimentación de las
necesidades de la vida misma, asegurando la vida de la especie. El trabajo es la
actividad extra natural que proporciona un “artificial mundo de cosas”, la condición
humana de la “mundanidad”. La acción es la actividad del hombre de “habitar el
mundo” corresponde a la condición humana de la pluralidad, fundamento de la acción y
de la vida política, aquel lugar donde nadie es igual a otro.

Estas tres actividades fundamentales, están enraizados en la natalidad, la capacidad de


empezar algo nuevo, es decir, de actuar. Este sentido de iniciativa inherente a toda
actividad humana implica que, junto a sus condiciones naturales, los hombres crean
continuamente las condiciones de su existencia en el mundo, la objetividad del mundo.
Esta no es una condición natural, no corresponde a la naturaleza humana. Esta no puede
ser explicada solamente por las condiciones de existencia humana.

La expresión vita activa está presente a lo largo de toda la tradición filosófica a partir de
Sócrates. Es especialmente relevante la oposición que en ella existe entre la vita activa y
la vita contemplativa y la preeminencia que esta última tiene a partir de Platón, donde la
primera es apenas considerada en virtud de que el alma contemplativa habita un cuerpo.
Arendt sostiene que esta enorme supremacía de la contemplación "ha borrado las
distinciones y articulaciones dentro de la vita activa y que, a pesar de las apariencias,
esta condición no ha sufrido cambio esencial por la moderna ruptura con la tradición y
la inversión final de su orden jerárquico en Marx y Nietzsche" (Arendt, 2009:29).
Arendt, en cambio, defiende una simetría entre la vita activa y la vita contemplativa.
Esta se traduce en una defensa de la primera.

La vita activa, vida humana hasta donde se halla activamente comprometida a hacer
algo está siempre enraizada a un mundo de hombres que viven juntos. Ahora, solo la
acción es una determinación exclusiva del hombre y depende por entero de un estar
junto a otros. Esta relación primordial parece estar representada en la expresión zoon
politikon. Esta expresión sería incorrectamente traducida por animal socialis,
traducción que refleja la sustitución de lo social por lo político que, como veremos,
tiene una importante relevancia en la sociedad contemporánea. Antes de desarrollar esta
sustitución vuelve a revisar el sentido de lo político en la antigüedad griega. Fue la polis
la que trazo la distinción entre la esfera pública y la esfera privada, entre idion y koinon.
En base a esta distinción solo se consideraron acciones públicas, es decir, políticas la
acción y el discurso, estas eran un punto de encuentro entre ciudadanos1. En oposición a
la esfera pública se encontraba lo privado, representado en la familia, institución
originada a partir de la necesidad y la autoridad. En oposición, el campo de la vida
pública era la libertad y la restricción de la jerarquía. En ese sentido, el concepto de
gobernar y ser gobernado, el poder como lo entendemos y el orden que lo acompaña era
considerado pre político, más propio de la esfera privada que la pública

Ese sentido de lo político se pierde con la transición a la concepción del animal socialis.
y el auge de lo social propio de la edad moderna. El concepto de sociedad implica un
desdibujamiento de la frontera entre lo público y lo privado, un lugar donde “los
intereses privados adquieren un significado público” (Arendt, 2009:45). En la edad
moderna se ha producido un enorme enriquecimiento de la esfera privada a través del
individuo moderno. Con el auge de lo social, la esfera pública en cuanto política y la
vita activa se desvanecen. Al respecto Arendt señala:

“Es decisivo que la sociedad, en todos sus niveles, excluya la posibilidad de


acción, como anteriormente lo fue de la esfera familiar. En su lugar, la sociedad
espera de cada uno de sus miembros una cierta clase de conducta, mediante la
imposición de innumerables y variadas normas, todas las cuales tienden a
«normalizar» a sus miembros, a hacerlos actuar, a excluir la acción espontánea o
el logro sobresaliente”. (Arendt, 2009:51)

La esfera de lo social absorbe a lo político, la conducta reemplaza a la acción como


principal forma de relación humana. Esto permite el auge de la estadística y de la
ciencia social que implica modelos de conducta y considera a todo lo distinto como
anormal. Es “el ideal político de una sociedad que, sumergida por entero en la rutina del
vivir cotidiano, se halla en paz con la perspectiva científica inherente a su propia
existencia” (Arendt, 2009:54)

Lo público representa el fenómeno de todo lo que aparece, aquello que todo el mundo
puede ver y oír, la presencia de otros que ven y oyen asegura la realidad del mundo, el
propio mundo, en cuanto es común a todos nosotros y diferenciado de nuestro lugar

1
Este era un espacio político, pero excluyente, puesto que solo una parte muy reducida de la población
lo era, transformando al resto en aneu logou
poseído privadamente en el: “Solo donde las cosas pueden verse por muchos en una
variedad de aspectos y sin cambiar su identidad, de manera que quienes se agrupan a su
alrededor sepan que ven lo mismo en total diversidad, sólo allí aparece auténtica y
verdaderamente la realidad mundana” (Arendt, 2009:66). La “sociedad” moderna es
entonces la pérdida del mundo común, en ella los hombres se han convertido en
completamente privados, es decir, han sido desposeídos de ver y oír a los demás, de ser
vistos y oídos por ellos. “Todos están encerrados en la subjetividad de su propia
experiencia singular, que no deja de ser singular si la misma experiencia se multiplica
innumerables veces”. (Arendt, 2009:69). Esto coincide con la transformación del interés
privado en un interés público, que se logra gracias al concepto de propiedad, donde la
sociedad adopta la forma de un conjunto de propietarios que solo tienen en común sus
intereses privados.

Posteriormente, considera la importancia de la esfera privada para la vida humana en


sus aspectos no privativos. Por un lado, nuestras posesiones privadas aparecen como
correlativas a las necesidades vitales. Por otro, las cuatro paredes de la propiedad
aparecen como el único lugar seguro y oculto del mundo público. Así, el significado
más elemental de las dos esferas indica que hay cosas que requieren ocultarse y otras
que necesitan exhibirse públicamente para que puedan existir.

Bibliografía

ARENDT, Hannah, La condición humana. Barcelona: Paidós, 2009.

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