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Anillo o circuito de Kula

El Kula, conocido también como circuito kula o intercambio kula, es un


intercambio ceremonial que se realiza entre los pobladores de la
provincia neoguineana de Milne Bay. Comprende a dieciocho comunidades
isleñas del archipiélago de Massim, incluidas las islas Trobriand, e involucra a
miles de individuos (Norte de Australia). Según los datos ofrecidos por Bronislaw
Malinowski —quien documentó la práctica a principios del siglo XX—, los
participantes en el kula debían viajar en sus canoas algunos cientos de
kilómetros en el sentido en que lo imponía el artículo que se había propuesto
intercambiar con otros participantes del circuito.
Los artículos que se intercambian en el Kula son dos. Unos eran gargantillas de
concha que los trobriandeses llamaban veigun o soulava, mismos que circulaban
hacia el norte en el circuito, en la dirección de las manecillas del reloj. Los otros
eran pulseras hechas con pequeñas conchas que recibían el nombre de mwali,
cuyo sentido de circulación era inverso. Si el intercambio entre dos personas era
abierto con un collar soulava, aquél que lo recibía estaba obligado a
corresponder con un brazalete mwalli. Las condiciones de la participación en el
circuito de intercambio variaban de región en región. Malinowski señalaba que
en las islas Trobriand, los jefes monopolizaban el kula, mientras que en Dobu
cualquier hombre podría participar.
Los objetos que se intercambian en el Kula son piezas sin valor de uso —
aunque en algunas ocasiones, señalaba Malinowski, son empleadas como
adornos corporales en ciertas celebraciones religiosas de los Trobriandeses—,
mismas que sirven para establecer relaciones sociales y adquirir prestigio social.

Las costumbres y tradiciones que acompañan este intercambio de dones está


cuidadosamente preescrito en el sistema cultural de los pueblos que intervienen
en él, especialmente en lo que refiere a las idealmente prolongadas relaciones
que sostienen los compañeros en el intercambio —llamados karayata—. El acto
de regalar, como escribía Marcel Mauss en su Ensayo sobre el Don, es un
gesto/acto que engrandece al donante, un acto en el que el don es acompañado
de muestras de exagerada modestia. Como el compañerismo, el don implica
fuertes relaciones de correspondencia y hospitalidad, protección y asistencia
mutuas. De acuerdo a los muyuw, una buena relación Kula puede ser
entendida como un matrimonio. Por ello, como citaba Malinowski en Los
argonautas del Pacífico Occidental, los trobriandeses suelen decir que una vez
en el Kula, siempre en el Kula'.
Los objetos kula rara vez permanecen por mucho tiempo en posesión de
quienes los reciben. Deben pasarlos a otros compañeros en el circuito luego de
un cierto período, razón por la cual los mwalli y los soulava están en constante
circulación en el intercambio. A pesar de ello, la posesión temporal de los
objetos kula trae a sus poseedores cierto prestigio; pero es también el objeto de
intercambio el que aumenta de valor simbólico con las transacciones, teniendo
cada objeto una historia detallada de su procedencia y los hombres que han
estado en posesión de dicho objeto. Los jefes más importantes en el intercambio
pueden tener cientos de compañeros en el intercambio, en tanto que los
hombres con menor peso en la trama social suelen tener una docena o menos
de ellos, dependiendo del tamaño de sus redes sociales.
El Potlatch
Potlatch es el nombre de una ceremonia practicada por los pueblos aborígenes
de la costa del Pacífico en el noroeste de Norteamérica, tanto en los Estados
Unidos como en la provincia de la Columbia Británica de Canadá. Ejemplos de
aquellos pueblos son: los Haida, Tlingit, Tsimshian, Salish, Nuu-chah-nulth,
y Kwakiutl(Kwakwaka'wakw).
El potlatch, vigente hasta el siglo XX, toma la forma de festín (banquete)
ceremonial para el que se utiliza carne de foca o salmón. En este festín se
observan las relaciones jerárquicas entre los grupos, que se refuerzan mediante
el intercambio de regalos y otras ceremonias. El anfitrión muestra su riqueza e
importancia regalando sus posesiones, queriendo dar a entender que tiene
tantas que puede permitirse hacer tantos regalos. Por tanto, se puede decir que
el potlatch consistía en cambiar regalos por prestigio, que se incrementaba con
el valor de los bienes distribuidos.
A partir del siglo XIX, los pueblos que practicaban el potlatch, y en particular
los kwakiutl, comenzaron a comerciar con los europeos, lo que supuso un gran
aumento de su riqueza, al mismo tiempo que disminuía drásticamente su
población debido a las nuevas enfermedades que éstos introdujeron. Ello
estimuló una intensa competencia por el prestigio, hasta el punto de que los
kwakiult comenzaron no sólo a regalar bienes como mantas y piezas de cobre,
sino incluso a destruirlos. En algunos casos, los anfitriones destruían la mayor
parte de sus propiedades, e incluso llegaron a quemar sus casas. Este hecho
produjo el que algunos estudiosos llegaran a considerar estas prácticas como
comportamientos económicamente derrochadores, resultado de un impulso
irracional de búsqueda de estatus y prestigio.
Sin embargo, otras interpretaciones consideran el potlatch no como un simple
derroche, sino como un mecanismo de adaptación cultural ante períodos
alternantes de abundancia y escasez en el plano local. En efecto, los recursos
fluctúan (cambian/modifican) en la zona, por lo que un poblado puede tener un
buen año mientras que otro lo tiene malo. Un poblado que disfrute de un año
especialmente bueno disfruta de unos excedentes que pueden, como hemos
visto, transformarse en prestigio. Sus potlatches distribuían alimentos y riqueza a
otras comunidades que los necesitaban. Sin embargo, cuando un poblado
anteriormente próspero tenía un mal año, sus gentes empezaban a aceptar
invitaciones a potlatches de otros lugares donde iban mejor las cosas, aunque
ello supusiera despojarse de parte del prestigio acumulado. De esta forma, la
práctica del potlatch unía a los grupos locales a lo largo de la costa noroeste del
Pacífico en una red de intercambio.
El potlatch ha servido de modelo para la explicación de otros fenómenos
culturales aparentemente muy diferentes entre sí, como por ejemplo el modelo
colaborativo que funciona en comunidades indígenas y modelos de competencia
en paises desarrollados.

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