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“El pensar trabaja en la construcción de la casa del ser que, como conjunción del
ser, conjuga destinalmente la esencia“Lo salvo y lo feroz, sólo pueden estar
presentes en el ser en la medida en que el propio ser es la causa de litigio”. Esto es,
como el pensar forma parte de la existencia, todo ‘si’ y todo ‘no’ existen ya en la
vedad del ser. Esto es, “el desistir está presente en el ser mismo, pero en ningún
caso en el Dasein del hombre cuando éste es pensado como subjetividad del ego
cogito”.
El ser es lo que le concede a lo salvo alcanzar la gracia y a la ferocidad el impulso
hacia el mal.
En definitiva, Heidegger nos muestra la importancia del lenguaje, de la historicidad
del ser, y que el pensar (no teórico ni práctico) comparte con la poesía la manera
de enfrentarse a la misma pregunta de cuál sea la ley de su hacer, un hacer que no
indaga sobre lo ente, sino que “el pensar se refiere al ser en cuanto eso que
adviene (l’avenant)”.
En este panorama que dibuja el alemán, la filosofía no es el pensar futuro, sino que
el pensar desciende hacia la pobreza de su esencia provisional que se relaciona con
un lenguaje de un decir simple.
I.2. Algunas matizaciones que nos aproximan a una interpretación bastante
habitual o canónica del pensamiento de Heidegger.
I.2.1.Lenguaje y ser-en-el-mundo.
Una vez que hemos visto en la Carta sobre el Humanismo cómo hemos de manejar
los conceptos heideggerianos y su propuesta al respecto del humanismo como
respuesta directa a Jean Beaufret e indirecta a Sartre, no obstante queremos
matizar con Andrea Cortés, a propósito de la posición que el lenguaje ocupa en el
pensamiento del alemán, que en Ser y Tiempo (en el llamado primer Heidegger)
aunque se toca el tema del lenguaje, no es ahí donde Heidegger sitúa su propuesta
estrictamente sino en el tiempo, como horizonte desde el cual se comprende lo
que es ser. La distinción no es entre Ser y Lenguaje, precisamente porque el
lenguaje es la casa del ser, y “hacer esa separación sería caer en el esquema
divisorio de sujeto-objeto, en el que ser y lenguaje serían dos cosas separadas, que
sólo se relacionarían, en un plano bidimensional, y no erigirían esa unidad tan
propia de toda la propuesta heideggeriana. El segundo Heidegger se caracteriza
por centrarse en el lenguaje desprendiéndose de la intención inicial de establecer
la comprensión del ser en el tiempo. Sin embargo, la cuestión del lenguaje en
Heidegger aparece en toda su obra, es lo que encarna el develar del ser y en su
‘destrucción’ con el lenguaje intenta sacar al ser del olvido”.
En la Carta sobre el Humanismo se dirige al lenguaje para mostrar la unión entre
pensar y ser. “Al poner al pensar como pertenencia del ser se libera al pensar de
esa exclusividad solo del hombre como sujeto de razón”. Se ha de atender a la
escucha del ser. Al olvidar al ser también se ha olvidado al habla como tal, ha
quedado reducida a su funcionalidad, a estar al servicio del hombre.
Este mismo autor explicita que el ser del hombre y el ser mundo se dan en unidad
en Heidegger. “Ambos son apertura en las que Dasein se despliega en su plexo de
posibles en el mundo”. Y es que Heidegger critica la relación sujeto-objeto como
concepción del hombre-mundo. Con su concepción de ser-en-el-mundo, mundo y
hombre son unidad en cuanto el ser del hombre se manifiesta en el mundo siendo
simultáneamente mundo esa apertura ontológica en la que el ser se muestra.
Respecto a esa unión entre ser y pensar, podemos afirmar con Díaz marsa que
“todo el pensamiento moderno pensará a partir de la diferencia de iure ser-pensar.
De ahí que su problema (el problema general del pensamiento
moderno), dada esta diferencia originaria, no pueda ser si no el de la unidad (no el
de la génesis de la diferencia a partir del fondo revuelto de las semejanzas), el de
la síntesis (no el del análisis), el del juicio juicio, originariamente entendido como
enlace intuición-concepto, (no el de una intuición que, en su forma de iure, sería
concepto)”.
Y a propósito del lenguaje, y dicho sea de manera anecdótica a la par que
conmemorativa del 75 aniversario del fallecimiento de Unamuno, creemos ver
cierta conexión entre el propio concepto heideggeriano de lenguaje con el del que
fuera catedrático de Salamanca y la importancia que ambos otorgan a la poesía; en
este sentido, Flórez califica así el lenguaje de Unamuno: “Un lenguaje que él no
entiende como un instrumento del que se sirven los hombres, sino como un acto
dotado de energía, de potencia creadora, que se explicita temporalmente dando
lugar a las distintas lenguas de los pueblos y a sus literaturas correspondientes, que
son la conciencia reflexiva que los distintos pueblos llevan a cabo sobre la realidad.
En esa concepción del lenguaje como punto de partida de la filosofía puede
encajarse la teoría unamuniana de la poesía, que puede ponerse en relación con
ideas del romanticismo, que luego discutirán Schopenhauer y Nietzsche y que
Heidegger acabará asumiendo en el contexto de la filosofía del siglo XX”