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TRES PRUEBAS DE LA RESURRECCIÓN DE CRISTO

“Pues el rey sabe estas cosas, delante de quien también hablo con toda confianza.
Porque no pienso que ignora nada de esto; pues no se ha hecho esto en algún
rincón” (Hechos 26:26).

En el capítulo 26 de Hechos Lucas registra por tercera vez el


testimonio de la conversión de Pablo. La razón por la que Lucas la da tres
veces es fácil de entender. Aparte de la muerte y resurrección de Cristo, no
hay otro evento en la historia de la Cristiandad que sea más importante que
la conversión del Apóstol Pablo.
Pablo había sido arrestado porque él predicaba: “…de un cierto Jesús, ya
muerto, el que Pablo afirmaba estar vivo” (Hechos 25:19).

Y ahora Pablo se paró con sus manos encadenadas, ante el Rey Agripa. El
mismo Agripa era Judío. Por lo tanto Pablo defendía lo que predicaba
basado en las profecías del Antiguo Testamento sobre la resurrección de
Cristo. Pablo también se defendía a sí mismo diciendo que el Rey Agripa
ya sabía sobre la crucifixión y la resurrección de Cristo. La crucifixión y la
resurrección habían tomado lugar casi treinta años antes. Todos los Judíos
sabían de ello, incluyendo al Rey Agripa. Así que Pablo dijo: “Pues el rey
sabe estas cosas, delante de quien también hablo con toda confianza. Porque
no pienso que ignora nada de esto; pues no se ha hecho esto en algún
rincón” (Hechos 26:26).

“No se ha hecho esto en algún rincón”. Esa era una expresión Griega común
del día. El comentario de Dr. Gaebelein dice:

El ministerio de Jesús era ampliamente


conocido en Palestina, y Agripa debía
haber oído de él. La muerte y la
resurrección de Jesús tenían muchos
testigos, y el evangelio Cristiano ahora ya
se había proclamado por tres décadas.
Ciertamente el rey sabía de estas cosas,
“pues no se ha hecho esto en algún rincón”
(traducción de The Expositor’s Bible
Commentary, Frank E. Gaebelein, D.D.,
Editor General, Zondervan Publishing
House, 1981, tomo 9, p. 554; nota de
Hechos 26:25-27).
Mucha gente hoy piensa que la resurrección de Cristo era un
evento opaco conocido solamente por unos pocos pescadores
ignorantes. ¡Pero nada podría estar más lejos de lo cierto! Todo Judío
en Israel sabía de la resurrección de Cristo, ¡y se había hablado de
ella por todo el mundo Romano por casi treinta años! ¡La
resurrección de Cristo no se había guardado en secreto!

“Pues no se ha hecho esto en algún rincón”


(Hechos 26:26).

El Dr. Lenski dijo:

Todo lo que se había dicho acerca de Jesús


fue en la mera capital de la nación, y el
Sanedrín y Pilato [el Gobernador
Romano] estuvieron involucrados, y Jesús
era una figura nacional, cuya fama llenaba
las tierras alrededor. No “en algún
rincón”…no un asunto pequeño opaco del
cual nadie sabe nada, sino una cosa que es
tan grande y vital, tan pública y de tan
largo alcance, que [el Rey] Agripa ha sido
obligado a darle su completa atención real
(traducción de R. C. H. Lenski, D.D., The
Interpretation of the Acts of the
Apostles, Augsburg Publishing House,
edición de 1961, p. 1053; nota de Hechos
26:26).

“Pues no se ha hecho esto en algún rincón”


(Hechos 26:26).

Los enemigos de Cristo tuvieron tres décadas para probar que


Él no se había alzado de entre los muertos. Y aun así habían fallado.
No importa cuán fuertemente trataron, los enemigos habían fracasado
en probar que Jesús permanecía muerto después de haber sido
crucificado. Para el tiempo en que Pablo le hablaba al Rey Agripa,
miles de Judíos, y decenas de millares de Gentiles, proclamaban
“Cristo ha resucitado de los muertos”.
La resurrección de Cristo es la fundación de la fe Cristiana. Si
el cuerpo de Cristo no se levantó de la tumba, no hay base para la fe
Cristiana. El mismo Apóstol Pablo dijo:
“Si Cristo no resucitó, vana es entonces
nuestra predicación, vana [sin valor] es
también vuestra fe” (I Corintios 15:14).

I. Primero, el sepulcro vacío. Jn. 20:1-9

La primera prueba de la resurrección de Jesús es el sepulcro


vacío. El hecho de que el sepulcro de Jesús estaba vacío tres días
después de que El murió es una de las grandes pruebas de Su
resurrección. Todos los autores de los cuatro Evangelios están
completamente de acuerdo en que la tumba de Cristo estaba vacía
tres días después que Él murió. Muchos otros testigos también
verificaron el hecho del sepulcro vacío.
El ataque más antiguo en contra de la resurrección de Cristo
es que alguien robó el cuerpo de Jesús. Los principales sacerdotes

“…dieron mucho dinero a los soldados,


diciendo: Decid vosotros: Sus discípulos
vinieron de noche, y lo hurtaron, estando
nosotros dormidos…Y ellos, tomando el
dinero, hicieron como se les había
instruido. Este dicho se ha divulgado entre
los judíos hasta el día de hoy” (Mateo
28:12-15).

Pero este argumento no convenció a mucha gente. El sentido


común te dirá que los Discípulos no robaron Su cuerpo y pretendieron
que Él había resucitado. Tres días antes los Discípulos habían huido
para salvar sus propias vidas cuando Cristo fue arrestado y
crucificado. Es muy poco probable que estos hombres temerosos
habrían tenido el valor suficiente para robar el cuerpo de Jesús – y
luego comenzar con valentía a predicar que Él se alzó de los muertos
– ¡arriesgando sus vidas! ¡No, eso es un argumento muy poco
probable! Los hechos simplemente no coinciden. Los discípulos
estaban escondidos en una habitación con la puerta cerrada, “por
miedo de los Judíos” (Juan 20:19). Estaban en estado de choque.
Ellos no creían que Él iba a resucitar de nuevo. Ninguno de los
seguidores de Cristo tuvo la fe o la valentía para desafiar al poderoso
gobierno Romano y robar el cuerpo de Jesús. Eso es un hecho
psicológico que no puede pasarse por alto.
Los únicos otros sospechosos, que podrían haber robado el
cuerpo de Cristo, eran Sus enemigos. El problema con esta teoría es
que los enemigos de Cristo no tenían ningún motivo para robar de Su
tumba. Los sumos sacerdotes y otros líderes religiosos condenaron a
Cristo a la muerte porque Él era amenaza el sistema religioso y el
modo de vida de ellos. ¡Lo último que estos hombres querían era que
la gente pensara que Cristo estaba vivo otra vez! Es por eso que estos
líderes religiosos se esforzaron mucho para eliminar cualquier
aspecto de Su resurrección. El Evangelio de Mateo nos dice que
fueron al gobernador Romano, Poncio Pilato:

“Diciendo: Señor, nos acordamos que


aquel engañador dijo, viviendo aún:
Después de tres días resucitaré. Manda,
pues, que se asegure el sepulcro hasta el
tercer día, no sea que vengan sus
discípulos de noche, y lo hurten, y digan
al pueblo: Resucitó de entre los muertos.
Y será el postrer error peor que el
primero” (Mateo 27:63-64).

Pilato les dijo que llevaran guardias a la tumba y “aseguradla como


sabéis” – pongan guardias en la tumba y asegúrenla lo mejor que
puedan (Mateo 27:65). Así que sellaron la tumba y colocaron
soldados allí para protegerla (Mateo 27:66). ¡Extrañamente, parece
que estos sacerdotes y líderes religiosos tenían más confianza en la
resurrección de Cristo que sus propios Discípulos!
La verdad es que los líderes religiosos tomaron medidas
extremas para que el cuerpo de Cristo no fuera robado. Querían
demostrar que la promesa de Cristo de resucitar de los muertos era
una mentira. Los líderes religiosos hicieron todo lo posible para
eliminar cualquier posibilidad de historias circulando que Cristo
resucitó de entre los muertos. Robar el cuerpo hubiera sido lo último
que Sus enemigos hubieran hecho. Pero si ellos hubieran robado el
cuerpo, sin duda lo hubieran mostrado cuando los Discípulos
comenzaron a predicar Su resurrección. Pero los enemigos de Cristo
nunca mostraron Su cuerpo. ¿Por qué?¡Simplemente porque no
tenían cuerpo que mostrar! ¡La tumba estaba vacía! ¡Cristo había
resucitado de entre los muertos!

“Pues no se ha hecho esto en algún rincón”


(Hechos 26:26).
¡El sepulcro vacío es la primera evidencia de la resurrección de Cristo
de entre los muertos, pero hay más!

II. Segundo, los relatos de los testigos oculares.

Cuando Jesús fue crucificado, Sus Discípulos no tenían


esperanzas. Su fe estaba destruida. No tenían ninguna esperanza de
ver a Cristo vivo de nuevo. Y entonces vino Jesús:

“Y puesto en medio, les dijo: Paz a


vosotros” (Juan 20:19).

Entonces los Discípulos dijeron:

“Se presentó vivo con muchas pruebas


indubitables, apareciéndoseles durante
cuarenta días” (Hechos 1:3).

El Apóstol Pablo dijo, que el Cristo resucitado:

“apareció a Cefas [Pedro], y después a los


doce. Después apareció a más de
quinientos hermanos a la vez…Después
apareció a Jacobo; después a todos los
apóstoles; y al último de todos, como a un
abortivo, me apareció a mí”
(I Corintios 15:5-8).

El Dr. John R. Rice dijo:

¡Ten en cuenta cómo fue de abrumador el


testimonio de cientos de personas que
habían visto a Jesús después de Su
resurrección, algunos de ellos una y otra
vez a través de el curso de tiempo de
cuarenta días! [Hechos 1:3]. La regla de la
Biblia era “en la boca de dos o tres
testigos”. Aquí había cientos de testigos.
Más de un hombre había sido condenado
a muerte por el testimonio de uno o dos
testigos.
Sólo se requieren doce bocas para
llegar a un acuerdo en un jurado para
resolver un caso importante. Aquí
literalmente cientos de testigos oculares
estaban de acuerdo en que Jesús resucitó
de entre los muertos. No apareció una
sola persona diciendo que había visto su
cadáver después del tercer día, ni para
contradecir ninguna de las pruebas.
El testimonio de aquellos testigos –
testigos oculares, testigos que habían
palpado al Salvador, lo palparon, sintieron
las marcas de los clavos en Sus manos y
pies, lo vieron comer, tuvieron comunión
con él cuarenta días – ese testimonio era
evidencia más fuerte que la que cualquier
caso necesitaría ante la Corte Suprema de
los Estados Unidos o ante cualquier otro
tribunal en el mundo...La evidencia es tan
abrumadora que sólo aquellos que no
quieren creer y no revisan la evidencia la
rechazan. No es de extrañar que la Biblia
declara que Jesús “se presentó vivo
después de su pasión con muchas pruebas
indubitables”, Hechos 1:3 (traducción de
John R. Rice, D.D., The Resurrection of
Jesus Christ, Sword of the Lord
Publishers, 1953, pp. 49-50).

“Pues no se ha hecho esto en algún rincón”


(Hechos 26:26).

El sepulcro vacío, y los cientos de testigos oculares, son pruebas


fuertes de la resurrección de Cristo de entre los muertos. Pero hay
más.

III. Tercero, el martirio de los Apóstoles.

Si la resurrección era una mentira, ¿por qué cada uno de los


Apóstoles murió por predicarla? Los Apóstoles no sólo continuaron
predicando la resurrección de Cristo, ¡sino que hasta murieron en vez
de negarla! Al leer la historia de la iglesia nos encontramos con que
cada uno de los Apóstoles [con la excepción de Juan – que fue
torturado y exiliado] tuvo muertes horribles porque predicaron que
Cristo había resucitado de entre los muertos. El Dr. D. James
Kennedy dijo:

Este es un hecho de importancia vital.


En la historia de la psicología nunca se ha
sabido que una persona estuviera
dispuesta a dar su vida por lo que él o ella
sabía que era una mentira. Yo solía
preguntarme por qué Dios permitió que
los apóstoles y todos los primeros
cristianos pasaran por esos sufrimientos,
tremendas increíbles torturas... tenemos la
fidelidad, el carácter, el sufrimiento y la
muerte de estos testigos, la mayoría de los
cuales sellaron su testimonio con su
sangre... Paul Little dijo: “Los hombres
morirán por lo que creen es verdad... sin
embargo, ellos no mueren por lo que
saben que es mentira” (traducción de D.
James Kennedy, Ph.D., Why I
Believe, Thomas Nelson Publishers, 2005
edición, p. 47).

Estos hombres murieron porque dijeron que fueron testigos de la


resurrección de Cristo de entre los muertos:

Pedro – fue azotado severamente luego crucificado de


cabeza.
Andrés – fue crucificado en una cruz en forma de X.
Jacobo, hijo de Zebedeo – fue decapitado.
Juan – fue puesto en un caldero de aceite hirviendo, y
desterrado a la isla de Patmos.
Felipe – fue azotado y después crucificado.
Bartolomé – fue despellejado vivo y luego crucificado.
Mateo – fue decapitado.
Jacobo, el hermano del Señor – fue arrojado desde el techo
del Templo y asesinado a golpes.
Tadeo – asesinado a flechazos.
Marcos – arrastrado hasta que murió.
Pablo – fue decapitado.
Lucas – colgado en un árbol de olivo.
Tomás – atravesado por lanzas, y tirado a las llamas de un.
(Traducción de The New Foxe’s Book of Martyrs, Bridge-
Logos Publishers, 1997, pp. 5-10; Greg Laurie, Why the
Resurrection? Tyndale House Publishers, 2004, pp. 19-20).

Estos hombres pasaron por un terrible sufrimiento, y muertes


horribles, porque decían que Cristo resucitó de entre los muertos.
¡Los hombres no mueren por algo que no han visto! ¡Estos
hombres vieron a Cristo después que resucitó del sepulcro! Esa es la
razón por qué la tortura y la muerte misma no los detuvo de
proclamar: “¡Cristo ha resucitado de los muertos!”

Pedro lo vio ahí en la playa,


Comió con Él ahí en el mar;
Con Sus labios que habían estado muertos
Jesús le dijo, “Pedro, ¿Me amas?”
¡El que murió vive otra vez!
¡El que murió vive otra vez! Rotas las garras de la muerte
están –
¡El que murió vive otra vez!
(Traducción libre de “Alive Again” por Paul Rader, 1878-
1938).

¡Estos hombres cambiaron de incrédulos cobardes a mártires


sin miedo – porque habían visto a Cristo después que resucitó de la
tumba!

Tomás lo vio ahí en el cuarto,


Le llamó Maestro y Señor,
Puso sus dedos en los agujeros
Hechos por los clavos y la espada.
¡El que murió vive otra vez!
¡El que murió vive otra vez!
Rotas las garras de la muerte están –
¡El que murió vive otra vez!
(Paul Rader, ibid.).

Podríamos brindar aún más evidencia de la resurrección de Cristo,


pero no te convencerá. Algunas personas que vieron a Cristo después
que resucitó de los muertos todavía “dudaron” (Mateo 28:17). Debes
venir a Cristo por fe. El Cristo pre-encarnado dijo:

“Me buscaréis y me hallaréis, porque me


buscaréis de todo vuestro corazón”
(Jeremías 29:13).

“Porque con el corazón se cree para


justicia”
(Romanos 10:10).

Y tú también puedes conocer a Cristo resucitado – si quieres


conocerlo lo suficiente como para “Esforzarte a entrar por la puerta
estrecha” (ver Lucas 13:24). Cuando vienes a Cristo tus pecados son
expiados y limpiados por Su sangre – y eres nacido de nuevo por Su
resurrección de entre los muertos. ¡Es mi oración que pronto vengas
a Cristo! Amén.

EL BOSQUEJO DE
TRES PRUEBAS DE LA RESURRECCIÓN DE CRISTO
por Dr. R. L. Hymers, Jr.

“Pues el rey sabe estas cosas, delante de quien también


hablo con toda confianza. Porque no pienso que ignora
nada de esto; pues no se ha hecho esto en algún rincón”
(Hechos 26:26).

(Hechos 25:19; I Corintios 15:14)

I. Primero, el sepulcro vacío, Mateo 28:12-15; Juan 20:19;


Mateo 27:63-64, 65, 66.
II. Segundo, los relatos de los testigos oculares, Juan 20:19;
Hechos 1:3; I Corintios 15:5-8.
III. Tercero, el martirio de los Apóstoles, Mateo 28:17;
Jeremías 29:13; Romanos 10:10; Lucas 13:24

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