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BENDIX, Reinhard.

“Transformaciones experimentadas por las sociedades de Europa occidental a partir del siglo
XVIII”. En: Estado Nacional y Ciudadanía. Editorial Amorrortu. Buenos Aires, 1974. Cap. 3.- "Transformaciones
experimentadas por las sociedades de Europa Occidental, a partir del Siglo XVIII", (pp.61-104)Flacso, 15-11-99

"Transformaciones experimentadas por las sociedades de Europa


Occidental, a partir del Siglo XVIII", (pp.61-104)
En la vida política medieval los lazos hereditarios o el rango espiritual y el control de la tierra resolvían los
límites legítimos para la participación en los asuntos públicos. Toda dependencia económica implicaba la
exclusión de los derechos políticos que se reconocían a los colectivos (grupos, estamentos, corporaciones) antes
que a los sujetos individuales.
Este modo de organización social se disloca en la intersección de la "doble revolución", política e industrial, que
inaugura una nueva pauta de autoridad (individualista) y la posibilidad de una "generalización" formal de los
derechos ciudadanos a "todos" los adultos, ahora a título individual, incluso en posición de dependencia material.
El problema político fundamental será, de aquí en más, la extensión de las fronteras de esta ciudadanía en una
adecuación de compromiso con la protesta social.
La relación tradicional de autoridad garantizaba obediencia y lealtad de las clases inferiores a condición de ciertas
responsabilidad de quienes resultaban privilegiados. La decadencia y final ruptura de estas relaciones se verifica
como un proceso de larga duración ( durante siglos) a través del cual se registra en los estamentos dirigentes una
creciente brecha entre el mantenimiento de los privilegios consuetudinarios y el progresivo olvido de las
respectivas responsabilidades para con las clases subalternas. Mientras el señor insiste en esperar servilismo, pero
ahora rehusando toda responsabilidad para con los inferiores, estos últimos reclamarán y cada vez mas, igualdad
de derechos volviéndose progresivamente intratables.
Durante la primer fase industrializadora se constata un paradojal paternalismo convergente con un creciente
rechazo por toda responsabilidad hacia los pobres. Sin embargo, el nuevo paradigma de la economía política
clásica encontrando en la pobreza un fenómeno inevitable (relación población/recursos o resultado de la relación
oferta/demanda) o vinculado con la imperfección moral del individuo prescribirá la declinación del elemento
patrernalista mientras intensificará el elemento impersonal (fuerzas del mercado). Finalmente también este último
elemento decrecerá frente a una progresiva confianza en los procedimientos educativos (secuencia que se verifica
tanto en Inglaterra como en EEUU).
El desarrollo del estado nacional implica una pauta impersonal e igualitaria de reconocimiento de derechos
individuales (vg. propiedad, trabajo). Sin embargo los incentivos a la autosuficiencia individual de los
trabajadores bien puede antes que derivar en cooperación, generar una acción de protesta política y social (en el
caso inglés de manera mas bien conservadora). Quienes efectivamente contribuyen con su trabajo sistemático a la
riqueza nacional y sin embargo continuan sumidos en la miseria pasan a definir un verdadero problema político
(la posición cívica de las clases inferiores en la comunidad política nacional).
Si bien los niveles económicos y políticos se inflencian y relacionan recíprocamente lo hacen históricamente de
diversas formas. Ciudadanía nacional e industrialismo se han combinado con diferentes estructuras de clases:
industrialismo y democratización deben considerarse procesos distintos por estrecha que sea su vinculación en
determinadas circunstancias históricas.
La Ilustración con su formulación de principios de igualdad de derechos para todos los hombres hicieron visibles
a las clases bajas otras formas de protesta política. La moderna sociedad industrial con su movilización física e
intelectual de las personas supuso la activación de clases antes pasivas. El objetivo se orienta hacia una
participación plena en la comunidad política nacional.
Las dos grandes reacciones sociales, como movimientos sociales de masas, del siglo XIX, el socialismo y el
nacionalismo, significaron agitaciones en procura de una integración política de las masas excluidas de toda
participación política.
El problema de las clases bajas en el estado- nación moderno reside en el proceso político por el cual se amplían
y redefinen gradualmente, en el nivel de la comunidad nacional, los derechos-deberes recíprocos . Esta
distribución y eventual re-distribución no depende en exclusiva de la estructura socioeconómica (perspectiva
marxista) sino que está influida por: 1.- la posición internacional del país; 2.- las concepciones sobre la
distribución correcta en la comunidad nacional; 3.- el "toma y daca" de la lucha política.
En el caso europeo la protesta obrera expresa la conciencia de una alienación política: no ocupar una posición
reconocida en la comunidad cívica. La posibilidad de participación política orienta el reclamo en términos
tradicionales y "conservadores": antes que buscar un nuevo orden social se requiere revisar una "ciudadanía de
segunda" para reemplazarla por una inclusión plena (en condiciones de igualdad) en la comunidad política
nacional.
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La extensión de la ciudadanía a las clases bajas

El estado-nación (EN) inaugura una relación directa de todos los ciudadanos con la autoridad soberana
(contrariamente a la política medieval donde sólo "los principales" contaban en ésta relación). Lo importante en
la formación social será la codificación de todos los derechos - deberes de todos los adultos clasificados como
ciudadanos. El problema a plantear entonces es el grado de inclusividad de la ciudadanía . Esta inclusividad se
orienta en torno a dos principios: 1.- representación funcional ( en sentido amplio designa actividades, derechos y
obligaciones específicos de un grupo); 2.- plebiscitario (refiere a la votación directa sobre los asuntos públicos de
todos los electores calificados de una comunidad dada - cuanto mayor sea la comunidad menores requisitos
estiplados para los electores).
La expansión de la ciudadanía tuvo que ver con diversas transacciones entre ambos principios (cuanto mayor sea
el número de sujetos que mantienen una relación directa con la autoridad pública mayor será el conflicto entre el
principio plebiscitario y el funcional).
Siguiendo a Marshall se tiene que la ciudadanía se vincula con el reconocimiento de la igualdad de derechos
frente a la ley. No obstante paralelamente al incremento de la igualdad legal en el espacio público, se verifican
desigualdades socio-económicas emergentes desde el espacio de lo privado. Estas desigualdades contestan y
coartan la efectividad de los derechos jurídicos igualitarios. Existe entonces una tensión manifiesta entre situación
legal y capacidad para hacer.
La expansión de la ciudadanía que medió entre las sociedades estamentales del s.XVIII y la sociedad de bienestar
del s.XX, implicó la entrada de las clases bajas al espacio público. El proceso se vió facilitado por dos factores :
1) el derecho a la asociación y 2) el derecho a una educación formal básica.
a.-El principio abstracto de la igualdad jurídica de los sujetos de derecho, en tanto individuos singulares, ignora
las diferencias materiales requiriendo entonces que los mas débiles recurran a la organización colectiva en
defensa de sus intereses. La legalidad de las asociaciones políticas implicó la posibilidad de una acción de
agitación contra la cupresión de los sindicatos. El desarrollo de los sindicatos significó el tránsito, en los derechos
civiles, desde la representación de los individuos a la de las comunidades (y con ello las clases bajas obtuvieron
un poder de negociación equitativo que la igualdad formal impuesta les había negado).
b.-Pese a que los derechos sociales tienen un sentido liberador se caracterizan porque habitualmente los
individuos no tienen posibilidad de decidir si hacen o no uso de sus ventajas (en este caso los derechos implican
deberes-obligaciones: cada ciudadano está obligado a participar de los servicios que otorga el estado - vgr. la
educación). Mientras los derechos civiles y políticos son facultativos, los sociales son obligatorios pero todos
tienden a instaurar una relación igualitaria frente a la autoridad pública nacional (precisamente esta relación
directa es la que le da significado concreto a la ciudadanía nacional). Si bien los derechos sociales, no obstante
ampliar los beneficios y deberes del pueblo, pueden no estimular la movilización social, los derechos políticos
(extensión del sufragio) terminan con los privilegios e incrementan la participación activa del pueblo en los
asuntos públicos.
Desde la perspectiva de las elites el debate se centraba en torno a la preocupación por las consecuencias de esta
expansión de los derechos políticos a las clases bajas: por un lado el temor a una creciente radicalización, por
otro, la seducción de fortalecer el poder del EN mediante la movilización de las clases obreras (un hombre, un
voto, un fusil).
Cinco criterios sirvieron para limitar el sufragio durante este período de transición: 1.-estamental; 2.-censitario,
3.-capacitario; 4.- responsabilidad familiar; 5.- residencia.
La idea de que el ejercicio de los derechos políticos requería tanto capacidad de discernimiento como
independencia de criterio reclamaban aquellas fronteras que asegurasen al interior del espacio público el imperio
del juicio razonado. En torno a la cuestión de la independencia intelectual liberales y conservadores debatieron la
expansión del sufragio universal. Los primeros promovieron el régimen censitario temiendo la manipulación
electoral de las clases dependientes. Los segundos, dada la importancia del voto para consolidar cualquier poder
local, propugnaron la expansión del sufragio pensando en que en las zonas rurales y merced al predominio de
relaciones patriarcales las masas apoyarían la tradición y el poder constituido. La incertidumbre se planteaba en
las zonas urbanas donde los trabajadores mas independientes de las filiaciones tradicionales planteaban un
problema a la definición de la ciudadanía política. Allí se impone como estrategia la introducción de diferencias
estructurales en las capas asalariadas en términos de residencia: se integran a los trabajadores mas acomodados y
se excluye a los inmigrantes y marginales carentes de arraigo local (el proletariado real). Otras instituciones de
control social fueron el voto plural y el voto calificado.
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La administración de las elecciones planteó el problema de la independencia del voto en torno al "voto secreto".
Aunque la noción tradicional dice relación con un acto público de hombres capaces de mantener abiertamente sus
opiniones, mas seguramente oficiaba como eficaz control de las inclinaciones de las clases subalternas. La
introducción del "secreto", aunque tiene que ver con la cultura liberal (anónima y privatista) tiene dos posibles
lecturas: si bien aisla al trabajador de la influencia del empleador también lo aisla de sus pares (en este sentido
puede funcionar como estrategia para enfrentar la organización obrera). De todas formas, sociológicamente abre
posibilidades de expresión para lealtades no explícitas o encubiertas. El voto secreto representa el principio
nacional y plebiscitario de integración cívica frente a las organizaciones de clase obrera (principio funcional).

Conclusiones

 La constitución del EN moderno es la fuente originaria de los derechos de ciudadanía y los derechos políticos
signo de igualdad nacional.
 El proceso de expansión de la representación política expresa la incorporación progresiva de las clases bajas.
Esta expansión encierra dos elementos contradictorios (la representación individual - principio plebiscitario-;
la representación colectiva - principio funcional).
 Cuando la extensión de los derechos legales, políticos y sociales se convierte en la política oficial, se debe
recurrir a criterios abstractos para llevar tales derechos a la práctica (proceso de constante redefinición: en qué
se han de considerar iguales las personas).
 Frente a la persistencia de evidentes desigualdades prácticas los individuos adultos tienden a la asociación
para maximizar la eficacia de sus demandas (estas asociaciones reflejan y subrrayan las desigualdades de la
estructura social).
 El derecho plabiscitario de todos los adultos a la participación directa como votantes es perfectamente
compatible con la aceptación de diferencias entre los grupos y con diversas formas indirectas de
representación funcional.
 El sistema de instituciones representativas (características de la tradición europea occidental) persiste en tanto
se constata esta tensión entre la idea plebiscitaria y la idea de representación grupal. Y en tanto las
contradicciones entre los criterios abstractos de igualdad y las viejas y nuevas desigualdades sociales son
corregidas parcialmente según soluciones de compromiso (el sistema es destruido cuando se renuncia a estos
compromisos parciales en pos de la concreción de un principio plebiscitario exclusivo bajo el imperio de un
estado totalitario).

Flacso, 15-11-99
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