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La Argentina entre 1852 y 1862

Con la caída de Rosas los enfrentamientos entre las provincias se hicieron más fuertes que nunca. El hecho de combatir a Rosas había
servido como punto de unión para sus variados enemigos; pero, una vez caído éste, empezaron a pelearse entre los vencedores.
Indudablemente, el que dominaba la situación era Urquiza.
Pronto aparecieron dos bandos: el de Urquiza por un lado, y el de Mitre por otro. Urquiza representaba al federalismo del interior, razón
por la cual no se entendía con los intelectuales liberales porteños. Por otro lado, los porteños tenían miedo que Urquiza les quitara los
privilegios de los que siempre había gozado Buenos Aires, y que Rosas había defendido muy bien durante su gobierno.
Ante semejante peligro, Buenos Aires empezó a prepararse para enfrentar a Urquiza. Políticos nuevos, como Mitre, y viejos antirosistas,
como Valentín Alsina, se unieron para defender los intereses porteños.

A pesar de la opinión de los porteños, Urquiza siguió adelante con su proyecto. Se resolvió entregar a Urquiza el manejo de las Relaciones
Exteriores de la Confederación hasta que se reuniera un Congreso General que estableciera quién ejercería el cargo. Además, acordaron
llamar a todos los gobernadores a una reunión en la que se establecieran las bases para organizar constitucionalmente al país. Por eso,
invitaron a todos los gobernadores a reunirse en San Nicolás. El 31 de mayo de 1852 todos los gobernadores firmaron el Pacto de San
Nicolás que, entre otras cosas, establecía las bases para una futura Constitución Nacional. Los principales puntos de este acuerdo son:
 Se reconoce a Urquiza como encargado de las Relaciones Exteriores.
 Urquiza es reconocido como general en jefe de los ejércitos de la Confederación, incluidas las fuerzas de cada provincia.
 Se establece que debe reunirse un Congreso General bajo el sistema federal.
 Se da a Urquiza el título de Director Provisorio de la Confederación Argentina.
 El Congreso General se compondrá de dos diputados por provincia.
 Los gastos que demande la administración de los asuntos nacionales serán pagados proporcionalmente por las aduanas.
 Eliminaba los derechos de tránsito de una provincia a otra y establecía la libre navegación de los ríos (una vieja exigencia del
Litoral que siempre había disgustado a los porteños).

Un acuerdo como éste no podía ser bien recibido en Buenos Aires: se les daba demasiado poder a las provincias, demasiado poder a los
gobernadores, demasiado poder a Urquiza. Además, Buenos Aires perdía sus antiguos privilegios, pues, le quitaba su ejército, su aduana,
y los equiparaba políticamente al resto de las provincias al tener que mandar solo dos diputados al Congreso. Los porteños no proponían el
rechazo total del acuerdo, sino la modificación de aquéllas cláusulas que los afectaban. Como consecuencia del rechazo al acuerdo,
Buenos Aires se separó de la Confederación. Entonces, los porteños tomaron una serie de medidas dirigidas a modificar las relaciones
con el resto del país:
 Declaró que no reconocería ningún acto que surgiera del Congreso de Santa Fe al que no aceptaba como autoridad nacional.
 Retiró sus diputados del Congreso Constituyente.
 Reasumió el ejercicio de las relaciones exteriores, que hasta entonces estaban delegadas en Urquiza.

De esta manera, el país quedó dividido en dos partes: por un lado el estado de Buenos Aires, y por el otro la Confederación Argentina
(como se llamaba al resto de las provincias). A partir de ese momento, Buenos Aires y la Confederación siguieron caminos diferentes,
pero, a la vez, enfrentados.

A fines de 1852 se reunió en Santa Fe el Congreso Constituyente. Estaban los diputados de trece provincias; faltaban, por supuesto, los de
Buenos Aires. Los constituyentes se basaron para hacer la Constitución Nacional en las anteriores constituciones argentinas de 1819 y
1826, en el libro “las bases y puntos de partida para la organización constitucional del país” de Juan Bautista Alberdi, en la Constitución
de Estados Unidos de 1787, en la influencia del constitucionalismo francés, y en la Constitución chilena, entre otros textos. Nutrida por
todos estos elementos, la Constitución Nacional fue sancionada el 1 de mayo de 1853. La Constitución adoptaba un régimen federal, en el
que las provincias eran autónomas y libres de gobernarse a su manera, siempre que respetasen la Constitución, aunque se sometían todas a
un Poder Ejecutivo fuerte, que podía intervenirlas o decretar el estado de sitio si se corría peligro de división y que manejaría, en nombre
de todas, los ingresos aduaneros. Quedaba sin resolver la cuestión sobre cuál sería la capital de país, dado que Buenos Aires estaba
separada. Por eso se acordó que, provisoriamente, la capital de la Confederación estaría en Paraná (Entre Ríos).

En el grupo liberal y anti-urquicista porteño, que comandaban Mitre y Alsina, empezaron a definirse dos tendencias:
 Los autonomistas o localistas: comandada por Valentín Alsina, que quería que Buenos Aires se mantuviera separada de las
provincias y se concentrara en su propio crecimiento.

 Los nacionalistas: dirigidos por Bartolomé Mitre, que aspiraban a la unión con el resto del país bajo la dirección porteña.
En 1859, Urquiza inició una campaña militar para reincorporar a Buenos Aires. Derrotó a los porteños por agua en Martín García, y por
tierra los venció en Cepeda. Sin embargo, el ejército de Buenos Aires, dirigido por Mitre, quedó intacto. Tanto urquicistas como mitristas
aceptaron acordar la paz, y firmaron el Pacto de San José de Flores, por el que Buenos Aires se comprometía a reincorporarse a la
Confederación siempre y cuando una Convención Constituyente aceptara las reformas que los porteños querían realizar a la Constitución
Nacional.

Sin embargo la tensión siguió, y los porteños dilataron el estudio de la Constitución Nacional, para fortalecerse y crear bases de grupos
aliados en el interior de la Confederación. Así, el 17 de noviembre de 1861, Buenos Aires y la Confederación se enfrentaron en la batalla
de Pavón. Esta vez ganaron las tropas porteñas de Mitre. A partir de ese día los porteños lograron recuperar su antiguo poder hegemónico
y afianzarlo aún más. Buenos Aires volvía a ser la provincia que dominaba al país.

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