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INSUFICIENCIA RENAL
La insuficiencia renal es el daño transitorio o permanente de los riñones, que tiene
como resultado la pérdida de la función normal del riñón. Hay dos tipos diferentes
de insuficiencia renal: aguda y crónica. La insuficiencia renal aguda comienza en
forma repentina y es potencialmente reversible. La insuficiencia renal crónica
progresa lentamente durante un período de al menos tres meses, y puede llevar a
una insuficiencia renal permanente. Las causas, síntomas, tratamientos y
consecuencias de la insuficiencia renal aguda y crónica son diferentes.
Clásicamente, la insuficiencia renal puede presentarse de dos maneras:
SINTOMAS:
La rapidez con la que se produce el deterioro de la función renal diferencia lo
que se denomina insuficiencia renal aguda (rápida), de la insuficiencia renal
crónica (lenta y progresiva). Algunos síntomas son típicos de la insuficiencia renal
aguda, mientras que otros son típicos de una larga y lenta evolución de la pérdida
de función de nuestros riñones. Otros síntomas pueden aparecer en ambas
situaciones.
Algunos de los signos y síntomas de la insuficiencia renal aguda pueden ser los
siguientes:
Producción reducida de orina, aunque en algunos casos la producción
de orina es normal
Retención de líquidos, lo que causa hinchazón en las piernas, los
tobillos o los pies
Somnolencia
Falta de aire
Fatiga
Confusión
Náuseas
Convulsiones o coma en los casos graves
Dolor o presión en el pecho
Algunas veces, la insuficiencia renal aguda no provoca signos ni síntomas y se
detecta a través de análisis de laboratorio que se realizan por otros motivos.
PREVENCIÓN
La insuficiencia renal aguda suele ser difícil de predecir o de prevenir. No
obstante, puedes reducir el riesgo si cuidas los riñones. Intenta lo siguiente:
Presta atención a las etiquetas cuando tomas analgésicos de venta
libre.Sigue las instrucciones de los analgésicos de venta libre, como la
aspirina, el paracetamol (Tylenol, otros) y el ibuprofeno (Advil, Motrin IB,
otros). Tomar esos medicamentos en exceso puede aumentar el riesgo de
padecer insuficiencia renal aguda. Esto es especialmente cierto si tienes
una enfermedad renal preexistente, diabetes o presión arterial alta.
Trabaja con tu médico para controlar los problemas renales. Si tienes
una enfermedad renal u otro trastorno que aumenta tu riesgo de padecer
una insuficiencia renal aguda, como diabetes o presión arterial alta, respeta
los objetivos del tratamiento y sigue las recomendaciones del médico para
controlar tu afección.
Prioriza un estilo de vida saludable. Mantente activo, consume una dieta
adecuada y equilibrada, y bebe alcohol con moderación —o evítalo por
completo—.
DIETA
En líneas generales, si padeces insuficiencia renal es mejor evitar o limitar los
fritos y que los alimentos se cocinen hervidos, al vapor, a la plancha o asados.
Estas son otras recomendaciones dietéticas para controlar tu patología:
Arroz, pastas, pan y cereales
Se pueden consumir una vez al día, y constituyen una buena fuente de energía,
especialmente para aquellos que deban limitar la ingesta de proteínas; aunque si
el paciente tiene sobrepeso o diabetes debe consultar al médico la cantidad que
puede tomar. En cualquier caso, estos alimentos no deben ser integrales, ya que
los productos integrales presentan un alto contenido en fósforo y potasio.
Leche y productos lácteos
Es importante recibir un aporte de calcio adecuado (en caso de que el paciente lo
precise, el médico prescribirá suplementos), por lo que debe tomar leche, yogur
o queso una o dos veces al día, pero siempre bajo supervisión médica, ya que la
leche y sus derivados son ricos en fósforo que, al igual que el potasio, puede
concentrarse en la sangre y causar problemas como picores y disminución de los
niveles de calcio.
Carnes
La dieta de los pacientes con insuficiencia renal debe ser baja en proteínas, por lo
que es conveniente reducir el consumo de carnes y pescados a 100 gramos
diarios. En concreto es importante limitar el consumo de carnes rojas, tal y como
advertía un estudio de la Universidad de Singapur, que afirmaba que el consumo
habitual de este tipo de carne podía llegar a elevar el riesgo de enfermedad renal
terminal hasta un 40%. Las aves de corral pueden ser una alternativa al porcino.
Grasas
Son una buena fuente de calorías para aquellos pacientes que estén perdiendo
peso, pero deben tomarse con moderación y preferiblemente las de origen vegetal
(aceite de oliva, girasol, maíz y soja, margarina). Los alimentos que contengan
grasa de origen animal, como el tocino o los embutidos, deben limitarse porque
pueden elevar los niveles de colesterol.
Legumbres
Están desaconsejadas por su alto contenido en proteínas, potasio y fósforo. Por
ello y para evitar los problemas que una acumulación de estos elementos puede
provocar para el organismo y los riñones, su consumo no debería sobrepasar una
o dos raciones máximo por semana.
Frutas
Hay que tener cuidado especialmente con aquellas que tienen mucho potasio,
como el plátano. Cuando el potasio no puede ser eliminado por el riñón, se
acumula en la sangre y puede provocar problemas musculares (debilidad,
temblores) y cardiacos. Además del plátano, otras frutas con alto contenido en
potasio que es mejor evitar son el albaricoque y la uva.
Verduras
Son, junto a las frutas, los alimentos más ricos en potasio, por lo que también se
deben tomar precauciones en su consumo, como dejarlas en remojo un mínimo de
tres horas o darle uno o dos hervores, cambiando el agua, para que pierdan parte
del potasio. Si son en conserva no se debe tomar el jugo porque contiene el
potasio que ha perdido la verdura. Si se trata de verduras congeladas, es mejor
dejarlas descongelar a temperatura ambiente para reducir la cantidad de potasio.
No se debe aprovechar el agua en la que se han cocido las verduras para elaborar
salsas o sopas.
Hidratos de carbono
No está limitada su ingesta, salvo que el paciente sea diabético u obeso, o
presente alguna otra contraindicación que será valorada por el médico. Se deben,
pues, consumir a diario, para aportar al organismo la energía necesaria. Los
hidratos de carbono pueden ser de acción rápida, como los dulces (azúcar,
galletas, mermelada, miel...), o de acción lenta y, por tanto, con un aporte de
energía más fácil de aprovechar, como las pastas, el pan, el arroz o las patatas.
Líquidos
Cuando el paciente sigue un tratamiento de diálisis es muy importante que
controle la cantidad de líquidos que ingiere, incluyendo en este concepto no solo el
agua, sino otros productos como
zumos, caldos y sopas, leche, fruta, café o té y, en general, cualquier bebida. Esto
se debe a que la pérdida de funcionalidad del riñón hace que se produzca
retención de líquidos entre una sesión de diálisis y la siguiente, y provoca
hinchazón e hipertensión. La cantidad de líquido que puede tomar el paciente está
directamente relacionada con la capacidad de eliminarlo que conserve el riñón.
Sal
Los alimentos deben cocinarse sin sal porque el organismo tiene dificultades para
eliminar el sodio, y su acumulación puede originar retención de líquidos y
formación de edemas, incrementando la carga de trabajo del corazón, lo que
podría generar insuficiencia cardiaca. En sustitución de la sal, se pueden emplear
hierbas y especias para condimentar los alimentos, como laurel, albahaca, tomillo,
pimienta, nuez moscada, así como aceite de oliva y vinagre.
TRATAMIENTOS
DIÁLISIS
En medicina, la diálisis es un tipo de terapia renal conjuntiva usada para
proporcionar un reemplazo artificial para la función perdida del riñón debido a
una falla renal. Es un proceso de soporte vital y trata todas las enfermedades de la
vejiga. La diálisis puede ser usada para pacientes muy enfermos que han perdido
repentinamente su función renal (falla renal aguda) o para pacientes
absolutamente estables que han perdido permanentemente su función renal
(enfermedad renal en estado terminal). Cuando son sanos, los riñones extraen los
productos de desecho de la sangre (por ejemplo potasio, ácido, y urea) y también
quitan exceso de líquido en forma de orina. Los tratamientos de diálisis tienen que
duplicar ambas funciones, eliminación de desechos (con diálisis) y eliminación de
líquido (con ultrafiltración). Es un factor de riesgo para la enfermedad de Wernicke.
Tipos
Hay dos tipos principales de diálisis, de hemodiálisis y de diálisis peritoneal.
La hemofiltración no es en sentido estricto un tratamiento de diálisis, pero es
extremadamente similar. Otro tipo de diálisis que se está usando es
la hemodiafiltración.
Hemodiálisis
En hemodiálisis, la sangre del paciente se pasa a través de un sistema de tuberías
(un circuito de diálisis), vía una máquina, a una membrana semipermeable, (el
dializador) que tiene líquido de diálisis corriendo en el otro lado. La sangre
limpiada es entonces retornada al cuerpo vía el circuito. La ultrafiltración ocurre
aumentando la presión hidrostática de la sangre en el circuito de diálisis para
hacer que el agua cruce la membrana bajo un gradiente de presión. El proceso de
la diálisis es muy eficiente, permitiendo que el tratamiento sea ejecutado
intermitentemente, generalmente tres veces por semana, pero a menudo
volúmenes bastante grandes de líquido deben ser eliminados en una sesión que a
veces puede ser exigente para el paciente y su familia.
Diálisis peritoneal
En la diálisis peritoneal, una solución estéril especial corre a través de un tubo a
la cavidad peritoneal, la cavidad abdominal alrededor del intestino, donde la
membrana peritoneal actúa como membrana semipermeable. El líquido se deja allí
por un período para absorber los residuos, y después se quita a través del tubo vía
un procedimiento estéril. Esto generalmente se repite un número de veces durante
el día. En este caso, la ultrafiltración ocurre vía ósmosis, pues la solución de
diálisis se provee en varias fuerzas osmóticas para permitir un cierto control sobre
la cantidad de líquido a ser eliminado. El proceso de diálisis, en este caso, es
menos eficiente que en la hemodiálisis, pero el proceso de ultrafiltración es más
lento y suave y es realizado en el lugar de habitación del paciente. Esto les da
más control sobre sus vidas que una opción de diálisis basada en un hospital o
clínica.
Pero también es cierto que con los cuidados y la higiene adecuada se puede
realizar la diálisis en casa, lo cual en muchas de las ocasiones resulta beneficioso
para el enfermo ya que realizándolas en los horarios debidos, puede disfrutar de
una alimentación mejor y para el paciente el hecho de estar en su hogar le resulta
beneficioso ya que puede salir y caminar un poco hablar con otras personas y esto
no lo hace sentir tan enfermo ya que se ha demostrado que personas con diálisis
peritoneal pueden vivir hasta más de 10 años con ella, además de un
complemento alimenticio como pueden ser vitaminas Diavion y siguiendo el
régimen marcado por el médico.
Hemofiltración
La hemofiltración es un tratamiento similar a la hemodiálisis, pero en este caso, la
membrana es mucho más porosa y permite el paso de una cantidad mucho más
grande de agua y solutos a través de ella. El líquido que pasa a través de la
membrama (el filtrado) es desechado y la sangre restante en el circuito tiene sus
deseados solutos y volumen fluido reemplazado por la adición de un líquido
especial de hemofiltración. Es una terapia continua y lenta con sesiones que duran
típicamente entre 12 y 24 horas, generalmente diariamente. Esto, y el hecho de
que la ultrafiltración es muy lenta y por lo tanto suave, la hace ideal para los
pacientes en unidades de cuidado intensivo
Hemodiafiltración
La hemodiafiltración es una combinación de hemodiálisis y hemofiltración, en ella
es incorporado un hemofiltro a un circuito estándar de hemodiálisis. La
hemodiafiltración se comienza a usar en algunos centros de diálisis para la terapia
crónica de mantenimiento. también es conocida por sus efectos de extracción de
toxinas más recurrentes en el torrente sanguíneo por lo tanto se delivera de
formas diferentes pero para cualquier caso de diálisis el objetivo es el mismo.
Indicaciones iniciales
La decisión para iniciar diálisis o hemofiltración en pacientes con insuficiencia
renal puede depender de varios factores, que se pueden dividir en indicaciones
agudas o crónicas.