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A N D R E A M A R Í A BAU Y GABRIELA FERNANDA CANAVESE
UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES
EL QUIJOTE EN BUENOS AIRES. Andrea MARÍA BAU, Gabriela Fernanda CANAVESE. Sentarse a la me...
la ordenación c o m p l e t a de la vida del h o m b r e . La observancia de este r é g i m e n de vida, que
m a n t i e n e saludable al cuerpo mientras reglamenta la conducta del individuo, serviría para
dos fines: el tratamiento de las enfermedades ("dietética para enfermos") y la c o n s e r v a c i ó n
de la naturaleza h u m a n a ("dietética para s a n o s " ) . ( G o n z á l e z de Pablo, 1990 y Ruiz
Somavilla, 2002) En los albores de la m o d e r n i d a d el p r o b l e m a de la alimentación se m u e s
tra c o m o un asunto sanitario que preocupa a los sectores socialmente m á s e n c u m b r a d o s posi
bilitados en lo e c o n ó m i c o de elegir los c o m p o n e n t e s y características de su dieta. N u m e r o s o s
m a n u a l e s serán encargados por los m i e m b r o s de esta minoría privilegiada para recuperar o
conservar su salud. El resto de los sectores sociales c o n s u m e lo que está a su alcance m á s
allá de los consejos de los dietistas. La continencia en el hábito natural de c o m e r adquiere
durante este período un papel significativo, la m i s m a palabra dietética también c o m i e n z a a
pensarse c o m o s i n ó n i m o de r é g i m e n alimentario. M é d i c o s y moralistas r e c o m e n d a b a n
m o d e r a c i ó n , los excesos en el c o m e r y el beber eran p ú b l i c a m e n t e c o n d e n a d o s . La gula era
uno de los p e c a d o s capitales, la e m b r i a g u e z era la fuente de m u c h o s m a l e s y a m b o s se rela
cionaban con la lujuria.
No cntriegues tu alma y corazón a los deleites, pues no sirve de nada engordar y rega
lar el cuerpo, que de ay a pocos días a de morir, pues mientras mas lo engordas, tanto
en más pesada y penosa cárcel lo metes. (Alvarez de Miraval, 1597: fol. 79v)
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D e ahí que don Quijote lo inste a modificar ciertos hábitos d e s o r d e n a d o s que caracteri
zan la c o n d u c t a de S a n c h o . Este conjunto de avisos atienden a un a m p l i o espectro q u e van
desde su apariencia física y sus m o d a l e s hasta prescripciones estrictamente dietéticas. Estas
últimas se concentran en la m o d e r a c i ó n en la ingesta de alimentos y bebidas y el c u i d a d o de
los gestos al m o m e n t o de c o m e r y beber. Incluso deberá a b a n d o n a r viejos hábitos alimenti
cios y preferencias culinarias que develarían su h u m i l d e condición de labriego: "...no c o m a s
ajos ni cebollas p o r q u e no saquen por el olor tu villanería." (II, 4 3 , 872) L e e m o s que
Los labradores se sustentan almorzando unas migas o sopas con un poco de tocino. A
mediodía comen un pedazo de pan con cebollas, ajos o queso, y asi pasan hasta la
noche, en que tienen olla de berzas o nabos, o cuando más un poco de cecina, con algu
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na res mortecina. (Peset y Almela, 1975: 249)
porque no auemos de comer para satisfazer al vientre, sino para sustentar la flaqueza
del cuerpo: pues esta claro que la demasiada comida diuierte y quita el calor natural de
los sentidos y de las funciones del alma y del entendimiento... El manjar simple es pro
vechosísimo al hombre, y la junta de muchos sabores es pestífera, y los muchos guisa
dos son más perniciosos. (Álvarez de Miraval, 1597: fols. 68v y 76r)
De las peores vsanzas de la vianda es vsat en vn comer de muchas viandas diuersas
puesto que todas sean carnes o todas pescados etc. E mayormente son dañosas quando
son contrarias en sus calidades. Asi commo cantes y pescados o pescado y cosas de
leche... E esso mesmo es dañoso. Comiendo primero la vianda espesa y dura ante que
la delgada y sotil. E lo mas conucnible es comer de vna vianda avasto en cada comer
sea cocho o asado o adobado. (Chirino, 1430: fol. Юг)
* Son palabras de un confesor de Felipe IV recogidas por Peset y Almela Navarro (1975).
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Juan Cornejo escribe el Discurso particular y preservativo Je la Gota en 1594 a pedido del monarca Felipe II
aquejado por esta dolencia. En 1544, Luis Lobera de Avila redacta para Carlos 1 el Libro de las cuatro enfermeda-
des cortesanas en el que aborda estudios sobre el reuma, la gota, la calculosis renal y la sífilis. Bernardino Gómez
Micdcs escribe el Enchiridion o Manual contra la gota como remedio y alivio para la enfermedad padecida por
Felipe II y por el mismo.
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entre el deber y el ser (la apariencia y la esencia), es decir, entre la dieta acorde a la n u e v a
posición derivada del ejercicio de un cargo e n c u m b r a d o y la dieta a c o s t u m b r a d a por la clase
social a la que S a n c h o pertenece. Pedro Recio intenta regular los hábitos alimenticios del
n u e v o g o b e r n a d o r a partir de los avisos y consejos de los Regímenes de Salud que prescri
ben con rigurosidad el acto natural de comer:
No se ha de comer, señor gobernador, sino como es uso y costumbre en las otras ínsu
las donde hay gobernadores. Yo, señor, soy médico y estoy asalariado en esta ínsula
para serlo de los gobernadores de ella, y miro por su salud mucho más que por la mía,
estudiando de noche y de día y tanteando la complexión del gobernador, para acertar a
curarle cuando cayere enfermo; y lo principal que hago es asistir a sus comidas y cenas,
y a dejarle comer lo que me parece que le conviene y a quitarle lo que imagino que le
ha de hacer daño y ser nocivo al estómago. (II, 47, 900)
Aquel platonazo que está más adelante vahando me parece que es olla podrida, que, por
la diversidad de cosas que en las tales ollas podridas hay, no podré dejar de topar con
alguna que me sea de gusto y provecho... Dijo el médico: ¡Absit! Vaya lejos de nosotros
tan mal pensamiento: no hay cosa en el mundo de peor mantenimiento que una olla podri
da. (11,47, 901)
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En la época en que transcurre la historia del Quijote los ricos españoles se habían "desespañolizado" un poco en
el comer. Se había puesto de moda el Libre del Cuch del cocinero del rey Don Fernando de Ñapóles, Ruperto de
Ñola, en la versión castellana escrito a fines del siglo XV. Este fue durante algún tiempo el código de cocina de prín
cipes y señores. También se estaba imponiendo el modelo borgoñés, debido a las alianzas dinásticas de la época.
Este modelo se caracterizaba por la variedad de manjares dispuestos de forma simultánea en la mesa. Ver Pérez
Samper (1998) y Rodríguez Marín (1947: 421-439).
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También se la denomina puchero, puchera, pote, cocido, coci, olla. Ver Molincr (1994: 561).
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Púdose dezir podrida en quanto se cuezc muy despacio, que casi lo que tiene dentro
viene a deshazerse, y por esta razón se pudo dezir podrida como la fruta que se madu
ra demasiado; pero aquello podrido es lo que da el gusto y punto. (Covarrubias, 1943:
836)
La calidad y el tipo de carne utilizada n o era igual, ya que variaba en función del sector
social que la c o n s u m í a . Los m á s ricos comían una olla con m u c h a carne, a b u n d a n t e y con
b u e n o s cortes (Peset y A l m e l a N a v a r r o , 1975), es decir, carne de gallina, vaca, carnero y
cerdo. En tanto que los sectores m á s p o b r e s se conformaban con una olla podrida con p o c a
carne de carnero y tocino, b á s i c a m e n t e vegetariana y espesada con otros ingredientes aglu
tinantes c o m o el pan, la pasta, los fideos y el arroz. En el caso de los sectores p o p u l a r e s , la
c o s t u m b r e consistía en echar, en primer t é r m i n o , el caldo sobre un pan d e s m i g a j a d o a c o m
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p a ñ a d o con hojas de h i e r b a b u e n a , a continuación se servían las l e g u m b r e s y las h o r t a l i z a s ,
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y al final se ingería la escasa carne que la c o m p o n í a (chorizo, tocino, morcilla y l o n g a n i z a ) .
Estos pasos correspondían a la necesidad de satisfacer el h a m b r e inmediata con el caldo
espesado y las l e g u m b r e s , darle calor al cuerpo y disfrutar hacia el final de la escasa porción
de carne que c o m p o n í a la olla podrida del pobre.
Reflexiones finales
L o s s u e ñ o s de S a n c h o al frente de la ínsula se m a l o g r a n ante la insistente m i r a d a de un
m é d i c o que lo s o m e t e a una dieta m u y restrictiva y que nuestro escudero no tolera p o r q u e su
e s t ó m a g o no lo resiste. A u n q u e sencilla, su dieta de labrador lo satisfacía. A h o r a , c o m o
gobernador, padece el hambre y la insatisfación que nunca había conocido. En esta pulseada
entre el deber y el ser, la lucha del médico es infructuosa y Sancho abandona sus funciones:
" Los condimentos incrementaban el sabor, el olor y el color de una preparación culinaria. Además de la sal y las
especias, privativas para los sectores populares, se recurría a las hierbas aromáticas como el perejil y la menta y el
ajo y la cebolla para aderezar la dicta cotidiana.
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Ingredientes abundantes, nutritivos, calóricos y económicos para la dicta del pobre.
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Rodríguez Marín (1947). En el caso de don Quijote mismo, su olla podrida consistía en "...una olla de algo más
vaca que camero..." (I, 1, 27) debido a que la carne de vaca era más accesible.
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... la costumbre es cosa grande en la conservación de la salud del cuerpo humano ansí
en el tiempo de la salud como en el tiempo de la enfermedad..., grande cosa tiene la
costumbre pues que vence a las leyes. (Gordonio, 1991: 231)
... de las cosas que avernos acostumbrado mucho tiempo, aunque sean muy malas, nos
suelen dar menos molestia, que aquellas de las quales no tenemos hecha costumbre.
(Álvarez de Miraval, 1597: fol. 233v)
... el que tuviere mala costumbre, la ha de dasaraygar poco a poco, e no súbitamente, y
entre tanto que la usare o guardare, se ade tal manera, que cause el menos daño que ser
pueda. (Lobera de Avila, 1991: 26)
Este tal doctor dice él mismo de sí mismo que él no cura las enfermedades cuando las
hay, sino que las previene, para que no vengan; y las medecinas que usa son dieta y más
dicta, hasta poner la persona en los huesos mondos, como si no fuese mayor mal la fla
queza que la calentura. (II, 51, 943-944)
A partir de esta última apreciación de S a n c h o sobre el rol del m é d i c o cobra sentido este
consejo que, al b o r d e de la ironía, recomienda
Lo más cierto que ya os lo tengo dicho, que es no verlos. Mas si pedís remedio para los
importunos, digo que en todo lo negativo, que es no comáis, no bebáis, no os purguéis,
no os sangréis, concedeldo; en los afirmativo, que es purgaros, sangraros, tomad esto,
tomad estotro, no le deis crédito... (de Miranda, 1983: 70)
En definitiva, señala Alfonso de M i r a n d a citando palabras de Juan Luis Vives a las que
suscribiría S a n c h o con total convicción, el d a ñ o que p u e d e p r o v o c a r un m é d i c o es irrepara
ble ya que
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