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LA FE DE LOS DEMONIOS (O EL ATEÍSMO SUPERADO)

DE FABRICE HADJADJ

Un libro para conocer la lógica del mal.

“Este libro –escribe el autor en la introducción- es mucho menos un


tratado de demonología que un ensayo sobre el combate de la fe.
Podría comenzar con esta observación de San Juan Crisóstomo:
`Ciertamente no nos agrada hablaros del diablo, pero la doctrina que
él me brinda la ocasión de proponeros es de la mayor utilidad´. ¿En
qué consiste esa utilidad superlativa? El pecado del ángel, pecado del
espíritu contra el Espíritu, es perfectamente irremisible. Meditar sobre
su naturaleza (o sobre su contranaturalaza) es meditar sobre lo que
nos amenaza radicalmente”.
Muchos cristianos piensan que sus enemigos más peligrosos están
entre los libertinos y los lujuriosos, sin embargo, los demonios son
ángeles e ignoran los placeres de la carne. Otros los buscarían entre
los ateos o los agnósticos, pero los demonios creen, nos recuerda
Santiago, y tiemblan. No hay un solo artículo de fe que no tengan por
cierto. Quizás lo demoníaco no sea algo tan exterior como
imaginamos. Este libro no es un tratado de demonología, sino una
reflexión sobre la lógica del mal, un pequeño breviario de combate (y
de vulnerabilidad), una lección catecismo para, como dice San Pablo,
aprender a “ejercer el pugilato, sin dar golpes en el vacío” (1 Co, 9,
26)

Opiniones al respecto de la obra.

ESTABLECÍA Pascal una clasificación de las personas, según su


relación con Dios: «Los que habiendo encontrado a Dios le sirven, los
que no habiéndolo encontrado se dedican a buscarlo y los que viven
sin haberlo encontrado y sin buscarlo. Los primeros son razonables y
dichosos, los últimos son estúpidos y desdichados, los del medio son
desdichados y razonables». Sin entrar a discutir si el ateísmo puede
ser razonable (extremo que Pascal niega), salta a la vista que
ninguna de estas tres categorías humanas sirve para explicar la
aversión que en determinadas personas provoca la contemplación de
un crucifijo: para los creyentes, en esos dos maderos se cifran los
misterios de la fe; para los ateos que se dedican a buscar, el crucifijo
constituye un acicate de su búsqueda, en el que además pueden
descubrir unidas las más nobles vocaciones humanas; para los ateos
que no buscan (y aquí podríamos incluir también a quienes profesan
otras religiones), el crucifijo es una figura carente de significado
religioso, en la que acaso hallen un sentido histórico, como el
cristiano puede hallarlo en las estatuillas con que los paganos
representaban a sus dioses penates.
Pero salta a la vista que en la clasificación de Pascal falta una cuarta
categoría humana, que es la de quienes han encontrado a Dios y no
le sirven; o, empleando la expresión de la Epístola de Santiago,
quienes «creen y tiemblan». A esta cuarta categoría humana dedica
el francés Fabrice Hadjadj su grandioso ensayo La fe de los demonios,
o el ateísmo superado (recién editado por Nuevo Inicio), a mi
modesto juicio el mejor libro de teología divulgativa que se ha escrito
en décadas, donde a la par que una reflexión brillantísima sobre la
lógica del mal se nos ofrece una interpretación dilucidadora de
algunos de los grandes asuntos de nuestro tiempo. Quienes creen y
tiemblan necesitan ocultar su temblor (que es el temblor del odio)
con disfraces diversos; y uno de los disfraces más finos y eficaces es
la coartada jurídica del laicismo, en la que se envuelven para afirmar
que la presencia de un crucifijo conculca la libertad religiosa. Tal
afirmación, a la mera luz del sentido común, resulta tan estrambótica
como afirmar que la presencia de un hombre laborioso conculca el
derecho a la huelga; pero quienes creen y tiemblan han logrado
imponerla para disfrazar su odio.

Ahora una comisión parlamentaria insta al Gobierno a retirar los


crucifijos de los centros escolares, en aplicación de una sentencia
europea que establece esta afirmación estrambótica. En esa petición
vemos el modus operandi de la lógica del mal: puesto que la
presencia de un crucifijo conculca la libertad religiosa, cualquier
escuela que lo muestre en las paredes de sus aulas se está
declarando contraria a los valores constitucionales. Y la conditio sine
qua non para que una escuela pueda acogerse al régimen de
conciertos es el respeto a los valores constitucionales; ergo las
escuelas concertadas católicas tendrán que avenirse a retirar los
crucifijos, si desean seguir beneficiándose de dicho régimen. Así
funciona la lógica del mal; y, como buena hija de su padre, no parará
hasta imponerse. Esa iniciativa parlamentaria, por supuesto, no
anhela tanto el fruto inmediato como la siembra: no le interesa tanto
obligar hoy a las escuelas concertadas a retirar el crucifijo como
aniquilarlas por asfixia económica mañana, o -lo que aún causaría un
placer más voluptuoso a quienes creen y tiemblan- obligarlas a que
se desnaturalicen, a cambio de unas monedas; pero para lograr su
aniquilamiento o desnaturalización primero conviene ir preparando el
terreno. La suerte de la escuela católica ha sido decretada; y algunos
pobres ilusos aún insisten en la cantinela de la «cortina de humo».
Bastaría que afinasen un poco el olfato para que distinguieran de
dónde procede el humo.

JUAN MANUEL DE PRADA Sábado , 05-12-09. ABC


Una verdadera joya de principio a fin. Al terminar las 274 páginas el
lector no puede menos que asombrarse de que el libro haya sido
redactado ahora y por un converso de no más de 40 años. Es
realmente portentoso. La sinrazón del ateísmo se muestra con tal
claridad que uno no puede menos que preguntarse hasta qué punto
de comodidad colectiva hemos llegado como para que, mirando a
nuestro alrededor y viendo el alejamiento de las masas de Dios,
tengamos que concluir que la pereza mental está en la causa del
despropósito. Efectivamente, Hadjadj no deja cabo sin atar: está todo
muy bien documentado y trabajado con las citas precisas y se ve que
con mucho estudio y meditación. Ahora bien, ¿leerán este libro los
muchos que vagan a oscuras y sin sentido teniendo a mano, tan
cerca, interruptores que prender para alumbrar el camino? Me temo
que no. No obstante creo que será suficiente con que los que
vagamos entre claros y penumbras lo leamos pues ciertamente nos
ayudará a ayudar. He disfrutado mucho estos días con un libro que
recomiendo con la seguridad de que hará mucho bien. Claro, lógico,
docto, sincero, útil y muy bien escrito y traducido. Un texto que he
subrayado a gusto y que pienso utilizar a los largo de todo este año
que comienza.

Jose Perez Adan - Univ. Valencia

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