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(UAPA)
Asignatura
Biología Básica
Tema
Tarea 7
Facilitador (a)
Participante/matricula
Fecha
Órganos artificiales
Otra opción para sustituir partes del cuerpo son las técnicas de impresión 3D, que
permiten obtener piezas precisas en partes de cráneo y mandíbula a la medida del
paciente, sin esperar largos turnos de donaciones en bancos de huesos. Sobre
esto hay modelos exitosos en Estados Unidos y Europa. Y las alternativas se
amplían con la opción de los órganos cultivados en laboratorios: médicos han
podido crear tráqueas sintéticas, implantes de piel, cartílagos y vasos sanguíneos
artificiales.
En cuanto a piel, hay técnicas como autoinjerto mallado, cultivos de la propia piel
del paciente, injertos de piel de cadáver y productos sintéticos.
Examen cerebral
Ya es posible saber con años de anticipación si una persona tiene riesgo de sufrir
alzhéimer: una resonancia magnética del cerebro visualiza los depósitos de
proteína betaminoides (posible causante de este mal). Esta tecnología tiene éxito
en EE. UU. y está próxima a llegar al país. Lo que sí está disponible en clínicas de
Colombia, como la Fundación Santa Fe, es un equipo que permite a los
especialistas -en casos de tumores de la cabeza- ver las vías del cerebro y
concluir qué tan afectadas podrían llegar a resultar áreas como la del lenguaje
para hacer cirugías más precisas. Cuando se trata de un paciente en estado de
coma, la resonancia permite saber qué tan conservado está el cerebro.
Telemedicina
Procedimientos robóticos
Igualmente, en las salas de cirugía se han empleado, con buenos resultados, las
gafas de Google, con las que el cirujano que lidera la operación recibe apoyo de
otro especialista, que, de manera remota, ve las cosas desde la misma
perspectiva, como si estuviera ahí mismo.
Chip inyectable
Una reconocida marca tecnológica tiene entre sus planes crear un nanochip
inyectable que navegue por los vasos arteriales para advertir con anticipación de
eventos como un infarto. “En Harvard hubo un encuentro donde verificamos el
funcionamiento del escáner para examinar todo el cuerpo. Es un examen que
ahora cuesta un millón de dólares, aunque pronto va ser accesible”, explica el
cirujano Mauricio Vélez. Por otra parte, en algunos lugares del mundo con alto
riesgo de enfermedades como el VIH-sida existe el proyecto de que los teléfonos
puedan funcionar como un dispositivo capaz de tomar pruebas de sangre y
enviarlas a los especialistas.
Medicamentos biotecnológicos
Aporte colombiano
La Universidad Icesi tiene dos proyectos dirigidos a pacientes con párkinson: uno,
con tecnologías de juego Xbox Kinect (con sensor de movimiento) que miden la
evolución de la enfermedad. La idea es que el paciente no tenga que ir hasta un
laboratorio para medir qué tan largos son sus pasos o el tiempo que tarda para
darlos. Un ‘software’ hace el cálculo y envía las conclusiones al especialista. El
segundo proyecto es una aplicación que incluye una agenda con la que el
paciente registra cuándo tomó el fármaco, cuánto duró su efecto, a qué hora
comió, cuánto le tiembla la mano y qué tan inestable es su escritura.
Los datos le indican al médico si hay necesidad de cambiar las dosis del
medicamento, sin esperar una cita.
A pesar de esto, a los que vivimos en estos cambios nos cuesta darnos cuenta de
esta evolución, porque en el momento en que alguno de estos cambios se asimila,
deja de entenderse como cambio. En el caso de la Inteligencia Artificial, en el
momento en que funciona, deja de considerarse como inteligencia artificial. Esto
ocurre porque el término está asociado a algo futurístico, inalcanzable, así que
cuando realmente se lleva a cabo, y funciona, se asimila como algo real y se
desvincula de ese concepto inalcanzable. Los smartphones son un ejemplo de
este suceso, estamos tan acostumbrados a ellos y lo vemos como algo tan común
que no lo asociamos como Inteligencia Artificial.
Otra cosa a tener en cuenta es la forma de aprendizaje que tiene la I.A. Aprenden,
o más bien asumen como verdad absoluta aquello que se les ofrece. No tienen la
capacidad para desarrollar pensamientos argumentados y no son parte activa del
contexto sociocultural, por lo que no pueden poner en perspectiva aquello que
leen o reciben. No pueden cambiar de opinión a no ser que un agente externo
inserte esa opinión en su sistema. Hay casos de robots que han aprendido a
ser racistas y machistas, pero al no tener esa capacidad para contrastar lo que
aprenden con el mundo en el que viven no tienen asimilados esos conceptos
como negativos. La poca flexibilidad mental, el hecho de no poder desarrollar
pensamientos o evolucionar es un inconveniente que puede resultar perjudicial si
no se trabaja para encontrar una forma de que la I.A interiorice la evolución y los
cambios sociales.
Pero este concepto de I.A. tal como la conocemos puede variar mucho con el paso
de los años. La inteligencia artificial en el futuro se conocerá como una máquina
automatizada con la capacidad de pensar por sí misma, es decir, con conciencia,
el conocimiento que tiene el ser un humano de su propia existencia, de sus
estados, actos y emociones. Todo ello aplicado a las máquinas. Películas como
Chappie ,Yo Robot o incluso Blade Runner explican muy bien esta idea.
La inteligencia artificial rodea nuestras vidas. Los sistemas de domótica son cada
día que pasa más comunes en nuestros hogares. Imagínate un hogar controlado
por tu móvil. Ahora, imagínate un hogar que sabe todo de ti, conoce tu
comportamiento, lo que te gusta y lo que no, y te hace todas las tareas básicas del
hogar sin necesidad de que tú le des ordenes de ningún tipo. Ese es el temor que
tienen muchos, porque no es bueno necesariamente.
Basándonos en la idea de la inteligencia artificial programada, es decir, la que no
tiene conciencia, poniéndonos en un caso extremo en el que la I.A. dominara el
mundo, esto supondría un problema, porque se regularía conforme a lo que las
máquinas hubieran asumido como cierto, o según lo que un programador le
hubiera enseñado a través de líneas de código. Cuando las máquinas sean
capaces de pensar por sí mismas, puede aumentar el problema o disminuir, todo
ello depende de como decidan comportarse las máquinas. Y esa idea es algo que
escapa al actual conocimiento del ser humano.
Otra hipótesis nos plantea la siguiente duda. Si el ser humano consigue crear
máquinas con autoconciencia, surge la duda de si podríamos distinguir si
realmente la tienen, es decir, que dentro de ese cuerpo hecho de piezas de metal,
cables y circuitos hay un ser que siente, o si por el contrario lo único que hay es
una perfecta recreación de un ser que siente, pero no siente como nosotros, no
puede enamorarse, no se pone triste, no odia, como si realmente hubiera un ser
sin alma ni moral.
¿Sería capaz una máquina de convivir en una sociedad? La respuesta es incierta.
Todo ello depende de su comportamiento. Y del nuestro. A día de hoy, gran parte
de la carga del sector de la industria recae sobre las máquinas desde hace
algunos años. Esto no provoca precisamente una reacción positiva en las
personas, que se ven frustradas sin capacidad de réplica ante un despido porque
su mano de obra ya no es necesaria. Quizá dentro de un futuro a medio o largo
plazo nos encontramos ante una guerra entre ser humano y máquinas, puesto que
una máquina con conciencia podría quitarle el trabajo no sólo al sector de la
industria, sino también a personas que trabajan en el sector servicios. O incluso
pudiera haber máquinas que crearan sus propias máquinas, provocando una
imagen de un hipotético mundo apocalíptico como se ve en la trilogía Matrix.
¿Podrá algún día una máquina pensar como un cerebro humano? "Los hechos
nos dicen que sí. El primer logro consistió en realizar cálculos matemáticos fuera
del alcance de la mente humana, y hoy en día las máquinas son capaces de
realizar tareas sofisticadas muy específicas mucho mejor que un cerebro humano,
como predecir el tiempo, identificar en qué libro aparece una frase, jugar al
ajedrez, etcétera. Sin embargo, en problemas no estructurados o donde hay
información nueva, como por ejemplo recoger una habitación, las personas
todavía llevan ventaja a las máquinas". Son palabras de José Miguel Azkoitia,
director de desarrollo de negocio de Salud de Tecnalia, que participa en un
macroproyecto europeo llamado Human Brain Project.
El objetivo de esta iniciativa es crear una infraestructura científica en torno al
cerebro, que permita grandes avances en ámbitos como la neurociencia, el plano
médico relacionado con el sistema nervioso, y el desarrollo de tecnologías de la
información inspiradas en el funcionamiento de este músculo.
Human Brain Project está concebido como un proyecto a diez años y con un
presupuesto próximo a los 1.000 millones de euros.
LA ÚLTIMA FRONTERA
"Los avances tecnológicos, especialmente impulsados por el conocimiento del
funcionamiento del cerebro, van a hacer posible que las máquinas superen a los
humanos también en tareas no estructuradas. Pero todavía queda una última
frontera, que son las cualidades netamente humanas como expresar empatía,
expresar emociones o vulnerabilidad, hacer reír a otras personas, crear
expresiones artísticas", opina Azkoitia.
Ahora bien, si los sistemas de IA arrancan con el aprendizaje que le inculca una
persona, con sus inevitables sesgos humanos, ¿podrán verdaderamente ser más
inteligentes que nosotros? "Es inevitable que el discípulo supere al maestro, sobre
todo cuando, en este caso, las capacidades innatas del alumno -acceso a
información, capacidad de procesamiento, algoritmia...-, crecen exponencialmente
cada año", defiende este experto.
COMPUTACIÓN CUÁNTICA
A esto se sumará la llegada, en un plazo aproximado de veinte años, de la
computación cuántica, que promete pulverizar la capacidad de cálculo de los
ordenadores actuales. "En pocos años tendremos productos de traducción
automática para múltiples idiomas en tiempo real y en una década existirán
coches autónomos. Quizás para 2050, tendremos máquinas que puedan realizar
la mayoría de tareas reservadas a la inteligencia humana, y las personas
trabajarán mano a mano con las máquinas interaccionando en lenguaje natural",
vaticina.
En primer lugar, yo opino y me atrevo a asegurar que existe un Dios que lo creo
todo, empezando por nosotros los seres humanos. Si existiera el solipsismo en
este caso sería Dios el solipsista y nosotros y toda su creación, producto de su
imaginación. En segundo lugar, el solipsismo es algo que no concibo, pues como
podría mi “yo” negar la existencia de mis seres queridos, la consciencia de su
cariño, sus abrazos, etc. Me resulta más saludable y emocionante pensar que
ellos existen y que me acompañan.