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Resumen de Derecho Político – Cát. “C” – Dra. Delannoy – Por Nicolás A.

Occhi
RESUMEN DERECHO POLÍTICO CÁTEDRA “C” DRA. DELANNOY

UNIDAD II.
DE PLATÓN A ROUSSEAU.

PRÓLOGO

Así, el derecho no es más que la forma visible del poder político y en su manifestación más compleja se asume como
Estado.

El contenido de la materia es claramente el de la Teoría Política, y no el del Derecho Político, ya que éste nos remite a
una perspectiva positivista, reduciendo el estudio de los fenómenos políticos al funcionamiento del Estado, su diseño
institucional e identificándolo con el Derecho. La Teoría del Estado queda confundida con el Derecho Constitucional.
Si se le intenta comprender como Teoría del poder, se identifica con la Ciencia Política, estudiando las relaciones de
mando y obediencia. Tampoco se lo puede reducir a Historia de las Ideas Políticas, la que ha intentado suplir la
ausencia de un objeto propio sin éxito. En cambio la Teoría Política se constituya a través de tres impulsos:
sociológico (Cs. Políticas); filosofía política; e ideología política. En efecto, la Ciencia Política sólo se ocupa de los
problemas políticos concretos y socialmente situados, vale decir es la ciencia de lo posible. En tanto, la filosofía
política es una reflexión acerca del sentido profundo del quehacer político planteado por los clásicos. Es un campo de
indagación que, es producto de una definición.

A la política se le ha reconocido su autonomía, tanto de la ética como el derecho imponen a la política límites precisos,
en sentido negativo y en sentido positivo.

Como podemos apreciar no es posible la reducción, la convergencia es la teoría política, se debe hacer cargo no sólo
de aquello que puede probarse empíricamente, sino también del estudio de los valores que se encuentran en cada
paradigma. Teoría significa testigo, entonces los teóricos dan testimonios de un lugar y época.

Con la filosofía política clásica de los griegos, de superación del pensamiento mítico por el pensamiento lógico, y de
la sustentación antropológica del orden político con Platón y Aristóteles; durante los diez siglos del medioevo no
existió una forma típica de ejercicio de poder. La recuperación del pensamiento griego en la reconciliación de fe y
razón en Santo Tomás, continuamos con la revolución de Maquiavelo en el marco renacentista, apareciendo la política
como poder desnudo. Hobbes profundiza a Maquiavelo, cuando comienza a dominar la idea que hay un orden natural
en las cosas, no creado por el hombre, sino descubierto por la Razón, de modo que política es adaptación al orden
natural. Rousseau y Locke, junto Hobbes también parten del Estado de Naturaleza (justificación del Estado-Nación) y
la “sociedad política” como punto de llegada. El Derecho será la forma en que se organiza el poder, y el Estado, va a
ser una forma jurídica, tendrá como objetivo limitar y perfilar la armonía del Estado.

El proceso de racionalización del poder culmina con Weber, quien concibe al Estado Moderno como monopolización
del poder. Pasamos luego a la puesta en cuestión del Estado y del Derecho de Marx, quien concibe al Estado como un
poder externo y arbitrario, superpuesto a la sociedad humana como una forma de autoalienación del hombre. Frente a
Hegel, Marx sostiene que el Estado es la representación de la sociedad civil y no su superación. La superación de la
concepción instrumental del Estado y el Derecho con Gramsci vendrá luego. Schmitt, el que expresa la crisis del
Estado liberal de Derecho y su crítica al pensamiento normológico de Kelsen quien identificara orden jurídico y orden
político. Schmitt con el “decisionismo formal” reemplaza el positivismo jurídico por un positivismo sociológico,
además hará la caracterización de la relación política “amigo-enemigo”.

Hay un consenso alrededor de los problemas, no una unanimidad de respuestas. Si aceptamos que un campo de
indagación es, producto de una definición; el campo de la política puede ser considerado como un ámbito cuyas
fronteras son productos de siglos de discusión.

Entonces podemos decir con Wolin: la filosofía política no es una búsqueda de antigüedades, sino una forma de
educación política. En el mundo antiguo, el negotium era la actividad de los “animales parlantes”, los esclavos,
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mientras el “ocio” era la actividad desinteresada en pro de la comunidad, era el punto más elevado de la virtud. Las
instituciones son organismos definidos por una específica estructura ideal y social y, en consecuencia, por una
racionalidad histórica, de ahí la importancia del aprendizaje.

EL PENSAMIENTO POLÍTICO DE PLATÓN Y ARISTÓTELES

EL DESCUBRIMIENTO DE LA FILOSOFÍA POLÍTICA


En la era prefilosófica, naturaleza, hombre y sociedad formaban un continuo y sufrían la violencia de los dioses. De
ahí que los acontecimientos naturales explicados como de los humanos, tomó la forma de “mitos”. El gran aporte de
los filósofos de los siglos vi y v a.c. fue el abordar la naturaleza como algo comprensible para la razón humana.

Ya los sofistas reconocen que el orden político se había separado de la naturaleza. Son los primeros en advertir que las
constituciones no venían del cielo. Tradición seguida por Sócrates y sus continuadores.

LA POLIS ESEFERA PÚBLICA Y PRIVADA Y SU RELACIÓN CON LA LIBERTAD


En el pensamiento griego, la capacidad del hombre para la organización política es diferente y se halla en oposición a
la asociación natural (familia). Todo ciudadano pertenece a dos órdenes diferenciados, entre lo que es suyo y lo que es
comunal. La fundación de la polis fue precedida por la destrucción de todas las unidades basadas en el parentesco
como las fratías. Sólo dos actividades se consideran políticas para la comunidad: la acción (praxis) y el discurso
(Lexis). El interés se desplazó cada vez más al discurso, entendido como persuasión. Ser político, vivir en la polis,
significaba que todo se decía por medio de las palabras, y no por medio de la violencia. La fuerza estaba reservada
para tratar en la familia, donde el cabeza de familia gobernaba con poder despótico.

La comunidad natural de la familia nación de la nación de la necesidad. La polis, por el contrario, era libertad. La polis
se diferenciaba de la familia en que aquella sólo conocía iguales, mientras la segunda era el centro de la desigualdad.
Ser libre era no estar sometido a la necesidad o mando de alguien. Esta igualdad significaba vivir y tratar sólo entre
pares, lo que presupone la existencia de desiguales. La igualdad está lejos de estar relacionada con la justicia como en
la modernidad. Ser libre era moverse en una esfera en la que no existían ni gobernantes ni gobernados.
Platón, da por sentado inicialmente que al menos el origen histórico de la polis, ha de estar relacionado con la
necesidad de la vida y que sólo su contenido u objetivo hace que esta trascienda a vida buena.

PLATON
Platón parte de la premisa de que la Virtud es conocimiento. La virtud, siempre era profesional, estaba ligada al
conocimiento que hacía eficaz una tarea determinada. Virtud (areté), significa excelencia en el ejercicio de una
función socialmente valorada, en especial en aquella que da acceso al poder.

Platón es el primero en describir la sociedad política como un sistema de roles diferenciados. Cada uno era definido
en términos de su contribución al mantenimiento del conjunto de la sociedad; cada rol entrañaba derechos y deberes, y
definían el lugar destinado al individuo dentro del sistema. La armonización e integración hacía de la sociedad política
un todo operativo.

Cree que existe objetivamente una vida buena; tanto para los individuos como para los estados. En “La República” se
ocupa de toda la vida humana. Todas las actividades humanas estaban conexas de modo íntimo con su ciudadanía, ya
que su religión era la religión del estado. Lo que era bueno para el hombre era bueno para la polis.

Afirma la existencia de un bien objetivo que es posible conocer mediante la investigación racional, más que por la
intuición, lo que el hombre quiere, depende de lo que ve del bien, pero nada es bueno por el hecho de desearlo. El
filósofo o sabio debe tener un poder decisivo en el gobierno y sólo su conocimiento le da título a ese poder. La
asociación del hombre con el hombre en sociedad, se basa en las necesidades recíprocas. De los trabajos esenciales
para la polis el de filósofo gobernante es el más importante. El gobierno debe ser un arte basado en un conocimiento
exacto; y el conocimiento político era esencialmente ciencia del orden, indicaba los orígenes del mal en la polis y
prescribía el modelo que dominaba todo. Sólo el conocimiento verdadero diferencia al estadista verdadero del falso.
La sociedad, era una mutua satisfacción de necesidades por personas que se complementan entre sí.
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Las dificultades con que tropieza la polis son resultado de la enfermedad de todo el cuerpo político, de la naturaleza
humana. El principal de los abusos era la ignorancia de los políticos, que es la maldición de las democracias. Pero hay
otro defecto que observa por igual en todas las formas de gobierno existentes. Es la violencia de que una facción
prefiriese su ventaja a la del estado. La armonía de la vida política, era el ajuste de los intereses públicos y privados.
La lealtad a la polis era, una virtud de base precaria, en tanto que era probable, la lealtad a algún tipo de gobierno de
clase, el aristócrata era leal a la forma oligárquica, el plebeyo a una democrática. La traición era común. Las facciones
constituían la inestabilidad de las polis, como producto de la discrepancia entre quienes tienen propiedad y quienes
carecen de ella.

En toda polis hay dos ciudades, la de los ricos y la de los pobres, en constante guerra entre sí. Era necesario eliminar
los grandes extremos. En la censura platónica a todas las sociedades existentes, subyacía la premisa de que todo
sistema político, era producto de las creencias sostenidas por sus miembros. Esta función soberana de las creencias era
confirmada por el error de los sofistas en enseñar Doxa y no Episteme.

POLÍTICA Y ARQUITECTURA
El orden era la subordinación de lo inferior a lo superior, al dominio del conocimiento sobre el apetito. En los sistemas
políticos existentes los gobernantes no basaban sus credenciales en sabiduría, sin establecer las distintas clases
ninguna disposición básica sobre cimientos estables. Mientras la “idea del bien” enseñaba la necesidad de una mezcla
armoniosa sin facciones, los regímenes existentes eran desgarrados por las luchas de clases. La actividad política era
concebida como perversa.

LA CUESTIÓN DEL PODER


Los dos factores que llevaron a Platón a elegir al filósofo como instrumento desinteresado de una verdad divina eran:
beneficiar al conjunto y evitar la tiranía. Un grupo gobernante desinteresado, no dedicado a la actividad política,
resolvería el problema del poder absoluto. Cuando el poder político se une al conocimiento pierden su elemento
compulsivo. La comunidad queda separada del gobierno, de la “actividad política”, reemplazada por la comunidad
virtuosa.

Las necesidades mutuas se basan en la naturaleza y no en la convención. El filósofo gobernante también se justifica
así por la división del trabajo. Al definir Platón, con claridad las funciones que cada clase debía cumplir, desalentando
la movilidad de clases, el espacio político quedaría protegido de movimientos aleatorios.

LA JUSTICIA
Es el vínculo que mantiene unida a una sociedad, unión armónica de individuos. Es tanto una virtud pública como
privada, ya que por medio de ella se conserva el máximo bien tanto del estado como de sus miembros. Lo que la polis
proporciona a sus ciudadanos no es tanto libertad y protección, cuanto una vida civilizada. Derecho y deberes son
inherentes a los servicios que los individuos realizan. La realización de la justicia entendida como atribución a cada
cual de la tarea que le compete, es una composición ordenada de tres clases de hombres: los filósofos, los guerreros y
los que se dedican a los trabajos productivos. La justicia se convierte en la permanencia en la propia clase, salirse de
ella consiste en la injusticia. De esta forma la justicia asegura el ejercicio de las respectivas Virtudes, y puede decirse
que es la madre de todas las virtudes.

LA READMISIÓN DEL DERECHO


En el estado ideal hay exclusión del Derecho, y el Estado es concebido sólo como institución educativa. En “Las
Leyes” se plantea el dilema “Gobierno de hombres vs. Gobierno de las leyes”, sin leyes los hombres no difieren de las
bestias, sin embargo, si pudiera surgir un gobernante competente, aquellos no tendrían necesidad de leyes para regirse,
ninguna ley es más poderosa que el conocimiento. Esta concepción es hija de pensar al gobierno como una ciencia
exacta y al conocimiento empírico como un simple aportante de ejemplos.

Los gobernantes poseen en una ciencia y no sólo parecen poseerla tanto si gobiernan con ley como sin ella, y tanto si
gobiernan con la voluntad de sus súbditos como en caso contrario.

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El derecho sólo debe ocuparse en términos generales de casos corrientes, y es lamentable que un gobernante experto
deba tener atadas las manos por ellas.

LAS FORMAS DE GOBIERNO


Un tirano gobierna por la fuerza sobre súbditos que no desean su gobierno, en tanto que el verdadero político (o rey)
tiene el arte de hacer que su gobierno se acepte voluntariamente.

El estado ideal o monarquía pura regida por el filósofo-rey, es “divino”, demasiado perfecto para los humanos. Se
distingue de todos los estados reales sólo por el hecho que en él impera el conocimiento y no las leyes.

En “La República” el estado en segundo orden de bondad es una combinación entre la monarquía (conocimiento) y la
democracia (libertad). Es una admisión tácita de que los estados reales requieren el asentimiento popular.

INSTITUCIONES SOCIALES Y POLÍTICAS


En “Las Leyes” no oculta que sigue considerando el comunismo como la solución ideal. Conserva su plan de igualdad
de educación de las mujeres, su participación militar y civil, pero no dice nada de que puedan desempeñar cargos
públicos. Se acepta la unión monógama pero con un intolerable grado de control del estado. Regula la propiedad
privada y su uso. La agricultura queda como ocupación especial de los esclavos y el comercio y la industria como
función de una clase de hombres libres no ciudadanos, las funciones políticas son prerrogativas de los ciudadanos.

La constitución política tiene como formas principales de las instituciones, la asamblea, el consejo y los magistrados.
Se designan magistrados por elección (método aristocrático) y los deberes de la asamblea se agotaban prácticamente
con la elección. Los ciudadanos se dividen en cuatro clases, con arreglo a la cantidad de bienes muebles que poseen.

Bobbio señala que para Platón, los Estados existentes son, aunque en diferente grado, corruptos. El Estado óptimo es
uno solo, porque una sola es la constitución perfecta. Platón tiene una concepción pesimista de la historia. La observa
no como progreso indefinido, sino como retroceso indefinido. Las constituciones ideales son dos: la monarquía y la
aristocracia; la tiranía, la oligarquía, la democracia y la timocracia son todas formas corruptas. Para Platón no se
alternan las buena y malas constituciones, una vez que se aparecen las cuatro degeneradas, se continúan en forma
necesaria hasta la decadencia total, sin volver al estado ideal: Aristocracia degenera en timocracia (gobierno de los
guerreros), timocracia en democracia, democracia en tiranía, tiranía en timocracia, etc.

El cambio de una generación a otra parece coincidir con el cambio de una forma de gobierno a la otra, fatal
consecuencia de la rebelión del hijo contra el padre. ¿Por qué tiene lugar el cambio? Para una ética griega del “justo
medio”, la corrupción de un principio está en el exceso: el honor del hombre timocrático se corrompe cuando el honor
deviene en ambición inmoderada; la riqueza del oligárquico cuando se vuelve avidez, ostentación que provoca la
envidia de los pobres; la libertad del democrático, cuando se convierte en licencia, en creer que todo está permitido; el
poder del tirano, cuando hay arbitrariedad y violencia.
¿Cómo se manifiesta la corrupción del Estado? Con la “discordia”, que es la disgregación de la unidad en facciones,
que lleva al peor de los males, a la anarquía, y al fin al peor de los gobiernos: la tiranía. La discordia puede ser dentro
de la clase dirigente, o entre gobernantes y gobernados. Los criterios para distinguir los gobiernos buenos o malos son
dos: violencia (disenso) e ilegalidad (arbitrariedad).

ARISTÓTELES

SU FILOSOFÍA
Al igual que Platón, su pensamiento está dirigido por Sócrates: la verdadera causa de las cosas hay que buscarla no al
principio al fin. En otras palabras la pregunta de la filosofía es ¿por qué? No es suficiente contestar al ¿cómo? Hay un
motor primero, inmóvil, “causa sui”. Su dios no era un postulado inicial, sino el eslabón postrero de una cadena de
razonamientos que lo llevó a la conclusión de que el concepto de algo auto-movido era una imposibilidad. Todo acto
de cambio ha de tener una causa externa, todas las cosas de la naturaleza tienen una tendencia innata para cambiar en
una dirección determinada (“dinámica”). Es la facultad de responder a los estímulos adecuados. Y como el universo es
eterno, la causa de cambio también debe ser eterna. Esta causa en sentido filosófico no contiene ningún elemento de
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potencialidad no realizada; y por lo tanto no puede experimentar ningún movimiento. Así llegamos al concepto de
dios como “Motor inmóvil”

SU CONCEPCIÓN DE LA POLÍTICA
La nota dominante de su filosofía política es el conflicto, ya que tiene una tolerante admisión de que a una comunidad
política correspondían diversos tipos de bien. Rechaza la concepción platónica de la distinción ateniense entre
ciudadanos y no ciudadanos. La comunidad política, en consecuencia, equivale a un conjunto de ciudadanos, que
implicaba la participación en las deliberaciones legislativas y judiciales.

A Aristóteles le preocupa la salvación de la polis; conservarla, conseguir la estabilidad, la polis ideal es la meta.

Las mujeres tenían una naturaleza diferente (no inferior) pero carecen de una relación de “igualdad” que es la única
que permite una relación política. La relación política “es una comunidad de iguales que aspira a la mejor vida
posible” y deja de ser comunidad si la discrepancia entre sus miembros es tan grande que dejan de tener las mismas
virtudes.

Aristóteles acepta la supremacía de la norma jurídica como marca distintiva del buen gobierno y no sólo como una
desgraciada necesidad. La ley es “la razón desprovista de pasión”. En la creación de la norma jurídica la sabiduría
colectiva de un pueblo es superior a la del legislador más sabio. La razón del estadista no puede apartarse de la razón
encarnada en la ley y la costumbre de la comunidad.

Para Aristóteles la ficción de un sistema contractual de derecho privado, cuyo fuera la adquisición de una vida
asegurada para todos y regulada universalmente, no es una polis.

La finalidad real de un estado debe comprender la mejora moral de sus ciudadanos, ya que debe ser una asociación de
hombres que vivan juntos para alcanzar la mejor vida posible. Así, la ordenación de la polis se consuma con la
participación de sus ciudadanos en la administración.

LAS FORMAS DE GOBIERNO


El término que Aristóteles usaba para indicar lo que entonces se llamaba “forma de gobierno” es politeía, que se
traduce como constitución. La constitución es una estructura que da “orden a la ciudad estableciendo el
funcionamiento de todos los cargos y sobre todo de la autoridad soberana”. Cuando uno, pocos o la mayoría ejercen el
poder en vista al interés general, entonces esas constituciones serán rectas, mientras que serán desviaciones las que
atiendan al interés particular de uno, de pocos o de la mayoría. Formas buenas: Monarquía (uno), Aristocracia (pocos)
y Politeia (mayoría). Formas malas: Tiranía (uno), Oligarquía (pocos) y Democracia (mayoría, populismo actual).

La mayor novedad es el uso de politeía para la constitución caracterizada por ser un gobierno de muchos y bueno. Esta
tipología es producto del uso simultáneo de los criterios: quien gobierna y cómo gobierna.

La forma mixta de gobierno es la aconsejable, aquella en la que se combinan prudentemente la oligarquía y la


democracia, evitando los extremos. Su fundamento social es la existencia de una gran clase media, lo que da al Estado
una base popular, desinteresada para hacer responsables a los magistrados y lo bastante selecta para evitar los males
del gobierno de las masas. El principio es el equilibrio entre dos factores: el prestigio de la educación (a través de la
riqueza) y el peso del número.

LOS TÍTULOS DEL PODER


El Estado debe realizar la justicia en la mayor medida posible y también que la justicia significa alguna forma de
igualdad. La riqueza no tiene un título moral absoluto que la autorice a ejercer el poder. Todos los títulos tienen
objeciones válidas y todos tienen un cierto mérito. Aristóteles abandona la búsqueda de una forma ideal de gobierno,
para centrarse en la mejor forma de gobierno que fuera posible en la mayoría de los estados. La conclusión de que
ninguna clase tiene el mejor título refuerza el principio de que la ley debe ser suprema. Pero tampoco puede afirmarse
en términos absolutos. La ley es relativa a la constitución, y es posible, que un gobierno malo tenga malas leyes, aun
así es mejor que la fuerza o el poder personal.
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LOS LÍMITES A LA UNIDAD
Aristóteles criticó la concepción platónica de unidad, aduciendo que confundía el mero unísono con la armonía.
Observó que una asociación política podía unificarse de tal modo, que dejara de ser una asociación política. No
renunció a la creencia platónica de que la comunidad política debía apuntar al Bien más elevado, lo importante es que
la comunidad también debía reconocer y promover otros bienes.. Según este enfoque, el arte político se interesa por
combinar y mediar entre los diversos bienes que contribuyen a que el conjunto se baste a sí mismo, es decir, concilia
la extensa gama de pretensiones válidas.

Pero una vez definida la asociación política como un compuesto de muchas partes diversas, tendrán diferentes
opiniones, intereses y pretensiones, el carácter político del juicio dependerá de una sensibilidad para las diversidades.
Un juicio político es verdadero cuando es público, y no público cuando concuerda con algún canon exterior a la
actividad política.

CONCLUSIÓN
Platón y Aristóteles le dan fuerza al concepto de y al uso de politeía, que los modernos traducen como constitución. La
politeía no es más que el instrumento conceptual de que se sirve el pensamiento político del siglo IV a.C. para la
búsqueda de una forma de gobierno que refuerce la unidad de la polis amenazada de distintos frentes.

La condena de Platón a la democracia no es ideológica, sino que surge de un juicio de carácter histórico-
constitucional. El mayor error de la democracia es que se trata de un régimen sin constitución, es una unión instable y
provisional por falta de forma. En el existe un bazar de constituciones, pero inevitablemente prepara la tiranía, a través
de la demagogia, mediante la excesiva e ilimitada igualdad. Se trata en la obra platónica del aspecto decisivo sobre la
problemática del origen de la constitución. La incierta constitución democrática fue desde el principio, sólo la
constitución de los vencedores, principalmente de los pobres. Platón, y en este punto concuerda Aristóteles, apelando
a la constitución de los antepasados. Platón puede llamar entonces a la constitución democrática para conciliarla con la
aristocrática y la regia (regente); así nace la constitución mixta.

Aristóteles, antes de reivindicar una vuelta a la constitución de los padres, expresa que hay que extirpar el mal
originario de las polis. La mercantilización de la vida pública, la división y el conflicto entre pobres y ricos.

Para Habermas, la política que se entendía como la doctrina de la vida buena y justa; es la continuación de la ética.
Pues para Aristóteles no cabía separar la eticidad de la acción de la costumbre y de la ley. Sólo la politeía habilita al
ciudadano para la vida buena. En última instancia, la política siempre se orienta hacia la formación del carácter;
procede pedagógica y no técnicamente. Aristóteles subraya que la política, la filosofía práctica en general, tiene como
objeto lo justo y excelente.

Fioravanti afirma que la búsqueda de la mejor forma de gobierno por parte de los griegos, se refiere a un sistema de
organización y de control de los diversos componentes de la sociedad para dar eficacia a las acciones colectivas y para
consentir así, un pacífico reconocimiento de la común pertenencia política.

Cuando el historiador griego Polibio comienza un discurso sobre la Constitución mixta que se traduce en una teoría
del equilibrio social y entre los poderes. Polibio echa una mirada en el diseño institucional romano (que era mixto:
Consulado –Monarquía-, Senado –Aristocracia-, y Asamblea –Democracia-), mas su perspectiva no es una social, sino
institucional y jurídica, y el verdadero secreto de la estabilidad política romano no residen en la repartición social del
poder, sino en un sistema de frenos y contrapesos. Con Polibio, a diferencia de Aristóteles, estamos en presencia de
una teoría de la disciplina del poder, y no de la disciplina social, aquella disciplina del poder previene de la
inmoralidad de los gobernantes, no de la de los ciudadanos.

La constitución óptima de Aristóteles ha de reaparecer cuando la crisis de la república romana mostró la deficiencia de
frenos y contrapesos, advirtiéndose la necesidad de invocar las virtudes cívicas (centro de las reflexiones griegas).
Quien notó esta necesidad fue Cicerón, quien interviene en la lucha entre patricios y plebeyos, hablando de los
excesos de ambos bandos, es así que debe interpretar su definición de la “res publica” como “res” que es del pueblo,
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pero con una condición: que no sea considerado “pueblo toda multitud de individuos agregados de cualquier manera,
si no sólo aquella que está reunida sobre la base de un consenso sobre el derecho y de una comunidad de intereses
duradero en el tiempo”. Asimismo debe evitarse la aparición de facciones, la Virtud griega es ahora la “virtus”
romana, consistente en el cuidado de la “cosa pública”.

EL LENGUAJE POLÍTICO EN LA EDAD MEDIA.

INTRODUCCIÓN
En los diez siglos de medioevo no se puede decir que haya habido una forma típica del poder. Existen poderes con
vocación universalista, como el imperial y la Iglesia, de escasa efectividad en la vida concreta de la sociedad
medieval. Y existen por el contrario poderes agentes, con otro grado de concreción sobre espacios territoriales
bastante limitados, legitimados únicamente por la posesión de la tierra, de donde se deriva el mismo ejercicio de los
poderes de “imperium”: la administración de justicia, la recaudación de impuestos, la llamada a las armas. A partir del
siglo XI se da un extraordinario fenómeno de constitución de los ordenamientos de las ciudades. Estos ordenamientos
adoptan en gran medida formas de gobierno participativas.

Una de las características principales, es la limitación de los poderes públicos. Estas limitaciones no están establecidas
por normas positivas, generales y escritas. Luego de la caída del edificio político romano, el conjunto se ordenó cada
vez más por cuenta propia, con frecuencia territorialmente reducidos, dentro de los cuales, la comunidad protegía,
tranquilizaba e incluía a los hombres a través del derecho, establecidas consuetudinariamente sobre cuya base podían
los hombres saber cual era su posición en la comunidad, sus deberes, y al mismo tiempo estar protegidos del ejercicio
arbitrario del poder público de coacción de los poderes universalistas. Mil vínculos convencionales tan concentrados
en los hechos, provocan una enorme fragmentación, lo que fue percibido por los modernos como un intolerable
desorden, fue sinónimo de estabilidad durante muchos siglos por ese mismo motivo. La fuerza que obraba
potentemente para fijar los límites de la capacidad de formación de los poderes públicos obraba también
horizontalmente entre los sujetos operantes en el ámbito de la constitución medieval.

Con Tomás de Aquino se manifiesta fuertemente la impronta organicista, según la cual las diferentes partes de un
cuerpo humano o político viven en armonía una con la otra, bajo la condición que exista un solo centro motor; y todo
esto en búsqueda de una preocupación compartida con los juristas medievales cual es la de individual la existencia de
materias que hoy diríamos de interés general.

TOMAS DE AQUINO

TEORÍA DEL ORDO. ORDEN POLÍTICO, ORDEN ECLESIÁSTICO.


Tomás de Aquino se sitúa completamente en la tradición aristotélica: el Estado puede haber sido fundado a causa de la
supervivencia, pero sólo tiene existencia a causa de la vida buena.
Pero por otra parte Tomás de Aquino ya no entiende a la comunidad de una forma genéricamente política: la “civitas”
se ha convertido subrepticiamente en “societas”. Aristóteles rechaza esta ficción contractual. En Tomás de Aquino el
“zoon politikon” pasa a ser animal social.

En Tomás de Aquino falta la distinción, tan decididamente impuesta por Aristóteles: el poder del déspota del hogar
familiar era dominio unipersonal sobre inferiores y sometidos, el ejercicio en la polis, era el dominio entre libres e
iguales. La oposición entre polis y hogar se ha nivelado bajo el denominador común de societas. Tomás de Aquino
retiene tan sólo el “ordo” y abandona aquella sustancia política de la voluntad y conciencia de los ciudadanos que se
configura en el diálogo público y que está referida a la acción de los ciudadanos en el Estado. El criterio del ordo no se
funda en la libertad de los ciudadanos, sino en la tranquilidad, y la paz. Para los tomistas el dominio es más bien una
extensión del orden doméstico y familiar al Estado.

Los cristianos sospechan del orden político, una civitas que los había perseguido, encarcelado y matado,
identificándola más con la naturaleza diabólica que con unos medios de lograr una vida pacífica, ordenada y virtuosa.
Las actitudes políticas cristianas provenían de un grupo que ya se consideraba en una sociedad mucho más pura y de
fines más elevados, pertenecientes a una sociedad santa, armoniosa, lo que explica este extrañamiento hacia lo
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político. La Iglesia –al desarrollar muchos de los atributos y enfrentar muchos de los problemas que se solía considerar
específicamente políticos- llegó finalmente a clasificar su propia vida comunal como superior a una sociedad política,
no meramente según la pauta obvia de la espiritualidad, sino según criterios políticos y sociales. En otras palabras, la
sociedad política sería desafiada en su propio terreno.

Las características políticas tienden a convertirse en propiedades de cualquier organización de gran tamaño. Dos
clases de conflictos fueron tiñendo políticamente a la Iglesia: los fenómenos del cisma y la herejía; sin contar otros
conflictos más terrenales, por ejemplo, la contienda por obtener altos cargos eclesiásticos no difirió mucho de la
rivalidad habitual por posiciones políticas. El mismo problema de distribuir bienes escasos surge también en un
sistema político eclesiástico.

Este camino político recorrido posibilita que San Agustín admita que un orden pagano fuese valioso, “aunque sólo
fuera por las condiciones mínimas de paz que aseguraba”. San Agustín estaba dispuesto a admitir que la sociedad era
natural para el hombre; que lejos de ser un mal sin atenuantes era mejor que cualquier otro bien humano, y que incluso
una sociedad alienada del Dios verdadero poseía cierta validez. El dualismo de las dos sociedades actuó estableciendo
la identidad del orden político tanto como el del religioso, lo político y lo espiritual eran específicos, por más
complementarios que pudieran ser en determinados aspectos; era necesario comprender a cada uno, en sus propios
términos.

Lo político se unía a un todo cósmico, a través de la teoría del ordo, una jerarquía de fines en gradual ascenso. Orden
es la distribución que asigna cosas iguales y desiguales, cada uno a su propio sitio, “orden es amor”. Cuando cada ser
dentro de la red universal, cumplía la función que le correspondía, el orden era aplicado en paz.

En tanto Tomás de Aquino intentó un sistema omnicomprensivo, conectar en armonía Dios y naturaleza, fe y razón.
Dios como creador del mundo, es su supremo Señor, pero no gobierna directamente. El ha creado un mundo que hasta
cierto punto se mueve solo, de acuerdo con sus propias causas. Esto es fundamental, pues deja lugar para que en el
orden práctico se desarrolle con relativa autonomía todo el ámbito político, y en el orden teórico, tanto la filosofía
como las ciencias.

Establece una jerarquía, desde Dios hasta la más humilde criatura. La sociedad no es más que un sistema de fines y
propósitos en el cual lo inferior sirve a lo superior y lo superior dirige y guía a lo inferior, encaminándolo en la vida
buena. Como su súbdito más ínfimo, el gobernante está justificado en todo lo que hace porque contribuye al bien
común. Su poder, por el hecho que deriva de Dios para la ordenación de la vida humana, es un ministerio debido a la
comunidad de la que es cabeza. Si es un representante de Dios en la tierra no puede ejercer injustamente el poder. Así,
la finalidad moral del gobierno es que los hombres puedan vivir una vida feliz y virtuosa, que es el verdadero fin del
hombre en sociedad, en este punto la influencia de Platón es evidente.

Proporcionó una legitimación al poder temporal de la Iglesia. La Iglesia, como cualquier cuerpo, necesitaba una
cabeza dirigente, un primer motor (causa sui) que impartiera un movimiento regular y encaminado a un fin. Ahora, se
podía utilizar la idea del “cuerpo místico” cuando fuera necesario subrayar la cohesión y unidad de la sociedad de
creyentes, mientras la analogía con el cuerpo físico proporcionaba una defensa para la posición del Papa como cabeza
dirigente. Esta idea de una sociedad que era al mismo tiempo, comunidad mística y estructura de poder, fue sugerida
por Tomás de Aquino en su teoría sobre los sacramentos (unidad del cuerpo místico), donde sostenía que todos estos,
el más importante era la Eucaristía. Sin la Eucaristía, Bautismo y Confirmación no hay unidad del cuerpo místico, sin
la cual no puede haber salvación; luego conecto el elemento poder, a través del sacramento Orden, el que por supuesto
refiere a los diversos cargos y funciones de la jerarquía eclesiástica.

El medio principal con el cual lo “político” se difundía por todo el sistema tomista fue la idea del orden. “El orden
denota principalmente poder y el poder denota exactamente potencialidad activa, junto con algún tipo de
preeminencia. La ley denota algún tipo de plan que orienta los actos hacia un fin, y el plan de gobierno es derivado del
gobernante principal a los gobernadores secundarios. Por este planteo del orden, se comprende porque Habermas dijo
que “Tomás de Aquino fue el nexo entre Aristóteles y Hobbes”.

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Así como el gobernante platónico, la tarea de cada gobernante consistía en imprimir en sus súbditos un patrón
ejemplar, el sacerdote debía ser un instrumento desinteresado. Pero si el poder del gobernante platónico residía en la
insegura base del mérito personal, la del sacerdote descansaba del status público, como agentes autorizados de un
orden eclesiástico institucionalizado. La potencia salvadora de la función no podía ser rebajada por ningún defecto
personal.

En el intento de defender la causa de la Iglesia fueron exploradas todas las categorías principales del pensamiento
político y legal. El aprendizaje cristiano, lejos de destruir una tradición de pensamiento político, la había revitalizado,
lo irónico fue que este proceso preparó el camino para que la teoría política se emancipara del yugo de la teología. En
efecto, en la medida en que las categorías religiosas se politizaban, no se volvían religiosas las de la teoría política.

El orden político aunque nunca pudiera realizar el bien supremo (fuera del alcance humano) fue declarado una
herramienta necesaria y eficaz para alcanzar el más elevado bien terrenal.

LA NATURALEZA DE LA LEY
Tomás de Aquino no se aparta de la tradición medieval de la santidad de la ley e intenta relacionar lo más
estrechamente posible la ley humana con la divina, lo impulsa que la ley tiene una finalidad mucho más amplia que la
de ser un simple medio de regular las relaciones humanas. La ley humana para él era parte integrante de la totalidad
del sistema de gobierno divino. La ley en sentido estricto humana no era sino un aspecto del hecho cósmico.

La ley pertenece a la razón, que es el primer principio de los actos humanos. Existen cuatro formas de razón, que se
manifiestan en cuatro niveles:

Ley eterna: Es casi idéntica a la razón de Dios. Es el plano eterno de la divina sabiduría con arreglo al cual está
ordenada toda la creación. Fuera de la comprensión humana, Dios no está sujeto a las leyes en cuanto nada hay sobre
él, la razón es para él el mecanismo creador.

Ley natural: Es el reflejo de la razón divina en las cosas creadas, pero no su revelación, ya que está grabada en la
conciencia de cada hombre. Es producto de la razón, es común a todos los hombres, de ahí que la moral y el gobierno
no dependan en general del cristianismo. Esto deviene de la inclinación a buscar el bien y evitar el mal, a conservarse
y vivir del modo tan perfecto como sea posible. Está en la naturaleza humana la inclinación a vivir en sociedad, a
procrear y educar a los hijos y buscar la verdad.

Ley divina: Es la revelación, se encuentra en la Biblia y es interpretada por la Iglesia. El pecado original oscureció la
clara percepción que tenían los hombres de la ley natural, haciéndose indispensable la revelación divina. La ley divina
es un don de la gracia de Dios, añade a la razón, nunca la destruye.

Ley humana: Constituida por el ius gentium y el ius civile que regula las vidas de una sola especie de criatura. Toda
ley fija una pauta con arreglo a la cual se ve obligado a actuar o a dejar de actuar un ser de alguna clase. La pauta la
establece la razón, y como la racionalidad del hombre implica la sociabilidad, la ley establece una pauta para el bien
general y no para ventaja de un individuo o grupo. Deriva de la ley natural, la ley humana no es sino la natural con la
fuerza del poder.

NATURALEZA DEL GOBIERNO


Tomás de Aquino sostiene que el gobernante está obligado por la razón y la justicia en igual medida que sus súbditos.
Repite lo ya afirmado por Juan de Salisbury; para quien el príncipe es “legibus solutus”, lo que significa que la
voluntad del príncipe es la ley, ya que es su deber promover la justicia y la equidad y entonces no puede depender de
la fuerza coactiva de una ley que le sea oponible; pero sí en lo que se refiere a la fuerza directiva de la ley de la que el
príncipe es máximo intérprete y ejecutor, en el mismo sentido que debe obrar con “equidad”. Es así que la equidad es
la única ley que el príncipe no puede violar y sí lo hace ha de convertirse en un tirano (no puede mantener la unidad de
la comunidad). Gobernar, en aquella época, significaba juzgar según el derecho existente, el que es anterior a la
voluntad del Príncipe, y que éste debe mantener y reproducir, gobernar no es ni elegir ni dirigir.

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La novedad de Tomás de Aquino frente a Salisbury reside en que el príncipe justo está inserto en el modelo
aristotélico, considerando a la monarquía como forma de gobierno ideal, como la más adecuada para mantener la
unidad y la paz del pueblo, de la multitud asociada.

Tomás de Aquino comparte con los clásicos el temor por la tiranía, sin embargo sostiene que aunque la monarquía
puede degenerar en gobierno tiránico, más fácilmente lo hará la democracia, ya que allí, donde muchos sean llamados
a gobernar, algunos pierdan el camino del bien común y comiencen a gobernar para su utilidad personal, o creen
facciones. En el caso de la monarquía, admite la resistencia del pueblo contra el príncipe que se está haciendo tirano.
La resistencia está rodeada por mil cautelas, sobre todo ante el temor de que el pueblo, al contraponerse al tirano, se
divida en facciones. El pueblo deberá resistir ordenadamente a través de los magistrados y los ministros para que éstos
disuadan al príncipe. El derecho de resistencia, no es derecho a la revolución, sirve de manera preventiva, para evitar
la tiranía, esto supone la existencia de una firme constitución.

Con Tomás de Aquino renace el antiguo ideal de la constitución mixta, pero con una significación diferente a la de la
antigüedad, ésta se basaba en la idea del equilibrio social, de evitar el conflicto entre ricos y pobres.

Según Fioravanti, no debemos imaginar a Tomás como defensor de los derechos del pueblo, ni en concreto del
derecho a elegir sus magistrados y los ministros que auxilian al príncipe. En la extraordinaria complejidad de la
constitución medieval debería corresponder no sólo un competente centro ordenador, el príncipe, sino también una
capacidad de representación igualmente compleja, de la que formasen parte también, los magistrados, los señores
feudales, obispos, etc. Todos ellos están pensados como medios pacíficos para prestarle auxilio al príncipe para evitar
que se vuelva tirano.

Tomás de Aquino y los juristas coetáneos fundamentan a la monarquía como forma de gobierno ideal, pero señalan
también la fuerza de toda la comunidad como anverso de la misma moneda. La que aparece como bien común, sobre
todo la paz y la integridad del territorio. Emerge de todo esto la gran figura de las “potestas temperata”, de un poder
que inevitablemente aparece cada vez más reglado y limitado. Los auxiliares de los príncipes, los señores feudales, se
estructuran cada vez más en el plano político, emergen más asambleas y parlamentos, que reclaman en más cuestiones
con poder de aprobación.

MARSILIO DE PADUA

Su obra hace presente en la teoría política medieval una institución que se ha vuelto significativa cual es la de los
municipios, primeramente de origen señorial y luego completado por otros estamentos, como el elemento popular.
Marsilio conserva la tradición organicista medieval, que considera al gobernante como la parte más importante que
mantiene vivo e impulsa a todo el cuerpo político. No es parte en el sentido del derecho moderno, no supone otra con
la cual sea posible un contrato, sino que es parte, porque está inserta dentro de la comunidad indivisiblemente social y
política, y aún más, en una posición de eminencia. Esta sería la que puede armonizar y relacionar a todas las partes por
la fuerza coactiva que tiene para mantener la paz, dicha fuerza no reside en él, sino que proviene de la comunidad
toda, el legislador, o el conjunto de ciudadanos que mediante elección en la Asamblea general de los ciudadanos lo
reviste. El conjunto de ciudadanos (pueblo o parte “preferente”) debe coincidir con la comunidad política en su
conjunto, de la cual quedan excluidas mujeres, niños y extranjeros. Además el legislador (la comunidad política en su
conjunto) debe elegir al monarca pronunciándose en contra de la sucesión dinástica. Pero la elección del gobernante
no es el ejercicio de la soberanía popular, sino para asegurar la parte preferente que será la que garantice la paz. Todo
lo cual reafirma la supremacía del todo sobre las partes.

CONCLUSIÓN DE LA CONSTITUCIÓN MEDIEVAL A LA MODERNA


El interrogante político medieval, es el tema de la autoridad, mejor dicho, la búsqueda de una autoridad, la que se
atribuye a las fuentes antiguas. Pero en el paso de la Edad Antigua a la medieval lo que había cambiado era el tipo de
constitución. Si la constitución de los antiguos era un orden político ideal, un modelo prescriptivo, en cambio la
constitución medieval era un orden jurídico dado, digo de ser preservado y defendido. Es por ello que la reflexión de
los antiguos se desarrolla en la fase de crisis, y por el contrario, la reflexión medieval se afirma a partir del siglo XI, en
la plenitud de la Edad Media.
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En este sentido la reflexión medieval puede describirse como el momento en que la reflexión sobre la constitución
deja de pertenecer exclusivamente al campo político y moral, que implicaba la idea del perfeccionamiento del hombre
a través de la ciudadanía política común, e ingresa en el mundo del derecho, se convierte en una reflexión jurídica, que
nace de la práctica social. Aún así, el pensamiento político fue robustecido y ampliado durante la Edad Media, en el
afán de defender la causa de la Iglesia. El cristianismo había enseñado a los hombres a pensar políticamente.

En la Edad Media también se producen enfrentamientos entre la constitución mixta y el absolutismo político (en
Francia por la guerra religiosa, e Inglaterra con la revolución de Cromwell). En este contexto aparecen las “doctrinas
de la soberanía”, que representan un punto de vista totalmente opuesto a la tradición medieval, la constitución mixta es
considerada por las doctrinas de la soberanía, como la causa prima del conflicto y la guerra civil, lo que expresa así
Hobbes.

En un punto intermedio aparece la obra de Jean Bodin, su análisis intenta descubrir la naturaleza de los poderes que
pertenecen al soberano. El rey no es soberano porque sea titular de múltiples y vastos poderes, sino porque los mismos
están dotados de una característica, la soberanía, vale decir, que el poder del soberano es perpetuo y absoluto.
Soberanía es poder supremo, jurídicamente ilimitado sobre ciudadanos y súbditos.

Que el poder soberano sea perpetuo y absoluto, significa que el mismo no es revocable, y es originario, no es fruto de
una delegación. Bodin intenta introducir un criterio seguro que permita distinguir entre el poder del rey y el de los
magistrados. Sin embargo, Bodin no concebía a la soberanía como una autorización general en blanco sino como un
conjunto de derechos especificados. Además la soberanía estaba limitada por la finalidad del Estado y el Derecho
Natural, el soberano que no las respetaba se convertía en tirano, pero no era justificable la resistencia, porque
discutible si se es tirano o no, y en consecuencia puede llevar a la guerra civil, de allí esta limitación quedó reducida a
un postulado moral dirigido al soberano. Otra limitación provenía de las leyes de sucesión, que no pueden ser
modificadas por el soberano, fue aceptado así porque el monarca necesita una base de legitimidad que descansa en el
orden jurídico, y Bodin reconoce el derecho de resistencia contra el usurpador. También el soberano está obligado por
los tratados, la violación de un tratado conduce a un conflicto en el cual la fuerza resulta legítima (pacta sunt
servanda). Finalmente, establece la reserva para los estamentos del derecho de consentir los impuestos y les otorga el
derecho de resistir en caso de imposición arbitraria. Esto es una inconsecuencia lógica, ya que los estamentos tienen el
poder de controlar al soberano, Bodin es inflexible porque la propiedad es la base de todo aquello que hace que la vida
valga la pena de ser vivida. Si se viola la propiedad, la guerra civil es el mal menor.

Bodin produce la primera y verdadera ruptura del orden medieval de poderes, la idea que recorre toda su obra es, que
el más complejo y mediato de los gobiernos no puede ni debe hacer mella en el núcleo duro del régimen político,
dentro del cual está contenida la soberanía.

Con Hobbes se despide definitivamente la constitución medieval, su concepto de soberanía es basal, necesario para
pensar la constitución de los modernos. Además colocará a los individuos en la base de la asociación política, en el
sentido de que ella nace de la originaria decisión que los individuos toman para salir del estado de naturaleza. Hobbes
prepara dos dispositivos teóricos para la modernidad: la autoridad y la representación.

LA POLÍTICA MODERNA

NICOLÁS MAQUIAVELO

INTRODUCCIÓN
Italia estaba divida en cinco Estados. Nápoles en poder de España, el centro en manos del Papado una parte, la otra era
la República de Florencia; Venecia, y el Ducado de Milán. En Florencia, Los Güelfos, aliados con el Papado, fueron el
sostén del gobierno de los Médici –banqueros-. Expulsados por los franceses, se restauró la República; fue el tiempo
de Savonarola, predicador de la mora. Luego el Alejandro Borgia (Papa) restituyó la República bajo la presidencia de
Soderini que cayó derrotado por los franceses. Las ciudades luchan y logran salvaguardar la libertad republicana, el
ascenso de la ciudad-Estado republicana causó una revolución en las concepciones político-históricas. Florencia, era el
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arquetipo de la Ciudad- Estado italiana del Renacimiento, con una forma organizativa republicana. Estas condiciones,
sumadas al fácil acceso a niveles sociales elevados y al poder, tentaban al aventurero político, se produce una crisis de
las ideas, la caducidad del poder “divino”. Paralelamente, se consolidan las monarquías absolutas en España y Francia.
Además, se cuestionaba a la Iglesia como la causa de sus males, incapaz de lograr la unificación.

Encontramos así como característica del pensamiento renacentista italiano, el cuestionamiento del poder terrenal de la
Iglesia. Dicho cuestionamiento lleva a descartar del pensamiento político, la cosmovisión religiosa heredada, que
servía de fundamento teorético al poder. El Renacimiento significó un resurgimiento del pensamiento y la cultura
grecorromana; además la invención de la imprenta termina con el período de “oscurantismo”; resultando más
accesible la posesión de libros, y empieza a relativizarse el monopolio del conocimiento por parte de la Iglesia; la
pérdida de poder de los Señores Feudales –pólvora de por medio-, termina con la cultura caballeresca.

Fue Maquiavelo quien introduce el concepto de Estado, descubriendo que el núcleo de la ciencia política parte del
hecho de la “dominación”; descubriendo las formas de adquirir el dominio y de cómo conservarlo. El estudio que
realiza sobre las relaciones de poder es totalmente independiente de la especulación filosófica o teológica. Se sostiene
que la política se rige por sus propias leyes, al margen de la moral, de la ética, y de la religión, y que, “hacer política”
nada tiene que ver con el interés general, y todo con la voluntad y decisión de qué grupo social se verá beneficiado.

Si es considerado el fundador de la Teoría Política, lo es porque por vez primera se la separa de la moral, y se desnuda
lo que la política realmente es y no lo que debería ser. Es el primero en reconocer que el Estado es en última instancia
“violencia” de hombres sobre hombres.

Maquiavelo, ciudadano de Florencia, fue Secretario de la Asamblea, cuerpo colegiado; y también diplomático ante
Francia y Cesar Borgia, este último fue el personaje histórico que lo inspiro a Maquiavelo en pensar como debía ser el
príncipe unificador de Italia (condontiero). Cuando cae Soderini, regresan los Medici con ayuda francesa, Maquiavelo
es encarcelado, y posteriormente se exilia.

La interpretación de Gramsci (quien continúa el pensamiento de Maquiavelo –estabilidad institucional- y el de Marx),


se pronuncia a favor de “el carácter militar dictatorial del jefe del Estado, tal como se requiere en un período de lucha
por la fundación y la consolidación de un nuevo poder.

La visión académica común, lo presenta como defensor de la tiranía, utilizando el término “maquiavélico” como
sinónimo de inescrupuloso. Sin embargo, recurre a un examen centrado en el principio de las “relaciones de fuerza”
entre las tendencias sociales que había en Florencia; Maquiavelo no esconde sus convicciones políticas, y su análisis
no es pretendidamente neutral. Sus dos obras fundamentales, son escritas antes de los inicios de La Reforma. En ese
ambiente, en el cual el pensamiento político se mezclaba con el religioso y la investigación científica era censurada
por la Iglesia, el pensamiento maquiaveliano era indiferente, en cierto sentido, a la verdad o falsedad de la religión,
sosteniendo en cambio, que ésta podía ser una herramienta política “útil”. Su pensamiento, en tanto separador de la
ética pública de la privada, es posible en la Italia de aquel entonces, ya que ésta estaba liberada de las luchas religiosas
del resto de Europa.

Ha sido presentado como un cínico, como sinónimo de inmoralidad e inescrupulosidad; como teórico de la Razón de
Estado; como jesuita político, que se propuso enseñar al pueblo de qué se trataba la política real; como adulador
inescrupuloso de los Medici, y como revolucionario, como antecedente de los jacobinos franceses.

CONCEPCIÓN DE LA POLÍTICA Y SU MÉTODO


A Maquiavelo se lo considera el primer político auténticamente moderno, por su rechazo de normas tradicionales
como la ley natural y la exploración de un método pragmático de análisis en cuestiones de poder.

El genio de Maquiavelo resplandece al haber enunciado una noción de la política como sección autónoma de la vida
social, mucho antes de de la distinción moderna entre sociedad y Estado. Maquiavelo al exaltar al gobierno mixto en

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realidad no lo hace sólo como mecanismo institucional, sino como “solución política de un problema –el del conflicto
entre partes antagónicas- que nace en la sociedad civil.

Maquiavelo percibe que los intereses de la nobleza, en forma genérica son antagónicos a los intereses del Príncipe y
del pueblo, y consecuentemente se declara partidario de La República. La política de composición que sugiere
Maquiavelo, se remite a la experiencia de la República Romana, en la cual “las contiendas entre patricios y plebeyos
habían proporcionado mejores leyes y mayores libertades”. Sin embargo, no puede haber república si la masa de
ciudadanos se halla corrompida, o si hay grandes desigualdades, y el gobernante debe percibir la manera en que está
dividida la sociedad y tener trato directo con las instituciones representativas del pueblo.

Horkheimer pone énfasis en el lugar central que ocupa la noción de igualdad. Si los hombres son iguales, la diferencia
entre los magnates y el pueblo estaría dada por la posesión de riqueza, la cual puede ser arrebatada a aquellos si el
pueblo toma por asalto el poder del Estado. En Historias Florentinas, Maquiavelo dice: “No debéis temer los
remordimientos ni la infamia, pues el vencedor nunca se avergüenza de haber vencido, sea cual fuere el medio que
haya utilizado…no hay que temerle al infierno, lo único a lo que se teme es a morir de hambre”. Se justifica la fuerza.
En el pensamiento maquiaveliano hay una “la lúcida disposición a no ocultar la estructura constitutivamente violenta
de la historia y de la Política, atravesada por la lucha de clases y en general por el conflicto social.

Maquiavelo inaugura la Ciencia Política. Los hombres han dominado a la naturaleza, la sociedad se estructura en la
dominación de hombres sobre hombres, y “el conjunto de los métodos que conducen a esa dominación y de las
medidas que sirven para mantenerla se llaman Política”. Basándose en la observación y en un estudio sistemático de
los hechos se deben adquirir los conocimientos acerca de cómo conseguir y conservar ese dominio; Maquiavelo a
través del método histórico comparativo y su concepción del Estado y la política, edificó las bases para la construcción
de la Teoría Política. Defiende una utilización política de la historia, como herramienta imprescindible para gobernar e
intenta codificar las conductas políticas.

El político necesita de aliados concretos, a quienes deberá en algún momento, otorgar favores o prerrogativas; no sirve
la apelación a los tiempos futuros, porque nadie sabe qué puede ocurrir y el “el tiempo que echa abajo cuanto subsiste
puede acarrear consigo tanto el bien como el mal” es decir el devenir lo muda Todo. El devenir histórico transforma
las circunstancias y las situaciones, y lleve implícito entonces, la idea de proceso y de cambio. Significa una visión
contrapuesta a “la idea cristiana del tiempo como una dimensión acumulativa guiada por la providencia hacia una
realización culminante”.

DE LA ADQUISICIÓN Y LA CONSERVACIÓN DEL PODER


En el proceso de conquista del poder una de las reglas para guiar al príncipe es que debe cuidarse de ayudar y apoyar a
los aliados, a aquellos que se supone no nos traicionarán posteriormente. El príncipe debe determinar de antemano sus
amigos y sus enemigos, y no vacilar en enfrentar a estos últimos, diferir la guerra es siempre en provecho ajeno.

Para la conservación del poder, hace falta que se instituya un ordenamiento que se mantiene mucho más fácilmente
cuando hay un cierto equilibrio entre el poder del gobernante, de los magnates y del pueblo. La ley debe limitar el
poder del gobernante. El Príncipe no está obligado sin embargo por sus promesas, ya que existen dos formas de
combatir: con las leyes o con la fuerza.

RELACIÓN ENTRE POLÍTICA Y RELIGIÓN


Maquiavelo considera a la religión importante como elemento de sociabilización, como herramienta ideológica, y
como fundamento que el gobernante da a los gobernados, para arengarlos a ir a la guerra.

Reconoce como herramienta política, que disciplina a los hombres, facilitando el “vivere civile”, y como justificadora
de empresas odiosas que sin embargo son útiles al Estado. El poder ideológico debe subordinarse al poder político, y
es una herramienta a utilizar por quien detenta el dominio. Por ello –abstracción mediante- esa visión de lo ideológico
se asemeja a la de Marx, en cuanto es usada para justificar el dominio.

DE LA ECONOMÍA DE LA VIOLENCIA. FINES Y MEDIOS.


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En el conocimiento vulgar se ha imputado como propia de Maquiavelo aquella frase que sostiene: “el fin justifica los
medios”. Sin embargo esta frase no aparece en su obra, si bien afirma que “si los hechos te acusan, que los resultados
te excusen”. El acento está puesto entonces en la finalidad, el tipo concreto de resultado obtenido, es decir, el fin debe
ser bueno y apreciado políticamente. Recordemos que el “fin histórico” propuesto por Maquiavelo era la liberación de
Italia y la instauración de una República estable.

De aquí surge la idea de que la virtud en política es sinónimo de eficacia, el político virtuoso es el que obtiene buenos
resultados, es el político exitoso. Maquiavelo desvincula la política de las leyes de la moral, y considera que el valor
de éstas está en sus efectos prácticos, sirviendo a la conservación del orden y del poder. Tenía en claro la necesidad de
propender a la seguridad, tanto del orden establecido, como a la de los súbditos en general. Plantea la necesidad de un
gobierno dictatorial en el sentido de un Príncipe –tirano bueno- que aplique remedios extraordinarios para la
fundación de un nuevo Estado, que termine con la corrupción, como paso previo a la institucionalización de la
república. El tirano malo es aquel que usa la crueldad de una manera inútil, lo que se advierte en la reiteración en el
tiempo del uso de la violencia. En cambio el buen uso de ella se advierte, cuando ejercida toda de una vez, el príncipe
logra su objetivo, la fundación y conservación del Estado, y luego se hace cada vez menos necesaria.

Considera que el único ejército en el que el Príncipe puede confiar es el constituido por ciudadanos, nunca por
mercenarios, que pueden traicionar al Príncipe en la victoria, o huir ante el peligro.

EL CONCEPTO DE ESTADO
Maquiavelo más que ningún otro teórico político fue el creador del significado del término Estado, como significante
de cuerpo político soberano. Típica institución política encargada de regular y controlar a las demás instituciones
sociales, tanto hacia el interior, como en su relación con otros Estados.

El criterio utilizado para distinguir entre el Estado bueno y el Estado malo, en el pensamiento maquiaveliano, estaría
dado por el hecho de que exista o no estabilidad institucional. Para determinar la estabilidad, sea de una Monarquía o
de una República, la cuestión está en respetar la constitución adecuada a cada una de estas formas de gobierno,
combinarlas sólo lleva al origen de Estados defectuosos. Estos Estados no deben ser confundidos con el gobierno
mixto, no cualquier combinación entre principios de formas de gobierno alcanza para constituir el gobierno mixto, la
combinación que sí lo hace es la síntesis lograda con éxito.

Influido por Polibio, clasifica las formas de gobierno en seis, tres buenas, la monarquía, la aristocracia y el gobierno
popular, y tres pésimas, que eran la tiranía, la oligarquía y el gobierno licencioso. Sin embargo, al haber poca
diferencia entre la virtud y el vicio, cada vez que asoma una forma buena, rápidamente se ve degenerada. Esta
repetición sin embargo, no es eterna, para un pensador realista como Maquiavelo, ya que el Estado que ha pasado por
todas las formas de gobierno, difícilmente vuelva al punto de partida, seguramente ha sido presa de un Estado más
poderoso y estable. De todas maneras el modelo polibiano le sirve para confirmar su concepción naturalista, que le
permite recabar las leyes de la historia. La manera de escapar a estas leyes inexorables de los vicios del círculo
polibiano, era el gobierno mixto, al combinar los principios de la monarquía, la aristocracia y la democracia, lograba
un diseño institucional en el cual cada poder controla a los otros.

En “El Príncipe”, la clasificación de los tipos de Estado de Maquiavelo se limita a dos: Principados o Repúblicas. El
criterio es cuantitativo, en los Principados el poder lo tiene uno, en las Repúblicas, lo tienen varios. El criterio
entonces es si la soberanía reside en una persona física o en un soberano colectivo que es la voluntad de una persona
jurídica.

LOS ESTADO NUEVOS


Aquí debe entenderse la acepción de Estado en su manera más amplia, que engloba tanto un gobierno o un estado
nuevo. La primera cuestión “política” es neutralizar a los enemigos del nuevo gobierno, para asegurarse el poder, lo
útil es arruinar a los adversarios en su honor, prestigio, riqueza, etc., no necesariamente darles muerte.

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Para reconocer a los enemigos, aconseja al Príncipe que está dispuesto a introducir nuevos estatutos, que se cuide de
aquellos que sacaron provecho de los antiguos, y que tenga en cuenta que los que puedan beneficiarse con los nuevos,
sólo los defenderán tibiamente, los hombres no confían en las cosas nuevas hasta que una sólida experiencia los
convenza de su utilidad.

Las reformas de un Estado nuevo, deben ser llevadas a cabo por un mando unificado, ello es así porque habrá
descontentos, y los beneficiados no necesariamente apoyarán a quien introduce el nuevo orden, como hemos visto, y
cuando se delibera mucho, no es posible una decisión y acción rápida y eficaz. No basta con tomar el poder, hace falta
“estabilizarse”.

La segunda cuestión política para la instauración de un nuevo orden, es el consejo de “mudarlo todo”; y el “nuevo
poder”, y quienes se encolumnen en el mismo, deben sentir que su posición deriva de la gracia del Príncipe. El
Príncipe nuevo destruye el viejo Estado no con malos propósitos, sino que la destrucción es una condición sine qua
non para construir el nuevo Estado. Consiste en cambiar el orden establecido, o por lo menos las relaciones de poder.
Modernamente este estado ex novo puede reconocerse, al menos en algunos aspectos, en los jacobinos franceses, al
formar y operar en concreto una voluntad colectiva original.

SU CONCEPCIÓN DEL DERECHO


La ley sirve al gobernante como una “herramienta” necesaria y primaria para ejercer el poder. Dependerá de la
excelencia de sus leyes, ya que éstas son fuente de las virtudes cívicas. La condición primera de un gobierno estable es
la de estar regulado por la ley.

Subraya la necesidad de que haya remedios legales para impedir la conducta ilegal de los gobernantes. Con la misma
intención aconseja que los impuestos se establezcan por ley, sobre la base de la igualdad.

En cuanto a las formas legales de control del ejercicio del poder, sostiene que el poder debe estar limitado. Sin
embargo, las leyes no alcanzan como forma de control social, sino que son fundamentales las instituciones sociales,
las que deben variar, que no son necesariamente “jurídicas”.

La última solución para restablecer el orden cuando existe corrupción generalizada será la concentración del poder –la
Dictadura-. El dictador romano si bien puede ejecutar todo lo necesario para el caso de emergencia, sin embargo no
podía tocar la constitución romana.

Para Maquiavelo la ley no es una cuestión abstracta, sino que la misma se relaciona con las instituciones sociales y el
consenso, así pues el contenido de la ley es una cuestión política. Considera que todos deben estar sujetos a la ley,
incluido el gobernante. Fue tal vez, uno de los que preanuncia al Estado como el detentador del monopolio del
Derecho, y su importancia en la constitución del mismo Estado.

DE LAS TENDENCIAS QUE HAY EN TODA SOCIEDAD


En las sociedades se reconoce la existencia de dos tendencias en toda sociedad, que son antagónicas e irreconciliables.
El político debe apoyarse en una para construir su poder, una de las cuales proviene de que el pueblo desea no ser
dominado ni oprimido por los grandes, y la otra de que los grandes desean dominar y oprimir al pueblo.

Como respuesta a estas cuestiones, sostiene que los tipos de Estado (principado o república), son consecuencia de dos
factores, la elección del líder político y la intensidad de las desigualdades sociales o económicas imperantes en la
sociedad. Con relación a las dos fuerzas sociales –magnates y pueblo-, en competencia por el poder, expresa
Maquiavelo que: el principado puede ser fundado tanto, por el pueblo como por la nobleza, pero no por ambos, ya que
sus intereses son antagónicos. Ambos grupos sociales siguen el mismo mecanismo, eligen uno entre ellos y lo
engrandecen, el florentino advierte que el principado que se erige sobre el apoyo popular es de mayor durabilidad y
estabilidad, ya que el pueblo sólo pide no ser oprimido. En cambio, el que llega con el apoyo de los magnates, corre
riesgos, ya que éstos se consideran pares del príncipe, y en cuanto puedan le pedirán que devuelva los favores que lo
llevaron al poder. En este caso, lo aconsejable es que el príncipe conquiste el apoyo popular, para presionar a los
magnates. Además los hombres que reciben el bien de quien no esperaban sino el mal, le estarán más agradecidos. El
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político exitoso –virtuoso- obtiene el poder, porque no erró en quién –o en qué grupo social- apoyarse para la
conquista del dominio. En el Príncipe apunta claramente a la credulidad de los hombres. La naturaleza de las masas, es
que son inertes políticamente, se rebelan sólo en momentos de crisis, pero en situaciones normales sólo quieren la
libertad de estar seguros en sus personas y bienes, sólo unos pocos quieren la libertad para mandar. Estos son los
magnates, quienes no pueden realizar sus ambiciones sin perjudicar a otros. Estas masas son masas poseedoras, y en
tanto tales están preocupadas por mantener sus posesiones y son pasibles tanto de temor, como de caricias en dosis
controladas, haciendo innecesarias la brutalidad.

Para establecer la república hay que erradicar la corrupción, y “restablecer la igualdad”, para lo cual “es necesario
tomar grandísimos medios que pocos hombres saben o quieren emplear”. Entiende por corrupción, aquella decadencia
de la virtud privada y la probidad cívica y la devoción que hace imposible el gobierno popular, como desigualdad en la
distribución de la riqueza, violencia, ambición desordenada, etc.

LA IDEA DE EQUILIBRIO SOCIAL EL ESPACIO POLÍTICO Y LA EXPANSIÓN


En la búsqueda de la unidad italiana, los métodos que se deben emplear para la anexión de otras provincias son la
conservación de las instituciones del Estado anexado, pero con el recaudo de la imposición de un gobierno títere y la
obligación de pagar un tributo al Príncipe. En caso de que los Estados a anexar fuesen republicanos, prevé tres
posibles vías: arruinarlos; que el Príncipe se mude a ellos; o dejar que vivan con sus leyes, obligándolos a pagar una
contribución anual y nombrar un tribunal que teniendo claro que debe su existencia al Príncipe, cuide de sus negocios
en el Estado anexado.

De las tres, la ruina es el camino más seguro, así los hombres no podrán esperar por la venganza, que la libertad a la
que estaban acostumbrados ha de incitar. Establece una diferencia entre Principados o Repúblicas, dejando entrever
que la organización republicana es más difícil de dominar, ya que mientras que los habitantes se deciden por otro
príncipe, ya será tarde para las armas.

El equilibrio en que pensaba Maquiavelo, era un equilibrio de intereses contrapuestos que la estabilidad de toda
sociedad requiere, debiendo distribuirse el poder entre el príncipe, los grandes y el pueblo.

Sin embargo, para que la igualdad pueda ser preservada, no puede establecerse el principado si no es creando una
“nobleza” de intermediaros entre el Príncipe y el Pueblo. “En cuantas ciudades hay una grande igualdad entre los
ciudadanos no puede establecerse el principado; y si se quisiera crear uno en un país en que reina esta suma igualdad,
sería menester comenzar introduciendo allí la desigualdad.” (nobles).

El antagonismo entre magnates y pueblo es para Maquiavelo el germen y la garantía de la libertad. No desconoce que
la igualdad no es una posibilidad concreta, y que en las tendencias sociales hay un despliegue más elaborado que
magnates y pueblo. Hay una genial intuición en el pensamiento maquiaveliano que introduce un mito oscurecedor de
la desigualdad, cual es el de la nacionalidad, la lealtad patriótica, que iguala a los habitantes de un mismo país quienes
en referencia a la lealtad política son todos iguales.

La transformación del espacio político al que asiste Maquiavelo, consiste en la liquidación de los ordenamientos
medievales, y la liberación consiguiente de energías se convierte en una amenaza al establecimiento del orden. La
necesidad entonces es la expansión del espacio político para encauzar estas energías. La expansión proviene de las
aspiraciones y ambiciones de clase, y una vez más Roma le ofrecía el modelo. Si roma no hubiese aceptado a los
extranjeros como lo hizo Esparta, o no hubiese acudido a la plebe para ayudarla en la guerra, como lo hizo Venecia,
hubiese sido un Estado más débil. “Por tanto, si quieres un pueblo numeroso y armado para poder construir un gran
imperio, será de tal calidad que luego no lo podrás manejar a tu antojo, y si lo mantienes pequeño y desarmado para
poder manejarlo, si conquistas algún territorio no lo podrás mantener”.

Es el bien común, y no el particular el que engrandece a las ciudades, y sostiene que aquel sólo se consigue en las
repúblicas. Trata de demostrar la superioridad del imperialismo popular sobre el monárquico, para ello conecta la
dinámica imperialista del gobierno popular con la política del interés, porque distribuye los beneficios de la conquista
en interés de un mayor número. “Deduzco que para fundar una república es preciso que el poder lo ejerza uno solo”.
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Sostiene que es mejor el gobierno popular que el real. “Y en cuanto a la prudencia y la estabilidad, afirmo que un
pueblo es más prudente y tiene mejor juicio que un príncipe”. Su ideal republicano puede resumirse en su concepto del
deseo de los pueblos de vivir en libertad.

EL ORDEN Y LA SEGURIDAD (Introducción a la Razón de Estado)


Maquiavelo también ha sido considerado como teórico de la Razón de Estado. Cuando una situación o una persona se
transforman en peligro para la existencia del Estado, el gobernante puede utilizar cualquier método para impedir su
acción, aún apartándose de la legalidad.

La lógica del poder se gobierna por sus propias leyes, al decir: a menudo, para conservar el orden de un Estado, está
en la precisión de obrar contra su fe, contra las virtudes de humanidad, de caridad, y aún contra su religión. Lo que
siempre importa es el fin que mueve a la acción. Y dentro de tal razonamiento uno de los fines del gobernante es la
seguridad del Estado.

No es necesario que un príncipe posea todas las virtudes…pero conviene que él aparente poseerlas. De esta manera el
Príncipe puede engañar a sus enemigos, y, al mismo tiempo conservar el cariño de su pueblo. Advierte que no existe
una sola forma de adquirir “respeto, ni una sola forma de ejercer el poder, dado que “el devenir, lo muda todo”. El
Príncipe exitoso es aquel que muda de acción y sabe acomodarse a las nuevas circunstancias, ya que si ha sido hasta
ese momento prudente, circunspecto y respetuoso de su palabra, en cuanto las circunstancias cambian debe cambiar su
accionar.

Implícitamente depende de cómo se conjugan las fuerzas para un fin, y para ello hay que analizar los
condicionamientos contemporáneos, de allí el historicismo de Maquiavelo, y la necesidad política de analizar las
correlaciones de fuerzas. Aunque también hay una fatalidad histórica. Nada dura para siempre, no existe persona cuyo
accionar estará siempre de acuerdo a la época, porque las condiciones varían, y los hombres, por su manera de ser, o
por los dictados de su propia experiencia, no varían al ritmo de los tiempos. De allí, su apelación al voluntarismo,
porque nadie puede entregarse a la fortuna, sino que debe actuar con energía.

Los valores morales aceptados socialmente limitan el comportamiento del actor político, y éste debe ser capaz, de
acuerdo con las circunstancias, de abandonar su ética privada, cuando sea necesario para la conveniencia del Estado, y
poner en juego una ética específicamente política. Cada forma de ética es por sí sola insuficiente, el Príncipe debe
actuar en una u otra, para asegurar las condiciones que hacen posible la ética privada, debe en ocasiones violar esa
ética, aplicando la política. “Maquiavelo rompió con la teoría clásica, que abordaba los problemas de la acción política
preguntando cómo podían los hombres desarrollar sus potencialidades morales durante una vida dedicada a la función
política”, el actor político se ve obligado a violar la ley moral para proteger la sociedad.

VISIÓN DEL HOMBRE Y ECONOMÍA DE LA VIOLENCIA


La aplicación de la fuerza debe ser de manera controlada, de ninguna manera la violencia debe ser el único
fundamento de un principado.

Tal cuestión debe diferenciarse del tratamiento de si es mejor ser amado que temido. Al constituirse un poder nuevo,
la acción debe ser rápida y efectiva, para lo cual la violencia debe ejercerse toda de una sola vez, y lo que él denomina
“el bien”, debe hacerse pausadamente, en forma escalonada y sucesiva. Todo ello “a fin de no estar obligado a volver
a ellos (los actos de violencia) todos los días”. La ofensa que se hace a un hombre debe ser tal que le inhabilite para
hacerlos temer su venganza. En El Príncipe sostiene que éste debe seducir al pueblo, pero la seducción debe ir
acompañada de acciones concretas de gobierno. Se podrá hacerles creer fácilmente una cosa; pero habrá dificultad
para hacerlos persistir en esta creencia.

Por otra parte aconsejaba al gobernante que debe tratar de no ser despreciado, su fundamento es una cuestión de
eficacia. El apoyo de la mayoría se consigue si el Príncipe evita lo que pueda hacerle odioso y despreciable, y desea
ser tenido por clemente y no por cruel; pero no debe usar mal la clemencia y castigar a los que aprovechando la
clemencia del Príncipe cometen asesinatos y rapiñas porque éstos ofenden a la universalidad de los ciudadanos, en

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cambio sus castigos ofenden sólo a un particular. Necesita el gobernante el amor del pueblo, “sin el cual carecería de
recursos en la adversidad”.

Además, el hombre está motivado por el interés personal, haciendo necesario que el gobernante apele a la coacción,
este es el presupuesto en que se funda Maquiavelo para su afirmación “más seguro es ser temido que amado”.
Entonces el fundamento del poder político, estaría dado por “el temor a la sanción”. Es importante remarcar que, la
ley, las instituciones y los hábitos de cavidad, al regularizar la conducta humana, ayudan a reducir los casos de
aplicación de fuerza.

Por último, hay ciertas conductas prohibidas al príncipe, la principal es no afectar el patrimonio de los hombres, ya
que éstos “olvidan más pronto la muerte de un padre que la pérdida de su patrimonio”.

CONCLUSIONES
Para algunos autores, Maquiavelo preanuncia a Hobbes, sin embargo, como primera refutación a tal conceptualización
encontramos que éste último concibe la cohesión social como resultado de un pacto de conveniencia, para Maquiavelo
por el contrario, los hombres están unidos por el “amor a la patria” (o en otros términos, por su sentido de pertenencia
a un lugar en el mundo, y a una comunidad y su historia).

Maquiavelo se asemeja al pensamiento hobbesiano en cuanto puso el acento en los rasgos agresivos del hombre.
Asimismo, en el pensamiento maquiaveliano no se esboza una concepción filosófica del hombres, sólo dice que son
“malos” o que “se guían por la necesidad”.

Por otro lado mientras que para Hobbes, el Soberano está fuera del pacto, y por encima de la ley, en principio para
Maquiavelo, el Príncipe se halla sometido a la ley. Además en Hobbes todos los individuos son actores políticos, en
cambio en el desarrollo maquiaveliano no hay individuos, sólo grupos.

Si actualizamos la cuestión de la dualidad moral, podríamos decir que, hay que distinguir entre vida íntima y vida
social, utilizando el concepto de Estado ampliado de Gramsci. Así pues, dentro del sistema político, y en el seno de la
sociedad civil regiría una moral, y en la vida privada otra.

Según Grüner, en el pensamiento maquiaveliano se entrevé una concepción de Estado similar a la de Weber, con
cuatro siglos de diferencia, ya que éste lo concibe como “la pretensión exitosa de legitimidad del ejercicio del
monopolio de la fuera sobre un territorio determinado”.

En la perspectiva de Maquiavelo, los factores morales, religiosos y económicos de la sociedad son fuerzas que un
político inteligente puede utilizar en provecho del Estado o incluso estos factores pueden ser creados en interés del
Estado; ello no sólo invierte por completo un orden normal de valores, sino que invierte también el orden usual de
eficacia causal, es sin lugar a duda una ruptura con la tradición grecorromana (no le importa el “justo medio”), y una
visión distinta de la del marxismo (el centro de la historia para Maquiavelo, es la lucha por el Estado). Pero el énfasis
puesto en la noción de conflicto y de necesidad, llevan a tenerlo, sin miedo a equivocación, como profesando un
“Historicismo Materialista”, previo a Marx.

Para Grüner, se podría considerar al pensador florentino como el verdadero fundador de la “filosofía de la praxis”. La
articulación conflictiva y abierta entre “el hombre de acción” que se observa en su estilo de escritura y como “teórica”
en el aporte de sus “elementos de teoría política”. Ahora bien, para que exista República, debe darse cierta “igualdad”;
e implica quitarles a “los magnates” parte de su poder y de su riqueza.

Dice explícitamente que el gobierno es más estable cuando participa en él la mayoría y que prefiere la elección a la
herencia como método de escoger gobernante. Así por regla, considera que el pueblo sabe elegir a sus gobernantes.
Para Wolin, Maquiavelo rechazaba los gobiernos hereditarios y despreciaba a la nobleza, en igual medida que era
“hostil a las distinciones sociales y en particular al principio aristocrático”.

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Pero también ha dicho Maquiavelo que: las mayorías necesitan del líder para conquistar e institucionalizar su dominio.

Según Wolin, la preferencia republicana de Maquiavelo se relaciona con la importancia que daba a la observancia de
la ley y al consentimiento popular, como cuestiones que permitirían reducir la violencia del gobierno.

Sin embargo la asociación vulgar entre Maquiavelo y la inmoralidad se mantiene, aún cuando es absolutamente claro
de la lectura de su obra una concepción de moral dual, una limitada a la vida íntima o privada del sujeto, y otra para la
vida pública, donde la “virtú” consiste en la “eficacia” y la lógica, en actuar de manera que, el Príncipe adquiera el
poder, y lo conserve apoyándose en el pueblo, pero manteniendo el equilibrio social.

EL MODELO CONTRACTUALISTA. LA CONCENTRACIÓN DEL PODER EN EL SOBERANO.


THOMAS HOBBES.

INTRODUCCIÓN
Hobbes nace en 1588 y muere en 1679 en Inglaterra. Es hijo de clérigo, condición de ventaja de los pueblos
anglosajones, ya que la cultura renacentista se puede transmitir en un medio familiar ascético, ventaja de la que
carecen los sacerdotes latinos. Los hijos de clérigos pertenecían por derecho propio al “establishment” inglés en el
siglo XVII. De origen pequeño burgués, fue a Oxford y estudió literatura y protocolo. Fue preceptor y secretario del
hijo de un conde, gracias a este empleo conoce a nobles e intelectuales importantes.

En el siglo XVII en Inglaterra hubo duros enfrentamientos que culminan con la Revolución Inglesa. En lo económico
sufre una importante transformación por el desarrollo de la manufactura textil. Destinataria del oro y plata americanos
que llegaban a través de España, lo que impulsó un creciente movimiento de acumulación de capital, naciendo la
burguesía. En lo religioso no sólo hubo lucha entre católicos y protestantes, sino también entre las diferentes sectas
protestantes; anglicanos y puritanos. En lo político el advenimiento de los Estuardos trajo la inestabilidad y Carlos I y
el Parlamento con mayoría puritana se enfrentan, en razón de la clase agraria tradicional que representan los Estuardos
y el Parlamente constituido por la burguesía protestante.

En síntesis, fueron épocas de miedo político, y miedo al poder. El Estado se había convertido en un instrumento de
poder absoluto, los castigos provenían de él y dirimía cualquier conflicto. A los ojos de los súbditos el Estado
inspiraba miedo. El problema de Hobbes, fue encontrar una fórmula que pusiese al poder del Soberano más allá de
cualquier temor. Una teoría que justificase el Estado absolutista, debido a su gran miedo a la revolución.

La Inglaterra que vive Hobbes ha sufrido treinta regímenes políticos, sólo en 1688 con la “Gloriosa” se termina con la
inestabilidad y la guerra civil. En el Parlamento triunfan los intereses de la burguesía, logrando así cada vez más
concesiones de la monarquía.

Hobbes es contemporáneo de Galileo, Descarte (conocido suyo) y amigo personal de Bacon con quien comparte la
condición de rechazar los prejuicios. Durante la guerra civil defendió a la monarquía contra el Parlamente pero no con
mucho énfasis, no conformando a ningún bando. Nunca se dedicó activamente a la política. Sus obras principales
fueron: “Los Elementos de la Ley”, “El Ciudadano”, y “El Leviathán”.

EL MÉTODO
Para Hobbes, el problema de la buena filosofía, que ha de desplazar a la antigua, está vinculado al problema del
método. Después de haberse dedicado años a los estudios humanísticos, llegó a la convicción, de que las únicas
ciencias que habían progresado, eran las que habían aplicado el procedimiento demostrativo de la Geometría. Las
filosofías morales por ignorancia o por interés, no habían hecho de la política una ciencia rigurosa. En las ciencias
demostrativas no había lugar para las disputas sobre lo verdadero o lo falso. Sostenía que con un método correcto y la
oportunidad, el hombre podía construir un orden político atemporal.

Su experiencia del vacío político en Inglaterra lo lleva a imaginar el “estado de naturaleza”. Construye así un modelo
filosófico político mecánico: La sociedad política es nada más que la suma de las partes. Los diferentes arreglos no

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están preordenados y menos aún por alguna naturaleza exterior al hombre; sino por un acuerdo deliberado, que deriva
de su concepción secular y empírica de la política.

Su trayectoria intelectual se inicia con el escolasticismo, convirtiéndose luego en un gran empirista, rechazando de
plano la metafísica aristotélica Cree en el permanente movimiento de la vida política, como todo está en perpetuo
movimiento, todo puede ser explicado a través de nuevas leyes. Todas las formas de procesos naturales tienen que ser
explicadas mediante un análisis de las apariencias complejas que ponga de manifiesto los movimientos bajo ellos
subyacentes de que se componen. Su método es esencialmente deductivo.

ESTADO DE NATURALEZA, INDIVIDUO Y LEYES NATURALES. LA ESFERA DE LA SOCIEDAD


Según Habermas, Hobbes no ignora la esfera de la sociedad civil como lo hace Maquiavelo, ni tampoco los hechos
políticos que nacen de la competencia entre Estados como lo hace Moro. A Hobbes se le presenta la tarea sistemática
de una reconstrucción iusnaturalista de la soberanía, puesto que la potestad del soberano sólo puede ser vista en
conexión con una sociedad que se ha emancipado civilmente. La constitución contractual de la soberanía principesca
resulta obligada en tanto que la autoafirmación política, se ha tornado dependiente de las necesidades originarias de la
esfera social. Por lo tanto justifica la afirmación de la soberanía exterior, por medio de su actividad gubernativa en el
interior; dado que ésta debe garantizar el tráfico que descansa en un contrato entre los individuos privados, en
consecuencia pacto social; y es este desenfrenado estado político el que tiene que neutralizar hasta conseguir la paz
directamente en beneficio de una organización racional.

EL ESTADO DE NATURALEZA
Hobbes es casi una rata de laboratorio, y el miedo a la revolución lo hace conceder cualquier cosa al poder político,
proponiendo una nueva dimensión de análisis de la política.

Para él, el estado de naturaleza es un estado de guerra porque los hombres nacen libres e iguales, y en consecuencia,
cada uno tiene igual derecho sobre todas las cosas necesarias para la conservación de la vida.

El hombre a diferencia del pensamiento clásico no es un ser social por naturaleza, sino por accidente, tiene que
asociarse por necesidad, o más bien por el miedo. El temor hacia la muerte violenta es la pasión, y la razón, que
consiste en la búsqueda de la paz. Esta concepción del hombre cambia la noción de la igualdad humana; los hombres
son iguales, y esta igualdad no está fundada en razones teológicas, sino en la experiencia cotidiana. Se desprende de
esta concepción que las diferencias no son tales como para justificar ningún privilegio; emerge una nueva concepción
de los hombres: el más débil puede matar al más fuerte (aunque deba asociarse para ello). Es decir, los hombres son
relativamente iguales en fuerza, no hay enemigos pequeños.

El hombre es, además, una criatura activa (con Maquiavelo las masas son inerte políticamente), todos los hombres son
participantes activos en la lucha por el poder, todos quiere el poder. En esta búsqueda incesante, se produce una
situación de insatisfacción tal que se hace necesario un límite; ya que el poder es un recurso escaso. Todos temen a los
demás, porque saben que son iguales, y al desear el poder les falta el poder, y la falta de poder propio es lo que los
impulsa a los hombres al perpetuo movimiento.

Sintetizando, el estado de naturaleza, estaría signado por la más absoluta “provisoriedad”, ya que la pugna entre los
dos grandes principios de la “razón” y la “pasión” se resuelve en el Estado de Naturaleza siempre por imposición de la
pasión, una de las razones principales es que sólo un tonto aceptaría el gobierno de otro sobre él.

La consecuencia de la “igualdad natural” es la “igualdad en la esperanza” que cada hombre tiene de conseguir sus
fines, dado que ningún hombre tiene ningún privilegio, ambos hombres pueden actuar dentro de sus derechos. En tal
situación como “no puede haber límite para el deseo, tampoco puede haber límite para el derecho”. “Se sigue que en
una tal condición todo hombre tiene derecho a todo, incluido el cuerpo de otros”. En estas condiciones el hombre “no
puede obtener seguridad, ni tomar precauciones respecto del futuro”.

EL PACTO COMO INSTITUCIÓN DE LA UNIDAD ARTIFICIAL

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Es entonces el “estado natural”, del cual los hombres salen mediante un contrato que les permita perpetuar las
condiciones de subsistencia, mediante la constitución de la “autoridad política”, creando la “vida civilizada”.

Hobbes concluye que el orden político es una creación artificial, que se descompone en los átomos constituyentes que
son los individuos.

La delegación de la libertad de cada uno de los individuos en la autoridad que ejerce el monopolio de la violencia
física tiene como objetivo la paz y el bienestar general, ya que sin gobierno no hay sociedad civil. No se trata de un
consenso electoral, sino del voto remoto por el cual los hombres entraron en la sociedad, voto vinculante para las otras
generaciones, los hombres se transforman así en súbditos.

Los mecanismos de consenso son restringidos a ese momento fundacional del Estado, Hobbes no es partidario de
elecciones permanentes. El consenso se institucionaliza en la idea de soberanía. La necesidad objetiva es un soberano
fuerte concentrando poder. La jurisdicción del soberano abarca a todos, a los que participaron en el contrato y a los
que no (generaciones venideras). Las minorías no entran en su concepción, el que ha votado con minoría está tan
sujeto al pacto como aquel que votó con la mayoría, porque el consentimiento que dio para la congregación es
suficiente y tan extenso que supone un consentimiento tácito a todo lo que el soberano haga como si lo hiciera él
mismo. El que está en desacuerdo con la congregación permanece en estado de guerra y puede ser muerto sin
injusticia.

De la multitud natural se pasa a la unidad artificial. Para Hobbes el príncipe no es un individuo sino un sujeto que
representa voluntades. Para obtener la civilización primera hay que tener autoridad. La autoridad descansa en la fuerza
para asegurar esto, los individuos pactan entre sí, con la condición de que los otros pacten en las mismas condiciones
que cada uno. “Esta es la generación de aquel gran Leviathán o más bien de aquel Dios Mortal, al cual debemos bajo
el Dios Inmoral, nuestra paz y nuestra defensa”. El soberano permanece fuera del pacto, es decir en estado de
naturaleza, conservando su soberanía natural, acrecentada por las renuncias de la multitud. Concentra en él el temor
difuso hacia todos. Ahora sólo hay que mete a ese Uno, el Estado. Hobbes presenta la elección de los hombres de
someterse a la voluntad del Estado, mediante una elección entre dos males, eligiendo el mail menor. Utiliza la
concepción jurídica de persona ficticia (Corporation), en vez de la idea de contrato, como lo hizo en “El Ciudadano”,
ya que una mera multitud no puede tener derechos ni actuar, sólo los individuos son capaces de ambas cosas,
conclusión que se deduce de que todo cuerpo colectivo es meramente artificial.

Además del contrato, añade otra vía para la construcción de la persona artificial del Estado, la de la “adquisición”, esta
vía supone la fuerza, es decir los hombres autorizan a un hombre o a una asamblea que ya tiene poder sobre sus vidas
y libertad. Para él no existe diferencia entre la “república por adquisición” y la “república por institución”, sino sólo
entre quienes se da la relación de miedo. En la primer república el miedo es a quien instituyen, en la por institución
por miedo de unos a otros. En tanto las consecuencias son las mismas. La persona o asamblea de personas, no puede
enajenar su soberanía, ni ésta puede ser transferida sin su consentimiento. La república por adquisición puede provenir
de dos maneras: por “generación” o por “conquista”. La primera manera es el dominio paternal, pero no se deriva de
la naturaleza, sino por el consentimiento del hijo. Si no hubiese contrato entre padre e hijo, el dominio pertenece a la
madre. El dominio por “conquista” es el llamado “despótico” y es el dominio del amo sobre su siervo, y se adquiere
cuando el vencido ante el golpe de muerte, conviene con el vencedor; no es la victoria el fundamento, de la obligación
del vencido hacia el vencedor sino el pacto. Hobbes aclara que siendo un soberano por institución en una nación y por
adquisición en otra, se equivoca si actúa de manera diferente, porque su soberanía es siempre absoluta de igual modo
en ambas.

LA SOCIEDAD POLÍTICA COMO SISTEMA DE REGLAS


Las causas constitutivas del orden humano deben deducirse de una situación en la que no existiese ningún orden, para
poder derivar la forma en la que se conducirían los seres humanos. “Todo se comprende mejor por sus causas
constitutivas, no pueden conocerse bien, excepto si se lo toma por separado y se les ve en partes; por lo tanto, hacer
una investigación más minuciosa de los derechos de los Estados y de las obligaciones de los individuos precisa, de no
tomarlos aisladamente, sino de considerarlos más bien como si se hubiesen disuelto; es decir, de modo que
entendamos cuál es la calidad de la naturaleza humana.
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La sociedad está dividida entre individuos irreconciliables, en consecuencia, concentrar el poder es despolitizar a los
demás. El soberano es el único que queda en estado de naturaleza, ya que las leyes civiles son las que él dice que son,
en consecuencia no está subordinado a ellas. El aspecto coercitivo o imperativo es lo constituyente a la esencia de la
ley civil, a diferencia de la ley natural.

De esta manera la multitud de “individuos autores” pasan a constituir uno solo, el Actor-político, lo que el Estado hace
puede ser imputado a los Autores-Individuos, éstos han autorizado al Estado. “La capacidad de hacer y mantener
repúblicas consiste en varias reglas; no en la sola práctica, eliminando así las pretensiones rivales de conocimiento
político. La experiencia no ofrecía conclusiones universales como para Maquiavelo, quien había aconsejado estudiar
la historia de los héroes para aprender el oficio de la política. En cambio en Hobbes, la sabiduría no era un
conocimiento de hechos, sino de sus consecuencias, lo cual representaba un conocimiento de causas que facilitaba a
los hombres reproducir los efectos deseados. Continúa diciendo que: “El ocio es la madre de la filosofía, y la
república, la madre de la paz y del ocio”, en consecuencia, la filosofía sólo se da en la república.

NATURALEZA DE LA OBLIGACIÓN POLÍTICA


Hobbes se pregunta por las causas y los alcances de la “obligación política”, si obedecemos por la búsqueda de la paz,
esto supone que hay una contraparte por el lado de la sociedad política; así, sólo hay que aceptar al rey si es capaz de
castigar a los culpables. No hay fundamentos racionales para la obediencia, obedecemos para que la muerte violenta
quede fuera. El fundamento pasional es el temor a la muerte. La moralidad sin autoridad no existe, sólo hay justo e
injusto en la sociedad civil. Los hombres, no son considerados como naturalmente malos, pero, la bondad natural es
posible sólo en la vida civil.

En el pensamiento de Platón, Aristóteles y Santo Tomás el gobierno se legitimaba por la virtud de los grupos
dirigentes, la obediencia descansaba en la virtuosidad de los gobernantes. En Hobbes la obediencia es laica, se funda
en el presupuesto de que todos los hombres son iguales y racionales. Los hombres renuncian a gobernarse por sí
mismos y acuerdan la autoridad, pero ésta sólo es legítima si puede mantener la paz y cualquier gobierno que sea
capaz de mantener la paz es legítimo. Si la autoridad ya no es capaz de mantener la paz, no existe como tal, es por ello
que se ha retornado al estado de naturaleza, que nunca desaparece del horizonte como amenaza potencial.

Se señala que es errónea la teoría de la obligación política en términos egoístas. La tesis consecuente es que la
obligación política de Hobbes es una mezcla de obligación física (sumisión al soberano), de obligación racional, que
impide a un hombre desear una acción cuyas consecuencias sean peligrosas para él (interés propio), y de obligación
moral, que se crea por el acto voluntario de autorizar al soberano, y consiste en la obediencia a los mandatos del
soberano autorizado (que no se basa en el interés propio)

LA CONSTRUCCIÓN DE LA SOBERANÍA
La noción de soberanía tiene dos componentes: el “legal”, la fuente de la ley por el consentimiento de aquel voto
primigenio y el “político”, el que como tal consiste en el ejercicio del poder supremo. Podrían o no coincidir en uan
misma persona; Hobbes considera que sí, su imagen de gobernante es un déspota benevolente pero riguroso que
permite garantizar el orden social.

Si comparamos a Hobbes con Maquiavelo podemos advertir que para este último el príncipe está deseoso de poder, es
quien acecha para conquistarlo. En Hobbes el soberano no está a la espera de aquel, sino que los hombres le piden que
se haga cargo, con la condición de que pueda imponer la paz. Si no es capaz o envilece su cargo por apetencias
personales, deja de ser soberano y se convierte en tirano. Hobbes recupera el derecho a la rebelión, pero como último
recurso. Una de las enfermedades del Estado es para Hobbes el “poco poder”, pero advierte que el soberano siempre
puede recuperarlo. Los hombres prefieren la tiranía al Estado de naturaleza. Tiende así a configurar un régimen
político, una forma estatal autoritaria, no democrática, pero si es consensual mejor.

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Hobbes, en cuanto los derechos de los súbditos, considera que los hombres no tienen derechos contra el Estado. Hay
un absoluto despojo del poder de los individuos, los derechos de los súbditos no son más que los poderes del Estado.
Su obligación es obedecer y simplemente ejercer el máximo de libertad permitida por el orden político.

Estamos en condiciones de deducir que la teoría hobbesiana combina el autoritarismo político y la más absoluta
libertad en todos los otros aspectos. Esta libertad tiene como contenido todo lo que el soberano deja fuera de la esfera
política.

En cuanto a la naturaleza de la soberanía, para Hobbes, es “indivisible” como en Rousseau, y se funda en la pretensión
de que representa a todos, y por lo tanto, hay una sola institución represiva que es el Estado. La lealtad se debe sólo a
éste y a ninguna otra asociación. Si se divide la soberanía, es decir, se admite el disenso, se acaba la autoridad, esto
incluye que el soberano debe ser, al mismo tiempo, jefe de la iglesia y del Estado, para acabar con cualquier
contradicción. Hobbes no acepta el poder terrenal de la Iglesia, si la Iglesia amenaza con la muerte eterna y el Estado
con la muerte física, no hay orden político. La Iglesia debe estar sometida al poder civil. Hobbes es fiel a una tradición
positivista, rechaza la legitimación divina de los reyes.

Hobbes como teórico del poder absoluto, rechaza las concepciones de Aristóteles y Maquiavelo; en los cuales hay un
reconocimiento a los intereses diversos y el gobierno mixto. Para Hobbes, la competencia entre distintos grupos haría
imposible la estabilidad, por lo tanto no existe distinción entre el Estado y la sociedad. La sociedad civil sin Estado es
sólo una multitud acéfala.

En su consideración sobre el gobierno mixto, igual que para Bodin afirma: “dividir el poder de un Estado no es otra
cosa que disolverlo, porque los poderes divididos se destruyen mutuamente”. La crítica al gobierno mixto coincide
con la crítica a la separación de poderes, es decir miedo al faccionalismo.

Ahora bien, cómo se da la representación de los individuos fusionados en un cuerpo mecanicista, pues no podía
superar la índole artificial de un acuerdo entre individuos incapaces de renunciar al duro núcleo de su particularidad:
un contrato puede establecer relaciones, pero no es fuente de unidad ni expresión de un carácter común. Por esto el
soberano hobbesiano debía ser “autorizado” a actuar; no podía representar una comunidad porque no había ninguna
que representar, lo único que tenían los hombres en común era el temor y la inseguridad. Argumenta que el soberano
estaba autorizado a obrar en nombre de la sociedad, porque cada uno había aceptado “declararse y ser considerado
autor” de todas las decisiones del soberano. En fin, no hay lugar para desobediencia, si la sumisión es intolerable, más
intolerable la guerra civil, es decir, está en contra del tiranicidio, el soberano siempre puede desmontar las facciones.

LAS FORMAS DE GOBIERNO


Según Hobbes habría tres clases de gobierno: la monarquía, la “asamblea de todos” (democracia), y la “asamblea de
una parte” (aristocracia). La tiranía y la oligarquía son sólo las mismas formas de la monarquía y la aristocracia mal
interpretadas.

A diferencia de Bodin, el poder soberano en Hobbes es más absoluto, ya que no está limitado por las leyes divinas ni
por las naturales. Esto no significa que niegue su existencia, pero diferencia estas clases de leyes de las positivas
porque no son obligatorias externamente, sino sólo interiormente, las leyes naturales son sólo reglas de prudencia.

De la índole absoluta del poder estatal deriva la negación de la distinción de formas buenas y malas de gobierno. al ser
el soberano el legislador absoluto es imposible distinguir al soberano que respeta la ley del que no lo hace. ¿Cómo
distinguir el buen príncipe del malo? La anarquía, oligarquía y tiranía no son tres formas de Estados diversas de las
“buenas formas”, sino tres diferentes denominaciones, que les da a las buenas formas quien tiene odio por el gobierno
o los gobernantes.

La distinción entre rey y tirano es entonces pasional y no racional, y no puede haber diferencia alguna entre un
soberano y otro, en relación a la mayor o menor cantidad de poder. Y en relación al tirano con título legítimo o el
tirano de facto afirma: o el príncipe tiene éxito en legitimar posteriormente su poder o, si no tiene éxito no es príncipe,
sino enemigo. La diferencia es entre príncipe y no príncipe, y no entre príncipe bueno o malo.
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Tampoco distingue entre guerra justa e injusta como lo hace Bodin, en la historia la guerra es justa en tanto lo dice el
vencedor. En esa época, la guerra era como un duelo, y quien prevalecía por las armas, tenía la razón. El vencido se
somete al vencedor.

DISTINTAS INTERPRETACIONES ACERCA DEL PENSAMIENTO DE HOBBES


Hobbes, como todo clásico, puede ser leído en distintas claves: Una de ellas es la que lo interpreta como un precursor
de las teorías democráticas, teniendo en cuenta que la razón de ser del Estado es desterrar el terror-pánico, ya que de lo
contrario significaría retrotraer las cosas al estado de naturaleza. Además, aunque es defensor de la monarquía
absoluta, considera que de los principios lógicos del pacto político puede derivar cualquier forma de gobierno. El
código de civilidad sólo será un código de virtudes estrictamente político, encaminado a moldear hombres
gobernables, que acatan las reglas, por el simple fin del cumplimiento de la regla en sí. El acatamiento de las reglas no
se basaba en la bondad de su contenido sino en la jerarquía de los participantes. Cada hombre debía contentarse con
tanta libertad como estaba dispuesto a conceder a los demás, es decir, no interesa entonces cuál es la posición en el
juego, sino que las reglas son iguales para todos.

Habermas señala las contradicciones de Hobbes, considera que, la razón de ser del Estado que construye
iusnaturalísticamente, es liberal, ya que está profundamente ligado al contrato social, lo considera como el fundador
del liberalismo. Basándose en los siguientes principios derivados de sus obras:
1. El dominio se establece a causa del bienestar, no en el sentido de la “vida buena” griega, sino en el goce de la
propiedad privada.
2. El dominador cuida del bienestar de los ciudadanos por medio de las leyes.
3. Las leyes tienen el carácter de normas formales y generales. Frente a la ley natural que recorre toda la vida, el
derecho formal separa el orden jurídico del orden vital y crea el ámbito de juego neutral para la legítima prosecución
del provecho privado.
4. Una de las finalidades de la dominación, es que a través de pocas leyes se garantiza la paz interior y la protección
frente al extranjero.

Sin embargo, Habermas concluye que Hobbes termina retrayendo su intento liberal y regresando al absolutismo, al
admitir que la autoridad debe ser ejercida absolutamente para poder excluir otra fuente de poder que no sea la política,
termina sacrificando lo liberal de la sociedad. La contradicción radica en que el poder natural político se domestica
mediante la naturaleza de la soberanía construida contractualmente, ya el soberano se reserva no sólo la facultad de
decir las leyes sino de decir si coinciden con el derecho natural del contrato social.

APORTES ORIGINALES A LA TEORÍA POLÍTICA


a) Instala por primera vez en la Teoría Política al “individuo”, a diferencia de Maquiavelo para el que la pugna es
entre “grandes y pequeños”.
b) Su impronta “utilitarista”, el cálculo racional e instrumental permite a los actores sociales la posibilidad de anticipar
y calcular costos y beneficios.
c) Sostiene la idea de la “no sociabilidad natural” del hombre desplazando a todas las otras consideraciones. Tiene una
concepción “pesimista” del hombre, como si fuera un animal ambicioso, egoísta y desconfiado. Y lo más novedoso,
¿Qué ocurriría si el Estado no existiese?
d) Niega la diferencia entre la esfera pública y privada. Una vez constituido el Estado, éste rige el conflicto
permanente.

CONCLUSIÓN
Hobbes es un teórico de la sociedad mercantil. En la sociedad tradicional la costumbre era suficiente para garantizar
la propiedad y la esfera de derechos, pero en la mercantil, en donde “la propiedad se convierte en un derecho
incondicional a usar, a excluir absolutamente a los demás del uso, y a ceder o a alienar, el derecho de propiedad existe
sólo mediante la tutela del Estado. El individuo propietario racional es capaz de reconocer la obligación política como
válida, porque está acostumbrado a cumplir contratos a largo plazo. ¿Qué pasa con el asalariado para toda la vida que
lo han colocado y lo mantienen en esa posición precaria? Mientras que no puedan ver una alternativa a la sociedad de

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mercado, no tienen otra opción racional y pueden aceptar al soberano, el que no ha de proveerlos de una alternativa,
pero sí ha de proteger sus vidas.

LA CONCEPCIÓN LIBERAL. EL INDIVIDUO FRENTE AL ESTADO. LA CONSTITUCIÓN MIXTA.


JOHN LOCKE.

INTRODUCCIÓN
Nace en Inglaterra (1632-1704). Durante su infancia transcurre el establecimiento de las colonias puritanas en
Norteamérica y la colonización de la India. Asiste al fin de la Guerra de los Treinta Años; presencia la guerra con
Holanda, la Restauración Monárquica, y en su madurez vive el triunfo de la Monarquía constitucional.

Nace en un hogar puritano, su padre un pequeño propietario, participa en la Revolución de Cromwell. Locke enseña
griego, retórica y filosofía moral. Se dedica desde 1666 a la Medicina. Conoce a protagonistas de la política inglesa
como Ashley luego Lord Shaftesbury, jefe whig; desde entonces participa políticamente en forma activa y acompaña a
Ashley en su destierro en Holanda. Participa en la Revolución Gloriosa de 1688, defiende el Parlamento tomando
partido por su supremacía sobre el monarca, representada por la Dinastía holandesa de los Orange, eran las banderas
de Orange, “por la libertad”, “por la religión protestante”, “por el Parlamente”. Hacía sólo 4 años que el Edicto de
Nantes (este edicto a favor y protección de los protestantes franceses -hugonotes-) había sido revocado por el rey
francés Luis XIV, con la matanza de los hugonotes, y el rey Jacobo II había sido un aliado de los católicos en contra
del protestantismo.

La Revolución puritana había instalado a la burguesía en el poder político, luego la restauración monárquica que
coloca en el trono al hijo de Carlos I, no es en rigor el restablecimiento, ya que los símbolos tradicionales de la
autoridad: habían sido abolidos. Con la monarquía constitucional, se abandonan las teorías del origen divino y de los
garantes extra pacto, las que son sustituidas por las del consenso popular. Aunque el poder lo tenían los anglicanos de
la nobleza urbana y rural, los puritanos mayoritariamente clase media rural y urbana, se alían con los whigs, escépticos
en materia religiosa, y vinculados íntimamente con los comerciantes y los industriales. La Restauración no era rígida
porque el poder de los burgueses era difícil de contener.

Durante el reinado de Carlos II se funda la Royal Society, salvo en los asuntos de Dios y el alma, que están vedados,
en todas las demás materias se podía investigar según antojo. Locke integra dicha sociedad.

La libertad que la burguesía ambicionaba en todos los órdenes sólo podía alcanzarse con el conocimiento de la
realidad: mandar a la naturaleza es el fin más alto, su punto de vista es utilitario por esencia.

En los escritos de Locke el concepto de sociedad, surge como una entidad distinta y simultánea de los ordenamientos
políticos, y el gobierno es caracterizado como un “duro símbolo de coacción necesaria para sustentar transacciones
sociales ordenadas”.

El “Ensayo sobre el Gobierno Civil” es un texto de cuando la revolución burguesa ya había triunfado. El pensamiento
lockeano es la racionalización de un nuevo orden de cosas. Es el primer pensador liberal de la historia.

A diferencia de Hobbes la coyuntura crítica de la no-subsistencia del orden político ya no estaba presente, por lo que
ya no es necesario sacrificar al individuo en pos del Estado, por el contrario, los individuos deben primar sobre el
Estado.

EL ESTADO DE NATURALEZA. SU CONCEPTO DE LA LIBERTAD


A pesar de que Mill reformuló desde una perspectiva utilitarista el liberalismo, la mayoría reconoce a Locke como el
artífice de la política liberal, completada por Montesquieu, Hume, Burke, Constant y Tocqueville. Para Locke la
libertad es igual a “no coacción” estatal, para Locke la única manera de alejar la tiranía sería asegurar los derechos del

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hombre frente a los poderes del Estado. En esta empresa el consenso cumple un papel fundamental. Los hombres son
iguales y libres, no están sujetos a ningún poder externo.

Locke distingue, entre la libertad natural y la social, consistiendo la primera en no estar sujeto a ningún otro poder
superior sobre la tierra, y sólo regido por la ley natural. La libertad civil en cambio, consiste en estar sometido a reglas
fijas comunes a todos y que sean dictadas por el Poder Legislativo, estableciendo la reserva de libertad para todo
aquello que no esté sometido a la ley civil.

ESTADO DE NATURALEZA: SUS ESTADOS


En el estado de naturaleza el hombre tiene la voluntad de respetar la ley natural por la que se gobierna, y esa ley obliga
a todos. La razón, que coincide con esa ley, enseña a cuantos seres humanos a ser iguales e independientes, nadie debe
dañar a otro en su vida o posesiones. El derecho de castigar la violación de la ley natural les pertenece a todos los
hombres, pero sólo hasta el punto necesario para impedir tal violación.

Este estado de naturaleza no se caracteriza por el temor a la muerte violenta de Hobbes. Así podemos ver la clara
diferencia que existe entre el estado de Naturaleza y el estado de Guerra. Sin embargo, para Locke, hay quienes los
han confundido. En el estadio de paz los hombres conocen la ley natural mediante la razón, paz que puede ser
caracterizada como paz espontánea, porque algunos individuos pueden no respetar la ley natural. La paz de la sociedad
política en cambio, es una paz inducida, ya que no sólo es la razón el motivo de la obediencia, sino que ya existe un
posible castigo al trasgresor.

Habría entonces, dos estados de naturaleza, el ideal, y el caído. El caído es aquel en el que los hombres no son todos
intérpretes racionales, sus habitantes son corruptos y perversos que hacen del estado de naturaleza un estado
imperfecto; los hombres están “inseguros” respecto de sus derechos. Sin embargo, la búsqueda de un ordenamiento
mejor supone un conocimiento previo de la condición ideal, es decir por las normas que le permiten reconocer las
“deficiencias del estado caído”. “Los remedios son: una ley común, un método para el juicio imparcial y un poder que
ejecute; los tres retrotraen a ordenamientos vigentes en el estado ideal”. Locke admite la objeción al estado de
naturaleza consistente en la afirmación “que el hombre no es buen juez de su propia causa” pero argumenta que siendo
el remedio a esa dificultad el poder civil, no será buen remedio si éste es absoluto (concentrada en una sola mano),
siendo preferible, entonces, permanecer en el estado de naturaleza. El estado de naturaleza es un estado político
benigno, dotado de todos los rasgos de una sociedad política y de ninguno de sus inconvenientes.

EL ESTADO DE NATURALEZA Y SUS AMBIGÜEDADES


Los hombres eran esencialmente racionales y sociales, racionales porque podían vivir juntos mediante la ley natural, y
sociales porque podían vivir de acuerdo a las leyes de la naturaleza sin que un soberano les impusiese reglas de
conducta; importante diferencia con Hobbes. Sin embargo, la ley natural, sólo guía a “quienes quieren consultarla”,
algunos la violan y así se vuelven “peligrosos para la humanidad”, el estado de naturaleza, aunque incluya a
transgresores, sigue siendo el estado de paz y tranquilidad. “Donde no existe autoridad alguna para decidir entre los
litigantes, la menor diferencia puede finalizar en el estado de guerra, y que una de las grandes razones para que los
hombres pasen a vivir en sociedad, y abandonen el estado de naturaleza, es evitar el estado de guerra”. Los hombres
en su mayoría ya no son observadores estrictos de la equidad y la justicia, así admite la inclinación de la mayoría de
alejarse de la ley de la razón. También los que se rebelan “vuelven nuevamente al estado de guerra”, hacer desaparecer
el poder arbitral, en el que todos habían consentido, para una decisión pacífica de todas sus controversias y exponen de
nuevo al pueblo a un estado de guerra. Cuando se abandona la sociedad civil entonces se retorna a un estado de guerra
y no a un estado de naturaleza pacífico. Locke tiene dos concepciones de la sociedad lógicamente en conflicto. Una
primera que considera a la sociedad como compuesta por iguales indiferenciados; y la segunda que considera a la
sociedad compuesta por dos clases diferenciadas por su grado de racionalidad. La igualdad de derechos está en la
misma concepción de la sociedad de Locke, que proviene de la tradición cristiana del derecho natural, y la contraria
(la diferenciada) que deriva de la concepción atomista del materialismo del siglo XVII. Supone que todos los hombres
son igualmente capaces de ingeniárselas solos, lo que lo lleva a la posibilidad de justificación de la desigualdad;
aquellos que no consiguieron propiedad no han usado racionalmente de aquella capacidad, es correcto dejarlos sin las
protecciones que sostenía la antigua doctrina del derecho natural.
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GENERALIZACIÓN DE LAS DIFERENCIAS AL ESTADO DE NATURALEZA
La transformación de los derechos naturales iguales, a derechos naturales diferentes, aparece en la elaboración de la
teoría de la propiedad. Locke se aparta de los límites a la apropiación de bienes; la igualdad inicial de derechos
naturales se basa en que nadie tiene jurisdicción sobre nadie, pero cuando aparece la diferenciación entre quienes
tienen propiedad y quienes no, aparece “la jurisdicción de los poseedores sobre los no poseedores”. El hombre que no
tiene propiedad de cosas pierde la propiedad plena sobre su propia persona, que era la base de sus derechos naturales
iguales. La sociedad civil se establece entonces para proteger las posesiones desiguales que en el estado de naturaleza
habían suscitado ya derechos desiguales. En la primera etapa del estado de naturaleza la racionalidad del hombre es
conquistar la naturaleza mediante el trabajo para mejorarla. En la segunda etapa del estado de naturaleza, en la cual era
racional apropiarse de la tierra y utilizarla como capital, es legítimo apropiarse del producto excedente del trabajo de
otros. Entonces, se separan el trabajo y la apropiación, la racionalidad plena pasa a estar en la apropiación más que en
el trabajo.

En suma, Locke introdujo en la naturaleza original del hombre una inclinación racional a la acumulación ilimitada. El
surgimiento de la codicia hizo necesaria una sociedad política plenamente desarrollada. La que necesita la protección
contra los codiciosos y avarientos, es la apropiación industriosa que se había convertido en una acumulación ilimitada.
Para Hobbes, la codicia de grandes riquezas y la ambición de grandes honores son honorables como signo de poder
para obtenerlas, sin embargo, Locke no estaba dispuesto a tanto, y por ello su justificación de la apropiación ilimitada
no tiene como base el poder sino la razón y el consentimiento.

LOS DERECHOS INDIVIDUALES


En el pensamiento lockeano son pre-sociales, inmutables, intransferibles, inherentes al hombre; son inalienables;
mientras que para Hobbes eran alienables, es más no eran derechos sino poderes. En Locke los individuos sólo
renuncian a dos poderes que tenían en el estado de naturaleza, el primero “el de hacer lo que bien le parezca para su
propia salvaguardia” y la de “castigar los delitos cometidos contra la ley”.

Hay quien afirma que para Locke el único derecho natural es la propiedad. Pero, jamás afirmó esto, por lo contrario,
afirmó que esos derechos eran: “vida, libertad y posesiones”. Sin embargo, también usa frecuentemente la palabra
“propiedad” la cual parece significar cualquier derecho, sin embargo como fue la propiedad el único derecho natural al
cual dedicó su atención extensamente, era inevitable que se lo destacara como el derecho natural más importante. En
cuanto a los otros derechos naturales los concebía como atributos del individuo, nacidos con él, como un título
inviolable tanto ante el gobierno como la sociedad.

EL DERECHO DE PROPIEDAD
La argumentación de Locke está dirigida a justificar la propiedad privada como un derecho natural. La propiedad es
anterior al gobierno, su justificación es racional, social, no teológica es que los hombres con su trabajo mezclan su
personalidad con las cosas.

Las cosas eran comunes en el estado de naturaleza, la personalidad, era la primera propiedad del hombre, al mezclarla
podía entonces apropiarse de algo que sacaba del común para, y en la medida de, su subsistencia. “Uno puede
convertir en propiedad suya mediante su trabajo todo lo que pueda serle útil, antes de que se eche a perder. Todo lo
que exceda esa medida pertenece a los demás”. Por su trabajo le incorpora algo así un cerco que lo separa de lo
común. Sin embargo cuando ya hay abundante población, gobierno, moneda y comercio, no es posible apropiarse de
la tierra, sin el consentimiento de los demás coposeedores, porque allí los hombres se encuentran en una situación tal
que viven bajo la ley civil.

La argumentación consensual es que la propiedad tiene carácter desigual, si los pobres no se rebelan, ni emigran,
entonces puede concluirse que están de acuerdo. “Para eliminar la evidente contradicción entre la doctrina de la
propiedad como fruto del trabajo limitada por la necesidad y la propiedad capitalista absoluta, Locke recurre a la
fuerza mágica del consentimiento general. Cita al rey David: “Dios dio la tierra a los hijos de los hombres”, aclarando
que la entregó a la Humanidad en común, es imposible admitir que algún hombre pudiera ser propietario partiendo del
supuesto de que Dios hubiera entregado a Adán y a sus herederos en particular, con exclusión del resto de su
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posteridad. Este fue un argumento ornamental, ya que luego de decir todo esto, concluye que el hombre al ser
propietario de su persona puede mezclarla con las cosas, extendiendo su propiedad a aquello que era común.

La interpretación constitucionalista de Locke destaca los límites al gobierno en aras del interés de la propiedad, más
que destacar la comunidad política. Si la que prima es la interpretación que conlleva la soberanía absoluta de la
sociedad civil, -la cual está constituida por la mayoría de los hombres- el individuo frente a la sociedad civil no tendría
derechos. Pero Locke no es ningún demócrata. No formó parte de sus preocupaciones el gobierno de la mayoría, ya
que en realidad ésta podría poner en peligro el derecho de propiedad. Locke tenía muy en claro que la mayoría de los
hombres en su época vivían de su trabajo y no eran propietarios.

Estas contradicciones provienen de la existencia de ciertos supuestos sociales del pensamiento político. El más
importante supuesto social de Locke es el capítulo dedicado al derecho de propiedad. Allí afirma que “la finalidad
máxima y principal de los hombres que se unen en comunidad sometiéndose a un gobierno, es la salvaguarda de su
propiedad. Locke se confunde al decir que el hombre tiene por naturaleza un poder de defender su propiedad. Define a
la propiedad como “las vidas, las libertades y las tierras de los hombres, es decir, la propiedad que los hombres tienen
sobre sus personas y sobres sus bienes.

Locke comienza a justificar el derecho de apropiación, de las cosas entregadas en común, por los individuos, con el
argumento de que cada hombre tiene la propiedad de su propia persona. Si fuera necesario el consentimiento de los
demás, el hombre se hubiese muerto de hambre dentro de la abundancia que Dios le había dado. Locke establece
varias limitaciones a la apropiación individual: en la medida en que deje suficiente, y de la misma calidad, para los
demás, ya que cada hombre tiene derecho a su conservación; segundo; puede apropiarse en la medida exacta que
satisfaga sus necesidades sin que se eche a perder, todo lo demás queda para los demás, aunque está permitido traficar
con el excedente perecedero, producto del trabajo propio; tercero, sólo puede apropiarse de lo que cada hombre pueda
obtener con su “propio” trabajo.

La transición del derecho limitado al derecho ilimitado de apropiación se produce de la siguiente manera: las reglas
del derecho natural que limitaban podían seguir siendo válidas si el dinero no hubiese aparecido, no porque la tierra se
hubiese agotado; donde el dinero se ha introducido deja de haberla no apropiada. La limitación de la apropiación justa
queda eliminada por el consentimiento tácito entre los hombres a la introducción del dinero.

“Poseer en la medida en que pueda utilizar” quedaba para Locke manifiestamente eliminadas por el dinero “el oro y la
plata no se echan a perder”. Antes de la introducción del dinero, Locke había demostrado que nadie deseaba más. ¿Por
qué lo desearía después? La acumulación de dinero suficiente era su preocupación para desarrollar e impulsar el
comercio. El deseo de tener más de lo que se pueda utilizar, no es el deseo del avaro, el dinero es una mercancía, el
objetivo característico del dinero es servir como capital. Locke no habla del origen de la desigual distribución, sino
que da por sentado que existe por la necesidad de los negocios y la constitución de la sociedad humana.

Hay pues dos niveles de consenso, el primero, en el estado de naturaleza para darle valor al dinero, acompañado por la
aceptación convencional de la obligatoriedad de los contratos comerciales. Este consenso se presta fuera de los
vínculos de la sociedad. El otro nivel de consenso es el acuerdo mutuo de ceder todos sus poderes a la mayoría (no
quería una sociedad civil absoluta), este es el que crea la sociedad civil. El primero es válido sin necesidad del
segundo, pero son prácticamente difíciles de imponer (en este punto coincide con Hobbes). La facultad de validación
es la razón principal para que los hombres entren en la sociedad civil gracias al segundo nivel de consenso.
Esa sucesión temporal del estado de naturaleza a la sociedad civil implica tres estados. Dos en el estado de naturaleza:
uno anterior y otro posterior al dinero y la desigualdad de posesiones, seguidos por un tercero, la sociedad civil.

La tierra productiva es considerada como la razón suficiente para eliminar el límite, ya que la producción aumenta el
valor de la tierra para la humanidad y de esta manera compensa la apropiación ilimitada, porque de otra manera la
tierra dejada en la naturaleza proveería menor cantidad de bienes. La productividad mejora el nivel de vida para el
resto.

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Habría dos maneras de apropiación de la tierra, donde hay mucha tierra para apropiarse, subsiste la limitación (no
apropiarse más allá de lo necesario para conservación); y cuando no hay tierra en abundancia el modelo de apropiarse
es mediante el trabajo.

La limitación de apropiación de la tierra mediante el trabajo, parece la más difícil de eliminar. Cuanto más se
comprende que el trabajo es una propiedad, más se comprende que es alienable. En la venta del trabajo a cambio de un
salario, el comprador del trabajo está autorizado a apropiarse de lo producido por el trabajo de otro. Una economía
comercial con apropiación de toda la tierra implicaba la existencia del trabajo asalariado, y ya que en el estado de
naturaleza, existía la propiedad de la tierra y el dinero, la relación salarial era natural. Y la relación de trabajo
asalariado se basa en el contrato libre de los individuos implicados en ella.

Al acordar los hombres entrar en la sociedad civil, no crean derechos nuevos, sino que ceden a la autoridad civil los
poderes que tenían en el estado de naturaleza para proteger sus derechos naturales, y tampoco la sociedad civil puede
abrogar ningún derecho natural. Nadie puede disponer de su vida o de la vida o la propiedad de los demás ya que es
propiedad de Dios, pero sí puede alienar su propiedad. Para Hobbes no sólo el trabajo es una mercancía sino también
la vida misma, Locke en cambio, limita el carácter de mercancía al trabajo asalariado.

Locke no se cuidó de reconocer que la continua alienación del trabajo por un salario de mera subsistencia, es en
realidad una alienación de la vida y la libertad. Lo que significa que es la condición inevitable del asalariado de por
vida, es decir, la limitación por el trabajo no existió nunca en el pensamiento de Locke.

Hobbes es también un individualista, y el centro de su pensamiento es el individuo, pero sacrifica sus derechos y
remata en el conservadurismo. Locke es un liberal, lo que requiere en una sociedad es una autoridad que sea legítima y
entonces obedecida. Hobbes diría una autoridad efectiva y obedecida.

Los pobres no eran entonces miembros libres de la comunidad política, pero estaban sometidos a ella y el Estado tenía
el derecho de tratarlos severamente porque no vivían con arreglo a criterios de hombres racionales. Si había
insurrección armada contra los ricos, todo esto era producto de la mala administración del gobierno.

El derecho de revolución contra un gobierno arbitrario no querido es un derecho del ciudadano y racional, es bien
diferente a la insurrección. Se hacen imprescindibles entonces, para el agnóstico Locke, las amenazas provenientes de
la religión. Para mantener a la clase trabajadora alejada de la insurrección, son necesarias sanciones sobrenaturales,
para que esas sanciones sean más claras para los hombres embrutecidos. La fe en los premios y castigos del
cristianismo es un excelente fundamente para obediencia. La doctrina puritana que reemplaza al paternalismo de los
Tudor y Estuardos, sólo muestra la pobreza como deficiencia moral, y no hace nada para elevar la vida de los pobres.
El catolicismo de la tradición medieval es reemplazado por una visión capitalista de la naturaleza humana.

SOCIEDAD CIVIL Y SOCIEDAD POLÍTICA


Por qué los hombres eligen abandonar el estado de naturaleza para constituir la sociedad civil y la política, Locke
contesta que los hombres no eligen por el temor, sino porque el hombre no tiene el mínimo de objetividad necesario
para dirimir conflictos.

El estado de naturaleza lockeano es un estado social, y el poder político se encuentra presente en cada uno de los
hombres, pero no en forma institucionalizada. El orden político no es una invención sino el redescubrimiento de lo
natural. Locke replantea el pacto social sobre la base de la sociabilidad natural del hombre; no veían contradicción
ninguna entre una sociedad civil basada en el contrato, y una ley natural inmutable que impone sus fines a las partes
contratantes. Esto era así, porque el orden político no era visto como un remedio extraordinario, sino como el sentido
común.

El inconveniente del estado natural es que no hay autoridad común, el problema es como manejar el castigo a los
transgresores de la ley. No existiendo, sobre la tierra un soberano común al que pueda acudirse en demanda de que
intervenga como juez, es lo que se llama “estado de guerra”. De esto se desprende que el estado de naturaleza es en

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realidad un estado peligroso. Para él, el orden político es el estado ideal de naturaleza, esto tiene como consecuencia
oscurecer el aspecto político de la sociedad civil.

A diferencia de Hobbes, quien estaba en una situación desesperada, el hombre puede negociar un gobierno no
despótico. La iniciativa se desplaza en Locke a la Sociedad (los sectores propietarios son los ciudadanos), ya no la
tiene el Estado como en Hobbes. Concebida la sociedad civil como una entidad distinta a los ordenamientos políticos,
quedaba poco terreno para lo político. La falta de coacción en las transacciones económicas tenía de matices
antipolíticos el modelo de sociedad de los economistas. Locke no considera al monarca y sus ministros como un mero
comité del Parlamento. El poder Legislativo controla al Ejecutivo protegiendo la propiedad y la libertad. Definió al
poder político como “un derecho a elaborar las leyes con penas de muerte, y penas menores, para regular y proteger la
propiedad, y emplear la fuerza de la comunidad en la aplicación de dichas leyes, así como la defensa de la nación
contra ataques exteriores; y todo esto sólo para el bien público”. Los remedios del orden político para el estado de
naturaleza son, “una ley común, juicio imparcial y un poder que ejecute”.

LA FUNCIÓN DE LA TOLERANCIA RELIGIOSA


“Cartas sobre la Tolerancia” es un manifiesto religioso de la Revolución, fue el antecedente inmediato del Acta de
Tolerancia de 1689, con la que Inglaterra pone fin a un largo período de persecuciones y conflictos por motivos
religiosos. Estos conflictos entre rivales religiosos, en realidad tenían sus raíces económicas y políticas. La lucha que
se había desarrollado en un principio entre católicos y anglicanos, se convierte en la persecución de éstos hacia los
puritanos. La aparición de éstos en la escena, es fundamental, ya que no sólo rechazaban la autoridad papal (como los
anglicanos), sino que sostenían que el Rey nada tenía que ver con estos asuntos, que estaban reservados a la decisión
individual de los hombres. Sin embargo, cuando la Revolución Gloriosa triunfa, la tolerancia no se convierte en
libertad, -los católicos estaban excluidos del gobierno-, la libertad estaba limitada a quines no cuestionaran el statu quo
ni la autoridad real, pero puso fin a las persecuciones.

Locke sostiene que es característica de la verdadera Iglesia la tolerancia mutua entre cristianos de diferentes
profesiones de fe, y caracteriza a aquellos que persiguen a otros hombres, como fanáticos.

AMBIGÜEDADES DE LOCKE
Cuando justifica el paso a la sociedad civil aparece una ambigüedad, ya que si los hombres que abandonan el estado
de naturaleza lo hacen para proteger su propiedad, los no propietarios están al mismo tiempo, dentro y fuera de la
sociedad civil. Esto ocurre porque Locke alude con el concepto de propiedad a veces, a la vida, libertad y hacienda, y
otras claramente se refiere a los bienes de la tierra. De esta manera, todos los hombres, salvo los esclavos, pueden ser
miembros de la sociedad civil, al mismo tiempo los poseedores son los únicos miembros plenos, ya que son los únicos
racionales. Ambas concepciones provienen del pensamiento de que, “todos son gobernados, y sólo los poseedores para
el gobierno”.

Su gobierno de la mayoría es el de la mayoría de los propietarios, habiendo una dificultad adicional, que se advierte en
la discusión sobre los impuestos. Pero reconoce que quienes se benefician con la existencia de un gobierno, deben
contribuir a su mantenimiento en proporción a sus recursos, pero por los representantes que se hayan elegido; es decir,
“no taxation without representation”.

EL GOBIERNO
Su concepción del hombre en relación hacia el gobierno es muy diferente a la de Hobbes, primero porque según él la
sociedad se autorregula; tal como en “la mano invisible” de Adam Smith, es la sociedad la que distribuye la propiedad,
no el gobierno ni el Estado. Segundo, el Estado debe tener un “papel limitado” porque es tan sólo una de las
instituciones en la sociedad, ni la única, ni la más importante. Como condiciones se requiere: primero, una ley
establecida, aceptada, conocida y firme que sirva por común consenso de norma de lo justo y de los injustos, y de
medida común para que puedan resolverse por ella todas las disputas que surjan entre los hombres. Aunque la ley
natural es clara e inteligible, los hombres, llevados de su propio interés se sienten inclinados a no reconocerla como
norma que los obliga.

Resumen de Derecho Político – Cát. “C” – Dra. Delannoy – Por Nicolás A. Occhi
Los derechos naturales a “la vida, la libertad y la propiedad” reiteramos, no desaparecen en la sociedad política, sino
que son canjeados por derechos civiles estatalmente sancionados.

El carácter no absoluto del gobierno queda explicitado en la medida en que Locke considera que, si existiese no habría
gobierno, sino que se estaría en estado de guerra. “Quien intenta poner a otro hombre bajo su poder absoluto se
colocan en estado de guerra con él, quien quiere someterme su poder sin mi consentimiento, me tratará como le plazca
una vez que lo logre. Ser libre de esa fuerza es mi única seguridad de conservación.”.

FUNCIONES DEL GOBIERNO


Aunque no desarrolla una teoría de la separación de poderes como lo hace Montesquieu, sí afirma una separación de
funciones como garantía contra el arbitrio del poder instituido; considera al Legislativo como fiduciario del pueblo y
como delegación de la mayoría que actúa en nombre de la comunidad, sin embargo, conservó la antigua opinión de
que la concesión hecha por el poder constituyente, priva al mismo de ese poder, mientras que el poder constituido sea
fiel a sus deberes. Sigue la tradición anglosajona traída por Hooker de la constitución mixta. La ciudadanía es definida
como una obligación no como un derecho, esto porque la ideología liberal toma algunos principios aristocráticos, “el
deber de dirigir”.

Según Locke: “Es el poder legislativo quien tiene como función hacer las leyes y una vez promulgadas éstas, se
separan los legisladores estando ellos mismo sujetos a ellas”. Al Poder Legislativo, se agrega el Poder Federativo, “ese
poder lleva consigo el derecho de la guerra y de la paz, el de construir ligas y alianzas, y el de llevar adelante todas las
negociaciones que sea preciso realizar con las personas y las comunidades políticas ajenas”. Es este un poder “natural”
puesto que correspondía a cada uno de los hombres antes de que entraran en la sociedad.

Diferencia el poder Federativo del Ejecutivo, este último es el encargado de ejecutar las leyes, mientras el Federativo
tiene “a su cargo la seguridad y los intereses de la población en el exterior”, Locke reconoce que estos poderes se
encuentran casi siempre reunidos en las mismas manos. Sin embargo, las normas a seguir para reglamentar el poder
Federativo nunca son tan previsibles como las del Ejecutivo, es preciso dejar una gran amplitud a la iniciativa
prudente de las personas a quienes está encomendado ese poder.

Mención especial merece el poder de Prerrogativa, éste correspondería a lo imprevisible, o a situaciones para las
cuales la ley civil no ha dictado precepto alguno; entonces el Ejecutivo puede proveer al bien común, mientras el
Legislativo no pueda reunirse y proveer debidamente. Es lo que en la actualidad reconocemos como Estado de
excepción o emergencia.

EL PACTO
El contrato implica para Locke que la autoridad debe solucionar los conflictos, debe reparar los daños y no sólo
preservar la vida.

Locke hace derivar la sociedad civil del consentimiento de sus miembros. Cada uno de los hombres debe dar su
consentimiento aunque sea de modo tácito, de otra manera no habría poder civil, y se justifica sólo porque es un modo
mejor de proteger los derechos naturales que la acción directa a la que todo hombre tiene derecho naturalmente. Es un
mero acuerdo de de unirse en una sociedad política. El poder real está en la sociedad civil tal como en Marx.

En Locke se puede romper el pacto (disolver el gobierno) y la sociedad subsiste, es decir, da por supuestos dos
momentos del pacto, uno primero que es el de “asociación” y el segundo el de “sujeción”, en Hobbes la transición era
un solo paso.

El consenso es el presupuesto “sine qua non” para legitimar la autoridad estatal, el pacto original se realiza con el
consentimiento expreso de la mayoría de los miembros de una comunidad. Luego el consenso se vuelve tácito, el
paradigma lockeano presupone una estructura de propietarios para que luego sea posible el consenso. Las
características del consenso: libre, deliberado y personal, no obliga a los descendientes, pero el heredero de los bienes
también hereda el pacto consensual.
Resumen de Derecho Político – Cát. “C” – Dra. Delannoy – Por Nicolás A. Occhi
En la Inglaterra de Locke, las clases subalternas aceptan la desigualdad, no se rebelan, asumen la pobreza y la
opresión. Así Locke asevera que para pasar del estado de naturaleza a la sociedad política, esta decisión debe tomarse
por unanimidad, el consenso es expreso. Con la sociedad política ya constituida el consenso sí puede ser tácito.

En consecuencia, si la exigencia es la del consenso expreso, todos los gobiernos han sido ilegítimos. Pero si el
consenso se manifiesta en cualquier acto de obediencia, todos los gobiernos han sido legítimos. Pero Locke jamás
trató de vincular esta teoría del consenso con una teoría de la representación.

EL CONSTITUCIONALISMO DE LOCKE
Su constitucionalismo consiste más en la defensa del derecho de propiedad en expansión, que del individuo frente al
Estado. La teoría de Locke estaba al servicio de los whigs en dos aspectos: primero justificaba la supremacía del
Parlamento sobre la Corona, y segundo, la protección de los propietarios que utilizaban la propiedad como capital, es
decir productivamente.

Su constitucionalismo se basa en el consenso tácito, al que se había esforzado tanto en rebatir, el poder legislativo del
pueblo está limitado a un solo acto, al del establecimiento de un legislativo supremo. Los hombres también son
miembros de una comunidad, como una unidad definida que era fideicomisaria de derechos individuales. Además de
la sociedad se encuentra el gobierno, que es un fideicomisario de la comunidad.

LAS FORMAS DE GOBIERNO EL DERECHO DE RESISTENCIA


Las formas de gobierno son democracia, aristocracia, autocracia, si tienen consenso todas son legítimas, en referencia
al consenso de los que pagan impuestos. No hay consenso cuando la gente deja de obedecer; la obediencia de los
ciudadanos es condicional. En cuanto si el lícito desobedecer, responde en principio que no debe oponerse la fuerza a
la fuerza sino “cuando ésta es injusta e ilegítima”, además requiere que los actos ilegales del príncipe afecten a la
mayoría del pueblo. Se requiere además la condición de que las leyes, y con ellas las propiedades, estén en peligro.
Locke admite el derecho a la rebelión cuando: 1) el gobierno es ilegítimo y 2) cuando hay una autoridad opresiva aún
cuando haya tenido consenso.

En tal caso, el pueblo –como siempre que no hay juez sobre la tierra- no tiene otro remedio que apelar al cielo. Y
nunca pudo suponerse que el pueblo lo consintiera en que nadie lo gobernara en su propio perjuicio, es la parte
lesionada la que debe juzgar por sí misma en qué momento ha de realizar esa apelación y poner en ella su confianza.
Pero Locke no es un apologista de la rebelión; establece algunas condiciones: como que el conflicto sea irresoluble,
causa suficiente y que no haya poder en la tierra que pueda resolverlo.

CONCLUSIÓN
Resumiendo hay algunos temas de Locke que llegan a nuestros días:
1) Su doctrina de los individuos como centros fundamentales de la Teoría Política.
2) Un gobierno limitado pero con fortaleza como para garantizar los derechos humanos. El gobierno de la mayoría
pero con respeto a las minorías. Sostiene el principio de la tolerancia frente a las pretensiones totalizante de Hobbes.
3) Los hombres son iguales políticamente ante el Estado. Con una ciudadanía dual: la total que abarca a todos en la
obediencia; la de segunda, excluida de la capacidad de consenso.
4) El derecho a la rebelión, aunque acotado.
5) Sus omisiones son: la ausencia de reflexión en torno a la estructura económico-social y la de reflexión sobre
instituciones políticas que permitieran el procesamiento del consenso.

LA COMUNIDAD POLÍTICA. JEAN JACQUES ROUSSEAU

INTRODUCCIÓN
A Rousseau (1712-1778) lo atormenta una conciencia puritana, un profundo sentido del pecado y el miedo a la
condenación eterna. Teme hacia la maldad, con poca confianza en sí mismo, paranoico, y cerca de su muerte es
asaltado por delirios de persecución.
Resumen de Derecho Político – Cát. “C” – Dra. Delannoy – Por Nicolás A. Occhi
Vive la época de la Ilustración, admira a Diderot, pero esto poco dura. Rousseau va contra el mundo filosófico de su
época y critica la idea de progreso, tal como la concebían los ilustrados anteriores a la Enciclopedia.
Recibió una educación deficiente, por lo accidentado de su infancia, huyo a los 16 de su casa en busca de protección
de un sacerdote. En Annecy le protegió Madame de Warens, que le apoyó en sus estudios y en su afición por la
música. Ganó el premio de la Academia de Dijo con su Discurso sobre las ciencias y las artes. Expuso un avance de
sus ideas en Discursos sobre el origen y el fundamento de la desigualdad entre los hombres que abogaba por la
espontaneidad natural contra la estructuración de las instituciones sociales. El Contrato Social, obra fundamental en el
desarrollo del pensamiento político democrático, que fue requisada en cuanto apareció, y el Emilio, tratado
pedagógico rico en intuiciones y orientaciones. Figura contradictoria, influyó en los jacobinos y en su voluntad
popular y democrática, tanto como en los conservadores y en los románticos. Su punto de partida constituye la crítica
del ingenuo optimismo progresista de ilustrados y enciclopedistas. Discute que las artes y las ciencias contribuyan a
que el hombre sea “natural” y por tanto “bueno”, supuesta la ecuación ilustrada de naturaleza y bondad. Ese “hombre
natural” quedaría sustituido por el “hombre cultura” que niega la naturaleza y configura un entramado de reglas o
“artificiales”. Mediante su consideración del “hombre de cultura” como “desnaturalizado”, puso los cimientos de la
etnología contemporánea. Residió en Gran Bretaña una temporada con Hume. La decisiva aportación de Rousseau a la
pedagogía puede resumirse en cuatro principios: 1) el niño debe ser educado por y para la libertad; 2) el niño debe
seguir su propia maduración; 3) la educación del sentimiento debe anteponerse a la de la inteligencia, y 4) el ejercicio
del juicio es más importante que la transmisión del saber. La obra de Rousseau sirvió de inspiración a las reformas
educativas de Pestalozzi y a las bases fundamentales del movimiento de la Escuela Nueva.

Si para Hobbes el problema político era legitimar el Estado absolutista; para Locke los límites del poder estatal; en
tanto para Rousseau el problema político será el de la legitimidad del poder estatal, y su solución se asienta en el
“modelo democrático dura” sin concesiones al realismo político, en oposición al “modelo democrático blando” que sí
acepta las reglas de la realidad misma.

Mención aparte merece el constructor normativo utilizado por Rousseau. Dos modelos generales de fundamentación
son posibles según Dworkin, el modelo “natural” y el modelo “constructivo”. Ambos persiguen la fundamentación
normativa de la conducta institucionalizada (el por qué obedecemos a las instituciones). El primero, se limita a
observar y describir la realidad objetiva, a descubrir leyes preexistentes según el método de las ciencias naturales. El
“constructivo”, en cambio, se basa en la racionalidad práctica, esto es la interpretación crítica de las conductas, tanto
en el ámbito individual como en el público, mediante la “construcción” de su génesis normativa; de ahí que se adopta
en general la forma de un “contrato social”. En el natural, se busca un “orden moral” ya dado que es preciso descubrir.
En cambio, el constructivo, proporciona una objetividad procedimental, a partir de la misma autonomía de la razón
práctica, asume que los principios jurídicos, éticos o políticos que fundamenta y legitiman, no son independientes de
las convicciones de partida, ni son válidos para cualquier sociedad en el tiempo y el espacio. Esta aparece ya con
Hobbes y en todos los autores que plantean el pacto social como racionalización y legitimación del poder en la
sociedad civil, pero se fundan en el modelo natural. Rousseau fue el primero que advierte su inadecuación con la
elaboración de una racionalidad práctica o normativa de los “principios del derecho político”.

PODER Y MODELOS DE LEGITIMIDAD


El hombre social que está preso de su interés particular no se encuentra en la selva hobbessiana, sino que más bien
esta lucha se convierte en disimulo y engaño en esta relación sociedad-individuo, el ginebrino se pronuncia en contra
del refinamiento material de la sociedad moderna y de la degradación moral de sus contemporáneos. Apariencia y lujo
son fuentes de vida externalizada que llevan a Rousseau a expresar antes que Marx, el fenómeno de la alienación.

Rousseau se encuentra en la convergencia de las tres más importantes corrientes filosóficas políticas que surgen luego
del Renacimiento. Uno de los movimientos es el “realista” con un enfoque histórico-sociológico que tiende a
racionalizar la supremacía absoluta del Estado (Maquiavelo, Bodin, Hobbes y Espinoza). El segundo es el “utópico”
de la nueva realidad económica-social (Moro, Bacon y Campanella). Locke representa al tercer enfoque que mira al
individuo y responde con la teoría del “individualismo liberal”, desde una perspectiva naturalista, el poder estatal se
pone al servicio de los derechos individuales, completa aquí a Montesquieu. Rousseau intenta una síntesis de las tres,
lo que provocará muchas contradicciones; “del iusnaturalismo” adoptará, un sentido ético del Estado y ofrecerá una
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visión radicalizada de la soberanía popular; del enfoque “liberal” recoge, un sentido de la autonomía individual
intransferible, conciliándola con la voluntad estatal mediante el concepto de “voluntad general” y la distinción entre la
soberanía y el gobierno; del enfoque “realista” toma su crítica acerba de la sociabilidad natural del hombre, por
último, asume y desarrolla el sentido “utópico” de la razón normativa en una metodología constructiva, para elaborar
un modelo regulativo del Estado por encima de las concreciones histórico-sociales, anticipándose a la razón práctica
kantiana. Sin embargo, a diferencia de Kant, pensará su normativismo racional como un “régimen ideal” destinado a
no realizarse jamás; Kant rebaja el radicalismo de Rousseau.

Avanzando en su desarrollo sobre la legitimación, se pregunta, si los hombres son iguales ¿qué le da a uno derecho
sobre los otros? Responde moralmente: “el orden social es un derecho sagrado que sirve de base a todos los demás, tal
derecho no viene de la naturaleza, está basado en las convenciones.”; y puesto que la fuerza no produce ningún
derecho, quedan, solamente las convenciones como base de toda autoridad legítima entre los hombres. Luego se
dedica a confutar los diferentes modelos que hasta entonces se usaban para legitimar el poder, que no hicieron más
que “establecer el derecho por el hecho”. Esto quiere decir que la fuerza no puede ser fundamento del derecho y que
entonces el hombre no está obligado a obedecer sino a los poderes legítimos, es decir aquellos que han sido pactados.

No sólo hay que remontarse a una primera convención, sino que ésta, para transformar la obligación política en
autoridad, debe suponer un bien público y un cuerpo político. La primera convención supone la unanimidad, y es
opuesta a la relación de sometimiento padre-hijo, no hay allí un pueblo y su jefe; es si se quiere una agregación, pero
no una asociación; ahí no hay ni bien público ni cuerpo político. ¿Cuáles son las condiciones de la aceptación unánime
se pregunta? La respuesta está en encontrar una forma de asociación que defienda y proteja de toda la fuerza común la
persona y los bienes de cada asociado, y por la cual uniéndose cada uno a todos, no obedezca, sin embargo, más que a
sí mismo y quede tan libre como antes. El pacto implica la transformación de los principios básicos de
autoconservación y compasión en los de libertad-igualdad civil respectivamente.

LA CONSTITUCIÓN HUMANA, EL HOMBRE NATURAL Y EL HOMBRE CIVIL


Rousseau prefiere hablar de la constitución más que de la naturaleza humana, ya que han devenidos cambios en el
hombre, cambios culturales más que fisiológicos. Su método consiste no en reconstruir la situación original del
hombre, porque reconoce que esto es imposible, y acude entonces a la técnica de imaginar al hombre civilizado
privado de todas las facultades artificiales “que no ha podido adquirir sino mediante grandes progresos” (es decir, sin
el hacha, la escalera, el caballo, etc.), termina concluyendo que la civilización ha corrompido las habilidades naturales
del hombre. El hombre natural de Rousseau es un hombre primitivo, sinónimo de tranquilidad y pureza de
sentimientos, es tímido (en oposición al hombre de Hobbes) casi no conoce la palabra, casi no es un hombre.

El hombre va alejándose de su condición originaria gracias a una “facultad distintiva” que es la “facultad de
perfeccionarse” y fuente de todas las desgracias del hombre, lo torna a la larga “tirano de si mismo y de la naturaleza”.
La sociedad civilizada es sinónimo de trabajo, propiedad y desigualdad introducida por la fuerza a su vez consagrada
por las leyes; “El hombre es bueno por naturaleza…la sociedad deprava y pervierte a los hombres”.

Las pasiones e instintos del hombre se habían sublimado plenamente en el intento de satisfacer sus necesidades
inmediatas, estableciéndose un equilibrio: deseaba lo que necesitaba y necesitaba lo que deseaba. El hombre
civilizado, en cambio, como un ser al cual la sociedad había hecho racional y dotado de imaginación, utiliza lo
adquirido para hacer desdichada su condición, convierte la razón en astucia y la pone al servicio del deseo: no desea lo
que necesita, no necesita lo que desea. El vivir en proximidad a otros multiplica sus ansias, los hombres descubren que
es posible utilizar a otros para su propia satisfacción, a su vez otros descubren que también es de su utilidad.

LA SOCIEDAD CIVIL COMO FUNDAMENTO DE LA DESIGUALDAD


Rousseau funda la sociedad civil en la propiedad privada, la que no es producto de violencia alguna, sino más bien de
la ingenuidad de los hombres que aceptaron, sin rebelarse, este hecho. Así, las necesidades, en lugar de unir a los
hombres, los divide: el estado aparece en la sociedad, no en la naturaleza.

Arendt nos dice que es el descubridor de la necesidad de proteger la intimidad humana, y que Rousseau revela la
perversión el corazón humano no por parte del Estado sino de la sociedad. “La intimidad del corazón, a desemejanza
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del hogar privado, no tiene lugar tangible, ni la sociedad contra la que protesta y hace valor sus derechos puede
localizarse con la misma seguridad que el espacio público”. Lo íntimo y lo social era para Rousseau dos modos
subjetivos de la existencia humana.

La interdependencia y la cooperación habían aumentado el poder del hombre, pero bien sabía que no había ya retorno
al paraíso perdido.

LA SALIDA PACTISTA
La solución propuesta por Rousseau para los males de la sociedad, no era atraer a los hombres nuevamente a los
bosques, ya era tarde, estaban acostumbrados a las comodidades de la civilización; y tampoco abogaba por la
destrucción de todas las interdependencias sociales. La solución consistía en una paradoja, si la cercanía con otros
hombres había pervertido al hombre, Rousseau los acercaría tanto que a la fuerza se volverían más solidarios,
haciendo que la anterior dependencia personal se transformara en una impersonal, cada hombre dependería de toda la
sociedad, y no de uno solo. Esta comunidad tendría como fin principal satisfacer las necesidades emocionales del
hombre, aquellas que se habían visto pervertidas en la sociedad civil. La creación de una comunidad colectiva, la
cooperación –al trabajar para los demás trabaja para sí mismo-, y la voluntad general incluye la “felicidad de cada
uno” de los participantes, serán pilares fundamentales de la teoría rousseauniana.

El contrato social, implica la enajenación total de cada asociado con todos sus derechos a la comunidad. No hay
ninguno sobre el cual no se adquiera el derecho se cede sobre sí mismo, bajo la suprema dirección de la voluntad
general; y nosotros recibimos corporativamente a cada miembro como parte indivisible del todo. La igualdad natural
se convierte en igualdad moral y legítima. Al disidente se le forzará a ser libre, a cambio gana la libertad civil y la
propiedad de todo lo que tiene. Si se viola el pacto social, cada uno vuelve al estado de libertad natural, y pierde el
derecho de libertad convencional.

Se previene la desigualdad, se ponen barreras al acaparamiento. El derecho del primer ocupante para Rousseau tiene
una serie de condiciones que si bien, evocan a Locke lo diferencian en forma significativa en sus consecuencias: el
terreno no debe estar habitado aún por nadie; sólo se puede ocupar la cantidad que se necesita para subsistir; que se
tome posesión de él mediante el trabajo, y no una ceremonia, único signo de propiedad que a falta de títulos jurídicos
debe ser respetado por los demás. “Todo hombre tiene naturalmente derecho a todo cuanto le es necesario; pero el acto
positivo que le vuelve propietario de algún bien le excluye de todo lo demás. Es decir el que se apropia de algo, pierde
todo derecho sobre todo lo demás, esta barrera evita el acaparamiento. “La pequeña propiedad del productor
independiente era un derecho natural. La gran propiedad privada, que permitía a su poseedor explotar al resto era una
contradicción del derecho natural.

LA VOLUNTAD GENERAL Y SU EXPRESIÓN LA LEY


Según Rousseau la voluntad general quiere el bien común, e implica el amor de sí como miembro de la asociación. En
cambio la voluntad de todos, no es más que el interés privado, no es más que la suma de las voluntades particulares. El
carácter colectivo aseguraba al individuo su libertad, ya que, en la medida en que se sometía a un juicio comunal,
evitaba depender de otro individuo. Y su jerarquía normativa permitía justificar la aplicación de compulsión al
individuo: al ser coaccionado para que acatara el dominio de la voluntad general, el individuo era obligado a hacer lo
que querría hacer si fuera capaz de modificar su propio egoísmo. La voluntad general puede compararse con el
“espíritu del pueblo” con lo que los románticos y la escuela histórica del derecho, denominaron Volkgeist; ambos
tratan de llenar el vacío dejado por el derecho natural.

Quien interpreta la voluntad general es la mayoría. Aquí aparece una contradicción, ya que Rousseau había tratado de
dotar de objetividad al concepto, y en cambio, el concepto de mayoría es subjetivo. La voluntad popular es sumable,
en cambio la voluntad general era una e indivisible. El pueblo siempre desea el bien, pero no siempre lo ve. La
voluntad general es siempre correcta, pero el juicio que la guía no siempre está ilustrado. Por lo tanto, no es la
voluntad general la que se resuelve en soberanía popular, sino a la inversa, la soberanía popular la que debe resolverse
en la voluntad general.

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Para Rousseau es “el acuerdo de intereses” lo que hace posible la sociedad civil. Y únicamente lo que “hay de común”
entre esos diversos intereses hace posible el “vínculo social”, y será la voluntad general la que pueda dirigir las fuerzas
del Estado. La soberanía consiste en la aplicación de la fuerza común, la soberanía es el ejercicio de la voluntad
general, y jamás podrá enajenarse; el poder puede trasmitirse pero no la voluntad.

Las leyes son actos emanados de la voluntad general, más la redacción de las leyes no le compete al pueblo, sino al
legislador. El legislador es un hombre extraordinario en el Estado. Su empleo no es la magistratura, no es soberanía, es
una función particular y superior que nada tiene en común con el imperio humano; porque si quien manda a los
hombres no debe mandar en las leyes, quien manda en las leyes tampoco debe mandar a los hombres.

Sin embargo, para que su propuesta (voluntad) particular se convierta en ley, el legislador debe someterla a la
asamblea pública, ya que el derecho de legislar le pertenece al pueblo y es intransferible. Redactar las leyes es sólo
una tarea técnica, esto hace que la misión de mejorar moralmente al pueblo a través de la ley se incumpla, porque los
proyectos no pueden alejarse mucho del sentimiento de la asamblea. Esta mejora sólo ha de resolverse en un lento
proceso de reformas parciales o en un proceso revolucionario. El ginebrino se inclina por la primera: “Así pues, el
legislador, al no poder emplear ni la fuerza ni el razonamiento, tiene necesidad de recurrir a una autoridad de otro
orden, el religioso”. La prueba de fuego del verdadero legislador está en la durabilidad de sus instituciones y la
admiración que ellas provocan. La religión es entonces un instrumento que la política usa para legitimarse.
La relación entre la libertad y las leyes es la autonomía, esto es, otorgarnos nosotros mismos nuestras propias leyes.
Sólo sobre esa base puede el hombre ser libre: cuando obedece a las leyes, no a los hombres. “Cuando los hombres se
sitúan por encima de lal ley, no quedan más que esclavos y amos.”.

EL CONSENSO
Rousseau se pregunta por la forma de contar los votos en las asambleas. Imagina las asambleas compuestas por
hombres racionales e ilustrados y expertos, que deliberan imparcialmente, hasta que surge una propuesta que es
aceptada por la mayoría y que se supone es la correcta. Sólo para el momento originario del contrato social es
requerida la unanimidad. Rousseau desconfía de la unanimidad luego de aquel momento, advierte que el otro extremo
del círculo de la unanimidad es cuando en los regímenes totalitarios “los ciudadanos caídos en al servidumbre no
tienen ya ni voluntad ni libertad, se adora o se maldice”.

Si algunos en el momento del pacto originario se oponen, éstos se hacen extranjeros entre los ciudadanos, y para los
momentos posteriores, habiendo lugar en el mundo adonde irse, el permanecer, supone el consenso, siempre que se
trate de un Estado libre. El consenso originario entonces expreso y unánime, no es una exigencia absoluta. Luego del
acuerdo original, el voto de la mayoría obliga al resto, por exigencia del contrato mismo, del cálculo de los votos se
saca la voluntad general. El ciudadano consiente en todas las leyes, incluso en aquellas que se aprueban a pesar suyo, e
incluso en las que lo castigan cuando osa violar alguna. La voluntad constante de todos los miembros del Estado es la
voluntad general; por ella es por lo que los ciudadanos son libres. Efectuado el cálculo de los sufragios la minoría debe
pensar “que se ha equivocado”, aún no habiendo votado con la mayoría, la minoría permanece libre, ya que si
hubiesen querido la voluntad general hubiesen coincidido con la mayoría, se los forzará a ser libre. Esta voluntad
general es inalienable, imprescriptible, indelegable e indivisible.

NATURALEZA DEL GOBIERNO. FORMAS DE GOBIERNO.


Para ejecutar la voluntad general, es necesario un gobierno, que ejerza la fuerza pública cuando sea necesario. Este
agente es el gobierno un cuerpo intermedio entre el soberano y el Estado. Mediante el contrato se crea la asociación
(soberano) y luego ésta por ley instituye al gobierno.

En cuanto a cuál es la forma que más se aproxima y se mantiene cerca de la ley, para Rousseau, la respuesta era sólo
una: legislar lo menos posible, siendo así que lo que confiere a las leyes su carácter sagrado y venerable es su edad.
Pocas leyes supremas, muy generales, fundamentales, antiguas y casi inmutables. Hay que recordar, que su concepto
de ley se basa en la costumbre. La tarea del legislativo es elaborar una constitución justa y sabia que inaugura e
informa el nuevo régimen estatal.

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Rousseau consideraba al pueblo como juez y custodio de la ley, no el autor y el manipulador. Su propuesta era liberar
al hombre mediante un gobierno impersonal de leyes situadas por encima de la voluntad que las reconoce más que las
crea.

La voluntad general es la “ley natural”, no es la voluntad de todos, es decir no es la “suma de las voluntades
individuales”, ni una voluntad individual sui generis liberada de todo egoísmo. Se sitúa en alguna parte entre ambas.
Es una voluntad racional.
La democracia de Rousseau, dudosamente era una democracia. Su “pueblo” no era un demos en ningún sentido.
Tampoco era la mejor forma de gobierno. La categoría que usa para calificar al gobierno legítimo debidamente
constituido – regido por la ley- era la de “república”.

Empero lo que proponía Rousseau era una democracia impresionantemente inmóvil, cuya actividad legislativa era
mínima y que solamente podía sobrevivir a condición de actuar el mínimo posible. Era la antítesis de la democracia
jacobina; era un sistema gendarme. Deseaba una democracia directa, casi unánime, y exigía que los magistrados no
tuvieran voluntad propia, sino sólo el poder de imponer la voluntad general. Los magistrados eran sólo comisarios,
tenían mandato imperativo, su mandato era revocable.

Rescata la aristocracia natural, basada en la edad o el mérito, y desprecia la aristocracia hereditaria. Existen tres clases
para el: la natural, la electiva y la hereditaria. La primera sólo es conveniente para un pueblo sencillo, la peor es la
hereditaria y la segunda es la aristocracia propiamente dicha. La aristocracia es para él, el orden mejor y más natural,
que los sabios gobiernen a la multitud cuando se está seguro que la gobernaran en provecho de ella y no para el suyo
particular. Los asuntos públicos deben serles encomendados a quienes pueden entregarle todo su tiempo.

La aristocracia no requiere un Estado tan pequeño como para la ejecución de las leyes para el cual es buena la
democracia, ni un Estado tan grande, en el cual los jefes estén dispersos y puedan autonomizarse.

En cambio, si la fuerza de las leyes y el Ejecutivo están en las manos de una persona natural, es lo que se llama un
monarca, o un rey, lo que impera es la voluntad particular, y el fin no es el de la felicidad pública y la fuerza misma de
la administración se vuelve sin cesar en perjuicio del Estado.

Defiende la república cuando sostiene que el pueblo al elegir se equivoca mucho menos que un príncipe. También
reconoce que los gobiernos en realidad son mixtos, ya que combinan las diferentes formas en la práctica, aconsejando
la creación o el fortalecimiento de determinadas instituciones, sea para contrarrestar a alguno de los poderes, como
reforzar aquel que no tiene presencia suficiente para otorgar el equilibrio necesario. Entiende por república a todo
gobierno guiado por la voluntad general, que es la ley. Y el interés público es la realización de la libertad mediante la
ley. En este sentido el único régimen político legítimo es el democrático, que puede actuar mediante cualquier forma
de gobierno, sea el popular, la aristocracia o la monarquía.

Cabe preguntarse si se refería a la libertad como si se tratase de autonomía. Rousseau relacionaba la idea de autonomía
con el contrato, como si fuera un pacto originario en virtud del cual cada parte contratante se somete a las normas que
libremente ha aceptado. El hecho de que Rousseau pensara en una democracia en nada propensa a cambiar sus leyes.
El pueblo es libre mientras no delega el ejercicio de su soberanía en asambleas legislativas. La tesis de Rousseau está
relacionada con el reducido tamaño de su democracia. Su modelo era Ginebra, república oligárquica definitivamente
aristocrática de no más de 25.000 habitantes en que sólo 1.500 podían participar en la producción de leyes.
Cuando Rousseau retomó la idea de libertad como sumisión a las leyes que nosotros nos hemos impuestos, su
problema fue legitimar la ley. Si el hombre renuncia a su libertad natural para obtener una libertad civil superior, lo
hace porque la sociedad de la que pasa a formar parte le somete a normas que él ha aceptado, a leyes que lo liberan. El
hombre es libre porque, cuando gobiernan las leyes y no los hombres, no se entrega a nadie.

La autonomía como expresión concreta de la libertad política acabó con las democracias antiguas. En política, el
problema de la libertad es el problema de la coacción y de la protección frente a la coerción. De modo que puede
decirse que la libertad aumenta a medida que la coacción disminuye y viceversa.

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Rousseau advierte el problema que puede causar la inflexibilidad de las leyes en los momentos de crisis, es sabio, sabe
que no se puede prever todo. Hay casos en los que se debe suspender los efectos de la ley, pero sólo en caso de grave
peligro. Hay dos crisis: la que se puede remediar con el incremento de actividad de alguna parte del gobierno,
concentrándola en un miembro, no habiendo suspensión de leyes (caso de los cónsules romanos). Pero si las leyes son
el obstáculo, entonces hay que nombrar a un jefe supremo, que suspenda la ley, este puede todo menos legislar (caso
del dictador romano); al cumplir su cometido su función fenece, o por vencimiento de un término preestablecido y no
extenso, para no tentar al funcionario.

LAS PARADOJAS DE ROUSSEAU


Rousseau es el más paradójico, es visto como el primer teórico de la democracia moderna, y a la vez dice que la
democracia es para dioses y no para hombres, o para una comunidad pequeña, sin grandes diferencias de fortunas;
para las comunidades medianas o extensas, reserva la república aristocrática y la monarquía respectivamente.

Ataca fuertemente las concepciones iusnaturalistas imperantes, y justifica su metodología constructiva mediante la
elaboración de sus tres constructos dialécticamente relacionados: “el estado de naturaleza”, “anticontrato histórico” (a
donde ha conducido al hombre la falta de libertad e igualdad), y el “contrato social” (marca el camino a seguir).
Afirma que la ley es anterior a la justicia y no viceversa. Si la ley natural fuese justa, no serían necesarios ni gobiernos
ni leyes. Sin embargo, identifica su constructo normativo con la ley natural.

Otra de las paradojas es la del legislador, quien guía al pueblo en la razón, pero al mismo tiempo, defiende la
democracia directa, y critica a la representación encarnada luego en las revoluciones norteamericanas y francesa.

CONCLUSIÓN
Hay un paralelismo entre Platón y Rousseau, ambos desean una reforma política que le devuelva al Estado su sentido
originario. El modelo de sociedad al que ambos aspiran, es un modelo educativo, prescriptivo, con validez normativa
ideal, ambos se mueven en el ámbito de la razón utópica, desatendiendo la posible concreción práctica del modelo.

La autoridad, idealmente, puede existir sin coerción, lo irónico es que: donde hay aceptación voluntaria a reglas
consentidas, es más practicable la autoridad, pero innecesaria. Es decir, la autoridad política es más necesaria en
proporción a los conflictos sobre valores e intereses básicos.
DERECHO POLÍTICO
CÁTEDRA “C”
DRA. DELANNOY

UNIDAD III.
DE HEGEL A SCHMITT.

EL MODELO HEGELIANO MARXIANO

INTRODUCCIÓN
El modelo iusnaturalista se puede reducir a una gran dicotomía, Estado de Naturaleza-Sociedad Civil,
independientemente de sus variantes; y para analizar la estructura de las formaciones sociales contemporáneas se
utiliza una dicotomía diferente, la de sociedad Civil-Sociedad Política, a la que Bovero denomina “hegeliano-
marxiano”. Los iusnaturalistas se preocuparon en delinear al Estado como debía ser, imaginaron a la sociedad civil
como una asociación voluntaria de individuos. Es posible encontrar en la dicotomía sociedad civil-estado político la
realidad de las formaciones sociales modernas sobre la base de la contraposición entre una esfera social contradictoria
y una esfera política en la que las contradicciones se median, en procura de su resolución.

Para Hegel a la sociedad civil de los iusnaturalistas le falta el carácter de “totalidad orgánica”; el Estado es la unidad
orgánica de un pueblo. Han puesto en la base esta asociación, confundiéndola erróneamente con el Estado, un
contrato, es decir, un instituto del derecho privado, que pueda dar vida a formas de sociedades parciales en el estado
de naturaleza, pero no sirve para explicar al Estado. Si la base de la asociación fuese la voluntad de cada individuo,
podrían éstos salirse de la asociación cuando quisieren, mientras que en la realidad el Estado se eleva por encima de
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los ciudadanos, imponiendo inclusive el sacrificio del individuo por la supervivencia estatal. Para Hegel, los hombres
se agitan cotidianamente, siendo entonces el Estado la solución permanente a esos conflictos. Que Sociedad Civil y
Estado existan en forma coetánea, tiene su razón de ser en “la satisfacción de las necesidades”. Siendo imposible que
el hombre autosatisfaga sus propias necesidades, ello lo lleva a interactuar con otros, surgiendo la sociedad civil y el
Estado, los que una vez que existen, lo hacen con independencia de los individuos integrantes, quienes sufren las
“leyes” de esa sociedad y de ese Estado.

GUILLERMO FEDERICO HEGEL


Nace en 1770 en Stuttgart, Alemania. Su padre era funcionario de la Corte de Württemberg. Estudia Teología, escribe
la “Fenomenología del Espíritu”, y en 1816 publica “La Ciencia de la Lógica”, obteniendo un gran reconocimiento
académico por dicho libro. En 1818 ingresa a la Universidad de Berlín donde ejerce hasta su muerte en 1831. Desde
1818 se compromete políticamente colaborando en materia educativa en la entonces Prusia. Tiene seguidores de
derecha, quienes defienden el cristianismo tradicional, y los de izquierda (Feuerbach).

EL MÉTODO HEGELIANO, LA DIALÉCTICA


La dialéctica es un método que concibe al pensamiento humano en forma de espiral, es decir, cada circunvolución
vuelve sobre el mismo punto, pero en un estadio superior dirigido al progreso, desechando los conceptos previos,
“adquiridos y cristalizados” éstos son desechados porque ya no pueden aprehender la totalidad del movimiento. Se
expresa de esta manera: tesis, antítesis y síntesis. La síntesis no es el cierre, sino una nueva apertura en conflicto ya
que contiene la tesis y la antítesis anteriores, se convierte en una nueva tesis y genera a su vez una nueva antítesis. La
contradicción en la lógica hegeliano es exteriorizada en el mundo de las ideas, en cambio el pensamiento marxiano
parte de lo real, como material.

Al referirse a la “fenomenología”, Hegel alude a tratar al mundo como aparece en la mente de las personas comunes.
Una primera dicotomía en Hegel es el binomio: “realidad-apariencia” –lo permanente y lo accidental-. Lo aparente es
aquello que se observa simple vista, la realidad, tal como se nos presenta, es sólo “una apariencia”, una manifestación
particular de la “idea”. Y la “realidad”, la sustancia, reside en “el espíritu”, en última instancia, Dios.

Para Hegel entender la totalidad, reemplaza la lógica estática de Aristóteles, por una lógica del movimiento dinámico:
“la dialéctica”. Nada se pierde, ni se destruye, sino que se eleva. Cada categoría genera otra nueva. El aspecto
dinámico está dado por el “poder de la negación”, que es la capacidad de revelar las “contradicciones” internas, de
cualquier categoría.

Otra cuestión central en todo el sistema hegeliano es el binomio “libertad y autoconciencia”; influenciado Hegel por
Rousseau, piensa que a la libertad se llaga a través de la elevación del ser humano a ser conciente, por medio del
conocimiento.

Una de las premisas de las que parte Hegel para construir su concepción dialéctica es el hecho de concebir la
inteligencia en su sentido originario –leer adentro-, penetrar la superficialidad de las cosas y aprehender su contenido.
Se interesa en presentar a la filosofía como la forma de captar las cosas, la naturaleza y la historia.

Para Hegel el saber absoluto, el fin y objetivo de la historia es la “reconciliación de todos los contrarios en su unidad”,
donde el “espíritu tenga conciencia de ser espíritu”. Procura dar forma a una sistematización de un nuevo modo
intelectual, mediante una nueva lógica entre el campo de los hechos y el campo de los valores, para comprender los
problemas de la sociedad, de la moral y la religión aportando como nuevo instrumento, la dialéctica.

“Todo lo real es racional, y todo lo racional es real”, esta afirmación de Hegel, que parte del filósofo griego
Parménides, lleva en sí, que todo puede ser verdadero y falso a la vez, y todo depende del curso histórico. De este
modo la tesis de Hegel se torna por su propia dialéctica, en su reverso. “La tesis de que todo lo real es racional se
resuelve, siguiendo las reglas del método discursivo hegeliano, en esta otra: todo lo que existe merece perecer. La
realidad es la positividad del espíritu en un momento dado, aprehensible por la razón, pero en el desarrollo histórico,
ese mismo espíritu crea una realidad nueva. A través de la razón es aprehensible la realidad, la cual con el transcurso
del tiempo se vuelven en irracional, contrario a la razón, y merece entonces perecer.
Resumen de Derecho Político – Cát. “C” – Dra. Delannoy – Por Nicolás A. Occhi
FILOSOFÍA, LIBERTAD Y DESTINO
Para Hegel, sólo la filosofía puede explicar al mundo. Sostiene que existen distintos estadios en el conocimiento.
Conocer era equivalente a la acción de pensar. El conocimiento absoluto, expresado como la autoconciencia total, sólo
se alcanza al final del proceso intelectivo. A medida que el espíritu se desenvuelve hacia la libertad, el hombre se
independiza de la naturaleza. El espíritu obra esencialmente, se hace lo que es en sí, su acto, su obra; y de este modo
se convierte en su propio objeto y se ofrece a sí mismo como una existencia. Y lo mismo el espíritu de un pueblo.

Concluye diciendo: “Cuando el pueblo ha hecho de sí mismo su propia obra, desaparece la dualidad entre lo que es en
sí, en su esencia, y lo que es en la realidad”. En esa escalera en caracol que lleva al conocimiento absoluto,
encontramos en la base el sentido común. La filosofía se encuentra en un plano más elevado que el arte o la religión,
pues éstos todavía “piensan con imágenes”; y la verdad no puede representarse con imágenes. La filosofía puede
prescindir de lo sensible.

Para Hegel libertad no es sinónimo de libre arbitrio, sino, integración al todo y a un todo (el Estado). Toma como base
la Grecia clásica, donde el ciudadano no oponía su vida privada a su vida pública. La relación entre “razón e historia”,
es abordada desde dos conceptos: “positividad” y “destino”, “positividad” es lo impuesto al individuo desde el
exterior, es el elemento histórico; la positividad debe ser conciliada con la razón, que así se vuelve adecuada a la vida.
Así el destino y la libertad, se relacionan íntimamente. Toda elección es exclusión, toda afirmación particular es un
destino. El hombre está comprometido en el mundo, pero si su derecho no es respetado tiene la obligación de combatir
para hacerlo reconocer o de resignarse y padecer la violencia del mundo sin reaccionar a su vez. En los dos casos el
hombre padece un destino. Así la lucha es la esencia de todo reconocimiento, y es el destino del hombre.

LA CONCEPCIÓN POLÍTICA DE HEGEL


Para Hegel, la historia de la humanidad se reduce a la lucha entre los Estados, el Estado es una necesidad histórica
para el desarrollo del espíritu del pueblo y la guerra es un momento necesario, el pueblo que no es capaz de sostenerla
no es un pueblo libre. Es partidario de la Monarquía, pero su admiración a Rousseau y su concepto de “voluntad
general”, hicieron de él un liberal.

El Derecho sería tan sólo “la expresión de una cierta totalidad orgánica”, y su fin sería la armonización de las partes,
los miembros de la comunidad con el todo hace del Estado una verdadera totalidad.

Hegel critica a los iusnaturalistas; el Estado no es obra de una convención. La Sociedad Civil tiene existencia coetánea
con el Estado y surge de las necesidades humanas y con ello la inevitabilidad de la interdependencia y la división del
trabajo. La Sociedad Civil está subordinada al Estado (de este cimiento partirá Marx). A través del estudio de la
Historia, busca los principios de una crítica objetiva, y que distingue lo “real” de lo simplemente “aparente”. Para el
desarrollo de estos conceptos se vale de la dialéctica, toda vez que el curso de la historia es sintético, y para captar ese
desarrollo es necesario un instrumento de síntesis. Pero a la vez, la historia tiene sus propias leyes que sólo pueden ser
entendidas hasta un cierto punto, y el criterio de validación de toda tesis (teoría) es su vigencia práctica.

LA FILOSOFÍA DEL DERECHO


La esencia de la voluntad es la libertad, es lo que nos diferencia de los animales, los hombres se fijan una meta y se
esfuerzan por alcanzarla. Ser dueño de una voluntad implica que uno quiere ser libre, y hasta cierto punto ya lo es (en
abstracto). La realización de la libertad depende de la acción del individuo en su interacción con otros. La propiedad
no es algo natural, al modo iusnaturalista, sino que se funda en la convención. La posesión se vincula con el individuo,
mientras que la propiedad vincula al individuo con la sociedad. En el estado de naturaleza no es posible la libertad,
sólo lo es en el Estado de Derecho. El Derecho es la existencia de la libertad, y ese es el presupuesto del Estado. Del
estado de naturaleza se origina el Estado despótico, que representa la libertad de uno, luego la relación de señorío y
vasallo, libertad de pocos, y el Estado de Derecho, donde el Derecho realiza la Libertad, un atributo del hombre por el
sólo hecho de ser hombre.

LA SOCIEDAD CIVIL HEGELIANA

Resumen de Derecho Político – Cát. “C” – Dra. Delannoy – Por Nicolás A. Occhi
La Sociedad Civil de Hegel comprende la producción, la distribución y el consumo de productos para satisfacer
diferentes necesidades y deseos. Tiene sus propias instituciones (la administración de justicia, la autoridad pública, las
corporaciones) que regulan y facilitan las actividades que denomina “El Estado Externo” (estado de necesidad), las
instituciones son meros instrumentos para el logro de objetivos personales.

La Sociedad Civil, no es instituida por un contrato sino que se constituye de manera independiente a los individuos;
tiene sus raíces en las necesidades sensibles”, transformando la dependencia de la naturaleza en dependencia social.
Desde esta premisa la tutela de los derechos individuales es una exigencia interna de la sociedad civil.

Esta Sociedad Civil es, no sólo un sistema económico, sino también un sistema jurídico y administrativo, referido al
dominio de lo particular. Encierra tres momentos:
A) La mediación de la necesidad y la satisfacción del individuo con su trabajo, y mediante el trabajo de todos los
demás. Constituye el sistema de las necesidades.
B) La libertad y la defensa de la propiedad mediante la administración de justicia.
C) La prevención contra la accidentalidad que subsiste en ese sistema y el cuidado de los intereses particulares en
cuanto cosa común por medio de la policía y la corporación.

Claro que en la sociedad civil, la divergencia de intereses hace estallar conflictos, y eso hace necesario el momento
estatal, como protección y determinación de lo universal en contraposición de los intereses particulares societarios.
Además, debe existir una acción positiva del Estado para mitigar las necesidades de los pobres; tal dinámica justifica
el imperialismo, a través del proceso de colonización, conquista y captación de otros mercados, se pueden conseguir
los recursos para paliar los problemas internos.

Frente a las esferas del derecho y del bien privado, el Estado es una necesidad externa, el poder superior al cual están
subordinados y son dependientes las leyes y los intereses de esas esferas.

Es decir que el Estado se encarga de regular la vida social, a través, entre otras cosas, del dictado de normas; y el
Estado es “necesidad externa” de la voluntad individual, ya que ésta requiere de una organización y de seguridad. Tal
necesidad reside en la realización de la voluntad general, como garantía de la libertad y expresión de la vida ética, y es
el poder que disciplina al cuerpo social para evitar la anarquía.

CONCLUSIÓN
Hegel, abreva en la filosofía idealista, en la medida que “el mundo aparente” (aquello que nosotros llamamos realidad)
es encarnación de la “idea” (espíritu). El avance de su pensamiento sobre otras formas de idealismo, fue su
reconocimiento de que el hombre se mueve por necesidad, y que para la concreción de “la idea” es necesario el
accionar del hombre. El hombre para actuar, debe ser “libre”. Y la libertad, subjetivamente hablando, consiste en la
conciencia de la necesidad. Es decir que por medio del proceso del conocimiento se acerca el hombre a “la idea”, y allí
toma “conciencia”, y puede reconocer la necesidad. La “Filosofía del Derecho” de Hegel sólo podrá aparecer luego de
la dominación napoleónica, una vez terminado el largo proceso de la historia que condujo al reconocimiento de la
libertad individual de todos y a la formación de un Estado que la salvaguarda y organiza.

KARL MARX. EL MATERIALISMO DIALÉCTICO.


Marx nace en 1818, en Tréveris, Alemania, y muere en Londres en 1883. Estudió Derecho y Filosofía. Junto a Engels,
elabora el Manifiesto Comunista en 1848 por encargo de la “Liga de los Comunistas”. Luego de la disolución de la
Liga Comunista en 1852, Marx y Engels ambos se mantienen en contacto para crear otra organización. En 1864 en
Londres se funda La Primera Internacional (Asociación Internacional de Trabajadores), ésta se disuelve en 1872.

Engels pone de relieve dos cuestiones en la obra de Marx. La primera es la revolución que se ha llevado a cabo en la
concepción de la historia universal. Hasta Marx, las últimas causas de todas las transformaciones históricas habían de
buscarse en las ideas de los hombres, y de que de todos los cambios, los más importantes, eran los políticos. No se

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preguntaban de dónde les vienen a los hombres las ideas. La segunda cuestión, es haber aclarado la relación entre
capital y trabajo.

¿POR QUÉ EL PENSAMIENTO DE MARX ES MATERIALISTA?


El pensamiento de Marx, hay que tener presente que su punto de partida es Hegel, y la realidad política de Alemania.
La izquierda hegeliana, por intermedio de Feuerbach, llega a una posición materialista.

Engels sentencia que con Hegel termina la filosofía, en cuanto entendida como la búsqueda de una verdad absoluta e
inmutable; ya que si todo cambia, no podría haber una verdad absoluta, en consecuencia, el devenir y la dialéctica,
constituirían el colapso de la filosofía. También afirma que la concepción teórica de Hegel, dada su amplitud, permite
la convivencia de distintas doctrinas políticas.

Feuerbach (1804-1872) al sentencia, “el hombre es lo que come”, puso un paréntesis en la concepción idealista, el
hombre está determinado por las condiciones sociales en las cuales le toca vivir. Él ejerce gran influencia en Marx,
ahora la misión de Marx y Engels era superar el sistema hegeliano, “destruir críticamente su forma”. Según Marx, “el
defecto fundamental de todo el materialismo anterior –incluido el de Feuerbach- es que sólo concibe las cosas, la
realidad, la sensoriedad bajo la forma de contemplación.

Contra la contemplación, expone Marx que todo conocimiento es teórico-práctico, lo expresado teóricamente debe
someterse a la realidad, tiene que demostrarse la verdad en la práctica, el conflicto entre real o irreal de un
pensamiento no es más que un problema escolástico. “El propio educador necesita ser educado”.
¿QUÉ ES LO QUE DEFINE LA ESENCIA DEL SER HUMANO?
El hombre es lo que produce, de las condiciones materiales de su producción es que depende el hombre, ya que el
mismo produce indirectamente su propia vida material, y en esta producción reside la diferencia con los animales.

El drama humano arranca con la división del trabajo –en intelectual y manual-. Los hombres deben “producir”,
trabajar, accionar sobre la naturaleza, a los efectos de asegurar su existencia, pero en cuanto se congregan en un grupo
humano, surgen otras “necesidades”, lo que constituye el primer hecho histórico. La solución para que los hombres no
caigan nuevamente en las contradicciones, consiste en abandonar la división del trabajo.

En su crítica a Hegel, sostiene que su sistema está cabeza arriba. El punto de partida es el hombre real, y no lo que el
hombre se representa o imagina; al partir de este hombre real, no es la conciencia la que determina la vida, sino la vida
la que determina la conciencia.

LA CONCEPCIÓN MATERIALISTA DE LA HISTORIA Y DE LA DIALÉCTICA


La sociedad civil es el fundamento de la historia, allí es donde los hombres producen materialmente su vida y se
encuentran las diferentes formas de intercambio, he aquí su concepción materialista. La “sociedad civil marxiana”, se
reduce al mundo económica de las relaciones de producción y sus productos, “estructura” sobre la cual se levanta toda
la “superestructura” religiosa, jurídica, política, cultural e ideológica. Esta concepción, a diferencia de la idealista, no
busca una categoría en cada período, se mantiene sobre el terreno histórico real, no explica la práctica partiendo de la
idea, sino explica las formaciones ideológicas sobre la base de la práctica material.

El modo de producción, lo que denomina “infraestructura”, determina y condiciona a la “superestructura”. Las


transformaciones sociales y políticas son consecuencia de la contradicción entre la “superestructura existente” con las
nuevas relaciones de producción.

El materialismo histórico es para Marx la ciencia de la historia, la que explica los modos de producción. Los modos de
producción son definidos por las relaciones entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción. Las fuerzas
productivas comprenden los medios de producción y la fuerza de trabajo; las relaciones de producción son aquellas
bajo las cuales producen materialmente los individuos, cuya expresión jurídica son las relaciones de propiedad.

Marx distingue entre “estructura” y “superestructura”, y sostiene que las relaciones jurídicas y las formas de Estado,
quedan ubicas en la “superestructura”.
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Enumera como épocas de progreso en la formación económica, los diferentes modos de producción, el asiático, el
antiguo, el medieval, el feudal y el moderno burgués. A cada uno de estos modos de producción, le corresponde su
superestructura ideológica, jurídica y política. Tanto Marx como Hegel consideran a la vida social como proceso,
como secuencia de actos sucesivos, encaminados a un fin, el Estado Nación; o la sociedad sin clases. Consideran la
historia como evolutiva, y subyace una visión apriorística del “progreso”.

Cuando un modo de producción y organización social obstaculiza en vez de favorecer, la sociedad si no quiere morir,
escogerá aquellas formas de producción que correspondan a la nueva serie de fuerzas productivas. Marx sostiene que
para que un modo de producción pase a otro, aquél debe desarrollarse planetariamente y agotarse.

El materialismo histórico es la aplicación a la Historia de una doctrina para la que toda la realidad tiene una estructura
dialéctica; se rechaza todo dato eterno o trascendente a la experiencia sensible. Para que la Historia sea real y fiel hay
que remontarse al primer acto que el hombre realiza y le hace diferente del resto de la naturaleza: “la producción de
objetos para la satisfacción de sus necesidades”. La historia humana no puede hablar más que del hombre.

El materialismo dialéctico o histórico no es puro determinismo. El hombre es libre, pero con una libertad
condicionada. La conciencia es necesaria para que las revoluciones se realicen, pero sólo cuando las “condiciones
materiales” se han cumplido. La verdadera historia del hombre se desarrolla en la infraestructura, y no en la
superestructura.

En el “Manifiesto” Marx sostiene que existe una ley histórica, y esa ley es la de la “lucha de clases” que ha existido en
todas las sociedades. Sin antagonismos no hay progreso. Las fuerzas productivas se han desarrollado hasta el presente
gracias a este régimen de antagonismo entre las clases.

Según el “Manifiesto”, los comunistas son considerados como aliados “vanguardia” del proletariado haciendo de la
necesidad de acolitar la propiedad privado, el cambio fundamental en la existencia material de la clase burguesa. Tras
la revolución, la producción económica estará en manos del Estado, o sea, del proletariado organizado como clase
dirigente.

La apelación de Marx a la “vanguardia”, cuyos estratos más altos serían recolectados dentro de la burguesía, por su
lucidez. La concepción de la vanguardia en Marx constituirá la base del papel que Lenin le asignó al intelectual
marxista e indirectamente al Parido, como vanguardia del proletariado, descubriendo la importancia de la organización
para dirigir y orientar a las masas proletarias.

Marx pronostica que una de las características del capitalismo es la simplificación creciente de las contradicciones
clasistas, que desembocará en la existencia de sólo dos clases “fundamentales”: burgueses y proletarios. Cuando la
realidad de hoy en día se nos muestra mucho más compleja.

Las clases fundamentales en la sociedad burguesa son: “burgueses, los propietarios de los medios de producción
social, que emplean el trabajo asalariado” y “proletarios como los trabajadores asalariados, privados de medios de
producción propios”.

El capital es un producto colectivo, no es, pues, una fuerza personal; es una fuerza social. Si el capital es transformado
en propiedad colectiva, debe comprenderse que no es la propiedad personal la que se transforma en propiedad social.
Sólo habrá cambiado el carácter social de la propiedad. Esta perderá su carácter de clase.

EMANCIPACIÓN Y REVOLUCIÓN
La aplicación del método dialéctico como método lógico para el estudio de la Historia, culmina en la ley histórica
como “lucha entre las clases” y no entre las Naciones. Esta lucha se desenvuelve en la sociedad civil. Asimismo las
ideas son simples reflejos de los intereses, son justificaciones de las relaciones de producción. Los cambios en los
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modos de producción no son cortes históricos, sino que, relaciones económicas diferentes se solapan y conviven, hasta
que el viejo modo de producción se desarrolla completamente y hace desaparecer al anterior.

El socialismo de Marx se presenta en oposición al socialismo utópico, será el llamado socialismo científico (Marx,
Engels y discípulos). Los utópicos imaginaban al socialismo como un correctivo para la modernidad, un correctivo de
la “cuestión social”; Marx cree que debe haber un segundo proceso de emancipación. Cuando los derechos políticos se
generalizan también deben ser reconocidas las necesidades de todos, pero la cuestión social es desconocida en la
sociedad capitalista, por esa la necesidad de la “emancipación”.

La “revolución” del proletariado debe ser distinta a todas las revoluciones anteriores, porque en lugar de recrear, las
relaciones de propiedad, esta clase no engendra una nueva clase a la que oprimir y explotar. Se hace vital entonces la
abolición de la propiedad privada. Esta revolución tiene carácter de permanente, no admite una conclusión hasta que
toda institución de la civilización existente, desaparezcan definitivamente.

SOCIEDAD Y ESTADO
En Marx no hay una Teoría del Estado, sino que simplemente se considera al Estado como un momento negativo,
como el comité que administra los intereses de la clase opresora.

En el pensamiento de Marx la subordinación del poder político al poder económico, encuentra una fuerte causa en la
deuda pública del Estado. La clase dominante en su conjunto se asegura el dominio, imponiendo desde el Estado el
modo específico de apropiación que conviene a dicha clase en su conjunto. Como los proletarios no tienen un modo de
apropiación, una vez impuesta la dictadura del proletariado, y abolida la propiedad privada de los medios de
producción, por no existir un modo de apropiación de la nueva clase dominante, desaparecerá el Estado.

La concepción sobre la sociedad, parte de la teoría hegeliana, la sociedad es un equilibrio móvil e fuerzas antagónicas;
y la Historia social es una evolución interna de las fuerzas mismas.

El gran mérito de Marx, desde el punto de vista de la ciencia política, es que trata de explicar los fenómenos políticos,
no recurriendo a las formas jurídicas, sino que al igual que Hegel busca su explicación en la “sociedad civil”; dentro
de ella poniendo el acento en las relaciones económicas. La falencia de su teoría es justamente que no desarrolla una
Teoría de Estado.

Su obra puede dividirse en dos períodos, el hito separador es 1850.


1) En la primera etapa procura explicar la dinámica de la evolución social, tomando por método lógico la dialéctica de
Hegel, y el desarrollo social depende de la evolución de las fuerzas económicas. Obra emblemática: “El manifiesto
comunista” (1848).

2) En la segunda etapa profundiza los estudios de historia económica, y de este período su obra más importante es “El
Capital”. Llega a la conclusión de que los trabajadores, cuya única forma de subsistencia era la venta de su fuerza de
trabajo, generaban en la producción de cada mercancía un aumento del valor de ésta, no incluido en el precio pagado
por su esfuerzo. Que no era otra cosa más que, la famosa “plusvalía”, la diferencia entre el valor agregado por el
trabajador y el salario que percibe por su trabajo, ese sobrante es retenido por el capitalista.

Es destacable su concepción de lo ideológico, las ideas reflejan y disfrazan más o menos una realidad económica
básica. La fuerza motivadora que actúa sobre la conciencia del individuo, no está en la conciencia, sino en la posición
de clase y en las relaciones producción. La palabra “ideología” es el único término del vocabulario de Marx que ha
pasado al uso común. Fue él quien le dio el sentido que ahora tiene, como cuerpo de creencias, valores y convicciones.

Para Sabine la distinción “estructura y superestructura”, no era empírica, sino que se basaba en la distinción de Hegel
entre “apariencia y realidad”. Al igual que Hegel, Marx concebía a la Historia como una evolución constante.

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En tanto se trata de un proceso dialéctico, no hay nada en la historia que sea absoluto, definitivo; es una sucesión
concatenada de actos orientados hacia un fin. Para Hegel el fin era el Estado Nacional, para Marx, era la disolución del
Estado en la sociedad sin clases.

En las anteriores formaciones sociales a la burguesa, sociedad civil y sociedad política coincidían, no había disimulos
ni ficciones; en el Estado burgués, el Estado se autonomiza y por ello el hombre moderno también se escinde, en la
sociedad civil se es burgués o proletario, en la sociedad política ambos son ciudadanos iguales ante la ley. El Estado
burgués cumple una función de ocultación de las desigualdades más que de opresión. Sin embargo, Marx consideraba
como positivos los avances producidos por la Revolución Francesa.

La visión mecanicista niega al Estado y al Derecho toda función de cambio y de transformación social; son ilegítimos
instrumentos por serlo sólo de la opresión y represión de una clase sobre otra. Es la idea del Estado como mal y
dictadura, así el Estado transitorio es según Marx “el gobierno de la clase obrera” (dictadura del proletariado para
Engels). Esta no puede realizarse a través de la conquista del poder estatal, el Estado no es sólo un aparato neutral. El
Estado es, una máquina, pero cada clase dominante debe formar la máquina estatal según las propias exigencias. El
próximo paso no va a consistir en transferir de una mano a otra el aparato estatal, sino en destrozarlo. La Comuna es
una nueva forma de Estado que destroza el moderno poder estatal y sustituye el gobierno centralizado por el
“autogobierno de los productores”. De esta experiencia toma Marx algunas indicaciones: supresión del ejéricito
permanente y de la policía asalariada; funcionarios o de elección o bajo el control popular, responsables y revocables;
jueces elegibles y revocables; delegados con mandato imperativo y por lo tanto revocables; abolición de separación de
poderes, y finalmente amplia descentralización del gobierno central.

La dictadura del proletariado de Engels y Marx, no significó en ningún momento una forma autoritaria o totalitaria al
estilo después impuesto por Stalin. Además lo cierto es que si el Estado se identifica con dictadura, todas las
dictaduras de las otras clases han constituido dictaduras de minorías, en cambio la del proletariado sería la dictadura
de la mayoría sobre una minoría destinada a desaparecer, y la extinción del instrumento de dominio estatal.

Sería una nueva democracia a construir paragonable en no pocos aspectos a las del Estado social de Derecho, que no
oprimiría y desaparecería. Para Lenin, el Estado burgués es destruido violentamente, el que se extingue es el Estado
proletario.

En el último Marx cautamente “no hay profecías ni a favor ni en contra de la permanencia futura de las instituciones
jurídicas-políticas”. Si en el Manifiesto negaba que los comunistas fueran un partido, con el fracaso de los intentos
revolucionarios de 1848, Marx sacó en conclusión la necesidad de un largo período preparatorio para la revolución,
asomando una visión pesimista del progreso. Era necesario entonces un “partido” que organizara y encabezara la lucha
de los proletarios, y los integrantes de este partido debían provenir de sectores conscientes de la burguesía.

SU CONCEPCIÓN DEL DERECHO


Sobre la Teoría marxista del Derecho, en los escritos marcianos hay pocas alusiones a una Teoría del Estado, respecto
del Derecho hay sólo algunas líneas, y pertenecen a una crítica ideológica del Derecho burgués. Sin embargo, una y
otra vez en sus escritos aparecen cuestiones jurídicas, como la propiedad y la legislación social. Bobbio, afirma que el
Derecho pertenece tanto a la estructura, -por la relación de propiedad y medios de producción- como a la
superestructura respecto de la organización estatal. Es decir, la distinción entre Derecho Privado y Derecho Público
toma énfasis; el Derecho que puede ser asignado a la estructura es el Derecho Privado, el Derecho que puede ser
asignado a la superestructura es el Derecho Público. Hay otras aristas del Marx jurídico que es la que apunta a señalar
que, como consecuencia de las luchas el Derecho incorpora cláusulas, como por ejemplo: la prohibición de la tortura,
o aumento de salarios, etc. Esta función paradojal del Derecho sólo cobra sentido con las relaciones de fuerza, son la
expresión de las conquistas logradas al derecho burgués en el desarrollo de la lucha de clases.

Siguiendo a Bobbio podemos desplegar varias teorías marxianas del Derecho, a) la primera es la que lo considera
como instrumento de dominio de clase, sostenida por todos aquellos que se definen como marxistas; b) la otra es el
descubrimiento del Derecho como ideología burgués; c) teoría crítica emancipativa del Derecho; etc. Todas ellas
pueden ser reconducidas a la hipótesis del Derecho como instrumento de dominio de clase y también como institución
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característica de una sociedad dividida en clases. En Marx existe “in nuce” (en proyecto) una teoría sociológica del
derecho, es decir una teoría que considera el derecho en función de la sociedad y de las relaciones sociales inferiores.
Asimismo, sostiene la tesis de la extinción paulatina del Derecho bajo el socialismo.

LA TRANSICIÓN AL COMUNISMO
El “Programa de Gotha”, contienen referencia a la transición, la que debía producirse en dos etapas. En la primera fase
del socialismo el trabajador sigue encadenado a la función especializada y continúa la división del trabajo. Y la
propiedad estatal de los medios de producción hace desaparecer la apropiación de la plusvalía, queda por abolir la
división del trabajo.

El cambio cualitativo del capitalismo al socialismo se produce al comienzo de la primera fase, ya que la coacción se la
aplican a sí mismo los trabajadores a través del Estado proletario. Habría una identidad entre el Estado y el sujeto. La
sociedad socialista es una “asociación de hombres libres”; las fuerzas productivas se hallan en manos de los
productores. Si se afirma que luego de la revolución se instaura un Estado en el cual el proletariado domina como
clase a la burguesía, Kelsen señala que esta afirmación es incongruente, ya que no hay dominio de clase sin
explotación económica. Agrega que cuando el “Manifiesto” propone la obligación universal de trabajar supone un
“orden constrictivo”. En definitiva, Kelsen interrogar al marxismo suponiendo una contradicción en la profecía
utópica de una anarquía como reino de la libertad, y el aumento de la constricción sobre el hombre, fruto necesario de
una economía social planificada. Kautsky reflexiona afirmando que la instancia de sustituir la propiedad privada por la
propiedad comunitaria de los medios de producción, no es de hecho una instancia específica del socialismo y que el
anarquismo la comparte también. La esencia del modo de producción socialista es que todos los medios de producción
esenciales se deben concentrar en una sola mano, habrá sólo un dador de trabajo, y entre las organizaciones sociales
existentes “sólo hay una que posee las dimensiones necesarias para poder ser utilizada”, el Estado moderno. Por
supuesto que el Estado ha de cambiar cuando las clases trabajadoras se vuelvan dominantes, pero sólo entonces, será
posible transformarlo en una gran colectividad económica completamente autosuficiente, pero nada permite afirmar
que se extinguirá. La producción socialista no es conciliable con la completa libertad de trabajo.

Los medios y los modos para realizar la revolución son producto de la situación económica y política existente, “la
violencia no era inherente a la acción del proletariado”; no obstante Marx y Engels estaban convencidos que las clases
dominantes no abandonarían su lugar sin violencia. La conquista del poder político sólo puede hacerla el proletariado
organizado como clase, no hay otro agente de la revolución ni sustituto. Si los hubiere significa la inmadurez de la
clase como tal. Al final del horizonte se avizora una bandera: De cada cual, según su capacidad; a cada cual: según sus
necesidades.

CONCLUSIÓN
Dos corrientes políticas se derivan del marxismo, la socialdemocracia y el comunismo soviético, las que hacen una
selección arbitraria de la filosofía de Marx, aunque ambas se proclaman ortodoxas.

Las contratendencias reconocidas por Marx que el capitalismo desarrolla en intervención gubernamental; y la
significación decisiva que el sector campesino demostró poseer, se convirtieron en los puntos centrales de la teoría
postmarxista. Las doctrinas del “imperialismo”, desde la “revisionista” hasta la “ortodoxa” leninista, trataron de
adaptar la teoría marxista al continuo aumento del nivel de vida de las clases trabajadoras en los países industriales
avanzados. Todas las doctrinas coincidían en que el capitalismo había entrado en una nueva etapa. En el análisis de
esta evolución las teorías se volvieron irreconciliables. Los reformistas (Bernstein) culminan con la doctrina de la
democracia económica, sostenían que el proletariado podía mejorar su situación económica y “establecer finalmente el
socialismo por medios legales y democráticos”. La tendencia ortodoxa extrema (Lenin), ve en el crecimiento del
capitalismo una estabilización frágil y temporal antes del estallido bélico. Dada la existencia de una “aristocracia
obrera” era la única forma en que se podía comprender la existencia de tendencias reformistas, corruptas para Lenin.

Aceptando la viabilidad del capitalismo avanzado, y la influencia de la tendencia reformista, la atención de la


reflexión marxista se desplaza a países predominantemente agrícolas, cuyo débil sector capitalista parecía ofrecer
mejores condiciones para la revolución. El control de una sociedad predominantemente campesina por una
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“vanguardia” proletaria, fueron la inspiración del plan de Lenin. La revolución estalló en países como Rusia con
relaciones dominantes precapitalistas de producción, y en cambio las masas proletarias de la Europa Occidental, se
encontraban políticamente inmunizadas por Partidos Social-Demócratas reformistas, o los Partidos Comunistas fueron
aplastados por el fascismo.

Según Heller, la tercera ola de las revoluciones coincide con el inicio y la finalización de la Primera Guerra Mundial.
Sin embargo, en octubre de 1 918, se produce el copamiento por parte de los bolcheviques comandados por Lenin y el
estallido de la guerra civil. Este al fin de su vida asiste con angustia al establecimiento de una creciente dominación de
la casta burócratas sobre el Estado obrero-campesino, esta burocracia representaba a la dirección del Partido y a su
cabeza estaba Stalin. Esta burocracia elimina a la izquierda trotskista, que sostenía la inminencia del estallido de la
revolución proletaria en toda Europa, oponiéndose abiertamente a la tesis estalinista del socialismo en un solo país;
también aniquila a la derecha de Bujarin y lleva a cabo las reformas que Trotsky había propuesto para la
industrialización de Rusia con métodos policíacos. A medida que el proceso industrializador avanza el proletariado
desaparece como fuerza política, y es sustituido por el aparato burocrático estalinista. El movimiento de oposición a
Stalin, nace dentro de la misma burocracia, pero sólo se manifiesta con éxito luego de su muerte. Comienza entonces
una secularización de la vida pública, el retroceso de la magia. Este proceso es paralelo al de la Guerra Fría, y acaba
con los procesos de Gladnost y la Perestroika de 1991 que culminan con la desintegración de la URSS.

Alemania, Italia y Francia fueron los tres grandes países en los que el marxismo occidental encontró refugio entre
1918 y 1968. Los vínculos entre el movimiento popular y el socialismo revolucionario se fueron desplazando
gradualmente de los sindicatos y los partidos políticos hacia los institutos de investigación y el ámbito académico
universitario. Este cambio, fue inaugurado con la Escuela de Frankfurt, -Horkheimer, Adorno, Benjamin- a fines de
los 20 y principios de los 30, culmina en la guerra fría -1950-. Si Marx había recorrido un camino desde la filosofía a
la política, y de allí a la economía, recorren ahora el camino inverso. El examen político del Estado burgués, tras el
silenciamiento de Gramsci decae, así como la discusión de las estrategias de las vías hacia el socialismo. Las escuelas
del marxismo occidental se desarrollaron en contacto con sistemas intelectuales coetáneos ajenos al marxista. En
compensación al descuido de la economía y la política el discurso marxista se eleva en el estudio de procesos
culturales de las esferas más altas de las superestructuras, el arte, la ideología, la estética.

DE VUELTA A LAS RAÍCES: LAS TESIS SOBRE FEUERBACH Y EL PENSAMIENTO MARXISTA EN


EL SIGLO XXI

Las condiciones de vida que reinaban en Grecia, cuando se formuló la filosofía clásica europea, establecían una
división tajante entre el obrar y el conocer, y esta división se extendió hasta convertirla en una separación completa
entre la teoría y la práctica. Esto venía a ser un reflejo, en la que el trabajo “utilitario” era un en su mayor parte
realizado por esclavos, quedando de ese modo los hombres libres relevados del trabajo y “libres” por esta misma
razón.

No fue sino hasta Hegel que quedó refutado para siempre el carácter definitivo de todos los resultados del
pensamiento y de la acción del hombre. La filosofía clásica, que no podía sino establecer aquella distinción tajante
entre teoría y práctica –anacrónica- intentaba además aprehender una “verdad” dogmáticas fijas. Una vez halladas sólo
restaba aprenderlas de memoria, llegando a una verdad absoluta.

Toda filosofía que aspirase a merecer su nombre debía construir un sistema filosófico que tuviese su remate en algún
tipo cualquiera de verdad absoluta en vistas a superar todas las contradicciones. El movimiento filosófico alemán
iniciado con Kant y que tiene su culminación con Hegel, no era una excepción a esta exigencia. El mismo Hegel
desarrolló el último gran “sistema” filosófico en este estilo, que parecía abarcar todos los aspectos del conocimiento.

¿Por qué decimos que fue “el último gran “sistema filosófico”, luego del cual se da por terminada la búsqueda de
verdades absolutas, inamovibles, perennes? Porque al margen de este, la faz dogmática de este sistema, que pretendía
concluyente formuló una tesis que –sin quererlo- contiene el germen de la destrucción de esta añeja pretensión. “o lo
real es racional, y todo lo racional es real”.

Resumen de Derecho Político – Cát. “C” – Dra. Delannoy – Por Nicolás A. Occhi
Aunque la sentencia parece la santificación de todo lo establecido, ocurre que en la doctrina hegeliana el atributo de la
realidad sólo corresponde a lo que además de existir, es necesario. Real, necesario y racional son categorías
equivalentes. Todo lo que es racional en la cabeza del hombre se halla destinado a ser un día real, por mucho que hoy
choque con la aparente realidad existente: todo lo que existe, merece perecer. Ante esta filosofía no exista nada
definitivo, he aquí el carácter revolucionario oculto de Hegel, que no sería puesto de relieve sino hasta Marx.

El significado etimológico de la palabra “dialéctica” era “debate” en la lengua griega. Consistía en el arte de descubrir
la verdad a través de las contradicciones que podía presentar el razonamiento del adversario, en el marco de una
discusión. Había nacido la moderna noción de dialéctica (que pone a la “evolución, al “proceso”, en el lugar de la
vieja noción de “verdad”, erigiéndola así en ley natural).

Sin que esto nos impida admirar el gran aporte, hay que afirmar que su inconsecuencia era notable: Hegel podía
utilizar la dialéctica para explicar la evolución que fue experimentando la humanidad hasta la Revolución Francesa de
1789 –dada la extracción de clase burguesa de Hegel-, pero no era conveniente a su lógico interés estamental una
evolución ulterior: en este punto, renunciaba a la evolución dialéctica y afirmaba que el desarrollo había tocado a su
fin. La historia termina con Hegel.

IDEALISMO Y MATERIALISMO
Nótese además que Hegel era idealista. La disciplina filosófica nace como una explicación lógica a las cosas de la
naturaleza, criticando las explicaciones mágicas brindadas por la religión. El idealismo concibe a la realidad como la
encarnación de una “idea universal”. Su crítica a la magia es más de forma que de fondo: al no despegarse por
completo de las categorías imaginarias. El idealismo sigue invirtiendo la racionalidad más simple, declarando como
única cosa real a los productos de la mente humana y despojando de toda vida a la sustancia efectivamente percibida
por la sensoriedad.

El método del materialismo, por el contrario, no concibe para su análisis otros elementos fuera de estos fenómenos
realmente verificables. Entre las diversas acepciones que tiene la palabra “materialismo”, la del marxismo aproxima
más que ninguna este término al de “ciencia”. Dada su naturaleza contrapuesta al espíritu racional y práctico, el
idealismo nunca se encarrila del todo en el camino de la ciencia.

Vemos que la contradicción medular del peculiar idealismo hegeliano (sin duda la más avanzada forma de idealismo)
es que su método dialéctico tiene una esencia que es intrínsecamente materialista.

Vimos que para el materialismo es de crucial importancia la apropiación de la ontología de la época. Como su base es
el análisis de los fenómenos, cada cambio, cada descubrimiento revolucionario obliga al materialismo a cambiar de
forma. El siglo XIX es el momento en que la ciencia humana, en la persona de Marx presenta en sociedad esta nueva
forma. El acta de defunción de los viejos materialismos mecanicista y metafísico, que abre paso al nuevo materialismo
dialéctico se llama “Tesis sobre Feuerbach”, y fue escrita por Marx en 1845.

La fusión del materialismo y la dialéctica no es una mezcla, sino un verdadero descubrimiento de la naturaleza unitaria
y se abre paso a una cosmovisión armónica de la realidad. En el grupo de los hegelianos de izquierda se hacía evidente
el conjunto rechazo a los elementos quietistas, idealistas y estáticos de esta doctrina. Feuerbach fue uno de los que más
claramente captó esta contradicción entre el idealismo y la dialéctica. Su rechazo al idealismo de Hegel lo hace
retroceder al viejo materialismo mecanicista francés y quedó estancado en una suerte de materialismo metafísico con
casi tantas inconsecuencias como el idealismo dialéctico. Estas contradicciones son desentrañadas en Marx.

Popper supo plantear un interesante esquema a la hora de delimitar la esencia del conocimiento científico, el mismo:
a) no podía parcializar cuestiones que necesitaban un estudio de conjunto ni; b) atenerse a una simple observación
acrítica de los sucesos externos. La síntesis teórica que realiza el marxismo constituye una cosmovisión que engloba a
la filosofía, economía y política, estableciendo relaciones de interdependencia inescindibles entre si. Popper quiere
referirse a la necesidad de que la ciencia que se pretende tal “problematize” el objeto de su conocimiento, y lejos de la
neutralidad plantee las cuestiones en términos que ofrezcan una solución. Esta problemática de las Tesis de Feuerbach
escriba sobre:
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1) la no-escisión entre teoría y práctica;
2) el problema de la “verdad”;
3) la ruptura con el mecanicismo que desconoce el papel protagónico de la voluntad humana en el cambio de las
circunstancias;
4) la ruptura del nuevo materialismo con la metafísica quietista. El papel de las contradicciones en el plano material. Y
la necesidad humana de superar las contradicciones materiales aún en forma mágica;
5) Ruptura con el viejo materialismo: la sensoriedad es una actividad práctica, la contemplación no implica una actitud
quietista. Observar y teorizar también es practicar;
7) La cuestión religiosa, como un producto social y no un producto de una necesidad innata del hombre;
8 y 9) “Filosofía de la Praxis” (aplicación de la filosofía para la transformación de la realidad);
6) En la sexta tesis, Marx critica a Feuerbach por apelar al recurso del “innatismo” a la hora de explicar un fenómeno
que encuentra una clara explicación (como es el fenómeno religioso). Es otra cara del famoso “recurso a la
naturaleza”, una conocida falacia lógica que consiste en explicar alguna característica humana o social por el hecho de
ser “natural”. Esta visión degenera en la invocación de una naturaleza humana abstracta, e inmodificable. Marx rompe
el encantamiento afirmando que el hombre no trae una esencia humana en si, sino que va adquiriendo su “humanidad”
en contacto con el grupo social que le ha tocado en suerte y en consecuencia va adquiriendo determinado “tipo” de
humanidad. Ningún modo de producción, sistema o costumbre humana es “eterno” o “natural. Todo es consecuencia
de circunstancias históricas y respuestas humanas colectivas a estas circunstancias;
De allí que Trotsky afirmara que “el marxismo es la visión consciente de la marcha inconsciente de la
historia”. Se abre al hombre la posibilidad de ser verdadero artífice del proceso histórico. Y esto enlaza con la tesis
onceava (11) que constituye la afirmación capital: “Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos
el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo”. Es el nacimiento de la praxis filosófica: de nada sirve
discusiones, si no asignamos a la filosofía una misión práctica y necesaria: transformar la realidad.

LA CULMINACIÓN DEL PROCESO DE RACIONALIZACIÓN DEL ESTADO.


MAX WEBER

INTRODUCCIÓN
Max Weber nación en Prusia, en 1864, hijo de un acaudalado industrial. Profesor de Economía Política, y además,
desde 1904 dirigió junto con Schumpeter, la influyente revista “Archiev…” donde publicó “La ética protestante y el
espíritu capitalista” (1905).

Regresa a la enseñanza universitaria, tras el fin de la Primera Guerra Mundial y en 1919 participa en la comisión
encargada de redactar la Constitución de Weimar.

Es necesario ubicar su pensamiento en la Alemania Guillermina. En un representante del liberalismo europeo en el


umbral de su decadencia, lo que lo impulsa a indagar vías para dentro de los ideales liberales, y condicionadas por el
desarrollo del capitalismo y la democracia de masas.

Existe toda una polémica alrededor de las simpatías políticas de Weber. Los conceptos de voluntad del pueblo,
voluntad general y otros como éstos no eran para Weber más que ficciones. Su deseo es más que una democracia, una
parlamentarización del régimen alemán, con el propósito de mejorar la calidad de los jefes. Pertenece a la generación
posbismarckiana. En una Alemania que es caracterizada por un modelo de una burocracia autonomizada de la política,
el esfuerzo de Weber es el de modernizar políticamente la nación, mediante el control político del Estado. El riesgo de
la democracia para Weber está en el cesarismo, la garantía contra estos riesgos está en la Corona, más allá de su
desprecio por la figura del Emperador. Tratamiento especial merece el sueño weberiano de un jefe político
carismático.

El pensamiento de Weber, tanto en la sociología como en la ciencia política, representa una búsqueda teórico-
metodológica y de reflexión crítica, que intenta superar tanto el tratamiento metafísico como empirista-historicista.
Busca construir una ciencia social neutra, desprovista de juicios de valor; cuyo objeto de análisis son las relaciones
sociales, entendidas como conductas humanas dotadas de sentido y, por lo tanto accesibles a la comprensión.

Resumen de Derecho Político – Cát. “C” – Dra. Delannoy – Por Nicolás A. Occhi
Por lo tanto, si las conductas humanas son “comprensibles”, será posible la interpretación causal de esas conductas ya
que las mismas muestran nexos, interpretables “por la vía de la comprensión”. El “comprender” determinado nexo, ha
de ser controlado con los métodos usuales de la imputación causal antes de que una interpretación, pase a ser una
“explicación comprensible” válida. Ahora bien, una “interpretación racional con relación a fines”, es la que posee el
grado máximo de evidencia. Por comportamiento racional con relación a fines ha de entenderse aquel que se orienta
exclusivamente hacia medios representados como adecuados para fines aprehendidos de manera unívocos. “La
sociología comprensiva no forma parte de la “psicología”.

Del pensamiento weberiano surgen tres cuestiones especiales:


1. Impulsa el desarrollo de su pensamiento la “crítica al determinismo marxista”. Así, como cristiano profesante,
intuyó que: tanto el marxismo como el idealismo, son interpretaciones válidas de la realidad, pero sólo sirven como
hipótesis, como trabajo preliminar, y si ambas pretenden constituir el término de la investigación, la síntesis de ambas
son desacertadas.

2. El concepto de “acción social”, es esencial, primero para la Sociología; y segundo, porque Weber llegó a tal
concepto, a través de abstracciones.

3. La construcción del “tipo ideal”, como el procedimiento adecuado para la formación de conceptos históricos, que
permite el análisis y la interpretación causal de los fenómenos históricos. Es una construcción conceptual lógica, que
se aleja de la realidad y es útil para la comparación, y por lo tanto, permite comprender las conductas y relaciones
sociales reales.

LA ACCIÓN SOCIAL
.
Para Weber, la acción social es “conducta humana” a la cual el sujeto o sujetos actuantes la “dota de sentido”. El
sentido mentado por el agente está referido a la conducta de otros, orienta al sujeto en el desarrollo de la acción,
precisamente, por “las expectativas” de las “probables” conductas de los otros.

No se trata de un sentido, “verdadero”, “objetivamente correcto”, justificado a de modo metafísico. La diferencia entre
las ciencias empíricas de la acción (historia y sociología), frente a toda ciencia dogmática (jurisprudencia, lógica,
ética, etc.), las cuales pretenden investigar en sus objetos el sentido de lo “justo” y “válido”.

Una acción con sentido es una acción comprensible: los hombres se relacionan entre sí, debido a que existen pautas
“normativas” –reglas de juego- que todos conocen en sentido general y abstracto. Conoce un “minimun”, de cómo
reaccionarán los demás.

La relación causa efecto, es sustituida por una “relación de condicionamiento”. En el esquema explicativo condicional
existe la posibilidad de diversos órdenes de explicación. Las acciones son clasificas en:
1. La acción racional con arreglo a fines: el actor concibe claramente el fin y combina los medios para alcanzarlo. La
racionalidad en función de los conocimientos del actor más que del observador.
2. La acción racional con arreglo a valores: el actor actúa racionalmente al aceptar todos los riesgos, no para obtener
un resultado extrínseco, sino para permanecer fiel a su honor.
3. La acción tradicional está dictada por los hábitos: las costumbres, las creencias que hacen que el actor no se
represente un fin, sino que obedece reflejos.
4. La acción puramente afectiva: es la que está dictada inmediatamente por el humor del sujeto.

Para Weber, en el agente de la acción social existe una motivación psíquica, condicionada por “las expectativas” y por
la “probabilidad” de que los demás obren en igual sentido que lo hace él.

Así como la acción social, es “acción con sentido”, cuando se trata de conducta de distintos sujetos, que están
recíprocamente referidas, nos encontramos con la “relación social”, que es: “La probabilidad de que unos y otros
agentes se refieren recíprocamente de que se actuará en una forma dada”. Se pone énfasis en la interacción, de
recíproca bilateralidad de la acción, pero no de solidaridad entre los actores.
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Los motivos, u orientación de los partícipes en una relación social, radican en la “representación (interna) de la
existencia de un orden legítimo”. No es otra cosa que un orden válido. Validez que se exterioriza en el hecho de
purgar u ocultar la trasgresión a dicho “orden”. Es decir, los agentes se representan un orden como válido, y por ello
actúan en consecuencia con él.

COMUNIDAD, SOCIEDAD Y NACIÓN


La “comunidad” se caracteriza por el sentimiento de cuerpo. Implica una relación social en la que la “actitud” en el
desarrollo de las acciones se inspira en el sentimiento subjetivo de los partícipes de constituir un todo. (Engloba a
“pueblo” y “Estado”).

La “sociedad” basa su existencia en la “compensación de intereses”.

Los conceptos “pueblo-Nación” y “Estado-Nación”, aparecen como sinónimos. Nación es “lealtad respecto a la
comunidad política en unión con un extendido sentimiento de comunidad”. “Los sentimientos colectivos” que se
designan con el nombre de nacionales, no son unívocos, sino que pueden ser nutridos por diferentes fuentes: recuerdos
políticos comunes, la confesión religiosa, lenguaje, raza, etc.

EL ORDEN
Weber distingue entre orden social, orden jurídico y orden económica. El orden social es la forma en que se distribuye
el honor social dentro de una comunidad entre grupos pertenecientes a ella. Esto está en relación con el orden jurídico,
de forma análoga a como lo está con el orden económica. Mientras que la organización económica es la manera de
distribuir y utilizar los bienes y servicios.

La existencia de una “explotación capitalista” presupone que se protege “la posesión de bienes y presupone una
ordenación jurídica y presupone una ordenación jurídica. Son la “posesión” y la “no posesión” las categorías de todas
las situaciones de clase. Por lo tanto, la “situación de clase” significa, la posición ocupada en el mercado. En toda
clase social, priman los estamentos (no se diferencian por las posesiones materiales), o priman las clases sociales.

Para Weber el poder económico puede ser la consecuencia de un poder ya existente por otros motivos. En
contraposición a Marx, resalta la importancia de la “conducta humana” para la existencia de una determinada
estructura social. Las clases no son por si mismas comunidades. Pero la acción comunitaria que le da origen no es
fundamentalmente una acción realizada por los pertenecientes a la misma clase, sino una acción “entre miembros” de
diferentes clases.

Para Weber todo orden tiene sus presupuestos, el “orden jurídico” se asienta: o en la “ley”, o en la “costumbre”
(santidad de la costumbre).

LOS ESTAMENTOS
En oposición a las clases, “los estamentos son normalmente comunidades con frecuencia de carácter amorfo”. Y
encuentran su expresión ante todo en la exigencia de un “modo de vida” determinado. Lo que caracteriza a un
estamento es la creencia en una honra específica propia. Se trata del “exclusivismo”, de la cerrazón de un determinado
grupo, en el cual sus integrantes, de manera convencional o legal, de hecho o de derecho, obtienen para dicho grupo
un determinado grupo de privilegios y la posibilidad de monopolizar cargos o bien actividades.

Entonces, la manera de entender al “orden social” por parte de los estamentos, lleva a que se opongan a la regulación
“puramente” económica de la distribución del poder. Es decir, se oponen al mercado, que nada sabe de honor. El
“orden estamental” resulta amenazado en su raíz, cuando la mera adquisición económica puede otorgar el mismo
“honor social”.

Sintetizando: las clases se organizan según las relaciones de producción y de adquisición de bienes; los estamentos
“según los principios de su consumo de bienes en las diversas formas específicas de su “manera de vivir”. “Las clases
tienen su verdadero suelo patrio en el “orden económico” y los “estamentos” lo tienen en el “orden social”.
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LAS RELACIONES ENTRE LA ACCIÓN RELIGIOSA Y LA ACCIÓN ECONÓMICA: LA ÉTICA
PROTESTANTE Y EL ESPÍRITU DEL CAPITALISMO.
Weber trata de explicar causalmente la relación entre ciertas ideas religiosas y el origen del desarrollo del capitalismo
moderno. Parte de la construcción de dos tipos ideales, relacionándolos y otorgándole a uno de ellos el carácter de
condicionante del otro. Esos tipos son: el calvinismo y el capitalismo.

Llega a esta conclusión, porque parte de un hallazgo empírico: los protestantes participan relativamente más en la
posesión del capital. En consecuencia, intentará demostrar que en la mentalidad protestante existe una tendencia
importante hacia el racionalismo económico. Entonces la relación causal es a la inversa a la planteada por el
materialismo.

Señala que existen ciertos fenómenos culturales específicos de Occidente, el Estado Moderno, la economía moderna y
el capitalismo moderno.

Es sumamente importante la “idea del deber ético”. Al comparar dos tipos de mentalidad, capitalismo racional versus
tradicionalismo económico, llega a la idea de “profesión”. El capitalismo exige una consideración del trabajo, como
una profesión, como un fin en sí mismo, lo que no ocurre en el tradicionalismo económico. Los efectos que en la
conducta del individuo podía provocar la “religiosidad ascética”, la “concepción puritana de la vida”, fue favorable
para la formación de la “conducta burguesa y racional”.

La concepción puritana, llevaba al ideal de una conducta ascética, y a la concepción de profesión, manifestada en:
1. La valoración ética del trabajo incesante (trabajo como fin mismo);
2. La estrangulación del consumo;
3. La liberación del espíritu de lucro.

En el puritanismo el capital formado no debía gastarse inútilmente sino era menester invertirlo en actividades
productivas: si una profesión era útil a Dios se determinaba por criterios éticos. Se tenía en cuenta:
1. La importancia que tienen para la comunidad los bienes que dicha actividad produce.
2. El provecho (económico) que produce al individuo.

El afán de lucro no es lo característico del capitalismo moderno, dado que aquel existió en todas las épocas, lo que
caracteriza al capitalismo moderno, no es el lucro sino “la racionalidad”; y de allí, que para el Estado Moderno, la
Dominación racional legal, sea un presupuesto de aquel. La “formación del especialista”, será también piedra angular
del Estado moderno, no sólo de la economía moderna.

En el fondo del trabajo de Weber hay una crítica larvada al materialismo histórico, ya que rechaza la proposición de
que las ideas sean mero reflejo de las relaciones de producción. Asimismo procura corroborar que los fundamentos
materiales, las formas de organización política social y el “contenido espiritual” de las distintas épocas de la Reforma,
contribuyeron a la expansión cuantitativa de aquel espíritu capitalista sobre el mundo, pero no se puede afirmar que el
capitalismo haya sido producto de la Reforma. Weber como crítico del determinismo económico de Marx, trata de
probar la influencia recíproca entre la economía, la política y la ideología (el contenido espiritual de la época).
Respecto a esta interrelación, su pensamiento puede resumirse diciendo, que la ideología imprime una orientación, un
sentido a las conductas, incidiendo sobre la economía. Si a la “estrangulación del consumo”, juntamos “la liberación
del espíritu de lucro”, el resultado inevitable será la formación de un capital.

Weber señala, el choque entre la mentalidad dominante en el capitalismo moderno, con la mentalidad tradicional:
produciéndose la problemática del prestigio social, que obsta al “desarrollo” del moderno espíritu capitalista.

La racionalización cuando se despojó de su religiosidad, dio paso al utilitarismo el que se fue imponiendo
sensiblemente, a medida que se iba secando la raíz religiosa. Franklin resume la esencia del utilitarismo en aquella
frase suya que dice: “el tiempo es dinero”. Weber en alusión al utilitarismo dice: el capitalismo victorioso no necesita
ya de este apoyo religioso, puesto que descansa en fundamentos mecánicos. Si es que el sistema económico se apoya
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en fundamentos mecánicos, entonces, la razón de ser del orden social actual es producto de las relaciones de
producción. Habría una contradicción en el pensamiento weberiano.

En síntesis, el autor entiende la relación entre lo ideológico, lo político y lo económico, de la manera siguiente: las
“ideas”, ayudan a conformar una “mentalidad determinada”, que “gobierna las conductas”. Para su “mantenimiento en
el tiempo”, es necesario la creación y sustentación de determinadas “instituciones”. A la vez, determinadas formas de
actividad económica, que requieren organizarse, necesitan de su institucionalización. La “organización institucional”,
permite la articulación de un determinado sistema, y su ulterior expansión. Esquemáticamente: ideología > política >
economía; exactamente a la inversa de Marx.

EL CAPITALISMO Y EL ESTADO DE DERECHO PARA WEBER


El “estado de Derecho” tiene como presupuesto básico al capitalismo moderno, caracterizado por la “dominación
legal”, en la cual es fundamental el rol de la “burocracia” (gobierno sobre la base del conocimiento).

LAS MENTALIDADES ECONÓMICAS


Weber hace alusión a tres tipos de mentalidades económicas: 1) el Capitalismo aventurero; 2) el Racionalismo
Práctico; 3) el Capitalismo Moderno. Son orientaciones humanas en relación con los sistemas económicos.

1) EL CAPITALISMO AVENTURERO
La segunda década del siglo XIX se caracterizó por el préstamo para financiar guerras y piratería. El capitalista
aventurero, ha existió en todo el mundo. Sus probabilidades, eran siempre de carácter irracional y especulativo. Este
tipo de capitalismo se caracteriza por: el préstamo al “Estado”; la ganancia presupone la intervención del poder
político; carácter especulativo; y la riqueza se da por medios violentos (guerra o exacción fiscal).

2) EL RACIONALISMO PRÁCTICO
Es aquel “modo de conducta” que refiere conscientemente al mundo, a los intereses terrenales del yo Individual y hace
de ellos la “medida de toda valoración”. Ese racionalismo se traduce en la falta más absoluta de escrúpulos cuando se
trata de imponer el propio interés en la ganancia de dinero. Característico de países con burguesías subdesarrolladas, y
países católicos apostólicos romanos.
3) EL CAPITALISMO MODERNO
Este se caracteriza por la “organización industrial racional”, la que calcula las probabilidades del mercado y no se deja
llevar por la especulación irracional y política. Las condiciones que lo hicieron posible son:
1. Separación jurídica de los patrimonios: separación entre el patrimonio de la empresa y el patrimonio de los socios,
lo que implica la limitación de la responsabilidad civil.
2. Racionalidad del Derecho y la administración: El moderno capitalismo necesita tanto de los medios técnicos, de
cálculo de trabajo, como de un Derecho previsible y una administración guiada por reglas formales, sin esto es
imposible la industria racional privada.
3. La capacidad de los hombres de sentirse obligados al trabajo, considerando al trabajo como fin en sí.

Weber contrapone mentalidad capitalista, con mentalidad precapitalista. La precapitalista es un duro obstáculo
“psicológico” para la adaptación del hombre a una economía burguesa ordenada: “salario inferior no es idéntico en
modo alguno a trabajo barato”. La eficacia de bajos salarios y grandes ganancias empresarias es un medio limitado, el
rendimiento del trabajo desciende fatalmente cuando el salario no basta para satisfacer las necesidades fisiológicas del
obrero, y si esa insuficiencia es permanente constituye, una selección de los más inútiles.

PODER, POLÍTICA, DOMINACIÓN Y ESTADO


LA POLÍTICA Y EL PODER
Weber dice que la política es un concepto muy amplio. Entonces, por política se debe entender solamente, la dirección
o influencia sobre la trayectoria de un Estado.

La política significa la “aspiración” a participar en el “poder” o a influir en la “distribución del poder” entre los
distintos Estados o, dentro de un mismo Estado. Quien “hace política” aspira al poder como medio para la

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consecución de otros fines (idealistas o egoístas) o al poder “por el poder”, para gozar del sentimiento de prestigio que
el confiere.

Caracteriza al poder político como el pode que se ejerce a través de la “coacción física legítima”, vale decir la
“amenaza a ejercer coerción en caso de trasgresión” del orden.

Weber diferencia entre “dominación”, que es el poder de quien “tiene derecho” y “poder” que lo posee quien a su vez
posee la fuerza de constreñir. “Poder” es la probabilidad de imponer la propia voluntad, dentro de una relación social,
aún contra toda resistencia y cualquiera que sea el fundamento de esa probabilidad. La “dominación” es un caso
especial de poder; debe entendérsela como la probabilidad de encontrar obediencia a un mandato de determinado
contenido entre personas dadas.. Todo régimen de gobierno necesita del dominio en alguna forma.

Podemos diferenciar tres tipos de poder:


1. Poder político: quién lo ostenta monopoliza los medios de coacción física (legítima).
2. Poder económico: caracterizado por la “posesión de bienes”.
3. Poder ideológico: basado sobre el control de los medios de persuasión.
Esta separación es conceptual, y no real. El accionar económico puede implicar la utilización de medios de fuerza, y
por lo tanto implicar una dimensión política. Por otra parte el dominio político exige un accionar económico.
EL ESTADO
El Estado es “Instituto político de actividad continuada, en la medida en que, su cuadro administrativo mantiene con
éxito la pretensión al monopolio legítimo de la coacción física para el mantenimiento del orden vigente”.

Para Weber el Estado es un concepto que sociológicamente tampoco puede ser definido partiendo del contenido de su
actividad, no existe alguna actividad que alguna vez no hay sido emprendida por algún Estado en algún lugar, y
tampoco hay ninguna tardea de la que pueda decirse que haya sido competencia exclusiva del Estado, entonces sólo se
pueden definir por referencia a un medio específico que él, como toda asociación política, posee: el “monopolio de la
violencia física legítima”. Toda asociación o individuo sólo puede ejercer la violencia física, si el Estado se lo permite.
“El Estado es la única fuente de “derecho” a la violencia”. Para subsistir necesita que los dominados acaten la
autoridad.

Estado equivale a: asociación política de base territorial y existe como un único poder central que se obedece en todo
el territorio dentro del cual rige el orden de dicho Estado. El contenido mínimo del Estado es el de garantizar el
“dominio” sobre el territorio, ya que la comunidad política se distingue de otro tipo de comunidad dado “el carácter de
permanente”.

La “continuidad”, deviene de su caracterización como una empresa de “dominación”, donde se impone el orden de
dicha asociación, cuyas normas deben respetar todos los que están aunque sea episódicamente en dicho ámbito. Toda
empresa de dominación requiere una administración continuada, para que exista un poder político estable. En la
relación “mando-obediencia” existe una instancia de mediación ejercida por el “cuadro administrativo”, y el gobierno-
Estado existe por la continuidad normativa del orden jurídico del Estado, clara muestra positivismo, un Estado y el
poder político de ese Estado se verifican en la práctica por ser eficaces, las normas dictadas deben ser observadas.

“Exclusividad”, de “el monopolio de la coacción física”. Para lograr esta finalidad, el Estado ha reunido todos los
medios materiales en manos de sus dirigentes y ha expropiado a todos los funcionarios que antes disponían de ellos
por derecho propio. Para que exista Estado, debe existir un “solo poder político dentro del territorio”.

“Coacción”, que es distinto al de “coerción” de Marx. Coerción es el uso de la fuerza, directa o indirectamente, para
que se cumpla el orden jurídico. En cambio, Weber habla de la coacción, que se trata de la “amenaza” del uso de la
fuerza para el caso de incumplimiento del orden. En el concepto de coacción está implícito la idea de legitimidad, que
alude a la “aceptación interna” por parte de los destinatarios del mandato. Cuando se refiere a la “validez de un
orden”, hace referencia a que se trate de mandatos cuya trasgresión acarrearía perjuicios para el infractor, pero
también, a la predisposición en el agente a cumplir, por el sentimiento del deber.

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El Cuadro Administrativo, como un grupo de hombres predispuestos que efectúan una “actividad dirigida a la
ejecución de las ordenaciones generales y mandatos concretos”, que hacen a la dominación. Los motivos en que se
funda la obediencia al cuadro administrativo determina, el “tipo de dominación”.

PODER Y DOMINACIÓN
Toda dominación puede descansar en los más diversos motivos de “sumisión”, que se pueden agrupar en dos tipos
opuestos:
1. La dominación mediante una “constelación de intereses”.
2. La dominación mediante “autoridad” (poder de mando y deber de obediencia).

En aquellas relaciones donde debido a su “regularidad”, es posible establecer, el concepto de Dominación está
limitado, a la “dominación en virtud de autoridad”; que es “un estado de cosa por el cual un mandato del dominador
influye sobre los actos de los dominados”. Estos actos tienen lugar como si los dominados los hubieran realizados por
sí mismos. El enlace causal que liga el mandato a su cumplimiento puede ser motivado por convencimiento, por
temor, costumbre o conveniencia.

Toda dominación se manifiesta y funciona en forma de gobierno. Con prescindencia de los motivos internos de los
agentes sociales, todo orden tiene “instrumentos” a través de los cuales se articula: la “convención” (su desobediencia
acarrea desaprobación) y el “derecho” (su violación acarrea una sanción). Todo orden se fundamenta “externamente”,
por fuera de la motivación del individuo.

MOTIVOS DE SUMISIÓN AL MANDATO


La diferencia entre el poder y la dominación, radica en que el primero no necesariamente es legítimo ni la sumisión es
obligatoriamente un deber. Mientras que en el segundo, la obediencia se basa en el reconocimiento.

Los motivos de la obediencia le permiten a Weber distinguir cuatro tipos de acción y las agrupa en tres tipos de
dominación. Los tres tipos de dominio corresponder “aproximadamente” a tres de los cuatro tipos de conducta. Uno de
los tipos de conducta no está representado por un tipo de dominio. La conducta racional con acuerdo a fines y el tipo
de dominación legal, la conducta afectiva y el dominio carismático, y la conducta tradicional y el dominio tradicional.

La estructura de la dominación está condicionada por: 1) la forma como se administra (con arreglo al derecho,
conforme la tradición, etc.) 2) La extensión de la dominación (en cuales esferas de la vida se ejerce).

Cuando la legitimidad descansa en la observancia de lo “estatuido”, el orden positivo se cumple debido a “la creencia
en la legalidad del orden”. La legalidad puede descansar en: 1) un pacto de los interesados; 2) por la imposición de
una autoridad legítima. Según la clase de legitimidad pretendida será el “tipo de obediencia del cuadro
administrativo”.

La probabilidad de que un mando sea obedecido, está unida a la presencia actual de alguien mandando eficazmente a
otros. Hay por lo menos un mínimo de participación de la voluntad de los “dominados”, que sólo no existe en el caso
de la esclavitud. “La relación de subordinación política” también, puede ser libremente aceptada y hasta cierto punto
libremente perdida, lo mismo que las dependencias feudales. Existe por lo mismo que se obedece una cierta
proporción mínima de interés. Un concepto adecuado de dominación, debe referirse al “poder de mando”, y suele
exigir el complemento de un orden normativo. Y ese poder existe cuando es eficaz, cuando en la práctica se acata el
mandato.
DOMINACIÓN Y LEGITIMIDAD
Toda dominación se manifiesta en una forma de gobierno. Todo dominio necesita de alguien con poderes imperativos.

Los fundamentos de la legitimidad que poseen determinadas personas dentro de una organización política, en parte
residen, en la “ventaja del pequeño número”, lo que permite ponerse rápidamente de acuerdo y dirigir
sistemáticamente una acción encaminada a la conservación de su posición dirigente.

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Toda dominación que pretenda la “continuidad” es hasta cierto punto una “dominación secreta”. ¿En qué principios
puede apoyarse la validez, la legitimidad de una forma de dominio? La legitimidad consiste en el reconocimiento
interno que los actores atribuyen a un sistema de dominación considerándolo como dotado de “validez”. Entonces, la
legitimidad es entendida como la justificación de estar investido de poderes de mando. El que está mejor situado siente
la urgente necesidad de considerar como “legítima” su posición privilegiada, su propia situación como resultado de un
“mérito” y la ajena como producto de una “culpa”.

La autoridad de un poder de mando puede expresarse en un sistema de normas racionales estatuidas (pactadas u
otorgadas). Tal sistema legitima al que dispone del mando, y su poder es legítimo en tanto que es ejercido e acuerdo
con las mismas. SE obedecer a las normas y no a la persona. Por otro lado, la obediencia puede basarse en la
“autoridad personal que tiene su fundamento en la santidad de la tradición”. Obediencia a determinadas personas.
Finalmente puede basarse en la consagración a lo extraordinario, en la creencia de un “carisma”, “gracia” concedida a
ciertas personas.

¿Cómo queda garantizada la legitimidad de un orden dado?


1-De manera íntima (apreciación subjetiva):
a) puramente afectiva: tradición, carisma.
b) racional, con arreglo a valores: el deber.
c) por motivación religiosa.
2- Por una situación de intereses: cuando está garantizado el orden sobre la base de expectativas (situación de
intereses).
La convención o el derecho siempre son, la manera que tiene un orden para fundamentarse. Un “orden” se representa
“in mente” de los sujetos como reglas que deben ser cumplidas.

No puede llamarse dominación a cualquier relación de mando, sino solamente cuando surge “una relación de
obediencia inmediata”. Siendo decisivo para la clasificación de una dominación su propia pretensión de “legitimidad”.

LOS TRES TIPOS PUROS DE LA DOMINACIÓN LEGÍTIMA


Se ubica el pensamiento histórico-universal de Weber en el modelo dualista del cambio histórico que tiene su
expresión clásica en la dicotomía del carisma individual y la burocracia anónima. La burocracia es revolucionada
desde afuera por el poder de las situaciones, y los individuos en virtud de la fuerza carismática de grandes
personalidades que les imponen desde adentro objetivos y producen acciones que potencialmente cambian las
situaciones. La constante lucha entre el disciplinamiento y el carisma individual constituye la esencia del acontecer
histórico.

La dominación tradicional es descripta como una forma mixta entre la dominación burocrática y la carismática. Los
tipos de dominación nunca se dan en forma pura en la realidad. Ninguna dominación legal puede subsistir sin un
auténtico liderazgo carismático.

LA DOMINACIÓN LEGAL
La autoridad legal reposa en la creencia en la legalidad de las ordenaciones. Su tipo más puro es la dominación
burocrática. Principales características de estas ordenaciones: impersonalidad, estatuidas por medio de preceptos
jurídicos, designan a los funcionarios a quienes se obedece. Las categorías fundamentales de este tipo de dominación
son: competencia reglada, jerarquía administrativa, formación profesional, y separación completa entre el patrimonio
público y el cargo.

La obediencia no se da en virtud del derecho propio del que manda, sino que el superior al hacerlo también obedece a
una regla, a la ley. La administración burocrática significa “dominación gracias al saber”.

Dentro de esta dominación se comprenden al Estado moderno, a la empresa capitalista privada, o cualquier unión que
disponga de un equipo numeroso y jerárquicamente articulado. La burocracia es el producto tardío de la evolución. La
burocracia aniquiló con las formas no racionales como las dominaciones patriarcal y patrimonial. Los cargos se
ostentan siguiendo criterios de selección, y no por herencia, como ocurre en la dominación tradicional.
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LA DOMINACIÓN TRADICIONAL
Se da en virtud de creencia en la santidad de los ordenamientos y poderes señoriales existentes desde tiempo
inmemorial Se obedece por “fidelidad”. Las personas que colaboran con el jefe tradicional en el gobierno no son
funcionarios, son servidores reclutados.

Existen diversos tipos: la “gerontocracia”, en la cual el poder recae por la costumbre sobre los más ancianos, y el
“patriarcalismo”, en el que se accede al poder por herencia en el seno de una determinada familia. Estos tipos carecen
de administración regular.

En cambio no ocurre lo mismo con el “patrimonialismo” y el “sultanato”. Se hace necesario distinguir entre:
1-Dominación Patrimonial: Sultanato, donde el señor se mueve con libre arbitrio sin sujeción a la tradición.
2-Dominación estamental: determinados poderes de mando garantizados por el cuadro administrativo.

En cuanto a la “dominación Tradicional” y su relación con la economía, opera un fortalecimiento del sentir tradicional
y la mentalidad económica precapitalista. En otras palabras, se observa el capitalismo aventurero. El capitalismo
moderno sencillamente no cuaja con este tipo de dominación.

LA DOMINACIÓN CARISMÁTICA
El principio carismático de legitimidad se apoya en el reconocimiento de los súbditos. La obediencia descansa en las
cualidades personales. No existe la carrera administrativa, sino comisionados.
El carisma es la gran fuerza revolucionaria en las épocas vinculadas con la tradición. Nacida de la indigencia o del
entusiasmo, significa una “variación de la dirección de la conciencia”. Es “irracional”, porque es extraña a toda regla.
Es extracotidiana, y no se apega a preceptos legales estatuidos precedentemente, ni derivados de la tradición.

El cuadro administrativo no es ninguna burocracia, ni su selección tiene lugar desde puntos de vista estamentales, sino
que es elegido, por cualidades carismáticas.
La diferencia de la Dominación Carismática de las otras dos formas puras, radica en su carácter extraordinario; la
carismática subvierte el pasado y es en este sentido específicamente revolucionaria. El personaje histórico no es más
que la tendencia resultante de su época. La fe y el reconocimiento se consideran como “deber”, cuya observancia
exige el legitimado carismáticamente, la exige para sí, y cuya inobservancia castiga. La autoridad es por completo
autoritaria y dominadora.

LA RUTINIZACIÓN DEL CARISMA


La dominación carismática se transforma en una Dominación Tradicional o en una Racional-Legal, siendo los motivos
de la rutinización del carisma, los siguientes:
a. el interés de los prosélitos en la persistencia de la comunidad.
b. el interés del cuadro administrativo en: cimentar su posición ideal y material sobre una base cotidiana y duradera.
c. la actividad económica requiere de márgenes de previsibilidad.

LOS PARTIDOS POLÍTICOS


Agrupaciones que se distinguen por querer actuar concretamente sobre la adquisición y distribución del poder político.

Los partidos presuponen la existencia de un “aparato” de gobierno, puesto que su actividad se centra en influir sobre
tal “aparato”. La estructura de los partidos varía de acuerdo con la “organización de la sociedad en clases o estamentos
y, sobre todo, de acuerdo con la estructura de dominación que prevalece dentro de la misma”. Asimismo varían la
composición y articulación de los Partidos según las formas en que se adquiere la Dominación. La acción de los
partidos va siempre dirigida a un fin metódicamente establecido: un fin objetivo o fin personal.

LA SUPERACIÓN DE LA CONCEPCIÓN INSTRUMENTALISTA DEL ESTADO.


ANTONIO GRAMSCI

INTRODUCCIÓN
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Italia entra en la Primera Guerra tardíamente; los intervencionistas –la gran industria pesada- crean la apariencia de un
vasto movimiento imperialista –Movimiento Irredentista-, y amenazan al Parlamento y al Rey con una sublevación.
Los dirigentes del Partido Nacionalista habían exigido, la intervención italiana como aliada de Alemania; en tanto sus
filas se habían visto engrosadas por socialistas, republicanos y anarco-sindicalistas, lo que determina el ingreso de
Italia a favor de la Entente. Este grupo estaba dirigido por Mussolini. La entrada en la guerra se cubría con una
propaganda revolucionaria y democrática, y se especulaba con la unidad italiana.

La guerra contribuyó a un desarrollo industrial rápido de las industrias metalúrgicas, químicas y la hidroeléctrica. Sin
embargo, un proceso de concentración del capital fue minando las fuerzas económicas de Italia, y empobreciendo la
población; no habiendo ganado ninguna victoria importante, y bajo el influjo de la revolución de 1917, estalla una
insurrección en Turín. Las pretensiones de Italia consistían en dominar todo el mar Adriático. Sin embargo, al finalizar
la guerra sólo recibe la Venecia Giuliana, y el Trentino.

Se derrumban los planes de la burguesía italiana de conformar un dominio sobre el Adriático. Esto llenó de odio a los
imperialistas italianos. El país salía de la guerra en deudas y la reconversión de la economía y la suspensión de la
ayuda aliada, lleva a la industria pesada a la quiebra. La desocupación con millares de muertes y mutilados quitaron a
la burguesía su base social. Es entonces que la relación de fuerzas se modificó a favor del proletariado; además la
revolución rusa influía fuertemente; los sindicatos y el Partido Socialista vieron aumentadas sus filas; este último se
había fortalecido por su posición contraria a la guerra. El partido católico llamo Partido Popular incluía la reforma
agraria y la legislación social. El PP gozaba de gran influencia en el campesinado y en parte de la pequeña burguesía
urbana. Pero éstos fueron arrastrados por el ímpetu revolucionario de las masas, lo que obliga al PP a apoyar las
reivindicaciones del PSI. Las masas italianas estaban a punto de sublevarse; la burguesía no contaba con el apoyo del
Ejército, que se descomponía, y el aparato del Estado había perdido su autoridad.

Sin embargo, las masas no tenían una conducción firme. Los dirigentes socialistas fueron pequeños-burgueses o
reformistas. No había verdaderos marxistas. Incluso estaban muy influenciados por el liberalismo burgués. Comienzan
a parecer los obreros modernos y conscientes que comienzan a dirigir a la masa proletaria en la empresa.

Mussolini y sus aliados imperialistas enfrentaron la posibilidad de la muerte política. Comienzan enrolando en sus
filas a oficiales y voluntarios que odiaban a las masas obreras por su posición contraria a la guerra. Estas
organizaciones se denominaron Uniones de Combate, organizaron campañas antimarxistas y se hicieron rompehuelgas
y organizaron todo tipo de acciones en contra de las organizaciones obreras. Mussolini fue en su juventud socialista,
no marxista. Presentan un programa destinado a atraer a las masas; voto femenino, seguro social, impuesto sobre el
capital, confiscación de bienes de la Iglesia, pero hacia el exterior preconizaban una política contraria a los aliados.

El crecimiento del fascismo comienza en el otoño de 1920 cuando se debilita la ola revolucionaria. Las fuerzas
reaccionarias, terratenientes y grandes industriales, pasan a la ofensiva. Su discurso de dirige a capas pequeño
burguesas. El terror va creciendo contra las organizaciones obreras. Además la política errónea de la socialdemocracia
frente al campesinado, como las confiscaciones, demostraba que no tenían un programa agrario claro, y terminaban
empujando este sector a los brazos del fascismo. Adquiere así, el fascismo el carácter masivo en las regiones agrícolas
del Norte y en la Emilia. La pequeño-burguesía, desilusionada de la apuesta socialista, y decepcionada de la burguesía
parlamentaria, imagina una organización por encima de las clases. Finalmente hasta obreros se pasan a las filas
fascistas. Toda suerte de abusadores y traficantes integraban también el fascismo, además de los desocupados. En
1921 se funda el Partido Comunista Italiano, el que se escinde del Partido Socialista, Gramsci es miembro, y no forma
parte del Ejecutivo, ya que es cuestionado por las dos alas del PCI, la de la derecha filomussoliniana e
intervencionista, y por el ala positivista bergsoniana. Poco tiene Gramsci de positivista, cuando afirma que el
materialismo-histórico sólo sirve para explicar post-facto los hechos, mas no sirve para el presente ni mucho menos
para predecir el futuro.

La burguesía italiana no contaba ya con el Partido Socialista, ni con el del PP. En Italia estalla la primera
contrarrevolución armada de tipo fascista, esto se explica por las debilidades del Estado y de la Sociedad, y la unidad
nacional italiana. El norte desarrollado industrialmente en forma tardía y monopolística, coexiste con el sur
terrateniente precapitalista. Una huelga general en contra del terror fascista en 1922, fue aplastada. En los últimos días
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de octubre de ese año Mussolini emprende la marcha sobre Roma. Esta marcha no encuentra resistencia, y Mussolini
le exige al Rey la entrega del poder, éste lo nombra Jefe de Gobierno, con plenos poderes. La Banca Comercial, la
Iglesia, la familia real, y los mandos superiores del Ejército. Gracias a una reforma de la ley electoral, más métodos
violentos, el fascismo tiene un gran éxito electoral. Sin embargo, el asesinato del diputado socialista Matteotti, hace
peligrar este triunfo. Pero el Rey, quien podría haber destituido en ese momento a Mussolini y ante el temor de una
evolución política general hacia la izquierda, lo convirtió en el verdadero aliado y salvador de Mussolini.

La importancia de Gramsci para la Teoría Política, está dada porque aporta toda una teoría del Estado, ausente en
Marx, y en cierto sentido supera el pensamiento marxista. Ello en parte se debe a la pretensión gramsciana de asociar
el pensamiento de Marx con el de Maquiavelo.

CONCEPCIÓN DE LA POLÍTICA Y LA FILOSOFÍA DE LAS PRAXIS


Los hechos ideológicos de masa siempre van atrasados en relación con los fenómenos económicos, y es menester la
acción política para apuntalar los cambios. Una determinada coyuntura económica se puede aprovechar para provocar
hechos políticos, para producir los cambios. La acción política requiere de lo ideológico para la conjunción de las
voluntades necesarias que lo produzcan. La política actúa como acelerador o como freno de los procesos económicos.
Por ello lo político y lo económico no guardan una relación de causa-efecto (como en Marx) sino de medio a fin. La
política es “el proceso de formación de la voluntad colectiva”, considerando como voluntad colectiva a “la conciencia
operativa de la necesidad histórica”.

La práctica no puede ser separada del pensamiento, porque si así fuera, para Gramsci la consecuencia sería la
reducción a la religión o a una abstracción sin destino. La unidad entre teoría y práctica le sirve a Gramsci para
delinear una serie de conceptos científicos para interpretar su mundo contemporáneo. La filosofía de la praxis es el
único modo posible de prever, y es aquello por lo cual eso es un acto práctico e implica la formación y la organización
de una voluntad colectiva. Retomando la tesis sobre Feuerbach, la voluntad de la que habla Gramsci no está en un
estado puro, sino que contiene elementos materiales que el hombre ha objetivado. Las ciencias del hombre y las
ciencias de la naturaleza, más allá de su independencia, encuentran un momento de unidad, convirtiéndose en política.
La filosofía de la praxis es historicismo absoluto, la modernización irrestricta del pensamiento, un humanismo
absoluto de la historia. En conclusión la filosofía de la praxis es la construcción de la voluntad colectiva
correspondiente a las necesidades emergentes de las fuerzas productivas objetivas o en vías de objetivación y de las
contradicciones entre éstas y las relaciones sociales.

BLOQUE HISTÓRICO. ESTRUCTURA Y SUPERESTRUCTURA


El concepto de bloque histórico es un concepto histórico y analítico. En otro plano, el concepto cuestiona el punto
central de la teoría marxista en cuanto a la relación entre estructura y superestructura. El pensamiento gramsciano
rechaza la visión determinista y mecanicista de plano. No hay una estructura que se mueve unilateralmente sobre el
mundo de las ideas, no hay “causa-efecto”, si no “un conjunto de relaciones y reacciones recíprocas”. Gramsci tiene a
considerar abstracta la distinción entre estructura y superestructura, ya que convergen tanto una como la otra, una
convergencia que conoce la distinción y la dialéctica entre ellas, pero que se resuelve en una “unidad real”.

Existe la posibilidad del error político, la que no es contemplada por la visión mecanicista del materialismo histórico,
ya que éste afirma que cada acto político está rígidamente determinado por la estructura. Criticando a la experiencia
soviética, señala que considera a la teoría como “complemento” de la práctica. Hay por ende, una “reciprocidad
necesaria” entre estructura y superestructura, reciprocidad que constituye el proceso dialéctico real. Los elementos
culturales y del pensamiento tienen un significado no sólo teórico y se relaciona con el problema de las alianzas y los
intelectuales, el consenso, la dirección política y cultural, como formas necesarias del bloque histórico concreto.

FORMACIÓN DE LA CLASE
Cada grupo que surge a la vida en el terreno de las relaciones de producción, atraviesa diversas etapas. El primero, es
el de la “conformación como clase”, el momento económico-corporativo, en el que la unidad del grupo se realiza a
partir de la base profesional; el segundo es el paso a la “unidad de clase como tal” pero se plantea el problema del
Estado sólo como el terreno para conquistar la igualdad jurídica con los grupos dominantes, porque se reivindica el
derecho de participar en la legislación y en la administración; y el tercer momento el “ético-político”, en el cual la
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clase supera los límites de corporación, e incluye intereses de otros grupos subordinados.. Es la etapa en la cual las
ideologías desarrolladas se convierten en “partido”, una de ellas o una combinación de ellas, tiende a prevalecer sobre
toda el área social. Y por último, está la “toma del poder”, es el momento militar. La clase, antes de ser “dominante” –
detentar el aparato estatal- debe ser “dirigente”, el momento militar ya implica una dirección en la sociedad civil, y el
asalto al poder, no se basa en métodos estrictamente coercitivos-represivos, sino que la clase ha expandido sus
intereses, ha tomado en cuenta los intereses de los grupos aliados. El “bloque histórico” se hace real, se convierte en
un bloque histórico en el poder. Es el momento del Estado pleno, o concepto del Estado ampliado.

CRÍTICA AL ECONOMICISMO Y A LA ESTADOLATRÍA


Gramsci polemizó con el estas dos tendencias que existían en el seno del Partido Socialista. Denominó
“economicismo” a aquella tendencia “mecanicista” de la historia, que consideraba que bastaban las transformaciones
económicas, para que en forma inmediata cambiara el sistema político y social. La crítica coincide con la crítica al
marxismo de su tiempo, infectado de residuos de positivismo y de la Teoría de la Evolución de las Especies. Gramsci
plantea que lo económico requiere del impulso de la política, la economía por sí sola no genera los cambios. Los
partidos y los hombres capaces pueden potenciar políticamente la existencia de ciertas condiciones objetivas.

Llamó “estadolatría” a aquella tendencia que sostiene que, al conquistar el aparato estatal se transforman las relaciones
sociales sólo con la sustitución de los funcionarios del anterior Estado, con funcionarios comunistas, sin reformar
radicalmente las instituciones estatales. Entonces, la permanencia en el poder no siempre se consigue con implantar la
Dictadura del Proletariado, sino que es necesaria una “Reforma de la Sociedad Civil”.

CONCEPTOS DE ESTADO Y DE DERECHO


El Estado es soberano en tanto es la misma sociedad ordenada, “no puede tener límites jurídicos: ni puede decirse que
se autolimite. El derecho positivo no puede ser un límite para el Estado, porque éste puede modificarlo en cualquier
momento”. Mientras, exista el Estado-clase no puede exista la sociedad regulada, en el sentido de que también el
Estado-clase es una sociedad regulada.

El derecho es visto como un instrumento que, junto a otras instituciones y actividades, tiene como objetivo crear,
modificar o mantener las concepciones de cierto tipo de civilización y de ciudadano. Tiene una función educadora;
cuando la estructura se modifica, la superestructura no debe ser abandonada, el Estado y el Derecho son instrumentos
de “racionalización”, de aceleración y de taylorización. Porque una vez creadas las condiciones en que un determinado
modo de vida es “posible” la “acción y omisión criminales son las que deben tener una sanción punitiva, de alcance
moral, y no sólo comportar un juicio de peligrosidad genérica”.

Debe distinguirse en “Estado en sentido restringido” y “Estado ampliado”. El primero es la sociedad política
coercitiva, para conformar a la masa popular según el tipo de producción; el segundo es la suma de la sociedad política
y la sociedad civil.

SOCIEDAD POLÍTICA Y SOCIEDAD CIVIL


La idea de equilibrio entre sociedad política y sociedad civil, lleva al concepto ampliado de Estado, como hegemonía
acorazada de coerción (sociedad civil = aparato de hegemonía).

Los socialistas utópicos comprendían bastante bien que el Estado-clase no podía ser la sociedad regulada. El carácter
utópico estaba dado por el hecho de que consideraban que se podía introducir la igualdad económica mediante leyes
arbitrarias con un acto de voluntad. Sin embargo, no puede existir igualdad política completa sin igualdad económica.

La visión ampliada del Estado consiste en que, además del aparato gubernativo debe también entenderse por Estado el
aparato privado de hegemonía o sociedad civil. Cada Estado es ético en cuanto una de sus funciones es la de elevar a
la gran masa de la población a un determinado nivel cultural. La escuela como función educativa positiva y los
tribunales como función educativa regresiva y negativa son las actividades estatales más importantes en ese sentido.
Pero, hacia el logro de dicho fin tienden una multiplicidad de otras iniciativas y actividades denominadas privadas,
que forman el aparato de hegemonía de las clases dominantes. Sólo el grupo social que tiende a suprimir las
diferencias entre dominantes y dominados puede crear un organismo social unitario técnico-moral. De ello resulta,
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Estado=sociedad política + sociedad civil. También el Estado tiene y pide el consenso, según sus palabras, pero a su
vez lo “educa”, por medio de las asociaciones políticas y sindicales.

En una determinada sociedad nadie está al margen de una organización y de un partido en sentido amplio y no formal.
Una o más de estas sociedades particulares prevalecen –en el transcurso del tiempo- constituyendo el aparato
hegemónico de un grupo social sobre la sociedad civil, base del Estado, entendido estrictamente.

Gramsci define a la Sociedad Civil, como “Conjunto de instituciones vulgarmente llamadas privadas que tienen un
papel de mediación entre la estructura (economía) y la superestructura (coacción estatal) a través de la organización
del consenso. Está compuesta por la escuela, los sindicatos, la Iglesia, etc., que constituyen el “aparato de hegemonía
de una clase”, con sus múltiples subsistemas: aparato escolar; aparato cultural y editorial; organización de la
información; tipo de intelectuales (incluida la Iglesia); marco de vida; urbanismo. Todos ellos operan en la difusión
ideológica y la formación de la opinión pública. El Estado es todo el conjunto de actividades, con las cuales la clase
dirigente no sólo justifica y mantiene su dominio, sino que llega a obtener el consenso de los gobernados.

Para Marx, el Estado es mero reflejo de la sociedad civil, el Estado contiene a la sociedad civil para conservarla tal
como es. En cambio para Gramsci la sociedad civil es el terreno donde se sueldan determinadas condiciones
materiales.

Su visión del Estado es marxista, en el sentido de ser concebido como un “instrumento”, -como aparato coercitivo-;
“particular”, como instrumento de dominación de una clase; “subordinado” a la sociedad civil y “transitorio”, al igual
que Marx, la cuestión estratégica es la abolición del Estado.

Claro que, sobre la transitoriedad del Estado, la diferencia entre Gramsci y Marx reside en que éste no elaboró una
teoría general del Estado, ni vislumbró la posibilidad que se adopten formas distintas al Estado-gendarme.

En lugar de hablar de sociedad sin clases –equivalente a la abolición del Estado-, se plantea la cuestión de “la
absorción del estado por la sociedad civil”, el autogobierno, equivalente a la “sociedad autorregulada”; en lugar de
sociedad sin clases.

Ambos se remiten a Hegel, cuando utilizan la categoría “sociedad civil”. El concepto hegeliano comprende a la
administración de justicia y policía, el ordenamiento normativo, las corporaciones, y la esfera de las relaciones
económicas. Y, a diferencia de la dicotomía marxista (Estructura-Superestructura), la sociedad civil para Hegel es un
momento intermedio entre la familia y el Estado. Señala Gramsci dos grandes planos superestructurales, la sociedad
civil (privados) y la sociedad política (dominio del Estado o gobierno jurídico).

A la necesidad, entendida hegelianamente, hay que contraponerle la libertad, -entendida como conciencia de la
necesidad-, soy libre porque se que necesito del otro. La estructura es pasado real, precisamente, porque es el
testimonio, el documento incontrovertible de lo que se ha hecho y sigue subsistiendo como condición del presente y
del porvenir. Y sólo mediante el reconocimiento de las condiciones objetivas llega ser libre –la voluntad colectiva- y
transforma la realidad.

En el momento mismo en que las condiciones materiales son reconocidas, quedan degradadas a instrumento de un fin
querido. Gramsci introdujo una profunda innovación a la teoría marxista. La sociedad civil pertenece al campo de la
superestructura.

Es necesario dimensionar correctamente la relación Sociedad Civil y Sociedad Política y qué grado de predominio
(absoluto o relativo) tiene sobre el conjunto de la sociedad el Partido. En otras palabras: analizar las distintas
relaciones que se dan en la estructura interna de un país, y entre los Estados; cómo se estructura el “poder”; qué
instituciones concentran poder; etc. Todo ello requiere, concebir y actuar la política como proceso de formación de la
voluntad colectiva, formularnos las preguntas y las soluciones. Para ello siempre se debe distinguir lo permanente, de
lo accidental, y enjuiciar a nuestra sociedad desde una perspectiva superadora.

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HEGEMONÍA. DIRECCIÓN Y DOMINACIÓN
El término hegemonía apareció como sinónimo de “Dirección política”, y, para hacer alusión a la “alianza de clases”
(táctica del frente único), que resaltó como alianza obrero-campesina.

Entre las dos Grandes Guerras en el plano teórico surgen líneas antidemocráticas. En este contexto asume un carácter
revelador el concepto gramsciano de hegemonía; la supremacía de un grupo social que se manifiesta en dos formas;
como “dominio” (coacción) y como “dirección intelectual y moral” (consenso). Un grupo dominante no es por sí
mismo dirigente, y un grupo dominado no está condenado a condición subalterna.

Así, el concepto de hegemonía se traduce en un “equilibrio de compromiso”, reposa en un acuerdo de distintos


sectores sociales sobre la distribución del producto bruto interno de un país. También la construcción de la hegemonía,
opera en la Sociedad Civil. Cuando el Estado debe acometer una acción que sabe impopular acude a la formación
previa de una opinión pública favorable. Provoca la dispersión de los desacuerdos en fragmentos, esto transcurre en la
lucha por el monopolio de los órganos de la opinión pública: periódicos, partido, y parlamento.

Lenin insistió en el carácter de clase de la hegemonía, y Gramsci lo completa cuando dice que si la hegemonía es
ético-política, también es económica. También coinciden en la organización intelectual de la hegemonía como Partido,
ambos haciendo énfasis en la necesidad de la clase fundamental de apoyarse sobre grupos aliados.

Sin embargo, en un punto toman rumbos diferentes, ya que para Gramsci el momento prominente es “la dirección
cultural e ideológica”. “La fuerza” es sólo instrumental, subordinada al consenso. Otra diferencia, es que para Lenin,
lo decisivo es la conquista del poder; ya que la dirección política es prioritaria. Para Gramsci la conquista de la
hegemonía precede a la conquista del poder estatal. En la hegemonía gramsciana la sociedad civil tiene primacía sobre
la sociedad política, en el análisis leninista es a la inversa.

El hecho de la hegemonía presupone indubitablemente que se tenga en cuenta los intereses y las tendencias de los
grupos sobre los cuales se ejercerá, debe haber un equilibrio entre la sociedad política y la sociedad civil, por medio de
organizaciones privadas. Ese equilibrio requiere que la clase hegemónica tenga en cuenta los intereses de otras clases,
y los tome como suyos, el grupo dirigente deberá hacer sacrificios económico-corporativos, pero éstos no pueden
referirse a lo esencial, a lo que hace a una clase, ya que perdería su misma esencia y su función de decisiva sobre la
economía.

De la noción de Hegemonía se desprender tres tesis: la primera, si la revolución no instaura un Estado, un aparato de
hegemonía nuevo, y no revoluciona las superestructuras, es una revolución pasiva; la segunda es que la Hegemonía es
el mecanismo que asegura el consenso; y la tercera es, que no hay una teoría de la hegemonía sin una teoría de la crisis
orgánica. La función de la hegemonía consiste en la formación de una “voluntad colectiva” capaz de crear un nuevo
aparato estatal, como también mantener el aparato.

Siendo el papel de la Hegemonía el de la “mediación entre la esfera económica y la fuerza del aparato estatal”. La
supremacía de un grupo social se manifiesta en dos modos, como dominio (coacción) y como dirección intelectual y
moral (consenso). El Estado no es pura fuerza, ni la transformación pura violencia. Un grupo dominante no es por sí
mismo dirigente y un grupo dominado no está condenado a la subalternidad. Gramsci plantea la disgregación de la
hegemonía burguesa imponiendo una política capaz de superar los intereses (corporativos) de una clase, para realizar
una más amplia alianza de acuerdos, en torno a un núcleo de intereses más generales, radicados en la comunidad
nacional.

A medida que, la integración social deja de presentarse como un producto predominante de la coerción, y adquiere
importancia el “consenso”, debe relacionarse el concepto de “hegemonía” con el de “ideología”. La clase dominante,
que detenta el poder político institucionalizado, difunde, “una concepción del mundo unitaria” (ideología) que
legitima su propio dominio, presentándolo como necesario, para el interés de todos.

Esta concepción tan amplia de la ideología incluye a la ciencia y al mismo método de investigación para que aquella
funcione como unidad de concepción del mundo, otorgándole universalidad a una particular concepción. Si bien la
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ideología debe difundirse por toda la sociedad, no posee la misma homogeneidad en los distintos niveles. En el nivel
más alto representado por la filosofía y que se difunde en las capas sociales dirigentes la ideología es mucho más
elaborada. En el nivel más bajo está el folklore y los niveles intermedios son la religión y el sentido común. Por su
“ligazón” con la clase dominante, la filosofía influye sobre las normas de vida de prácticamente todas las capas
sociales.

La organización por la cual la clase dirigente difunde su ideología es calificada como “estructura ideológica” de la
clase dirigente, es la “organización material destinada a mantener, defender y desarrollar el frente teórico e
ideológico”. Debido al consenso difundido en los múltiples centros de actividad diseminados en la sociedad civil y el
Estado, la sociedad capitalista puede ocultar las contradicciones que la socavan. La hegemonía de la burguesía es por
lo tanto condición de su mismo dominio y de la supervivencia de la sociedad capitalista. Los grupos sociales
subordinados, que sostienen una concepción del mundo antagónica, para provocar, o aprovechar, la crisis de
hegemonía de la clase dominante, necesitan lograr un diseño alternativo orgánico de la sociedad. Señalar una solución
y una salida a los problemas generales de una sociedad. Todo trabajo de disgregación del bloque dominante debe
comenzar por la sociedad civil. La construcción de una contrahegemonía del sector popular no puede imitar las
estrategias de la clase dominante, sino más bien y ocupando lugares en la sociedad civil, la llamada “guerra de
posiciones” que debe tener un carácter autónomo.

El partido se identifica con la conciencia histórica de las masas populares, y “gobierna su movimiento espontáneo,
irresistible. Es así, que la dialéctica entre la dirección política y la experiencia de las masas, es la hegemonía. El
partido debe educar a las masas.

CRISIS ORGÁNICA. SOLUCIONES PLANTEADAS


Como contratara de la hegemonía debemos ubicar a la “crisis orgánica”, que “es la ruptura entre la estructura y la
superestructura” como consecuencia de la evolución de la estructura y de la ausencia de la evolución paralela de la
superestructura. La clase hegemónica agota su función, así el bloque ideológico tiende a retraerse, y le sucede la
coerción. La crisis orgánica, es descripta como “inestabilidad de los gobiernos”. Puede ser la “excusa” para la
construcción de una hegemonía alternativa, teniendo presente que reina el espíritu de facción. En tal contexto hasta la
demagogia puede ser eficaz. Primero se debe analizar si nos encontramos en una “crisis” o no. Pensar, si para analizar
esta situación, retomamos la dicotomía “consenso-coacción” o “Democracia-Dictadura”; podemos advertir que hay
diferentes soluciones políticas ante una “crisis”, al margen de la Dictadura, tales como el Transformismo y el
Cesarismo.

El “transformismo” debe entenderse como absorción –de los cuadros dirigentes- de las clases adversarias por parte de
la clase dominante; la absorción de las élites de las clases enemigas conduce a la decapitación de éstas y a su
impotencia. De esta manera, el descontento popular, sin una dirigencia orgánica, se expresa en forma caótica.

El “cesarismo” es una situación compleja, en la cual ninguna de las fuerzas en pugna puede prevalecer; entonces una
persona o un partido se erigen como “árbitro” de la situación. Si bien el cesarismo expresa la solución arbitral, en
manos de una gran personalidad, inmersa en una situación histórico-política que se caracteriza por un equilibrio de
fuerzas con perspectivas catastróficas, no siempre tiene el mismo significado histórico. Para determinar ante qué tipo
de cesarismo nos encontramos, se deberá proceder a la reconstrucción histórica. Se debe analizar la dialéctica
“restauración-revolución” para determinar si prevalece el elemento revolución o restauración; aunque para Gramsci, la
historia no vuelve atrás por lo tanto no hay restauración “in Toto”. Describe dos tipos: uno “progresivo” y otro
“regresivo”. El progresivo marca la fase histórica del paso de un tipo de Estado a otro y hace avanzar al conjunto de la
sociedad. En tanto el “regresivo” significa la decadencia en las condiciones de vida de las clases populares. Pueden
existir soluciones cesaristas un César, sin una gran personalidad representativa. Incluso el sistema parlamentario ha
dado un mecanismo válido. Todo gobierno de coalición es un grado inicial de cesarismo que puede desarrollarse o no
hasta grados más significativos.

El “tipo cesarismo” le permite a Gramsci analizar el “proceso de fascistización”, este proceso lo lleva a determinar que
el cesarismo moderno más que militar es policíaco, se funda en las vastas burocracias estatales, en las organizaciones
policiales organizadas por el Estado y los particulares para tutelar el dominio económico de las clases dirigentes.
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Además señala que el capital financiero se ha convertido en dominante por sobre el capital industrial, otro fenómeno
que le sirve para explicar el origen del fascismo.
Gramsci señala que un equilibrio catastrófico sólo puede darse entre fuerzas irreconciliables, no entre fuerzas que
puedan en última instancia fundirse y unificarse, en el pensamiento gramsciano el fascismo es considerado un tipo de
cesarismo: pero, como en 1930 el fascismo se convierte en un tipo de Estado, Gramsci pasa del concepto de cesarismo
al de “revolución pasiva”.

LOS INTELECTUALES
No son un grupo social autónomo, están ligados a los diferentes grupos sociales. El proceso histórico ha asumido
formas variadas y complejas en la formación de las diversas categorías de intelectuales; Gramsci los distingue entre
los “tradicionales”, clérigos, abogados, literatos, etc.; y los “nuevos intelectuales” que son los especialistas de las
ciencias aplicadas; caracterizando como intelectual, a todo aquel que sea capaz de “organizar un grupo humano”. Los
intelectuales como grupo se desarrollan lentamente. Ellos están ligados a un pueblo e historia y a la tradición cultural
misma.

Para Gramsci, cada grupo social que nace originariamente en el terreno de la producción económica, y que cumple
una función esencial, “crea uno o más rangos de intelectuales que le dan homogeneidad y conciencia de la propia
función”.

Estos nuevos intelectuales que pertenecen al nuevo Bloque histórico se oponen a los “tradicionales”, que representan a
los “intelectuales preexistentes”. Estos últimos sienten su “espíritu de cuerpo” y su no interrumpida continuidad
histórica, y se autocalifican como independientes del grupo al cual pertenecen, representan la expresión de una “utopía
social” según la cual los intelectuales se creen “independientes”.

Los intelectuales, como educadores y persuasores, se relacionan con la cuestión de la elaboración y renovación del
sistema de valores y de creencias que fundamentan un bloque histórico. Como funcionarios de la superestructura,
organizan la hegemonía, como también la dirección del aparato coercitivo.

EL PARTIDO POLÍTICO COMO EL INTELECTUAL COLECTIVO. EL ROL DEL SINDICATO


Cada grupo social fundamental construye sus propios intelectuales, es muy importante que uno o más intelectuales,
individualmente, adhieran al programa y a la doctrina del proletariado, el proletariado para organizarse como clase,
necesita de intelectuales, vale decir de “dirigentes”. Pero, no puede formarse su propio estrato de intelectuales, sino de
una manera muy lenta. Así, es importante que en el “complejo social” que forman los intelectuales “como masa” y no
como individuos, se produzca una fractura de carácter orgánico, como masa a una tendencia de izquierda. Estos
intelectuales orgánicos del proletariado pertenecen y se forman en el Partido político de vanguardia, tienen como
función, “soldar los intelectuales orgánicos de un grupo con los intelectuales tradicionales”. Los intelectuales
tradicionales son blancos para su asimilación.

Los partidos políticos son el modo más adecuado para formar a los dirigentes y organizar un grupo humano con fines
políticos. Y, en cuanto a la táctica a adoptar por el Partido, éste debe analizar el momento concreto, si conviene la
guerra de posiciones (ocupar sitios en la sociedad civil) o la guerra de movimiento (la lucha frontal, por Ej. La
huelga). Todo partido es expresión de los grupos sociales. Así, en los momentos decisivos, sólo existen dos
“tendencias” en una sociedad, que se expresan a través de dos partidos, uno que representa al grupo reaccionario, y el
otro a las fuerzas progresistas.

El Partido Político es: un “elemento de sociedad complejo en el cual se ha iniciado la concreción de una voluntad
colectiva reconocida y afirmada parcialmente en la acción”. Y, “la voluntad colectiva”, es el reconocimiento de
determinadas necesidades, que deben ser resueltas. La formación de una voluntad colectiva requiere del intelectual
“colectivo”: el partido.

Gramsci señala el error de asumir el sindicato como hecho permanente, como forma perpetua de asociacionismo. En
este sentido, el sindicalismo no pudo sustituir al Partido Socialista como educador para la revolución. El error del
Partido Socialista fue del mismo carácter que del sindicalismo, participando en la actividad general de la sociedad,
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desatendieron la enseñanza de que su posición tenía que ser “crítica”, se dejaron absorber por la realidad, y se fueron
sometidos por ella en vez de dominarla.

Reelabora el pensamiento de Maquiavelo, tomando por premisa que el “nuevo príncipe” debía ser un “intelectual
colectivo” destinado al llamamiento a la revolución, por parte de la clase revolucionaria de cada tiempo. La política
como en Maquiavelo, es una actividad autónoma, con sus principios y leyes propias, y todo acto es concebido como
útil o dañoso. El valor o desvalor, políticamente analizado de todo acto, está en función del incremento del poder del
Partido. A la vez, sostiene que la división entre gobernantes y gobernados es en cierto sentido, una creación de la
división del trabajo, es un “hecho técnico”.

La historia de un partido tendrá que ser forzosamente la historia de un determinado grupo social. En cuanto a los
“planes políticos” de los partidos, sólo pueden ser fijados en sus aspectos centrales, puesto que la acción política que,
modifica esos planes, en cierta medida depende de “los movimientos del adversario”. En el accionar del partido, hay
que reconocer la existencia de gobernantes y gobernados como la manera más eficientes a la hora de la acción y de
decidir. En tal sentido es fundamental “evitar sacrificios inútiles”. Gramsci no está en desacuerdo con el “asalto al
poder”, pero en la medida en que en tal accionar estén involucradas las mayorías y exista la posibilidad del éxito. Si el
Estado socialista es un estado de transición, ya que no es todavía el comunismo, y, tiene como deber hacer desaparecer
las clases y la propiedad privada; definitivamente estas tareas no pueden ser cumplidas por el Estado democrático-
parlamentario.

Una primera distinción gramsciana en cuanto a los partidos reside en categorizar los como:
1. Partido de Elite: donde una élite de hombres de cultura pretende dirigir a un movimiento desde el punto de vista de
la ideología.
2. Partido de Masa: caracterizado por una fidelidad genérica de tipo militar a un centro político. Existe una fuerte
orgánica.

Asimismo la necesidad de la existencia de un partido reside en el hecho de que estén dadas las condiciones para su
triunfo, o que dichas condiciones estén en vías de desarrollo. Para su formación deben coexistir: 1) un grupo de
hombres que actúen disciplinadamente y con capacidad de organización; 2) un grupo dirigente –los intelectuales- que
pretende otorgar cohesión al grupo; 3) –los cuadros intermedios- que pone en contacto y articula la relación de los
dirigentes con la masa.

El “hombre político”, se caracteriza por “la búsqueda de los medios idóneos para presidir prácticamente la dirección
política general”. Para accionar en política es necesaria la intuición política, y se debe entender por “intuición” no el
“conocimiento” de los individuos sino la rapidez para vincular hechos aparentemente extraños entre sí, y para concebir
los medios adecuados para encontrar los intereses en juego y suscitar las pasiones de los hombres, orientando a éstos
hacia una acción determinada. El jefe político podrá ser un individuo, un cuerpo político más o menos numeroso, éstos
podrán variar, pero no afectarán y la unidad del cuerpo. En el caso de los Partidos de masa, en cuanto carezcan de una
elaboración doctrinaria extensa, se hace necesario el jefe carismático.

A la vez, los partidos son portadores, creadores y difusores de ideología. La misma funciona como agente de
unificación social. Se identifica con la concepción del mundo de una clase.

Distingue dos clases de ideologías: las “orgánicas” (manifestación de una clase social); las “arbitrarias o racionalistas”
(las que no son sino puro vuelo literario). En cuanto las orgánicas son históricamente necesarias, tienen una validez
psicológica, “organizan” a las masas humanas.

Asimismo, los partidos cumplen una función de policía, de un cierto orden político y legal. Puede que ejerza esta
función con carácter reaccionario o progresivo. Y si el partido es progresista, funcionará en el sentido del centralismo
democrático, y si es regresivo, lo hará en el sentido del centralismo burocrático, y en este último caso tiene de partido
sólo el nombre, en realidad es puramente un ejecutor.

DEMOCRACIA SOCIALISTA Y CONSEJOS OBREROS


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Con relación a la Democracia, señalaba: “los números son un simple valor instrumental: dan una medida y una
relación, y nada más. Se mide la eficacia y la capacidad de persuasión. A quienes desestimaban la democracia, los
critica diciendo que para ellos es preferible: “indudablemente, convertirse en élite por decreto”.

Señala que el sindicato, como órgano defensivo de los trabajadores como asalariados y no como productores, con una
estructura federalista y jerarquizada, no puede ser la base del Estado nuevo. Los Consejos obreros tienen como tarea
democratizar a los sindicatos y a la vez la construcción del nuevo partido de la revolución. Se enfrenta aquí con el
diseño de los “soviets”, ya que éstos estaban separados de los consejos de fábrica, constituyen los consejos organismos
económicos, y los soviets, organismos políticos. El objetivo era la construcción de un movimiento revolucionario. Es
en la experiencia de los Consejos que las masas conocen su capacidad de autogobierno, por eso cuando los obreros
fueron los árbitros de su propio destino fueron “hegemónicos”. Sin embargo, luego de la experiencia frustrada de los
Consejos, por limitaciones geográficas y políticas, atribuirá ese fracaso a un insuficiente grado de madurez del
conjunto del movimiento obrero.

CONCLUSIÓN
El desplazamiento que Gramsci efectúa de la sociedad civil del campo de la estructura a la superestructura, tiene una
influencia decisiva sobre la concepción de las relaciones entre Estado y Sociedad Civil. Afirma Bobbio que contra las
simplificaciones de las interpretaciones deterministas del marxismo, Gramsci tuvo en claro la compleja relación entre
estructura y superestructura.

No es la estructura económica lo que determina directamente la acción política, sino la interpretación que se da de ella.
Para Marx las ideas justifican instituciones, son reflejos de la superestructura. Para Gramsci las relaciones entre
instituciones e ideología, aún en el esquema de una acción recíproca, quedan invertidas, las ideologías se convierten
en momento primario, las instituciones en el secundario.

El gran aporte gramsciano, es la recuperación de la política como acción que frena o acelera los procesos económicos.
Además nos presenta las dos caras de la Política, la de la fuerza, pero también la de la persuasión. Es fundamental
también su caracterización del Partido Político, no sólo como conductor y vanguardia, sino en su papel de educador y
de expresión de las experiencias de las masas proletarias y campesinas.

EL DECISIONISMO. CARL SCHMITT

TOTALITARISMO, TIRANÍA Y DICTADURA


El término “totalitarismo” aparece por vez primera en 1925 y, como el autoritarismo, fue inventado por el fascismo.
Friedrich establece una lista de cinco requisitos para la existencia de un sistema totalitario: a) una ideología oficial; b)
un único partido de masas controlado por una oligarquía; c) el monopolio gubernamental de las armas; d) el
monopolio gubernamental de los medios de comunicación; y e) un sistema policíaco de terror, que elimine a las
minorías disidentes. Poco después se añadió otro requisito; una economía dirigida de manera centralizada, el caso
soviético es un claro ejemplo. Cabe aclarar que el monopolio gubernamental de las armas se encuentra tanto en las
democracias como en los regímenes autoritarios.

Arendt en “Los orígenes del totalitarismo”, analiza dos regímenes políticos comprendidos dentro del totalitarismo, el
nazismo y el stalinismo. Son nuevas formas de dominación, dado que no se limita como las otras tiranías, sólo a
destruir la capacidad política del hombre aislándolo en su vida política, sino también en su vida privada. En este
sentido, el totalitarismo, no trata de lograr la transformación revolucionaria de la sociedad, sino la transformación de
la naturaleza humana.

El totalitarismo, no utiliza al terror como un medio de intimidación, sino que se convertirá en la esencia misma del
régimen. Así, el terror, “sacrifica a las partes a favor del todo”.

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Lo que la dominación totalitaria necesita para guiar el comportamiento de sus súbditos es una preparación que les
haga igualmente aptos para el papel de ejecutor como para el papel de víctima. Esta doble preparación, es la ideología.
Esta pretende explicar de manera total el curso de la historia, se vuelve autónoma del mundo real, construye un mundo
ficticio totalmente coherente, de donde deriva la legitimidad del régimen.

La dominación totalitaria se instrumentaliza a través del “partido único”, en el cual sus “elites” cultivan una creencia
fanática en la ideología, y haciendo de la propaganda un instrumento fundamental, mientras que, internamente, el
terror será la esencia de la forma de gobierno. Pero, el objetivo de la propaganda totalitaria no es la persuasión, sino la
organización, y hacer penetrar la ideología en todos los rincones de la sociedad, politizando todas las actividades.

El régimen totalitario no tiene sin embargo una estructura monolítica. Existe una multiplicación de competencias; la
primera división se da entre grupos simpatizantes y militantes, a su vez dentro de los militantes hay grupos
paramilitares y la policía secreta, cada persona puede ser un agente de la policía y a su vez se sienten todos vigilados.

Así, el marco totalitario puede repetirse indefinidamente, al integrar constantemente nuevas capas, surge de la lógica
de que siempre se necesitan nuevos controles, para controlar a los controladores.

Los grupos de élites, adquieren la forma de organización paramilitar como consecuencia de que los mismos fueron
concebidos en principio como “instrumento de lucha ideológica dentro del movimiento”. Así, las formaciones de élite
del partido se encuentran más claramente separadas del mundo exterior, que cualquier otro grupo. El “jefe” representa
de una forma diferente, a las de todos los demás líderes ordinarios de partidos, dado que reivindica su responsabilidad
personal por cualquier hecho o acción de cualquier funcionario o miembro del partido, cada orden emana de él, por lo
tanto siempre está presente. Lo cual destruye todo tipo de responsabilidad y competencia, realmente obstaculiza la
productividad.

Por lo tanto, la categoría más alta en la organización de los movimientos totalitarios es la del círculo íntimo en torno al
“jefe”, que puede ser una institución formal (URSS), o una camarilla cambiante de hombres que no desempeñan
necesariamente un cargo (Alemania). Como se verá, la personalización del poder es un aspecto fundamental.

El totalitarismo utiliza al Estado como una fachada exterior, pero por encima del Estado hay una multiplicidad de
organizaciones, en las cuales descansa el núcleo de poder del país. Todo el poder real queda centrado en el
movimiento.

DICTADURA Y AUTOCRACIA
El término tiranía pertenece a la historia política, y significaba para los griegos rey, designando el gobierno de uno
solo antes del siglo V A.c., recién allí pasa a denotar una forma ilegal, ilegítima y degenerada de gobierno de una sola
persona. El término que ha venido a reemplazar realmente al de tiranía ha sido el de “dictadura”; y ello porque lo
hemos usado en los últimos años con el significado que antes expresaba tiranía. A su vez, el dictador romano era una
magistratura extraordinaria de corta duración para afrontar estados de emergencia militar. Esta magistratura degeneró
con Julio César, dejando un recuerdo ambivalente. Maquiavelo y Rousseau elogiaron la dictadura romana. Garibaldi
se autoproclamó dictador. El primer cambio se dio con Marx, el uso de la expresión implicaba la idea del recurso a la
fuerza. Sólo con el fascismo llegó a comprender la dictadura como un Estado diferente y “sui generis”.

Una dictadura es un gobierno no constitucional, bien porque sus dirigentes convierten en un engaño a la constitución
preexistente, bien porque redactan una constitución que les confiere el poder para hacer de hecho lo que quieren:
prohíbe todos los partidos, para constituirse como Estado de partido único. Un término más adecuado para representar
una buena antítesis de democracia sería “autocracia”. En la democracia el poder no le pertenece a nadie, se repudia el
poder personalizado.

INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO DE CARL SCHMITT


El individualismo imperante y el abstencionismo del Estado se encuentran en el centro de la crisis del Estado de
Derecho. Frente a esta situación, se dan tres respuestas posibles a la crisis: el fascismo totalitario, el camino soviético-
comunista y la social-democracia. En la Alemania pre-nazi, nos encontramos con un Partido Socialista fuerte, Este
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Partido lleva a cabo la Constitución de Weimar, pero los principios socialistas, se expresaban sólo con carácter
programático, y no estando presente la unidad política, era inevitable que la decisión recayese a favor del “statu quo”
social.

Así como en el siglo XVII los ingleses lograron frenar a la Corona defendiendo la tradición del “rule of law”,
degradando al príncipe al a órgano del Estado, en Alemania esta tradición no existió, y no pudo transformar al príncipe
en uno de los elementos del Estado. Tampoco la Corona logra convertir Alemania en un Estado con poder
centralizado. En 1848, finalmente la burguesía se animó a hacer la revolución, pero no lo hizo con valentía. En
definitiva, el proceso, luego de persecuciones, desemboca en la Constitución bismarckiana de 1871 que tenía una
soberanía dual, por un lado el Reich y por el otro, el pueblo. La gran humillación fue, que las aspiraciones de la unidad
nacional y la representación más o menos democrática en el Reichstag no fueron una conquista de la burguesía, sino
una concesión de Bismark.

Schmitt, teórico alemán de derecho político, nace en 1888. Fue discípulo de Weber. Autor de la “Teoría decisionista
del Derecho”, fue un fuerte crítico antiliberal. Sus críticas al Estado de Derecho y al parlamentarismo partidocrático
desembocaron en una propuesta de un régimen dictatorial-democrático plebiscitario.

Ya en 1937 sus relaciones con el régimen nazi se deterioran, habiendo renegado del nazismo del cual fue funcionario
por algún tiempo, luego de la ocupación soviética a Berlín, es conducido al Tribunal de Nüremberg en calidad de
testigo y posible defensor de los criminales de guerra, es puesto en libertad, y se recluye en su pueblo natal. En los ’70
es reivindicado por la izquierda italiana, Schmitt y Bobbio mantienen una profusa correspondencia.

CONSTITUCIÓN, EXCEPCIÓN, Y DERECHO


El Estado de excepción, es aquel durante el cual sostiene, que las garantías individuales quedan disueltas; ya que como
advierte, el gobierno de Weimar es incapaz de tomar la más mínima decisión. Reivindica la concepción jurídica del
“espíritu del pueblo” de Savigny, sólo que este espíritu está en el líder. Hay que reconocer en cambio, que sus
advertencias e impugnaciones a la reducción liberal de la democracia, al engranaje institucional garante del
individualismo egoísta, tienen un fundamento racional, y la teoría democrática debe hacerse cargo de ello. No quería
un Estado totalitario, sino uno autoritario, del cual esperaban el afianzamiento de la “libertad”. Cabe estar advertidos
que la palabra “libertad” se traduce como destrucción de la Constitución.

Desde una postura organicista del Derecho y del Estado, Schmitt elaboró una teoría jurídica y sociológica que intentó
formarse en una de las bases doctrinales racionales del nacionalsocialismo. Para él, cambiar el Estado por un acto
voluntarista, constituye una unidad que se articula con la voluntad del “caudillo”. Deja atrás a una tradición intelectual
que centraba en el concepto de sociedad a la clave de la política. El modelo obligado para democratizarse y dinamizar
sus economías, era el constituido por las instituciones anglosajonas y el mercado. El intento alemán fue Weimar, que
Schmitt reconoce que bajo el ropaje democrático constitucional permanece el Estado bismarckiano. En la sociedad
contemporánea de Schmitt, la sociedad estaba fuertemente escindida y sus intelectuales sumidos en radicales
antagonismos, dejaba “muy poco espacio al relativismo, es decir a la tolerancia”. Schmitt se incluía en los bandos
radicales, reduciendo la política a la distinción entre “amigo y enemigo”; la actividad política no habría de sustentarse
en la discusión sino en la “decisión”.

EL CONCEPTO DE LO POLÍTICO EN CARL SCHMITT


La politización de ámbitos importantes de la sociedad que han sido desnaturalizados por la comunidad organizada
democráticamente nos conduce al “Estado total”, que se basa en la identidad de Estado y Sociedad. La
interpenetración recíproca induce a error, ya que no es posible referir más a la ecuación: Estado=político.

La particularidad de la Constitución burguesa propia del pensamiento liberal decimonónico era la sospecha del poder
público y garantía frente al abuso del poder. La tendencia del Estado burgués de Derecho va en sentido de desplazar lo
político, limitar en una serie de formaciones todas las manifestaciones de la vida del Estado (en competencias
limitadas rigurosamente).

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Para Schmitt, la distinción política específica a la que pueden reconducirse todas las acciones y motivos políticos, es la
distinción de “amigo-enemigo”. Es una distinción autónoma por no poder reconducirse a ninguna otra distinción,
como podría ser el “bien-mal” o “belleza-fealdad”.

El enemigo político no necesita ser malo, no feo; no hace falta que se erija en competidor económico; simplemente es
el otro, el extraño, en un sentido intensivo. En este último extremo pueden producirse conflictos con él que no pueden
resolverse ni desde alguna normativa general previa ni en virtud del juicio de un tercero “imparcial”.

Este derecho, es el correlato del supremo deber del Estado de proveer protección y orden (matar o morir). En su crítica
hacia la partidocracia, resuenan los prejuicios hacia las facciones y la desintegración social; para Schmitt, lo político
debe poder ser referido a la unidad del Estado. Si las agrupaciones políticas son las que refieren lo político, el
enfrentamiento y la guerra civil están cerca, y ya que sólo la unidad en el Estado permite aventar este peligro. La
posibilidad de matar físicamente hace que los conceptos de “amigo-enemigo” y “lucha” adquieran un sentido real. La
guerra tiene sus propias reglas, pero no es el objetivo ni el contenido de la política, pero constituye el presupuesto que
siempre está dado y origina así una conducta específica política. En conclusión, para evitar la guerra (excepción
siempre posible), hacemos política.

SOBERANÍA, DECISIÓN Y PODER CONSTITUYENTE


Schmitt advierte la crisis de la definición bodiniana de soberanía. La soberanía como “poder supremo, originario e
independiente”, aparecía en los hechos como una noción inútil, porque del orden jurídico estatal se elimina así todo
elemento personal decisorio. El poder bodiniano, queda diferido a una norma originaria. Kelsen se reduce a eliminar
todo elemento personal y a referir el orden jurídico a la norma impersonal. Pero Schmitt advierte que se requiere
siempre la interposición de un sujeto jurídico con autoridad para poner en acto la norma.

El problema entonces es “quién decide”, cuestión no contemplada en la norma. Antes e la norma está, jurídicamente,
“la decisión”, previa a ella, “nace la nada”. ¿Sobre qué decide en última instancia el decisor soberano? Sobre el estado
de excepción. La excepción produce la decisión. Schmitt encuentra las dos notas configuradotes del soberano, “la
decisión y la excepcionalidad”. La dictadura significa también la clausura “sine die” de la legitimidad tradicional,
sustituida por la legitimidad carismática, producto siempre de la excepcionalidad y aturo de la decisión que la zanja a
la excepcionalidad. Detrás de la norma, aún de la originaria, hay otra instancia, el poder.

Schmitt desenmascara quién está más allá de la “nomocracia”. No se trata aún del caos, sino del poder puro. Es
todavía el “orden, el último componente del orden jurídico. En la excepcionalidad, el orden se transfiere de la norma a
la decisión. Allí aparece el “soberano”. La decisión, es el acto creador o recreador de un orden.

Soberano es entonces aquel que decide sobre el estado de excepción. Concepto de la soberanía como concepto límite.
Por eso su definición no puede referirse a un caso normal, sino al estado de excepción, en referencia a un “concepto
general” de la teoría del Estado. En efecto, una norma general cualquiera del derecho vigente nunca puede prever una
excepción absoluta ni dar fundamento cierto a una decisión que zanje si un caso es o no verdaderamente excepcional.

En la práctica del Estado de Derecho la actuación está sometida a control, y dividida entre distintos poderes que se
limitan y equilibran recíprocamente, pero si no hay control alguno, se ve quién es el soberano.

El concepto de soberanía en Bodin se orienta ya hacia el caso crítico, es decir “excepcional”. Bodin siempre viene a
parar a la misma pregunta: ¿Hasta qué punto está el soberano sujeto a las leyes y obligado frente a los estamentos
sociales? Y contesta: El príncipe sólo está obligado frente al pueblo y a los estamentos cuando el interés del pueblo
exige el cumplimiento de la promesa, pero no lo está “si la necesidad es urgente”. El mérito de Bodin es haber
insertado en el concepto de soberanía la “decisión”. Las situaciones dualísticas, o pluralistas, de compromiso, sólo son
provisorias, apenas el momento crítico aparece se hace necesaria la decisión, y ésta es tomada por el poder que
represente la unidad política (sea el Príncipe o el Pueblo, o la Nación).

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¿Quién es el soberano; Dios, el emperador, el príncipe o el pueblo? Desde el siglo XVI los juristas toman como punto
de partida una serie de atributos de la soberanía. Ser soberano significaba poseer esos atributos. La controversia giraba
acerca de quién es competente cuando el orden jurídico no resuelve el problema de la competencia.

No toda facultad extraordinaria, son ya un estado excepcional; falta que la facultad sea ilimitada por sí, es decir un
estado excepcional. Se requiere la suspensión total del orden jurídico vigente. El Estado suspende el Derecho, por
virtud del derecho a la propia conservación. Entre el “orden” y la “norma”, prima el orden, es decir, la “decisión”.

Menester es que el orden sea restablecido, si el orden jurídico ha de tener sentido. Es necesario implantar una situación
normal en consecuencia, y soberano es quien con carácter definitivo decide si la situación es, en efecto, normal. Es el
soberano el que crea esa situación y la garantiza. Más que monopolio de la coacción, al decir de Weber, para Schmitt,
es “monopolio de la decisión”. La tendencia del Estado de Derecho a regular lo más a fondo posible el estado de
excepción es el intento de circunscribir con precisión los casos en que el derecho se suspende a sí mismo. La situación
creada por la excepción no puede ser definida ni como una situación de hecho ni como de derecho; no es un hecho,
porque sólo se crea por la suspensión de la norma; pero, porque se suspende el derecho, no es tampoco una figura
jurídica. La decisión se separa de la norma jurídica y la autoridad demuestra que para “crear derecho no necesita tener
derecho”. Lo normal nada prueba; la excepción todo; no sólo confirma la regla, sino que ésta vive de aquella.

La República de Weimar demuestra y prueba, que una “democracia protegida” (por un soberano que decide) no es una
democracia, y que la dictadura constitucional funciona como una fase de transición que conduce fatalmente al régimen
totalitario.

CONCEPCIÓN DE LA DICTADURA Y DE LA POLÍTICA


Según Schmitt, la dictadura es una sabia invención de la República romana. El dictador era un magistrado
extraordinario, para que en tiempos de peligro hubiera un “imperium”
Fuerte, que no estuviera obstaculizado, como el poder de los cónsules. El dictador era nombrado por el consulado a
solicitud del Senado, tenía el cometido de eliminar la situación peligrosa que motivó su nombramiento. Era nombrado
por seis meses, pero antes del transcurso de este plazo renunciaba, si había ejecutado su misión.

Según Maquiavelo, el dictador no es ningún tirano, y no es algo así como una forma de dominación absoluta, sino un
medio romano para preservar la libertad. El dictador puede deliberar por sí solo; adoptar todas las disposiciones. Pero,
no puede modificar las leyes existentes, no puede derogar la constitución, ni la organización de los poderes públicos,
ni hacer leyes nuevas. Las autoridades regulares siguen existiendo. Es siempre un órgano del Estado extraordinario,
pero constitucional. Maquiavelo recomendaba al Príncipe ilimitado gobernar siempre por sí mismo y no por medio de
magistrados; porque con éstos siempre depende de la voluntad de los titulares del cargo.

La política parlamentaria oculta que, es un obstáculo para la realización de una democracia real. La verdadera
democracia para Schmitt es, en este sentido, la democracia realizada en la identificación del pueblo en un líder popular
y carismático en forma aún más perfecta que en un estado de derecho. La dictadura, puede ser “ciertamente antiliberal
pero no necesariamente antidemocrática”.

El aporte de Schmitt es la articulación entre Estado de excepción y orden jurídico, ya que la dictadura tiene una
continuidad jurídica. Introduce en el Derecho una zona de anomia, para hacer posible la formación efectiva de lo real.

Poder constituyente es la voluntad política cuya fuerza o autoridad es capaz de adoptar la concreta decisión de
conjunto, sobre modo y forma de la propia existencia política, determinando así la existencia de la unidad política
como un todo. No puede reducirse el poder político a la mera fuerza, y que tanto él como la autoridad necesitan de la
continuidad, y contiene una referencia a la tradición y permanencia.
Una Constitución no agota de manera alguna el poder constituyente que siempre puede manifestarse, en consecuencia
las lagunas constitucionales sólo pueden ser llenadas por el poder constituyente y no por las leyes constitucionales. El
poder constituyente es unitario e indivisible, y comprende a todos los otros poderes. Schmitt se pregunta luego sobre
el sujeto del poder constituyente (quien lo ejerce). El hecho político interesante y significativo es que los Estados

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Generales convocados por el Rey francés, -por estamentos, clero, nobleza y burguesía-, se transforman en Asamblea
Nacional Constituyente, en junio de 1789, sin que ninguna norma válida previamente lo haya autorizado.

La palabra Nación designa para Schmitt, “al pueblo como una unidad política con capacidad para obrar y con la
conciencia de su singularidad política y la voluntad de existencia política, mientras que el pueblo que no existe como
Nación es una asociación de hombres unidos en alguna manera de coincidencia étnica o cultural pero no
necesariamente política. La doctrina del poder constituyente presupone una Nación. El poder constituyente no está
vinculado a formas jurídicas y procedimientos; está “siempre en estado de naturaleza”.

También, una minoría puede ser el sujeto del Poder constituyente, aclarando que esta minoría no es una minoría de
votación, sino que es una minoría organizada firmemente que no invoca la voluntad de la mayoría, pero adopta como
tal las decisiones políticas fundamentales (ej: “Revolución de Mayo” iniciada por los vecinos porteños). En estos
casos el Estado tiene la forma de Aristocracia u Oligarquía. Para Schmitt, sin duda estos regímenes son “dictaduras”
en tanto representan “sólo un tránsito, un acto de constitución”. Por último, refiriéndose a la democracia, afirma que el
pueblo como sujeto del Poder Constituyente, no puede transformarse en organización firme, el pueblo no es
magistratura, pero a la vez le pertenecen las decisiones políticas fundamentales, y pronunciándose en contra de las
elecciones mediante la votación secreta, sostiene que la aclamación es sobre todo en los momentos de crisis el mejor
procedimiento para que el pueblo se exprese. Modernamente la llamada “opinión pública”.

CONCLUSIÓN
Schmitt comparte con Hobbes la idea de que el Derecho no es “razón” sino “voluntad”. Significa lo opuesto al
pensamiento normativista y a una concepción de la política basada en el ideal de la discusión racional. Para Schmitt, la
destrucción de la vida humana no tiene justificación posible, sólo tiene sentido en el “estricto plano del ser, como
afirmación de la propia forma de existencia contra una negación igualmente óntica de esa forma”. Es que comparte
con Weber la desilusión ante el proceso de racionalización del mundo occidental que culmina con la creación de una
civilización mecanizada. Esperaba poner en movimiento una vida política petrificada por la “técnica”, a través de lo
que caracteriza al fenómeno político, que es la “potencial enemistad y conflicto”. Sólo rescatando lo político y, por
tanto, la guerra, sería posible desprenderse de una civilización vacía y opresiva.

Schmitt usa el concepto de “excepción” para atacar la idea de que conflictos extremos pueden ser resueltos por la
legalidad o deliberación. La “verdadera decisión” revela en un instante la naturaleza dictatorial de la autoridad
soberana.

La tecnología, lejos de convertirse en una instancia neutral, ha devenido en un ciego instrumento al servicio del poder.
La búsqueda de una esfera neutral donde la humanidad pudiese evadir todo conflicto es utópica. Asume que la única
manera de comprender seriamente el fenómeno político es admitir la maldad inherente a la naturaleza humana.

Schmitt acierta en señalar las limitaciones del Estado de Derecho. “Pero que la norma general sea impotente ante
circunstancias críticas no brinda una teoría general que reemplace la noción de un Estado sujeto al derecho.

El territorio del Estado y de lo político es para Schmitt el límite infranqueable para cualquier decisión ética del
individuo. La preservación del orden hacen que los valores morales sean dejados al Estado. Weber admite que las
visiones contrastantes del mundo “entre las cuales uno debe finalmente optar pertenecen a la esfera de la política”.
Pero, esto no implica que los individuos no puedan tomar parte o decidir en el terreno de la política.

Las consecuencias autoritarias del decisionismo de Schmitt no yacen en su relativismo ético, sino, en el intento de
crear un dominio de decisiones morales absolutas e indisputables en la vida política.

Su clara crítica del liberalismo, pone de manifiesto lo que oculta el pensamiento liberal. El liberalismo oculta la
violencia del mercado fingiendo que no hay violencia sino competencia.

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Podemos rescatar de Schmitt, quien junto a Maquiavelo y Schumpeter entre otros, es quien representa un llamado a
tomar en cuenta el carácter irreductible del conflicto político, el problema de que la decisión y su juego en un contexto
de oposiciones, constituyen la defensa “desencantada” de la democracia.

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