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no se ven aterrados ante ésta. Pues desean que su alma abandone su cuerpo y
de tal manera ya no tendría el impedimento tal cuerpo para obtener y adquirir la
más pura sabiduría y sólo en los infiernos se obtendría tan sabiduría que los
verdaderos filósofos buscan tanto.
Se dice que el hombre que teme ante la muerte es un hombre que ama al
cuerpo, los honores y la riqueza, tanto como por separados como ambos juntos, y
no a la sabiduría,. esto sería todo lo contrario a lo que aspira un verdadero filósofo,
el cual sí ama la sabiduría y no al cuerpo.
Todos los hombres creen que la muerte es uno de los mayores males; y
aquellos hombres fuertes lo son por el miedo, puesto que cuando se enfrenta a la
muerte con algún valor, la sufre por un mal mayor.
Cebes le dice a Sócrates, con respecto al alma, que los hombres no creen
en esta inmortalidad del alma, se imaginan que cuando el alma deja el cuerpo,
ésta ya no existe, que se desvanece como un vapor y no existe en ningún lugar.
Si, de lo contrario, subsistiera por sí misma, habría una esperanza grande y bella;
que el alma viva después de la muerte, que actúe y piense es lo que necesita
explicación y también que sea probado. Entonces Sócrates se pregunta si las
almas de todos los muertos están en los infiernos, o si no lo están, retoma una
antigua creencia que trata sobre las almas, que éstas, al dejar este mundo, se
dirigen al Hades y que de ahí vuelven a la vida y al mundo, luego de haber
experimentado la muerte. Se deduce entonces que no todas las almas están en
los infiernos.
Luego se habla sobre que todas las cosas nacen de sus contrarios cuando
lo tienen. Por ejemplo, lo bello es contrario a lo feo, lo justo de lo injusto, entre
otros. Entre dos contrarios existen dos procesos de generación: de éste a aquél y
de aquél a éste. Entre algo mayor y algo menor, a este proceso se le llama
crecimiento y disminución, crecer y disminuir, lo cual se logra a través de la
experiencia.
El motivo por el cual los verdaderos filósofos renuncian a todo los deseos
del cuerpo, se dominan y no se entregan a sus pasiones y no temen a la pobreza
ni la ruina de su casa, como el pueblo se afana por las riquezas es buscar la
purificación del alma para llegar así a permanecer por toda la eternidad junto a los
Dioses.