Você está na página 1de 9

Autoconcepto y autoestima

Comúnmente la delimitación conceptual entre autoconcepto y autoestima no es


clara, a veces, ambos conceptos se usan indistintamente para hablar del
conocimiento que una persona tiene de sí, sin embargo, es útil diferenciar estas
dos partes. El autoconcepto se refiere a la idea que tengo sobre mí, la autoestima
a la parte valorativa que hago sobre mi propio concepto; cuánto me quiero con
la idea que tengo sobre mí.

El autoconcepto comienza a desarrollarse en la infancia junto con todo el proceso


que va dándole a cada ser humano los distintos matices de su personalidad y
que lo hacen ser único y diferente de los demás, surge y se fortalece de las
interacciones con las personas significativas de la vida, de cómo nos observan y
cómo nos observamos a nosotros mismos, al reflejar, como en un espejo, todas
las características de nuestra personalidad que vamos formando al adaptarnos
al mundo. Podemos encontrar varias dimensiones dentro de él que se relacionan
con las facetas de nuestra vida, estas son: académica/laboral, social, emocional,
física y familiar.

El autoconcepto y el desarrollo sano de la personalidad dependen de los lazos y


la calidad de las relaciones de la primera infancia, aunque sigue formándose
durante todas las etapas y siempre existe la posibilidad de que surjan eventos o
relaciones lo suficientemente significativas que den la oportunidad de
modificarlo.
Consecuencias de la baja autoestima

De una u otra manera, todas las áreas de la vida quedan afectadas cuando la
persona piensa tan mal sobre sí misma. Veamos algunas de las situaciones más
comunes:

La persona con baja autoestima puede involucrarse en relaciones personales


tóxicas, destructivas, porque no se da a valer para que sea tratada con el respeto
y el amor que merece.

Respecto a su vida social, puede decidir no involucrarse en muchas actividades


para evitar las críticas de la gente, que suele tomarse tan a pecho.

En el trabajo, puede suceder algo parecido: que evite tareas por miedo a no
hacerlo perfecto o, incluso, que deje de optar a algún puesto de trabajo por no
verse lo suficientemente buena para el mismo.

Por otro lado, la baja autoestima también puede desembocar en


comportamientos muy negativos como, por ejemplo, las adicciones. O, en
algunos casos, llevar a una persona a desarrollar una personalidad violenta, para
enmascarar sus vulnerabilidades.

Si en lugar de esas creencias negativas, la persona tuviese una autoestima sana,


no quiere decir que no tendría problemas ni que dejaría de vivir experiencias
desagradables, pero sí tendría mejores armas para afrontarlas.
Ventajas de la autoestima alta

Los 10 beneficios más importantes de tener una autoestima sana, según el


doctor Robert M. Sherfield:

1. Estás más seguro de quién eres y de lo que tienes para ofrecerle al


mundo.
2. Estás capacitado para poder ver lo bueno de los demás y del mundo que
te rodea. (Obviamente, pues ya has entrenado contigo mismo.)
3. Te es más fácil dejar el pasado atrás y experimentar lo bueno del
momento presente.
4. Eres más fuerte para afrontar la adversidad y los fracasos.
5. Has desarrollado la capacidad de perdonarte a ti mismo y a otros.
6. Reafirmas tus valores, tu integridad y tu forma de ser.
7. Cuidas más de tu salud, tanto de la física como de la mental.
8. Estás en condiciones de desarrollar una postura optimista ante la vida y
de vivir de acuerdo a ella.
9. Estás más contento y puedes compartir tu alegría con otros más
fácilmente.
10. Estás capacitado para responsabilizarte de tu propia vida y de lo que
haces con ella.
Fuentes de autoestima

Las principales fuentes de autoestima, por orden de mayor a menor importancia


pueden ser las siguientes:

1. Aceptación y apoyo de personas importantes. El factor más importante que


hace que las personas tengan una alta autoestima tiene que ver con lo bien que
se siente él o ella con las personas que son importantes en su vida: en primer
lugar los padres y compañeros y luego los amigos y profesores.

2. Aspecto físico. Al evaluarse a sí mismos, las personas consideraban la


apariencia física como el área más importante y se juzgaron a sí mismos según
lo atractivos que se consideraban.

3. En tercer lugar se encuentra la aceptación social.

4. La competencia en el trabajo escolar, el comportamiento y la actividad atlética


se consideran menos importante, pero no deben pasar desapercibidas

La presencia de una de estas fuentes no compensa la falta de otra.


Distorsiones cognitivas

Las distorsiones cognitivas son aquellas maneras erróneas que tenemos de


procesar la información, es decir, malinterpretaciones de lo que ocurre a nuestro
alrededor, generando múltiples consecuencias negativas. Las personas que
padecen depresión tienen una visión de la realidad en la que las distorsiones
cognitivas juegan un papel principal. En mayor o menor medida, todos podemos
presentar alguna vez, algún tipo de distorsión cognitiva y saber detectarlas y
analizarlas, nos ayudará a tener una mente más clara, desarrollando actitudes
más realistas y sobre todo, positivas.
Unas de ellas podrían ser:
Personalización
Las personas se sienten responsables al 100% de acontecimientos en los que
apenas han participado o incluso en aquellos en los que no han participado en
absoluto.
Abstracción selectiva o filtraje
Consiste en centrar la atención en aquellos aspectos negativos e inadecuados,
acordes a nuestros esquemas e ignorar o apenas tener en cuenta el resto de
información. Se filtra lo negativo, lo positivo se olvida.
Sobregeneralización
Es la tendencia a creer que si ha ocurrido alguna vez, ocurrirá otras muchas
veces.
Maximización y minimización
Esta distorsión cognitiva consiste en magnificar los errores propios y los éxitos
de los demás, y minimizar los propios éxitos y los errores de los otros.
Pensamiento polarizado
Consiste en valorar los acontecimientos de forma extrema, sin tener en cuenta
los aspectos intermedios. Ver las cosas blancas o negras, falsas o verdaderas.
Razonamiento emocional
Se refiere a la suposición, por parte de las personas de que sus emociones
reflejan como son las cosas. Creer que lo que se siente emocionalmente es cierto
necesariamente. Si una persona se siente irritada es porque alguien ha hecho
algo para irritarle.
Afirmaciones de “debería”, “tengo que”
Son creencias rígidas e inflexibles acerca de cómo debería ser uno o los demás.
Las exigencias centradas en uno mismo, favorecen la autocrítica, mientras que
las dirigidas hacia los demás favorecen la rabia, la ira y la agresividad.
Inferencia arbitraria
Consiste en dar por hecho determinadas suposiciones, aunque no exista
evidencia por ello. Hay dos formas de hacerlo:

Adivinación del pensamiento. Creer saber lo que piensan los demás y por qué
se comportan de la forma que lo hacen.
Adivinación del futuro. Esperar que las cosas salgan mal, sin permitirse la
posibilidad de que sean neutras o positivas.
Etiquetación
Utilizar «etiquetas» peyorativas para describirse a uno mismo, en lugar de
describir los hechos o cualidades objetivamente y con exactitud.
Disfrutar de la soledad

La soledad es un sentimiento difícil de sobrellevar, aunque muchos lo padezcan


en la actualidad. No siempre resulta claro, para la persona el saber cómo
enfrentarla. La soledad para algunos, la oportunidad de encontrar algo de calma
y tranquilidad, pero para otros, quizás para la mayoría, es el temor de
enfrentarse consigo mismos y de correr el riesgo de que no les guste lo que
encontrarán en su interior.
Cuando estamos solos, podemos recordar las pérdidas, los errores cometidos,
revivir épocas de abandono, ya sea en la infancia, la adolescencia o en la vida
adulta; recordar situaciones difíciles como enfermedades o muerte de seres
amados; etc.
También, las personas, ante la soledad, se enfrentan con sentimientos de
aislamiento, melancolía – recordando amores del pasado o épocas en las que
no se sentían tan solos -; tristeza, pesadumbre o vulnerabilidad, temiendo que,
si les llegara a pasar algo en medio de la noche o fuera de sus casas, no
contarían con el apoyo de nadie para enfrentar la situación y tendrían que valerse
por sí mismas, corriendo el riesgo de no poder solucionar dicha situación de
emergencia.
Aunque esto es posible que le ocurra a cualquiera, el hecho de saberse sola, a
la persona que no tiene a nadie cerca o de manera permanente, le provoca
fantasías catastróficas que le hacen temer lo peor, lo más grave o doloroso,
aunque eso sea en realidad algo poco probable, pues siempre existe la
posibilidad de encontrar la ayuda de alguien. Ese alguien puede ser un amigo,
un vecino o, incluso, un desconocido que esté dispuesto a brindarnos su ayuda,
de manera humanitaria y desinteresada, para salir adelante.
Lo que es importante marcar, es que la soledad en muchos casos es un estado
necesario para poder establecer un nuevo orden, para elaborar duelos, y para
poder mirar dentro de nosotros y reconocernos como lo que realmente somos:
seres humanos que necesitamos de conexión y sentido de pertenencia.
Las personas con recursos pueden superar más fácilmente ese estado de
abandono o duelo y no sentir miedo de estar solos ni viven como vergüenza el
tener que recurrir a un terapeuta u otra persona para explorar lo que están
viviendo y tocar sus sentimientos dolorosos o desagradables.
Saben que, con ayuda, será más fácil volver a encontrar sentido a las pérdidas
que han sufrido y a sus vidas. Confían en sí mismas y en el apoyo de los demás,
se trate de terapeutas, de amigos, familiares, compañeros de trabajo, de la
iglesia o incluso de desconocidos, a fin de cuentas, todos son sus semejantes y
sabe que lo pueden comprender y acompañar en su proceso de recuperación.
También reconocen que respetando esos momentos y espacios de soledad,
podrán restaurar la parte que se ha sentido triste, abandonada o lastimada. Es
similar al enfermo que necesita guardar reposo en casa, en su cama, para poder
recuperar la salud física antes de retomar su vida y sus actividades cotidianas.
La soledad también es un espacio o estado de reflexión donde uno entra en
contacto consigo mismo y puede recuperar sus fuerzas y su poder personal para
romper con un estado de “dependencia extrema” que puede resultar patológica,
pues este tipo de relaciones reafirman la creencia de que la persona depende de
otro para estar bien, sentirse seguro o ser feliz.
Las personas necesitamos unas de otras, debemos estar abiertas al contacto
con otros semejantes, pero, así como necesitamos de momentos de contacto,
también debemos aprender a retirarnos para asimilar lo que hemos vivido a
través de los demás. Algo similar a los periodos de vigilia y de sueño. No
podemos estar todo el tiempo sólo en uno de estos estados, sino que, para lograr
un buen equilibrio, necesitamos cuidar de ambos.
El estar sólo con uno mismo también puede calmar la mente, ayuda a fortalecer
el autocontrol y ayuda a conocerse mejor y a identificar las propias sensaciones,
sentimientos y necesidades personales.
Es un estado de gracia y de calma que evita caer en un estado de enajenación
con el mundo y ayuda a regular nuestro sistema nervioso y las relaciones con
los demás, evitando así conflictos y malos entendidos generados por el
agotamiento de estar demasiado tiempo en contacto sin buscar los espacios
necesarios para estar consigo mismo, en soledad.
La compasión

La compasión es un comportamiento dirigido a eliminar el sufrimiento y a producir


bienestar en quien sufre. Es fundamental para lograr la calma y el bienestar y
potencia nuestras relaciones sociales. En ella se pueden considerar diferentes
facetas:
Un componente emocional que, ante la presencia de un estímulo, y nos provoca
un impulso a actuar. En este sentido la compasión es una emoción que surge
ante la percepción del sufrimiento ajeno y nos provoca un impulso dirigido a
paliar el sufrimiento que percibimos. La conducta compasiva genera fuertes
reacciones emocionales asociadas al sistema neurológico del bienestar.
Un componente conductual que incluye el compromiso y la decisión de realizar
acciones dirigidas a eliminar el sufrimiento.
Un componente cognitivo que incluye varias facetas:
La atención al sufrimiento ajeno.
La evaluación de ese sufrimiento.
La evaluación nuestras capacidades concretas para intervenir eficazmente y
poder paliarlo en ese momento.
Por otro lado la autocompasión se refiere a como nos comportamos con nosotros
mismos cuando las cosas no nos salen bien y tiene un efecto terapéutico en la
vergüenza y la autocrítica. Parte de la emoción que nos lleva a neutralizar o
superar nuestro propio sufrimiento. La compasión hacia los demás incluye la
misma emoción que está involucrada en la autocompasión y, por ello, si el
sufrimiento ajeno nos deja impasibles, podemos ser también implacables con el
nuestro y viceversa. El sentimiento es el mismo y ser compasivos con otros
puede ayudarnos a serlo con nosotros mismos y si somos críticos con los demás
probablemente lo seremos con nosotros mismos.
La compasión y la autocompasión activan el sistema de bienestar. Nos producen
alegría y calma. Nos ayudan a afrontar nuestros fallos, a tomar riesgos, a
practicar y manejar nuestros fallos desde la competencia, a manejar las críticas
y los conflictos, a crear mejores y más armoniosas relaciones. Puede llegar a ser
el centro de nuestra identidad, si encontramos en ella el sentido de nuestra vida.

Você também pode gostar