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AREA DE TECNOLOGIA
PASTO NARIÑO
11-4
2018
ACOSO CALLEJERO
DOCENTE
AREA DE TECNOLOGIA
PASTO NARIÑO
11-4
2018
TABLA DE CONTENIDO
Contenido
1. INTRODUCCIÓN .............................................................................................. 4
2.5 Todos los piropos son abuso callejer sirve prohibirlos .............................. 17
3. CONCLUSIONES ............................................................................................ 19
4. BIBLIOGRAFIA ............................................................................................... 20
1. INTRODUCCIÓN
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2. ORIGENES DEL ACOSO CALLEJERO
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Por sus características, el acoso puede considerarse un acto violento, si viola la
intimidad de la víctima, teniendo que aceptar “expresiones” sobre ella/el, ya sea
físicas, como en el caso de “manoseos”, “agarrones” o encerrones; psicológicas,
como es el caso de “piropos” y silbidos; en el caso del exhibicionismo. Asimismo,
como señalan diversos estudios (Fairchild & Rudman, 2008; Ilahi, 2010; Macmillan,
Nierobiz & Welsh, 2000), este tipo de prácticas parecen conllevar diversos tipos de
consecuencias, en términos emocionales, de uso de los espacios y de percepción
de seguridad.
Hay otros tipos de acoso que también se desarrollan en la vía pública y que no se
engloban dentro del término “acoso callejero”, como el que sufren las personas
homosexuales por su orientación sexual. En este caso se habla de “agresiones
homófobas”.
Son prácticas de connotación sexual ejercidas por una persona que no pertenece
a tu círculo íntimo, en espacios públicos como la calle, el transporte o espacios semi
públicos (mall, universidad, plazas, etc.); que suelen generar malestar en la víctima.
Estas acciones son unidireccionales, es decir, no son consentidas por la víctima y
quien acosa no tiene interés en entablar una comunicación real con la persona
agredida.
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2.2 ¿Por qué el ASC es violencia?
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suspenden por detalles del entorno. No hay excusas ni justificaciones para el acoso
sexual callejero.
Por todo lo anterior, las víctimas no deben sentir culpa o vergüenza por sufrir acoso
sexual callejero, puesto que NUNCA ES SU CULPA. Lo importante es reflexionar
de manera crítica y consciente, teniendo en cuenta que esta problemática afecta a
personas particulares, pero responde a un fenómeno social complejo.
El acoso callejero, como otros tipos de acoso, puede producir un gran número de
efectos mentales negativos en las víctimas. En un artículo publicado en el año 2000,
basado en un "Estudio Canadiense de Violencia Contra las Mujeres", mostraba que
la exposición al acoso de extraños es un factor importante en la percepción de las
mujeres de su seguridad en público. El acoso de un extraño, induce al miedo de la
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victimización sexual. El acoso en Chile, el fenómeno parece tener una inquietante
extensión. De acuerdo al Servicio Nacional de la Mujer SERNAM (2012), el 59% de
las mujeres y el 30% de los hombres encuestados declara de haber sufrido algún
acto calificado ya como acoso callejero (dichos o palabras obscenas, susurros,
encerrones, persecución con dichos obscenos), mientras que el 30% de las mujeres
y el 20% de los hombres se declara víctima de situaciones catalogadas como abuso
(encuentro con exhibicionista, frotación, agarrón, manoseo).
Con respecto a ambos puntos, evidencia SERNAM (2012:10): “La distancia entre
distinguir que se fue víctima de alguna forma de agresión sexual y la identificación
de la ocurrencia de determinadas formas 4 específicas de agresiones, es entre dos
y tres veces en el caso de los hombres y en el caso de las mujeres de dos veces.
Los hombres son menos conscientes de haber sido víctimas de acoso y/o abuso, lo
cual, puede explicarse por las representaciones sociales de género.”
Actitudes Públicas
YouGov llevó a cabo en agosto de 2014 una encuesta sobre acoso callejero en la
que participaron cerca de 1.000 estadounidenses. En ella el 72% manifestó que no
consideraba apropiado "silbar" a una mujer por la calle, mientras que el 20%
afirmaba que es aceptable en ocasiones. Además, mientras que el 55% calificó esta
práctica de "acoso", el 20% afirmaba que era "cortés".
El estudio concluyó que los estadounidenses de entre 18 y 29 años son los más
propensos a entender estas prácticas como algo bueno.1
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¿Qué impulsa a un niño a hostigar a otro? Si usted ha sufrido alguna vez el acoso
de alguien, tal vez se sienta tentado a decir que no le importa el porqué de su
conducta, pues no hay nada que la justifique. Y probablemente esté en lo cierto. Sin
embargo, existe una gran diferencia entre buscar razones y buscar excusas. Las
razones por las que un niño se convierte en un abusón no justifican su mal
comportamiento, pero quizá nos ayuden a comprenderlo. Y tal comprensión puede
resultar muy valiosa. ¿Por qué?
Una joven de 16 años que había sido maltratada por su padrastro y sus compañeros
de escuela dice que empezó a intimidar a otras personas cuando llegó a la
secundaria. Ella admite: “Estaba tan enojada; buscaba peleas con todo el mundo.
El dolor que sientes hace mella en ti. Y entonces quieres que los demás también lo
sientan”. Aunque la violencia física tal vez no sea muy común entre las muchachas,
sí lo es la ira que hay detrás de dicho comportamiento.*
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decirlo, pero algunos son agresivos porque en su casa han aprendido que el mejor
modo de salirse con la suya es intimidando a otros y agrediéndolos verbalmente.
Por desgracia, tales métodos muchas veces funcionan. Shelley Hymel, consejera
adjunta de Educación de la Universidad de Columbia Británica (Canadá), quien ha
estudiado durante veinte años el comportamiento de los niños, señala: “Algunos
chicos tratan de arreglárselas como sea para obtener lo que buscan, y
lamentablemente, la intimidación surte efecto. Consiguen lo que desean: poder,
prestigio y atención”.
Otro factor que contribuye a que el problema del acoso aumente es la falta de
supervisión. Muchas víctimas se sienten desamparadas, y lo triste es que en la
mayoría de los casos esa es la realidad. Debra Pepler, directora del LaMarsh Centre
for Research on Violence and Conflict Resolution —un centro de investigación sobre
la violencia—, de la Universidad de York (Toronto, Canadá), estudió el
comportamiento de los alumnos en el patio de recreo de la escuela y observó que
los maestros solo descubrían y detenían el 4% de los casos de intimidación.
Sin embargo, la doctora Pepler opina que es de crucial importancia que alguien
intervenga. Ella señala: “Los niños son incapaces de resolver el problema porque
es una cuestión de poder; cada vez que uno de ellos se mete con otro, su poder se
refuerza”.
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Un informe de la National Association of School Psychologists de Estados Unidos
señala que, por temor al hostigamiento, en ese país faltan a la escuela diariamente
más de ciento sesenta mil estudiantes. Los jovencitos que sufren este tipo de acoso
a menudo dejan de hablar de la escuela o de una asignatura o actividad escolar en
particular, e intentan perderse clases, llegar todos los días tarde y hasta inventarse
excusas para ni siquiera ir.
¿Cómo puede reconocerse a los niños que son víctimas de la intimidación de sus
compañeros? Pues bien, estos suelen volverse irritables y retraídos, ponerse de mal
humor, sentirse frustrados y parecer cansados. Además, a veces se comportan de
forma agresiva en su casa, con sus amigos o con otros muchachos de su edad. Los
niños que presencian por casualidad el trato intimidatorio de sus compañeros
también sufren, pues el temor que les infunde dicha conducta disminuye su
capacidad de aprendizaje.
Pese a todo esto, la revista Pediatrics in Review señala: “Para las víctimas y para
la sociedad, la consecuencia más grave del acoso es la violencia que genera, la
cual induce en ocasiones al suicidio y al asesinato. El sentimiento de impotencia
de los niños que sufren intimidación puede ser tan profundo que algunos
reaccionan atacando mortalmente al agresor o quitándose la vida”.
Las personas que son blanco de un acoso constante pueden perder la confianza en
sí mismas e incluso ver arruinada su carrera. También pueden padecer graves
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problemas de salud. Muchas sufren dolores de cabeza, insomnio, ansiedad y
depresión, y algunas llegan a presentar síntomas de estrés postraumático. Mientras
que las víctimas de agresiones físicas suelen recibir el apoyo compasivo de otros,
quienes son acosados psicológicamente tal vez no obtengan el mismo respaldo,
pues el daño no es tan obvio. En lugar de compadecerse de la víctima, sus familiares
y amigos tal vez se cansen de escuchar sus quejas.
Repercusiones en la familia
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2.4 Son necesarias las leyes para el acoso callejero
Hoy no existe en Chile una figura legal para denunciar y proteger a las víctimas de
acoso callejero. Por eso, proponemos incorporar estos ataques a la legislación del
país, desde sus manifestaciones leves hasta las más graves, porque consideramos
esta forma de violencia en su globalidad y proponemos que la normativa también lo
haga.
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faltas o delitos que no existen. Así, la Ley de Respeto Callejero, en primera
instancia, es una herramienta para las víctimas, sean éstas hombres o mujeres.
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Las propuestas conciben al transporte público como el lugar más propicio para el
acoso callejero, sobre todo en horas pico, cuando hay mayor afluencia de pasajeros.
Dentro de las iniciativas de políticas públicas también se han implementado lo que
comúnmente se conoce como “buses rosados” o “vagones exclusivos” para
mujeres.
Estas acciones, más que generar una reducción significativa en cifras, generan
rechazo. No sólo por parte de los hombres, sino también de muchas mujeres,
porque constituyen una política segregacionista similar a la ocurrida en Estados
Unidos contra la minoría negra. Este tipo de políticas no disminuye el problema del
acoso, apenas podrá prevenir algunos casos dentro de los vagones o autobuses
que agrupan a los pasajeros según su sexo.
Lo único que consigue dividir a hombres de mujeres es profundizar aún más a una
cultura separatista y atrasar el proceso educativo de convivencia plural y respetuosa
que debería existir en las distintas ciudades del mundo. Más allá de la equivocada
idea que los hombres gustan de las mujeres y son los únicos sujetos activos de un
potencial acoso callejero.
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2.5 Todos los piropos son abuso callejer sirve prohibirlos
Según el alcalde local, Libardo Vásquez, las sanciones para quienes incumplan la
medida serán pedagógicas y no económicas, eso incluye capacitaciones con
especialistas y hasta un psiquiatra cuando sea necesario. La iniciativa va
acompañada también de una campaña con la que se instalaron avisos, que dicen
por ejemplo “Un galán no acosa a las mujeres en la calle, hace de Timbío un
territorio seguro para ellas”, en siete puntos considerados más críticos por las
mujeres. La plaza de mercado, el terminal de transporte, el parque central y la
cancha de fútbol, son algunos de ellos.
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Una excelente medida, porque reconoce la naturalización y normalización de las
violencias contra las mujeres y toma medidas pedagógicas para erradicarlas
empezando por los y las servidores públicas, lo cual es un gran ejemplo.
Prohibir el piropo suena insólito y hasta folclórico por la tradición de su uso, pero lo
que se quiere poner de presente es su sentido discriminatorio y su carga
intimidatoria contra la mujer; eso no se prohíbe por decreto, pero sí se llama la
atención de un fenómeno machista, ese de lanzarle a la mujer en público una
demostración quizá por su belleza o su estilo, pero en el fondo lo que desea el
provocador es devorarla, comerla. Y acá hay un ataque simbólico y hasta físico.
Hay quienes dicen que los piropos están en el “ADN” de la sociedad y que es algo
natural y parte de la costumbre. ¿Está de acuerdo? No. Los piropos son una
expresión de la cultura patriarcal que asume que los cuerpos de las mujeres habitan
el espacio para satisfacer la mirada y el deseo masculino, y que los varones tienen
el derecho de expresar públicamente sus deseos. No. Es como decir que la violencia
es connatural al hombre por haber nacido en Colombia. Son conductas que se
aprenden, provenientes de una cultura de origen hispánico, el siglo de oro español
con Quevedo fue muy rico en crear esos mensajes cortos e ingeniosos y picantes
para cortejar a una mujer, en especial
Que continúa viendo a las mujeres como objetos y no como sujetos de derechos.
Un hombre que dice piropos en la calle a las mujeres evidencia su inseguridad e
incapacidad de establecer relaciones con las mujeres en igualdad, por ende
evidencia que es un hombre que se considera inferior aparentando ser superior a
las mujeres Hoy puede ser una acción anacrónica, de hecho queda más bien como
una cierta costumbre provinciana que subsiste aún en ciudades grandes. Si se dice:
“Si cocinas como caminas me como hasta el pegado”, uno de los clásicos, es un
deseo manifiesto de comer y de ver la mujer en la cocina y relacionarla como objeto
para comer sexo, así que hay razón para sublevarse.
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3. CONCLUSIONES
El cuerpo del varón no ha sido el objeto del deseo, basta con ver los anuncios
comerciales, los programas de televisión etc. Lo que esto indica es que los
hombres han tenido el privilegio y el poder de referirse a los cuerpos de las
mujeres, de tomar decisiones sobre ellas. Los hombres culturalmente son
asumidos como sujetos (con derechos), y las mujeres como objetos. Es una
relación de poder.
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4. BIBLIOGRAFIA
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