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SEGUNDO PARCIAL DE SOCIOLOGÍA:

LOUIS ALTHUSSER – Ideología y Aparatos Ideológicos de Estado


Acerca de la reproducción de las condiciones de producción – Acerca de la Ideología “Althusser de la U3 Y
Althusser de la U4”

La condición final de la producción es la reproducción de las condiciones de producción, de lo contrario, una


formación social que no reproduzca las condiciones de producción para que la producción sea posible, no
sobrevivirá siquiera un año.

¿Qué es la reproducción de las condiciones de producción?

Las tenaces evidencias (evidencias ideológicas de tipo empirista) ofrecidas por el punto de vista de la mera
producción incluso de la simple práctica productiva, (abstracta ella misma con respecto al proceso de
producción) se incorpora de tal modo a nuestra conciencia cotidiana, que es sumamente difícil, por no decir
casi imposible, elevarse al punto de vista de la producción. Sin embargo, cuando no se adopta tal punto
de vista todo resulta abstracto y deformado (más que parcial), aun en el nivel de la producción y con mayor
razón todavía en de la simple práctica.

El proceso de producción emplea fuerzas productivas existentes en y bajo estas relaciones de producción
definidas para existir. Toda formación social debe reproducir las condiciones de su producción, esta se divide
en dos ramas:

a) Las fuerzas productivas


b) Las relaciones de producción existentes

No hay producción si no se asegura la reproducción de las condiciones materiales de la producción: la


reproducción de los medios de producción (materia prima, instalaciones fijas, instrumentos de producción,
etc.).

La reproducción de las condiciones materiales de la producción no va a ser pensada a nivel de la empresa


pues no es allí donde se da en sus condiciones reales. Lo que sucede en el nivel de la empresa es un efecto,
que sólo da la idea de la necesidad de reproducción, pero que no permite en absoluto pensar en las
condiciones y los mecanismos de la misma. Así, la demanda de medios de producción puede ser satisfecha
por la oferta.

La reproducción de las fuerzas de trabajo

La fuerza de trabajo se asegura dándole el medio material para que se siga reproduciendo: el salario. Pero no
basta con asegurar la fuerza de trabajo, y las condiciones materiales de su reproducción para que se
reproduzca como tal, debe ser competente, apta para ser utilizada en el complejo sistema del proceso de
producción. Debe ser calificada según las exigencias de la división socio-técnica del trabajo, en sus distintos
“puestos” y “empleos”.

La calificación de las fuerza de trabajo tiende a asegurarse no “en el lugar del trabajo”, sino fuera de la
producción, por medio del sistema educativo, diseñado para aumentar la fuerza de trabajo.

En la escuela se aprenden “habilidades”, además de técnicas y conocimientos, pero también se aprenden las
“reglas” de convivencia que debe observar todo agente de la división del trabajo según el puesto que está
destinado a ocupar: reglas de moral y conciencia cívica y profesional, lo que significa en realidad reglas del
respeto a la división social y técnica del trabajo y, en definitiva, reglas del orden establecido por la
dominación de clase.

La reproducción de la fuerza de trabajo no solo exige una reproducción de su clasificación sino, al mismo
tiempo, la reproducción de su sumisión a la ideología dominante. Así nace el sometimiento a la clase
dominante. No solo la escuela sino también otras instituciones de Estado como la iglesia, el ejército o los
medios de comunicación, son los que enseñan las habilidades bajo formas que aseguren tal sometimiento.
La reproducción de la calificación de la fuerza de trabajo se asegura en y bajo las formas de sometimiento
ideológico. Entonces reconocemos la presencia eficaz de una nueva realidad: La ideología.

¿Cómo se asegura la reproducción de las relaciones de producción? Para responder esa pregunta hay que
rescatar primero dos cuestiones.

La sociedad

Utilizaremos la estructura de una sociedad como en principio Marx la describe. Toda sociedad está
constituida por dos niveles: la infraestructura o base económica (“unidad” de fuerzas de trabajo y relaciones
de producción) y la superestructura que comprende dos instancias, la jurídico-política y la ideológica. Este
diseño está estructurado con un interés teórico-pedagógico que ofrece una fundamental ventana teórica
que permite inscribir en el dispositivo teórico de sus conceptos esenciales lo que nosotros hemos llamado su
índice de eficiencia respectivo.

El Estado

El Estado es una máquina de represión que permite a las clases dominantes asegurar su dominio sobre la
clase obrera para someterla al proceso de explotación de la plusvalía. El Estado gira en torno a la posesión
del poder del Estado. Por otra parte, existe el aparato de Estado. El objetivo de la lucha de clases concierne
al poder de Estado y en consecuencia en la utilización del aparato de Estado, determinado por las clases que
tiene el poder de Estado en función de sus objetivos de clase. Para hacer progresar la teoría del Estado, es
indispensable tener en cuenta no solo la distinción entre poder de estado y aparato de estado, sino también
otra realidad que se manifiesta junto al aparato (represivo) de Estado, pero que no se confunde con él, los
aparatos ideológicos del estado (AIE).

Así como existen los aparatos represivos también existe una pluralidad de aparatos ideológicos de Estado.
Además, los aparatos represivos son de dominio público, y en el caso de los aparatos ideológicos, son del
domino privado. No existen aparatos de Estado puramente represivos: las instituciones como la policía y el
ejército también utilizan la ideología, y de la misma manera no existe un aparato puramente ideológico. La
diferencia esencial entre el aparato represivo de estado y el aparato ideológico del Estado, es que el primero
“funciona mediante la violencia”, en tanto que el AIE funciona mediante la ideología. A pesar de la
diversidad de AIE, se podría decir que la clase dominante ejerce la represión y a su vez utiliza su ideología.
Así pues, el AIE también tiene su lugar en la lucha de clases.

¿Cuál es la medida del rol de los aparatos ideológicos de Estado? ¿A qué corresponden la “función” de esos
aparatos ideológicos del Estado que no funcionan con la represión sino con la ideología?

Reproducción de las relaciones de producción

El rol del aparato represivo del Estado consiste esencialmente, en tanto aparato represivo, en asegurar por la
fuerza, las condiciones políticas de reproducción de los relaciones de producción que son en última
instancia, relaciones de explotación. El aparato de Estado no solamente contribuye en su propia
reproducción sino también, y sobre todo, asegura mediante la represión las condiciones políticas de la
actuación de los aparatos ideológicos.
La función de la diversidad de los aparatos ideológicos de estado, en su rol único, es reproducir las relaciones
de producción.

La clase dominante en las formaciones capitalistas maduras asegura la “armonía” entre el aparato represivo
y los aparatos ideológicos por medio del aparato ideológico escolar.

Todos los aparatos de Estado buscan el mismo resultado: reproducir las relaciones de producción (i.e. las
relaciones capitalistas de explotación). Por medio del sometimiento de los individuos a una ideología de
Estado “democrática”, atiborrando a todos los ciudadanos mediante la prensa, la radio, la televisión, con
dosis diarias de nacionalismo, chovinismo, liberalismo, moralismo. Se inculca en los niños “habilidades”
recubiertas por la ideología dominante en estado puro (moral, instrucción cívica, filosofía, etc.)

Cada grupo está provisto de la ideología que conviene al rol que debe cumplir en la sociedad de clases.

Se puede concluir que la pareja Escuela-familia constituye el aparato ideológico del Estado dominante,
aparato que desempeña el rol determinante en la reproducción de las relaciones producción de un modo de
producción amenazado en su existencia por la lucha de clases.

La metáfora del edificio: Definición de “base” y “superestructura”


El concepto de base es la infraestructura, hace referencia a las fuerzas productivas y las relaciones y a las
relaciones de producción, es decir la base económica. Mientras que la superestructura comprende dos
niveles: la jurídico- política (el derecho y el estado) y la ideológica (las distintas ideologías, religiosa, moral,
jurídica, política, etc.). El índice de eficacia define quien determina a quien: Según Marx la base va a
determinar qué tipo de ideologías son las que van a existir en la superestructura. Pero Althusser lo que
plantea es que la superestructura acciona sobre la base para fortalecerla y así a su vez la condiciona.

Los Aparatos Ideológicos de Estado: ¿Qué son y en qué se diferencia con respecto a los Aparatos Represivos
de Estado
Según Althusser los aparatos ideológicos del estado funcionan masivamente con la ideología como forma
predominante. Estas ejercen una violencia simbólica a través de la dominación ideológica. Son de dominio
privado. Existe una pluralidad de AIE y son principalmente aquellas instituciones como: el aparato ideológico
del estado religioso (el sistema de las distintas iglesias), el AIE escolar (sistema de distintas escuelas, publicas
y privadas), el AIE familiar, el AIE jurídico, el AIE político (el sistema político del cual forman parte los
distintos partidos), el AIE sindical, el AIE de información (prensa, radio, TV, etc.) y por último el AIE cultural
(literatura, artes, deportes, etc.). Todos los AIE concurres al mismo resultado, la reproducción de las
relaciones capitalistas de explotación. La diferencia fundamental entre los aparatos ideológicos del Estado y
los aparatos represivos de Estado es que el aparato represivo de Estado funciona mediante la violencia, en
tanto los AIE funcionan mediante la ideología. El aparato represivo funciona masivamente con la represión
(incluso física) como forma predominante y secundariamente la ideología, no existen aparatos puramente
represivos. Por ejemplo, la policía y el ejército se guían por valores e ideología, no solo para ejercer la fuerza
si no que también para su propia cohesión y reproducción. Los AIE funcionan masivamente con la ideología
como forma predominante, pero utilizan secundariamente y en situaciones límites una represión atenuada y
disimulada. Otra diferencia a resaltar es que el aparato represivo de Estado (ejército, policía, prisiones etc.)
pertenece enteramente al dominio público y la mayor parte de los AIE provienen en cambio del dominio
privado. Son privadas las iglesias, los partidos, los sindicatos, las familias, algunas escuelas, la mayoría de los
diarios, las instituciones culturales etc. También, el aparato represivo de Estado constituye un todo
organizado cuyos diferentes miembros están centralizados bajo una unidad de mando, es decir una
organización centralizada y unificada bajo la dirección de representantes de las clases de poder. En cambio,
los AIE son múltiples, distintos, susceptibles y “relativamente autónomos”.

¿Cuál es el papel de la conciencia en el texto del autor?


El lugar designado a la conciencia en el texto es que el aparato ideológico escolar reemplazo en sus
funciones al antiguo AIE, es decir la Iglesia. En un sentido político se considera que la escuela constituye al
AIE dominante ya que este aparato desempeña un rol determinante en la reproducción de las relaciones de
producción. Es decir que el aparato político somete a los individuos a la ideología política del Estado, la
ideología “democrática” por medio del aparato de información, el aparato escolar, cultural etc. En el aparato
escolar se “toman” niños y niñas de todas las clases sociales desde el jardín de infantes para inculcarles la
ideología dominante en estado puro: moral, instrucción cívica, filosofía etc. Una gran masa de niños cae en la
producción (obreros y campesinos) y otra parte de la juventud se encamina para cubrir puestos de pequeños
y medianos cuadros, empleados, funcionaros pequeños y medianos, pequeños burgueses de todo tipo. Cada
grupo está prácticamente provisto de la ideología que conviene al rol que debe cumplir en la sociedad de
clases: rol de explotado con “conciencia” profesional, moral, cívica y nacional. En la escuela, a través de los
maestros se debe respetar este tipo de conciencia, impuesta por la ideología dominante para proteger el
régimen capitalista.

La ideología

Todos los aparatos ideológicos del Estado funcionan con una ideología básica, que Marx definía como: “el
sistema de ideas, de representaciones que domina al espíritu de un hombre o grupo social”. La teoría de las
ideologías se basa en la historia de las formaciones sociales; por lo tanto en los modos de producción
combinados en ésta y de las luchas de clases que en ellas se desarrollan.

Teoría de la ideología general:

• La ideología es pura ilusión, como un sueño, no es absolutamente nada.


• La ideología no tiene historia.
• La ideología está dotada de una estructura y funcionamiento que constituyen una realidad no-
histórica (omnihistórica).
• La ideología es “eterna” en el sentido que decimos que lo es el inconsciente según Freud.
• La ideología es una representación imaginaria de la relación con sus condiciones reales de existencia.

Ofrecemos dos tesis para apoyar esta teoría:

Tesis 1: la ideología representa la relación imaginaria de los individuos con sus condiciones reales de
existencia.

La palabra ideología significa: ilusión o alusión a algo. Los hombres se representan en forma imaginaria sus
condiciones reales de existencia. La existencia de los grupos de estos cínicos que basan su dominación y
explotación del “pueblo” en una representación falseada del mundo que han imaginado para esclavizar los
espíritus mediante el dominio de su imaginación. Como Marx decía: “es la alienación material que reina en
las condiciones de existencia de los hombres mismos” (trabajo alienado). En la representación imaginaria del
mundo que se encuentra en una ideología están reflejadas las condiciones de existencia de los hombres y
por lo tanto su mundo real.

Toda ideología en su formación necesariamente imaginaria no representa las relaciones de producción


existentes (y las otras relaciones que de allí derivan), sino ante todo la relación (imaginaria) de los individuos
con las relaciones de producción y las relaciones que de ella resultan. En la ideología no está representando
entonces el sistema de relaciones reales que gobiernan la existencia de los individuos, sino la relación
imaginaria de esos individuos con las relaciones reales que viven.

Tesis 2: la ideología tiene una existencia material.

Los individuos viven en la ideología, cuya deformación imaginaria depende de su relación imaginaria con sus
condiciones de existencia, con las relaciones de producción y de clase. Diríamos que esta relación está
dotada de existencia material. El individuo en cuestión se conoce de tal o cual manera, adopta tal o cual
comportamiento práctico y, además, participa en ciertas prácticas reguladas, que son del aparato ideológico
del cual “dependen” las ideas que él ha elegido libremente con toda conciencia, en su calidad de sujeto.
Todo depende de la noción del sujeto; la ideología interpela a los individuos como sujetos.
La ideología solo existe por el sujeto y para el sujeto, puesto que toda ideología tiene por función la
“constitución” de los individuos concretos en sujeto. Así la ideología no está nada más en las formas
materiales de la existencia de ese funcionamiento. El hombre por naturaleza es un animal ideológico, cuando
reconoce en otro el discurso que argumenta. La ideología transforma a los individuos en sujetos a través de
la interpelación ideológica.

MAX WEBER- Economía y sociedad


Poder y dominación

Poder: Para Weber, el poder refiere a la probabilidad de imponer la propia voluntad dentro de una relación
social, de allí no se colige que esta voluntad sea sólo de los gobernantes, solo afirma que se de la
probabilidad de que se de imponer la propia voluntad, además, esta se da en una relación social, es decir,
que hay relación cuando existe ya la probabilidad u oportunidad de que una acción social tenga otra vez
lugar. Estas relaciones se realizan en un espacio de posibilidades y reacciones. Por tanto, toda imposición de
mi voluntad implica la posibilidad de ser resistida, en ello, Foucault coincide en ello al afirmar “no hay poder
sin resistencia”. La definición de poder de Weber supone la resistencia eventual y el conflicto posible, en
otras palabras, en la medida en que yo quiero hacer e imponer lo que quiero, puede ser que eso no esté en
concordancia con lo que los otros quieren hacer. Eso supone el conflicto, por tanto, estamos ante una
relación de fuerza, en última instancia política. Weber insiste en que es dicha relación de poder es probable.
Algo es probable cuando ya ha ocurrido y puede volver a ocurrir, el grado de probabilidad es variable. Aquí
se trata de la probabilidad de imponer la propia voluntad, es decir, que se haga lo que yo quiero; Weber
sitúa el poder en el marco de las relaciones sociales. Cuando Weber habla de probabilidad no lo hace en
términos matemáticos-estadísticos, sino en términos de probabilidad lógica y fáctica (lo cual denota una
clara influencia de Kant), de una expectativa de los actores involucrados. El poder es hacer que los otros
hagan lo que yo deseo, aún contra toda resistencia, es decir, podemos hablar de que hay relación de poder
cuando incluso no queriéndolo los otros y las otras, yo logro que ellos hagan lo que yo quiero. Esta relación
de poder existe independientemente de qué piensen o sientan los otros o de cómo perciban a quien impone
la acción. La relación de poder no significa necesariamente que el poder sea legítimo. Algo es legítimo
cuando es aceptado, tolerable; eso es lo que lo hace legítimo, cuando resulta que los otros hacen lo que yo
quiero, pero lo hacen en conformidad, estando de acuerdo. El que ejerce el poder lo ejerce fundado en la
aceptación de aquellos/as sobre quienes se ejerce el poder, y estos últimos lo aceptan así porque lo
encuentran fundado y adecuado. Esto determinará el grado de legitimidad para el ejercicio del poder.

Dominación: El concepto de dominación en Weber implica la probabilidad de encontrar obediencia a un


mandato determinado, contenido entre personas dadas, en otras palabras, podemos decir que hay
dominación cuando hay quienes están dispuestos a acatar órdenes o mandatos en un contexto relacional2.
La dominación implica el ejercicio efectivo del poder, en la medida en que la capacidad de mando se expresa
mediante el acatamiento concreto de quienes obedecen o están dispuestos a obedecer determinadas
órdenes. El asunto de la dominación no es algo puramente jurídico, sino estrictamente sociológico; la
tipología de la dominación de Weber se corresponde con su tipología (sociológica) de la acción social
(tradicional, emotiva y racional sea teleológica o axiológica). Es decir, hay tres tipos de dominación:

La dominación tradicional justifica el ejercicio del poder por la vía de la naturalización: se tiene el poder por
herencia, porque las cosas son así, porque siempre han sido así…
La dominación carismática depende de que aquellos sobre los que se ejerce el poder, crean que el líder
efectivamente tiene capacidad para dirigir al grupo, para hacer las cosas que esos otros esperan que el líder
haga.
La dominación racional tiene un carácter más institucionalizado, el fundamento de la dominación no es ya el
carisma ni la tradición, sino la ley y el reglamento: la burocracia es el reino de las reglas y las normas,
aplicadas racionalmente. La creencia en la legalidad, las leyes y reglamentos, es decir que el fundamento del
poder reside en esas reglas y la legitimidad de la que disponen los dirigentes o jefes, reside en la ley o el
reglamento.

Para Weber ¿qué implica la aparición del Estado moderno? La desaparición de un estado patrimonial en el
que los funcionarios eran dueños de los cargos; en el Estado moderno, los cargos los ocupan los funcionarios
de forma temporal, realiza sus funciones de acuerdo con ciertas reglas y se retiran conforme a ciertas reglas.
Implica una organización burocrática de la actividad del Estado. Implica un solo ejército, subordinado al
Estado, que tiene como fin defender la soberanía y las fronteras, evitando la ocupación. A partir de cierto
momento los Estados modernos se apropian del derecho (legítimo) de ejercer la violencia física al interior,
negando ese derecho a los agentes o actores privados. Por otro lado, el Estado establece reglas obligatorias
en el alcance de su territorio, con órganos encargados de hacer cumplir la ley. El reclamo del monopolio
sobre la violencia legítima está anclado en el surgimiento del Estado nacional moderno. Es decir, el Estado
monopoliza tanto los fines como los medios de la violencia legítima, es la única fuente del “derecho” a la
violencia legítima. En resumen, para Weber el Estado se define como la “Asociación que mantiene de
manera continua la validez de sus órdenes en el interior de determinadas fronteras geográficas, con la
posibilidad de recurrir a la coacción física”.

¿Por qué aceptamos la dominación? ¿Es suficiente la respuesta dada por Weber “en la medida en que el
interés que tengan en obedecerla supere al que tengan en desobedecerla”? Un asunto central, es que
ocupamos darle sentido a nuestra vida, de justificar la existencia social. Como individuos necesitamos
legitimar nuestra vida, tenemos derecho a una justificación de por qué y cómo existimos. Aquí juega su papel
central para el orden social, la violencia simbólica. Ésta se genera e inscribe lo social en las cosas y en cuerpo.
Esta violencia, según Bourdieu, se ejerce sobre un agente con la ausencia de éste. Los agentes sociales son
agentes no conscientes que, aunque estén sometidos a determinismos contribuyen a producir la eficacia de
aquello que los determina en la medida en que ellos estructuran lo que los determina. Es decir, es un tipo de
violencia que se ejerce con complicidad del dominado. Los agentes desconocen que tal violencia es tal, por
ello, es ejercida sin resistencia. La violencia simbólica, más que la violencia física o cualquier otra forma de
coacción mecánica, constituye el mecanismo principal de la reproducción social, el medio más poderoso del
mantenimiento del orden. En este sentido, toda legitimidad se funda en seleccionar significaciones ni
universales y arbitrarias y presentarlas como universales y objetivas. Así toda dominación legítima, se apoya
en el monopolio del capital simbólico, sus poseedores tienen el poder de “hacer cosas con las palabras”:
-Construir la verdad e imponer una determinada visión del mundo social.
-Establecer los criterios de diferenciación social.
-Clasificar y construir los grupos sociales.
-En otras palabras, la realidad social, no es sólo un conjunto de relaciones de fuerza entre diversos agentes
sociales, es también, un conjunto de relaciones de sentido, las que constituyen la dimensión simbólica del
orden social.
HENRY LEFEBVRE- Sociología de Marx
Sociología del conocimiento e ideología

El concepto de ideología es, en opinión del autor, uno de los más ricos que ha introducido Marx. Pero es
también muy oscuro. Para comprenderlo bien se hacen unas consideraciones preliminares:
a) El término ideología proviene de la escuela empirista sensualista francesa de finales del s. XVIII (Destutt de
Tracy, Condillac). La ideología es la ciencia de las ideas que estudia su génesis y desarrollo a partir de las
sensaciones. Marx transforma este término, y le da un matiz peyorativo: ya no es algo que explica, sino algo
que ha de ser explicado por otra cosa más básica.
b) Lefebvre introduce los conceptos de opacidad y transparencia de la sociedad, advirtiendo que no son sólo
imágenes para sustituir a conceptos científicos, y que ya los utiliza Marx. Cuando las relaciones entre los
seres humanos son directas, cuando la praxis no está envuelta en un velo de niebla ―alude, sin duda, al
proceso de cosificación y al conjunto de relaciones formales que se crean en torno a las formas
autonomizadas―, entonces la conciencia social es reflejo de la praxis. Pero cuando se introducen los
intermediarios opacos y la praxis produce representaciones, entonces la realidad social produce apariencias.
Y esto último es lo que sucede en las sociedades capitalistas: la mercancía es una forma que causa opacidad,
crea todo un sistema de relaciones (a través del dinero, el capital, etc.) que ocultan la praxis verdadera. La
praxis revolucionaria restablece la transparencia suprimiendo las condiciones que hacen posibles todas esas
representaciones ilusorias.
Y pasa ya a explicar directamente lo que es la ideología: según Lefebvre, en los textos de Marx se encuentran
dos definiciones de ideología:
1. La ideología es un reflejo mutilado y deformado de lo real: una serie de formaciones nebulosas surgidas
del cerebro de los hombres (la moral, la religión, la metafísica ...) que no tienen ninguna autonomía respecto
a la producción: están determinadas por la vida, por la realidad socioeconómica.
2. Pero, según Lefebvre, esta definición extremista está sacada fuera de contexto. En La Ideología alemana,
Marx corrige esta unilateralidad, y da al término una entidad más positiva: es una teoría que ignora sus
propios presupuestos, que no se relacionan con la acción; o también, una teoría que generaliza el interés
particular de una clase. Ahora ya la explicación es más sociológica: no es que un secreto determinismo
fuerce el pensamiento a diferir de la vida, sino que es la división del trabajo, a través del lenguaje, lo que
causa la ideología. Lefebvre explica estas afirmaciones con más detalle: el hombre tiene conciencia. En esto,
concede, los filósofos han acertado. Pero esa conciencia -y aquí ya no han sabido ver el problema- no puede
concebirse como pura y aislada: está en relación con sus objetos, con lo que no es conciencia, y no puede ser
separada de todo eso. Más aún: «ella (la conciencia) no puede escapar a una maldición: estar infectada de
materia, que se presenta bajo forma de estratos de aire agitados, de sonidos, en definitiva, de lenguaje. El
lenguaje es tan antiguo como la conciencia. No hay conciencia sin lenguaje, ya que el lenguaje es la
conciencia real práctica, que existe también para los otros hombres, y que por tanto existe también para el
ser que ha llegado ya a la fase consciente. El lenguaje no es solamente el medio o el instrumento de una
conciencia preexistente, descubre Marx. El lenguaje es el ámbito natural y al mismo tiempo social de la
conciencia, su existencia. Nace con la necesidad de comunicación, como el comercio -en el sentido más
amplio de la palabra- entre los seres humanos. La conciencia, indisolublemente ligada al lenguaje es, por
tanto, obra social» (p. 72).
Esta amplia cita nos exime de extendernos en muchos comentarios. La conciencia no puede. nunca
concebirse aislada, nace con el lenguaje, y, a través de éste, en relación con el resto del mundo material. ¿Y
el lenguaje? El lenguaje, lo que los hombres deben comunicarse, comienza teniendo como contenido el
mundo circundante y las relaciones inmediatas entre las personas. «Se trata también de la naturaleza en
cuanto potencia hostil, frente a la cual la debilidad humana se siente desarmada. La conciencia humana
comienza con una conciencia animal, sensible, de la naturaleza, y esto, aunque ya sea social. Así se da lugar
al primer enmascaramiento: la religión de la naturaleza, que camufla las relaciones sociales, aún
elementales, de relaciones, y viceversa» (p. 72). Este último texto presenta lados oscuros y produce la
impresión de que se elude el problema concreto planteado. Admitamos que, al inicio, el lenguaje contenga
el mundo circundante. Pero, ¿cómo nace el lenguaje en cuanto tal? Sin respuesta a esta pregunta también
queda en el aire el tema del nacimiento de la conciencia. Nuevamente, en las raíces de las cuestiones,
Lefebvre deja sin resolver los interrogantes fundamentales. Estamos de nuevo ante un problema semejante
al señalado anteriormente al hablar del origen de la inteligencia: el punto de partida ha sido puesto a
voluntad, para que se pueda llegar a «la verdad» que se quiere; y, además, ese punto de partida está sin
justificar: la práctica -parece pensar Lefebvre- lo justificará.
En todo caso, ya tenemos, junto a una conciencia y un lenguaje primitivos un primer pensamiento ligado a
ellos: la religión. Con el incremento de los utensilios y de la riqueza, surge la división del trabajo, hasta llegar
a la división entre trabajo intelectual y manual. En este momento, la conciencia se emancipa y pasa a pura
teoría, creando la filosofía, la teología, la moral, etc. A estas representaciones, aquellas personas que tienen
la potencia material les dan una coherencia y las utilizan para justificar su situación de poder. De todas
maneras, ya que los ideólogos, la mayoría de las veces, no pertenecen a ninguno de los grupos que luchan
por el poder, las ideologías sólo tienen una relación remota con la realidad. Esta es, en síntesis, la génesis de
las ideologías.
Por tanto, las ideologías son resultado de la división del trabajo: el conocimiento, intereses, etc., que surgen
de estas actividades parcelarias, son también fragmentarios, pero el grupo de poder quiere erigirlos en
verdad total, para justificar su dominio. Siguiendo a Marx. y Engels, Lefebvre señala las siguientes
características de las ideologías:
a) Parten de una cierta realidad, parcial y fragmentaria.
b) Refractan la realidad, a través de representaciones ya existentes, seleccionadas y admitidas por los grupos
dominantes.
c) Tienen pretensiones de erigirse en totalidad, sustituyendo a la praxis real. Las dosis de realidad e
irrealidad varían según las circunstancias: parten de lo real, interpretándolo y deformándolo. Van con
retraso, respecto a la historia, pero tienen cierta coherencia.
d) Tienen un doble carácter: general, abstracto y especulativo, por una parte. Y por otra, de representación
de intereses limitados y particulares.
e) En la medida en que tienen un punto de apoyo en la realidad, no son totalmente falsas: no hay que
confundirlas con las mentiras o con las utopías, aunque tengan también un poco -o no tan poco- de ambas.
Incluso, pueden aportar conceptos nuevos, que se integran en la praxis verdadera. Por ejemplo, el de
movimiento dialéctico, elaborado por la ideología alemana del s. XIX.
f) Las ideologías influyen en la praxis de dos maneras: a través de la presión que ejercitan con ellas las
personas que detentan el poder, y sobre todo influyendo en el lenguaje: vocabulario, formulaciones, etc. A
su vez, el lenguaje influye -como ya se ha dicho- en la conciencia social. Por tanto, la ideología constituye la
mediación entre praxis y conciencia, a través del lenguaje. Lenguaje que deforma la realidad práctica en
todos los que hablan.
En un cierto sentido -dice Lefebvre, intentando aclarar estos puntos que él mismo se da cuenta de que
quedan oscuros- la ideología se parece a las representaciones colectivas de Durkheim y su escuela, con la
diferencia de que, para Marx, la ideología no es obra de toda la sociedad, sino de algunos sujetos. Y además,
no actúa presionando desde fuera a cada individuo, sino persuadiéndole desde dentro, de tal manera que le
hace creer que puede realizarse en ella: y él se entrega a la ideología, alienándose.
Ninguna sociedad se basa sobre la violencia pura y simple. Todas deben obtener un cierto consensus. Y lo
consiguen con la ideología, que exalta la clase dominante (ante sus propios ojos y los de las demás clases),
justifica la situación presente y da una imagen envilecedora de los dominados, también a sus mismos ojos:
les convence de que la situación presente es el mejor modo de vida.
Pero esta situación no puede durar, «¿por qué? Porque la praxis acaba abriendo siempre una posibilidad
nueva, un futuro. Entonces el consensus obtenido por una ideología en su época propicia, vigorosa,
virulenta, se disgrega. Se disuelve frente a otra ideología que aporta una crítica de la situación existente y el
proyecto de algo nuevo» (p. 82).
No se señala aquí cómo se lleva a cabo este proceso: qué elemento o elementos de la praxis lo ponen en
marcha. Sin duda, esto nos llevaría al núcleo del materialismo histórico, tema que ya se ha apuntado, y que
Lefebvre abordará sobre todo en el último capítulo.
Clasificación y génesis de las ideologías
a) En primer lugar estarían las representaciones ilusorias, con un carácter mágico y legendario: leyendas
épicas y heroicas que atribuían a algunos hombres un dominio de lo desconocido, y por tanto una
superioridad sobre el resto.
b) Cosmogonías y teogonías, que comprenden ya una interpretación del sexo, la familia, elementos de la
naturaleza, relación entre jefes y subordinados, vida y muertes. Estas son ideologías sólo en parte: en tanto
en cuanto justifican las nacientes desigualdades entre grupos, y la posesión del exiguo plus producto social
por parte de los jefes. No lo son en la medida en que aún no hay clases, y además porque no son sistemas
abstractos.
c) El género mitológico tampoco constituiría propiamente ideologías, sino poesía.
d) Las cosmogonías y mitologías se convierten en ideologías cuando entran como ingredientes de la religión,
sobre todo de las religiones con pretensiones universalistas. Perderían entonces su frescura original y se
harían abstractas, concomitantemente al proceso de desigualdades sociales que se desarrolla cada vez más,
«El nacimiento de las grandes religiones acompaña la consolidación del Estado, la formación de las naciones,
los antagonismos de clase. Las religiones utilizan no ya el conocimiento liberado de las ilusiones, sino las
ilusiones anteriores al conocimiento... Estas construcciones teóricas oscilan, pues, entre una cierta poesía
reelaborada de las cosmogonías anteriores y la mixtificación pura y simple que justifica los actos de la
autoridad estatal. Es incontestable que para Marx la religión en general... es el prototipo y el modelo de toda
ideología. Toda crítica comienza y recomienza con la crítica de la religión» (p. 84).
Una afirmación histórica de tal envergadura parece que debería requerir alguna justificación, ya que no es
fácil encontrar una demostración, pero Lefebvre no se detiene en esto, y continúa su argumentación: ya que
la religión es el prototipo de las ideologías, de su examen se pueden extraer tres rasgos sociológicos, que
convengan a toda ideología.
1. Tomando una parte de la realidad, la de la debilidad humana: muerte, sufrimiento y limitación, la
extrapolan e interpretan, creando una concepción del mundo ilusoria, falsa, que justifica las cosas más
absurdas.
2. La ideología se perfecciona porque surgen problemas nuevos que la hacen modificar en detalles, dejando
intacto lo esencial, lo que da origen a discusiones entre conservadores e innovadores, dogmáticos y herejes.
Las filas se cierran, se condenan o tratan de convertirse unos a otros, y se constituyen así en sistema.
3. Los significados de los objetos, de los actos, de la vida social general en la ideología, aparecen en la
relación entre hombre y naturaleza (trabajo). Sin embargo, los grupos productivos (campesinos, obreros,
etc.) jamás han podido, según Lefebvre, crear un pensamiento que expresara su actividad. Son grupos que
habrían estado siempre oprimidos y su opresión se habría enmascarado y embellecido con el término
sacrificio: han sido sacrificados a los opresores, y éstos a los dioses. De esta manera, los significados reales
de las cosas producidas por el hombre, quedan velados en el seno de la trascendencia, es decir, en el seno
de una negación de esos significados, justificando la apropiación de los productos y de los medios de
producción por la clase dominante. Nuevamente Lefebvre acaba uniendo religión y opresión.
e) También la filosofía 1 segundo tipo de ideologías tiene para el autor estos mismos caracteres señalados ya
en la religión, aunque -a diferencia de ésta- la filosofía lleva en sí un principio de superación y, además,
cuando se disgrega, deja algunos elementos válidos que se transmiten a la praxis.
f) La economía política también es ideología: junto a conceptos científicos, incluye principios morales. «Más
aún, es la más moral de todas las ciencias. Predica la economía, es decir, la abstinencia» (p. 89) [4]. Sólo la
crítica radical, unida a la praxis revolucionaria es capaz de aportar luz y deslindar terrenos, separando lo
científico de lo propiamente ideológico. En resumen, dice Lefebvre, el problema de la ideología es, por tanto,
el problema del error y de sus relaciones con la verdad. Pero esta cuestión ya no se presenta de manera
abstracta y especulativa, como en la filosofía, sino en términos de historia y de praxis, y permitiendo además
descubrir la génesis de las representaciones. La praxis conserva una adquisición esencial de la filosofía: que
la verdad surge siempre mezclada con el error, no existen separados: hay un movimiento dialéctico que va
de uno a otro. «Las representaciones que los hombres construyen del mundo de la sociedad, de los grupos y
de los individuos, siguen siendo ilusorias mientras no maduren las condiciones reales de las
representaciones» (p. 90).
Es necesario, para Lefebvre, que haya error: porque no se puede conocer con certeza, si no hay una base
adecuada; y mientras la actividad intelectual se dé separada del trabajo productivo, será una actividad
mutilada incapaz de llevar a un conocimiento verdadero. Esta es, en síntesis, la idea que se expone en los
párrafos anteriores, siguiendo a Marx Junto a algunas cuestiones de fondo, que permanecen oscuras, el
lector queda con nuevas dudas: ¿cuál es la base adecuada para que pueda darse un conocimiento
verdadero, y porqué es ésa? ¿Por qué razón no se puede aplicar al marxismo -a la obra entera de Marx, y a la
de todos los intelectuales marxistas (Lefebvre incluido)- esta crítica, y considerar el marxismo como pura
ideología? Algunos autores (Mannheim, por ej.) han hecho esta crítica al marxismo, y podría esperarse que
Lefebvre saliera al paso de estas observaciones, pero al parecer no lo ha considerado necesario.
Se ha hablado ya mucho de ideología y no se ha explicado aún qué papel juega la sociología en este tema.
Por eso el autor termina el capítulo abordando directamente esta cuestión:
«Una sociología que se inspire en el marxismo puede examinar las relaciones entre estos términos mal
distinguidos: la ideología y el conocimiento, la utopía y la previsión* del porvenir, la poesía y los mitos. La
sociología debe volver a realizar este examen crítico, ya que las constelaciones cambian incesantemente. El
sociólogo descubre aquí un tema de primera importancia que permite introducir el pensamiento
simultáneamente a las constataciones más positivas: la distancia entre la ideología y la práctica, entre la
representación de la realidad y la realidad ...» (p. 92). Una vez más, parece demasiado escueto -y no poco
oscuro- cuando llegan los puntos más interesantes, donde Lefebvre debería añadir algo más concreto al
pensamiento de Marx.

Georges Duby- Historia social e ideologías de las sociedades

El texto empieza con una primera discusión o pregunta: ¿por qué es relevante el estudio de las ideologías?
Ustedes recuerdan que Marx nos decía que las ideologías eran un simple reflejo de lo que ocurría en la vida
material de los hombres, es decir, en sus formas de organización social, con sus relaciones sociales de
producción. Esa idea de Marx (entre otras cosas) hizo que durante mucho tiempo las ideologías no se
tomaran como objetos de estudio, porque "lo importante" para entender una sociedad eran sus ASPECTOS
MATERIALES: demografía, producción, clases, distribución de bienes, etc. Entonces, lo primero que intenta
hacer Duby es decirnos por qué es importante estudiar las ideologías.

La idea de Duby (2º párrafo) es que más allá de que las representaciones que los hombres se hacen de su
mundo, de sí mismos, etc. no sean del todo ciertas, no se adecuen del todo a la realidad material, sin
embargo, es a través de ellas que los hombres actúan, que modifican o mantienen sus conductas. Entonces,
las ideologías tienen una eficacia material, una realidad operante, puesto que condicionan e influyen en las
acciones de los hombres. En el 3º párrafo Duby hace una distinción más clara de lo mismo, dice que los
sistemas de valores actúan: 1) En el comportamiento mismo de los individuos. 2) En la conciencia que la
comunidad tiene de sí misma. 3) En la tolerancia, el acuerdo o el consenso que los hombres prestan a los
sectores dominantes de esa sociedad. 4) A la mirada, al modo en que los hombres ven la historia -pasada,
presente o futura- de la sociedad en la que viven. Digamos que -y lo dice él mismo- está más cerca de
Althusser que de Marx. Y eso por una razón: para ambos la ideología tiene una existencia y una eficacia
material. Duby dice: "tiene una existencia y un papel en la historia". Para Marx, en cambio, era un mero
reflejo de la vida material, no actuaba sobre la vida material.

Bueno, dicho eso pasamos a los rasgos o características que Duby dice son propios de toda ideología: 1)
Deformantes: siempre deforman, en cierta medida, la realidad material de la vida social, porque ocultan
ciertos aspectos o los deforman, los muestran de un modo que no es el real. Y esto por una razón sencilla:
las ideologías son producidas al interior de grupos sociales, y los grupos sociales tienen intereses particulares
que deben de algún modo ocultarse. En esto no se aleja mucho de Marx, que decía que la ideología ocultaba
las relaciones de dominación porque la clase dominante tiene que presentar su interés particular como
interés general.

2) GLOBALIZANTES. Las ideologías no son explicaciones puntuales, locales, sobre ciertos aspectos temas de la
sociedad. Son visiones completas del mundo social, en todos sus aspectos: ¿qué son los hombres, cómo son
sus relaciones, etc. Y también globales respecto a la historia: pasado y futuro de la sociedad se integra a una
visión ideológica.

3) CONCURRENTES. Y esto quiere decir que las ideologías tienen elementos comunes, ciertos rasgos que
comparten por el hecho de pertenecer a una misma cultura, a un mismo lenguaje y a una misma realidad
social. Pensando en la Edad Media, por ejemplo, las distintas corrientes, ruptura, sectas y demás siempre
compartían la idea de que había un Dios. O, pensando en las sociedades modernas, tanto el liberalismo
como el comunismo tienen como prioridad la idea de la libertad del hombre. Claro que la piensan distinto,
etc. Pero hay rasgos formales comunes. Ginzburg la explica distinto, la explica por la circularidad, no por la
pertenencia a un mismo mundo de cultura.

4) ESTABILIZANTES. Las ideologías tienden a producir orden social. Unos de sus valores primordiales es el
orden. ¿Cómo lograr vivir en una sociedad ordenada? Duby dice incluso que este es un carácter también de
las ideologías revolucionarias, no sólo de las conservadoras. Las ideologías revolucionarias atacan la
estabilidad del orden existente, pero lo hacen en virtud de la promesa de un orden mejor en el futuro.
Tienden a dar garantías de una vida ordenada, sin conflicto social. Sí, la garantía "de que todo está bien
como está", decía Althusser.

Lo que quedaría de Duby como importante son dos cosas: 1) Las tres razones por las cuales las ideologías se
modifican 2) Luego, al igual que Ginzburg, que puedan ejemplificar los aspectos teóricos con su análisis de la
ideología cristiana y Las Cruzadas.

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