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El Muerto que Vive

Por William H. McKegg, F.R.C.

Quizás la experiencia más hermosa para el estudiante Rosacruz es cuando él atraviesa las
maravillas del "renacimiento"; cuando él siente gradualmente que está "naciendo de
nuevo."

Sea cual fuere su edad, es solamente cuando haya despertado su poder espiritual interior
cuando comprenderá que no ha sido hasta entonces otra cosa que un muerto viviente.
Muerto para las verdaderas bellezas del mundo, ciego para las maravillas de la naturaleza,
sordo para la música divina del Cosmos.

Para los que hoy buscan la luz, la filosofía Rosacruz es semejante a la chispa del fuego,
raptada por Prometeo, para los mortales de otros tiempos.

Solamente aquél que ha sentido el alma conmoverse dentro de él puede ver las densas
tinieblas a través de las cuales ha transitado junto con los demás muertos vivientes. Ese ve
el horror del cual ha escapado. "Nacer nuevamente" es un verdadero nacimiento desde la
"muerte" hacia la "vida", la verdadera vida como toda alma humana debería vivirla.

La verdadera vida es algo que muy pocos viven. Es cierto que existen hombres y mujeres,
pero en realidad están muertos, son muertos vivientes. La mayoría no podría decir que su
vida "halló lenguas en los árboles, libros en los arroyos, sermones en las piedras y bien en
todas las cosas."

¡Qué terriblemente fantásticas deben de ser las vidas de los muertos vivientes! Después de
dar los primeros pasos en el Sendero de la Luz, el novicio puede ver de qué ha escapado,
cuán bienaventurado es, cuán desgraciados deben de ser aquéllos cuye existencia discurre
entre los muertos vivientes.

Deberíamos dar las gracias todos los días, humildemente, por nuestra felicidad, por haber
escapado a esa muerte viviente, por nuestro renacimiento hacia la verdadera vida.

"A menos que uno nazca de nuevo." ¡Qué bien comprenden esas divinas palabras todos los
Rosacruces! Nacer de nuevo en el espíritu.

¡Qué revelación es la que se abre ante nuestros ojos! Estar en la vida, entre viejos amigos,
pero sentirse cambiando gradualmente, obteniendo secretos y maravillas que nos son
murmuradas diariamente al respirar el aire.

Gradualmente, a tráves de las varias etapas, el estudiante Rosacruz va naciendo de nuevo


lentamente. Sus ojos y oídos no son ya útiles únicamente para sonidos y visiones de este
mundo, que pueden ser vistas y oídas por la muchedumbre, sino que se convierten en
órganos vitales cuyas partes psíquicas tienen el poder de oír y de ver cosas que están más
allá de este mundo, cosas que el ser humano corriente no sueña. La grandeza del mundo,
sus muchas maravillas, son vistas por la primera vez. Como un ciego que súbitamente
recibiera la vista por la primera vez, una persona "nacida de nuevo" mira la belleza que
nunca imaginó que existiera. En las tinieblas ha podido imaginar una belleza semejante,
pero nunca pensó en semejantes maravillas. Los oídos de los muertos vivientes están en
relación únicamente con los ruidos materiales. El que ha renacido escucha coros invisibles,
la poderosa armonía de las esferas, de donde Beethoven y Wagner obtuvieron su música
inmortal. Beethoven era sordo para los sonidos terrenales. Solamente sus sentidos
psíquicos lo ayudaron a escuchar la música de la naturaleza y la armonía de otros mundos.
¿Cómo podrán rebatir los escépticos esta verdad? Sin embargo muchos declaran que no
existe el alma.
Depués de renacer en la vida, nos abandonan nuestras dudas y temores anteriores, nuestra
sombría desesperación y nuestras luchas inútiles; nos sentimos en armonía con los poderes
superiores.

Una persona que ha renacido siente compasión por los demás. La compasión le da
comprensión de los sentimientos de otros; busca causas más bien que efectos.

La compasión fue el principal atributo del Maestro Jesús. Cuando sentimos el más leve
toque de compasión, ¿no es esto como un gran milagro? ¿No nos da el renacimiento un
contacto más estrecho con la ley del amor de Dios?

El amor es un tema constante de controversia. Aceptar como la cosa verdadera ese "amor"
de la mayoría es peor que desecharlo por completo.

El renacimiento espiritual nos llena de amor por todos nuestros prójimos. ¿Hay diferencia
entre amor y compasión? Ese amor lleno de compasión por la humanidad, revela otra gran
verdad a los que han renacido: Que una parte de Dios existe en todo ser humano, que odiar
a los que son menos afortunados que nosotros equivale a odiar a Dios.

El que ha renacido se ve frente a otra verdad: Que todo ser busca una meta vaga, algo
desconocido. ¿No es ya el momento de ayudar a otros en el camino?

Lo que el mundo llama "cosas sobrenaturales" dejan de serlo para el que ha renacido. Los
secretos de la tierra, el aire, el fuego y el agua, se convierten en verdades sencillas y nada
hay en la naturaleza que él no pueda controlar. El verdadero Rosacruz comprende muy bien
que para alcanzar los secretos y poderes del universo de Dios, para escapar a las filas de los
"muertos vivientes," debemos "nacer de nuevo"

Este artículo fue publicado por primera vez en la revista "El Rosacruz" Vol. I No. 4 Editado
en Marzo de 1948

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