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1. Monición introductoria
2. Salmo
Salmo 129
Salmo 22
En la iglesia
2. Saludo
Mt. 11, 28
Vengan a Mí
todos los que están afligidos y agobiados,
y yo los aliviaré.
O bien:
Cf. Ecl. 2. 6
Confíate a Dios, y él te cuidará,
corrige tus caminos y espera en él;
conserva tu amor y en él envejece.
O bien:
2 Cor 1, 3-4
Bendito sea Dios,
el Padre de nuestro Señor Jesucristo,
Padre de las misericordias
y Dios de todo consuelo,
que nos reconforta
en todas nuestras tribulaciones.
3. Oración
Y todos responden:
Y con tu espíritu.
Ritual de las exequias 4
I
Oremos.
Escucha, Señor, la súplica que te hacemos,
implorando tu misericordia por tu hijo(a) N.,
a quien has llamado de este mundo a tu presencia.
Concédele la luz y la paz que no tiene fin
y permítele participar
en la asamblea de tus santos.
Por Jesucristo nuestro Señor.
R/ Amén.
O bien:
II
Señor, Padre todopoderoso y eterno,
te suplicamos por el alma de tu hijo(a) N.,
a quien has llamado de este mundo a tu presencia;
concédele gozar del descanso,
de la luz y de la paz.
Permítele atravesar sin dificultades
las puertas de la muerte,
para que pueda vivir con los santos
contemplando el resplandor de tu gloria,
que prometiste en otro tiempo a Abraham
y a su descendencia.
Que su alma no sufra ningún daño;
y cuando llegue el día de la resurrección
y de la retribución,
resucítalo(a) junto con tus santos y elegidos.
Perdona todos sus pecados,
para que ingresando en el Reino eterno
goce de la Vida inmortal en tu compañía.
Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.
R/ Amén.
Ritual de las exequias 5
O bien:
III
O bien:
IV
O bien:
V
VI
Por un difunto joven
VII
Por un difunto que trabajó al servicio
del Evangelio
VIII
Por un difunto muerto después
de larga enfermedad
IX
Por un difunto muerto repentinamente
Muéstranos, Señor,
el inmenso poder de tu bondad
para que, quienes lloramos
a nuestro(a) hermano(a) N.
muerto(a) repentinamente,
creamos que lo (a) has llevado
a gozar de tu compañía.
Por Cristo nuestro Señor.
R/ Amén.
X
Por los padres
XI
Por los esposos
Oremos.
Padre de las misericordias
y Dios de todo consuelo,
que nos proteges con tu amor eterno,
y transformas las sombras de la muerte
en aurora de Vida:
Mira a tus hijos que lloran afligidos.
(Sé para nosotros como un refugio
y reanímanos para que,
superando las tinieblas de nuestro dolor,
seamos consolados con la luz
y la paz de tu presencia.)
Ayúdanos a encaminar nuestra vida hacia Cristo,
tu Hijo y Señor nuestro,
que muriendo destruyó nuestra muerte
y resucitando restauró nuestra vida,
de modo que
cuando concluyamos esta vida mortal,
nos encontremos con nuestros hermanos,
allí donde serán enjugadas
las lágrimas de nuestros ojos.
Por Jesucristo nuestro Señor.
R/ Amén.
Ritual de las exequias 10
O bien:
4. Lectura bíblica
I
II
5. Homilía
Después de la lectura bíblica, el sacerdote o el diácono pueden
hacer una breve reflexión.
R/ Escúchanos, Señor.
Oración
Te pedimos, Señor,
que escuches la oración que te hacemos
por las almas de nuestros hermanos
y hermanas difuntos,
para que perdones sus pecados
y les permitas participar de tu redención.
Por Cristo nuestro Señor.
R/ Amén.
O bien:
Dios nuestro,
gloria de los fieles y vida de los justos,
por medio de la muerte y la resurrección de Jesús
nos has redimido.
Acuérdate de tu hijo(a) N.,
y prémialo(a) con la alegría eterna.
Te lo pedimos por el mismo Cristo nuestro Señor.
R/ Amén.
O bien:
II
Oración
III
II
II b
III b
Hermanos:
Mientras realizamos el piadoso ministerio de enterrar a
los muertos, roguemos confiadamente a Dios, fuente de
toda vida, para que revista con la fortaleza y la gloria de
los santos a este hermano nuestro, a quien sepultamos en
la debilidad de la carne. Pidámosle que tenga
misericordia de él en el día del juicio; que lo libre de la
condenación y lo absuelva de toda culpa para que,
reconciliado con el Padre, sea llevado sobre los hombros
del Buen Pastor hasta su Reino eterno, para gozar de su
compañía y la de todos los santos.
O bien:
Hermanos:
Con la certeza que nos da la fe y con la esperanza de la
Vida eterna, encomendemos a la infinita misericordia de
Dios a nuestro hermano que se ha dormido en la paz de
Cristo. Acompañemos con nuestras oraciones a quien,
por medio del Bautismo, recibió la adopción de los hijos
de Dios y se alimentó en la mesa del Señor, para que
ahora merezca la herencia eterna prometida a los santos
y participe en el banquete celestial. Oremos también por
nosotros mismos, que ahora lloramos afligidos, para que,
Ritual de las exequias 21
O bien:
I
Vengan en su ayuda, Santos de Dios:
salgan a su encuentro, ángeles del Señor:
* Reciban su alma y llévenla a la presencia del Altísimo.
II
Te rogamos, Señor y Dios nuestro, que recibas el
alma de este difunto, por quien derramaste tu sangre.
*Recuerda, Señor, que somos polvo y que el hombre es
como la hierba y la flor del campo que se marchita.
V. Estoy atemorizado por mis pecados y me
avergüenzo ante ti, esperando tu misericordia.
*Recuerda.
III
Señor, tú me conociste antes de haber nacido y me
hiciste a tu imagen y semejanza.
* Ahora a ti, que eres mi Creador, te entrego mi alma.
V. Estoy atemorizado por mis pecados y me
avergüenzo ante tu juicio. * Ahora.
IV
Yo creo que mi Redentor vive y que en el último día
surgiré de la tierra.
* Y en esta carne mía veré a Dios, mi Salvador.
V. Seré yo mismo quien lo mire, no otro; mis ojos lo
contemplarán. * Y en esta carne mía.
V. Por eso conservo esta esperanza en lo profundo de
mi corazón. * Y en esta carne mía.
Ritual de las exequias 23
11. Oración
Luego el sacerdote dice la oración:
Padre de bondad,
encomendamos a tu cuidado
el alma de nuestro hermano,
sostenidos por la esperanza
de que en el último día resucitará con Cristo,
junto con todos los que han muerto con él.
(Te damos gracias por todos los beneficios
con que lo favoreciste en esta vida mortal;
beneficios que para nosotros
se convertirían en signos de tu bondad
y en la expresión de esa santidad
que brota de la comunión con Cristo.)
Por eso, Señor,
escucha con misericordia nuestros ruegos:
abre para tu hijo las puertas del Paraíso;
concédenos a los que permanecemos en esta vida,
la gracia de poder consolamos mutuamente,
con palabras de esperanza,
hasta que lleguemos a Cristo
y así podamos vivir siempre contigo
y con este hermano nuestro.
R/ Amén.
O bien:
II
II
III
En el sepulcro
I
Oremos.
Señor Jesucristo
que al descansar en el sepulcro durante tres días
santificaste las tumbas de los que creen en ti,
de manera que no sólo sirvieran
de sepultura para los cuerpos,
sino que estimularan
la esperanza de la resurrección:
Concede a tu hijo
que descanse en paz en este sepulcro,
hasta que tú,
que eres la Resurrección y la Vida,
lo ilumines con la luz de la resurrección
y le permitas contemplar en el Cielo
el resplandor de tu luz eterna.
Te lo pedimos a ti, que vives y reinas
por los siglos de los siglos.
R/ Amén.
II
III
IV
Rito de la sepultura
Hermanos:
Dios todopoderoso quiso llamar a su presencia a este
hermano nuestro; nosotros entregamos ahora su cuerpo a
la tierra para que vuelva al mismo lugar de donde fue
sacado. Al hacerlo, recordemos que Cristo fue el primero
en resucitar, para transformar nuestro cuerpo corruptible
en un cuerpo glorioso como el suyo. Encomendémosle,
entonces, al Señor para que lo reciba en su paz y lo
resucite en el último día.
El ministro dice:
Dale, Señor, el descanso eterno.
R/ Y brille para él (ella) la luz que no tiene fin.
Que descanse en paz.
R/ Amén.