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Ritual de las exequias 1

1. Monición introductoria

El ministro se dirige a los presentes, exhortándolos a tener


confianza en Dios y a prepararse a escuchar su Palabra.

2. Salmo

Se puede recitar uno de los siguientes salmos:

Salmo 129

Ant. Mi alma espera en el Señor.


Desde lo más profundo te invoco, Señor.
¡Señor, oye mi voz!
Estén tus oídos atentos
al clamor de mi plegaria.
Si tienes en cuenta las culpas, Señor.
¿quién podrá subsistir?
Pero en ti se encuentra el perdón
para que seas temido.
Mi alma espera en el Señor
y yo confío en su Palabra.
Mi alma espera en el Señor
más que el centinela la aurora.
Corno el centinela espera la aurora,
espere Israel al Señor,
porque en él se encuentra la misericordia
y la redención en abundancia:
El redimirá a Israel
de todos sus pecados.
Ritual de las exequias 2

Salmo 22

Ant. Acuérdate de mí, Señor,


cuando estés en tu Reino.
El Señor es mi pastor
nada me puede faltar.
El me hace descansar
en verdes praderas,
me conduce a las aguas tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el recto sendero,
por amor de su Nombre.
Aunque cruce por oscuras quebradas,
no temeré ningún mal,
porque tú estás conmigo.
Tu vara y tu bastón
me infunden confianza.
Tú preparas ante mí una mesa,
frente a mis enemigos;
unges con óleo mi cabeza
y mi copa rebosa.
Tu bondad y tu gracia me acompañan
a lo largo de mi vida;
y habitaré en la casa del Señor;
por muy largo tiempo.
Ritual de las exequias 3

En la iglesia

2. Saludo

Mt. 11, 28
Vengan a Mí
todos los que están afligidos y agobiados,
y yo los aliviaré.

O bien:
Cf. Ecl. 2. 6
Confíate a Dios, y él te cuidará,
corrige tus caminos y espera en él;
conserva tu amor y en él envejece.

O bien:
2 Cor 1, 3-4
Bendito sea Dios,
el Padre de nuestro Señor Jesucristo,
Padre de las misericordias
y Dios de todo consuelo,
que nos reconforta
en todas nuestras tribulaciones.

3. Oración

El sacerdote o diácono, dice:


El Señor esté con ustedes.

Y todos responden:
Y con tu espíritu.
Ritual de las exequias 4

I
Oremos.
Escucha, Señor, la súplica que te hacemos,
implorando tu misericordia por tu hijo(a) N.,
a quien has llamado de este mundo a tu presencia.
Concédele la luz y la paz que no tiene fin
y permítele participar
en la asamblea de tus santos.
Por Jesucristo nuestro Señor.
R/ Amén.

O bien:
II
Señor, Padre todopoderoso y eterno,
te suplicamos por el alma de tu hijo(a) N.,
a quien has llamado de este mundo a tu presencia;
concédele gozar del descanso,
de la luz y de la paz.
Permítele atravesar sin dificultades
las puertas de la muerte,
para que pueda vivir con los santos
contemplando el resplandor de tu gloria,
que prometiste en otro tiempo a Abraham
y a su descendencia.
Que su alma no sufra ningún daño;
y cuando llegue el día de la resurrección
y de la retribución,
resucítalo(a) junto con tus santos y elegidos.
Perdona todos sus pecados,
para que ingresando en el Reino eterno
goce de la Vida inmortal en tu compañía.
Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.
R/ Amén.
Ritual de las exequias 5

O bien:
III

Te encomendamos humildemente, Señor,


el alma de nuestro(a) hermano(a),
a quien siempre protegiste con inmenso amor;
ahora que ha sido liberado(a) de todo mal,
hazlo(a) descansar eternamente.
Imploramos tu clemencia
para que conduzcas al Paraíso
a este(a) hijo(a) tuyo(a)
que ya ha concluido su vida mortal;
allí no existe ni la muerte
ni la angustia ni el sufrimiento,
sino la paz y la alegría
en compañía de tu Hijo y el Espíritu Santo,
por los siglos de los siglos.
R/ Amén.

O bien:
IV

Señor, ante tus ojos,


todo lo que es perecedero vive
y nuestros cuerpos, al morir
no desaparecen para siempre
sino que se transforman.
Te pedimos, humildemente,
que hagas recibir el alma de tu servidor(a) N.
en la morada del patriarca Abraham, tu amigo,
para que resucite el día del gran juicio:
Si ha pecado contra ti durante esta vida,
que tu amor lo(a) purifique y perdone.
Por Cristo nuestro Señor.
R/ Amén.
Ritual de las exequias 6

O bien:
V

Señor, humildemente apelamos a tu misericordia


para que recibas con bondad
el alma de tu servidor(a) N.:
sé indulgente y ten piedad de él (ella)
a fin de que sea purificado(a) de los pecados,
que hubiere cometido en su vida,
y así, liberado(a) de toda atadura terrenal,
merezca ingresar en la Vida eterna.
Por Cristo nuestro Señor.
R/ Amén.

VI
Por un difunto joven

Dios, tú diriges los acontecimientos


y determinas la duración
de la vida de los hombres;
te encomendamos humildemente
a este(a) hijo(a) tuyo(a) N.,
a quien lloramos por su muerte prematura;
te pedimos que le concedas
una permanente juventud
en la felicidad eterna del cielo.
Por Cristo nuestro Señor.
R/ Amén.

VII
Por un difunto que trabajó al servicio
del Evangelio

Señor, imploramos tu misericordia


para que recompenses con el gozo de tu Reino
Ritual de las exequias 7

a tu hijo(a) N., que trabajó asiduamente


en la propagación del Evangelio.
Por Cristo nuestro Señor.
R/ Amén.

VIII
Por un difunto muerto después
de larga enfermedad

Dios, que has dado a tu hijo(a) N.,


la gracia de servirte en el dolor y la enfermedad
concédele que,
así como imitó la paciencia de tu Hijo,
obtenga también el premio de su gloria.
Por Cristo nuestro Señor.
R/ Amén.

IX
Por un difunto muerto repentinamente

Muéstranos, Señor,
el inmenso poder de tu bondad
para que, quienes lloramos
a nuestro(a) hermano(a) N.
muerto(a) repentinamente,
creamos que lo (a) has llevado
a gozar de tu compañía.
Por Cristo nuestro Señor.
R/ Amén.

X
Por los padres

Dios, que nos mandaste honrar


al padre y a la madre,
Ritual de las exequias 8

apiádate de mi madre y de mi padre


(de nuestros padres)
y perdona todos sus pecados.
Concédeme (concédenos) que pueda (podamos)
verlos en el eterno gozo de tu gloria.
Por Cristo nuestro Señor.
R/ Amén.

XI
Por los esposos

Sé indulgente, Señor, con tus hijos N. y N.


y perdona sus pecados,
para que la plenitud de tu amor
mantenga eternamente unidos
a quienes se asociaron en esta vida
con el vínculo conyugal.
Por Cristo nuestro Señor.
R/ Amén.
Ritual de las exequias 9

A estas oraciones se puede anteponer. o. añadir la siguiente


oración por los familiares:

Oremos.
Padre de las misericordias
y Dios de todo consuelo,
que nos proteges con tu amor eterno,
y transformas las sombras de la muerte
en aurora de Vida:
Mira a tus hijos que lloran afligidos.
(Sé para nosotros como un refugio
y reanímanos para que,
superando las tinieblas de nuestro dolor,
seamos consolados con la luz
y la paz de tu presencia.)
Ayúdanos a encaminar nuestra vida hacia Cristo,
tu Hijo y Señor nuestro,
que muriendo destruyó nuestra muerte
y resucitando restauró nuestra vida,
de modo que
cuando concluyamos esta vida mortal,
nos encontremos con nuestros hermanos,
allí donde serán enjugadas
las lágrimas de nuestros ojos.
Por Jesucristo nuestro Señor.
R/ Amén.
Ritual de las exequias 10

O bien:

Por el difunto y los familiares

Señor, Redentor nuestro,


que te entregaste a la muerte
para que todos los hombres se salvaran
y pasaran de la muerte a la Vida:
Te pedimos, humildemente,
que tengas piedad de estos hijos tuyos que lloran
y te suplican por el pariente que han perdido.
Tú que eres el único Santo y lleno de misericordia
y que por medio de tu muerte abriste a los fieles
las puertas de la Vida,
perdona los pecados de este(a) hijo(a) tuyo(a).
Rey eterno,
no permitas que nuestro(a) hermano(a)
sea separado(a) de ti,
y por el poder de la gloria que tú posees
concédele gozar de la luz,
de la felicidad y de la paz.
Te lo pedimos a ti que vives y reinas
por los siglos de los siglos.
R/ Amén.
Ritual de las exequias 11

4. Lectura bíblica
I

Lectura de la segunda carta del Apóstol san Pablo


a los cristianos de Corinto 4, 14- 5, 1
Lo que se ve es pasajero,
lo que no se ve es eterno
Hermanos:
Nosotros sabemos que aquél que resucitó al
Señor Jesús nos resucitará con él y nos reunirá a su lado
junto con ustedes. Todo esto es por ustedes: para que al
abundar la gracia, abunde también el número de los que
participan en la acción de gracias para gloria de Dios.
Por eso, no nos desanimamos: aunque nuestro
hombre exterior se vaya destruyendo, nuestro hombre
interior se va renovando día a día. Nuestra angustia, que
es leve y pasajera, nos prepara una gloria eterna, que
supera toda medida. Porque no tenemos puesta la mirada
en las cosas visibles, sino en las invisibles: lo que se ve
es transitorio, lo que no se ve es eterno.
Nosotros sabemos, en efecto, que si esta tienda de
campaña –nuestra morada terrenal– es destruida,
tenemos una casa permanente en el cielo, construida, no
por el hombre, sino por Dios.

II

Lectura del santo Evangelio según san Juan 12, 23-26

Si el grano de trigo muere, da mucho fruto

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:


«Ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va
a ser glorificado. Les aseguro que si el grano de trigo que
cae en la tierra no muere, queda solo; pero si muere, da
Ritual de las exequias 12

mucho fruto. El que ama su vida la perderá; pero el que


odia su vida en este mundo, la conservará para la Vida
eterna. El que quiera servirme que me siga, y donde yo
esté, estará también mi servidor. El que quiera servirme,
será honrado por mi Padre.»

5. Homilía
Después de la lectura bíblica, el sacerdote o el diácono pueden
hacer una breve reflexión.

6. Oración de los fieles

Hermanos: Invoquemos confiadamente a Dios todo-


poderoso, que resucitó de entre los muertos a su Hijo
Jesús para salvar a vivos y difuntos.
A cada invocación respondemos:

R/ Escúchanos, Señor.

Por nuestro(a) difunto(a) N., que recibió


en el Bautismo el germen de la Vida eterna;
para que el Señor le conceda
ser compañero(a) de los santos. Oremos al Señor.

Por este(a) hermano(a) nuestro(a) que se alimentó


con el Cuerpo de Cristo, Pan de Vida eterna:
para que el Señor lo(a) resucite en el día final.
Oremos al Señor.

Para que el Señor olvide los pecados de este(a)


hijo(a) suyo(a). Oremos al Señor.

Para que lo(a) acepte junto a él en el lugar de la


luz y de la paz. Oremos al Señor.
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Para que permita contemplar el resplandor de su


gloria a nuestros parientes y amigos difuntos.
Oremos al Señor.

Para que conduzca al Reino de los cielos a todos


los fieles difuntos. Oremos al Señor.

Oración

Te pedimos, Señor,
que escuches la oración que te hacemos
por las almas de nuestros hermanos
y hermanas difuntos,
para que perdones sus pecados
y les permitas participar de tu redención.
Por Cristo nuestro Señor.
R/ Amén.

7. Padre nuestro u oración conclusiva

Todos recitan el Padre nuestro, o bien el ministro dice una de


las oraciones siguientes:

Dios Padre todopoderoso:


Apoyados en la fe,
confesamos que Jesús murió y resucitó para que,
por la virtud de este Misterio,
también nosotros pudiéramos resucitar como él.
Por eso te pedimos por nuestro(a) hermano(a) N.,
que se ha dormido en el Señor,
para que también él(ella) alcance
la alegría de la resurrección.
Te lo pedimos
por el mismo Jesucristo nuestro Señor.
R/ Amén.
Ritual de las exequias 14

O bien:

Dios nuestro,
gloria de los fieles y vida de los justos,
por medio de la muerte y la resurrección de Jesús
nos has redimido.
Acuérdate de tu hijo(a) N.,
y prémialo(a) con la alegría eterna.
Te lo pedimos por el mismo Cristo nuestro Señor.
R/ Amén.

O bien:

Dios Padre todopoderoso, que nos salvaste


por el Misterio de la cruz de tu Hijo
y asociaste nuestras vidas a su Resurrección,
concede a tu servidor(a) N.,
que se ha liberado de las ataduras
de esta vida mortal,
que sea asociado(a)
a la comunidad de tus elegidos.
Por Cristo nuestro Señor.
R/ Amén.

II

Hermanos: Unámonos fraternalmente para hacer nuestra


oración; pidamos no sólo por nuestro hermano difunto,
sino también por la Iglesia, por la paz del mundo y por
nosotros mismos.

Por los pastores de toda la Iglesia:


para que lo que predican con su palabra,
lo practiquen en su vida; oremos.
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R/ Escúchanos, Señor, y ten piedad.

Por los gobernantes de los pueblos:


para que promuevan la justicia y la paz; oremos.

Por todos los que sufren física o espiritualmente:


para que nunca se sientan abandonados de Dios; oremos.

Para que libre a N., su hijo difunto, de las penas


del infierno; oremos.

Para que el Señor olvide los pecados de este hijo


suyo; oremos.

Para que lo acepte junto a él,


en el lugar de la luz y de la paz; oremos.

Para que permita contemplar el resplandor de su gloria a


nuestros parientes y bienhechores difuntos; oremos.

Para que conduzca al Reino de los cielos


a todos los fieles difuntos; oremos.

Oración

Dios, Creador y Redentor de todos los creyentes,


concede a nuestros hermanos difuntos
el perdón de todos sus pecados;
perdón que ellos siempre anhelaron,
y que nosotros ahora te imploramos
en nuestra oración.
Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.
R/ Amén.
Ritual de las exequias 16

III

Nuestro Señor Jesucristo dijo: «Yo soy la Resurrección y


la Vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá: y todo
el que vive y cree en mí no morirá jamás».
Encomendémosle, entonces, a este hermano nuestro:

V. Tú, que lloraste la muerte de tu amigo Lázaro, enjuga


nuestras lágrimas.
R. Te rogamos, Señor.

V. Tú, que resucitaste a los muertos, concede la Vida


eterna a nuestro hermano.

V. Tú, que prometiste el Paraíso al buen ladrón, conduce


al Cielo a nuestro hermano.

V. Tú, que purificaste a nuestro hermano en las aguas del


Bautismo y lo ungiste con el óleo de la Confirmación,
admítelo entre tus santos y elegidos.

V. Tú, que alimentaste a nuestro hermanó con tu Cuerpo


y tu Sangre, recíbelo en la mesa de tu Reino.

V. Y a nosotros, que lloramos entristecidos su partida,


reconfórtanos con la fe y la esperanza de la Vida eterna.
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Padre nuestro u oración conclusiva

Luego, todos recitan la oración del Señor, o el sacerdote dice


una de las siguientes oraciones:

Ten misericordia, Señor,


de este hijo tuyo difunto:
ya que procuró cumplir tu voluntad,
no lo castigues por sus pecados;
así como estuvo unido a tu pueblo fiel,
por medio de la fe,
concédele asociarse en el Cielo
al coro de los ángeles.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
R/ Amén.

II

Dios, que estás atento a las súplicas de tus fieles


y conoces sus buenos deseos,
concederá tu servidor N.,
a quien hoy sepultamos,
cumpliendo este deber de misericordia,
que consiga la felicidad eterna
junto con tus santos y elegidos.
Por Cristo nuestro Señor.
R/ Amén.
III

Dios, tú que eres el autor de la vida,


restauras los cuerpos humanos
y aceptas con bondad el ruego de los pecadores:
escucha, entonces, las súplicas
Ritual de las exequias 18

que te dirigimos en nuestra aflicción


pidiéndote por el alma de tu hijo N.,
para que lo libres de la muerte eterna.
Permítele compartir con tus santos
las alegrías del Paraíso.
Por Cristo nuestro Señor.
R/ Amén.

II b

Señor, tu existencia no tiene fin


y tu misericordia es inconmensurable.
Por eso te pedimos:
recuérdanos siempre que nuestra vida es breve
y que es incierto el momento de nuestra muerte.
Concédenos al Espíritu Santo
para que él nos conduzca a través de este mundo
con una vida de santidad y justicia.
Así, después de haberte servido
en comunión con tu Iglesia,
mediante la confianza de la fe,
el consuelo de la esperanza
y la fraternidad con todos los hombres,
fruto de la perfecta caridad,
podamos llegar a la felicidad de tu Reino.
Por Cristo nuestro Señor.
R/ Amén.

III b

Dios todopoderoso que destruiste nuestra muerte,


por medio de la crucifixión de tu Hijo Jesucristo,
y a través de su descanso en el sepulcro
y su gloriosa resurrección de entre los muertos
santificaste las tumbas de los difuntos
Ritual de las exequias 19

y nos concediste una Vida nueva e inmortal:


escucha la oración que te hacemos
por aquellos que ya participan
de la muerte y sepultura de Cristo
mientras esperan la feliz resurrección.
Tú, que eres el Dios de vivos y muertos,
concede a quienes te han conocido en la tierra
que, con alegría, te alaben eternamente en el Cielo.
Por Cristo nuestro Señor.

8. Aspersión con agua bendita e incensación

El ministro asperja el cuerpo con agua bendita, y luego dice:

Concédele, Señor, el descanso eterno.


R/ Y brille para él (ella) la luz que no tiene fin.
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Ultima recomendación y despedida

9. Terminada la oración después de la Comunión, o, si no se


ha celebrado el Sacrificio Eucarístico, acabada la Liturgia de
la Palabra, el sacerdote, revestido de casulla o capa pluvial,
procede al rito de la última recomendación y despedida. De
pie, junto al féretro, mirando hacia el pueblo y teniendo a su
lado a los ministros que llevan el agua bendita y el incienso, el
sacerdote pronuncia la invitación con estas u otras palabras
semejantes:

Hermanos:
Mientras realizamos el piadoso ministerio de enterrar a
los muertos, roguemos confiadamente a Dios, fuente de
toda vida, para que revista con la fortaleza y la gloria de
los santos a este hermano nuestro, a quien sepultamos en
la debilidad de la carne. Pidámosle que tenga
misericordia de él en el día del juicio; que lo libre de la
condenación y lo absuelva de toda culpa para que,
reconciliado con el Padre, sea llevado sobre los hombros
del Buen Pastor hasta su Reino eterno, para gozar de su
compañía y la de todos los santos.

O bien:

Hermanos:
Con la certeza que nos da la fe y con la esperanza de la
Vida eterna, encomendemos a la infinita misericordia de
Dios a nuestro hermano que se ha dormido en la paz de
Cristo. Acompañemos con nuestras oraciones a quien,
por medio del Bautismo, recibió la adopción de los hijos
de Dios y se alimentó en la mesa del Señor, para que
ahora merezca la herencia eterna prometida a los santos
y participe en el banquete celestial. Oremos también por
nosotros mismos, que ahora lloramos afligidos, para que,
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junto con nuestro hermano, podamos un día salir al


encuentro de Cristo, nuestra Vida, cuando él se
manifieste en la plenitud de su gloria.

O bien:

Dios todopoderoso ha llamado de esta vida a su


presencia a este hermano nuestro. Ahora, nosotros
depositaremos su cuerpo en el sepulcro para que vuelva
a la tierra de la cual fue formado. Pero tengamos en
cuenta que Cristo, el primero en resucitar de entre los
muertos, transformará nuestro cuerpo corruptible en un
cuerpo glorioso semejante al suyo. Encomendemos,
entonces, a nuestro hermano para que el Señor lo reciba
en su paz y resucite su cuerpo en el día final.

Y todos oran en silencio por unos momentos.

10. Canto de Despedida

A continuación se entona uno de los siguientes cantos de


despedida:

I
Vengan en su ayuda, Santos de Dios:
salgan a su encuentro, ángeles del Señor:
* Reciban su alma y llévenla a la presencia del Altísimo.

V. Cristo que te llamó, te reciba


y los ángeles te conduzcan al seno de Abraham.
* Reciban su alma y llévenla a la presencia del Altísimo.

V. Concédele, Señor, el descanso eterno


y brille para él la luz que no tiene fin.
* Reciban su alma y llévenla a la presencia del Altísimo.
Ritual de las exequias 22

II
Te rogamos, Señor y Dios nuestro, que recibas el
alma de este difunto, por quien derramaste tu sangre.
*Recuerda, Señor, que somos polvo y que el hombre es
como la hierba y la flor del campo que se marchita.
V. Estoy atemorizado por mis pecados y me
avergüenzo ante ti, esperando tu misericordia.
*Recuerda.

III
Señor, tú me conociste antes de haber nacido y me
hiciste a tu imagen y semejanza.
* Ahora a ti, que eres mi Creador, te entrego mi alma.
V. Estoy atemorizado por mis pecados y me
avergüenzo ante tu juicio. * Ahora.

IV
Yo creo que mi Redentor vive y que en el último día
surgiré de la tierra.
* Y en esta carne mía veré a Dios, mi Salvador.
V. Seré yo mismo quien lo mire, no otro; mis ojos lo
contemplarán. * Y en esta carne mía.
V. Por eso conservo esta esperanza en lo profundo de
mi corazón. * Y en esta carne mía.
Ritual de las exequias 23

11. Oración
Luego el sacerdote dice la oración:

Padre de bondad,
encomendamos a tu cuidado
el alma de nuestro hermano,
sostenidos por la esperanza
de que en el último día resucitará con Cristo,
junto con todos los que han muerto con él.
(Te damos gracias por todos los beneficios
con que lo favoreciste en esta vida mortal;
beneficios que para nosotros
se convertirían en signos de tu bondad
y en la expresión de esa santidad
que brota de la comunión con Cristo.)
Por eso, Señor,
escucha con misericordia nuestros ruegos:
abre para tu hijo las puertas del Paraíso;
concédenos a los que permanecemos en esta vida,
la gracia de poder consolamos mutuamente,
con palabras de esperanza,
hasta que lleguemos a Cristo
y así podamos vivir siempre contigo
y con este hermano nuestro.
R/ Amén.

O bien:
II

Señor, te encomendamos el alma de tu hijo N.


Aunque él está muerto ante nosotros,
sin embargo vive en tu presencia.
Por tu inmensa bondad, perdónale los pecados
que ha cometido por su humana fragilidad.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. R/ Amén.
Ritual de las exequias 24

12. Salida de la iglesia

Dicha la oración, mientras el cuerpo es retirado de la


iglesia, se pueden cantar las antífonas que se indican en el
número siguiente.
Pero, si el sacerdote y la asamblea acompañan al cortejo
fúnebre, la última recomendación Y despedida pueden hacerse
en el sepulcro. En este caso, una vez dicha la oración después
de, la Comunión, o, si no se celebra la liturgia eucarística,
concluida la Liturgia de la Palabra, el cuerpo es retirado de la
iglesia. Mientras tanto se pueden decir una de estas antífonas:

Al Paraíso te lleven los ángeles:


Que a tu llegada te reciban los mártires
y te introduzcan en la ciudad santa de Jerusalén.

II

Que el coro de los ángeles te reciba


y junto con Lázaro, que vivió pobre en la tierra,
tengas un descanso eterno.

III

Yo soy la Resurrección y la Vida.


El. que cree en mí, aunque muera, vivirá.
y todo el que vive y cree en mí
no morirá eternamente.

Con éstas antífonas pueden cantarse versículos de salmos o


estrofas adecuadas.
Ritual de las exequias 25

En el sepulcro

13. Bendición del sepulcro

Si el sepulcro no está bendecido, se bendecirá antes de


colocar en él el cuerpo, con una de las siguientes oraciones:

I
Oremos.
Señor Jesucristo
que al descansar en el sepulcro durante tres días
santificaste las tumbas de los que creen en ti,
de manera que no sólo sirvieran
de sepultura para los cuerpos,
sino que estimularan
la esperanza de la resurrección:
Concede a tu hijo
que descanse en paz en este sepulcro,
hasta que tú,
que eres la Resurrección y la Vida,
lo ilumines con la luz de la resurrección
y le permitas contemplar en el Cielo
el resplandor de tu luz eterna.
Te lo pedimos a ti, que vives y reinas
por los siglos de los siglos.
R/ Amén.

II

Dios, por cuya misericordia.


descansan las almas de los fieles,
bendice esta tumba
y designa para su custodia a tu santo ángel.
Que el alma de quien hoy sepultamos
se vea libre de las ataduras del pecado
Ritual de las exequias 26

y así se alegre eternamente contigo


en la compañía de todos tus santos.
Por Cristo nuestro Señor.
R/ Amén.

III

Señor, tú hiciste la tierra,


formaste los cielos
y estableciste la órbita de los astros.
Por medio del agua purificadora
diste nueva vida al hombre
que yacía en la muerte del pecado.
También resucitaste a nuestro Señor Jesucristo
haciéndolo vencedor de la muerte y del pecado,
para que todos los creyentes en él
se salvaran y resucitaran.
Protege entonces, Señor, esta tumba,
para que tu servidor descanse en paz
hasta que resucite con tus santos
en el día del juicio.
R/ Amén.

IV

Dios, que decretaste


una justa sentencia de muerte
en contra del hombre,
que había desobedecido tu precepto,
pero le diste la posibilidad de revivir
por medio de la conversión y la resurrección final;
Dios, que concediste una sepultura
a nuestro padre Abraham,
en la tierra prometida,
e inspiraste a José, el justo,
Ritual de las exequias 27

para que preparara un sepulcro


destinado al Señor Jesús:
Te pedimos, confiando en tu bondad,
que bendigas esta tumba,
preparada para tu servidor,
y que, al colocar su cuerpo en ella,
su alma ingrese en el Paraíso.
Te lo pedimos por el mismo Cristo nuestro Señor.
R/ Amén.

Dicha la oración, el sacerdote asperja con agua bendita e


inciensa la tumba y el cuerpo del difunto, a no ser que se haga
junto al sepulcro el rito de la última recomendación y
despedida.

Rito de la sepultura

14. El entierro se efectúa enseguida o al final del rito, según


sea la costumbre del lugar. Mientras el cuerpo es colocado en
el sepulcro el sacerdote puede decir:

Hermanos:
Dios todopoderoso quiso llamar a su presencia a este
hermano nuestro; nosotros entregamos ahora su cuerpo a
la tierra para que vuelva al mismo lugar de donde fue
sacado. Al hacerlo, recordemos que Cristo fue el primero
en resucitar, para transformar nuestro cuerpo corruptible
en un cuerpo glorioso como el suyo. Encomendémosle,
entonces, al Señor para que lo reciba en su paz y lo
resucite en el último día.

El ministro dice:
Dale, Señor, el descanso eterno.
R/ Y brille para él (ella) la luz que no tiene fin.
Que descanse en paz.
R/ Amén.

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