PRIMERA PARTE
LA POLITICA COMO CIENCIAI. MESAS SEPARADAS: ESCUELAS
Y CORRIENTES EN LAS CIENCIAS POLITICAS*
Miss Cooper: La soledades algo terrible, znocreeusted?
Anne: Ya lo creo. Es algo terrible...
Miss Meacham: Ellanoes de las que disfrutan con la
soledad.
Miss Cooper: ¢Acaso hay quien disfrute con la sole-
dad, Miss Meacham?
(Fragmento de Separate Tables (“Mesas separadas”)
de TerENce Ratrican, 1955, 78, 92)
EN SEPARATE TABLES, el mayor éxito de la temporada teatral de Nueva
York en 1955, el dramaturgo irlandés Terence Rattigan recurrié ala
metafora de unos clientes solitarios sentados en el comedor de un
hotel de segunda clase de Cornualles para ilustrar la soledad de la
condicién humana. Tal vez sea un poco descabellado usar esta me-
t4fora para describir la situacién de las ciencias polfticas durante la
década de 1980. Pero en cierta forma, las diversas escuelas y corrien-
tes de las ciencias politicas se encuentran actualmente sentadas ante
mesas separadas, cada una con su concepcién de lo que deben ser las
ciencias politicas, protegiendo un niicleo oculto de vulnerabilidad.
Las cosas no siempre han sido asf. Si recordamos el estado en que
se encontraban las ciencias politicas hace un cuarto de siglo, diga-
mos a principios de la década de 1960, las criticas de David Easton
(1953) y David Truman (1955), relativas al atraso de esta disciplina
encomparacién con el resto de las disciplinas propias de las ciencias
sociales, habfan sido tomadas muy en serio por un importante y
productivo cuadro de jévenes politélogos. En 1961, Robert Dahl
escribié su Epitaph for a Monument to a Successful Protest, que refle-
jaba la confianza de un movimiento triunfante, cuyos dirigentes
rapidamente estaban convirtiéndose en las figuras mas destacadas
de la profesién. Ni Dahl ni Heinz Eulau, cuya Behavioral Persuasion
* Gabriel A. Almond, Separate Tables, PS, vol. 21, nim. 4. Derechos reservados
en 1988 por la American Political Science Association. Reproduccién-autorizada.
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