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Curso de Derecho Constitucional

NACIONALIDAD Y CIUDADANÍA
-El Capítulo II de la Constitución de 1980-

Profesor Dr. iuris utriusque Teodoro Ribera Neumann


Nacionalidad y Ciudadanía 2
Dr. iur. utr.Teodoro Ribera Neumann

_____________________________________________________________________________
El estudio por apuntes o separatas no exime de la responsabilidad de recurrir a otras fuentes
bibliográficas.
NACIONALIDAD Y CIUDADANÍA
-El Capítulo II de la Constitución de 1980-

I.- ASPECTOS PREVIOS SOBRE LA NACIONALIDAD Y LA CIUDADANÍA

En Chile, al igual que en los otros países iberoamericanos, existe la práctica de regular la
nacionalidad en el texto constitucional, mientras que en los países europeos, ello sucede
principalmente mediante leyes especiales o en los propios Códigos Civiles1.
La nacionalidad se concibe en nuestro ordenamiento como un vínculo jurídico entre una
persona y un Estado determinado, del cual fluyen derechos y obligaciones específicos, no
considerándose relevante los elementos culturales o raciales que establezcan la pertenencia de la
persona a una “nación”. Según el artículo 55 de nuestro Código Civil, la nacionalidad es, además,
uno de los atributos de la personalidad.
Diferente al concepto de nacionalidad es el de ciudadanía, pues éste es un estatuto jurídico
que permite acceder al ejercicio de los derechos políticos, entendiendo por tales los que
habilitan para intervenir en la conducción política del Estado, como por ejemplo sufragar, optar a
cargos públicos o formar partidos políticos. Por regla general, estos derechos se conceden
únicamente a los nacionales que además cumplen determinados requisitos, por lo que no todos
ellos son ciudadanos.

1
En este caso se encuentran, a vía de ejemplo, España, Austria, Bélgica, Bulgaria, Francia, Italia y Alemania.

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En el ámbito de los derechos civiles, es decir, aquellos que emanan de las relaciones privadas
de las personas, existe una fuerte tendencia a asimilar los extranjeros a los nacionales. Este
principio general lo reconoció ya nuestro Código Civil en el año 1857, al indicar en su artículo 57
que la ley “no reconoce diferencias entre el chileno y el extranjero para la adquisición y goce de
los derechos civiles”.
El Reglamento Constitucional Provisorio de 1812 distinguió en el artículo 24 entre el
“habitante libre de Chile” y “el español (que) es nuestro hermano”, no profundizando
mayormente sobre los requisitos y la relación jurídica que derivaba de la nacionalidad y de la
ciudadanía. Fue, sin embargo, el Director Supremo Bernardo O’Higgins quien ordenó el 3 de
junio de 1818, que en los documentos oficiales se sustituyera la cláusula de “español natural
de....”, por la de “chileno de tal parte”2.
La Constitución de 1822 avanzó en esta materia, pues se refirió a la nación chilena (art. 1, y 2),
a los requisitos para adquirir la nacionalidad (art. 4) y a las causales de adquisición, suspensión y
perdida de la ciudadanía (arts. 14, 15 y 16). La Constitución de 1828 consagró el Capítulo II “De
los chilenos”, en que reguló lo referente a la nacionalidad y ciudadanía (arts. 5 a 9),
conservándose esta estructura en la Constitución de 1833 (arts. 6 a 11). La Constitución de 1925
dedicó su Capítulo II “Nacionalidad y Ciudadanía” a este tema (arts. 5 a 9), siguiendo en general
las disposiciones contempladas en la Constitución anterior.
La Constitución de 1980 reguló igualmente en el Capítulo II titulado “Nacionalidad y
Ciudadanía” (arts. 10 a 17) estos temas y estableció las bases esenciales del sistema electoral
público (art. 18), introduciendo modificaciones menores en lo que respecta a la nacionalidad y
ciudadanía. Es tal la importancia que el constituyente atribuye a estas materias, que el artículo 61
prohíbe que el Congreso Nacional delegue al Presidente de la República atribuciones para dictar
decretos con fuerza de ley sobre materias de nacionalidad y ciudadanía.

II.- LA NACIONALIDAD CHILENA

1.0- PRINCIPIOS INTERNACIONALES SOBRE LA NACIONALIDAD


La regulación de la nacionalidad es competencia de cada Estado, pero el Derecho Internacional
Público consagra principios y normas que la limitan. Esto es tal, pues la normativa interna de un
Estado puede generar conflictos de nacionalidad, sea por que más de una legislación se atribuye

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la nacionalidad (colisión positiva) o por que se la desconocen y generan la apatridia (colisión


negativa).
Si bien el Estado tiene un poder exclusivo de establecer los requisitos y formalidades de
adquisición de su nacionalidad, esta competencia no es discrecional, sino que está limitada por un
criterio de efectividad. En el caso Notteböhm entre Guatemala y Lichtenstein, en la cual el
primer Estado desconoció la nacionalidad de Lichtenstein de un individuo que siendo
originalmente alemán la adquirió para evitar ser objeto de apremios económicos como
consecuencia de la Segunda Guerra Mundial, la Corte Internacional de Justicia resolvió en el año
1955 que debe existir un vínculo efectivo o real entre el individuo y el Estado que otorga su
nacionalidad para que ésta sea válida. Sobre el particular indicó:
“La Corte debe examinar si la nacionalidad conferida a Notteböhm por vía de naturalización
presenta el carácter de vinculación efectiva, esto es, si el vínculo de hecho entre Notteböhm y
Lichtenstein en la época precedente a su naturalización aparece como suficientemente estrecho,
como suficientemente preponderante en relación con la vinculación que pudiere existir entre él y
tal cual otro Estado, que permita considerar la nacionalidad que le ha sido conferida como
efectiva, como la expresión jurídica exacta de un hecho social de vinculación preexistente, o que
se hubiese constituido tiempo después”.2
En todo caso, y desde una perspectiva internacional, la nacionalidad supone un vínculo social
que reconoce tiene como elemento central una conexión genuina, sea de intereses o sentimientos,
que conlleva la presencia de derechos y deberes recíprocos. Para el individuo, estos deberes se
sintetizan principalmente en un deber de lealtad hacia el Estado del cual posee la nacionalidad y
que se manifiesta en la obligación de defensa, de respeto a sus símbolos patrios, y de abstenerse a
realizar actos contrarios a su ser. Por otro lado, el Estado ejerce respecto de sus nacionales y de
las personas jurídicas constituidas de acuerdo a su ordenamiento una cierta competencia personal,
donde quiera que se encuentren, por la cual debe protegerlos o ampararlos diplomáticamente,
incluso reclamando a otros Estados por sus intereses; no expulsarlos de su territorio, y acogerlos
cuando son expulsados de otros Estados.3
Los tratados internacionales reconocen los siguientes derechos:

2
Publicado en la Gaceta Ministerial de Chile, el 20 de junio de 1818.
2
Court Internationale e Justice, CIJ Recueil, deuxierne phase, Arret du 6 abril, 1955, p. 24.
3
Además, el art. 22, inciso 5° de la Convención Interamericana de Derechos Humanos señala: “nadie puede ser
expulsado del territorio del Estado en el cual es nacional, ni ser privado del derecho de ingresar a él”, consagrando
así otro de los atributos propios del vínculo de nacionalidad.

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a) Toda persona tiene derecho a una nacionalidad (art. 20, Pacto de San José de Costa Rica), y
todo niño tiene, además, derecho a adquirir una (art. 24, inciso 3°, Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos);
b) toda persona tiene derecho a la nacionalidad del Estado en cuyo territorio nació si no tiene
derecho a otra (art. 20, Pacto de San José de Costa Rica), y,
c) a nadie se privará arbitrariamente de su nacionalidad ni del derecho a cambiarla (art. 20,
Pacto de San José de Costa Rica). 4

1.1.- Toda persona debe tener una nacionalidad


Si una persona carece de nacionalidad se produce la apatridia, lo que priva a la persona de la
protección por un Estado. Los casos más frecuentes son por la colisión negativa de legislaciones,
esto es, cuando aplicando ordenamientos jurídicos diversos, la persona no adquiere ninguna. Tal
situación se produce respecto de los hijos de padres chilenos que nacen en un país donde se
obtiene la nacionalidad exclusivamente por razones de sangre. En este caso, el niño no es chileno,
mientras no resida a lo menos un año en el país y tampoco es nacional del país donde nació.

1.2.- Ninguna persona debe tener más de una nacionalidad


La multinacionalidad o polipatridia presenta posibles inconvenientes, ya que los derechos y
obligaciones que emanan de la nacionalidad generalmente no admiten cumplimiento simultáneo.
A pesar de lo anterior, la Constitución de 1980 permite que una persona tenga más de una
nacionalidad en forma amplia, tal como en el caso de la doble nacionalidad con países con los
cuales se celebre un tratado internacional, como respecto de aquellos chilenos que hayan debido
optar a una segunda nacionalidad, por exigírseles para el ejercicio de sus derechos civiles.
También pueden presentarse casos de polipatría en la amplia excepción que consagra el artículo
11, N° 1, respecto de quienes se nacionalizan en país extranjero sin renunciar a la nacionalidad
chilena en los casos del artículo 10, N° 1, 2, 3 y 4 de la Constitución.
En estos casos, los países sólo reconocen la existencia de su nacionalidad, desconociendo el
derecho de la persona de invocar, dentro de su ámbito soberano, una nacionalidad extranjera.
Ello, sin embargo, no es obstáculo para que una persona pueda, fuera de dicho ámbito soberano,
utilizar una u otra nacionalidad, pero no ambas a la vez.

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1.3.- La adquisición y renuncia de la nacionalidad debe ser voluntaria


La adquisición, mantención y renuncia voluntaria de la nacionalidad es un reconocimiento
expreso a la libertad individual, siendo contraria al Derecho Internacional imponerla en forma
colectiva o forzosa. En el caso de los niños, se entiende que la obtención de una nacionalidad por
nacimiento no es contraria a su voluntad, mientras no se le prive, una vez que sea adulto, de la
posibilidad de renunciar a ella y optar por otra. Hasta el siglo XIX, sin embargo, fue habitual
imponer la nacionalidad en forma masiva, sin considerar mayormente la voluntad de las personas,
especialmente en los casos de cambios de territorios. Una prueba de ello es la ley chilena de 31
de octubre de 1884, que en su art. 14 señaló:
“Se declara que son chilenos naturalizados los nacidos en el territorio de Tarapacá y
actualmente residentes en él, salvo aquellos que en el término de un año, después de la
promulgación de la presente ley, manifiesten ante la Municipalidad respectiva su deseo de ser
considerados como peruanos”.
Distinta es la situación creada por el Tratado de Límites entre Chile y Perú del año 1929, que en
su artículo 10 estableció:
“Los hijos de peruanos nacidos en Arica, se considerarán peruanos hasta los 20 años, edad en
que podrán optar por su nacionalidad efectiva; los hijos de chilenos, nacidos en Tacna, tendrán
el mismo derecho”, pues esta disposición permitió a las personas nacidas durante la ocupación
chilena de las provincias de Tacna y Arica optar por una u otra nacionalidad.”.
En lo que respecta a la renuncia a la nacionalidad, no se trata ésta de un derecho absoluto, ya
que el individuo se encuentra obligado a cumplir los requisitos legales correspondientes del país a
cuya nacionalidad desea renunciar. El Derecho Internacional acepta en forma unánime este
principio, reconociendo la naturalización como un derecho natural del hombre. 5 En Chile,
podemos citar los artículos 10 N° 3 y 11 N° 1 de la Constitución que consagran el derecho de
extranjeros y nacionales a adquirir otra nacionalidad.
La renuncia a la nacionalidad debe ir acompañada de la adquisición de otra nacionalidad, con el
objetivo de evitar abusos y renuncias de mala fe para sustraerse al imperio de las leyes patrias y
para evitar también la apatridia.
Nuestra legislación establece taxativamente las causales de pérdida de la nacionalidad chilena
en el artículo 11 de la Constitución. entre las cuales no se encuentra la simple renuncia, sino que

4
Lo mismo se contempla en el artículo 15 de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre de 1948.
5
Artículo 15 de la Declaración Universal de Derechos Humanos.

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la nacionalización voluntaria en país extranjero, que conlleva la renuncia a la chilena. En cuanto a


la privación o pérdida de la nacionalidad, ella debe obedecer a la aplicación de una pena que, si
bien se justifica por la falta cometida, debiera tender a desaparecer ya que es una de las causas
más frecuentes de apatridia.

2.0- FUENTES DE LA NACIONALIDAD EN LA CONSTITUCIÓN DE 1980


Las fuentes de la nacionalidad son los “hechos de la naturaleza y los actos jurídicos de
derecho público, a los cuales la Constitución y las leyes reconocen la aptitud de generar u
originar la nacionalidad”. Éstas se clasifican en:
 Fuentes originarias, naturales o biológicas: son aquéllas que otorgan la nacionalidad
considerando un hecho biológico básico y fundamental: el nacimiento. Se subdivide atendiendo si
el otorgamiento se produce en función del lugar en que se nace (ius soli) o a la filiación (ius
sanguinis).
 Fuentes derivadas, jurídicas o de derecho positivo: se confiere la nacionalidad a partir de
una decisión discrecional de un órgano estatal.

3.0.- CAUSALES DE ADQUISICIÓN DE LA NACIONALIDAD CHILENA


La Constitución consagra en el artículo 10 en forma taxativa las causales de adquisición de la
nacionalidad chilena, no pudiendo el legislador ni autoridad alguna crear otras. La Constitución
reconoce, así, la existencia de chilenos por aplicación del ius soli, por ius sanguinis, por opción,
por naturalización y a los cuales se les ha otorgado la carta de nacionalidad por gracia.
Estas diversas formas de adquisición de la nacionalidad chilena, en todo caso, no habilitan a la
autoridad a establecer diferencia entre los chilenos para el ejercicio de los derechos civiles y
políticos, salvo que la Constitución lo haya establecido plenamente, como lo realiza respecto de
los requisitos para ser Presidente de la República (art. 25, inciso primero) o para postular a cargos
públicos de elección popular (art. 10, N° 4).
El inciso final del artículo 10 de la Constitución establece que la ley reglamentará los
procedimientos de opción por la nacionalidad chilena; de otorgamiento, negativa y cancelación
de las cartas de nacionalización, y la formación de un registro de todos estos actos.

3.1.- Primera causal


El ius soli como regla general de adquisición originaria de la nacionalidad

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“Son chilenos: 1°.- Los nacidos en el territorio de Chile, con excepción de los hijos de
extranjeros que se encuentren en Chile en servicio de su Gobierno, y de los hijos de
extranjeros transeúntes, todos los que, sin embargo, podrán optar por la nacionalidad
chilena”.
La regla general de adquisición de la nacionalidad chilena es el “ius soli”, esto es, que son
chilenos los nacidos en el territorio de la República, lo que tiene por justificación querer ligar la
nueva población a sus territorios. Por el contrario, Estados que han tenido grandes inmigraciones,
han tendido a consagrar un sistema de adquisición de la nacionalidad basado en el ius sanguinis,
para conservar como nacionales a los descendientes de dichos emigrantes.
Cabe recordar que “nacido”, según el artículo 74 del Código Civil, es aquel individuo de la
especie humana que, habiéndose separado completamente de su madre, ha vivido un momento
siquiera.
La expresión “territorio de Chile” comprende el territorio real, es decir, la superficie de la
Tierra en que el país ejerce soberanía a título de tenencia, de posesión o de dominio, con
exclusión de otro país3, como además el suelo, subsuelo, espacio aéreo y el mar territorial, esto
es, aquella zona de mar contigua, hasta una distancia de doce millas, medidas de las líneas de
base recta. En cuanto al territorio ficticio, cabe considerar como tales las naves y aeronaves
militares en cualquier lugar en que se encuentren y las privadas bajo el pabellón nacional, sólo en
la medida que estén ubicadas en espacios internacionales, pues en dicha zona no se ejerce
soberanía por Estado alguno.
Respecto de las sedes consulares y diplomáticas, se sostenía hasta mediados del siglo XX que
éstas eran una prolongación territorial del Estado, lo que llevaba a que en un espacio soberano se
encontraban tantos “territorios extranjeros” como países con los cuales se mantenían relaciones
diplomáticas. Actualmente se considera que las sedes diplomáticas sólo están dotadas de
inmunidad de jurisdicción, pero no son una prolongación ficticia del país. Por lo tanto,
quien nace en ellas no se reputa como nacido en el territorio del país propietario de dicha
sede.

3.1.1.- Excepciones al ius soli

3
Así la Corte Suprema, en Gaceta Jurídica, 1924, 1. Semestre, N° 44, por el cual consideró “chilenos” a los nacidos
en los territorios de Tacna y Arica, ocupados por tropas chilenas hasta el 3 de junio de 1929, con prescindencia de la
nacionalidad de sus padres.

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Si bien el ius soli es el principio general de adquisición de la nacionalidad chilena, la


Constitución establece en el artículo 10, N° 1 las siguientes circunstancias en que la criatura no la
obtiene, incluso a pesar de la voluntad de sus padres:

Primera Excepción
Los hijos de extranjeros que se encuentren en Chile en servicio de su gobierno
Esta excepción a favor de los hijos de extranjeros que se encuentran en Chile en servicio de su
gobierno y de los hijos de extranjeros transeúntes, fue introducida por la Constitución de 1925
que, en este campo, modificó la rígida aplicación del principio ius soli que contemplaba la Carta
Constitucional de 1833. La misma se fundamenta en el Derecho Internacional, pues busca que los
hijos de los extranjeros que se encuentren en Chile al servicio de su gobierno no sean compelidos
a recibir una nacionalidad extranjera.
Esta eximente está relacionada con el artículo 10, N° 2 de la Constitución, que se analizará a
continuación. Para que concurra esta excepción es necesario que se den las siguientes
condiciones al momento del nacimiento:
 Ambos padres deben ser extranjeros, pues si uno es chileno, rige la regla del ius soli.
 Al menos uno debe estar al servicio de su gobierno, pues en caso contrario, la criatura es
igualmente chilena por aplicación del ius soli.
La expresión “en servicio de su gobierno”, limita únicamente a diplomáticos y personal técnico
cuya nacionalidad sea la del Estado que lo acreditó en Chile. Esta interpretación ha sido
extendida por el Ministerio de Relaciones Exteriores, por razones de reciprocidad y práctica
internacional, no sólo a los funcionarios diplomáticos y consulares, sino que también a los
funcionarios de organismos internacionales, como por ejemplo la Comisión Económica para la
América Latina (CEPAL), las distintas agencias de la Organización de las Naciones Unidas, etc.. 6

Segunda Excepción
Los hijos de extranjeros transeúntes
Esta excepción está asociada a la idea de la transitoriedad, es decir, a la ausencia de una
voluntad de permanencia en el país, lo que conlleva no imponerle al recién nacido una
nacionalidad meramente ocasional. Para que concurra esta excepción ambos padres deben ser

6
Cfr. Ministerio de Relaciones Exteriores, Dirección de Política Consular, Circular Ordinaria N° 289, de 16 de julio
de 1996.

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extranjeros y encontrarse la madre de paso por Chile al momento del alumbramiento.


“Transeúnte” es aquel que se encuentra en el país por un período breve y sin el deseo de
establecerse, el que transita o está de paso.
Dado que el término “hijos de extranjeros transeúntes” no está definido ni en la Constitución ni
en la ley, el Director del Servicio de Registro Civil e Identificación lo definió,
administrativamente para los efectos de la inscripción de los nacimientos, en la Orden de Servicio
4946 de 14 de julio de 1982 del Registro Civil e Identificación. En este instrumento se entiende
por extranjero transeúnte aquella persona que no tiene, durante el año anterior al nacimiento de su
hijo, una permanencia ininterrumpida en el país, sin hacer distinción respecto de la calidad de
residencia que posea. A contar del 23 de julio de 1996, el concepto de extranjero transeúnte
difirió del antes señalado, pues establece la residencia como elemento principal a considerar, de
manera que actualmente son extranjeros transeúntes los turistas, tripulantes, y las personas que
estuvieran en forma irregular en el país.
No pueden considerarse transeúntes los extranjeros que cuentan con residencia sujeta a contrato
de trabajo. Esto es tal, pues dicha visa convierte al transeúnte en residente legal. 7

3.1.2.- El derecho de opción


Si bien la criatura no obtiene la nacionalidad chilena al nacer, en los dos casos de excepción
antes analizados podrá optar a ella. Este derecho es a adquirir la nacionalidad chilena y no a
decidirse entre ésta y la que detenta, lo que abre una posibilidad a una doble nacionalidad
de hecho, fundada en la colisión positiva de legislaciones, por lo que no se exige la renuncia
a su nacionalidad anterior, si la detentaba.
El derecho de opción está regulado por el D.S. 5.142 de 29 de octubre de 1960, que establece
los siguientes requisitos copulativos:
1.- El extranjero interesado debe formular una declaración en que manifieste su voluntad
expresa de optar por la nacionalidad chilena.
2.- Realizar esa declaración dentro del plazo fatal de un año contado desde que el interesado
cumple 21 años de edad.

7
Véase sobre el particular Corte Suprema, fecha 16-10-1992, Revista Derecho y jurisprudencia, Tomo LXXXIX,
No.3, 1992, Secc. V, Pág. 291; Corte Suprema, fecha 19-12-1997, Revista Derecho y Jurisprudencia, Tomo XCIV,
1997, Secc. l, Pág.130 y Corte Suprema, fecha 14-05-1997, Revista Derecho y Jurisprudencia, Tomo XCIV, N°1,
1997, Secc. 1, Pág. 43.

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3.- Dicha presentación debe hacerse ante el intendente o gobernador, si está en Chile, o ante el
cónsul o agente diplomático de la República si está en el extranjero.
4.- Adjuntar a la declaración los documentos que acrediten fehacientemente haber nacido en
Chile y la calidad de sus padres.
Reconocida la nacionalidad, ésta tiene efecto retroactivo al momento del nacimiento,
equiparándose al chileno por ius soli de la República para todos los efectos legales.

3.2.- Segunda causal


El ius sanguinis como segunda fuente originaria de la nacionalidad
“Son chilenos: 2°.- Los hijos de padre o madre chilenos nacidos en territorio extranjero,
hallándose cualquiera de éstos en actual servicio de la República, quienes se considerarán
para todos los efectos como nacidos en el territorio chileno”.
El art. 10 N° 2 al referirse que tanto el padre o la madre deben hallarse en actual servicio de la
República, tiene su origen igualmente en el Art. 5° N° 2 de la Constitución de 1925, que a su vez
lo asumió de la Constitución de 1833, pero incorporó también a la madre, reconociendo el papel
más protagónico de la mujer en el servicio público.
El numeral 2° considera el ius sanguinis como fuente de la nacionalidad y viene a constituir una
norma inspirada en los mismos fundamentos que la excepción al numeral 1° del artículo 10 de la
Constitución. Para su concurrencia son necesarios los siguientes requisitos:
a) Ser hijo de padre o madre chilenos, bastando la nacionalidad chilena de uno de ellos.
b) Haber nacido en territorio extranjero, pues si ha nacido en Chile, es chileno por aplicación
del artículo 10, N° 1 de la Constitución.
c) Hallarse el padre o la madre en actual servicio de la República. Sobre el particular, el
Consejo de Defensa del Estado ha sostenido que debe el padre o la madre chilena estar al servicio
de República. 8 La palabra "República" debe entenderse en sentido amplio, tal es, el Estado en su
globalidad, tanto la administración pública centralizada como descentralizada, nacional, regional
y municipal, incluida sus empresas autónomas.
e) El “actual servicio” puede ser de cualquier índole pero debe existir al momento del
nacimiento. Esto implica que la norma se aplica por igual a los hijos de funcionarios diplomáticos
y consulares acreditados en el extranjero, a los funcionarios públicos y otras personas que estén al
servicio de la República, al igual que a los hijos de personas que se encuentren en cualquier

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cometido solicitado por algún organismo del Estado, sea remunerado o ad honorem, como
funcionario o a contrata, comprendiendo incluso a los becados con fondos públicos. 9
Finalmente, se establece una presunción de derecho a favor de estas personas, al considerarlos
para todos los efectos como nacidos en el territorio de Chile, lo que permite que estos chilenos
cumplan el requisito establecido en el artículo 25, inciso 1° de la Constitución, que exige para ser
Presidente de la República haber nacido en el territorio de Chile. 10

3.3.- Tercera causal


El ius sanguinis y la exigencia de avecindamiento como fuente originaria de la nacionalidad
"Son chilenos: 3°.- Los hijos de padre o madre chilenos, nacidos en territorio extranjero, por
el solo hecho de avecindarse por más de un año en Chile”.
Esta causal está destinada a brindar la nacionalidad chilena a quienes tienen una fuerte
vinculación con Chile, por ser hijos de padre o madre chilenos nacidos en el extranjero y por
avecindarse en el país por más de un año. En la Constitución de 1925 se consagraba igualmente
esta causal, pero no se especificaba la duración mínima de dicho avecindamiento.
Los requisitos para que concurra esta causal son los siguientes:
a) Ser hijo de padre o madre chilenos;
b) haber nacido en territorio extranjero; y
c) avecindarse en Chile por más de un año. En las Actas de la Comisión de Estudio de la Nueva
Constitución Política de la República se sostuvo que avecindarse equivale a ser residente. Según
el Art. 62 del Código Civil, “el lugar donde un individuo está de asiento, o donde ejerce
habitualmente su profesión u oficio, determina su domicilio civil o vecindad”. De esta manera,
cuando la Constitución exige el hecho de “avecindarse en Chile”, lo que exige es que la persona
tenga domicilio civil en el país.
En lo que se refiere a los hijos de padre o madre chilenos que se avecindan en Chile por más de
un año, no se trata en este caso de un derecho de opción a favor de ellos, sino que transcurrido
este plazo, los mismos son chilenos sin excepción alguna, no pudiendo expresar, que manifiestan
una voluntad en contrario.

8
Consejo de Defensa del Estado, Informe N° 159 de 4 de marzo de 1959.
9
Contraloría General de la República, Dictamen N° 39.807 de 1997.
10
La exigencia de haber nacido en el territorio de Chile para poder ser Presidente de la República proviene del
artículo 60 de la Constitución de 1833, la cual exigía también para los Ministros de Estado idéntico requisito (art.
85).

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El Ministerio del Interior ha tenido al respecto una postura extremadamente flexible y computa
los lapsos de avecindamiento aunque no sean continuos, siempre y cuando no sean inferiores a 60
días, lo que se acredita mediante las constancias de entrada y salida del país 11, lo que contraviene
el espíritu del constituyente, que en la Constitución de 1980 exigió una residencia de un año para
fortalecer la vinculación de estas personas con el país.
Esta causal de adquisición de la nacionalidad chilena no exige la renuncia a la nacionalidad
anterior, si es que se detentaba, por lo que en caso de colisión positiva de legislaciones puede
llevar en la práctica a que la persona tenga más de una nacionalidad.

3.4.- Cuarta causal


La obtención de la carta de nacionalización por Decreto Supremo como fuente derivada de
la nacionalidad
"Son chilenos: 4°.- Los extranjeros que obtuvieren carta de nacionalización en conformidad a
la ley, renunciando expresamente a su nacionalidad anterior.
No se exigirá esta renuncia a los nacidos en país extranjero que, en virtud de un tratado
internacional, conceda este mismo beneficio a los chilenos. Los nacionalizados en conformidad a
este número tendrán opción a cargos públicos de elección popular sólo después de cinco años de
estar en posesión de sus cartas de nacionalización, y "
La Constitución de 1833 consagraba ya la nacionalización o naturalización en forma muy
estricta, exigiendo a los extranjeros profesar alguna ciencia, arte o industria o poseer alguna
propiedad raíz o capital en giro como una residencia que iba entre los tres a diez años en el
territorio de la República, según su situación conyugal. (art. 6, N° 3). Considerando el interés de
atraer mayor emigración al país, la Constitución fue reformada el año 1874 reduciéndose los
requisitos para que los extranjeros pudieran nacionalizarse a una residencia de un año y una
declaración expresa al respecto.
La Constitución de 1980 delega a la ley12 establecer las exigencias para obtener carta de
nacionalización, siendo éstas las siguientes:
1.- Tener 21 años de edad o 18 años, si es hijo de padre o madre chilenos nacionalizados;
2.- cinco años de residencia continua en Chile 13;

11
Así, Circular Ord. N° 196/00 de 25 de mayo de 2000 del Director General de Asuntos Consulares e Inmigración
del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile.
12
La Ley N.° 13.955 de fecha 9 de julio de 1960 regula esta materia, que a su vez autorizó la dictación de un texto
refundido, lo que efectuó el Decreto Supremo N.° 5.142 publicado el 29 de octubre de 1960.

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3.- permiso de permanencia definitiva;


4.- antecedentes penales limpios;
5.- una profesión u oficio o situación económica, y,
6.- que el interesado o peticionario renuncie expresamente a su nacionalidad anterior, excepto
cuando en virtud de un tratado internacional se concede este mismo beneficio a los chilenos
(artículos 1° a 9° D.S. 5.142). Esta excepción se funda en la reciprocidad, existiendo un único
tratado vigente con España.
Los extranjeros que solicitan la carta de nacionalidad sólo renuncian a su nacionalidad anterior
una vez que el Ministerio del Interior ha estudiado los antecedentes y ha dispuesto como último
trámite que se acompañe la renuncia respectiva. Así, se evita que los extranjeros renuncien a su
nacionalidad anterior y con posterioridad pueda rechazárseles la carta de nacionalidad que han
solicitado, quedando en situación de apátridas. En todo caso, no obsta a la concesión de la carta
de nacionalización que la renuncia sea aceptada por el Estado cuya nacionalidad el peticionario
abandona.14
Un pregunta que puede plantearse, es si un apartida puede naturalizarse chileno, dado que la
Constitución exige que renuncie a su nacionalidad anterior, lo que en su caso es imposible. Al
respecto, se ha sostenido que ello no sería posible, pues no se daría cumplimiento a la norma
constitucional. Con todo, consideramos que los apartidas si pueden nacionalizarse chilenos, aún
cuando no puedan renunciar a la nacionalidad anterior, pues la finalidad de la norma es evitar la
doble nacionalidad, lo que en este caso igualmente le logra.15
La carta de nacionalidad es otorgada por el Presidente de la República mediante un Decreto
Supremo refrendado por el Ministerio del Interior, debiendo su rechazo ser fundado. Los
nacionalizados por carta no pueden optar a cargos públicos de elección popular (concejal, alcalde,
consejero regional, diputados o senadores) hasta cinco años después de que estén en posesión de

13
La residencia exigida en el territorio de Chile y su fundamento es la incorporación de la persona en la vida social
del país. Por ello, el Consejo de Defensa del Estado, en un Informe del año 1944, absolviendo una consulta
formulada, consideró que no podría imputarse como residencia en Chile el plazo que la cónyuge extranjera de un
diplomático chileno había residido en misiones chilenas en terceros países.
14
Así, Consejo de Defensa Fiscal, Informe 200, de 23 de junio de 1938, citado por Carlos Andrade Geywitz,
Elementos de Derecho Constitucional Chileno, 2ª. Edición, Edit. Jurídica de Chile, Santiago, 1971, pág. 68).
15
Una opinión negativa vertió el Consejo de Defensa del Estado mediante el Informe N° 278, de fecha 13 de mayo
de 1943. En este caso, don Siegismund Eisenberg había nacido en Alemania, hijo de padres rusos e inscrito en el
Registro Civil del Reino de Prusia y anotado en el Consulado de Rusia y en el año 1913. El año 1921 el Gobierno
Soviético promulgó una ley por la cual perdían la nacionalidad soviética quienes permanecían fuera de los límites de
Rusia y no regularizaban su situación ante las nuevas autoridades, lo que fue el caso del señor Eisenberg.

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dicha carta ( artículo 13 de la Constitución), no pudiendo postular al cargo de Presidente de la


República, pues no reúnen el requisito de haber nacido en Chile (artículo 25 de la Constitución).
Interesante resulta destacar, que si un chileno naturalizado recupera con posterioridad su
nacionalidad origen, no pierde por ello la nacionalidad adquirida, salvo que medie una renuncia
expresa a su nacionalidad chilena. 16

3.4.1.- Tratados internacionales de doble nacionalidad y el Convenio de Doble Nacionalidad


entre Chile y España
La Constitución contempla la posibilidad que un extranjero obtenga la carta de nacionalización
chilena y no renuncie a su nacionalidad anterior, si ello está previsto en un tratado internacional
(art. 10, N° 4 de la Constitución).
La disposición actual tiene su origen en una reforma a la Constitución de 1925 en el año 1957 17
en que se agregó la frase: “No se exigirá la renuncia de la nacionalidad española respecto de los
nacidos en España, con más de 10 años de residencia en Chile, siempre que en ese país se
conceda este mismo beneficio a los chilenos”. La Constitución de 1980 amplió la posibilidad de
celebrar estos tratados con otros países y eliminó el plazo de residencia mínima, estableciendo
sólo como requisito que “se conceda este mismo beneficio a los chilenos”.
Para que concurra esta causal es necesaria la existencia de un tratado internacional ratificado
por Chile y que se encuentre vigente, el cual debe necesariamente tener como base de
reciprocidad, esto es, que la otra parte contratante permita a los chilenos adquirir su nacionalidad
sin tener que renunciar a la nacionalidad chilena, pero no que los requisitos exigidos para adquirir
una segunda nacionalidad sean los mismos.
La República de Chile y España celebraron en el año 1958 el Convenio de Doble Nacionalidad
que dispone en su artículo 1° que “los chilenos nacidos en Chile y recíprocamente los españoles
nacidos en España podrán adquirir la nacionalidad española o chilena, respectivamente, en las
condiciones y en la forma prevista por la legislación en vigor en cada una de las Altas Partes y
Contratantes, sin perder por ello su anterior nacionalidad. Para los efectos del párrafo anterior se
entiende por nacidos en Chile a los originarios del territorio nacional chileno, y por nacidos en
España a los originarios del territorio peninsular, Islas Baleares y Canarias”. De esta manera, el
Convenio de Doble Nacionalidad entre Chile y España no permite a todos los chilenos y

16
Consejo de Defensa del Estado, Informe N° 465, de 20 de junio de 1971.
17
Diario oficial 15 de noviembre de 1958.

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españoles optar a la doble nacionalidad, sino que únicamente a quienes tienen la nacionalidad de
origen, habiendo nacidos en Chile, en el caso de los chilenos, y en el territorio peninsular de
España, las Baleares y Canaria, respecto de los segundos, por lo que no pueden acogerse a este
tratado quienes en Chile adquieren la nacionalidad por las causales indicadas en el Art. 10, N° 2,
3, 4 y 5. Igualmente no quedan comprendidos los españoles que gocen de dicha nacionalidad por
ius sanguinis y que hayan nacido fuera del territorio antes descrito, tales como en Ceuta, Melilla,
o en el antiguo Sahara Español.
El Tribunal Supremo español ha indicado que dicha nacionalidad no se adquiere en forma
automática, sino que “en la forma prevista por la legislación que esté en vigor en cada uno de los
países”, es decir, luego que se hayan practicado las inscripciones de los chilenos en España y de
los españoles en Chile. 18
El español que desee adquirir la nacionalidad chilena debe contar con residencia legal en Chile
y acogerse a la legislación vigente en lo referente al proceso de obtención de la carta de
naturalización, con la excepción que no se exigirá la renuncia de su nacionalidad anterior. 19

3.5.- Quinta causal


La especial gracia de nacionalización por ley como fuente derivada de la nacionalidad
Son chilenos: "5°.- Los que obtuvieren especial gracia de nacionalización por ley”.
La nacionalización por gracia, llamada también nacionalización por privilegio o gran
nacionalización, consiste en la concesión discrecional por ley de la nacionalidad chilena. La
nacionalidad por gracia tiene su origen en el "poderío real absoluto", que permitía al Rey
conceder naturaleza a un extranjero como quitársela al súbdito.
Para acceder a esta nacionalidad, es necesario que le sea concedida por ley común, la cual
puede tener su origen en cualquiera de las Cámaras y ser iniciada tanto por los Diputados y
Senadores como por el Presidente de la República.
Es importante señalar que no es una obligación del beneficiario recibir tal honor y el extranjero
no manifiesta voluntad alguna de modo expreso para adquirir la nacionalidad chilena. La
nacionalización por gracia no requiere de tramitación o solicitud alguna del interesado y éste, una
vez concedida, puede optar de inmediato a cargos de elección popular. Sin embargo, al igual que

18
Sentencia de 21 de mayo de 1990, citado por: Miguel López-Muñiz Goñi, La Nueva Ley de Extranjería, Gráficas
Rógar, Madrid, 2000, pág. 427.
19
Así, Contraloría General de la República, Dictamen N° 40.936 de 1972 y 7.132 de 1986.

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la fuente anterior, no se presume nacido en Chile por lo que no podrá ser elegido Presidente de la
República.
En cuanto a la naturaleza de los servicios que fundamentan una nacionalización por gracia,
debe señalarse que no se encuentra precisada por la norma constitucional, correspondiéndole al
legislador su calificación. La disposición tampoco indica si estos deben ser prestados al país o a
la humanidad, aunque doctrinariamente la mayoría de los tratadistas se inclinan por la primera
alternativa. En la mente del legislador han estado presente el honor, los altos servicios prestados
al país en el campo del derecho, de las ciencias, las artes, la literatura, la cultura, la actividad
empresarial, religiosa y otras de la misma naturaleza, como elemento determinante de decisiones
legislativas que han sido siempre excepcionales, especiales y de singular jerarquía.
Esta institución es especialísima, toda vez que se otorga por el legislador sin exigir a quien la
obtiene ningún requisito, ni siquiera que el beneficiado haya estado o se encuentre en Chile,
aunque lo lógico sería que así fuera. En consecuencia, se trata de otra excepción al principio de la
nacionalidad reconocido por el Derecho Internacional, ya comentado, según el cual "toda persona
debe tener una sola nacionalidad" pues evidentemente origina casos de doble nacionalidad.
A lo largo de nuestra historia han sido muy reducidos los casos de concesión de nacionalidad
por gracia, habiendo ejercido el Congreso Nacional esta facultad en el pasado con bastante
prudencia y para caos puntuales de toda justicia, sobre todo bajo la vigencia de la Constitución de
1833. Entre estos puede citarse a Andrés Bello, José Joaquín de Mora (redactor de la
Constitución de 1828), Ignacio Domeyko y Lorenzo Sazie. Sin embargo, en el año 1866 y con
motivo a la guerra entre Chile y España, se otorgó mediante una sola ley la nacionalidad a 22
personas de nacionalidad Española, para evitar así su expulsión.
Durante la vigencia de la Constitución de 1980, y especialmente después del año 199O, se han
otorgado una cantidad considerablemente alta de nacionalidades por gracia, motivado ello por la
imposibilidad parlamentaria de iniciar proyectos de ley en otras materias. Así, mientras que
durante la vigencia de la Constitución de 1925 se dictaron seis leyes que concedieron la
nacionalidad por gracia beneficiando a igual número de extranjeros (y que en un caso incluyó a
sus hijos), bajo la vigencia de la Constitución de 1980 se han dictado más de 25 leyes sólo en el
período comprendido entre el año 1981 al 2000.

4.0.- CAUSALES DE PERDIDA DE LA NACIONALIDAD CHILENA

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Las causales de pérdida de la nacionalidad están expresamente establecidas en el artículo 11 de


la Constitución, por lo que el legislador no puede crear otras.

4.1.- Primera causal


“1°.- Por nacionalización en país extranjero, salvo en el caso de aquellos chilenos
comprendidos en los números 1°, 2°. y 3°. del artículo anterior que hubieren obtenido otra
nacionalidad sin renunciar a su nacionalidad chilena y de acuerdo con lo establecido en el N°.
4°. del mismo artículo. La causal de pérdida de la nacionalidad chilena señalada
precedentemente no regirá respecto de los chilenos que, en virtud de disposiciones
constitucionales, legales o administrativas del Estado en cuyo territorio residan, adopten la
nacionalidad extranjera como condición de su permanencia en él o de igualdad jurídica en el
ejercicio de los derechos civiles con los nacionales del respectivo país;”.
La nacionalización en país extranjero es una causal de perdida de la nacionalidad, pero el
constituyente se ha encargado de establecer dos excepciones, que precisan su contenido. La
pérdida de la nacionalidad chilena que se refiere al Art. 11 N° 1 supone siempre un hecho
voluntario y, por ello, toda adquisición de una nacionalidad en forma automática, voluntaria o
forzada20 por alcanzar un pleno ejercicio de derechos civiles, no conlleva la pérdida de la
nacionalidad chilena, salvo acto expreso en contrario. De esta manera, quien adquiere una
nacionalidad sin expresar que renuncia a la nacionalidad chilena no pierde ésta y no puede
presumirse una voluntad en tal sentido.
La Corte Suprema estableció en el año 1937:
“Si la Constitución impone determinadas formalidades para que un extranjero adquiera la
nacionalidad chilena no puede permitir que un chileno pierda la suya sin la concurrencia de
iguales requisitos, y especial, del que preside esencialmente los actos de nacionalización en
Chile: la manifestación expresa de la voluntad de abandonar la nacionalidad de origen para
adquirir una distinta; o, en otros términos, el concepto de nacionalización en un país extranjero
sólo debe ser tomado en el sentido que nuestras leyes le dan”.
Esta doctrina fue acogida luego mediante la reforma constitucional del año 1957 que consagró
un eximente, en términos de que no pierde la nacionalidad chilena en los casos en que, en virtud

20
Una causal automática de adquisición de la nacionalidad es, en aquellos países en que la mujer adquiere
automáticamente la nacionalidad de su marido, aún sin voluntad expresa. Otro caso es la obligación de los chilenos
de adoptar una nacionalidad extranjera para poder ejercer en plenitud su derechos civiles.

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de disposiciones legales o constitucionales de otros países, los chilenos residentes en ellos deban
adoptar la nacionalidad del país en que residan como condición de su permanencia”.
La primera excepción que consagra el constituyente para que no opere la nacionalización en
país extranjero como causal de perdida de la nacionalidad es reconocer que quien tiene una
nacionalidad extranjera en los casos de los numerales 1°, 2°, y 3° del artículo 10 y de la
excepción de doble nacionalidad a que alude el numeral 4° del mismo precepto, sin renunciar a
la nacionalidad chilena, no la pierde salvo acto libre y expreso, tal como lo señala
expresamente el artículo 11, N°1 de la Constitución.. Esto implica, que en caso de colisión de
normas de nacionalidad por ius sanguinis o ius soli, ello no conlleva la perdida de la nacionalidad
chilena. En un caso que afectó a un chileno que adquirió la nacionalidad alemana por el hecho de
contraer matrimonio con una nacional alemana, ante lo cual el gobierno alemán comunicó esta
circunstancia a su homólogo chileno, el que procedió a cancelar la nacionalidad chilena 21, la
Corte Suprema señaló:
“6º) Que los antecedentes reseñados en el considerando precedente permiten dar por
establecido que se ha atribuido la pérdida de la nacionalidad chilena a don Aldo Alberto
Vásquez Valencia por haber adquirido la nacionalidad alemana, a causa, según éste manifiesta a
fojas 9, que en Alemania contrajo matrimonio con ciudadana alemana, razón por la cual le fue
conferida la nacionalidad alemana de pleno derecho, pero en ningún caso fue solicitada, ni
menos renunció a su nacionalidad de origen;
7º) Que debe destacarse que la pérdida de la nacionalidad por nacionalización en país
extranjero contemplada en el artículo 11 Nº 1° de la Carta Fundamental no se produce en el
caso de que se hubiere obtenido otra nacionalidad sin renunciar a la nacionalidad chilena,
excepción considerada en el mismo precepto, y que concurre en el reclamante.”22
El fundamento de esta norma se encuentra también en el hecho que si el constituyente exige
determinadas formalidades para adquirir la nacionalidad chilena, no puede permitirse que un
chileno pierda la suya sin la concurrencia de determinadas formalidades. Es más; la

21
Conforme al artículo 91 número 11 del Decreto Ley Nº 1094, el Ministerio del Interior a través del Departamento
de Extranjería y Migraciones, es a quien le corresponde declarar, en caso de duda, si una persona tiene la calidad de
extranjera; es el encargado de declarar, en caso de duda, si una persona tiene la calidad de extranjera y, a contrario
sensu, si tiene la nacionalidad chilena. Es en virtud de esa disposición legal se reglamentó el procedimiento a seguir
en estos casos mediante la Circular N° 8 de 30 de julio de 1990, la que instruyó el procedimiento que se debía
adoptar en el caso de personas que se hubieren nacionalizado en país extranjero.
22
Corte Suprema, Rol Nº 15768, (Nº 11-90-P en CS) fecha 20-09-1990, Revista Derecho y Jurisprudencia, Tomo
LXXXVII, Nro.3, Secc. V, pág. 157.

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naturalización de un chileno incapaz en el extranjero no conlleva la perdida de la nacionalidad


chilena, pues no ha mediado una expresión libre de su voluntad. 23
La segunda excepción está dada por quien se nacionaliza en país extranjero como requisito
para permanecer en él o para ejercer con igualdad jurídica los derechos civiles, la Constitución
presume que la persona está compelida a nacionalizarse y, consecuentemente, no la priva de la
nacionalidad chilena. Esta circunstancia no es siempre fácil de comprobar, pues la
discriminaciones no se expresan claramente en las disposiciones legales o constitucionales.
A la luz de lo anterior, la nacionalización en país extranjero sólo opera como causal de perdida
de la nacionalidad chilena si ella es fruto de un acto voluntario, expreso, que debe manifestarse
con certeza y formalidad ante las autoridades chilenas, sin que puedan presumir o deducir ello de
comunicaciones extranjeras.

4.2.- Segunda Causal


"2°.- Por decreto supremo, en caso de prestación de servicios durante una guerra exterior a
enemigos de Chile o de sus aliados;".
La actual causal tiene su origen en la Constitución de 1925 y para que se proceda es necesario
que el chileno preste servicios a los enemigos de Chile o sus aliados durante una guerra exterior.
La naturaleza de los servicios prestados puede ser variada, no refiriéndose exclusivamente a los
militares, pero deben ser "durante" una guerra exterior, es decir, ni antes ni después. Dado que
la Constitución exige que sea durante una "guerra exterior", debemos entender por ella se
presenta desde que se ha declarado por el Presidente de la República, previa autorización por el
Congreso Nacional (artículo 32, N° 21°.- de la Constitución) hasta que por decreto supremo se
declara que ha concluido. Concurriendo estos supuestos, el Presidente de la República puede
dictar un decreto supremo fundado y que cuente con la firma de todos sus Ministros, privando a
la persona de su nacionalidad.
La prestación de servicios puede ser de cualquier índole, tanto militares, administrativos,
comerciales, científicos, de propaganda, etc, tanto a los enemigos directos de Chile como a sus
aliados. En todo caso, estos servicios deben ser prestados en forma voluntaria, por lo que toda
actividad militar o civil realizada en forma forzada no implica incurrir en la causal de pérdida. 24

23
Consejo de Defensa del Estado, Informe N° 164 de fecha 25 de abril de 1978.

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4.3.- Tercera causal


"3°.- Por sentencia judicial condenatoria por delitos contra la dignidad de la patria o los
intereses esenciales y permanentes del Estado, así considerados por ley aprobada con quórum
calificado. En estos procesos, los hechos se apreciarán siempre en conciencia;".
Esta causal tiene su origen en el Decreto Ley N° 175 de 1973 y requiere la dictación de una ley
de quórum calificado que instituya estos delitos como una sentencia judicial que establezca que
un chileno ha incurrido en dichos ilícitos penales, apreciando los hechos en conciencia.
Al respecto consideramos que los hechos a que alude la Constitución no pueden asimilarse a los
delitos de tradición que se sanciona en el ordenamiento penal o militar, sino que es necesario de
una ley especial que expresamente instituya el ilícito penal. No habiéndose dictado la misma, esta
causal carece del supuesto legislativo que permita su operatividad.

4.4.- Cuarta Causal


"4°.- Por cancelación de la carta de nacionalización”.
El Presidente de la República, por decreto fundado y previo acuerdo del Consejo de Ministros,
puede cancelar la carta de nacionalización, en casos graves de indignidad. El decreto que cancela
la carta debe ser fundado en haber sido concedida con infracción a lo dispuesto en el art. 3 del
Decreto Supremo N° 5.142 de 1960, es decir, no puede otorgarse a los que hayan sido
condenados y los que estén actualmente procesados por simples delitos o crímenes, hasta que se
sobresea definitivamente a su respecto; los que no estén capacitados para ganarse la vida; los que
practiquen o difundan doctrinas que puedan producir la alteración revolucionaria del régimen
social o político o que puedan afectar a la integridad nacional y los que se dediquen a trabajos
ilícitos o que pugnen con las buenas costumbres, la moral o el orden público; y en general,
aquellos cuya nacionalización no se estime conveniente por razones de seguridad nacional.
También se cancela la carta por haber acaecido hechos que hagan indigno al poseedor o por
haber sido condenado por alguno de los delitos contemplados en la Ley N" 12.927.
La Contraloría General de la República ha exigido, para tomar razón del mismo, que el decreto
acompañe los antecedentes que acrediten las causales invocadas. 25

4.5.- Quinta Causal

24
Así, el Consejo de Defensa del Estado, Informe N° 177 de fecha 17 de marzo de 1948.
25
Contraloría General de la República, Dictamen N° 12.838 de 1991.

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“5°.- Por ley que revoque la nacionalización concedida por gracia”.


La revocación de la nacionalización por gracia se efectúa en la misma forma como se otorga:
por ley de quórum ordinario.
Cabe preguntarse si ésta es la única causal de perdida de la nacionalidad aplicable al
nacionalizado por gracia. La respuesta es evidentemente negativa, ya que el nacionalizado por
gracia no puede estar en mejor situación que los demás nacionales, por aplicación del principio
de igualdad ante la ley del artículo 19, N° 2 de la Constitución.
Por ello, que cabe aplicar igualmente las causales segunda y tercera de pérdida de la
nacionalidad, tal es, por prestación de servicios durante una guerra a enemigos de Chile o sus
aliados y por delitos contra la dignidad de la patria o sus intereses esenciales y permanentes
del Estado.
Finalmente el numeral 2° y 4° del artículo 11 de la Constitución relativa a la obtención de otra
nacionalidad como de la cancelación de la carta de nacionalización por lógica no le es
aplicable, pues la obtención se realiza por un acto legislativo y no un mero decreto supremo.

5.0.- RECUPERACIÓN DE LA NACIONALIDAD POR LEY


La Constitución establece en el inciso final del artículo 11, que quienes hayan perdido su
nacionalidad por cualquiera de las causas establecidas en dicho artículo, sólo podrán ser
rehabilitados por ley. De esta manera, no importando la forma de adquisición de la nacionalidad
ni tampoco la causal de pérdida de la misma, su recuperación sólo es posible mediante una ley de
quórum común.
Esta apreciación, sin embargo, no es absoluta y debe necesariamente interpretarse a la luz de las
demás disposiciones constitucionales. Así, quien es privado de su nacionalidad chilena por un
acto o resolución de autoridad administrativa puede recuperarla mediante el recurso de
reclamación que contempla el artículo 12 de la Constitución.
Consideramos que la recuperación de la nacionalidad por ley procede siempre, esto es, incluso
si el recurso de reclamación por perdida o desconocimiento de la autoridad ha valido el acto o
resolución administrativa. Esto es tal, pues se trata de un acto soberano de los órganos
colegisladores autorizado expresamente por la Constitución.

6.0- EL RECURSO DE RECLAMACIÓN POR PRIVACIÓN O DESCONOCIMIENTO


DE LA NACIONALIDAD

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La Constitución de 1980 contempla en el artículo 12 una acción de reclamación en contra de


actos o resoluciones administrativas que desconozcan o priven de la nacionalidad, denominada
también “recurso de reclamación”, indicando:
Reclamación de pérdida de nacionalidad
"La persona afectada por acto o resolución de autoridad administrativa que la prive de su
nacionalidad chilena o se la desconozca, podrá recurrir, por sí o por cualquiera a su nombre,
dentro del plazo de treinta días, ante la Corte Suprema, la que conocerá como jurado y en
tribunal pleno.
La interposición del recurso suspenderá los efectos del acto o resolución recurridos".
Mediante este recurso, se puede recurrir ante la Corte Suprema para reclamar del acto o
resolución de autoridad, lo que implica que sólo puede recurrirse en las causales de pérdida
consagradas en los numerales 1°, 2° y 4°, pues el numeral 3° se trata de una resolución judicial y
el 5° de una ley. Como se advierte del tenor literal, para que pueda impetrarse dicho recurso, es
menester que exista por parte de la autoridad administrativa una conducta positiva o negativa que
importe despojar, desposeer, quitar, negar o ignorar que una determinada persona tiene la
nacionalidad chilena.
El plazo fatal para recurrir es de 30 días contados desde el acto o resolución de autoridad
administrativa. La interposición del recurso suspende los efectos del acto o resolución recurridos.
La Corte Suprema conoce como jurado y en pleno, lo que implica emitir un veredicto en
conciencia.
La persona afectada puede recurrir por si o por cualquiera en su nombre, bastando que acredite
un mandato para actuar a nombre de otro.
En lo que respecta al sujeto pasivo que ha causado el agravio, se trata de una autoridad
administrativa, esto es, el Ministerio del Interior, de Relaciones Exteriores, el Director de
Registro Civil e Identificación u otro que la genere.
Al respecto, conviene recordar que toda acción o reclamo por cancelación de nacionalidad
chilena tiene por objeto decidir si se mantiene o se deja sin efecto el acto administrativo
reclamado; para lo cual la Corte Suprema debe revisar tanto su legalidad de forma como de
fondo. Ello en atención a la amplitud de las facultades que al respecto le confiere sin restricciones
el art. 12 de la Constitución Política y a las exigencias que para tales actos contempla el art. 8°
del Decreto Supremo N° 5.142, del Ministerio del Interior, que fijó el texto refundido de las
Disposiciones sobre Nacionalización de Extranjeros en orden a que el decreto que cancela una

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carta de nacionalización deberá “ser fundado” y, por consiguiente, cumplir en forma cabal con
esta exigencia. La norma en referencia dice, textualmente, que el decreto que cancele una carta de
nacionalización “deberá también Ser Fundado...” y, acto seguido establece cuáles han de ser esos
fundamentos: “ en haber sido concedida con infracción a lo dispuesto en el artículo 3° de esta
ley...” “o en haber acaecido ocurrencias que hagan indigno al poseedor de la carta de
nacionalización de tal gracia...” “ o haber sido condenado por alguno de los delitos contemplados
en la ley N° 12.927 de 6 de agosto de 1958”. Entonces, los fundamentos del decreto supremo
cuestionado debieron encuadrar en los casos o situaciones que la ley contempla.
El art. 3° del referido Decreto Supremo N° 5.142 establece: “No podrán obtener esta gracia (se
refiere a la carta de nacionalización): “1° Los que hayan sido condenados y los que estén
actualmente procesados por simples delitos o crímenes, hasta que se sobresea definitivamente a
su respecto. “2° Los que no estén capacitados para ganarse la vida. “3° Derogado. “4° Los que
practiquen o difundan doctrinas que puedan producir alteración revolucionaria del régimen social
o político o que puedan afectar a la integridad nacional. “5° Los que se dediquen a trabajos
ilícitos o que pugnen con las buenas costumbres, la moral o el orden público y, en general,
aquellos extranjeros cuya nacionalización no se estime conveniente por razones de seguridad
nacional.”
En nuestro sistema legal para que pueda tener existencia y producir efectos jurídicos toda
indignidad que se atribuya a un individuo –ya sea de carácter civil o penal– debe ser una
conducta legalmente reprochable e imputable a esa persona; sólo entonces será acreedor a la
sanción correspondiente–en este caso, la cancelación de la carta de nacionalización–.26
La Corte Suprema dictó un auto acordado el 26 de octubre de 1976 que reglamento lo relativo a
la interposición, tramitación y plazos.
Interpuesto el recurso, se otorga un traslado de diez días al organismo recurrido que emita un
informe sobre los antecedentes que tuvo a la vista para fundamentar su decisión. Recibidos los
antecedentes o vencido el plazo, los autos se mantienen en secretaría desde la notificación para
formular y producir las pruebas que se estimen necesarias. Vencido el plazo, se remiten los autos
al Fiscal de la Corte Suprema para su informe y luego pasan los autos a relación. La sentencia se
dicta en el plazo de diez días luego de producido el acuerdo.

26
Corte Suprema, fecha 19-12-1997, Revista Derecho y Jurisprudencia, Tomo XCIV, 1997, Secc. l, pág.130.

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III.- LA CIUDADANÍA
1.0.- CONSIDERACIONES PREVIAS

La ciudadanía es un estatuto jurídico que confiere a una persona un conjunto de derechos


y deberes vinculados con la cosa pública, entre los que se cuenta la capacidad de elegir y ser
elegido. De ahí entonces, que la ciudadanía pueda ser activa, tal es otorgando la capacidad de
elegir y ser elegido, o meramente pasiva brindando únicamente el derecho de sufragar.
En conformidad a lo establecido el artículo 13 de la Constitución, los requisitos para ser
ciudadano pasivo son tres: a) ser chileno; b) haber cumplido los 18 años de edad y c) no haber
sido condenado a pena aflictiva. Para ejercer ciertos cargos públicos (Diputados y Senadores) es
necesario, además, la concurrencia de otros requisitos, como una residencia mínima en la región
respectiva y haber cursado la enseñanza media o equivalente.
De lo anterior es posible colegir que la ciudadanía recae únicamente en aquellos nacionales
que cumplen los requisitos establecidos por la Constitución y gozan del ejercicio de los derechos
políticos y no así en la generalidad de las personas que habitan un país.
La distinción entre los derechos políticos y derechos humanos se expresa ya en la Declaración
de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789, en que claramente se reconocían derechos
imputables a todas las personas, mientras que otros sólo podían ser ejercidos por los ciudadanos.

2.0.- DERECHOS DE LOS CIUDADANOS EN LOS TRATADOS INTERNACIONALES


El art. 23 del Pacto de San José de Costa Rica reconoce a todos los ciudadanos el derecho y la
oportunidad de participar en la dirección de los asuntos públicos, directamente por medio de
representantes libremente elegidos, como de votar y ser elegido en elecciones periódicas
auténticas, realizadas por sufragio universal e igual y por voto secreto que garantice la libre
expresión de la voluntad de los electores, y de tener acceso, en condiciones generales de
igualdad, a las funciones públicas de su país. Por su parte, el art. 23 permite igualmente que la ley
reglamente el ejercicio de tales derechos y oportunidades, “exclusivamente por razones de edad,
nacionalidad, residencia, idioma, instrucción, capacidad civil o mental, o condena, por juez
competente, en proceso penal”.
De ahí entonces, que de acuerdo a este tratado internacional ratificado por Chile, toda
restricción al ejercicio de los derechos ciudadanos por motivos de sexo y disposición económica,
antes válidas, hoy no podrían ser posibles de establecer. Sin embargo, el propio tratado

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internacional permite que existan limitaciones por razones de edad, residencia, o de instrucción,
entre otras.

3.0.- REQUISITOS PARA SER CIUDADANO


El artículo 13 contempla los requisitos para detentar la ciudadanía, sin perjuicio de lo cual otras
disposiciones contemplan otros requisitos, como el haber nacido en Chile para ser candidato a la
Presidencia de la República (art. 25), o poseer la enseñanza media o equivalente y una residencia
en la región respectiva de a lo menos dos años para los Diputados y Senadores. El artículo 13 de
la Constitución indica:
"Artículo 13.- Son ciudadanos los chilenos que hayan cumplido dieciocho años de edad y
que no hayan sido condenados a pena aflictiva. La calidad de ciudadano otorga los derechos
de sufragio, de optar a cargos de elección popular y los demás que la Constitución o la ley
confieran. "
3.1.- Ser chileno
La exigencia de ser chileno nos remite necesariamente al artículo 10 de la Constitución, el que
establece en forma taxativa quienes lo son, sin distinción alguna de sexo.
Durante la vigencia de la Constitución de 1833 la expresión "chilenos" se entendió que solo se
refería a los varones. Autores tan renombrados como Jorge Huneeus, aún cuando reconocieron
que no había texto constitucional o legal alguno que lo impidiera a las mujeres votar,
fundamentaron esta distinción señalando: "La verdad es que, con excepción de ciertos empleos
como los de preceptoras, telegrafistas, etc., que no son cargos políticos, la mujer ha estado
siempre excluida de toda participación en la organización y en el ejercicio de los poderes
públicos. Esa exclusión, aunque la Carta Fundamental no la haya escrito de tipo visible proviene
de razones de un orden superior: del que Dios estableció al atribuir a la mujer en la sociedad, y
sobre todo en la familia, una serie de deberes verdaderamente incompatibles con el ejercicio
activo de la ciudadanía en toda su extensión".27
En el año 1875, en la etapa previa a la elección del Presidente de la República, Senadores
y Diputados y Municipalidades que debía tener lugar el 1976, varias señoras solicitaron durante
el proceso de calificación de los ciudadanos su inclusión, pues no existía ni norma constitucional
ni electoral que las excluyera expresamente de la tuición y ejercicio de este derecho. Esta
circunstancia generó, por primera vez, una importante discusión sobre el sufragio femenino en

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Chile. La ley electoral de 1884 excluyó mediante el Art. 40 N° 8° expresamente a las mujeres de
la posibilidad de inscribirse en los registros electorales, como respuesta a la pretensión de algunas
mujeres de inscribirse. En las Actas Oficiales de la Comisión de 1925, el Ministro del Interior
Meza dejó constancia que le correspondería a futuro a la ley entregar el voto municipal y el
político a las mujeres cuando así se estimase oportuno y conveniente, sin necesidad de una
reforma constitucional. 28
El sufragio femenino en Chile se otorgó recién en el año 1934 y sólo para los efectos de las
elecciones municipales, ejerciéndose por primera vez en la elección municipal del año 1935.Con
posterioridad, en el año 1949 la mujer chilena obtuvo el derecho a votar en todo tipo de
elecciones populares, lo que se hizo posible que sufragaran en las elecciones presidenciales de
1952. Destacable es que la primera mujer que ocupó un cargo de Diputado fue doña Inés
Henríquez Ferrödden en el año 1951, asumiendo el cargo de Senadora en el año 1953 doña María
de la Cruz Toledo.
La tardía participación femenina en los procesos electorales se expresa hoy en la existencia de
aún de locales de votación y mesas de sufragios distintas para hombre y para mujeres.

3.2.- Haber cumplido 18 años de edad


Para ser ciudadano se requiere poseer 18 años de edad el día de la elección, lo que permite
inscribirse con anterioridad, en la medida que el día de la elección tenga la edad mínima
requerida.
El requisito de edad ha ido evolucionando con el tiempo, disminuyendo en cuanto a la edad
exigida para ejercer los derechos políticos. En las Constituciones chilenas del año 1823, 1828 y
1833, la edad para ser ciudadano era de 25 años, la misma que para adquirir la plena capacidad
civil. Sin embargo, en las Constituciones de 1823 y 1828 detentaban también la calidad de
ciudadanos los ciudadanos varones casados, lo que permitía sufragar a los casados con una edad
mínima de 14 años.
En la Constitución de 1833, a los casados se les redujo la edad para sufragar a los 21 años.
Luego de la reforma del año 1888 y hasta el año 1970 la edad mínima para sufragar en Chile fue
de 21 años, sin consideración a sí se estaba o no casado. Relevante es considerar al respecto, que
hasta el año 1943 la mayoría de edad civil se obtenía a los 25, rebajándose dicho año a los 21

27
Jorge Huneeus, La Constitución ante el Congreso, Imprenta de Los Tiempos, Santiago 1879, pág. 33.

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años. En el año 1970 y con ocasión de la reforma constitucional se redujo el requisito de


habilitante de edad para ser ciudadano a los 18 años dejándose, por error, la exigencia de 21 años
para sufragar por regidores y manteniéndose la edad para adquirir la plena capacidad civil en los
21 años. En el año 1971 se realizó la adecuación técnica y se redujo también la edad para sufragar
en las elecciones municipales a los 18 años de edad.

3.3.- No haber sido condenado a pena aflictiva


Para ser ciudadano se requiere no haber sido condenado a pena aflictiva. Condenado implica
que se ha dictado una sentencia que se encuentra firme y ejecutoriada es decir, no procede
respecto de ella recursos alguno ni tampoco la reconsideración. E1 artículo 37 del Código Penal
señala que debe entenderse por penas aflictivas aquellas iguales o superiores a los 3 años y un día
o las que el propio legislador considere tales.

3.4.- Nivel educacional mínimo


Hasta el año 1970 para detentar la calidad de ciudadano había que saber leer y escribir. Esta
exigencia surge en el Reglamento del año 1811 y en la Constitución de 1822, pero ante la poca
cantidad de personas que cumplían la exigencia, se postergó su vigencia hasta el año 1823. En
dicho año, se volvió a postergar hasta el año 1840, lo que realizó nuevamente la Constitución de
1833 hasta igual fecha de término. En el año 1840 se dictó una ley en que se estableció que todos
los inscritos en los registros electorales cumplían el requisito, lo que permitió que personas que
detentaran determinados ingresos o comprobaran un determinado patrimonio se reputara que
sabían leer y escribir. No está de más recordar, que en el año 1840 sólo el 0,4% de la población
estaba inscrita en los registros electorales.
En el año 1970 se eliminó el requisito de saber leer y escribir para la ciudadanía pasiva pero se
mantuvo sin embargo, para la activa. La actual Constitución exige para ser senador o diputado la
enseñanza media o equivalente (artículo 44 y 46) es decir, la técnico profesional. Este tema no
deja de ser discutible, pues la Constitución sólo establece que la educación básica es gratuita y
obligatoria (art. 19 N° 10). En lo que respecta al Presidente de la República, la Constitución no
exige requisito educacional alguno lo que permitiría que incluso un analfabeto pudiera acceder a
dicho cargo público.

28
Ministerio del Interior, Actas Oficiales Comisión de Estudios de la Nueva Constitución Política del Estado,
Imprenta Universitaria, Santiago, 1925, pág. 389.

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3.5.- El requisito de residencia


En conformidad a los artículos 44 y 46 de la Constitución a los candidatos a diputados y
senadores se les exige tener residencia en la región por la que postulan por un plazo no inferior a
los dos años contados hacia atrás desde el día de la elección. Esta exigencia dice relación con la
región en cuyo lugar se ubica la circunscripción o distrito y no a que deban tener residencia en un
distrito respectivo. Esto permite, a manera de ejemplo, que un diputado pueda tener residencia en
un distrito diverso al que representa pero ubicado dentro de una región respectiva.
El artículo 47 de la Constitución, por otro lado, establece una presunción de derecho a favor
de los diputados y senadores, pues señala que por el sólo ministerio de la ley se entiende que
reside en la región que representan mientras se encuentran en el ejercicio de sus cargos. Ello
permite, de esta manera, que electo un diputado o senador pueda trasladar su residencia a
Santiago, Valparaíso, u otro lugar diverso a la región respectiva, manteniendo por el sólo
ministerio de la ley el requisito de residencia exigido por la Constitución. Esta exigencia de
residencia ha sido obviada manifiestamente en multiplicidad de oportunidades, pues al asimilarse
al cumplimiento de requisitos meramente formales (tener una propiedad en la región respectiva,
un contrato de arrendamiento en la misma, etc.) ha permitido que el desplazamiento de figuras
nacionales a lugares distantes de Santiago sin cumplir la voluntad del constituyente que era
buscar una representación verdaderamente local de los intereses regionales.

3.6.- La inscripción en los registros electorales


La inscripción en los registros electorales no conlleva un requisitos extraordinario de tipo legal
para detentar la calidad de ciudadano, sino que se tal concurriendo los que establece la
Constitución. La inscripción es una formalidad para atestiguar que se cumplen las exigencias
constitucionales para ejercer el derecho de sufragio. De esta manera, existen ciudadanos no
inscritos en los registros electorales como otros que no lo están. 29

4.0.- DERECHOS QUE OTORGA LA CIUDADANÍA


El artículo 13 de la Constitución indica que "la calidad de ciudadano otorga los derechos de
sufragio, de optar a cargo de elección popular y los demás que la Constitución y la leyes
confieran".

29
Tribunal Constitucional, fecha 8-09-1986, Revista Derecho y Jurisprudencia, Tomo LXXXIII, secc. VI, Pág. 93
(ref. a considerandos 10º y 11º).

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Por cargos de elección popular debemos entender los de concejales y alcaldes, de concejeros
regionales, diputados, senadores, y de Presidente de la República. Igualmente la calidad de
ciudadano otorga el derecho de sufragio, tanto en las elecciones como plebiscitos, esto es, en las
elecciones municipales, parlamentarias y presidenciales como en los plebiscitos comunales (art.
107 de la Constitución) y aquellos que se realizan para resolver reformas constitucionales en
conformidad al artículo 117 de la Constitución.
En lo que respecta a la expresión "los demás que la Constitución y las leyes confieran" cabe
mencionar, a manera de ejemplo, el derecho de ingresar a la administración pública, de formar
partidos políticos, ser vocal de mesa, etc.

4.1.- La situación particular de los funcionarios públicos y de los miembros de las fuerzas
armadas y de orden
Los funcionarios públicos pueden ejercer, en plenitud, sus derechos cívicos y la libertad
de opinión sobre materias políticas. Sin embargo, su calidad de integrantes de la administración
del Estado demanda de ellos un comportamiento imparcial en las lides políticas, mientras están
en el del desempeño de su cargo. Ello no obsta que al margen de sus funciones, estén habilitados
para ejercer los derechos políticos consagrados en el artículo 13 de la Constitución, pudiendo
emitir libremente sus opiniones políticas y desarrollar actividades políticos partidistas, sin
perjuicio de observar los deberes a los que permanentemente están obligados, como los de lealtad
a la administración, reserva y comportamiento digno, según principio de probidad administrativa.
En el ejercicio de la función pública, los servidores del estado, cualquiera sea su jerarquía,
no pueden realizar actividades de carácter político contingente y por ende, hacer proselitismo o
propaganda política, apoyar candidaturas electorales, y actos similares en plebiscitos, promover o
intervenir en campañas o participar en reuniones o proclamaciones para tales fines, ejercer
coacción sobre empleados o administrados con el mismo objeto y, en general, valerse de la
autoridad o cargo para favorecer o perjudicar a tendencias o partidos políticos. 30

30
Constituyen excepciones en este aspecto: los empleados de la exclusiva confianza del Presidente de la República
no pueden ser miembros de las juntas inscriptoras electorales; los subsecretarios, jefes superiores de servicios,
intendentes, gobernadores y alcaldes no pueden ser vocales de mesas receptoras de sufragios; el personal del servicio
electoral no puede afiliarse a partidos políticos y participar o adherir a reuniones, manifestaciones, asambleas,
publicaciones o cualquier otro acto político o de apoyo a candidatura alguna, ni participar de modo similar en actos
plebiscitarios.

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Los miembros de las fuerzas armadas y de orden gozan, igualmente, en su calidad de


ciudadanos, de los derechos cívicos consagrados en la Constitución, pero no pueden afiliarse a
partidos políticos ni ser vocales de mesas receptoras. Esto se reitera en los respectivos
reglamentos de disciplina de los institutos armados, de los que aparece que tales personales,
cualquiera sea su jerarquía, están sometidos a un estricto régimen de prohibiciones y deberes que
los obliga a observar una absoluta prescindencia política, tanto en el desempeño de sus cargos,
como fuera del servicio.31 32

5.0- SUSPENSIÓN DEL DERECHO DE SUFRAGIO


El artículo 16 de la Constitución de 1980 establece:
"Artículo 16.- El derecho de sufragio se suspende:
1°.- Por interdicción en caso de demencia;
2°.- Por hallarse la persona procesada por delito que merezca pena aflictiva o por delito que
la ley califique como conducta terrorista, y
3°.- Por haber sido sancionado por el Tribunal Constitucional en conformidad al inciso
séptimo del número 15° del artículo 19 de esta Constitución.
Los que por esta causa se hallaren privados del ejercicio del derecho de sufragio lo
recuperarán al término de cinco anos, contado desde la declaración del Tribunal.
Esta suspensión no producirá otro efecto legal, sin perjuicio de lo dispuesto en el inciso
séptimo del número 15° del artículo 19 ".
La suspensión del derecho de sufragio no conlleva la pérdida de la ciudadanía, por lo que
existen ciudadanos con y sin derecho de sufragio. La suspensión del derecho a sufragio se
comunica al Registro Civil y al Servicio Electoral, quienes proceden a adoptar las medidas del
caso para evitar el ejercicio de este derecho. Sin embargo, en la práctica, la suspensión del
derecho a sufragio trae consigo la suspensión de la ciudadanía activa, pues para ser candidato se

31
Según el Código de Justicia Militar art 431, relacionado con el DFL 1/68 de defensa art 144, corresponde al
Presidente de la República dictar tales reglamentos en los que se señala que compete a las respectivas autoridades
militares investigar y sancionar infracción a tales prohibiciones y deberes. Miembros las F.F.A.A. designados en
cargos de la administración civil acorde al DFL 338/60 artículo 169 inciso 4, conservan su condición de funcionario
en actividad del instituto armado o policial al que pertenecen, aplicándoseles la normativa correspondiente a ese
cargo, excepto aquella que suponen el desempeño efectivo de este. Asimismo, quedan sujetos al estatuto que rige el
cargo civil, no obstante norma especial sobre remuneraciones previstas en el citado artículo 169.Así, la infracción a
determinada obligación o prohibición debe hacerse efectiva conforme al respectivo régimen disciplinario.”
32
Contraloría General de la República, Dictamen N.° 24.350 de 1.988, que aplica dictámenes 17.404/88, 91.059/73,
69.210/77, 15.906/81, 21.103/84.

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requiere ser ciudadano inscrito en los registros electorales y con derecho a sufragio. (art. 25, 44 y
46 de la Constitución).

5.1.- Primera Causal


Interdicción en caso de demencia
Esta causal es más restringida que la establecida en la Constitución de 1925, la que señalaba
que se suspendía el derecho a sufragio por "ineptitud física o mental que impida obrar libre y
reflexivamente", lo que extendía la suspensión también a personas que tuvieran imposibilidades
físicas de votar como podrían ser los ciegos, los mutilados, etc. En todo caso, la demencia debe
ser declarada judicialmente.

5.2.- Segunda Causal


Hallarse la persona procesada por delito que merezca pena aflictiva o por delito que la ley
califique como terrorista
Para la suspensión del sufragio por esta causal, es necesario que la persona esté siendo
procesada, es decir, se haya dictado el auto de procesamiento respectivo por existir presunciones
fundadas de que es autor, cómplice o encubridor de un delito debiendo el delito que se le imputa
merecer pena aflictiva, esto es a lo menos tres años y un día de privación de libertad. Igualmente
se suspende el derecho a sufragio si la persona está procesada por un delito que la ley califique
como terrorista, en cuyo caso lo relevante no es la pena atribuible al delito, sino que el hecho de
que sea considerado un delito terrorista.

5.3.-Tercera Causal
Haber sido sancionado por el Tribunal Constitucional por atentar contra principios
básicos del régimen constitucional (art. 19 N° 15, inciso séptimo y 82 N° 7 de la
Constitución)

Con el objeto de defender el orden institucional democrático y republicano, se sanciona con la


suspensión del derecho de sufragio por un plazo de cinco años, o en caso de reincidencia, por
diez, a quienes atenten contra los bienes jurídicos protegidos establecidos en el art. 19, N° 15,
inciso séptimo de la Constitución.

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6.0.- PÉRDIDA DE LA CIUDADANÍA


El artículo 17 de la Constitución establece:
"Artículo 17.- La calidad de ciudadano se pierde:
1°.- Por pérdida de la nacionalidad chilena;
2°.- Por condena a pena aflictiva, y
3°.- Por condena por delitos que la ley califique como conducta terrorista”.
La pérdida de la ciudadanía se produce por pérdida de la nacionalidad chilena, circunstancia
lógica, dado que para ser ciudadano se debe ser chileno. Igualmente se pierde por condena
aflictiva o por condena por delito que la ley califique como conducta terrorista, esto es, por el
solo hecho de ser condenado por dichos delitos, no importando si la pena recibida es igual o
inferior a la de pena aflictiva.

7.0.- REHABILITACIÓN DE LA CIUDADANÍA


El artículo 17 de la Constitución indica en su inciso final:
“Los que hubieren perdido la ciudadanía por la causal señalada en el número 2°. podrán
solicitar su rehabilitación al Senado, una vez extinguida su responsabilidad penal. Los que
hubieren perdido la ciudadanía por la causal prevista en el número 3°. sólo podrán ser
rehabilitados en virtud de una ley de quórum calificado, una vez cumplida la condena ".
En lo que respecta a la rehabilitación de la ciudadanía, si el motivo de la pérdida es por pérdida
de la nacionalidad, sólo adquiriéndola nuevamente se podrá recuperar la ciudadanía. Para ello
debemos recordar que el artículo 11 de la Constitución exige que quien pierde la nacionalidad
sólo puede ser rehabilitado por ley.
En el caso de que la pérdida esté motivada por una condena a pena aflictiva, corresponde que el
Senado en virtud del artículo 49 N° 4 de la Constitución proceda a la rehabilitación de la
ciudadanía. En lo que se refiere a la rehabilitación de la ciudadanía a los favorecidos por la Ley
de Amnistía, la Corte Suprema ha tenido una jurisprudencia contradictoria. Así, en el año 1992
señaló que la persona favorecida con la ley de amnistía no necesitaba ser rehabilitada por el
Senado para recuperar su calidad de ciudadano, pues debía considerarse que jamás había sido
33
condenado por pena aflictiva. Con posterioridad, en el año 1994, sostuvo que la conducta del
Director del Servicio Electoral de negarse a reinscribir a una persona en los registros electorales
era conforme a derecho, no obstante haber sido amnistiado el delito que se le impuso como pena

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accesoria, no producía el pleno derecho de la ciudadanía, pues dicha atribución era propia del
Senado.34
Por último, si la ciudadanía se ha perdido por condena por delitos que la ley califica como
terrorista, su rehabilitación sólo es posible por una ley de quórum calificado y sólo una vez
cumplida íntegramente la condena.

IV.- EL ESTATUTO CONSTITUCIONAL DEL EXTRANJERO

1.0.- LOS EXTRANJEROS EN LA CONSTITUCIÓN DE 1980


La Constitución distingue en el Capítulo II entre “chilenos” (art. 10°) y “extranjeros” (art. 13),
siendo estos últimos todos los que no detentan la nacionalidad chilena, sea que tengan una o más
nacionales diversas o que carezcan de una. El artículo 56 del Código Civil contiene también esta
tesis y señala: “Son chilenos los que la Constitución del Estado declara tales. Los demás son
extranjeros”, por lo que en Chile el apátrida se asimila al extranjero.
Por otra parte, la Constitución distingue entre los extranjeros que se encuentran en el territorio
nacional, los que pueden ser “extranjeros transeúntes” (art. 10, N° 1), “extranjeros que se
encuentran en Chile al servicio de su gobierno” (art. 10, N° 1), “extranjeros que obtuvieren carta
de nacionalización” (art. 10, N° 4) y los “extranjeros avencindados en Chile por más de cinco
años” (art. 14).
Estas diferentes categorías son utilizadas por el constituyente para conferir a los
extranjeros más o menos derechos. Así es como los hijos de extranjeros transeúntes, aun
cuando se puedan encontrar en la misma situación de hecho que un hijo de un chileno, no pueden
adquirir la nacionalidad chilena por nacimiento, sino que se les exige un acto expreso con
posterioridad (artículo 10, N° 1 de la Constitución). Igualmente, los extranjeros que han
adquirido la nacionalidad chilena por carta de naturalización, sólo pueden optar a cargos públicos
de elección popular luego de estar en posesión de su nacionalidad durante cinco años.

2.0.- NORMAS INTERNACIONALES RELATIVAS A LOS EXTRANJEROS


En la Conferencia Panamericana de La Habana de 1928, se firmó la Convención que legisla
sobre la condición y el tratamiento de los extranjeros, la cual fue ratificada por Chile. En ella, se

33
Repertorio General de Jurisprudencia, N.° 150, pág. 33
34
RGJ N° 170, pág. 57 (1994)

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reconoce la discrecionalidad de cada Estado de admitir o rechazar los extranjeros pero bajo
condición que su reglamentación se haga por medio de leyes. De esta manera, los Estados tienen
el derecho de establecer por medio de leyes, las condiciones de entrada y residencia de los
extranjeros en sus territorios.
Aun cuando los extranjeros están sujetos al ejercicio de la soberanía nacional, el art. 3° de esta
Convención indica que los extranjeros no pueden ser obligados al servicio militar (art.2), pero, a
menos que prefiera salir del país, “podrán ser compelidos, en las mismas condiciones que los
nacionales, al servicio de policía, bomberos o milicia, para la protección de la localidad de su
domicilio, contra catástrofes naturales o peligros que no provengan de la tierra” (art. 3°).
Por otra parte el art. 5° de esta Convención estableció la igualdad entre los nacionales y
extranjeros en el goce de los derechos civiles “esenciales”. Cumpliendo este concepto, la
Convención Interamericana de Derechos Humanos distingue entre los derechos civiles
enumerados que benefician “a toda persona” sea nacional o extranjero (Art. 3 a 22 y 24 a 27) y
los derechos políticos (Art. 23) destinados sólo al ciudadano.
En materia penal, el principio general es el de la territorialidad para que los Estados ejerzan su
jurisdicción penal, pero existe también el principio de la nacionalidad, esto es, que los Estado se
arrogan el derecho a castigar con sus leyes ciertos delitos que son cometidos por sus nacionales
en el extranjero.

3.0.- EJERCICIO DE LOS DERECHOS CONSTITUCIONALES POR LOS


EXTRANJEROS
La diferencia que traza el constituyente entre nacionales y extranjeros no implica, sin embargo,
que los extranjeros carezcan de derechos constitucionales y, por el contrario, esta diferenciación
es una excepción al principio general de la igualdad que ilustra el texto constitucional y reconoce
a las personas, sin distinción de su nacionalidad, como los sujetos de derecho y detentadores de
los derechos fundamentales. Al respecto, el artículo 14 del Código Civil expresa que “la ley es
obligatoria para todos los habitantes de la República, incluso los extranjeros” y el artículo 57
prescribe que “no reconoce diferencias entre el chileno y el extranjero para la adquisición y goce
de los derechos” civiles.
Cabe recordar que el artículo 1° de la Constitución indica que “las personas” nacen libres e
iguales en dignidad y derechos, y que el Estado está al servicio de la “persona humana”; el
artículo 5° reconoce los derechos esenciales que derivan de la “persona humana” y el artículo 19,

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inciso primero prescribe que la Constitución asegura a todas las “personas” los derechos que
luego se indican.
Sin embargo, existen diferencias propias del diverso estatuto jurídico que invisten los
nacionales y los extranjeros. Una diferenciación que debe reconocerse es entre los derechos
humanos que corresponden a todas las personas y los derechos nacionales que por su
naturaleza se restringen o pueden restringirse a los extranjeros, sea por mandato
35
constitucional o legal. Así, son derechos humanos el derecho a la vida, de la libertad de
conciencia, de la inviolabilidad del hogares, etc. que pertenecen a todas las personas, incluso con
prescindencia de un reconocimiento constitucional explícito. Otros derechos, sin embargo, son
establecidos o precisados en cuanto a su destinatario o ámbito de aplicación por el constituyente o
por el legislador. Valga como ejemplo los que corresponden preferente o únicamente a los
nacionales, como son los derechos políticos (derecho a elegir y ser elegido) u otros derechos de
connotación nacional, como el derecho a reunión, derecho de asociación o algunos derechos en el
campo económico (libertad de desplazamiento y ejercer cualquier actividad económica, etc).
Respecto de estos derechos constitucionales, por su especificidad, los extranjeros pueden ser
excluidos limitados en su ejercicio.
De esta manera, el extranjero puede indudablemente ver limitados el ejercicio de sus derechos
civiles, mediante restricciones razonables, fundadas en el bien común o necesarias para la
seguridad nacional, tales como aquellas que se concretan en la prohibición o limitación del
ejercicio del derecho de ingreso, circulación, residencia y de permanecer en cualquier lugar de la
República, de adquirir propiedades en zonas limítrofes, realizar determinadas actividades
económicas, etc.
La Constitución en este sentido establece como un deber del Estado resguardar la seguridad
nacional, dar protección a la población y a la familia, propender al fortalecimiento de ésta,
promover la integración armónica de todos los sectores de la Nación y asegurar el derecho de las
personas a participar con igualdad de oportunidades en la vida nacional (art. 1, inciso final de la
Constitución). En todo caso, el Estado no tiene la obligación de propender a la integración de los
extranjeros, pues éstos no son parte da la Nación ni tampoco tiene una obligación de asegurarles
el derecho a participar con igualdad de oportunidades en la vida nacional, materias reservadas
únicamente a los chilenos.

35
Ingo von Munich, Staatsrecht II, 5., neu bearbeitete Auflage, Kohlhammer Verlag, Stuttgart, 2002, pág. 2 y ss.

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De esta perspectiva, el legislador puede indudablemente establecer diferencias e incluso


prohibiciones relativas a la participación de los extranjeros en actividades políticas o de ejercer
ciertos derechos con una indudable implicancia social relevante para asegurar la identidad
nacional, como lo es la afiliación en partidos políticos, el ejercicio de cargos sindicales, el
derecho a fundar, editar y mantener medios de comunicación social, etc. Por lo demás, la propia
Constitución permite a la ley regular éstos y otros derechos, por lo que el legislador puede, dentro
de la autonomía que le brinda la Constitución, establecer diferencias fundadas en la razón en la
defensa de los principios constitucionales.
En todo caso, la distinción entre nacionales y extranjeros es una excepción a la norma general
de la igualdad que brinda la Constitución y por ello, toda limitación a los derechos fundamentales
sobre la base de que una persona carece de nacionalidad chilena debe ser consagrada en forma
restrictiva. Así, el legislador puede establecer dichas diferencias, debe necesariamente brindar a
los extranjeros residentes un tratamiento mínimo que resguarde tanto el cumplimiento de los
tratados internacionales como su calidad de personas.
Pero así como los extranjeros no pueden ejercer algunos derechos constitucionales
expresamente establecidos (derecho de sufragio, formación de partidos políticos, etc.), tienen el
“derecho negativo” de que no pueden ser forzados a adquirir la nacionalidad chilena.
En lo que respecta a la posibilidad de establecer diferencias entre chilenos de origen, por
opción, naturalizados y por gracia, por parte del legislador para el ejercicio de los derechos
civiles y políticos, consideramos que esta diferenciación deviene en inconstitucional salvo que el
constituyente las haya previsto expresamente, como lo es en el caso de exigir nacionalidad de
origen para el Presidente de la República.

4.0.- EL EJERCICIO DE LOS DERECHOS POLÍTICOS POR LOS EXTRANJEROS


El ejercicio de los derechos políticos le está vedado a los extranjeros, pues la soberanía reside
en la nación y es ejercida por el pueblo a través del plebiscito y de elecciones periódicas, y
también, por las autoridades que esta Constitución establece (art. 5, inc. 1° de la Constitución).
La nación a la que alude la Constitución es un concepto jurídico y no sociológico y está
conformada por todos quienes detentan la nacionalidad chilena. Consecuentemente sólo pueden
ejercer la soberanía los nacionales, esto es, quienes son chilenos en virtud del artículo 10 de la
Constitución y en los términos establecidos en la Carta Fundamental.

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Si bien los extranjeros no son ciudadanos, la Constitución expresamente permite en el


artículo 14 que pueden ejercer el derecho de sufragio:
"Artículo 14.- Los extranjeros avecindados en Chile por más de cinco años, y que cumplan
con los requisitos señalados en el inciso primero del artículo 13, podrán ejercer el derecho de
sufragio en los casos y formas que determine la ley".
Cabe tener presente, que la Constitución de 1925 (art. 104) les reconoció el derecho a voto en
las elecciones municipales, ejerciéndolo por primera vez en el año 1934. La Constitución de 1980
otorgó a los extranjeros avecindados en Chile por más de cinco años, mayores de 18 años de edad
y que no hayan sido condenados a pena aflictiva, el derecho de ejercer el derecho de sufragio “en
los casos y formas que determine la ley”.
De esta manera, los casos y forma en que los extranjeros ejercen el derecho a sufragio es
competencia del legislador, pudiendo éste restringir el ejercicio del derecho de sufragio a
determinados actos electorales o plebiscitarios o imponer formas en que este se ejerce.
Los ciudadanos extranjeros inscritos en los registros electorales pueden ejercer el derecho de
sufragio pero no tienen, como los ciudadanos chilenos, la obligación de hacerlo. Esto no obsta,
sin embargo, que la ley si pueda establecer dicha obligación.
De conformidad al artículo 15 de la Ley N° 18.700 Orgánica Constitucional sobre Votaciones
Populares y Escrutinios la actividad política de los extranjeros está circunscrita al ejercicio del
derecho de sufragio, pero no realizar actividades proselitstas.

5.0.- LOS EXTRANJEROS ILEGALES


Los extranjeros carecen de un derecho de ingreso y admisión al territorio nacional. El ingreso,
no consiste en la entrada física al territorio nacional sino que éste requiere una cierta permanencia
en éste. De esta manera, no basta que un extranjero acceda a un aeropuerto internacional o a un
Puesto de Frontera para invocar los derechos constitucionales que le brinda la Constitución, sino
que debe transformar su carácter de simple extranjero en “residente” o a lo menos “transeúnte”.
Los residentes ilegales, esto es, lo que ingresan y permanecen en territorio chileno
trasgrediendo las normas jurídicas vigentes, tiene lógicamente un ejercicio en sus derechos
fundamentales y civiles más limitado que quienes detentan la calidad de residentes legales,
pudiendo el legislador negarle el ejercicio del derecho a ejercer una actividad económica, libertad
de desplazamiento, etc., pero no así, otros que son intrínsecos a su calidad de persona, como el
derecho al debido proceso, a la vida, etc.

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Mientras los extranjeros con residencia legal gozan, aceptando ciertas limitaciones, de todos los
derechos propios del habitante, y tienen por tanto también el derecho a permanecer en el país, y
sólo pueden ser expulsados en razón de una resolución judicial, los extranjeros ilegales por una
razón de orden público, pueden ser expulsados por el Poder Ejecutivo en la medida de que una
ley lo haya autorizado en tal sentido. En tal sentido, el Pacto de San José de Costa Rica confiere a
los Estados el derecho a expulsar extranjero que hayan ingresado ilegalmente a éste, y, en caso de
que su ingreso haya sido legal, “sólo podrá ser expulsado en cumplimiento de una decisión
adoptada conforme a la Ley” (art.22).

V. BASES CONSTITUCIONALES DEL SISTEMA ELECTORAL PÚBLICO

1.0.- EL SISTEMA ELECTORAL PÚBLICO


El Art. 18 de la Constitución establece que habrá un sistema electoral público y confía a una ley
orgánica constitucional determinar su organización y funcionamiento, regular las formas en que
se realizaron los procesos electorales y plebiscitarios, en todo lo no previsto por la Constitución,
y garantizar siempre la plena igualdad entre los independientes y los miembros de partidos
políticos tanto en la presentación de candidaturas como en su participación en los señalados
procesos.
Ni el constituyente ni el legislador han precisado que debe entenderse por “sistema electoral
público”. El mismo es el proceso que permite determinar la voluntad de las personas en los
actos electorales y plebiscitarios que ha establecido la Constitución.
El Tribunal Constitucional ha señalado que la expresión “una ley” a que alude el Art. 18, no se
refiere a la cantidad sino que a la calidad de la norma jurídica 36, sosteniendo que las normas que
regulan el servicio electoral y fijan la planta del personal son materias de rango orgánico
constitucional, pues este es uno de los caminos básicos que interviene en el funcionamiento del
sistema.37 Igualmente ha indicado que es competencia de la ley orgánica constitucional
determinar este sistema electoral, en todo aquello que no sea establecido ya con la Constitución
Política38, siendo de igual rango la regulación de la propaganda electoral como al igual la forma
en como se realiza.39

36
Sentencia del Tribunal Constitucional, Rol, 38, a citarse como STC.
37
STC. Rol 38 y Rol 160
38
STC, Rol 218
39
STC, Rol 53.

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Las leyes que regulan el sistema electoral público están constituidas principalmente por la Ley
Orgánica Constitucional sobre Sistema de Inscripciones Electorales y Servicio Electoral 40 y la ley
Orgánica Constitucional sobre Votaciones Populares y Escrutinios41, como al igual por otras
disposiciones contenidas en cuerpos legislativos diversos, que regulan las materias a que alude el
constituyente en el artículo 18 o “que sean su complemento indispensable, no obstante que éstas,
consideradas aisladamente, sean propias de ley común”. 42
El sistema electoral chileno, resguarda sin lugar a dudas, la transparencia y legitimidad de estos
procesos pero ha generado un sistema electoral intrincado y complejo, de competencias
complementarias expresado en una ritualidad procedimental no siempre comprensible para el
ciudadano común. Así, por ejemplo, no es hoy tan justificable la existencia de actos de
constitución e instalación de la mesas de votación como la instancia de los colegios escrutadores,
que incrementa la resistencia de los ciudadanos a desempeñarse como vocal de mesa. El proceso
de modernización del sistema electoral debería tender a implementar el “voto electrónico”, el
cual es altamente transparente, objetivo, rápido y eficiente.

2.0.- LOS PROCESOS ELECTORALES Y PLEBISCITARIOS


La expresión “elección popular” que utiliza el constituyente en el artículo 13 tiene un sentido
amplio, pues comprende la elección de personas, decidir a través de plebiscitos como participar
en la consulta no vinculante a nivel municipal. 43
De conformidad con el inciso segundo de este artículo 15 de la Constitución, sólo podrá
convocarse a votación popular para las elecciones de Diputados, Senadores y Concejales como
para los plebiscitos comunales y nacionales con motivo a una reforma constitucional, previstos
expresamente en la Constitución en los artículos 107, inciso 5 y 119. En conformidad a lo
anterior, ninguna autoridad, persona o grupo puede convocar a votaciones populares para
elecciones o plebiscitos, salvo en los casos expresamente consagrados en la Constitución.
El mismo Tribunal ha sostenido, además, que las elecciones primarias para elegir Presidente de
la República constituyen igualmente elecciones populares toda vez que el pueblo participa en un
cuerpo electoral organizado como manifestando su voluntad en un acto que tendrá enorme

40
Ley N° 18.556, publicado en Diario Oficial de 1. de octubre de 1986.
41
Ley N° 18700, publicada en el Diario Oficial de 6 de mayo de 1988.
42
STC Rol 53, Considerando 5°.
43
STC, Rol 279.

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trascendencia para la vida del país, por lo que su celebración no es posible si no mediando una
reforma constitucional que así se autorice. 44
Esta disposición constitucional reafirme el carácter representativo de nuestra democracia y
evita que por la vía de las votaciones populares que presione o se desestabilicen las autoridades
establecidas.

3.0.- EL SUFRAGIO Y SUS CARACTERÍSTICAS


Según el artículo 15 de la Constitución, “en las elecciones populares el sufragio será personal,
igualitario y secreto. Para los ciudadanos será, además, obligatorio”. De esta manera, las
características del sufragio que analizaremos a continuación son siempre obligatorias en este tipo
de elecciones, sin perjuicio que el legislador, las personas o grupos puedan optar en actos
electorales diversos por una forma de sufragar distinta, tales como votación a mano alzada,
sufragio diferenciado, etc.

3.1.-EI sufragio es personal


La exigencia de que el acto de sufragio sea personal está íntimamente vinculado a la necesidad
de que no exista posibilidad alguna de manipulación de la conciencia íntima del individuo que se
expresa al momento de emitir una opinión a través de el sufragio. Ello impide cualquier forma de
delegación o forma de sufragar que permita el control o conocimiento del acto del sufragio. Sin
embargo, que el sufragio sea personal no implica que deba el individuo concurrir necesariamente
a depositar su voto en la urna respectiva, lo que abre la posibilidad para implementar métodos
tecnológicos o por correspondencia que, resguardando las características de sufragio establecido
en la Constitución, faciliten la participación ciudadana.

3.2.- El sufragio es igualitario


El principio fundamental es la igualdad de un hombre un voto, lo que se opone a la existencia
de cualquier subsistema basado en votos calificados, en términos de entregarle, a manera de
ejemplo, más votos a quienes detentan mayor educación en desmedro de quienes carecen de éstas
u otros sistemas que conduzca a igual resultado. La esencia misma es que cada ciudadano tenga
tanto poder de influir en el proceso electoral que otro. Por ello, la expresión igualitario conlleva a

44
STC, Rol 279.

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rechazar cualquier idea de que el voto de una persona pueda ser, por capacidad económica o
intelectual u otra distinto de la del resto de los ciudadanos.

3.3.-EI sufragio es secreto


Este principio, ya establecido en la Constitución de 1925, busca garantizar la libertad de
conciencia como la expresión libre de la opinión política. El mismo inhibe también las
posibilidades de cohecho intimidación u otra forma que desvirtúa la voluntad ciudadana. Esta
característica es fundamental para permitir que las personas expresen libremente su opinión y
constituye así un resguardo adecuado para el ejercicio de la libertad de conciencia. El carácter de
secreto del sufragio no es una facultad del elector sino que es una imposición constitucional, por
lo que este no puede, aún deseándolo, exhibir la cédula de identidad o utilizar otro método para
permitir que terceros tomen conocimiento de cómo votó.

3.4.-El sufragio es obligatorio para los ciudadanos


El sufragio es obligatorio para los ciudadanos no así para los extranjeros que tienen libertad de
ejercerlo o no. En la práctica, dada la exigencia establecida de la Ley de Votaciones Populares y
Escrutinios de inscribirse en los registros electorales como requisito para ejercer el sufragio, lo
que acredita el cumplimiento de los requisitos constitucionales, la obligatoriedad recae sólo en
los ciudadanos inscritos en dichos registros permitiendo por esta vía que quienes no se inscriben
puedan inhibirse de la obligación de sufragar.
La obligatoriedad del sufragio se ha transformado en la actualidad en un elemento que incita a
no inscribirse en los registros electorales y, consecuentemente, a eludir los efectos del precepto
constitucional, esto es tal, pues el derecho a sufragar ha derivado en una obligación para los
electores, quienes se ven enfrentados a sanciones en caso de que no concurran a emitir su voto,
mientras ayer el sufragio obligatorio fue una verdadera conquista especialmente por los estratos
socioeconómicos más desposeídos, hoy constituye una carga pesada y una amenaza de multa que
ejerce una verdadera fuerza intimidatoria. No es de extrañar así, que el porcentaje de ciudadanos
no inscritos en los registros electorales se haya incrementado vertiginosamente en los últimos
años. Esta tendencia se incrementa, porque la ley sólo sanciona a quienes, estando inscritos en los
registros electorales, no concurren a votar sin causa justificada, la que constituye un incentivo
para no inscribirse. Por ello, la utilización del sistema de inscripción automática y voto voluntario
es una opción de que debe ser analizada pues la actual tendencia de no inscribirse en los registros

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electorales conllevará irremediablemente una deslegitimación de la participación política. En


todo caso la obligatoriedad del sufragio para los electores no es absoluta, pues pueden eximirse
de esta obligación quienes se encuentren a más de 200 kilómetros del lugar de votación o por otro
impedimento grave debidamente comprobado ante el juez competente. 45
Respecto a los militares, durante la vigencia de la Constitución de 1925 la Ley N° 12.922
exceptuó expresamente al personal de suboficiales y tropas del Ejército, Armada, Carabineros,
Policías, Gendarmerías, Vigilantes de Prisiones y el personal dependiente de los indicados
servicios.46 En la actualidad, este personal si goza del derecho de sufragio, eliminándose una
normativa inspirada en el deseo de mantener alejado del mundo político a los uniformados.

4.0.- DERECHO DE SUFRAGIO DE LOS CHILENOS EN EL EXTRANJERO


Un tema de discusión actual es el voto de los nacionales que se encuentran fuera del país
aspecto que genera discusión tanto por las debidas garantías para el proceso eleccionario y su
calificación se desarrolle en forma transparente como por las posibles tendencias electorales de
dichos electores. La tendencia actual es otorgarlo, sea sólo para las elecciones presidenciales o
para todo acto electoral. Sin perjuicio de que deban cumplirse las normas constitucionales, lo que
debe vencerse es la natural resistencia al cambio.

5.0.- IGUALDAD ENTRE INDEPENDIENTES Y PARTIDOS POLÍTICOS


El artículo 18 de la Constitución establece la plena igualdad entre independientes y los
miembros de los partidos políticos, tanto en la presentación de las candidaturas como su
participación en los procesos electorales y plebiscitarios. Esta norma del Art. 18, por lo demás,
está vinculada profundamente con el art. 19 N° 2, inciso segundo de la Constitución que prohíbe
las discriminaciones arbitrarias como al igual con el art. 19 N° 15 que prohíbe que los partidos
políticos puedan tener privilegio alguno o monopolio en la participación ciudadana.
Esta disposición es nueva en nuestro ordenamiento constitucional y tiene por objeto evitar que
los partidos políticos monopolicen la representación ciudadana u obtengan de alguna manera un
rol que impida o dificulte el accionar ciudadano políticamente no organizado.
El Tribunal Constitucional ha indicado que los independientes y los miembros de partidos
políticos deberán tener en los procesos electorales igualdad de oportunidades para elegir y ser

45
Ley N.18.700 Orgánica Constitucional sobre Votaciones Populares y Escrutinios.
46
Andrade, pág. 102

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elegidos y para gozar de las facultades y derechos a esos derechos básicos, sin que ello obste a
que puedan producirse en lo accidental diferencias, como consecuencia de la natural situación de
unos y otros. Sin embargo, y dado las características de los plebiscitos, el legislador puede
regular esta participación en forma especial. 47 El Tribunal Constitucional, ha aclarado, además,
que la igualdad que hace alusión se refiere a la que existe entre las personas que, como
independientes o miembros de partidos políticos participan en el proceso electoral lo que no debe
confundirse con las otras distinciones que se dan entre independientes y los partidos políticos
mismos.

5.0.- EL RESGUARDO DEL ORDEN PÚBLICO


El inciso final del artículo 18 de la Constitución confiere el resguardo del orden público durante
los actos electorales y plebiscitarios a las Fuerzas Armadas y Carabineros “del modo que indique
la ley”, materia regulada en la Ley Orgánica Constitucional de Votaciones Populares y
Escrutinios. 48
No deja de ser una particularidad que corresponda a las Fuerzas Armadas y Carabineros el
resguardo del orden público de estos actos, en que se expresa la voluntad ciudadana y el pueblo
decide su destino, eligiendo sus autoridades o votando en los plebiscitos.

47
STC, Rol, 228.
48
Arts. 110, 123 y 137.

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