Anfibios y reptiles endémicos de Uruguay
De pago chico
Marcelo Colina, Diego Arrieta y Santiago Carreira*
E n Uruguay habita una gran variedad
de especies de anfibios y reptiles que
pueden ser observadas en los más diversos
ambientes, sean pastizales, pedregales,
arenales, montes, bañados y otros. Algu-
nas de ellas se conocen como «especies
endémicas», ya que tienen la particularidad
de que su presencia está restringida a un
lugar, ya sea un país o región. Por lo general,
las conforman poblaciones pequeñas que
presentan baja capacidad de dispersión, y
muchas de ellas muestran algún grado de
especialización que limita su superviven-
cia cuando las condiciones ambientales
cambian.
Las especies endémicas de anfibios
registradas en nuestro territorio son todas
representantes del género Melanophrynis-
cus, perteneciente a la familia Bufonidae.
Los integrantes de esta familia (común-
mente llamados «sapos») se caracterizan
entre otras cosas por tener una piel gruesa
y glandular de aspecto seco, cráneo bien
osificado y pupila horizontal.
El género Melanophryniscus agrupa a
especies de anfibios de pequeño tamaño
(entre dos y cuatro centímetros de longi-
tud), que tienen diseños ventrales y en las
palmas de sus extremidades de colores rojo,
Figura 1. Diseño ventral
* Integrantes de la Sección Herpetología del Museo
con viva coloración en
Melanophryniscus
Nacional de Historia Natural, Uruguay.
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amarillo o naranja (Figura 1). Estos colores
desempeñan un importante rol defensivo
en el llamado unken reflex. Este despliegue
tiene la finalidad de poner en evidencia la
coloración brillante que presentan. Cuando
estos animales se sienten amenazados u
atacados arquean su cuerpo hacia arriba
y las extremidades hacia los lados, dejan-
do ver su viva coloración (Figura 2). Estos
colores de advertencia son asociados en
la naturaleza con animales venenosos o de
mal sabor. Por otro lado, este mecanismo de
persuasión va acompañado de la secreción
de toxinas por las glándulas de la cabeza
o el dorso.
De las siete especies del género regis-
tradas en Uruguay, tres son consideradas
endémicas: M. orejasmirandai, M. sanmartini
y M. langonei. Todas habitan en zonas de
serranías entre los 190 y 450 metros de
altitud (Figura 3).
En cuanto a los reptiles, la única espe-
cie endémica registrada hasta el momento
en Uruguay es una lagartija del género
Cnemidophorus, perteneciente a la familia
Teiidae. Esta familia cuenta con alrededor
de 100 especies en el mundo (Carreira et al.,
2005), de las cuales cuatro se encuentran
en Uruguay. Existen dos representantes
del género: C. lacertoides (lagartija verde
de cinco dedos), que se observa con una
amplia distribución en todo el territorio,
y C. Charrua, especie que trataremos más
adelante.

Figura 2. Despliegue defensivo llamado
unken reflex en Melanophryniscus
Características morfológicas
Melanophryniscus orejasmirandai
o sapito de Orejas Miranda (Figura 4)
Se conocen ejemplares que alcanzan una
longitud de hasta 3,4 centímetros. El hocico
es corto y redondeado, con una tumefac-
ción en la región frontal de la cabeza. Su
coloración dorsal es verde grisácea o ma-
rrón, con algunas manchas ocres pálidas,
principalmente sobre la región escapular.
Ventralmente la coloración general es
naranja con un reticulado negro, obser-
Figura 3. Hábitat de
Melanophryniscus en áreas
de serranías
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vándose una mancha de color rojo en la
parte posterior del vientre, al igual que en
plantas y palmas.
Habita zonas muy reducidas (en el en-
torno de dos quilómetros cuadrados) entre
los 300 y 450 metros de altitud en la Sierra
de las Ánimas, departamento de Maldonado,
y en una localidad conocida como Cerro
Cotto, en el departamento de Lavalleja. La
distancia entre estas dos localidades no
supera los 15 quilómetros. Presenta una
dieta especializada en hormigas, principal-
mente del género Pheidole y Camponotus, y
su reproducción se ha verificado luego de
grandes lluvias entre los meses de marzo y
agosto, registrándose puestas de 100 a 130
huevos. Pueden ser encontrados debajo de
las piedras y en las cercanías de charcos
de agua.
Melanophryniscus sanmartini o sapito
de San Martín (Figura 5)
Los individuos conocidos de esta especie
alcanzan como máximo los 2,6 centímetros
de longitud. A diferencia de la especie an-
terior, ésta no presenta tumefacción en la
región frontal de la cabeza. Su coloración
dorsal es muy variable, encontrándose,
entre otros, ejemplares de color marrón
oscuro homogéneo, casi negro; marrón cla-
ro con grandes manchas ocres dispersas;
y marrón grisáceo con dos manchas ocres
en la región escapular. El vientre es negro
con manchas naranjo-rojizas y amarillas.
Las palmas de manos y patas son negras
con los tubérculos de color rojo, o total-
mente rojas.
Habita en zonas de serranías de los
departamentos de Lavalleja, Maldonado y
Rivera, entre altitudes de 200 a 450 metros.
Se reproduce, al igual que M. orejasmirandai,
luego de abundantes lluvias, entre los me-
ses de marzo y agosto, siendo sus puestas
de entre 90 a 140 huevos. Es una especie
que raramente puede encontrarse bajo las
piedras.
Melanophryniscus langonei
o sapito de Langone
Este anfibio fue descubierto recién en 2008
en Uruguay. Se encuentra distribuido en
unas pocas localidades del departamento
de Rivera, en zonas serranas de entre 190
y 230 metros de altitud. Es muy similar a
M. sanmartini, del cual difiere por poseer
seis cordones glandulares longitudinales
en la superficie dorsal del cuerpo. Tiene
una coloración dorsal marrón claro que se
presenta más oscura sobre las cadenas de
glándulas. Ventralmente es de color negro
con manchas rojo-anaranjadas, siendo las
palmas rojas y las plantas negras con los
tubérculos rojos.
Si bien se desconoce su época de re-
producción, se registraron ejemplares can-
tando durante el día en los meses de junio y
julio. De esta especie sólo se conocen unos
pocos individuos.
Cnemidophorus charrua o lagartija
de Cabo Polonio (Figura 6)
Los datos de dimensiones máximas regis-
tradas para los ejemplares de esta especie
alcanzan los 7,5 centímetros desde el borde
del hocico a la cloaca. Es una lagartija de
tamaño pequeño a mediano y de aspecto
robusto en comparación con la otra espe-
cie del género registrada en Uruguay. La
coloración en vivo es verde intenso en la
región dorsal. La cabeza y los flancos son
castaños, con tonos más grises sobre los
miembros y la región caudal. El vientre es
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Figura 4. Melanophryniscus orejasmirandai
o sapito de Orejas Miranda
blanquecino con coloración grisácea sobre
los lados.
Fue descrita recientemente (en el año
2009) y está considerada por los especialis-
tas del grupo como probablemente extinta.
Los únicos ejemplares provienen de la punta
rocosa conocida como Cabo Polonio, en el
departamento de Rocha. Los últimos regis-
tros en el ambiente natural datan de más de
30 años y se presume que la causa principal
de su extinción fue la presión ejercida por
el incremento de la presencia humana en
su hábitat.
Sobre este último aspecto, cabe seña-
lar que su epíteto específico «charrua» es
en alusión a aborígenes charrúas, quienes
poblaban el Uruguay antiguamente y fue-
ron exterminados. Esta especie puede ser
considerada actualmente como la primera
extinción documentada de un reptil en Uru-
guay, y también la primera para lo que hoy
es una de las áreas que integran el Sistema
Nacional de Áreas Protegidas (snap) del
país. El Cabo Polonio, sus dunas, sus islas
y parte de su frente marítimo ingresaron
en el año 2009 al snap bajo la categoría de
parque nacional.
 Figura 5. Melanophryniscus sanmartini o sapito de San Martín
Proteger y conservar
nuestros endemismos
Una de las mejores herramientas que cono-
cemos para la conservación de una especie
endémica, o cualquier otra, es proteger el
ambiente en el que habita y mantener su
calidad. Ya fue señalado en algunas oportu-
nidades, como en los trabajos de Langone et
al. (2006) y Canavero et al. (2010), que una
de las principales amenazas para los anfibios
y reptiles en Uruguay es la fragmentación
y destrucción de los hábitats que ocupan.
Para las especies endémicas de estas ca-
racterísticas parece ineludible la inclusión
de sus áreas principales de distribución en
el snap, así como un monitoreo permanente
de las poblaciones y la acción con medidas
concretas en caso de encontrar factores que
impacten sobre estos organismos.
Otras herramientas complementarias que
pueden desarrollarse con fines de conserva-
ción son los programas específicos de educa-
ción ambiental y la promoción de actividades
productivas amigables con el ambiente. En
particular esta última opción sería sumamen-
te importante de implementar en las áreas de
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influencia de los sitios donde habitan estos
endemismos. Recientemente el Ministerio
de Ganadería, Agricultura y Pesca (mgap), a
través del proyecto denominado Producción
Responsable, ha decidido apoyar activamente
un mejor manejo de los recursos naturales de
uso agropecuario y la diversidad biológica.
Estas señales positivas a nivel institucional
parecen comenzar a generar una articulación
entre los modelos «Uruguay Natural» y «Uru-
guay Productivo», que en muchos aspectos
se perciben como antagónicos.
Como hemos visto en el caso de la
lagartija de Cabo Polonio, las acciones de
protección pueden llegar tarde. Estos casos
deben ser tomados como ejemplo para que
no vuelvan a ocurrir, ya que la pérdida de bio-
diversidad es un empobrecimiento presente
y futuro en muy diversas áreas. Por ejemplo,
la extinción de una especie puede significar
la pérdida del descubrimiento futuro de una
sustancia útil a la medicina.
Por tal motivo debemos comprender
que el uso responsable de los recursos na-
turales, si bien depende de las estrategias
que se adopten y del uso de herramientas
Figura 6. Cnemidophorus charrua o lagartija de Cabo Polonio. Esta imagen es una reconstrucción que intenta mostrar
cuál pudo haber sido el aspecto en vida de esta especie. Fue realizada por S. Carreira con la colaboración de M. Cabrera
adecuadas, no sólo es un compromiso con
el presente sino que implica también una
responsabilidad de cada uno de nosotros
hacia las generaciones futuras. n
Agradecimientos
Queremos expresar nuestro agradecimiento a
Mario Cabrera por el apoyo en la creación de la
imagen de Cnemidophorus charrua. También a
Claudio Borteiro por sus comentarios sobre anfibios
y por cedernos la foto de la Figura 4, al igual que a
Francisco Kdenc por la Figura 5.
Bibliografía
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www.snap.gub.uy
Museo Nacional de Historia Natural (mnhn):
www.mnhn.gub.uy
Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (mgap):
www.mgap.gub.uy