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CIENCIA

Amigos hasta en la mente


No los elegimos solo por cuestión de afinidad, dice un estudio.

Desde hace tiempo, los investigadores saben que elegimos amigos que son
muy parecidos a nosotros en una amplia gama de características: edad,
religión, nivel socioeconómico, educativo, preferencias políticas, grado de
pulcritud e, incluso, la fuerza de agarre al dar la mano. El impulso hacia la
homofilia —es decir, a vincularnos con quienes son, en la medida de lo
posible, lo menos diferentes a nosotros—fue hallado por igual entre grupos de
cazadores y recolectores que en las sociedades capitalistas más modernas.

Según nuevas investigaciones, las raíces de la amistad se extienden incluso


más profundo de lo que se sospechaba. Los científicos descubrieron que los
cerebros de los amigos cercanos responden de maneras sorprendentemente
similares al observar videos cortos: los mismos reflujos y oleadas de atención
y distracción, el mismo punto máximo de procesamiento de la recompensa por
aquí y las mismas alertas de aburrimiento por allá.

Se comprobó que los patrones de respuesta neuronal evocados por los videos
—sobre temas tan diversos como los peligros del fútbol americano colegial,
cómo se comportan gotas de agua en el espacio exterior y Liam Neeson
tratando de hacer comedia de improvisación— coincidían tanto entre amigos,
comparados con patrones entre personas que no lo eran, que los investigadores
podían predecir qué tan fuerte era el vínculo social entre dos personas
únicamente con base en sus lecturas cerebrales.
"Me sorprendió la excepcional magnitud de la similitud entre amigos",
comentó Carolyn Parkinson, científica cognitiva de la Universidad de
California en Los Ángeles. Los resultados "fueron más convincentes de lo que
había imaginado". Parkinson y sus colegas, Thalia Wheatley y Adam M.
Kleinbaum, de Dartmouth College, dieron a conocer sus resultados en Nature
Communications.
Los hallazgos ofrecen evidencia prometedora para sustentar la vaga idea que
tenemos acerca de que la amistad es más que intereses compartidos o de tener
ciertas coincidencias en nuestros perfiles de Facebook. Se trata de lo que
denominamos buena química.

"Nuestros resultados sugieren que los amigos son similares en cuanto a la


forma en que ponen atención y procesan el mundo que los rodea", explicó
Parkinson. "Ese procesamiento compartido podría hacer que la gente se
vincule más fácilmente y tenga el tipo de interacción social sin roces que
puede ser tan gratificante".

El nuevo estudio es parte del auge del interés científico en la naturaleza, la


estructura y la evolución de la amistad. Detrás del entusiasmo hay una
montaña virtual de evidencia demográfica que muestra que la carencia de
amigos puede ser sumamente dañina; cobra un precio físico y emocional
comparable con el de factores de riesgo más conocidos como la obesidad, la
hipertensión, el desempleo, la falta de ejercicio y el tabaquismo.

Los científicos querían saber por qué algunos integrantes de una red son
amigos cercanos y otros son solo conocidos.

Los científicos quieren saber exactamente qué hace a la amistad tan saludable
y al aislamiento tan nocivo, y están recabando pistas provocadoras, aunque no
necesariamente definitivas.

Nicholas Christakis, autor de Connected: The Power of Our Social Networks


and How They Shape Our World y biosociólogo de la Universidad de Yale, y
sus colegas demostraron recientemente que la gente que tiene fuertes vínculos
sociales tiene, en comparación, bajas concentraciones de fibrinógeno, una
proteína asociada con el tipo de inflamación crónica que se cree origina
muchas enfermedades.
Los investigadores también se han mostrado intrigados por las evidencias de
amistad entre los animales y no solamente en aquellos conocidos por su
sociabilidad, como los primates, los delfines y los elefantes.

Gerald G. Carter, del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales, en


Panamá, y sus colegas reportaron el año pasado que los murciélagos vampiro
hembra cultivan relaciones estrechas con otras hembras con las que no tienen
parentesco y comparten dosis de sangre con ellas en tiempos difíciles, un acto
que les salva la vida a estos animales.

No obstante, si se trata de la profundidad y complejidad de los vínculos, los


humanos no tienen igual. Parkinson y sus colegas habían demostrado
previamente que la gente tiene un entendimiento automático y profundo de
cómo encajan los actores en su esfera social, y los científicos querían saber
por qué algunos integrantes de una red son amigos cercanos y otros son solo
conocidos. Por eso decidieron explorar las reacciones neurales a los estímulos
cotidianos y naturales. En estos días, eso significa ver videos.

Los investigadores comenzaron con una red social definida: una generación de
279 estudiantes universitarios en una universidad de la Escuela de Negocios
de Dartmouth. A los estudiantes, que se conocían entre sí y en muchos casos
compartían dormitorios, se les pidió que llenaran cuestionarios. ¿Con cuáles
de sus compañeros de estudio socializaban (compartían alimentos, iban al
cine, invitaban a sus casas)? A partir de esa encuesta, los investigadores
hicieron un mapeo de una red social con distintos grados de conexión: amigos,
amigos de amigos, amigos en tercer grado.

"El estudio sugiere que los amigos se parecen no solo de manera superficial,
sino también en su estructura cerebral".

Después se les pidió que participaran en un escaneo cerebral; 42 de ellos


aceptaron. Mientras un dispositivo de resonancia magnética funcional
rastreaba el flujo sanguíneo en sus cerebros, los estudiantes observaron una
serie de videos de varias extensiones, una experiencia que Parkinson comparó
con ver distintos canales de televisión cuando alguien más tiene en sus manos
el control remoto.

Al analizar los escaneos, Parkinson y sus colegas encontraron fuertes


concordancias entre los patrones de flujo sanguíneo —una medida de
actividad neural— y el grado de amistad entre los participantes, incluso
después de controlar otros factores que podrían explicar similitudes en las
respuestas neuronales, como la etnicidad, la religión o el ingreso familiar.

Los investigadores identificaron patrones particularmente reveladores de


concordancia entre amigos en zonas como el núcleo accumbens, que es clave
para procesar la recompensa y la motivación, y el lóbulo parietal superior,
donde se decide cómo distribuir la atención que se presta al entorno externo.

Con ayuda de los resultados, los investigadores pudieron crear un algoritmo


de computadora para predecir, según una tasa muy por encima de la
casualidad, la distancia social entre dos personas con base en la similitud
relativa de sus patrones de respuesta neuronales.

Parkinson enfatizó que el estudio era un "primer paso, una prueba de


concepto" y que ella y sus colegas todavía no saben qué significan los
patrones de respuesta neuronal: qué actitudes, opiniones, impulsos o jugueteo
mental derivado del ocio podrían estar detectando los escaneos.

Los pasos a seguir - El futuro del estudio


Ahora planean hacer el experimento a la inversa: escanear a estudiantes que
todavía no se conocen y ver si los que tienen patrones neuronales más
coincidentes acaban volviéndose buenos amigos.

Opiniones - Los amigos están por sobre todo


"Me parece que es un artículo increíblemente ingenioso", comentó Christakis,
de Yale. "Sugiere que los amigos se parecen no solo de manera superficial,
sino también en su estructura cerebral".

Amistad - Comenzó con una red social definida


Los investigadores comenzaron con una red social definida: una generación de
279 estudiantes en una universidad que el estudio no nombra, reconocen que
fue la Escuela de Negocios de Dartmouth.

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