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Orígenes del mundo griego

Las primeras grandes civilizaciones en suelo europeo las encontramos en la costa oriental
del mar Mediterráneo. A mediados del segundo milenio a.C. florece una cultura extendida
en la Grecia continental y en las islas del mar Egeo, en especial en la isla de Creta. Se
trata del período micénico en la península y el minoico en Creta, en el suntuoso palacio
real deCnossos (2000 a.C.), cuyo lenguaje (llamado Lineal A), con excepción del sistema
de numeración, aún no ha sido descifrado.
Estas culturas fueron invadidas por los eolios, jonios y aqueos (protagonistas estos últimos
de las famosas guerras de Troya, hacia el 1200 a.C.), y más tarde por los dorios.
Luego, y durante cerca de medio milenio, la historia enmudece respecto de los pueblos
egeos.
Mientras tanto los fenicios establecen en las costas del Mediterráneo un activo intercambio
comercial, fundando allí numerosas colonias, e introduciendo, además, el alfabeto.
El mundo griego abarcaba entonces la región comprendida entre los mares Egeo y Jónico,
y las colonias establecidas en las costas de los mares Negro y Mediterráneo. Y fue
precisamente en las ciudades que se encontraban fuera del Peloponeso donde surgiría la
matemática griega.
En el siglo VI a.C. un comerciante griego nacido en Mileto, llamado Tales, comenzaría a
transformar la matemática en la ciencia deductiva que hoy conocemos. En sus viajes a las
tierras del Nilo, Tales entra en contacto con el saber egipcio, y luego regresa a su tierra
natal para convertirse en uno de los siete sabios de Grecia.
Se cree que entre sus discípulos se hallaba un personaje semilegendario, uno de los más
importantes hombres de ciencia de la Grecia antigua; aquél que dio nombre al teorema
más famoso, quizá, de toda la matemática: Pitágoras.
Es poco lo que se conoce de este maestro griego. Se sabe que en la Antigüedad se
escribieron unas cuantas biografías, pero todas ellas se han perdido. No existe ninguna
obra escrita por él; la información que se tiene está basada en una tradición que ha
persistido a través de los años.
Nació alrededor del año 569 a.C. en la isla de Samos, colonia jónica de griegos en las
costas del mar Egeo. Ésta era una potencia comercial en creciente progreso. Por aquel
entonces, Polícrates, su dictador, había destruido el poder de la aristocracia terrateniente y
gobernaba la isla con el apoyo de los comerciantes.
Es probable que Pitágoras haya realizado viajes a Egipto, Babilonia y la India, donde
habría entrado en contacto con los saberes matemáticos y religiosos de aquellos lugares.
Es destacable el hecho de que fuera contemporáneo de Buda, Confucio y Lao-Tsé.
Al regresar luego a Samos y encontrarla dominada por los persas, decide emigrar al sur de
Italia, la llamada Magna Grecia. Se establece, entonces, en la ciudad de Crotona, la
"ciudad esotérica", una de las más florecientes colonias griegas.
Allí comienza a disertar sobre filosofía y matemática. A su cátedra acuden entusiastas de
todas las clases, incluso lo hacen las mujeres, quienes tenían prohibido, por ley, asistir a
reuniones públicas. Entre estas mujeres se encontraba Theano, la joven y hermosa hija de
su posadero Milo, con la cual se casó. Theano escribió más tarde una biografía de su
esposo que desgraciadamente se ha perdido.
La Escuela Pitagórica
La influencia de este gran maestro fue tan notable, que los más interesados de sus
discípulos se constituyeron gradualmente en una sociedad o hermandad. Se los conoció
como la Escuela Pitagórica.
La comunidad pitagórica fue una hermandad religiosa dedicada a la práctica del ascetismo
y al estudio de las matemáticas. Los miembros de esta fraternidad se comprometían, con
un solemne juramento, a mantener en secreto las enseñanzas de la Escuela. Éstos debían
hacer examen de conciencia diariamente. Creían en la inmortalidad del alma y en su
transmigración, con el resultado de que no debería ser sacrificado ningún animal ante el
temor de que pudiera ser la nueva morada del alma de un amigo muerto. Así, a sus
miembros se les imponía un severo régimen vegetariano.
La particularidad del sistema pitagórico fue encontrar en las matemáticas una clave para
resolver el enigma del Universo y un instrumento para la purificación del
alma. Aristóteles sintetizó la labor de los pitagóricos con las siguientes palabras: "los
pitagóricos se dedicaron primero a las matemáticas, ciencia que perfeccionaron y,
compenetrados con ésta, imaginaron que los principios de las matemáticas eran los
principios de todas las cosas."
Todos los descubrimientos que la Escuela realizaba eran atribuidos al mismo Pitágoras,
por lo que resulta casi imposible diferenciar lo producido por él y lo elaborado por sus
alumnos.
Los pitagóricos fueron los primeros en establecer la demostración en la matemática,
mediante el razonamiento deductivo. A ellos se les debe, incluso, la misma
palabra Matemática que, según la acepción más difundida, significa "ciencia por
excelencia"; matemáticos eran los miembros científicos de la secta. Se clasificó a la
Matemática, además, en cuatro ramas: aritmética, geometría, música y astronomía,
clasificación que se mantuvo durante más de dos milenios en lo que constituyó el
famoso Quadrivium de las ciencias.
A causa del poder político que adquirió, contraria a las ideas democráticas de la época, la
Escuela Pitagórica fue objeto de sospechas por todos los que no formaban parte de ella.
En el año 501 a.C. se produce una revuelta popular e incendian la casa de Milo, que por
aquel entonces ocupaba la hermandad. Perece allí, un gran número de sus miembros más
notables. Pitágoras hubo de refugiarse en Tarento y después en Metaponto, donde un año
después fue asesinado en otra conmoción popular. A pesar de la muerte de Pitágoras y de
la destrucción de su Escuela en Crotona, sus discípulos se reorganizaron en Tarento,
formando una nueva escuela que continuó durante 100 años.
Entre los principales sucesores de Pitágoras se encontraban Hipaso, Filolao y Arquitas.
Más tarde, cuando los miembros de la sociedad se dispersaron, la regla del silencio cayó
en desuso y se divulgaron sus doctrinas. El primer libro lo escribió Filolao en el 370 a.C..
Sin embargo, la gloria de todos los descubrimientos que se realizaban seguían siendo
patrimonio de su fundador.

La estrella pentagonal
El símbolo distintivo de la hermandad fue la estrella pentagonal, que ellos llamaban
pentagrama. Este emblema es la figura que resulta al trazar las cinco diagonales de una
cara pentagonal de un dodecaedro regular.
El pentágono estrellado ya había aparecido con anterioridad en el arte babilónico.
Una propiedad importante del pentagrama es relatada por Carl Boyer en su "Historia de la
Matemática": "Si comenzamos por un pentágono regular ABCDE y trazamos las cinco
diagonales, éstas se cortarán en los puntos A'B'C'D'E' que forman otro pentágono regular.
Observando que el triángulo BCD', por ejemplo, es semejante al triángulo isósceles BCE, y
teniendo en cuenta también los varios pares de triángulos congruentes que aparecen en la
figura, resulta fácil ver que los puntos A'B'C'D'E' sobre las diagonales las dividen de una
manera sorprendente. En cada caso, uno de estos puntos divide a una diagonal en dos
segmentos distintos y tales que la razón de la diagonal completa al mayor de los dos
segmentos es la misma que la de éste al segmento menor. Esta subdivisión de la diagonal
es la conocidasección áurea de un segmento."
El "Número"
Los pitagóricos le adjudicaron especial importancia al número. Esto se refleja en las
siguientes palabras de Filolao: "y, en verdad, todas las cosas que se conocen poseen
número, pues ninguna cosa podría ser percibida ni conocida sin éste." El mismo Pitágoras
declaraba: "Dios es, en efecto, número.", y por número se refería al número natural común.
Pero para los pitagóricos, no sólo todas las cosas poseen número, sino que los números
son concebidos como cosas; las expresiones: "números cuadrados" o "números
triangulares", no son metáforas; esos números son, efectivamente, ante los ojos y ante el
espíritu, cuadrados y triángulos.
El número es definido, desde el punto de vista geométrico, como una suma de puntos
representados en el espacio, y las figuras (líneas, superficies o volúmenes), que están
constituidas por esos puntos materiales llamados mónadas, también representan números.
De esta manera, identificaron al número uno con el punto, al dos con la línea, al tres con la
superficie, y al cuatro con el volumen, de acuerdo con el número mínimo de puntos
necesarios para definir cada una de esas dimensiones.

La "música" pitagórica
La contribución de los pitagóricos a la música es sumamente interesante. Demostraron
que los intervalos entre notas musicales pueden ser representados mediante razones de
números enteros, utilizando una especie de guitarra con una sola cuerda,
llamada monocordio. Éste poseía un puente móvil que al desplazarse producía, en ciertas
posiciones, notas que, comparadas con la emitida por la cuerda entera, resultaban más
armoniosas que otras. El más básico de tales intervalos es la octava. En el monocordio es
el intervalo entre la nota emitida por la cuerda entera y la emitida por otra de longitud igual
a su mitad. Es decir, cuando la cuerda tiene longitud 2 de una determinada nota base,
suena una octava más alta que la nota original. Si su longitud es 3/4 de la primitiva, la
cuerda emite la cuarta de la nota base, y si su longitud es 2/3 de la inicial, la nota que
suena es la quinta de la nota base. Partiendo de una nota base DO se tiene el siguiente
esquema:
DO(base) RE MI FA(cuarta) SOL(quinta) LA SI DO
Según el relato de Boecio, un escritor que vivió en el siglo VI de la era cristiana: "Pitágoras,
obsesionado por el problema de explicarse matemáticamente los intervalos fijos de la
escala, al pasar frente a una herrería, le llamó la atención la musicalidad de los golpes de
los martillos sobre el yunque. Entró y observó largamente. Luego, al experimentar, utilizó
cinco martillos. El peso de cuatro de ellos estaba en la proporción de 12, 9, 8 y 6. El quinto,
cuyo peso no correspondía a relación numérica alguna con el resto, era el que echaba a
perder la perfección del repiqueteo. Fue retirado, y Pitágoras volvió a escuchar. El mayor
de los martillos, cuyo peso era doble del más pequeño, daba la octava más baja. Como los
pesos de los otros dos martillos (9 y 8) correspondían a las medias aritmética y armónica
respectivamente de los primeros pesos (12 y 6), pensó que aquellos dos martillos le darían
las otras notas fijas de la escala."
Cosmología
La cosmología de los pitagóricos es muy curiosa e importante. Describía el Universo en
términos numéricos.
Así, "las matemáticas -según explica Farrington- contribuían a mantener el alma de los
adeptos libre de contactos con lo terreno y material, y se adaptaban al temperamento
cambiante de un pueblo en el que el desprecio por el trabajo manual se hermanaba con el
incremento de la esclavitud."
Los pitagóricos definieron, aunque no probaron, que los cuerpos celestes eran esferas
perfectas, que describían órbitas perfectamente circulares, teniendo aquí la palabra
perfecto, significación moral y matemática.
Según Aristóteles, los pitagóricos creían que todo el cielo era una escala musical y un
número, y que los movimientos de los cuerpos celestes originaban sonidos acordes,
aunque inaudibles; la razón por la cual no los oímos, de acuerdo con una versión, reside
en que estamos habituados a ellos desde nuestro nacimiento.
Según Filolao, el centro del Universo es una masa invisible de fuego y la Tierra gira en
torno a él, así como los demás cuerpos celestes, el Sol y la Luna. Pero introduce un
segundo cuerpo invisible, la Anti-Tierra, que gira alrededor del fuego central, interior y
opuesto a la Tierra. Observando desde el centro hacia el exterior se tendría: el fuego
central, luego la Anti-Tierra, a continuación la Tierra y exteriormente a ésta, la Luna, el Sol
y los planetas.
De acuerdo con Aristóteles la Anti-Tierra es un artilugio que los pitagóricos utilizaron para
hacer coincidir sus teorías con sus propios argumentos matemáticos y opiniones. Como
sostenían que el número diez era sagrado y los cuerpos que se mueven en los cielos son
nueve (la esfera de las estrellas fijas, considerada como uno; dos planetas inferiores:
Mercurio y Venus; tres planetas superiores: Marte, Júpiter, Saturno; el Sol, la Luna y la
Tierra), para satisfacer esa condición, inventaron un décimo, la Anti-Tierra.
La característica más interesante de esta visión cosmológica de los pitagóricos es que
retira a la Tierra del centro del Universo. Según Aristóteles, no se consideró a la Tierra lo
suficientemente noble para ocupar la posición más importante del Universo.

Misticismo numérico
Los pitagóricos dieron a ciertos números significados que podrían parecer, quizás,
caprichosos. Al número uno se lo identificó con la razón y se lo consideraba como el origen
de todos los números. El dos con la opinión, y es el primer número par o hembra. El tres
es el primer númeromacho o el número de la armonía. El cuatro con la justicia, inmutable y
equitativo. El cinco sugería el matrimonio, la unión del primer número par con el primer
número impar auténtico. El seis es el número de la creación. A la diosa virgen Atenea se le
atribuyó el número siete, porque el siete es el único de la década que no tiene ni factores
ni productos.
El número diez, tetractys sagrado, fue un símbolo muy venerado por la hermandad. La
virtud de este número reside en que, estando constituido por la suma de los cuatro
primeros números: 1+2+3+4, encierra la naturaleza de las diversas especies de números:
la de los pares, de los cuales el primero es el dos; la de los impares, de los cuales el
primero es el tres; la del par-impar, que es aquí la unidad; la de los cuadrados perfectos,
de los cuales el primero es el cuatro. En boca de Filolao, el número diez "es la norma del
Universo, la potencia ordenadora de los hombres y de los dioses."
Descubrimiento de los irracionales
Los pitagóricos se esforzaron por alcanzar la armonía en el reino de los números y de este
modo lograr abarcar con la mirada todo el Universo, captándolo mediante números
enteros. Así podían sentir que se hallaban en los umbrales del misterio de la existencia.
Pero una potencia infernal destrozó este sueño implacablemente, a la vez que engendró
los más altos hallazgos y de más vasto alcance: el descubrimiento de los números
irracionales.
El concepto que tenían los helenos de este descubrimiento es ilustrado en el libro décimo
de los Elementos de Euclides: "Se dice que el hombre que por primera vez llevó a la luz,
desde la oscuridad, el estudio de los números irracionales, pereció en un naufragio. Y esto
ocurrió porque lo inexpresable y lo inimaginable debió haber quedado en el misterio. Por
esta razón, también aquellos que divulgaron y tocaron esta imagen de lo viviente fueron
instantáneamente destruidos y relegados al mismo lugar del surgimiento, donde
permanecen apresados para siempre por las olas eternas."
El problema radicó en el hallazgo de magnitudes que no podían ser expresadas en
términos de otras, a las que llamaron inconmensurables, es decir, imposibles de medir.

Cuerpos cósmicos
Del estudio de los polígonos se llegó al estudio de los cuerpos o poliedros. En la
Geometría del espacio sólo existen cinco poliedros regulares. Los tres más simples:
el cubo, el tetraedro y el octaedro, ya eran conocidos en el antiguo Egipto. Los pitagóricos
descubrieron los otros dos: eldodecaedro, compuesto por doce pentágonos regulares; y
el icosaedro, limitado por veinte triángulos equiláteros.
Parece ser que Hipaso fue el primero que logró inscribir un dodecaedro regular en la
esfera. Se cuenta que, en contra de la acostumbrada reserva de los pitagóricos, hizo
público este descubrimiento y pereció en el mar a causa de este sacrilegio.
Se designaron a estos poliedros como cuerpos cósmicos. Esta denominación se halla
probablemente relacionada con la representación post-pitagórica y atomística de la
estructura del Universo. Según esta escuela, los elementos estarían formados por
pequeñas partículas, las cuales, en el caso del fuego, tienen la forma de tetraedro; en el
aire, octaedro; en el agua, icosaedro; y en la Tierra, cubo. Como la forma del dodecaedro
no figura entre las partículas constitutivas de los elementos, se afirmaba que dicha forma
servía de plan de construcción del Universo, y hacía las veces de contorno del mismo.
La doctrina pitagórica no sólo sucumbió frente a sus propias contradicciones internas, sino
también ante las críticas que le dirigieran las doctrinas de la Escuela de Elea, cuyo
fundador fuera Parménides. Entre sus discípulos se encontraba Zenón de Elea, uno de los
mayores críticos de las concepciones pitagóricas. Sus paradojas (Aquiles y la tortuga, la
flecha en el aire, etc.) demuestran los absurdos implicados en la concepción de los
cuerpos como suma de puntos, o del tiempo como suma de instantes, o del movimiento
como suma de tránsitos de un punto a otro.
Sin embargo, a pesar de que sus descubrimiento matemáticos les sirvieron como
confirmación de sus creencias sobrenaturales, dichos descubrimientos constituyen
justamente el aporte más valioso de sus pensamientos.
"Un conocimiento profundo de las cosas no lo obtendremos ni ahora ni nunca, en
tanto que no las contemplemos en su crecer desde el principio."
Aristóteles
"Excepto las fuerzas ciegas de la naturaleza, no se mueve nada en el mundo que no
sea griego en sus orígenes."
Sir Henry James Sumner Maine
§ 37 - DISCÍPULOS DE PITÁGORAS

La oscuridad y dudas que reinan acerca de Pitágoras, reinan igualmente


acerca de sus discípulos. Ante todo, conviene advertir que hay muchos que,
llevando el nombre depitagóricos, no deben ni pueden ser contados entre los
discípulos de Pitágoras como filósofo. En los últimos siglos del paganismo
greco-romano y en los primeros del Cristianismo, aparecieron en escena no
pocos de los apellidados filósofos pitagóricos, los cuales apenas tenían de
tales más que el nombre. Amalgamando algunas ideas vagas y algunas
tradiciones más o menos legendarias de su escuela y de las antiguas
asociaciones pitagóricas, con mitos orientales, con los misterios e iniciaciones
de las divinidades paganas, con la magia y operaciones cabalísticas, se
presentaban al pueblo, cuya credulidad y superstición explotaban, como
poseedores de una ciencia oculta, misteriosa y divina, que de todo tenía
menos de filosófica, toda vez que, en lugar de especulaciones y máximas
científicas, sólo poseían y hacían alarde de fórmulas cabalísticas, operaciones
mágicas y comunicaciones teúrgicas. Además de otros nombres menos
conocidos, basta citar, como tipos de esta clase de pitagóricos, los
de Sotión de Alejandría, Euxeuo de Heráclea,Apolonio de Tyana
y Anaxilao de Larisa.

Dejando a un lado estos discípulos espúreos de Pitágoras, y


concretándonos a los que difundieron y conservaron con mayor o menor
pureza el espíritu y las tradiciones científicas del filósofo de Samos, diremos,
con Ritter, que la tradición relativa a los filósofos pitagóricos sólo hacia los
tiempos de Sócrates adquiere algún grado de certeza histórica. «Esta certeza,
añade el citado historiador de la Filosofía (2), se refiere particularmente a
cuatro o cinco hombres, que son Filolao, Lysis, Clinias, Eurites y Arquitas.
Aristóteles habla de tres de éstos, de Filolao, Eurites y Arquitas; la existencia
del primero y la del tercero se halla reconocida en la historia de una manera
indudable. En orden a Lysis, sabemos que vivió en Tebas y que fue maestro de
Epaminondas; y si lo que se dice
§ 39 - PSICOLOGÍA Y MORAL DE LOS PITAGÓRICOS

1.º El alma humana, que es una emanación del alma universal, según la
teoría de laescuela de Pitágoras, no es engendrada ni producida con el
cuerpo, sino que viene de fuera, puede vivificar sucesivamente diferentes
cuerpos, y existir también en las regiones etéreas por algún tiempo sin estar
unida a ningún cuerpo humano o animal, pues es sabido que los pitagóricos
admitían la metempsicosis. Esta teoría, a pesar de lo extraño y anticientífico
de su forma, encierra y lleva en su seno dos grandes ideas: la idea de la
inmortalidad del alma humana, y la idea de las penas y recompensas después
de la muerte.

Por otra parte, es muy posible que para la escuela pitagórica, o al


menos para algunos de sus representantes, no haya sido más que la forma
exotérica y como el símbolo de una concepción psicológico-moral, a saber:
que gran parte de los hombres, en vez de elevarse a las regiones superiores,
inteligibles y divinas por medio del ejercicio de la razón, de la voluntad libre
y de la práctica de las virtudes, desciende a las regiones inferiores, sensibles
y animales, merced al abuso de su libertad, y, arrastrados por sus vicios y
pasiones, haciéndose semejantes a ciertos animales, y revistiendo, por decirlo
así, la naturaleza de éstos, en relación con los vicios y pasiones
predominantes. En este concepto, el alma del hombre que se distingue por su
rapacidad, es un alma de lobo; de un hombre notable por sus instintos y actos
de crueldad, decimos que es un tigre, y así de las cualidades, vicios y pasiones
que llevan consigo la degeneración del hombre como ser inteligente y libre, y
su asimilación moral con los animales.

2.º Es bastante probable que los pitagóricos distinguían en el alma


humana dos partes: una superior, perteneciente al orden inteligible, origen y
asiento de la inteligencia y de la voluntad; otra inferior, perteneciente al
orden sensible, origen y razón de los sentidos y pasiones. La primera, o sea la
parte racional del alma, tiene su asiento en la cabeza; la inferior reside en
determinadas vísceras, pero principalmente en el corazón, al que atribuían las
manifestaciones del apetito irascible, y en el hígado, en donde colocaban las
pasiones de la parte concupiscible.

3.º Según el testimonio de Aristóteles, los pitagóricos definían el


alma: un número que se mueve a sí mismo. Es probable que con esta
definición querían significar que el alma humana es una esencia simple que
tiene en sí misma el principio de sus actos, o sea una unidad dotada de
actividad espontánea.

4.º En relación con sus constantes preocupaciones y aficiones


matemáticas, los pitagóricos solían decir que la virtud es una armonía que
debe conservarse por medio de la música y la gimnástica. La justicia es un
número perfectamente igual, o un número cuadrado, según la versión de
otros. En el orden político-social, el hombre es la mónada o la unidad, la
familia es la dyada, la triada se halla representada por la aldea, y a la tetrada
corresponde la ciudad. Sin embargo, a través de estas fórmulas más o menos
obscuras, parece muy cierto que la escuela pitagórica profesó máximas
morales bastante dignas y elevadas, enseñando, entre otras cosas, que el bien
consiste en la unidad y armonía de las operaciones del hombre, y el mal en la
falta de esta unidad; que el fin de la vida es la asimilación con Dios por medio
de la virtud; que el suicidio es esencialmente malo; que el hombre debe
examinar con frecuencia sus acciones, y que no debe entregarse al sueño (9),
sin haber examinado sus actos durante el día.

Jámblico atribuye también a Pitágoras la sentencia de que el amor de la


verdad y el celo del bien son el beneficio mayor que Dios ha podido conceder
al hombre; pero es muy posible que este bello pensamiento, más bien que a
Pitágoras, sea debido a la atmósfera cristiana que rodeaba al discípulo que lo
pone en su boca.

Parece, sin embargo, que ni Pitágoras ni sus discípulos debieron tener


ideas muy exactas y racionales acerca de la libertad humana, puesto que, si
nos atenemos a los monumentos pitagóricos más o menos auténticos, y
principalmente el contenido de losVersos áureos, debemos atribuir al hado
inexorable, no ya sólo la muerte (omnibus mortem fato statutam cognosce),
sino los demás acontecimientos de la vida: ex calamitatibus quas mortales
fato patiuntur.
§ 38 - DOCTRINA DE LOS PITAGÓRICOS

«Los que llevaron y llevan hoy, escribe Aristóteles (5), el nombre


de pitagóricos, siendo a la vez los primeros que cultivaron las matemáticas,
dieron a éstas la preferencia sobre todas las cosas, y, embebidos en estas
especulaciones, pensaron que los principios matemáticos eran también los
principios de todas las cosas.»

Estas palabras del filósofo de Estagira, cuyo testimonio es de gran peso


en esta materia, como siempre que se trata de conocer la doctrina de los
antiguos filósofos, descubren y expresan a la vez el carácter fundamental de
la escuela pitagórica, carácter que consiste precisamente en la exageración
de la importancia de las ciencias matemáticas y en la aplicación forzada e
irracional de los principios y fórmulas matemáticas a todos los órdenes del ser
y del conocer. De aquí el principio fundamental de esta escuela: Los números
son los principios y la esencia de las cosas; y de aquí también la tendencia y
empeño en explicar el origen, esencia y propiedades de las cosas, por el
origen, esencia y propiedades del número y de la cantidad. Véase, en prueba,
el siguiente resumen de la doctrina pitagórica:

Nociones generales.

1.º El número, principio general de las cosas, se divide en impar y par.


Los primeros son más perfectos que los segundos, porque tienen un principio,
un medio y un fin, mientras que los números pares son indeterminados e
incompletos. El número par representa y contiene lo finito, lo determinado; el
número impar representa y contiene lo ilimitado, lo indefinido.

2.º Los números, además de constituir la


esencia real, el principio inmanente de las cosas,
son también los modelos o arquetipos de las
mismas, en atención a que el orden jerárquico de
los seres responde al orden y proporciones de los
números, cuyas propiedades, cuya armonía y cuyas
relaciones se hallan como encarnadas en las
substancias y seres que constituyen el universo
mundo.

En conformidad y como aplicación de esta doctrina, los pitagóricos

a) Establecían una especie de correspondencia matemática entre los


seres cósmicos y los números. El punto, la línea, la superficie y el sólido,
corresponden y se refieren a los cuatro primeros números; la naturaleza física
o puramente material, corresponde al número cinco; el alma, al número seis;
la razón, la salud y la luz, al número siete; el amor, la amistad, la prudencia y
la imaginación, corresponden al número ocho; la justicia responde al número
nueve. Sabido es, además, que los pitagóricos, aplicando esta relación
cósmico-matemática al mundo astronómico, suponen que éste consta
de diez esferas o cuerpos celestes que se mueven alrededor de un fuego
central (in medio enim ignem esse inquiunt), siendo uno de aquellos la tierra,
cuyo movimiento da origen a la sucesión ordenada de días y noches, como
dice Aristóteles: circulariter latam circa medium, noctem et diem facere.

b) Consideraban la armonía como uno de los atributos generales de los


seres; pues así como los números entrañan armonía, o sea la unidad en lo
múltiple, la concordancia de elementos diferentes, no de otra manera las
substancias entrañan o contienen en sí pluralidad de elementos reducidos a la
unidad. En este sentido puede decirse, y decían los pitagóricos, que todo es
armonía en el mundo; que la armonía es una propiedad de las cosas todas (6),
tanto de las terrestres como de las celestiales.

3.º La unidad, principio esencial y primitivo del número, es también


principio esencial y primitivo de las cosas, o del Universo. Es, por lo tanto,
inmutable, semejante a sí misma, la causa universal de todas las cosas, el
origen y razón suficiente de la perfección de las mismas. Esta unidad
o mónada primitiva, respirando el vacío, produce la dyada, la cual, en cuanto
producida y compuesta, es imperfecta y origen de la imperfección inherente a
los números pares y los seres compuestos. La dyada representa o simboliza
para la Filosofía pitagórica, la materia, el caos, el principio pasivo de las
cosas. Es muy probable, sin embargo, que esta doctrina no perteneció a
Pitágoras, ni siquiera a sus discípulos antiguos, como Filolao y Arquitas, sino
que es una adición debida a los neopitagóricos, que amalgamaron las ideas y
tradiciones de su escuela con las ideas y tradiciones platónicas y orientales.

4.º La triada, la tetrada y la década representan también para los


pitagóricos, esencias y atributos de las cosas. Pero entre estos números
la década constituye un símbolo pitagórico de los más importantes, ya porque
es la suma de los cuatro primeros números, ya porque expresa el conjunto de
todos los seres, o lo que pudiéramos apellidar categorías de la escuela
pitagórica, que son:
Lo finito—lo infinito, o, mejor, lo indefinido.
Lo impar—lo par.
Lo uno—lo múltiple.
La derecha—la izquierda.
Lo masculino—lo femenino.
Lo que está en reposo—lo que se mueve.
La luz—las tinieblas.
Lo bueno—lo malo.
Lo cuadrado—lo que no es cuadrado perfecto o regular.

Estas categorías ponen de relieve la tendencia de los pitagóricos a


subordinar los seres y su clasificación a los números y fórmulas matemáticas,
aplicando éstas a toda clase de seres y objetos, sean éstos morales o físicos,
sensibles o puramente inteligibles.

5.º Lo que es la unidad respecto del número, es el punto respecto de la


cantidad continua. Un punto añadido a otro constituye la línea; el tercero
engendra la superficie, y si a los tres se añade y sobrepone otro, resulta el
sólido. Las aficiones matemáticas de los pitagóricos los llevaron también a
atribuir a los elementos primitivos de los cuerpos diferentes figuras
geométricas. Así vemos que Filolao atribuía al fuego la forma tetraédrica, a la
tierra la forma cúbica, al aire la forma octaédrica, al agua la forma
icosaédrica. En este sentido y desde este punto de vista, los pitagóricos
pueden ser considerados como precursores de la escuela atomística de
Leucipo y Demócrito.

Dios y el mundo.

1.º Nada hay más oscuro y dudoso que la opinión de los pitagóricos
acerca de Dios. A juzgar por algunas indicaciones y pasajes, parece que
admitían un Dios personal, superior al mundo e independiente de éste; pero a
juzgar por otros pasajes y testimonios, —por cierto más auténticos y
numerosos,— es más probable que no supieron elevarse a esta noción de un
Dios espiritual y trascendente. Sus doctrinas acerca del alma universal del
mundo, acerca de la mónada, elemento esencial e interno de los seres, acerca
del mundo o cosmos, al cual representan y explican como un Dios engendrado,
acerca del sol o fuego central como lugar o residencia de la divinidad, según
el testimonio de Aristóteles, todo revela y hace sospechar que la concepción
pitagórica sobre Dios era una concepción esencialmente panteísta, y que el
fondo de esta concepción era la idea emanatista que Pitágoras debió recoger
en sus viajes y expediciones al Egipto y al Oriente. Abona también esta
opinión la idea o concepto de Dios que Cicerón atribuye a Pitágoras (7), la
misma que debemos suponer en sus antiguos discípulos, si bien los más
modernos, o sea los neopitagóricos de los primeros siglos de la Iglesia, se
explicaron con mayor exactitud acerca de este punto.

2.º Para los pitagóricos el mundo forma un conjunto ordenado, y un todo


bello y armónico, según arriba ya dejamos insinuado, siendo los primeros que
aplicaron al universo-mundo el bello y adecuado nombre de cosmos, si se ha
de dar crédito a Plutarco. En el centro de este mundo está el fuego llamado
central, alrededor del cual se mueven diez grandes astros, siendo uno de
estos la tierra, y otro lo que llaman antitierra (8), a pesar de la opinión
general entonces que hacía de la tierra el centro inmóvil del mundo. Téngase
en cuenta que para los pitagóricos el fuego central, y no el sol, como
equivocadamente creen algunos, representaba el centro del mundo, el centro
real del movimiento de la tierra y del mismo sol.

La perfección que atribuían al número diez y al movimiento circular,


determinó a los pitagóricos a atribuir aquel número y este movimiento a los
astros y esferas celestes. El movimiento regular y acompasado de estas
esferas produce además un sonido armónico o musical, y si nosotros no
percibimos, o, mejor dicho, no nos damos cuenta ni tenemos conciencia de
este sonido armónico, es porque nuestro oído está acostumbrado a él desde el
nacimiento, y también porque el sonido, cuando es continuado, necesita de
interrupción para ser percibido.

El mundo, no solamente es un todo armónico y ordenado, sino también


un todo animado, o al menos vivificado por medio del alma universal,
emanación a su vez del fuego central. Así es que todos los seres participan de
la vida en alguno de sus grados. Bien es verdad que las noticias que poseemos
acerca de la doctrina auténtica de Pitágoras y de sus primeros discípulos, en
orden a la vitalidad de todos los seres, y aun en orden a la existencia y
naturaleza del alma universal del mundo, son muy escasas, y no menos
confusas e inseguras.

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