El cannabis o marihuana suele tomarse triturando sus hojas secas y
fumándoselo, aunque también es usual consumir su resina prensada o hachís, es usual mezclarla con tabaco. Su principio activo es el THC (delta-9-tetrahidrocarbocannabinol). El THC se une a los receptores CB1 del sistema cannabinoide. Es curioso que en nuestro organismo exista un sistema cannabinoide, lo cual indica que tenemos cannabinoides endógenos, es decir cannabinoides naturales segregados por nuestro propio organismo (por ejemplo la anandamida). Además el número de receptores cannabinoides en nuestro sistema nerviosos central es mayor que el de cualquier otro neurotransmisor, en ciertas zonas del cerebro su número es hasta 12 veces mayor que el de los receptores de dopamina. El sistema cannabinoide actúa sobre todo en el cerebelo, que rige la coordinación motora; en el tronco cerebral que regula las funciones vitales; y en el estriado, el hipocampo y la amígdala responsables respectivamente de los movimientos reflejos, de la memoria y de la ansiedad. Efectos cerebrales La toma de cannabis libera cannabinoides que interactúan con los receptores cannabinoides que a su vez desencadenan la liberación de dopamina del sistema de recompensa, en concreto del núcleo accumbens. Este aumento de dopamina crea un efecto placentero que funciona como reforzador y hace que la persona que la consume sienta ganas de seguir tomándola. Por lo tanto el tipo de dependencia que provoca es psicológica. Efectos conductuales Sus principales efectos conductuales a bajas dosis son, euforia, disminución de ciertos dolores (por ejemplo oculares), disminución de la ansiedad, la sensibilidad a los colores y a los sonidos de acentúan, disminución de la memoria a corto plazo (recuerdos recientes), los movimientos se ralentizan, estimulación del apetito y la sed y pérdida de conciencia del tiempo. A altas dosis puede llegar a inducir pánico, delirium tóxico y psicosis. Todos estos efectos son transitorios, su duración depende de la sensibilidad de cada persona y de la cantidad tomada pero no suelen durar más de una hora. En los consumidores crónicos de grandes cantidades puede tener efectos a largo plazo como la disminución de la motivación y el deterioro social. Datos de interés ¿Provoca dependencia? Cómo se ha indicado anteriormente, el cannabis no provoca cambios neuronales a largo plazo y actúa sobre el sistema de recompensa, por lo cual no provoca dependencia física pero sí psicológica. ¿Provoca tolerancia? Efectivamente, los consumidores habituales de marihuana sienten como la misma cantidad de droga cada vez les hace menos efectos y deben consumir más cantidad para sentir lo mismo. ¿Provoca síndrome de abstinencia? En recientes estudios con ratones expuestos de forma crónica al THC se ha encontrado que sufren abstinencia. Aún no se conoce si ésta se da también en humanos aunque es muy probable. ¿Puede provocar esquizofrenia? En un estudio reciente realizado por el Dr. Kuei Tseng se ha encontrado que el suministro reiterado de THC a ratas durante la adolescencia provocaba un déficit en la maduración de las conexiones GABAérgicas del hipocampo ventral con la corteza prefrontal, lo cual provocaría una disminución del control de los impulsos. Este efecto no ocurría cuando se administraba cannabis a las ratas adultas. En los pacientes con esquizofrenia se ha comprobado que existe este déficit de maduración, pero para llegar a desarrollar esquizofrenia es necesario tener una predisposición genética y vivir en un determinado ambiente. Por lo cual el mero hecho de consumir marihuana durante la adolescencia no puede provocar la esquizofrenia pero si puede inducirla en personas con predisposición genética y aumentar las probabilidades de sufrirla. ¿Puede usarse como agente terapéutico? El cannabis presenta propiedades terapéuticas como ansiolítico, sedante, relajante, analgésico y antidepresivo. Es recomendado en bajas dosis para numerosas enfermedades que causan dolor como la esclerosis múltiple. Si quieres saber más sobre este tipo de drogas te recomiendo el siguiente vídeo: Opiáceos
Los opiáceos son sustancias derivadas de la resina de la adormidera o
planta del opio. Puede ingerirse casi de cualquier manera, puede comerse, fumarse, inyectarse… El opiáceo más común es la heroína, la cual suele administrarse por vía intravenosa, este tipo de administración es especialmente peligroso pues no suelen seguirse las medidas higiénicas necesarias y pueden contagiarse enfermedades. Al igual que ocurría con el cannabis, existen opiáceos endógenos, de los cuales los más importantes son los péptidos opioides, los denominados “morfinas del propio cerebro”. Estos opiáceos se unen a receptores opioides, de los cuales los más importantes son los del tipo mu (µ), delta (∂) y kappa (k). Los opiáceos endogénos como las endorfinas y encefalinas son almacenadas en las neuronas opiáceas y se liberan durante la neurotransmisión y actúan sobre el sistema de recompensa para mediar el reforzamiento y el sentimiento de placer. Efectos cerebrales Los opioides actúan sobre GABA, un neurotransmisor del sistema inhibidor del cerebro, el cual frena a las neuronas y ralentiza la transmisión de otros neurotransmisores. Al bloquear la función de GABA núcleo accumbens (estructura del sistema de recompensa), se impide la recaptación de dopamina que ya ha sido liberada, haciendo creer a nuestro organismo que no hay suficiente dopamina, por lo que se descarga un torrente de este neurotransmisor, lo cual va a causar la sensación de placer. Efectos conductuales Los efectos de los opiáceos pueden ir desde la calma hasta la analgesia (tanto física como psicológica). Aunque una toma crónica puede llevar hasta una insensibilización completa ante los estímulos tanto endógenos como exógenos. A altas dosis produce euforia, la cual es su principal propiedad reforzadora, seguida de una profunda sensación de tranquilidad, somnolencia, labilidad afectiva, obnubilación mental, apatía y lentitud motora. Estos efectos pueden durar varias horas. Si se sufre una sobredosis puede deprimir el sistema respiratorio pudiendo llegar al coma. Datos de interés ¿Provoca dependencia? Efectivamente, la administración de opiáceos de forma crónica provoca dependencia tanto física como psicológica, puesto que modifica los receptores opioides y afecta al sistema de recompensa. De modo que las personas dependientes de esta sustancia siguen consumiéndola tanto por los efectos placenteros como por los efectos adversos de no tomarla. ¿Provoca tolerancia? La respuesta es sí, además la tolerancia comienza bastante rápido, no hace falta estar mucho tiempo tomando esta droga para sentirla, puesto que los receptores opioides se adaptan con bastante rapidez. Como se ha explicado antes, la tolerancia implica que el individuo debe tomar más cantidad de droga cada vez para sentir sus efectos, así que a la larga la dosis necesaria para sentir euforia puede llegar a producir sobredosis. ¿Provoca síndrome de abstinencia? La administración crónica de opiáceos modifica los receptores haciendo que éstos se adapten y sean menos sensibles, de modo que los estímulos que antes eran placenteros dejan de serlo. Los principales síntomas del síndrome de abstinencia son la disforia, la irritabilidad y la hiperactividad autonómica caracterizada por taquicardias, temblores y sudación. ¿Puede usarse como agente terapéutico? Sí, y de hecho se usa, la morfina es un tipo de opiáceo que en dosis bajas causa sedación pero a altas dosis puede provocar un coma e incluso la muerte. Su administración crónica causa dependencia, tolerancia y abstinencia, al igual que ocurre con otras sustancias opioides. Si quieres saber más sobre este tipo de drogas te recomiendo el siguiente vídeo: Estimulantes: cocaína y anfetamina
Las principales drogas estimulantes son la cocaína y la anfetamina y sus
derivados como el “crack” o la metanfetamina. La cocaína se extrae de la hoja de coca, antiguamente se quemaba y se consumía directamente pero hoy en día su elaboración es bastante más compleja, en primer lugar se pisa la hoja de coca hasta que salga toda la salvia, a ese “caldo” le añaden cal (por ello la cocaína es un polvo blanco), ácido sulfúrico y queroseno los cuales sirven como fijadores y aumentan los efectos de la cocaína en el cerebro. Como puede observarse la “lista de ingredientes” de la cocaína no es nada saludable, sus compuestos son altamente tóxicos y pueden llegar a ser más perjudiciales que la propia coca. Además suele esnifarse, lo cual es altamente peligroso pues hace que la droga llegue lo antes posible al cerebro mediante los vasos sanguíneos de la nariz, este procedimiento causa grandes daños físicos pues desgasta el tabique nasal. Actualmente en algunos pueblos indígenas de Sudamérica sigue consumiéndose la hoja de coca, la mastican para conseguir energía y para paliar el llamado “mal de alturas”. El crack, o la base, es un derivado de la cocaína que se vende en forma de piedra. Puede esnifarse, inyectarse o fumarse. Su efecto es más intenso que el de la cocaína pues tarda menos tiempo en metabolizarse. La anfetamina es un tipo de droga sintética que se vende en pastillas y suele administrarse por vía oral, al igual que la metanfetamina. Debido a su modo de administración suele tener efectos menos intensos que la cocaína y sus derivados. Su modo de elaboración es complejo y hace falta saber química para poder hacerlo, como nos han mostrado en Breaking Bad. Efectos cerebrales Tanto la cocaína como la anfetamina actúan bloqueando al transportador de la dopamina (DAT), de esa manera la dopamina queda libre y se concentra en áreas claves como el núcleo accumbens, área del sistema de reforzamiento. La anfetamina, además de bloquear el transportador de la dopamina, bloquea los receptores por lo cual la dopamina no se puede recaptar y sigue produciendo y concentrándose más y más hasta que se agota. La dopamina puede llegar a quedarse activa hasta 300 veces más tiempo que del que suele activarse normalmente. La dopamina es uno de los neurotransmisores más importantes del cerebro, los efectos que tienen las drogas estimulantes sobre la dopamina afecta a áreas implicadas en la motivación (área límbica) y el control de nuestros actos (corteza prefrontal) y también a determinados circuitos relacionados con la memoria (tanto explícita como implícita). Los estimulantes producen cambios cerebrales permanentes a largo plazo, incluso tras años de abstinencia. En un estudio de McCann se encontró que el número de receptores de dopamina de consumidores crónicos de metanfetamina había disminuido notablemente y éste déficit de receptores persistía tras 3 años de abstinencia. La pérdida de receptores dopaminérgicos incrementa el riesgo de que estas personas sufran Parkinson cuando sean mayores. Efectos conductuales Los principales efectos son la euforia y el aumento de energía que suele traducirse en una mayor actividad y verborrea. A altas dosis provoca una sensación de placer muy intensa que los consumidores describen como mejor que un orgasmo, pero si se aumenta la cantidad puede llegar a sufrirse temblores, labilidad emocional, agitación, irritabilidad, paranoia, pánico y comportamientos repetitivos o estereotipados. A altas dosis puede producir ansiedad, paranoia, alucinaciones, hipertensión, taquicardia, irritabilidad ventricular, hipertermia y depresión respiratoria. Una sobredosis puede producir insuficiencia cardíaca, ictus y convulsiones. Datos de interés ¿Produce dependencia? Las drogas estimulante producen dependencia tanto física como psicológica puesto que no sólo activan el sistema de recompensa durante la toma, también lo modifican a largo plazo. ¿Produce tolerancia? Sí, la administración crónica de estimulantes realiza modificaciones en el sistema de recompensa que se adapta al aumento de la concentración de dopamina y se habitúa, por lo cual cada vez le hace falta más dopamina al sistema para activarse y la persona tendrá que tomar una dosis más alta para poder sentir los efectos de la droga. ¿Provoca síndrome de abstinencia? Efectivamente, los cambios producidos en las neuronas dopaminérgicas debido a su sobreactivación provocan síntomas desagradables cuando no se consume la droga. Esta sobreactivación puede llegar a causar degeneración axonal y muerte neuronal, provocando síntomas parecidos a los del trastorno llamado burn-out, el cual suele asociarse con altos niveles de estrés durante períodos prolongados. Entre los síntomas de la abstinencia se encuentra la somnolencia y la anhedonia (falta de placer ante cualquier estímulo), y a largo plazo pérdida de eficacia cognitiva, depresión e incluso paranoia. Estos efectos hacen que la persona busque con mucha ímpetu la droga dejando de lado sus deberes y poniéndose en peligro tanto a sí mismo como a las personas que tiene a sus alrededor. Además es usual que busquen sensaciones placenteras extremas para poder sentir algo de placer, ya que debido a la anhedonia les cuesta mucho sentirlo, esto puede hacer que lleven a cabo conductas compulsivas como el sexo sin protección y sin ningún tipo de discriminación. ¿Pueden usarse como agentes terapéuticos? La anfetamina puede ser usada para tratar trastornos del sueño, sobre todos los relacionados con los problemas de somnolencia durante el día, y para paliar los síntomas del TDAH. Si quieres saber más sobre este tipo de drogas te recomiendo el siguiente vídeo: Drogas legales: nicotina y alcohol
La nicotina se extrae de las hojas del tabaco, suele administrarse en
cigarrillos los cuales llevan muchos otros componentes tóxicos y cancerígenos, como el alquitrán, que dañan al corazón, a los pulmones y a otros tejidos. Además al quemarlo se crean otros compuestos mediantes reacciones químicas que son altamente peligrosos como monóxido de carbono y el gas cianhídrico. España es el noveno país de la Unión Europea (UE) con mayor porcentaje de fumadores, un 29% de la población es fumadora. El alcohol se toma en forma de bebida alcohólica que pueden realizarse mediante fermentación alcohólica o destilación. Es una droga legal en todos los países exceptuando los estados islámicos. Muchas personas que sufren alguna enfermedad o trastorno lo toman para “automedicarse”, para aturdirse y no pensar en sus problemas, por ello el alcoholismo es una enfermedad comórbida con muchos otros trastornos. Según la OMS en España bebemos alrededor de 11 litros al año por persona, muy por encima de la tasa mundial que oscila los 6,2 litros al año por persona. Efectos cerebrales La nicotina actúa sobre los receptores nicotínicos de la red de acetilcolina y, en altas dosis, promueve la segregación de dopamina. Además otro de los componentes del tabaco es un inhibidor de la monoaminoxidasa (IMAO) que impide que se destruya la dopamina, lo cual afecta al sistema de recompensa. El alcohol actúa sobre los receptores de GABA potenciando su acción inhibidora del sistema nervioso central y provocando una ralentización cerebral general. Además también actúa en las sinapsis glutamatérgicas, anulando su acción excitadora, lo cual aumentaría la depresión del sistema nervioso central. También actúa sobre el sistema de recompensa uniéndose a receptores opioides y cannabinoides, lo cual explicaría sus efectos reforzadores. Efectos conductuales La nicotina tiene efectos activadores y de alerta mental, al contrario de lo que se suele pensar no tiene ningún efecto relajante. Como se explicará más adelante lo que ocurre es que si una persona adicta al tabaco no fuma sufrirá el “mono” y para calmarlo necesitará volver a fumar. El alcohol es un depresor del sistema nervioso central esto produce relajación, somnolencia y disminución de los reflejos, a nivel cognitivo provoca desinhibición social, por ello suele tomarse en reuniones sociales y fiestas. Datos de interés ¿Producen dependencia? Tanto la nicotina como el alcohol producen dependencia física y psicológica. La nicotina produce cambios a largo plazo en los receptores colinérgicos y el alcohol en los GABAérgicos, esto explica la dependencia física que causan. La dependencia psicológica se explica porque ambas sustancias actúan sobre el sistema de recompensa. ¿Producen tolerancia? Sí, ambas drogas provocan tolerancia promoviendo que el intervalo entre toma y toma sea cada vez más corto y que las dosis sean cada vez mayores. ¿Provocan síndrome de abstinencia? Efectivamente ambos provocan un intenso síndrome de abstinencia. Cuando un fumador comienza a fumar un cigarro el sistema de recompensa se pone en marcha y empieza a segregar dopamina, lo cual le produce placer. Pero cuando se termina el cigarro los receptores de dopamina se desinsibilizan para adaptarse a la cantidad de dopamina, de forma que temporalmente se quedan inactivos y se empieza a sufrir el nerviosismo típico de la abstinencia. Esta inactivación dura unos 45 minutos (el tiempo que tarda de media un fumador en encenderse el siguiente cigarrillo), por ello hay 20 cigarros en cada paquete, para que pueda durar un día completo. Como el alcohol ralentiza el cerebro estimulando los receptores GABA el propio organismo se defiende eliminando estos receptores para atenuar su inhibición. De esta manera cuando la persona ya no consume alcohol tiene menos receptores GABA de lo normal. Lo cual causa nerviosismo, temblores, ansiedad, confusión, obnubilación, sudores, taquicardia, hipertensión arterial, etc. pudiendo llegar a causar un delirium tremens y un trastorno de la memoria asociado con el alcoholismo, el síndrome de Korsakoff. Si quieres saber más sobre este tipo de drogas te recomiendo el siguiente vídeo: Drogas de diseño: alucinógenos y éxtasis
Las principales drogas de diseño son el LSD (o ácido), la mescalina,
el PCP (o polvo de ángel), el éxtasis (MDMA) y la ketamina. Estas drogas provocan una intoxicación, que suele denominarse “viaje”, que está asociada con experiencias sensoriales, ilusiones visuales, alucinaciones y un aumento de la percepción tanto de los estímulos externos como internos, este tipo de efecto se denomina psicodélico. Este tipo de sustancias suele denominarse “drogas de discoteca” ya que suelen usarse en dicho contexto. Efectos cerebrales Los alucinógenos pueden ser de dos tipos, las que afectan principalmente al sistema serotoninérgico (como el LSD) y las que afectan principalmente al sistema noradrenérgico y dopaminérgico (como la anfetamina y el MDMA). Aunque en realidad todos estos sistemas están conectados y van interactuando como veremos a continuación. Como ejemplo de modo de actuación de los alucinógenos expondremos la acción del LSD. Este compuesto se une a los receptores 5HT2A (receptores de serotonina) y provoca una hipersensibilidad de las percepciones de los sentidos. También afecta al glutamato que es un acelerador de la actividad cerebral, su activación explica la rapidez de pensamiento y los problemas de raciocinio. La activación de los circuitos de dopamina explica la sensación de euforia. El éxtasis actúa sobre la serotonina, un importante regulador del estado de ánimo. Bloquea el transportador de serotonina, impidiendo la recaptación de ésta. El exceso de serotonina provoca una sensación de alegría y empatía pero las reservas de serotonina se vacían completamente, las neuronas ya no pueden funcionar como antes y cuando esto ocurre el individuo siente una especie de tristeza y pesadez que puede llegar a durar hasta los 2 días. Efectos conductuales La intoxicación con alucinógenos puede provocar ilusiones visuales, macropsia y micropsia, labilidad afectiva y emocional, enlentecimiento subjetivo del tiempo, intensificación de la percepción de colores y sonidos, despersonalización, desrealización y sensación de lucidez. Además a nivel fisiológico puede causar ansiedad, náuseas, taquicardia, aumento de la tensión arterial y de la temperatura corporal. En estados de intoxicación aguda puede producir síntomas de pánico, lo cual suele denominarse “un mal viaje”, entre estos síntomas se incluyen la desorientación, la agitación o incluso el delirio. El éxtasis actúa sobre el estriado facilitando los movimientos y creando una cierta euforia, también actúa sobre la amígdala lo que explica la desaparición de los miedos y el amento de empatía. A largo plazo, en el córtex prefrontal daña a las neuronas serotoninérgicas donde podría ser neurotóxico, causando un daño irreversible que podría degenerar una depresión. La sobredosis de estas sustancias puede producir temperaturas extremadamente altas, convulsiones y el coma.