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ESTIGMA (MILAGRO)
Los estigmas (del latín stigma, y este a su vez del griego στίγμα) son señales o marcas que
aparecen de forma espontánea en el cuerpo de algunas personas, casi siempre místicas
extáticas cristianas. Estas heridas son similares a las infligidas sobre Jesús de
Nazaret durante su crucifixión según la iconografía cristiana tradicional, y van precedidas y
acompañadas de tormentos físicos y morales.1 Suelen aparecer en las manos, pies y
costado izquierdo, y a veces también en la cabeza y en las espaldas, lo que recuerda
la coronación de espinas y la flagelación de Jesús de Nazaret.2
Las diversas confesiones cristianas diferencian la estigmatización de origen sobrenatural,
bien por un don de Dios o por una intervención diabólica, de las de orden natural, causadas
por el mismo sujeto que las porta, ya sea intencionalmente o por razones de
origen psicosomático (por sugestión, hipnosis, etc. se ha conseguido producir fenómenos
similares a la estigmatización, aunque difieren en la instantaneidad del fenómeno y en el
deseo de su constatación a la vista de los demás).34
La Iglesia católica, cuando los considera auténticos y don divino, afirma que son
participación de los sufrimientos de Jesús.1 Reconoce algo más de trescientos casos de
estigmatizados;5 estos pueden ser visibles o no, sangrientos o no, permanentes o no. Los
estigmas invisibles, según la Iglesia católica, pueden producir tanto dolor como los visibles.
El tipo de heridas refleja su correspondencia con la Pasión de Jesús a través de las
siguientes señales:2
Heridas en manos o muñecas, semejantes a las causadas por clavos.
Heridas en los pies, semejantes a las causadas por clavos.
Heridas en la cabeza, semejantes a las provocadas por la corona de espinas.
Heridas en la espalda, semejantes a las de látigo en la flagelación.
Herida en un costado —semejante a la causada por una lanza—, por lo general en el
lateral izquierdo.
UN ESTIGMA FALSO
Según un investigador, el primer sacerdote católico en llevar las heridas de Cristo en su piel
fue un "charlatán". Su postura sobre la historia de estas marcas
25 de octubre de 2007
El historiador Sergio Luzzatto trabajó con archivos del Vaticano para demostrar que los estigmas del
Padre Pío fueron falsos. Aseguró que se mutiló deliberadamente para llamar la atención de los
fieles.
En el libro Padre Pío: milagros y política de la Italia del siglo 20, el especialista acusa de charlatán a
quien presuntamente fue el primer cura en tener estigmas en la piel. No se trata de la primera vez
que se ponen en duda las cicatrices que tenía en manos, pies y el costado izquierdo.
Este hombre, que fue canonizado hace cinco años, fue reconocido mundialmente por la Iglesia
Católica por las marcas que se le hicieron en su cuerpo, las mismas que sufrió Cristo tras su
crucifixión.
Los guantes sin dedos que solía llevar fueron reconocidos por miles de fieles que se le acercaban
para escuchar la palabra de Dios. El 20 de septiembre de 1918, aparecieron visiblemente las
primeras llagas.
El caso fue estudiado por el Vaticano. El mismo envió a un médico para que corroborara la veracidad
de las marcas. El especialista dudó en un principio por lo que decidió hacerle una prueba.
Vendó sus heridas de una manera para que no tuvieran contacto con el ambiente y esperó un mes
para sacarlas. Para su sorpresa, la piel no se había regenerado. Las marcas continuaban
imborrables pese al paso del tiempo.
Sin embargo, el historiador aseguró que la prima de un farmacéutico, María de Vito, había
sido la responsable de proveer de ácido al cura, según informó el diario The Independent.
"Cuando regresó a Foggia trajo los saludos del Padre Pío y me pidió en su nombre y
en estricta confidencialidad que le diera ácido carbónico. Me dio una botella de 100 gramos
que tenía una calavera y huesos", aseguró el farmacéutico de aquella época.
Esto le dio la pauta a Luzzatto que le padre se forzaba las lastimaduras. La urgencia de su
necesidad de ácido era presuntamente para que no se supiera la verdad.
Qué son los estigmas? ¿Cómo se sabe que son auténticos?
El tema de los estigmas es un tema muy serio e inquietante. Y en este sentido la Iglesia es
muy crítica y con justa razón muy severa antes de hablar de este tema; es por esto que sólo
tras rigurosos estudios de médicos y teólogos, se ha pronunciado positivamente en limitados
de casos.
Los estigmas representan un signo de lo que sufrió Cristo durante la pasión, y por tanto
constituyen un dato teológico; es decir, son la reproducción fiel en algunas personas de las
llagas de Jesús en el momento de su crucifixión, sobre todo en cuanto al lugar se refiere
(pies, manos, costado y cabeza).
En los casos aprobados por la Iglesia, los estigmas son una gracia de Dios otorgada a pocos
santos, son unos de los fenómenos corporales de la mística cristiana.
Ahora bien, cuando la Iglesia reconoce el fenómeno como auténtico lo acepta pero en
ningún caso lo propone para ser creído como dogma de fe.
La Iglesia no canoniza a nadie tan solo por ser estigmatizado. Lo que hace la Iglesia es
reconocer en un santo su ejemplar vida cristiana, tenga o no estigmas.
El fenómeno de los estigmas es una muestra de la realeza de la pasión de Cristo en la Cruz,
de la que han participado, por voluntad de Dios, ciertos santos que han meditado y amado
el sacrificio de Cristo crucificado, y ofrecen esos sufrimientos con la espiritualidad de san
Pablo quien dijo: "Ahora me alegro por los padecimientos que soporto por vosotros, y
completo en mi carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo, a favor de su cuerpo, que es
la Iglesia". (Col 1,24).
Es más, hay quien afirma que el mismo apóstol tuvo los estigmas y que cuando dice:
"…Llevo sobre mi cuerpo las señales de Jesús" (Gal 6,17), no lo dice en forma metafórica
sino real.
Para los estigmatizados, las llagas de Cristo en sus cuerpos son una gracia inmerecida; por
tanto si es una gracia pues entonces es Dios quien la concede. Los estigmatizados no piden
estas experiencias místicas.
Pero, ¿con qué fin Dios concede los estigmas?Con los estigmas Dios expresa su
beneplácito por la santidad de vida relacionada con la aceptación consciente de la Cruz
asumida de manera espiritual; es pues una experiencia de dolor con tinte de alegría por la
gracia recibida.
El estigmatizado recibe la misión de ser profeta para recordar a los hombres las realidades
importantes, como hacer ver hasta qué extremo Cristo nos ha redimido y para que los que
sufren se conformen a Cristo ofreciendo los propios sufrimientos por la salvación de las
almas.