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METABOLISMO DE HIERRO

El hierro es un elemento esencial para la vida, puesto que participa prácticamente en


todos los procesos de oxidación-reducción. Lo podemos hallar formando parte esencial de
las enzimas del ciclo de Krebs, en la respiración celular y como transportador de
electrones en los citocromos.

El Fe es imprescindible para la síntesis de una multitud de proteínas y enzimas de las que


es parte componente o que lo utilizan como cofactor. Casi las dos terceras partes del Fe
corporal se encuentran en la hemoglobina; el 25 % está contenido en las reservas
movilizables y el resto está unido a la mioglobina. Una fracción pequeña, pero
significativa, se encuentra formando parte de la amplia variedad de enzimas relacionadas
con el metabolismo oxidativo y otras funciones celulares1.

CICLO DEL HIERRO


El contenido de hierro en el organismo es de 35-45 mg/kg de peso.
La mayor parte de este hierro es hemoglobínico, contenido en los eritrocitos circulantes y
en la médula ósea. La función de los eritrocitos es el transporte del oxígeno desde los
pulmones al resto del organismo.
Y la proteína que facilita este proceso es la hemoglobina, que contiene oxígeno y es la
responsable de dar el color rojo a la sangre. La otra porción destacada es el hierro de
depósito de carácter intracelular como la ferritina y hemosiderina.
También encontramos hierro en la mioglobina muscular, las catalasas y los citocromos. La
transferrina representa un menor aporte de este mineral pero con gran importancia
fisiológica.
El ciclo del hierro podríamos definirlo como con un carácter cerrado puesto que en
condiciones fisiológicas las pérdidas son mínimas, se compensan a través de la dieta y este
mineral es reutilizado por el organismo.
Cuando los eritrocitos mueren, la hemoglobina se desintegra en el bazo y la médula ósea
por la acción de los macrófagos. Una parte de este hierro va destinada a depósito y el
resto se libera al plasma donde la transferrina lo transporta a la médula ósea para formar
parte de nuevos eritrocitos. Los glóbulos rojos nacen en la médula ósea como
eritroblastos, las formas primitivas de los eritrocitos. Una vez se completan con la
hemoglobina pasan al torrente sanguíneo. En dos o tres gotas de sangre existe
aproximadamente un billón de eritrocitos que presentan, cuando están activos, forma de
disco. Los glóbulos rojos son continuamente producidos y destruidos. Su vida media en
sangre es de unos 120 días. Su producción (eritropoyesis) se ve facilitada si se necesita
más hierro. Si no existen suficientes eritrocitos, esto provoca que el organismo tenga que
realizar esfuerzos excepcionales para hacer llegar oxígeno a todos los tejidos. Por ejemplo,
el ritmo cardíaco aumenta para bombear sangre oxigenada hacia los tejidos. Un déficit de
glóbulos rojos (anemia) a menudo provocará fatiga y debilidad. También la hemoglobina,
la proteína encargada del transporte de oxígeno debe actuar correctamente. Ella se
encarga de fijar el oxígeno para transportarlo al resto del organismo.
También transporta el dióxido de carbono hacia los pulmones para que sea espirado. Y
esto debe hacerlo con una fuerza precisa para que sujete las moléculas de oxígeno y las
atrape en los pulmones y luego aflojar esa fuerza y liberar el oxígeno en los tejidos. Los
eritrocitos ayudan a la hemoglobina a actuar con la fuerza justa en cada momento. Por
tanto, si algo provoca un suministro reducido de eritrocitos (anemia) y, a su vez, una
deficiencia en hemoglobina y oxígeno, pueden aparecer síntomas de debilidad2.

MANEJO DEL HIERRO POR EL ORGANISMO

Tomando como modelo los estudios de hierro en mamíferos, se conoce que la captura de
hierro inorgánico proveniente de la dieta, involucra reducción de FeIII en el lumen
intestinal por reductasas férricas (Dcytb, citocromo b duodenal) y el subsiguiente
transporte a través de la membrana apical del enterocito por el transportador divalente
DMT1. El hierro unido al grupo hemo y que ingresa por la dieta entra al enterocito por un
mecanismo hasta hoy desconocido y luego dentro, es metabolizado por la oxigenasa HO-1
para liberar el FeII. El hierro en el enterocito es exportado, a la sangre, a través de la
membrana basolateral por medio de una proteína llamada ferroportina, que interacciona,
en su lado extracelular con otra proteína (hefastina) cuya función es oxidar el FeII a FeIII;
de esa forma se inactiva el Fe para su transporte plasmático por la proteína transferrina
que lo lleva a los tejidos.

El feIII unido a transferrina llega a las células blancos por interacción con el receptor que
se encuentra en la membrana plasmática de las células blanco (macrófagos, hepatocitos,
adipocitos) este complejo (TfFeIIIRTf) es internalizado por endocitosis formándose un
endosoma, en el cual el pH es disminuido por la de la V-ATPasa facilitándose la liberación
del FeIII del complejo, quién en estas condiciones se reduce a FeIIpor acción de la
metaloreductasa STEAP3 y es exportado del endosoma a través de las proteínas
DMT1 o Nramp2 utilizando el gradiente de protones como la fuerza protomotriz que
maneja su salida. Una vez que el Fe se encuentra en el citosol es incorporado a proteínas
que contienen Fe, transportado a la mitocondria para la biosíntesis de hemo y de los
complejos Fe-S de las proteínas; o también almacenado en complejos multiméricos de
ferritina.
La ferritina, es una proteína formada por dos tipos de subunidades (H) y (L). La subunidad
H tiene actividad ferroxidasa y las L-ferritina promueven la nucleación eficiente y
mineralización del Fe. Los niveles de estas dos cadenas de ferritina varían dependiendo
del tipo de tejido; en el corazón prevalece la forma H y en el hígado la L. Finalmente, el
hierro puede salir de la célula a través del transportador ferroportina el cual se encuentra
asociado con una ferroreductasa llamada ceruloplasmina la cual se encarga de oxidar
nuevamente el Fe para su transporte por la transferrina en la sangre.
Aunque la transferrina plasmática se mantiene 1/3 saturada del metal y el contenido de
Fe en la transferrina es de 0,1% del hierro total en el cuerpo (3 mg), la concentración del
metal en esta proteína es altamente dinámica. De tal forma que el pool de hierro en la
transferrina es mantenido principalmente por el flujo de hierro de los macrófagos
proveniente de eritrocitos envejecidos y fagocitados por estas células y en menor grado
por el Fe de la dieta capturado por los enterocitos. Existen dos tipos de receptores de
transferrina los RTf1 y RTF2; el primero se encuentra en macrófagos y otros tipos de
células y el segundo en los hepatocitos. El hierro unido a la transferrina interacciona en el
hepatocito con el RTf2 y con la proteína HFE localizadas ambas en la membrana celular del
hepatocito y a través de un proceso de señalización que involucra la ruta SMAD (proteínas
homólogas a las MAD de Drosohila; MAD o Mothers against decantaplegic and SMA o
“small body size”) se regula la producción de la hormona hepcidina.

Es importante destacar de que existe un mecanismo de transporte de Fe en el plasma


independiente de la transferrina, dentro de este está el transporte de hemoglobina unida
a haptoglobulina y su transporte al macrófago via el receptor CD173; el otro es el
transporte de Hemo por hemopexina y su reconocimiento y entrada a los macrófagos via
el receptor CD91; transporte de hierro unido a la albúmina, también el Fe se une a
sideróforos (pequeñas moléculas afines a Fe tales como citrato, glutatión) por otro lado,
los cardiomiocitos pueden capturar Fe a través de canales de calcio dependiente de
voltaje tipo L.

La fuerte regulación de la entrada, salida y almacenaje de hierro es crítica para prevenir la


deficiencia de este vital elemento la cual ocasiona el deterioro de las funciones vitales o
para evitar la sobrecarga de hierro que conlleva a la generación de radicales tóxicos3.

ABSORSION DEL HIERRO

En un individuo normal, las necesidades diarias de hierro son muy bajas en comparación
con el hierro circulante, por lo que sólo se absorbe una pequeña proporción del total
ingerido. Esta proporción varía de acuerdo con la cantidad y el tipo de hierro presente en
los alimentos, el estado de los depósitos corporales del mineral, las necesidades, la
actividad eritropoyética y una serie de factores luminales e intraluminales que interfieren
o facilitan la absorción. La absorción depende en primer lugar del tipo de compuesto de
hierro presente en la dieta, en dependencia de lo cual van a existir 2 formas diferentes de
absorción: la del hierro hemo y la del hierro inorgánico.
ABSORSIÓN DEL HIERRO INORGÁNICO
El hierro inorgánico por acción del ácido clorhídrico del estómago pasa a su forma
reducida, hierro ferroso (Fe2+), que es la forma química soluble capaz de atravesar la
membrana de la mucosa intestinal.
Algunas sustancias como el ácido ascórbico, ciertos aminoácidos y azúcares pueden
formar quelatos de hierro de bajo peso molecular que facilitan la absorción intestinal de
este.
Aunque el hierro puede absorberse a lo largo de todo el intestino, su absorción es más
eficiente en el duodeno y la parte alta del yeyuno.9 La membrana de la mucosa intestinal
tiene la facilidad de atrapar el hierro y permitir su paso al interior de la célula, debido a la
existencia de un receptor específico en la membrana del borde en cepillo. La
apotransferrina del citosol contribuye a aumentar la velocidad y eficiencia de la absorción
de hierro.10
En el interior del citosol, la ceruloplasmina (endoxidasa I) oxida el hierro ferroso a férrico
para que sea captado por la apotransferrina que se transforma en transferrina.8 El hierro
que excede la capacidad de transporte intracelular es depositado como ferritina, de la
cual una parte puede ser posteriormente liberada a la circulación5.

ABSORSIÓN DEL HIERRO HEMO

Este tipo de hierro atraviesa la membrana celular como una metaloporfirina intacta, una
vez que las proteasas endo- luminales o de la membrana del enterocito hidrolizan la
globina. Los productos de esta degradación son importantes para el mantenimiento del
hemo en estado soluble, con lo cual garantizan su disponibilidad para la absorción. En el
citosol la hemoxigenasa libera el hierro de la estructura tetrapirrólica y pasa a la sangre
como hierro inorgánico, aunque una pequeña parte del hemo puede ser transferido
directamente a la sangre portal. Aunque el hierro hemínico representa una pequeña
proporción del hierro total de la dieta, su absorción es mucho mayor (20-30 %) y está
menos afectada por los componentes de ésta. No obstante, al igual que la absorción del
hierro inorgánico, la absorción del hemo es favorecida por la presencia de carne en la
dieta, posiblemente por la contribución de ciertos aminoácidos y péptidos liberados de la
digestión a mantener solubles, y por lo tanto, disponibles para la absorción, ambas formas
de hierro dietético. Sin embargo, el ácido ascórbico tiene poco efecto sobre la absorción
del hemo, producto de la menor disponibilidad de enlaces de coordinación de este tipo de
hierro. Por su parte el calcio disminuye la absorción de ambos tipos de hierro por
interferir en la transferencia del metal a partir de la célula mucosa, no así en su entrada a
esta.
FACTORES QUE AFECTAN LA ABSORCIÓN

El enterocito desempeña un papel central en la regulación de la absorción de hierro,


debido a que los niveles intracelulares adquiridos durante su formación determinan la
cantidad del mineral que entra a la célula.18 El hierro del enterocito ingresa a la
circulación de acuerdo con las necesidades, y el resto permanece en su interior hasta su
decamación. De este modo, las células mucosas protegen al organismo contra la
sobrecarga de hierro proveniente de los alimentos, al almacenar el exceso del mineral
como ferritina, que es posteriormente excretada durante el recambio celular normal.
La absorción de hierro puede ser ajustada dentro de ciertos límites para cubrir los
requerimientos de este metal. De este modo, condiciones como la deficiencia de hierro,19
la anemia, la hipoxia, conllevan un aumento en la absorción y capacidad de transporte,
aunque es bueno destacar que el incremento en la absorción de hierro hemo es de menor
proporción,5 debido posiblemente a que la superficie absortiva de la célula intestinal no
reconoce al hemo como hierro, por lo que el incremento de su absorción se deberá
solamente a la pérdida de la saturación de los receptores dentro de la célula y en las
membranas
basolaterales. La absorción del hierro puede ser también afectada por una serie de
factores intraluminales como la quilia gástrica, el tiempo de tránsito acelerado y los
síndromes de malabsorción.1 Además de estos factores, existen sustancias que pueden
favorecer o inhibir la absorción.
Así por ejemplo, el hierro hemo proveniente de las carnes y los pescados
es más fácil de absorber que el hierro inorgánico de los vegetales, los que en muchos
casos, contienen concentraciones más elevadas del metal. Sin embargo, la adición de
pequeñas porciones de carnes o pescados puede aumentar la absorción del hierro
presente en los vegetales, fundamentalmente por su contenido de aminoácidos.
Existen además otras sustancias que favorecen la absorción de hierro, como son los
agentes reductores, especialmente el ácido ascórbico. Entre los inhibidores de la
absorción de hierro tenemos la ingesta crónica de alcalinos, fosfatos, fitatos y taninos. La
absorción disminuye proporcionalmente con el volumen de té o café consumidos, así se
ha determinado que en presencia de té la absorción de este mineral disminuye hasta el 60
% mientras que en la de café la absorción se reduce hasta el 40 %. Por su parte los fitatos
(hexafosfatos de inositol) que se localizan en la fibra del arroz, el trigo y el maíz, y la
lignina de las paredes de las células vegetales, constituyen potentes inhibidores de la
absorción de hierro, debido a la formación de quelatos insolubles.23 En este sentido, se
ha calculado que de 5 a 10 mg de fitatos pueden reducir la absorción del hierro no hemo a
la mitad, lo que puede ser evitado por el consumo de pequeñas cantidades de carne y
vitamina C que impiden la formación de estos quelatos, lo que provoca un aumento de la
absorción aún en presencia de los inhibidores de ésta. El contenido de sustancias
favorecedoras e inhibidoras de la absorción va a determinar la biodisponibilidad del hierro
presente en la dieta.
El conocimiento de los mecanismos que regulan la absorción de hierro permite
determinar el valor nutricional de los alimentos y la forma de mejorar su
biodisponibilidad, pero también permite seleccionar apropiadamente los compuestos de
hierro mejores y más seguros que respeten el papel regulador de la mucosa intestinal.

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