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LUCHA Y LUCHA CONTRA EL PECADO, SI CAES LO IMPORTANTE

ES LEVANTARSE DE NUEVO, PERO JAMAS TE RINDAS


¿Te sientes impotente porque no te puedes desprender de un pecado
que te encadena? Todos luchamos contra algún pecado que no
podemos sacarnos de encima. Esa batalla ha sido la vida de la
mayoría de los santos. Así que no te sientas impotente. Sólo tienes
que prepárate para la lucha de manera adecuada y dar la batalla sin
descanso y sin perder motivación

LO PEOR QUE PUEDES HACER ES RESIGNARTE A CONVIVIR CON


EL PECADO O SENTIRTE CULPABLE PERMANENTEMENTE. DEBES
MIRAR SIEMPRE PARA ADELANTE Y ARBITRAR LAS FORMAS
PARA DESHACERTE GENUINAMENTE DE ÉL, SI NO QUIERES
PERDER LA ‘AMISTAD’ CON DIOS.

NO DESESPERES
Una de las cosas que tira a la gente abajo cuando se esfuerzan en
hacer progresos espirituales es seguir cayendo en el mismo pecado
una y otra vez.

Dices lo siento no voy a hacerlo de nuevo. Entonces en la primera oportunidad


que tenemos los hacemos de nuevo; aun sabiendo que es un pecado y que no
debemos hacerlo, no nos podemos contener.
Esto nos llena de culpa, de vergüenza, nos pone frente a nuestra incapacidad, y
es fácil querer renunciar.
Nos frustramos y nos decimos que no es realmente un pecado de
todos modos si muchos lo hacen, o no es tan grave como parece.

Aquí hay 10 cosas que debes recordar si sigues cayendo en el mismo pecado.

1 – LA PERFECCIÓN ES LA OBRA DE TODA UNA VIDA

¿Pensaste que ibas a ser santo en una noche? Este es un problema con
nosotros los cristianos de ahora. Nos gusta la solución inmediata, la solución
indolora y la salida fácil.
El Papa san Juan Pablo II dijo: “La castidad es la obra de toda una vida”.
Nada grande llega fácilmente.
Convertirse en santo es como convertirse en un atleta olímpico o un
concertista de piano. No sucede rápidamente.

2 – NO SEAS TAN DURO CONTIGO MISMO

Trata por todos los medios de establecer un alto nivel.


No seas demasiado complaciente contigo mismo, pero tampoco demasiado
duro.
Si continúas tratando con genuina intención, entonces estás haciendo lo
correcto.
Hay un viejo cliché que es verdad: “No importa cuántas veces te caes, lo
que importa la frecuencia con que te levantas”.Mientras todavía estás en el
camino y te levantas, no te castigues severamente si tropiezas.

3 – SE OBJETIVO ACERCA DE TU PROBLEMA

La cantidad de culpa y vergüenza que sientes no es necesariamente un


indicador preciso de la gravedad del pecado.
Tendemos a sentirnos más culpables y avergonzados de los pecados de la
carne, porque son muy peligrosos y parecen muy sucios.
Pero tu falta de oración o tu falta de respeto a otras personas pueden ser más
graves que pecados que son muy avergonzarse.
Tu orgullo y tu arrogancia puedes ser un mayor bloqueo espiritual que los
pecados de la carne.
Esto no es para excusar los pecados de la carne, sino para decir que las
emociones de culpa y vergüenza que sentimos por ellos a veces bloquea la
conciencia de los demás pecados que no nos hacen sentir tan avergonzados.
Se objetivo en tu examen de conciencia y no te regodees en tu culpa y
vergüenza.
En su lugar, levántate, ve al confesionario y deposita la confianza en
la misericordia de Dios.
4 – TEN CLARO EL PECADO MORTAL Y EL VENIAL

Para que sea pecado mortal, el mismo tiene que ser una materia grave. Lee
aquí lo que dice el catecismo de la Iglesia Católica sobre los pecados.
Eso significa que tiene que ser un pecado grave, que por su propia naturaleza
te separa de amor de Dios.
En segundo lugar, tienes que saber que es un pecado mortal y que tiene que
tener un elemento de deliberación y decisión al respecto.
Tienes que decir: “Yo sé que esto es un pecado grave, pero yo voy a hacerlo de
todos modos”. Cuando tropiezas y caes ten esto en mente.
Si cometes un pecado mortal, simplemente vuelve a Dios de inmediato
y has un verdadero acto de contrición y un propósito de enmienda.
Si haces esto con la intención de ir a la confesión tan pronto como sea posible,
estás en el camino de regreso a Dios.

5 – EL PECADO HABITUAL A VECES TIENE RAÍCES PSICOLÓGICAS


PROFUNDAS

Esto no te exime pero quiere decir que tu culpabilidad podría reducirse.


Si sufres de un problema de adicción genuino y no puedes superar un pecado
en particular, ve a buscar ayuda profesional.
Los terapeutas y consejeros pueden ayudar a encontrar la causa de la adicción.
Si no puedes salir de un pecado en particular pueda que tengas un problema de
adicción. Mucha gente lo tiene sin darse cuenta o bien lo niega. Piensa en ello.
Es posible que necesites un poco de ayuda extra. Eso está bien.
¿No te importa ir al dentista para las caries dentales, no es así?
No tengas vergüenza de ir a un sacerdote y plantearle tu problema.

6 – TOMA EL MINISTERIO DE LIBERACIÓN EN SERIO

Si estás atrapado en un pecado en particular puedes estar oprimido por un


espíritu maligno.
Cuando digo “espíritu maligno” no me refiero necesariamente a un demonio
poderoso.
Podría ser un espíritu maligno de origen humano, un recuerdo
traumático, una relación venenosa del pasado o algún factor diabólico
o humanamente desconocido, que los demonios exacerban.
Si sientes que hay una dimensión de espíritu maligno en tu problema usa
la oración simple y la terapia de ayuno.
Mantén los viernes como día de ayuno y céntrate en la oración del Señor como
oración de liberación.
Si es necesario pide a un sacerdote local oraciones de liberación cuando vas a
la confesión.
Y ten cuidado, porque muchos sacerdotes no están familiarizados con este
ministerio y puede que tengas que buscar al sacerdote correcto.

7 – ENTIENDE CÓMO FUNCIONA LA TENTACIÓN

En primer lugar está la idea de que es posible hacer algo en particular


que es pecaminoso. Luego viene la oleada de deseo. Luego viene un
impulso más fuerte en el que discutes contigo mismo. Para entonces
ya es demasiado tarde.Resiste la tentación tan pronto como el pensamiento
viene a ti. Recuerda el ministerio de liberación y has una autoliberación.
Reprende a satanás e incluso puedes decir en voz alta: “¡Apártate Satanás!”,
como lo hacía Jesús.

8 – UTILIZA SACRAMENTALES

La medalla de San Benito, Escapulario, el Rosario, las Sagradas


Escrituras, todas estas son armas en la batalla espiritual.
Aprende cómo manejarlos y utilizarlos de forma activa.
9 – ORA PARA QUE VEAS EL PECADO COMO LO QUE REALMENTE
ES

No vas a librarte del pecado hasta que no estés realmente disgustado


por él.Imagina ser adicto a las hamburguesas grasosas. Tienes que dejar el
hábito cuando llegas al punto donde se ve una foto de una hamburguesa
grasosa y dices: “Ughhh! ¿Por qué iba yo a querer comer ese pedazo de grasa
de animal muerto lleno de grasa pegajosa con salsa de tomate repugnante?”Así
que ora para que tus deseos se purifiquen y te sientas atraído por todo lo
que es bello, bueno y verdadero.

10 – ENCUENTRA UN BUEN CONFESOR Y QUÉDATE CON ÉL

Declara tu arrepentimiento al confesor y construye una relaciónpara


que él pueda ver que estás haciendo progresos.
Si tu párroco no es esa persona encuentra uno que lo sea y lo valore. Él te
ayudará a superar los pecados que te mantienen preocupado.

EN DEFINITIVA

A – NO TE RINDAS
Hagas lo que hagas, no te rindas.
No digas que tu pecado no es un pecado. Esa es una forma de destrucción y
una manera de mentir.
En su lugar enfrenta al pecado y sigueel esfuerzo de tu lucha.¡Es una
hermosa lucha! ¡No te rindas!

B – RECUERDA QUE DIOS ESTÁ DE TU LADO

Demasiados católicos tienen un tipo de extraño sentimiento de culpa como si


Dios estuviera listo en buscar los pecados para que les pueda dar una bofetada
cuando se salen de la línea.
Créeme. Dios hace exactamente lo contrario.
“Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el
mundo sea salvo” (Jn 3:17)
Trata de meterte en la cabeza que Dios está buscando cualquier
oportunidad para perdonarte, no para buscar las oportunidades para
condenarte.
Él no quiere que nadie perezca.
¡Ánimo!.

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