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FinES 2- Comunicación y medios

Introducción a la comunicación

Los objetos de estudio o de investigación, son fragmentos de la realidad; porciones de lo real que se re-
cortan y se construyen a través del lenguajes que va adquiriendo especificidad, y profundidad a medida que se avanza
en el abordaje del objeto. Estos segmentos tomados de la realidad, se interpretan, con la mayor precisión y minuciosidad
posible. Lo real aparece ante nuestros sentidos, ante nuestra percepción, con una fabulosa complejidad que obliga a su
recorte, sino su explicación se volvería imposible. Las disciplinas entonces recortan parte de la realidad que será su ob-
jeto de estudio.

La disciplina como concepto


El concepto de “disciplina” tiene una utilidad organizadora del conocimiento científico, establece la especifi-
cad de su trabajo. De esta manera, cada disciplina tiende a establecer límites claros para demarcar un territorio, consoli-
dando un lenguaje que le es propio y construyendo técnicas que le pertenecen.
Las disciplinas como tales tienen una trayectoria histórica: un punto de partida (su nacimiento); su consolidación, acom-
pañada por su institucionalización; y su devenir. Toda disciplina tiene una doble dimensión: genera un conocimiento so-
bre sí misma y al mismo tiempo un conocimiento externo.
La disciplina, entonces, implica el territorio, las fronteras definidas, el lenguaje propio. Sin embargo (…) debe
tener cierta flexibilidad, permeabilidad, para aceptar migraciones conceptuales, categorías forjadas en otras disciplinas
que puedan ser resignificadas dentro del propio campo, aumentando los horizontes teóricos explicativos sobre el propio
objeto.
El paradigma actualmente vigente, es decir el modelo teórico conceptual dominante, nos ubica en la idea de lo
cambiante, de los sísmico del terreno científico: “las verdades” cambian de acuerdo a las novedades que instalan las
nuevas maneras de ver las cosas, las nuevas investigaciones, los nuevos marcos teóricos. Hoy pensamos que el para-
digma es un conjunto de conceptos vigentes para un tiempo determinado.
Las ciencias generalmente se han regido por un paradigma ligado al orden, que dejaba afuera la ida de desor-
den. Esto ligado a la concepción de que todo puede ser calculado, regido por conceptos matemáticos; era la idea de un
universo fuertemente mecanicista. Este modelo comienza a ser cuestionado por la incorporación de la idea de desorden
e incertidumbre, en donde para observar determinados fenómenos debo modificar el objeto observado, en donde los sis-
temas pierden energía y tiende a la entropía, al caos, es decir están en permanente cambio, en una permanente muta-
ción. Los objetos pasan a ser lisa y llanamente complejos. Son tiempos en los que se habla de interdisciplina, mul-
tidisciplina y transdisciplina:
*la interdisciplina, por ejemplo, puede significar simplemente el dialogo entre distintas disciplinas como también puede
significar intercambio y ayuda mutua para mejor conocimiento de una determinada situación
*la multidisciplina puede significar la vinculación de diversas disciplinas en pos de un proyecto común, cada campo de
conocimiento aporta sus esquemas interpretativos, para la mejor comprensión del fenómeno
*en la transdisciplina se juega la idea de cooperación, articulación: un objeto complejo común, proyecto común y pers-
pectiva crítica para reformular cuando sea necesario, los propios límites disciplinarios
Las miradas actuales tienden a ecologizar las disciplinas, es decir a tener en cuenta los contextos incluidas las
condiciones sociales y culturales. Todas las teorías son producto de tramas sociales que implican la presencia del sujeto
y sus problemáticas en su punto fundacional, pensar y pensarse, en donde por lo tanto el lenguaje y sus formas tienen
un rol crucial. La comunicación depende del lenguaje en el sentido amplio (hablado, gestual,escrito), en relaciones intra-
personales, interpersonales, o difundido de manera masiva. Es en esa dirección que se va constituyendo el objeto co-
municacional.

Las ciencias de la comunicación


Es un área de conocimiento todavía en formación, con un objeto de estudio no del todo cristalizado y que todavía
hoy es motivo de discusiones y conflictos; tampoco ha conformado un marco teórico preciso, estable, para definir su ob-
jeto, teniendo muchas características que la hacen multidisciplinaria. Teniendo en cuenta estas limitaciones, intentare-
mos definir algunas características que la acerquen a la idea de disciplina.
Las ciencias de la comunicación son una disciplina que forma parte del campo de las ciencias sociales. Se ocupa
del estudio de las cuestiones comunicacionales (intrapersonales, interpersonales y masivas). Su incumbencia abarca
también los medios tecnológicos que se emplean para su difusión y la estructura semiótica que estos construyen y em-
plean. Con esos fines, las Ciencias de la Comunicación van diseñando sus propios métodos de estudio y categorías ana-
líticas.
Las Ciencias de la Comunicación son hoy en día una disciplina central para entender el medio eminentemente
cultural en el que se forjan las sociedades. Abarcan un amplio espectro de interacciones subjetivas: desde la comunica-
ción diaria entre personas o grupo de personas, en sus más diversas dimensiones, institucionales y comunitarias, pa-
sando por el análisis de la propiedad de medios de comunicación masivos, los mensajes emitidos, los marcos legales
que la regulan y los sujetos que reciben esos mensajes, tanto en términos grupales como individuales. También estudian
los efectos que produce la comunicación sobre estos sujetos y las reacciones de los mismos, con toda su complejidad.
La comunicación es un fenómeno cuya base es simbólica, en la que se instauran y se entraman relaciones entre
significados. Cuando hay comunicación, se está categorizando un mensaje utilizando el lenguaje común, compartido por
un conjunto de sujetos, aunque no necesariamente accesible para todos.
El proceso de comunicación es fundamental para los desarrollos psicológicos y sociales. Si no se produjeran los actos
comunicacionales con otros sujetos, nadie podría desplegar los fenómenos mentales propios de lo humano.

Prof.: Cecilia Tejeda


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¿Comunicación o medios? (Washington Uranga)
El desarrollo de las tecnologías de la comunicación y de los medios, vinculados con el mercado y el poder económico
construido en torno de la industria infocomunicacional, ha traído como consecuencia una distorsión que, siendo obvia, no
siempre resulta fácil de distinguir para el observador no especializado y, en muchos casos, tampoco para los especialis-
tas (verdaderos o supuestos) de los temas comunicacionales. La comunicación, y de eso se trata el foco de la cuestión,
es ante todo y fundamentalmente una realidad humana, de interrelación entre sujetos. Por lo tanto el centro de la comu-
nicación es la persona, el sujeto humano, y no los medios.
En eso consiste la distorsión. El debate comunicacional se ha desplazado hacia la economía, el negocio, la tecnolo-
gía, y, en un segundo plano se discute sobre los formatos y las estéticas, perdiendo de vista que todo ello no tiene senti-
do si no se parte de la premisa fundamental que pone al hombre en el centro de la historia y, por lo tanto, sujeto de la
comunicación. En otras palabras podríamos decir que el hombre es un sujeto relacional y por lo tanto esencialmente co-
municacional.
No hay discusión posible sobre los derechos, o sobre ciudadanía comunicacional, o sobre tecnologías de comunica-
ción o sobre el espacio público, si no se rescata el hecho central y fundamental: el sujeto que se comunica, que se rela-
ciona en el ámbito de la vida cotidiana y que no puede prescindir de la comunicación en su constitución social y cultural.
La comunicación sólo puede ser entendida en su profundidad –y también en sus desarrollos tecnológicos presentes y en
sus luchas políticas– asumiendo que se trata una realidad humana que permite al sujeto relacionarse consigo mismo y
con los otros, en un proceso que lo habilita a comprenderse en comunidad y en el espacio social.
Es necesario centrar la discusión en el ser humano y no en los medios o en la tecnología, ni en los formatos ni en las
estéticas. Sin olvidar a ninguno de estos campos y aspectos, pero subordinándolos a lo esencial y fundamental. Así la
discusión sobre el derecho a la comunicación podrá volver sobre sus pasos para convertirse genuinamente en un debate
sobre el hombre, sus capacidades de relacionamiento, la vida cotidiana y no apenas sobre concentración, multimedios,
megaempresas e intereses comerciales y económicos.
El ser humano comunicado es constructor de cultura, es decir, del tejido de relaciones que genera modos de entender
y entenderse, de expresarse, de manifestar un sentir y un modo de vivir. Esta mirada invita también a revisar la discusión
sobre la comunicación popular o comunitaria. No se trata, como algunos pretenden, de un debate sobre lo “alternativo”
porque esto siempre refiere a la centralidad de otros (los medios comerciales). No puede ser alternativa aquella comuni-
cación que sitúa al sujeto en el centro, que rescata su vida cotidiana y su cultura.
Volviendo al comienzo de estas líneas. ¿Comunicación o medios? Sólo eligiendo el camino de la comunicación, es
decir, comprendiendo que para pensar en los medios antes hay que centrar la mirada en el hombre como sujeto relacio-
nal se puede reubicar el debate sobre los medios y su función en la sociedad. De lo contrario estaremos discutiendo so-
bre economía, sobre intereses y sobre poder. Algo que no está mal; pero una vez más será relegar la discusión de fon-
do.

Articulo publicado el Miércoles, 24 de febrero de 2010 en el diario Página 12 / Sección La ventana|


http://www.pagina12.com.ar/imprimir/diario/laventana/26-140890-2010-02-24.html

Comunicación

El ser humano como ser social


Los seres humanos somos naturalmente sociales, crecemos y nos desarrollamos con otros. No existe ninguna
acción humana que no comunique; desde algo que decimos verbalmente, con algún gesto, con alguna acción, siempre
estamos poniendo de manifiesto nuestra posición frente a otros. La comunicación es entonces una herramienta que nos
atraviesa transversalmente en todos los ámbitos de nuestra vida.
Poseemos una doble constitución: la biológica y la cultural. Pero el simple desarrollo de nuestro organismo no
nos hace personas. Para vivir en sociedad necesitamos adquirir cultura: aprender un idioma (lengua), usarlo (hablar),
comprender las reglas y sentidos, los usos que le damos a los objetos, cómo los nombramos, conocer y comunicarnos a
través de las palabras, los gestos, las imágenes y la interacción con otros.
A diferencia de los otros seres vivos, tenemos la capacidad y necesidad de comunicarnos con otros y para ello
recurrimos al lenguaje. Existen diferentes teorías acerca de origen, sin embargo desde esta materia adherimos a la idea
de que el lenguaje es un fenómeno adquirido, del mismo modo que sucede con nuestros hábitos. Algunos autores de
corte conductista como Pavlov, Watson y Skiner, sostienen que el lenguaje se puede entender como respuesta a estímu-
los que se producen en el entorno, es decir que somos una tabula rasa y todo lo adquirimos del medio por mecanismos
asociativos a través de la experiencia. Cuando somos pequeños aprendemos a hablar porque imitamos a los adultos que
nos rodean y porque necesitamos manifestar nuestras necesidades.
Cuando nos comunicamos transmitimos mensajes utilizando todos nuestros sentidos, porque mediante ellos nos
expresamos, y es a través de nuestra expresión que manifestamos a los otros lo que nos pasa, lo compartimos. Compar-
tir implica acuerdo, entendimiento, y esto es fundamental en todo proceso de comunicación. Cuando nos comunicamos
tenemos que tener en cuenta que estamos frente a una persona diferente a nosotros. Por eso, comunicarnos es generar
encuentros desde la alteridad, que es el reconocimiento de la diferencia. Se tiene en cuenta al otro como una persona
que tiene características particulares y que es capaz de enriquecernos a partir del el intercambio. Entonces, ahí se está
produciendo comunicación.

Prof.: Cecilia Tejeda


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Cómo pensar los procesos desde la comunicación.
Cuando hablamos de proceso, hablamos de un momento de producción en conjunto. La idea de iniciar un proce-
so está relacionada con el “hacer colectivo”. No podemos llevar adelante ningún proceso que no contemple un “hacer
entre todos y desde todos”. En el proceso de comunicación intervienen personas que se interrelacionan, que se encuen-
tran, que le otorgan sentido a lo que transmiten, según:
 sus características personales y culturales;
 su relación con los otros integrantes del proceso;
 y la realidad en la que interactúan.
Así es como entendemos el sentido de la comunicación. Y por eso, para nosotros comunicación es un proceso
que significa:
Relacionarse, encontrarse, acercarse, enredarse. Cuando nos comunicamos nos ponemos en juego, abando-
namos ese lugar tan seguro de lo que pensamos y sentimos en nuestro interior para construir con otros, para constituir-
nos en seres sociales.
Educarse y aprender. Todo proceso de comunicación implica producción de conocimiento, aprender de los
otros, con los otros y de uno mismo en esa relación. De esta manera construimos sentido, entendemos las cosas, el
mundo, partiendo de nuestra propia mirada.
La comunicación está alrededor
Pensar a la comunicación como una relación con los demás, entre personas que sienten, que quieren, que pien-
san, que entienden es pensar que la recepción humana no es automatizada ni mecánica.
Cada uno que interviene en el proceso de comunicación pone en práctica su propia forma de interpretar los códigos y de
ver el mundo, es decir sus competencias culturales, que son la capacidad que tenemos las personas de conocer el mun-
do que nos rodea y de adaptarnos a él y a sus reglas.
Comunicarnos es construir cultura, es ponerse de acuerdo con los otros en cuanto a los símbolos, los signos,
las prácticas, las reglas. Es tratar de entenderse y generar (de nuevo) otros sentidos, otros discursos, otras relaciones,
otros marcos desde donde entenderse; otras comunicaciones.

El sentido de comunicarnos
El sentido es el significado que tienen las cosas, las palabras, los valores y las actitudes para las personas que
viven en una comunidad. Algo tiene sentido cuando la gente cree en eso, cuando lo siente propio, cuando lo entiende.
El sentido es a la vez social e individual: porque el ámbito en el que nos movemos (la escuela, el barrio, el club,
la familia, etc.) le da sentido a lo que hacemos. Pero nosotros somos los que impregnamos de sentidos particulares las
diversas prácticas y la vida cotidiana.
Cuando hay comunicación hay “negociación”. Porque en cada situación los interlocutores de un proceso de
comunicación luchan y negocian por el sentido de sus discursos. Hay negociación cuando nos encontramos, cuando en-
tendemos algo conjuntamente, cuando acordamos entre diferentes en el sentido y la importancia de un determinado
mensaje.
Además, la comunicación es producción de sentido y decimos que el sentido es producido porque: Es el resul-
tado de una negociación. La negociación o acuerdo se modifica en cada situación. El sentido no se da de una
vez y para siempre, sino que se construye en cada situación individual y en cada comunidad. Cada integrante
del proceso de comunicación adapta su discurso e interpreta el de los demás, según sus necesidades.

Adquiriendo sentidos
¿De qué hablamos cuando hablamos de sentidos? La palabra sentidos propone varios caminos para que po-
damos pensarla. En primer lugar este concepto refiere a los sentidos biológicos (la vista, el gusto, el tacto, el oído, y el
olfato). Estos sentidos nos ayudan a percibir nuestro entorno. Ejemplo: tableta de chocolate.
Desde una perspectiva comunicacional, la adquisición de sentido va más allá de lo que un objeto concreto del
entorno nos indica. Por ello, además de nuestra capacidad biológica, comer chocolate convoca otros sentidos (Ej.: cree-
mos que comer chocolate es darnos un gusto, es un sinónimo de romanticismo, entre otros). De esta forma le damos
sentido social al chocolate.

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Diferencias entre la lengua y el habla


Nuestra experiencia con el lenguaje permite que distingamos dos niveles: uno vinculado a la lengua y
otro al habla. Para que entendamos cuál es la diferencia entre estas dos dimensiones, es preciso recurrir a
los aportes producidos desde el campo de la lingüística.1
Los estudios efectuados por el lingüista Saussure propusieron pensar el “sentido del lenguaje” como
un sistema de valores codificados. La estructura lingüística sería una especia de soporte con el cual com-
prenderíamos el mundo: para entrar en él, no tendriamos más que aprender el código que lo regula.
En este modelo, el plano de la lengua se corresponde al del sistema, mientras que el habla correspon-
de a la puesta en acto de este sistema. El sistema de la lengua nos ofrece una cantidad de posibilidades para
comprender nuestro entorno, mientras que, en el plano del habla, seleccionamos de modo individual ciertas
expresiones o vamos incorporando otras para poder dar cuenta cabalmente de lo que nos rodea.

Lenguaje animal y lenguaje humano

El lenguaje animal es un lenguaje circunscrito siempre al presente y a las circunstancias y necesida-


des más inmediatas, como comer, huir, aparearse, luchar y amenazar... Es un lenguaje concreto y con un es-
caso poder de creación de mensajes. Es de carácter innato, es decir, no aprendido, y de ahí surge esa limita-
ción básica. Es más, el lenguaje animal exhibe serias limitaciones, por ejemplo, por inteligente que sea un pe-
rro su amo nunca podrá ni comunicarle los planes que alberga para mañana ni contarle sus recuerdos de la
infancia.
Como habrás supuesto, el lenguaje humano es ilimitadamente creativo. Literalmente, no hay límites
para lo que puede expresarse mediante el lenguaje humano. Por eso, y si consultamos cualquier manual de
lingüística, sabremos que el lenguaje humano es aprendido, convencional, abstracto, articulado, flexible y
creativo.
Además, debemos señalar que la comunicación humana no se limita al lenguaje verbal, sino que éste
se completa y complementa con otros códigos que lo enriquecen extraordinariamente: gestos de comunica-
ción no verbal, entonación de las palabras, olores (perfumes), señales visuales (ropa, maquillaje, adornos,
tatuajes)... Todo ello, utilizado a veces de forma inconsciente, determina que la comunicación entre seres
humanos ofrezca una riqueza de matices y posibilidades fuera del alcance de los lenguajes animales.

La comunicación como sistema


Saussure se interesó por el estudio de las palabras o signos lingüísticos.
Propuso que estas eran entidades bifásicas, es decir, es decir se trata de un signo2
lingüístico que consta de dos componentes: el significante, que es la forma física Significante
del signo como la percibimos a través de nuestros sentidos (la imagen acústica, la --------------
huella del sonido de la palabra en la memoria), y el significado, es decir el concep- Significado
to mental que tiene el que emplea el signo de aquello a lo que el signo se refiere (la
representación, lo que quiere decir la palabra).
Este se caracteriza por ser arbitrario (por convención social), por lo cual para
manejarnos correctamente en el mundo debemos ceñirnos a la convención social, no podemos cambiar el
significado del signo ya que de lo contrario no existiría la comunicación. De todas maneras, las palabras o
signos lingüísticos van mutando con el tiempo.

Teoría semiótica

Charles Sanders Peirce, fundador de la Semiótica, concibe distintas clases de signos y no sólo los lingüísti-
cos, tal como sostenía Saussure. Propone un sistema clasificatorio de los signos según el cual se representar
algo del mundo, u objeto, desde tres planos distintos.
Establecen una relación directa con aquello a lo que refieren (Ej.: una foto).
Íconos o signos icónicos A su vez, es independiente de su objeto, es decir, aunque el objeto que el
signo representa no exista en la vida real se lo puede iconizar(Ej.: dragón)

1
La Lingüística es la ciencia que estudia el lenguaje, como forma de comunicación humana en cuanto a sus códigos y sistema
de símbolos, el uso de las distintas lenguas, sus puntos en común, y su evolución.
2
Un signo siempre representa algo. Los signos creados por el hombre son básicamente compartidos, y se utilizan para co-
municarnos. El lenguaje es un sistema de signos.
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Establecen una relación indirecta con aquello a lo que refieren. Remite a
ideas, objetos generales y a conceptos abstractos que son representados
Símbolos o signos simbólicos
simbólicamente (Ej.: las banderas, el crucifijo). Los símbolos dependen de
cada cultura.
Indican o señalan un fenómeno. Tienen una relación de cercanía, contigüi-
Índices o signos indicativos dad o causalidad con el objeto que representan (Ej.: el humo, es indicio de
que hay fuego).

Signos comerciales

El ser humano como animal simbólico

A diferencia del animal, tenemos la capacidad de crear signos colectivos y de representar a través de
ellos. El hombre puede evocar los objetos ausentes alejados en el tiempo y en el espacio, tenemos la capaci-
dad de sustituir a través de retratos, esquemas, palabras , imágenes mentales. Otra particularidad importante
como personas es nuestra capacidad de comprender e interpretar nuestro entorno.
La expresión "el ser humano es un animal simbólico" fue formulada por el filósofo de origen alemán
Ernst Cassirer (1874-1945). Pues bien, en dicha afirmación se nos proporciona una pista acerca de cómo el
ser humano ha efectuado una revolución cultural sin precedentes entre las especies de nuestro planeta. ¿Y
por qué afirmamos que el ser humano ha efectuado una revolución cultural sin precedentes? Porque, y como
subrayó el filósofo y antropógo español Luis Cencillo (1923-2008) en su obra Expresividad y lenguaje (1973),
"en la diferencia de la señal al símbolo se halla comprendida la distancia biopsíquica entre el hombre y el
animal no-humano."

Pero, ¿qué quiere decir que el ser humano es un animal simbólico?, ¿qué significa eso de que en la
diferencia de la señal al símbolo se halla comprendida la distancia biopsíquica entre el hombre y el animal no-
humano? Analicemos una posible respuesta a este interrogante: mientras que todos los animales viven ubi-

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cados en su presente sensorial inmediato y directo, el ser humano no está nunca limitado. O dicho de otra
manera. Nuestra capacidad simbólica nos permite interpretar y modelar la realidad y, por tanto, trascender los
límites sensoriales. Más aún. Gracias a la capacidad simbólica de la especie humana podemos reflexionar y
crear lenguajes de todo tipo (científico, filosófico, religioso, etc.).

Los símbolos, en consecuencia, exhiben y muestran una gran ventaja: permiten elaborar pensamien-
tos y representar creencias, teorías, conceptos y sucesos. Los símbolos son imágenes que poseen, por me-
dio de convenciones socialmente aceptadas, una serie de rasgos asociados a la realidad sensorial que repre-
sentan. La paloma, por ejemplo, no solo es un animal, no solo es zoológicamente un ave. La paloma es tam-
bién un símbolo cultural de primer orden y, como tal, sirve para representar la creencia cristiana del Espiritu
Santo y simbolizar el amor fraterno y, por extensión, la idea de la conciliación y la paz.

En consecuencia, la capacidad simbólica es una cualidad humana que permite abstraer a partir de al-
go sus propiedades, y adjudicar un conjunto de rasgos (reales y/o irreales) a las cosas. La capacidad simbóli-
ca es propia del ser humano y tiene que ver con el desarrollo de la comunicación y del pensamiento.

Analizando discursos
Como se mencionó en clases anteriores dijimos que “todo comunica”, esto le sumaremos que “todo
fenómeno social es un proceso de producción de sentido”
Eliseo Verón (semiólogo3 argentino) nos invita a pensar en la teoría de la producción social de sentido
que se pone en juego en toda sociedad. Producir sentido implica generar textos, materia significante. Todo
fenómeno puede leerse por el sentido que está representando. La producción de sentido no significa la inten-
ción que tiene una persona cuando dice y/o hace algo, cuando transmite un mensaje. Toda producción de
sentido es social, nunca individual. Todos los textos y todas las prácticas son significantes socialmente: for-
man parte de discursos sociales más amplios. Nos referimos a discursos sociales cuando analizamos no sólo
la lengua sino también las imágenes, los sonidos y todo aquello que significa en una situación comunicativa.

La comunicación y la cultura
Los teóricos actuales de la comunicación recogen la idea de que la comunicación implica la construcción
de significados mediante una especie de negociación o trato entre emisores y receptores que va más allá del
simple intercambio de mensajes literales. Es lo que llaman concepción transaccional de la comunicación, y
entienden por transacción la construcción de significados compartidos.4 Tomemos como referencia el gran
manual de comunicación de Steve Duck (Universidad de Iowa) y David T. McMaha (Universidad estatal de
Missouri), de reciente publicación, titulado The Basics of Communication. A Relational Perspective (2008,
London: Sage). Al igual que la tradición semiótica, estos autores también incorporan la relación con la cultura
como un capítulo central de la teoría de la comunicación (Cap. 8 del libro citado: “Sociedad, cultura y comuni-
cación”). Y en verdad, en el estado actual de la reflexión internacional sobre la comunicación ya resulta impo-
sible disociarla de la cultura.
En efecto, viendo las cosas desde la perspectiva de la cultura, podemos decir que ésta se confunde to-
talmente, de cabo a rabo, con la comunicación. La cultura no sólo presupone la comunicación, sino también
es comunicación. Si asumimos, por ejemplo, la definición antropológica de la cultura como “pautas de signifi-
cados” —que es la llamada concepción simbólica de la cultura, hegemónica en nuestros días—, nos percata-
mos de inmediato que hablar de “significados” implica automáticamente hablar de comunicación, porque los
significados se generan siempre para alguien y en vista de alguien, —como afirma la semiótica norteamerica-
na—; es decir, en vista de un destinatario real o potencial capaz de interpretarlos. Ningún poeta, por narcisista
que sea, escribe poesías sólo para sí, o para declamarlas en un bosque solitario. Y ningún fotógrafo, sea pro-
fesional o aficionado, toma fotografías sólo para su consumo personal, sin la intención de exhibirlas aunque
sea en la intimidad de su círculo personal. Por eso se puede reformular la definición de la cultura en términos
comunicacionales afirmando, con Sttuart Hall (1997: 13-94), que la cultura tiene que ver principalmente con...

3
La semiología o semiótica es la disciplina que estudia el signo y aborda la interpretación y producción del sentido, pero no
trata el significado, ni las denominaciones, incluyendo en estas las verbales y las no verbales.
4
En su contribución al volumen colectivo Cibercultur@ e iniciación a la investigación, Margarita Maass (2007: 237 ss.) define
la comunicación, inspirándose en el concepto amplio de Maturana, en términos de “coordinación de acciones”. Allí donde no existe
una coordinación de acciones entre dos o más individuos de una misma unidad social, no existiría comunicación, sino una simple
trasmisión de información. Para evitar problemas de homologación principalmente con las concepciones semióticas, nosotros preferi-
ríamos decir que la comunicación es el presupuesto y la condición necesaria para coordinar acciones, pero sin reducir la comunica-
ción sólo a esto último.
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... la producción e intercambio de significados —es decir, con dar y recibir significados— entre los miem-
bros de una sociedad o de un grupo. […] Es así como la cultura depende de los que participan en ella inter-
pretando su entorno y confiriendo ‘sentido’ al mundo de modo semejante.
Por eso, cualquier producto cultural —una obra literaria, una película, un repertorio cancionero, una obra
de teatro, una emisión televisiva— puede ser analizado siempre según el eje de la comunicación.
Viendo las cosas desde la perspectiva de la comunicación, ésta se desarrolla siempre dentro de un uni-
verso cultural compartido en mayor o menor medida por los participantes en el proceso comunicativo. Este
universo cultural opera bajo la forma de pre-construidos culturales, de presupuestos dados por descontado,
de protocolos de respeto y de diferencia de status reconocidos por los interlocutores, en fin, de sistemas de
códigos que determinan lo que es correcto o incorrecto en los comportamientos interactivos, en el manejo de
las emociones, en la apertura de la propia intimidad a otros, en la distancia física que debe existir en la comu-
nicación cara a cara, etc.
En resumen, la comunicación se realiza siempre a partir de las pertenencias socio-culturales tanto del
emisor como del receptor. Por eso, el fracaso de una comunicación no es imputable sólo a los llamados “rui-
dos” en el canal, sino sobre todo a diferencias y disimetrías culturales.5

Cultura
Actualmente, en las ciencias sociales existe un acuerdo en entender lo cultural como una dimensión presente
en la totalidad de las relaciones sociales. Una de las definiciones más extendidas fue propuesta por el antropó-
logo Clifford Geertz, quien postula que “el hombre es un animal inserto en tramas de significación que él mis-
mo ha tejido” y considera que “la cultura es esa urdimbre y que el análisis de la cultura ha de ser por lo tanto,
no una ciencia experimental en busca de leyes, sino una ciencia interpretativa en busca de significaciones”.
Una segunda reflexión acerca de la cultura permite visualizar el carácter armonioso (como forma de vida en
común) y conflictivo (como escenario de disputas materiales y simbólicas) de los procesos socioculturales. En
esta dirección, la cultura es pensada como suma de todas las descripciones disponibles (mediante las cuales
las sociedades confieren sentido y reflexionan sobre sus experiencias comunes) y/o como el emergente de
significados y valores de grupos sociales diferenciados.

El lenguaje y la cultura

Al ser la cultura un conjunto de conocimientos, creencias, valores que se transmiten por vía lingüística, el ser
humano puede decirse que vive en y desde el lenguaje. Y es que el mundo de lo humano, de nuestras rela-
ciones, de nuestras actividades, de nuestras creencias está codificado lingüísticamente, interpretado median-
te categorías lingüísticas, y estructurado en torno al lenguaje. De ahí que el ser humano sea un animal simbó-
lico. Pero, seamos más concretos. El lenguaje cumple un papel, una función absolutamente imprescindible:
 Para la socialización: los individuos de una sociedad asimilan la cultura a través del lenguaje, princi-
palmente.
 Para la transmisión de conocimientos: el lenguaje constituye la principal herramienta en la transmisión
y difusión de conocimientos de una sociedad. La instrucción pública, la educación, se lleva a cabo a
través del lenguaje, bien oral, bien escrito.
 Para la creación de conocimientos científicos y tecnológicos.: la ciencia y la tecnología se asientan so-
bre lenguajes artificiales altamente especializados, sin los cuales no serían factibles ni la tecnología ni
la ciencia.
 Para establecer relaciones y mantener vínculos sociales: mediante el acto de hablar nos conocemos,
relacionamos, mantenemos y desarrollamos vínculos afectivos. Las palabras son, por tanto, parte im-
prescindible del "pegamento social" con el que nuestra vida en común es posible.

Compilación de los manuales:


Comunicación, cultura y sociedad. Ediciones del Aula Taller
Cultura y comunicación- Editorial Maipue
Web: http://e-ducativa.catedu.es/

5
Texto extraído de “Comunicación, cultura e identidad. Reflexiones epistemológicas”- Gilberto Giménez, Año 6, núm. 11,
septiembre 2011
Prof.: Cecilia Tejeda

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