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EDUCACIÓN FÍSICA Y ESI.

REINTERPRETANDO LOS CUERPOS NORMADOS

El Sistema Argentino de Educación Física fue creado en 1909. Se instaló en la escuela


primaria sentando las bases de la “gimnasia metodizada” y su vigencia se extendió a las
primeras cuatro décadas del siglo XX, con un papel activo en la construcción de los cuerpos
feminizados y masculinizados, según señala Pablo Scharagrodsky.

Este paradigma establecía dos modelos con expectativas diferentes y excluyentes ya se


tratara de alumnos o alumnas. El ideal femenino, vinculado a la maternidad, aparecía como
rector de las prácticas corporales en torno al decoro, al pudor, la gracia, delicadeza y
elegancia de movimientos, y sancionaba aquellos ejercicios corporales que indujeran a la
“virilización femenina”. El ideal de masculinidad, en contrapartida, estuvo orientado hacia
una virilidad fuerte, emprendedora, y claramente dirigida al espacio público. El ciudadano
viril debía identificarse con el carácter enérgico, la valentía, la decisión, el dominio, el
poder, la fuerza, persistencia y dominio de sí. Así se desalentaban comportamientos
desviados o anormales tales como ser miedoso, pasivo, cobarde, cuyo punto máximo sería
el afeminamiento.

Este modelo sufre transformaciones a partir de la década del 40, con la introducción del
deporte como protagonista de la educación física escolar. Sin embargo continuó su matriz
de juegos y actividades diferenciadas entre varones y mujeres y su correspondiente
influencia en la reproducción de desigualdades de género.

En virtud de una mirada normativa sobre los cuerpos sexuados que aún perdura se permiten
ciertas prácticas y se prohíben otras. Pensemos, en relación a esta idea, en cuantas
oportunidades oímos en la actualidad en los patios de las escuelas: “dale, no seas llorón”, o
“no corras, no seas machona”.

Este paradigma ha comenzado a resquebrajarse a partir de tratados internacionales y leyes


nacionales que dan sustento a la necesidad de transformar las desigualdades de género.

La Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer


de 1979, que tiene rango constitucional en Argentina, establece en su artículo 5 que los
Estados Partes tomarán todas las medidas apropiadas para “modificar los patrones
socioculturales de conducta de hombres y mujeres, con miras a alcanzar la eliminación de
los prejuicios y las prácticas consuetudinarias y de cualquier otra índole que estén basados
en la idea de la inferioridad o superioridad de cualquiera de los sexos o en funciones
estereotipadas de hombres y mujeres”. Asimismo, el artículo 10 dice que los estados partes
deben tomar medidas para garantizar la eliminación de todo concepto estereotipado de los
papeles masculino y femenino en todos los niveles y todas las formas de enseñanza
mediante el estímulo de la educación mixta y de otros tipos de educación que contribuyan a
lograr este objetivo y en particular, mediante la modificación de los libros y programas
escolares y la adaptación de los métodos de enseñanza. Esto se hace extensivo a gozar de
las mismas oportunidades para participar activamente en el deporte y la educación física.

Por su parte, la Ley de Educación Nacional N° 26206 del año 2006 tiene como fines y
objetivos “asegurar condiciones de igualdad, respetando las diferencias entre las personas
sin admitir discriminación de género ni de ningún otro tipo” y “brindar una formación
corporal, motriz y deportiva que favorezca el desarrollo armónico de todos/as los/as
educandos/as y su inserción activa en la sociedad”.

A partir del año 2006, con la sanción de la Ley 26150 que crea el Programa Nacional de
Educación Sexual Integral se incluyen contenidos obligatorios sobre la sexualidad, que
deben formar parte de los aprendizajes escolares. El enfoque de “sexualidad” sostenido por
esta ley supera la noción corriente que la asocia a “genitalidad” o a “relaciones sexuales”.
Abarca aspectos biológicos, psicológicos, sociales, afectivos y éticos e incorpora la
perspectiva de género y derechos humanos. La sexualidad incluye mediaciones
sociohistóricas y culturales, los valores compartidos, las emociones y sentimientos que
intervienen en los modos de vivir, cuidar, disfrutar, vincularse con los/as demás y respetar
el propio cuerpo y el de las otras personas.

En sus lineamientos curriculares, define:

“La educación física es concebida como una educación corporal o educación por el
movimiento,[…] Una educación integral supone que alumnos y alumnas aprendan a
relacionarse con el propio cuerpo y el propio movimiento, porque éstos constituyen
dimensiones significativas en la construcción de la identidad personal. Con el cuerpo y el
movimiento las personas se comunican, expresan y relacionan, conocen y se conocen,
aprenden a hacer y a ser. […] La educación física se vale de configuraciones de
movimiento cultural y socialmente significadas como los juegos motores y deportes, la
gimnasia, las actividades en la naturaleza y al aire libre, etc, que junto con las otras
disciplinas contribuyen a la educación integral”.

Teniendo en cuenta los propósitos formativos de la Educación Sexual Integral, la escuela


ofrecerá situaciones de enseñanza que promuevan en alumnos y alumnas:

_ El desarrollo de la conciencia corporal y la valoración de las posibilidades motrices,


lúdicas y deportivas en condiciones de igualdad para varones y mujeres.

_ El despliegue de las posibilidades del propio cuerpo en relación con el medio social, en el
que se incluyen las relaciones de género entre varones y mujeres atendiendo a la igualdad
en las oportunidades de realización de tareas grupales, juegos y deportes, aceptación y
elaboración de las reglas.
_ El reconocimiento y respeto por la diversidad de identidades y de posibilidades motrices,
lúdicas y deportivas, sin prejuicios derivados por las diferencias de origen social, cultural,
étnico, religioso y de género, orientados por estereotipos.

En 2011, el Congreso Nacional aprobó la denominada Ley de Identidad de género, que


reconoce para todas las personas el derecho a la identidad según la vivencia personal que se
tenga del género, independientemente del sexo asignado al momento del nacimiento.

En consonancia con lo expuesto, en la Provincia de Santa Fe, en mayo del año 2016, se
sancionó la Disposición N° 02/2016 en la cual el Director Provincial de Educación Física
dispone que “gradualmente se impartirá la enseñanza en el Área de Educación Física en los
Establecimientos Educativos de Gestión Pública y Privada pertenecientes a todos los
niveles y modalidades del Sistema Educativo conformando agrupamiento por secciones o
divisiones, favoreciendo la integración de género y la atención a la diversidad”. Estos
nuevos agrupamientos deberán tener en cuenta el respeto a la atención a la diversidad, la
consideración de la perspectiva de género y el derecho a la formación corporal y motriz de
todos/as los/as estudiantes.

Para que esto sea posible es necesario contar con una Ley de Educación Sexual Integral
Provincial que garantizaría la profundización de una pedagogía no sexista y el presupuesto
provincial para capacitación docente. Por otra parte, contar con espacios adecuados, cargos
y horas necesarios para el desarrollo de la materia es indispensable.

La legislación que se encuentra vigente en el ámbito educativo en pos de su


democratización en clave de género y valorando la disidencia sexual responde a demandas
de movimientos sociales que han dado pelea por los derechos de amplios sectores
tradicionalmente marginados e invisibilizados.

La ley de identidad de género transforma en obsoleta y violatoria de derechos humanos


cualquier práctica escolar que implique poner al estudiantado en la obligación de
identificarse heteronormativa y binariamente con categorías de varón o mujer.

¿Pensamos alguna vez por qué otras asignaturas no requieren de esta clasificación del
alumnado? ¿Qué idea subyace en esta particularidad de Educación Física? ¿El cuerpo sigue
siendo pensado como un territorio potencial de sospecha, peligro, transgresión, pecado,
desviación, depravación? ¿Existe un axioma que esencializa los cuerpos femeninos y
masculinos con características opuestas? ¿Cómo salir de la opresión y normalización de los
cuerpos respondiendo a parámetros arcaicos propios de los inicios de la disciplina? ¿Qué
prácticas escolares pueden favorecer la ruptura con la concepción de un cuerpo
deportizado, productivo y competitivo?

Necesitamos instituciones realmente democráticas, respetuosas de las diferencias, que


impulsen relaciones de género igualitarias. Necesitamos hacer efectivas prácticas de
socialización y educativas inclusivas y respetuosas de las diferencias de género donde las
niñas y los niños, adolescentes y jóvenes sean consideradas y considerados sujetos de
derechos. Para ello es indispensable reflexionar sobre nuestra socialización generizada,
heteronormativa y sobre los paradigmas presentes en nuestra formación profesional.

¿Cómo podríamos hacer de la Educación Física una experiencia educativa inclusiva e


integral? Algunas ideas nos podrían ayudar a pensar respuestas posibles. Seguramente
superar la monopolización en clave competitiva, la idea de que hay modos correctos e
incorrectos de portar la corporeidad. Abrirnos a la idea de que existen distintas maneras de
sentir el movimiento, el cuerpo, dar lugar al placer, a la afectividad, al disfrute, a las
sensaciones, a la sorpresa y lo inesperado. Y para esto no hay género, sexo, orientación
sexual o identidad de género.

FRENTE POR LA ESI ROSARIO

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