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Agustín de Hipona

De ideis1

1. Definitio Idearum. Ideas Plato primus appellasse perhibetur. Non tamen si hoc
nomen antequam ipse institueret non erat, ideo vel res ipsae non erant, quas ideas
vocavit, vel a nullo erant intellectae; sed alio fortassis atque alio nomine ab aliis atque
aliis nuncupatae sunt; licet enim cuique rei cognitae, quae nullum habeat usitatum
nomen, quodlibet nomen imponere. Nam non est verisimile sapientes aut nullos fuisse
ante Platonem aut istas quas Plato, ut dictum est, ideas vocat, quaecumque res sint, non
intellexisse, siquidem tanta in eis vis constituitur ut nisi his intellectis sapiens esse nemo
possit. Credibile est etiam praeter Graeciam fuisse in aliis Gentibus sapientes, quod
etiam Plato ipse non solum peregrinando sapientiae perficiendae causa satis testatur, sed
etiam in libris suis commemorat. Hos ergo, si qui fuerunt, non existimandum est ideas
ignorasse, quamvis eas alio fortasse nomine vocitaverint. Sed de nomine hactenus
dictum sit. Rem videamus, quae maxime consideranda atque noscenda est, in potestate
constitutis vocabulis, ut quod volet quisque appellet rem quam cognoverit.

2. Ideas igitur latine possumus vel formas vel species dicere, ut verbum e verbo
transferre videamur. Si autem rationes eas vocemus, ab interpretandi quidem proprietate
discedimus; rationes enim Graece appellantur non ideae: sed tamen quisquis hoc
vocabulo uti voluerit, a re ipsa non abhorrebit. Sunt namque ideae principales quaedam
formae vel rationes rerum stabiles atque incommutabiles, quae ipsae formatae non sunt
ac per hoc aeternae ac semper eodem modo sese habentes, quae divina intellegentia
continentur. Et cum ipsae neque oriantur neque intereant, secundum eas tamen formari
dicitur omne quod oriri et interire potest et omne quod oritur et interit.

Anima vero negatur eas intueri posse nisi rationalis, ea sui parte qua excellit, id est, ipsa
mente atque ratione, quasi quadam facie vel oculo suo interiore atque intellegibili. Et ea
quidem ipsa rationalis anima non omnis et quaelibet, sed quae sancta et pura fuerit, haec
asseritur illi visioni esse idonea, id est, quae illum ipsum oculum, quo videntur ista,
sanum et sincerum et serenum et similem his rebus, quas videre intendit, habuerit.

Quis autem religiosus et vera religione imbutus, quamvis nondum haec possit intueri,
negare tamen audeat, immo non etiam profiteatur, omnia quae sunt, id est, quaecumque
in suo genere propria quadam natura continentur ut sint, auctore Deo esse procreata,
eoque auctore omnia quae vivunt vivere, atque universalem rerum incolumitatem
ordinemque ipsum, quo ea quae mutantur suos temporales cursus certo moderamine
celebrant, summi Dei legibus contineri et gubernari? Quo constituto atque concesso,
quis audeat dicere Deum irrationabiliter omnia condidisse? Quod si recte dici vel credi
non potest, restat ut omnia ratione sint condita, nec eadem ratione homo qua equus; hoc
enim absurdum est existimare. Singula igitur propriis sunt creata rationibus. Has autem
rationes ubi esse arbitrandum est nisi in ipsa mente Creatoris? Non enim extra se
1
Sancti Aurelii Augustini, De diversis quaestionibus octoginta tribus (Corpus Christianorum Serie Latina
44), Turnhout, 1970.
quidquam positum intuebatur, ut secundum id constitueret quod constituebat; nam hoc
opinari sacrilegum est. Quod si hae rerum omnium creandarum creatarumve rationes
divina mente continentur, neque in divina mente quidquam nisi aeternum atque
incommutabile potest esse, atque has rationes rerum principales appellat ideas Plato,
non solum sunt ideae, sed ipsae verae sunt, quia aeternae sunt et eiusdem modi atque
incommutabiles manent. Quarum participatione fit ut sit quidquid est, quoquo modo est.

Sed anima rationalis inter eas res, quae sunt a Deo conditae, omnia superat et Deo
proxima est, quando pura est; eique in quantum caritate cohaeserit, in tantum ab eo
lumine illo intellegibili perfusa quodammodo et illustrata cernit non per corporeos
oculos, sed per ipsius sui principale quo excellit, id est, per intellegentiam suam, istas
rationes, quarum visione fit beatissima. Quas rationes, ut dictum est, sive ideas sive
formas sive species sive rationes licet vocare, et multis conceditur appellare quod libet,
sed paucissimis videre quod verum est.

Acerca de las ideas


1. Definición de las ideas. Platón se ha mostrado como el primero en dar nombre a las
ideas; sin embargo, no era que no existieran antes que el nombre fuera instituido
aquellas a las cuales él llamó “ideas” o no fueran inteligidas por nadie, pero [ellas]
probablemente han sido nombradas de un modo y otro, por unos y por otros. Es lícito,
pues, a una cosa que es desconocida, y que no tiene ningún nombre usual, imponer
cualquier nombre. Pues no es verosímil, o bien que no haya habido sabios antes de
Platón, o bien que ellos no hayan inteligido lo que Platón, como se ha dicho, llamó
“ideas”, sean la cosa que fueren, dado que se establecen en ellas tantos sentidos que
nadie podría ser sabio sin haberlas inteligido. Es probable, empero, que haya habido
sabios en otros pueblos además de Grecia: lo cual también el mismo Platón testimonió
suficientemente, no sólo viajando para completar su saber sino también consignándolo
en sus libros. Por tanto, si ellos han existido, no se puede en modo alguno estimar que
hayan ignorado las ideas aunque las hayan llamado probablemente con otro nombre.
Pero, hasta el momento, se ha hablado acerca del nombre. Veamos la cosa, la cual ha de
ser máximamente considerada y conocida, con el poder de constituir el vocablo según
quiera cada uno, para designar la cosa que haya conocido.

2. Por tanto, podemos llamar a las ideas en latín “formas” o “especies” para que se vea
que traducimos palabra por palabra2. Ahora bien, si las llamamos “razones” ciertamente
dejamos de interpretar con propiedad. Con todo, si alguien quisiera utilizar este término,
no se alejará de la realidad misma, pues en griego se llaman “lógoi” no “ideas”. En
efecto, las ideas son ciertas formas principales o razones de las cosas, estables e
inconmutables, las cuales no son ellas mismas formadas y, por eso, son eternas y
permanecen siempre del mismo modo, contenidas en la inteligencia divina. Y porque
ellas mismas ni se originan ni perecen, se dice, empero, que conforme a ellas es
formado todo lo que puede originarse y perecer, y todo lo que se origina y perece.

2
El término latino idea traduce, muchas veces, el griego eidos. Sin embargo, para Cicerón, a quien
Agustín sigue, el término griego idea se traduce mejor por el latino species (Cicerón, Disputas tusculanas
I, 58; Cuestiones académicas I, 30). Cf. supra, p. 50 n.12.
Por otra parte, se niega que el alma pueda intuirlas sino siendo racional. Ésta, su parte
más excelente, es decir la mente misma o razón, es casi como con cierto aspecto u ojo
suyo interior e inteligible. Y ciertamente, lo que [es] lo racional en el alma misma no es
todo ni cualquiera [de sus aspectos], sino aquello que ha de ser santo y puro; esto se
asegurará ser idóneo para tal visión: es decir, aquel mismo ojo a causa del cual son
vistas las habrá de poseer sano, puro y también sereno, de manera similar a esas cosas
que intenta ver.

Ahora bien, ¿qué [hombre] religioso y formado en la verdadera religión, aunque todavía
no pueda intuir esto, sin embargo, se atrevería a negar [y] en lo profundo no declararía
abiertamente también que todo lo que es, es decir cualquier cosa que esté contenida en
su género como en su propia naturaleza, para que sea, ha sido creada por el autor Dios,
que es por tal autor [que] todos los que viven, viven, y celebran que la conservación
universal de las cosas y el orden mismo a causa de lo cual ellas cambian, regular [e]
irrevocablemente sus cursos temporales, son contenidos y gobernados por las leyes del
Dios sumo? Establecido y concedido esto ¿quién se atrevería a decir que Dios creó todo
irracionalmente? Porque, si no se puede decir o creer esto rectamente, resta que todas
las cosas han sido creadas según razón. Y no el hombre según la [misma] razón que el
caballo: estimar esto, pues, es absurdo. Por tanto, los singulares han sido creados por
sus propias razones. Ahora bien ¿dónde están estas razones que deben ser vistas sino en
la misma mente del creador? Pues no veía cualquier cosa establecida exterior a sí, en
cuanto conforme a ello constituirá lo que constituía: en efecto, opinar esto es sacrilegio.
Y que si todas las razones de las cosas creadas o que deben ser creadas están contenidas
en la mente divina, y nada puede haber en la mente divina que no sea eterno e
inmutable; y a estas razones principales de las cosas Platón las llamó “ideas”: [diremos]
no sólo [que] son ideas sino que ellas son verdaderas puesto que son eternas y, de ese
modo también permanecen inconmutables. Y a través de la participación de las cuales
es todo lo que es, cualquiera sea su modo de ser.

Pero el alma racional entre estas cosas que son creadas por Dios, a todas supera; y es
próxima a Dios cuando es pura. Y en cuanto se une a él por caridad, en esta medida
ella, inundada en cierto sentido e iluminada por él con esta luz inteligible, ve a estas
razones, no por los ojos corpóreos, sino por lo principal de sí mismo, esto es por su
inteligencia. Por la visión de ellas se vuelve beatísima. Estas razones, como se ha dicho,
pueden ser llamadas “ideas” o “formas” o “especies” o “razones”, y es concedido a
muchos llamarlas como quieran pero a muy pocos ver lo que es verdadero.

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