Você está na página 1de 43

En materia de derechos humanos la hermenéutica que rige

busca asegurar que la persona humana sea protegida con más y


mejores derechos y garantías por lo que las obligaciones que
derivan para el Estado de las convenciones internacionales
constituyen un mínimo irreductible por lo que toda norma de
orden interno debe al menos observar tales obligaciones. La
Corte IDH ya ha establecido que la determinación de la
obligatoriedad de uno de sus fallos no puede quedar al arbitrio
de un órgano del Estado, especialmente de aquel que generó la
violación a derechos humanos, tal como en el presente caso,
cuya violación se configuró por una decisión de la Corte
Suprema de Justicia de la Nación, puesto que sería inadmisible
subordinar el mecanismo de protección previsto en la
Convención Americana a restricciones que hagan inoperante la
función del Tribunal. Ello tornaría incierto el acceso a la justicia
que es parte del sistema tutelar de los derechos humanos
consagrado en la Convención.

La obligatoriedad de los
tratados sobre derechos
humanos en el orden jurídico
argentino.
El denominado “margen de apreciación nacional y el principio de
“reserva soberana”. Cesar Horacio Chavez
Marzo de 2018.
La obligatoriedad de los tratados sobre derechos humanos en el orden jurídico argentino. El
denominado “margen de apreciación nacional” y el principio de “reserva soberana”.
Cesar Horacio Chavez

LA OBLIGATORIEDAD DE LOS TRATADOS SOBRE DERECHOS HUMANOS EN


EL ORDEN JURIDICO ARGENTINO. EL DENOMINADO “MARGEN DE
APRECIACION NACIONAL” Y EL PRINCIPIO DE “RESERVA SOBERANA”

I.- Introducción
En febrero de 2017 La Corte Suprema de Justicia de la Nación dictó un fallo
1

que conmueve la doctrina que sobre la obligatoriedad de las sentencias y

recomendaciones de la CIDH venía sosteniendo, en tanto modifican o revisan a

aquellas que han pasado en autoridad de cosa juzgada en el derecho interno. La

cuestión por dilucidar es si en el reciente fallo “Ministerio de Relaciones Exteriores y

Culto s/ informe sentencia dictada en el caso 'Fontevecchia y D'Amico vs. Argentina'

por la Corte Interamericana de Derechos Humanos", lo resuelto por el Alto Tribunal

comporta un cambio de doctrina o solo se ha limitado a interpretar la competencia

del organismo internacional a la luz del derecho local y el derecho convencional, y si

ello no configura un supuesto de responsabilidad internacional por incumplimiento de

las obligaciones asumidas por el Estado argentino en el orden jurídico internacional.

En 2001 la Corte Suprema confirmó la sentencia en la denominada causa

Menem – Fallos 324:2895- en la que resultaron condenados al pago de una

indemnización por daños y perjuicios la Editorial Perfil S.A., Jorge Fontevecchia y

Héctor D`Amico por notas periodísticas vinculadas con la presunta existencia de un

hijo no reconocido de Menem que habían lesionado en forma ilegítima su derecho a

la intimidad, tutelado por el arto 19 de la Constitución Nacional y por los arts. 17,

párrafos 1° Y 2° del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, y 11, párrafos

2° Y 30, de la Convención Americana sobre Derechos Humanos.

El caso fue sometido por los condenados en noviembre de 2001 al sistema

interamericano de protección de derechos humanos en el entendimiento de que esa

sentencia había vulnerado el derecho a la libertad de pensamiento y de expresión

(art. 13 de la CADH), por lo que solicitaron que se declarara la responsabilidad

internacional del Estado argentino.


La obligatoriedad de los tratados sobre derechos humanos en el orden jurídico argentino. El
denominado “margen de apreciación nacional” y el principio de “reserva soberana”.
Cesar Horacio Chavez

En noviembre de 2011 la Corte Interamericana declaró que el Estado

argentino había violado el derecho a la libertad de expresión de los peticionantes

(art. 13, CADH), y en lo que aquí concierne dispuso que el Estado argentino debía

dejar sin efecto la condena civil impuesta a Jorge Fontevecchia y Héctor D'Amico, así
2
como todas sus consecuencias . 1

A consecuencia de ello la Dirección General de Derechos Humanos del

Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto de la Nación le hace saber a la Corte

Suprema mediante oficio el pedido formulado por la Secretaria de Derechos Humanos

de la Nación para que cumpla, en lo que corresponda y de conformidad con su

competencia, la sentencia dictada por la Corte Interamericana de Derechos Humanos

en el caso "Fontevecchia y D' Amico vs. Argentina", en fecha 29 de noviembre de

2011.

El Alto Tribunal abordó la siguiente cuestión: ¿La sentencia en cuestión, en

tanto dispone “dejar sin efecto la condena civil impuesta a los señores Jorge

Fontevecchia y Héctor D’Amico” en la causa “Menem” ha sido dictada dentro del

marco de atribuciones previsto por la CADH y puede ser cumplida por esta Corte a la

luz del ordenamiento constitucional nacional? Se verá más adelante cómo resuelve

la Corte Suprema esta cuestión; previamente analizaré la evolución de la doctrina de

la Corte Suprema de la Nación en punto a la articulación del derecho público argentino

en el sistema interamericano de defensa de los derechos humanos; posteriormente

1
Esta Corte ha determinado que la sentencia emitida el 25 de septiembre de 2001 por la Corte Suprema
de Justicia de la Nación que confirmó la condena impuesta por un tribunal de alzada, violó el derecho a la
libertad de expresión de los señores Jorge Fontevecchia y Héctor D´Amico (supra párrs. 54 a 75). Por lo
tanto, el Tribunal dispone, de conformidad con su jurisprudencia75, que el Estado debe dejar sin efecto
dichas sentencias en todos sus extremos, incluyendo, en su caso, los alcances que estas tengan respecto
de terceros; a saber: a) la atribución de responsabilidad civil de los señores Jorge Fontevecchia y Héctor
D’Amico; b) la condena al pago de una indemnización, de intereses y costas y de la tasa de justicia; tales
montos deberán ser reintegrados con los intereses y actualizaciones que correspondan de acuerdo al
derecho interno, y c) así como cualquier otro efecto que tengan o hayan tenido aquellas decisiones. A
efectos de cumplir la presente reparación, el Estado debe adoptar todas las medidas judiciales,
administrativas y de cualquier otra índole que sean necesarias, y cuenta para ello con el plazo de un año
a partir de la notificación de la presente Sentencia. (Parágrafo 105)
La obligatoriedad de los tratados sobre derechos humanos en el orden jurídico argentino. El
denominado “margen de apreciación nacional” y el principio de “reserva soberana”.
Cesar Horacio Chavez

los argumentos centrales del fallo y por último el resultado de la resolución de la

Corte IDH en la sentencia de supervisión de cumplimiento de la que dictara el 29 de

noviembre de 2011 en el caso aludido y los pasos seguidos por la Corte Suprema.

II.- La supremacía constitucional y el carácter complementario de 3


los tratados. Evolución de la doctrina de la Suprema Corte de Justicia
Hablar de “orden jurídico y político” nos indica la idea de organización, de

cierta lógica en la distribución de funciones en los poderes del Estado y hasta una

gradación en una estructura que incluye relaciones de coordinación, pero también de

subordinación. ¿Cómo se definen esas relaciones, sobre que las fundamos para

afirmar que una acción u omisión, o que un determinado comportamiento es válido?

La noción de que algo es el origen o la razón de validez, de legitimidad o

legalidad de un comportamiento es el fundamento del concepto de supremacía.

Por lo tanto, cuando hablamos de supremacía de la Constitución no estamos

diciendo sino, que ella es la fuente de validez de todas las normas que componen ese

orden jurídico, es la que otorga validez, legalidad a todo acto o comportamiento de

los poderes constituidos. Si estos deciden y/o ejecutan actos que no están conforme

a lo que manda la Constitución, serán inconstitucionales; no tendrán validez y no

serán aplicadas en el orden jurídico.

Esta aparente simplicidad, sin embargo, tiene su complejidad en cuanto ese

orden jurídico recepta convenciones internacionales; más aún cuando lo que está en

juego son los derechos humanos. ¿Implica una subordinación del orden interno al

orden internacional? ¿Podría admitirse una norma constitucional que subordina el

derecho interno a las convenciones internacionales? ¿En qué marco la obligatoriedad

de un tratado o convención significa un mandato de ineludible acatamiento?

Despejar estos interrogantes nos dará la clave sobre la que se funda la

sentencia de la Corte Suprema in re “Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto s/


La obligatoriedad de los tratados sobre derechos humanos en el orden jurídico argentino. El
denominado “margen de apreciación nacional” y el principio de “reserva soberana”.
Cesar Horacio Chavez

informe sentencia dictada en el caso 'Fontevecchia y D'Amico vs. Argentina' por la

Corte Interamericana de Derechos Humanos" -Fallos 340.1:47-.

El artículo 31 de la Constitución Nacional establece el principio de supremacía

constitucional. Con anterioridad a la reforma, se debatía si su texto definía un orden 4

de prioridad normativo -Constitución; tratados; leyes-. Después de la reforma de

1994, el inciso 22 del artículo 75 clausuró todo el debate en cuanto estableció que

“los tratados y concordatos tienen jerarquía superior a las leyes”. De esto modo,

quedó claro que los tratados sobre derechos humanos tienen carácter supra legal,

pero afloró la cuestión si tienen también carácter supraconstitucional.

Lo cierto es que luego de la reforma, la jerarquía constitucional de esos

tratados vigentes, “no derogan artículo alguno de la primera parte de esta

Constitución y deben entenderse complementarios de los derechos y garantías por

ella reconocidos…”.

De modo tal, que vigente el artículo 31 conforme al texto de 1853/60, este

sigue siendo la referencia principal de un bloque de legalidad que define y delimita la

aplicación y obligatoriedad de los tratados sobre derechos humanos (principio de

jerarquía).

¿El citado artículo, junto al artículo 27 (principio de reserva soberana) que

dispone que los tratados con las potencias extranjeras deben estar de conformidad

con los principios de derecho público establecidos en la Constitución constituyen ese

bloque de legalidad?; qué valor absoluto puede predicarse de ello frente a los tratados

sobre derechos humanos enumerados en el inciso 22 del art. 75 de la C.N.? Antes de

la reforma de 1994 ese bloque había sido sacudido por la Convención de Viena sobre

derecho de los tratados2. En efecto, el artículo 27 dispone que ”Una parte no podrá

invocar las disposiciones de su derecho interno como justificación del incumplimiento

2
La Convención de Viena sobre derecho de los tratados fue aprobada por ley 19865 y entró en vigor el 27
de enero de 1980.
La obligatoriedad de los tratados sobre derechos humanos en el orden jurídico argentino. El
denominado “margen de apreciación nacional” y el principio de “reserva soberana”.
Cesar Horacio Chavez

de un tratado…”, lo que importa la prevalencia del derecho internacional sobre el

derecho interno.

La Convención de Viena y la constitucionalización de los tratados sobre

derechos humanos, modificó la estructura o pirámide normativa. La Constitución en 5

su vértice, las convenciones sobre derechos humanos con jerarquía constitucional,

los demás tratados dictados en consecuencia y por último las leyes.

Durante la vigencia del texto constitucional 1853/60 la jurisprudencia de la

Corte se atenía a la fórmula de “ley posterior deroga ley anterior", para resolver sobre

la primacía de un tratado o viceversa. Así decidió que los tratados internacionales

debían conformarse al orden interno, y que aquellos son ley suprema en tanto no

estén en contradicción con aquella3. Sin embargo, la adhesión a la teoría dualista

debió ser dejada de lado cuando en 1945 el Poder Ejecutivo en cumplimiento de

diversos decretos-leyes referidos a la vigilancia, incautación y disposición de la

propiedad enemiga, desposeyó de sus bienes a una empresa - Merck Química

Argentina- en virtud de que dicha empresa se hallaba vinculada a países con los

cuales la Argentina se encontraba en guerra. El Estado Nacional fue demandado por

la compañía citada y el caso llegó a la Corte quien se expidió en 1948 entendiendo

que por la particular situación histórica – “La realidad jurídica no puede prescindir de

la realidad de la vida, que es la que explica la razón de su organización política y

flexibiliza o adopta la letra de sus instituciones básicas”; “La realidad viviente de cada

época perfecciona el espíritu remanente de las instituciones de cada país o descubre

nuevos aspectos no contemplados con anterioridad, a cuya realidad no puede

oponérsele, en un plano de abstracción, el concepto medio de un período de tiempo

en que la sociedad actuaba de manera distinta o no se enfrentaba a peligros de

3
Chantrain, Alfonso, Fallos 202: 84; Becker, Juan S. y ot. Fallos 208:41.
La obligatoriedad de los tratados sobre derechos humanos en el orden jurídico argentino. El
denominado “margen de apreciación nacional” y el principio de “reserva soberana”.
Cesar Horacio Chavez

efectos catastróficos- la regla del Artículo 27 de la Constitución no era aplicable y

“coloca al país y a su gobierno en el trance de cumplir los Tratados con todo rigorismo

de que están animados”4.

En 1983, en la causa “Cabrera, Washington J. E. c. Comisión Técnica Mixta de 6

Salto Grande”5 La Corte tuvo oportunidad de afirmar que los tratados internacionales

no prevalecen sobre la Constitución Nacional. El fallo comparte la opinión del

dictamen del Procurador General de la Nación, quien rescata la opinión del Dr.

Germán Bidart Campos para quien los tratados internacionales no prevalecen en

nuestro derecho constitucional sobre la Constitución, porque la rigidez de ésta no

tolera que normas emanadas de los órganos del poder constituido la alteren o violen,

pues ello equivale a reformarla, y porque el art. 27 es terminante en exigir que los

4
Merck Química Argentina c/ Gobierno de la Nación s/Interdicto; Fallos 211:162 y 193. La Corte
expresó, entre otras consideraciones, que “en cuanto a la República Argentina y en un aspecto
de generalización de principios, el orden interno se regula normalmente por las disposiciones
constitucionales que ha adoptado y por lo tanto, manteniéndose en estado de paz, ningún
tratado podría serle opuesto si no estuviese "en conformidad con los principios de derecho
público establecidos en esta Constitución" (art. 27). Es decir, pues, que en tanto se trate de
mantener la paz o afianzar el comercio con las potencias extranjeras, la República se conduce
dentro de las orientaciones de la teoría "dualista". Pero, cuando se penetra en el terreno de la
guerra en causa propia -eventualidad no incluida y extraña por tanto a las reglas del art. 27- la
cuestión se aparta de aquellos principios generales y coloca a la República y a su gobierno
político, en el trance de cumplir los tratados internacionales con todo el rigorismo de que
puedan estar animados. Y, si por la fuerza de las circunstancias cambiantes, ha suscripto tratados
que pudieran ser o aparecer opuestos en ciertos puntos concernientes a la guerra con otros
celebrados con anterioridad, es indudable de acuerdo a una conocida regla del propio derecho
internacional, que los de última fecha han suspendido o denunciado implícitamente a los
primeros; eso es, por otra parte, un acto de propia soberanía, que no puede ser enjuiciado de
ninguna manera... ha de entenderse que, no obstante, la terminología del art. 27 de la
Constitución que evidentemente no aparece como rigiendo para el estado de guerra, todo
derecho o garantía individual reconocida a los extranjeros incluidos en la categoría de
beligerantes activos o pasivos, cede tanto a la suprema seguridad de la Nación como a las
estipulaciones concertadas con los países aliados a la República. Nada contraría a ello, ni el
derecho público interno que por lo demás no reconoce derechos absolutos y mucho menos
atentatorios contra la independencia nacional, ni las prácticas o doctrinas anteriores, por cuanto
esas prácticas o aquellas doctrinas fueron establecidas o elaboradas de acuerdo a las
modalidades militares de su tiempo y que no pudieron prever las circunstancias futuras o las
formas intensivas y demoledoras que habrían de adoptarse en las guerras venideras…”
5
Fallos 305:2150
La obligatoriedad de los tratados sobre derechos humanos en el orden jurídico argentino. El
denominado “margen de apreciación nacional” y el principio de “reserva soberana”.
Cesar Horacio Chavez

tratados estén de conformidad con los principios de derecho público de la

Constitución6.

Pero, en 1992 la Corte da un giro copernicano y en “Ekmekdjian c/Sofovich” 7

admite la prevalencia del derecho internacional sobre el derecho interno. El fallo, y 7

los fundamentos que lo sustentan constituyen un hito en la historia de la

jurisprudencia del Alto Tribunal. La naturaleza de la norma invocada, la operatividad

del derecho internacional en nuestro orden jurídico, y la primacía del derecho de los

tratados sobre derechos humanos, fundado en el artículo 27 de la Convención de

Viena instituyen una nueva doctrina sobre el tema.

La Corte entiende que corresponde decidir si el denominado "derecho de

réplica o respuesta" integra nuestro ordenamiento jurídico como un remedio legal

inmediato a la situación de indefensión en que se encuentra el común de los hombres

frente a las agresiones a su dignidad, honor e intimidad cuando son llevadas a cabo

a través de los medios de comunicación social.

Afirma -Considerando 15- que el derecho de respuesta, o rectificación ha sido

establecido en el art. 14 del Pacto de San José de Costa Rica que, al ser aprobado

6
Autor citado; “Inmunidad total de jurisdicción de entes internacionales y privación de justicia
en sede interna e internacional -Derecho constitucional y jus cogens- “, LA LEY, t. 91, ps. 194/200
7
Fallos 315:1503. Sucintamente los hechos: El día 11 de junio de 1988 en el programa “La noche del
sábado” que producía y dirigía el Sr. Gerardo Sofovich fue entrevistado el señor Dalmiro Sáenz. Durante
el desarrollo de la entrevista Sáenz “se expresó con una serie de frases agraviantes… en relación con
nuestro Señor Jesucristo y a su Santísima Madre” El 4 de julio de 1988 Ekmekdjian remitió a Gerardo
Sofovich y Canal 2 una carta documento solicitándoles que su texto fuera leído en el mismo programa “La
noche del sábado”. Al no obtener respuesta inició demanda judicial contra Sofovich y el Canal 2
fundándose en el hecho de que había sido lesionado “su sentimiento de católico cristiano” y entender
que le asistía el denominado “derecho a réplica” (Artículos 13 y 14 del Pacto de San José de Costa Rica).
También denominado derecho de rectificación o respuesta. La demanda fue desestimada en 1ra instancia
y confirmada la sentencia en la Cámara de Apelaciones. Ekmekdjian recurre ante la CSJN y esta se expide
el 7 de julio de 1992. La demanda había sido rechazada en tanto se consideró que el derecho de respuesta
no tiene carácter operativo, como lo resolviera esta Corte en el caso E. 60. XXII "Ekmekdjian, Miguel A. c.
Neustadt Bernardo y otros s. amparo", el 1 de diciembre de 1988 (LL 1989-C, 18). A este fundamento el a
quo agrega que el propio actor reconoció no ser titular de un derecho subjetivo a la respuesta que reclama
sino que tiene un interés de carácter difuso, lo que obsta a su legitimación, pues conforme a la índole del
derecho de respuesta o rectificación, éste sería un derecho de la personalidad o personalísimo, lo que
involucra en su titularidad a un determinado sujeto –persona física- y excluye a los de carácter difuso o
colectivo, concluyendo que el actor no está habilitado para obtener una sentencia estimatoria.
La obligatoriedad de los tratados sobre derechos humanos en el orden jurídico argentino. El
denominado “margen de apreciación nacional” y el principio de “reserva soberana”.
Cesar Horacio Chavez

por ley 23.054 y ratificado por nuestro país el 5 de setiembre de 1984, es ley suprema

de la Nación conforme a lo dispuesto por el art. 31 de la Constitución Nacional. Cabe,

entonces, examinar si -como afirma el recurrente- aquella disposición resulta

directamente operativa en nuestro derecho interno o si, por el contrario, es menester


8
su complementación legislativa.

Sobre el particular el tribunal considera que las normas aludidas establecen

derechos que –se presume- pueden ser invocados, ejercidos y amparados sin el

complemento de disposición legislativa alguna, fundado en el deber de respetar los

derechos del hombre, axioma central del derecho internacional de los derechos

humanos.

Afirma la primacía del derecho internacional sobre el propio derecho interno

al expresar que la Convención de Viena sobre el derecho de los tratados confiere

primacía al derecho internacional convencional sobre el derecho interno y que esa

prioridad de rango integra el ordenamiento jurídico argentino. La convención, dice,

es un tratado internacional, constitucionalmente válido, que asigna prioridad a los

tratados internacionales frente a la ley interna en el ámbito del derecho interno, esto

es, un reconocimiento de la primacía del derecho internacional por el propio derecho

interno y que altera la situación del ordenamiento jurídico argentino contemplada en

los precedentes de Fallos: 257:99 y 271:7 8, pues ya no es exacta la proposición

jurídica según la cual "no existe fundamento normativo para acordar prioridad" al

tratado frente a la ley. Tal fundamento normativo radica en el art. 27 de la

Convención de Viena, según el cual "Una parte no podrá invocar las disposiciones de

su derecho interno como justificación del incumplimiento de un tratado".

8
Esta Corte sentó en Fallos, 257:99 por interpretación de los arts. 31 y 100 de la Constitución Nacional, el
principio de que entre las leyes y los tratados de la Nación no existe prioridad de rango y que rige respecto
de ambas clases de normas, en cuanto integrantes del ordenamiento jurídico interno de la República, el
principio con arreglo al cual las posteriores derogan las anteriores. (CSJN, 05/06/68, Esso S.A. Petrolera
Argentina c. Gobierno Nacional)
La obligatoriedad de los tratados sobre derechos humanos en el orden jurídico argentino. El
denominado “margen de apreciación nacional” y el principio de “reserva soberana”.
Cesar Horacio Chavez

Trascendente es también la postura de la Corte cuando se hace eco de la

opinión consultiva la Corte Interamericana en el sentido de que "todo Estado parte

que no haya ya garantizado el libre y pleno ejercicio del derecho de rectificación o

respuesta, está en la obligación de lograr ese resultado, sea por medio de legislación
9
o cualesquiera otras medidas que fueren necesarias según su ordenamiento jurídico

interno para cumplir ese fin", sosteniendo que esas medidas necesarias a que alude

tal Opinión Consultiva comprende a la sentencias judiciales, dejando a salvo el

derecho del tribunal a determinar las características con que ese derecho será

ejercido en el caso concreto. (Consid. 22).

Posteriormente, la Corte reafirma su doctrina en el caso “Fibraca” y “Hagelin”9.

Ya en vigor la Constitución con las reformas incorporadas en 1994, se fue

consolidando esa apertura iniciada con “Ekmekdjian c/Sofovich”, que fue marcando

la prevalencia de los tratados sobre derechos humanos en nuestro ordenamiento.

El principio de buena fe y el “Pacta sunt servanda” consagrado en la

Convención de Viena sobre los Tratados constituyeron los pilares sobre los cuales la

Corte hizo prevalecer tal postura10.

En “Espósito” declaró que la decisión de la CADH resulta de cumplimiento

obligatorio para el Estado Argentino (art. 68.1, CADH), por lo cual también esta

Corte, en principio, debe subordinar el contenido de sus decisiones a las de dicho

tribunal internacional11.

9
Fallos, 316:1669 y 316:3176, respectivamente.
10
Art. 26. "Pacta sunt servanda". Todo tratado en vigor obliga a las partes y debe ser cumplido por ellas
de buena fe.
Art.31. Regla general de interpretación. I. Un tratado deberá interpretarse de buena fe conforme al
sentido corriente que haya de atribuirse a los términos del tratado en el contexto de estos y teniendo en
cuenta su objeto y fin.
11
Fallos 327.4:5668. En el caso, el fiscal había apelado de la decisión de la Cámara que había confirmado
la extinción por prescripción la acción penal respecto de Miguel Ángel Espósito, y lo sobreseyó
definitivamente por el hecho cometido en perjuicio de Walter David Bulacio, por el que fuera acusado. La
Corte expresó que haber limitado sus agravios a una mera discrepancia sobre temas no federales
constituía fundamento suficiente para rechazar el recurso extraordinario; “Sin embargo, no puede
La obligatoriedad de los tratados sobre derechos humanos en el orden jurídico argentino. El
denominado “margen de apreciación nacional” y el principio de “reserva soberana”.
Cesar Horacio Chavez

En “Simón” 12
reafirmó el criterio establecido en la causa anteriormente

aludida. Sostuvo que “a partir de la modificación de la Constitución Nacional en 1994,

el Estado argentino ha asumido frente al derecho internacional y en especial, frente

al orden jurídico interamericano, una serie de deberes, de jerarquía constitucional,


10

que se han ido consolidando y precisando en cuanto a sus alcances y contenido en

una evolución claramente limitativa de las potestades del derecho interno de

condonar u omitir la persecución de hechos como los del sub lite” (Consid. 15) y que

“la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, así como las

directivas de la Comisión Interamericana, constituyen una imprescindible pauta de

interpretación de los deberes y obligaciones derivados de la Convención Americana

sobre Derechos Humanos (conf. Fallos: 326:2805, voto del juez Petracchi, y sus

citas). (Consid. 17).

Esto último es reafirmado en la causa “Videla” agregando además que,

conforme ha considerado la Corte Interamericana de Derechos Humanos, y

ratificando lo sostenido en “Mazzeo”, el Poder Judicial debe ejercer una especie de

control de convencionalidad entre las normas jurídicas internas que aplican en los

casos concretos y la Convención Americana sobre Derechos Humanos, tarea en la

que deben tener en cuenta no solo el tratado sino también la interpretación que del

soslayarse la circunstancia de que en el sub lite el rechazo de la apelación tendría como efecto inmediato
la confirmación de la declaración de prescripción de la acción penal, en contravención a lo decidido por la
Corte Interamericana de Derechos Humanos en su sentencia del 18 de septiembre de 2003 en el caso
"Bulacio vs. Argentina", en el que se declarara la responsabilidad internacional del Estado Argentino entre
otros puntos por la deficiente tramitación de este expediente.
12
Fallos 328.2:2172 La cuestión planteada en esta causa y el modo en que la Corte lo resuelve merece por
sí un análisis particularizado. Cabe advertir que la Corte afirmó que la sujeción del Estado argentino a la
jurisdicción interamericana impide que el principio de “irretroactividad” de la ley penal sea invocado para
incumplir los deberes asumidos en materia de persecución de violaciones graves a los derechos humanos,
y declaró la inconstitucionalidad de las leyes 23.492 y 23.521 (de obediencia debida y punto final), su
nulidad y cualquier acto fundado en ellas que pueda oponerse al avance de los procesos que se instruyan,
o al juzgamiento y eventual condena de los responsables, u obstaculizar en forma alguna las
investigaciones llevadas a cabo por los canales procedentes y en el ámbito de sus respectivas
competencias, por crímenes de lesa humanidad cometidos en el territorio de la Nación Argentina.
La obligatoriedad de los tratados sobre derechos humanos en el orden jurídico argentino. El
denominado “margen de apreciación nacional” y el principio de “reserva soberana”.
Cesar Horacio Chavez

mismo ha hecho la Corte Interamericana, intérprete última de la Convención

Americana (Fallos: 330:3248, considerandos 20 y 21) 13.

En “Rodríguez Pereyra”14 ratifica la obligación de los países parte de la

Convención de ejercer, de oficio, el control de convencionalidad, descalificando las 11

normas internas que se opongan a dicho tratado. En tanto esas normas el art. 75

inc. 22 de la Constitución Nacional incorpora tales disposiciones al derecho interno

es de aplicación la regla interpretativa de la CIDH en ese sentido.

En “Carranza Latrubesse”15 sostuvo que en la medida que un Estado suscribe

y ratifica un tratado, máxime si trata de derechos humanos, en virtud del principio

de buena fe consagrado en el artículo 31.1 de la Convención de Viena sobre Derecho

de los Tratados, está obligado a realizar sus mejores esfuerzos para aplicar las

recomendaciones de un órgano de protección como la Comisión que es, además, uno

de los órganos principales de la Organización de Estados Americanos.

Sostuvo así, entre otras consideraciones que “ni bien se observa que el

artículo 51.2 de la Convención Americana expresa con toda elocuencia que el Estado,

frente a las recomendaciones, debe tomar las medidas que le competan para

remediar la situación examinada", para lo cual, incluso, la Comisión le fijará un

"plazo" (inc. 2) la itálica que se acaba de agregar al original del término "debe",

confiere a las recomendaciones un inequívoco significado obligacional puesto en

cabeza del sujeto a quien aquéllas son dirigidas: el Estado. (Consid. 6 in fine).

En 2015, la Corte dictó una resolución16 con la finalidad de dar cumplimiento

exacto a una sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos con fecha

13
Fallos 333.2:1657
14
Fallos: 335:2333
15
Fallos 336.2:1046
16
Resolución Nº477/15-Expediente Nº4449/13. Si bien en el caso el tribunal interviniente había
suspendido los efectos de la sentencia y comunicado esa decisión al Registro Nacional de Reincidencia y
Estadística Criminal, quedaba aún pendiente de cumplimiento el punto resolutivo consistente en la
adopción por parte del Estado argentino, de las medidas tendientes a garantizar al señor Mohamed el
derecho a recurrir el fallo condenatorio dictado en su contra.
La obligatoriedad de los tratados sobre derechos humanos en el orden jurídico argentino. El
denominado “margen de apreciación nacional” y el principio de “reserva soberana”.
Cesar Horacio Chavez

23 de noviembre de 2.012, en el caso Nº 11.618 “Mohamed vs. República Argentina

“, en la que consideró responsable a nuestro país por la violación del derecho del

señor Oscar Alberto Mohamed a recurrir el fallo condenatorio emitido el día

22/02/1995, por un tribunal nacional, de conformidad con los parámetros


12
convencionales establecidos en el artículo 8.2. de la Convención Americana.

En el Considerando VI, sostuvo: Que a partir de la reforma constitucional

de 1.994, y de acuerdo con lo dispuesto en el Art. 75, inc. 22º, de la norma

fundamental, las sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos

pronunciadas en causas en las que el Estado Argentino sea parte, deben ser

cumplidas por los poderes constituidos en el ámbito de su competencia y, en

consecuencia, son obligatorias para la Corte Suprema de Justicia de la Nación.

Por ello, esta Corte, como uno de los poderes del Estado argentino y conforme lo

previsto en el Artículo 68.1 de la misma Convención, debe cumplir la sentencia del

Tribunal Internacional y ordenar a la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal

y Correccional que, por intermedio de quién corresponda, designe una nueva Sala de

ese Tribunal para que proceda a la revisión de la sentencia en los términos del Art.

8.2.h. de la Convención Americana de Derechos Humanos.

En 2017 en “Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto s/ informe sentencia

dictada en el caso ‘Fontevecchia y D’Amico vs. Argentina’ por la Corte Interamericana

de Derechos Humanos”17 la Corte modificó su doctrina en relación a la primacía del

derecho convencional sobre los derechos humanos sobre el derecho interno,

resolviendo por mayoría rechazar el pedido de revocación de la sentencia dictada en

el caso Menem solicitada por la Secretaría de Derechos Humanos, bajo una serie de

consideraciones que analizaré más adelante.

17
Fallos 340:55
La obligatoriedad de los tratados sobre derechos humanos en el orden jurídico argentino. El
denominado “margen de apreciación nacional” y el principio de “reserva soberana”.
Cesar Horacio Chavez

Previo a ello, entiendo necesario reflexionar sobre la incidencia de las

convenciones sobre derechos humanos en el derecho público interno, considerando

el bloque de constitucionalidad del artículo 31 de nuestra Constitución a partir de la

reforma de 1994.
13

III.- Los derechos humanos como prisma axiológico en el orden


jurídico argentino y el bloque de constitucionalidad del artículo 31
Recuerda Fleiner18 que con la democratización del poder estatal comienza la

marcha triunfal de los derechos humanos, al menos en el papel; que la idea

fundamental de la comprensión de los derechos humanos consiste en que el gobierno

está, precisamente, obligado a respetar los derechos humanos y que el respeto por

esa obligación que constituye el contenido esencial de tales solo puede garantizarse

mediante jueces independientes.

Esta idea, que encuentra recepción doctrinaria, no se verá plasmada en el

orden internacional sino después de finalizada la Segunda Guerra Mundial. La

internacionalización de los derechos humanos es producto de la cooperación de las

naciones que tiene su hito fundacional en la creación de la Organización de las

Naciones Unidas y la flexibilización de la doctrina de la soberanía estatal.

Ya no se la verá como un poder ilimitado pues se tomó conciencia que la vida,

la integridad física y la dignidad de las personas no pueden dejarse a merced de

ningún gobierno o Estado. Así, la soberanía o la llamada jurisdicción interna de cada

país, ya no entiende exclusivamente en razones de derechos humanos, y no caben

como argumentos para impedir la acción internacional, cuando tales derechos son

violados19. En materia de derechos humanos la soberanía estatal ha sido al menos,

relativizada.

18
Thomas Fleiner; Derechos Humanos; Editorial Themis S.A.; Bogotá:1999, Traducción de José Hurtado
Pozo; pág. 17 y sig.
19
Fabián Salvioli: “Algunas tendencias sobre derechos humanos en las relaciones internacionales y el
derecho internacional de la posguerra fría”; en: “Anuario en Relaciones Internacionales 1995/96”; ed.
Centro de Estudios Avanzados, Universidad Nacional de Córdoba; pp. 21 – 80.; Córdoba, Argentina, 1997.
La obligatoriedad de los tratados sobre derechos humanos en el orden jurídico argentino. El
denominado “margen de apreciación nacional” y el principio de “reserva soberana”.
Cesar Horacio Chavez

La reformulación de la concepción del Estado requirió necesariamente esa

toma de conciencia, que importa desde el punto de vista axiológico, una reordenación

de los valores en virtud de los cuales como afirma Cassagne, el hombre es el principal

protagonista no en el aspecto meramente individual, sino como Persona


14
comprometida con y en la propia comunidad en la que se desenvuelve. Un prisma

axiológico que ha sido legitimado y constitucionalizado con la reforma de la Carta

Magna en 1994, en la que la posición preferente de los derechos fundamentales y el

principio de tutela judicial efectiva exige interpretar las normas jurídicas y los

principios que informan el orden jurídico a favor de aquéllos.

Nuestra Constitución no hizo sino consagrar un proceso que está aún en pleno

desarrollo y que había alcanzado estatus legal con la ley Nº 23054 que

aprobó la Convención Americana sobre Derechos Humanos, llamada pacto de San

José de Costa Rica, firmada en la ciudad de San José, Costa Rica, el 22 de noviembre

de 1969, y reconoce la competencia de la Comisión interamericana de derechos

humanos por tiempo indefinido, y de la Corte interamericana de derechos humanos,

sobre todos los casos relativos a la interpretación o aplicación de esa convención,

bajo condición de reciprocidad.

El artículo 75 inc. 22 incorporado por la reforma de 1994 a la Constitución

Nacional plasmó con jerarquía constitucional una concepción esencial en el marco de

la creciente internacionalización de los derechos humanos y que subyacía en el

espíritu de la ley aprobatoria del Pacto de Costa Rica: el reconocimiento del hombre

como sujeto de derecho internacional público20.

20
Este es el reconocimiento a los derechos del hombre, del individuo, no porque los reconozca un Estado
en una sociedad, sino porque están ínsitos en su naturaleza y son anteriores a la constitución del ser social.
Esto nos lleva a una cuestión que también es fundamental en este tema: el reconocimiento del hombre
como sujeto de derecho internacional público. Ya ha sido superada la concepción que consideraba sólo al
Estado como sujeto de esta rama del derecho. Juan Bautista Alberdi —padre de la Constitución
Argentina— sostenía a mediados del siglo pasado que el verdadero sujeto de derecho internacional
público, coexistiendo con los Estados, era el hombre y que como tal debía ser respetado en toda su
integridad: física y moral. Señala que el derecho internacional no es solo de los Estados, sino que es el
La obligatoriedad de los tratados sobre derechos humanos en el orden jurídico argentino. El
denominado “margen de apreciación nacional” y el principio de “reserva soberana”.
Cesar Horacio Chavez

Sentado ello, y admitida la obligatoriedad de los tratados y su carácter

vinculante, incluso por la propia Corte Suprema de Justicia, ¿cómo opera ese bloque

de constitucionalidad?

Germán Bidart Campos expresa que “En el derecho internacional de los 15

derechos humanos hay, como mínimo, tres aspectos a destacar: a) su respeto y

tutela proviene, hoy, de los principios generales del derecho internacional; b) suele

añadirse que, por ende, los derechos humanos se sitúan en el segmento que, en

dicho derecho, se denomina “ius cogens”(v ) y se integran en el orden público

internacional; c) los tratados, pactos y convenciones sobre derechos humanos –

universales o regionales- configuran un sistema en el cual los estados que entran a

formar parte de él retienen su jurisdicción interna en calidad concurrente con la

jurisdicción internacional para que en la primera se alcance la efectividad de los

derechos humanos”21.

El tercer aspecto que el autor cita, afirma que en ese sistema – de defensa de

los derechos humanos- los estados parte retienen su jurisdicción interna en calidad

concurrente con la jurisdicción internacional. Lo destacado es de singular relevancia.

Ello importa otorgarles a los tratados sobre los derechos humanos jerarquía

constitucional, un mismo rango que la propia Constitución. Concepto que la propia

Ley Fundamental define en el art.75 inc. 22, aclarando que no derogan -esos

tratados- artículo alguno de la primera parte de aquella y deben entenderse

complementarios de los derechos y garantías por ella reconocidos.

derecho del género humano. Por otra parte. Díaz Cisneros, tratadista de Derecho Internacional Público,
establece lo siguiente: “Así concebido, el Derecho Internacional Público conduce a una
internacionalización general, y en la unidad del sistema el hombre adquiere el rango de ciudadano de una
organización mundial, con derechos que le son propios y lo vinculan a esta organización”.
Lo que acabo de señalar está relacionado con la expresión que establece que debemos reconocer al
hombre como ciudadano del mundo. Esto nos lleva a la necesidad de que los derechos humanos sean
respetados por la comunidad internacional. (Del discurso del Senador Eduardo Menem en ocasión del
tratamiento del dictamen por el que se aprueba la Convención Americana sobre Derechos Humanos; 1º
de marzo de 1984 – 18ª Reunión; Diario de Sesiones – Tomo 2 – Páginas 743 a 745).
21
Autor citado; “El derecho de la constitución y su fuerza normativa”, Editorial EDIAR, 1995, p. 458.
La obligatoriedad de los tratados sobre derechos humanos en el orden jurídico argentino. El
denominado “margen de apreciación nacional” y el principio de “reserva soberana”.
Cesar Horacio Chavez

Esta posición implica otorgarles a los tratados en materia de derechos

humanos un rol complementario, que no obsta que en cada caso concreto se valore

si existe o no alguna contradicción entre el derecho interno y el derecho convencional,

circunstancia que a tenor de lo dispuesto en el artículo 75 inc. 22 de la Constitución,


16
determinará la inaplicabilidad del primero, siempre que ello implique una restricción

o violación de un derecho.

En otras palabras, la igual jerarquía expresamente reconocida por la

Constitución, lo es en tanto y en cuanto los actos que emanen de alguno de los

órganos de poder del Estado en función del derecho interno no violenten la norma

convencional, pues aquel es la garantía primaria de que los derechos humanos sean

respetados y preservados del modo en que han sido convenidos en el tratado

internacional.

La cuestión de la jerarquía constitucional de los tratados fue tema de debate

en la Convención Reformadora de 1994.

García Belsunce22 ha citado, remitiéndose a un trabajo de Gregorio Badeni23,

parte de la exposición del convencional Rodolfo Barra, quien distingue entre tratados

con jerarquía supralegal, pero infraconstitucionales, de aquellos que han sido

elevados al rango constitucional, y que al tener tal jerarquía constitucional están en

pie de igualdad con la Constitución Nacional. Estos últimos, aclara, no la integran

estrictamente, sino que la complementan y que con ello no se niega el carácter

supremo de la Constitución porque los tratados no son normas de la Constitución ni

se incorporan a ella. De allí la afirmación de que no pueden modificar la parte

dogmática de la Constitución, porque si así fuera estaría vulnerando el artículo 7º de

la ley Nº 24039, que declaro la necesidad de la reforma constitucional que “fulmina

22
Horacio García Belsunce; Los tratados internacionales de derechos humanos y la Constitución Nacional;
Comunicación efectuada en la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aire, en la sesión plenaria del 24
de abril de 2006.
23
Autor citado, El caso Simón y la supremacía constitucional; Suplemento de jurisprudencia penal y
procesal penal, La Ley, 29 de junio de 2005, pág. 11 y ss.
La obligatoriedad de los tratados sobre derechos humanos en el orden jurídico argentino. El
denominado “margen de apreciación nacional” y el principio de “reserva soberana”.
Cesar Horacio Chavez

de nulidad absoluta cualquier modificación que se quiera introducir a la Primera Parte

de la Constitución”, y que los derechos que consagran los tratados complementan,

explicitan o perfeccionan los preceptos constitucionales. En la relación de

complementación, dice Barra, lo complementario debe seguir a lo complementado,


17
es accesorio a ello.

En sentido concordante el Convencional Dr. Raúl Alfonsín expresó que “…La

justificación del propio sistema democrático radica en ser el medio más idóneo para

la protección y promoción de estos derechos inalienables y de la dignidad humana...

Ante cualquier duda, deberá adoptarse la solución que provea una tutela más

favorable a los derechos humanos. Los nuevos derechos incorporados por esta

Convención no son derogatorios de los ya establecidos en la primera parte de la

Constitución, sino que la expresión "...deben entenderse complementarios de los

derechos y garantías reconocidos por esta constitución..." debe interpretarse en el

sentido que son adicionales a los ya reconocidos, amplían y completan el plexo de

derechos explicitados en el texto constitucional”. (el subrayado es propio).

El convencional Dr. Juan Carlos Hitters, en referencia a jerarquía de los

tratados sobre derechos humanos expresó: “En los tratados sobre derechos humanos

asistimos a un fenómeno jurídico peculiar, en donde como lo ha puesto de relieve la

Corte Interamericana de Derechos Humanos, en su opinión consultiva 2/82, no

estamos en presencia de tratados concluidos "en función de un intercambio

recíprocos de derechos, para beneficio de los Estados contratantes. Su objeto y fin

son la protección de los derechos fundamentales de los seres humanos. Al aprobarlos,

los Estados se someten a un orden legal dentro del cual ellos, por el bien común,

asumen varias obligaciones, no en relación con otros Estados, sino hacia los

individuos bajo su jurisdicción”. Precisamente, esas dos características

particularísimas de los tratados sobre derechos humanos, (en cuanto constituyen un

"orden legal", que si bien deriva de la esfera internacional, es en beneficio directo del
La obligatoriedad de los tratados sobre derechos humanos en el orden jurídico argentino. El
denominado “margen de apreciación nacional” y el principio de “reserva soberana”.
Cesar Horacio Chavez

individuo, y tiene una naturaleza subsidiaria y complementaria, a manera de refuerzo

de los derechos reconocidos en los ordenamientos internos), nos han impulsado a

consagrar en este despacho parcial la constitucionalización de los tratados sobre

derechos humanos, no con la intención de anular unos derechos en función de otros,


18
sino con el objetivo de dignificar la persona humana a través del reconocimiento

constitucional de un abanico desplegado de los mismos…”

Hitters24 recuerda, que al abordarse el tratamiento sobre lo que sería el nuevo

inciso 22 del art 75 en la Convención Reformadora, el Dictamen de la Mayoría propuso

el siguiente texto: “Los Tratados Internacionales sobre Derechos Humanos ratificados

tienen jerarquía constitucional, y los derechos, libertades y garantías que consagran

se presumen operativos. Sólo podrán ser denunciados con la mayoría de las dos

terceras partes de la totalidad de los miembros de cada cámara. Los derechos,

libertades y garantías consagradas por esta Constitución, los Tratados

Internacionales, la legislación y las demás disposiciones del derecho interno se

interpretan de conformidad con la Declaración Universal de Derechos Humanos, la

Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre y los Tratados

Internacionales de Derechos Humanos ratificados. En todos los casos se aplicará la

norma de tutela más favorable”; si bien el texto final aprobado no salió exactamente

igual al aludido dictamen, lo cierto es que la Comisión propuso la jerarquía

constitucional de los documentos sobre Derechos Humanos, sin enumerarlos y que

este tipo de instrumento deberían interpretarse sobre la base del principio pro homine

(ello se infiere del art. 29 de la CADH), criterio que fuera adoptado por la Corte IDH25,

en el sentido que su interpretación debe estar de acuerdo con la jurisprudencia de

ese órgano jurisdiccional interamericano, en la medida en que el derecho interno no

sea más favorecedor.

24
La reforma de la Constitución Argentina de 1994 y los tratados sobre Derechos Humanos a 20 años de
su vigencia; Revista Anales de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales. U.N.L.P. 2014
25
CIDH, Caso Gelman c. Uruguay. Supervisión de Cumplimiento de Sentencia; 20-03-2013.
La obligatoriedad de los tratados sobre derechos humanos en el orden jurídico argentino. El
denominado “margen de apreciación nacional” y el principio de “reserva soberana”.
Cesar Horacio Chavez

No obstante, conforme al Tratado de Viena todo tratado en vigor obliga a las

partes y debe ser cumplido por ellas de buena fe, y la imposibilidad de invocar

disposiciones de derecho interno como justificación del incumplimiento de un tratado,

y la reforma constitucional de 1994, en el segundo párrafo del artículo 75, inciso 22


19
modifica el principio de supremacía constitucional, y consecuentemente toda norma

de derecho interno que limite derechos de origen convencional no puede ser invocada

por el Estado.

Se sigue de ello que en materia de derechos humanos la hermenéutica que

rige busca asegurar que la persona humana sea protegida con más y mejores

derechos y garantías por lo que las obligaciones que derivan para el Estado de las

convenciones internacionales constituyen un mínimo irreductible por lo que toda

norma de orden interno debe al menos observar tales obligaciones.

Una visión particular y digna de análisis es la que plantea Fábio Konder

Comparato26. Para el jurista brasileño, el sistema de Derechos Humanos está situado

en el ápice del ordenamiento jurídico y constituye el puente de integración del

derecho interno con el Derecho Internacional; y que, para la correcta aplicación del

sistema de Derechos Humanos al caso bajo juzgamiento, el juez debe tomar en

consideración la diferente naturaleza de las normas que lo componen.

En caso de conflicto normativo entre una norma de derecho internacional con

cualquiera de derecho interno, el autor omite toda consideración sobre la prevalencia

de la Constitución sobre los Tratados o viceversa remontándose al principio jurídico

que legitima al sistema como un todo, el de la dignidad trascendente de la persona

humana.

26
Autor citado; “O papel do juiz na efetivação dos direitos humanos” (“El papel del Juez en la efectividad
de los Derechos Humanos”), en “Direitos humanos: visões contemporáneas”, Revista de Comemoração
dos 10 años da Associação dos Juízes para a Democracia, p. 17 y ss., São Paulo, 2001. Véase in extenso en
el voto del Dr.Luis Fernando Niño en la causa “V., C. N. s/legajo de casación” ; Cámara Nacional de Casación
en Crimina y Correccional, Sala I - CCC 6369/2017/1/CNC1; Registro Nº 425/2017, de fecha 1º de junio de
2017
La obligatoriedad de los tratados sobre derechos humanos en el orden jurídico argentino. El
denominado “margen de apreciación nacional” y el principio de “reserva soberana”.
Cesar Horacio Chavez

En la segunda tesis que presenta, el jurista alerta que, para una correcta

aplicación del sistema de Derechos Humanos al caso bajo análisis, el juez debe tomar

en cuenta la diferente naturaleza de las normas que lo componen, distinguiendo entre

principios y reglas. En las reglas jurídicas, el campo de aplicación se halla siempre


20
delimitado; en los principios no se define con precisión, representando el prototipo

de normas abiertas, aplicables a situaciones sociales que no pueden ser precisadas

de antemano.

Cuando son dos o más los principios que se enfrentan con relación a un caso,

no hay revocación de uno de ellos por el otro, sino preferencia -en el caso concreto-

fundada en el valor supremo de la dignidad humana. Cuando, en cambio, el conflicto

se produce entre principios y reglas, la cuestión es análoga a la del conflicto entre

normas constitucionales y legales. Si la colisión es real e irremediable, la regla pierde

validez; si el conflicto es meramente aparente y la regla, considerada en abstracto,

no es contraria al principio, cabrá dejarla de lado frente a un caso concreto si

importare una violación incuestionable del principio.

Sin embargo, ello no despeja el interrogante: ¿quién define la interpretación

de los derechos: ¿la CS o la Corte IDH?

IV.- La doctrina del margen de apreciación nacional y la esfera de


reserva soberana en el caso “Fontevecchia”
En el caso que nos ocupa, la Corte Suprema, por mayoría, no hizo lugar al

pedido formulado por la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación para que deje

sin efecto la condena civil impuesta a Jorge Fontevecchia y Héctor D´Amico, así como

todas sus consecuencias, conforme la sentencia dictada por la CIDH en el caso

“Fontevecchia y D´Amico vs. Argentina”, de fecha 29 de noviembre de 2001.

Para así decidir, sin perjuicio de afirmar que “las sentencias de la Corte

Interamericana, dictadas en procesos contenciosos contra el Estado argentino son,

en principio, de cumplimiento obligatorio para este (art. 68.1, CADH) (conf. doctrina
La obligatoriedad de los tratados sobre derechos humanos en el orden jurídico argentino. El
denominado “margen de apreciación nacional” y el principio de “reserva soberana”.
Cesar Horacio Chavez

de Fallos 327:5668, voto de la jueza Highton de Nolasco, considerando 6º)” (Consid.

6º), condiciona tal obligatoriedad a que las mismas hayan sido dictadas dentro de las

potestades remediales de ese tribunal internacional pues de lo contrario se vería

afectada la esfera de reserva soberana delimitada por los principios de derecho


21
público que se infiere del artículo 27 de la C.N.

La Corte fundó su decisión en dos argumentos centrales: que el sistema

interamericano de protección de los derechos humanos se autodefine como

subsidiario; de naturaleza convencional coadyuvante o complementaria según el

preámbulo de la CADH, que se manifiesta en el agotamiento previo de los recursos

internos, y que no actúa como una “cuarta instancia” con capacidad para revisar o

anular decisiones jurisdiccionales estatales (Consid 8º y 9º), y que la Corte

Internacional recurrió a un mecanismo restitutivo que no se encuentra previsto en el

texto constitucional, que determina los límites de la competencia remedial de ese

organismo (Consid. 12).

Respecto al primero de los argumentos esgrimidos, la Corte aduna la doctrina

del margen de apreciación nacional para fortalecer la posición asumida. En principio

corresponde aclarar que esta doctrina, originada en el derecho administrativo

francés, fue utilizada expresamente por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos

(TEDH). La falta de consenso entre los Estados Parte acerca de la interpretación y

aplicación de ciertos derechos fue recepcionada por el Tribunal Europeo de Derechos

Humanos, otorgando cierta deferencia al Estado involucrado para ello. No obstante,

también se preocupó el Tribunal en determinar los límites para el ejercicio de ese

margen de apreciación de los Estados.

En el caso “De Wilde, Ooms et Versyp contra Bélgica” (1972), confirmó una

orden de detención en tanto no resultaba violatoria del CEDH toda vez que el Estado

pudo tener razones valederas y necesarias para defender el orden y prevenir las

infracciones penales contra la moral, la salud y la reputación de los otros.


La obligatoriedad de los tratados sobre derechos humanos en el orden jurídico argentino. El
denominado “margen de apreciación nacional” y el principio de “reserva soberana”.
Cesar Horacio Chavez

En el sistema interamericano tuvo recepción en la OC 04 -4/84 del 19 de enero

de 1984 a raíz de la consulta del gobierno de Costa Rica sobre un proyecto de

modificación a su Constitución relacionada con la naturalización 27.

De lo expuesto se infiere que esa deferencia, o margen de apreciación es 22

concedido por el tribunal internacional cuando en el caso concreto evalúa la

interpretación y aplicación del derecho involucrado. No es, por consiguiente, un

margen que le es dado al Estado en abstracto, sino que requiere para su

configuración, una sentencia del tribunal internacional en el que se reconozca ese

margen de apreciación; en tal sentido no es sino una técnica de interpretación.

El control del cumplimiento del ejercicio de los derechos humanos, o de

conductas que afecten el ejercicio de derechos reconocidos en las convenciones

internacionales, está en cabeza del tribunal internacional. No solo por las consabidas

obligaciones derivadas de los tratados sobre derechos humanos y del Tratado de

Viena, sino que un criterio hermenéutico insoslayable nos lleva a concluir que tales

derechos, así como las obligaciones asumidas serían pura tinta en papel, si no existe

un organismo imparcial, independiente de los intereses de los Estados Parte que

defina cuándo y cómo un derecho ha sido vulnerado o cuándo y cómo puede un

Estado ejercer ese margen de apreciación28.

27
“La Corte reitera el ya expresado señalamiento según el cual, a los efectos del otorgamiento de la
naturalización, es el Estado que la concede el llamado a apreciar en qué medida existen y cómo deben
apreciarse las condiciones que garanticen que el aspirante a obtenerla esté efectivamente vinculado con
el sistema de valores e intereses de la sociedad a la que pretende pertenecer plenamente. En tal sentido,
no puede ponerse en duda la potestad soberana de Costa Rica para resolver sobre los criterios que han
de orientar el discernimiento o no de la nacionalidad a los extranjeros que aspiran a obtenerla, ni para
establecer ciertas diferencias razonables con base en circunstancias de hecho que, por razones objetivas,
aproximen a unos aspirantes más que a otros al sistema de valores e intereses de la sociedad
costarricense…” (Parág. 59)…” Esa conclusión de la Corte tiene especialmente en cuenta el margen de
apreciación reservado al Estado que otorga la nacionalización sobre los requisitos y conclusiones que
deben llenarse para obtenerla. Pero de ningún modo podría verse en ella una aprobación a la tendencia
existente en algunas partes a restringir exagerada e injustificadamente el ámbito de ejercicio de los
derechos políticos de los naturalizados (Parág. 62).
28
En el caso National and Provincial Building Society y otros c. Reino-Unido 23 de octubre del 1997,
Recopilación 1997-vii, § 80 y en el caso Muñoz Díaz c. España, sentencia del 17 de noviembre de 2009,
párr. 49 el TEDH expresó: “[…] Del mismo modo, se deja al Estado un amplio margen de apreciación para
La obligatoriedad de los tratados sobre derechos humanos en el orden jurídico argentino. El
denominado “margen de apreciación nacional” y el principio de “reserva soberana”.
Cesar Horacio Chavez

El Alto Tribunal cuando expresa que “el rol de los tribunales internacionales

de derechos humanos como actores subsidiarios ha sido, además, abrazada

enfáticamente por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos con sus doctrinas del

margen de apreciación nacional” y cita, entre otros, como caso actual el de “Lautsi
23
and others v. Italy”, no parece ser adecuada. Ello así porque en tales actuaciones no

se trata de revocar una sentencia del Tribunal Constitucional Italiano, sino

precisamente de avalar lo argumentos de este cuando decide declarar inadmisible un

planteo de inconstitucionalidad acerca de la presencia de crucifijos en las aulas de

los colegios laicos. No hubo en el caso una controversia derivada de una sentencia

del Tribunal Europeo que debiera ser cumplida por el Estado demandado, sino la

confirmación de una sentencia del sistema judicial italiano, basada sí en la doctrina

del margen de apreciación nacional. Antecedente jurisprudencial de derecho

comparado, que se acerca solo tangencialmente a la cuestión planteada en

“Fontevecchia”, en tanto es incorporada dogmáticamente por el Alto Tribunal 29.

adoptar medidas de orden general en materia económica o social. Gracias a un conocimiento directo de
su sociedad y sus necesidades, las autoridades nacionales se encuentran en principio mejor situadas que
el juez internacional para determinar lo que es de utilidad pública en materia económica o en materia
social. El Tribunal respeta en principio la manera en que el Estado concibe los imperativos de la utilidad
pública, salvo si su criterio aparece como ‘manifiestamente desprovisto de base razonable”
29
El asunto tiene su origen en una demanda (núm. 30814/2006) dirigida contra la República de Italia, que
una ciudadana italiana, la señora Soile Lautsi («la demandante»), presentó ante el Tribunal, en virtud del
artículo 34 del Convenio para la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales
(«el Convenio»), el 27 de julio de 2006.Lla demandante y sus dos hijos, Dataico y Sami Albertin, igualmente
demandantes, residen en Italia. En 2001-2002, estos últimos asistieron como alumnos al instituto público
Vittorino Da Feltre (« Istituto comprensivo statale Vittorino da Feltre»), en Abano Terme. En las aulas del
centro colgaba un crucifijo. Planteada la cuestión ante el Consejo Escolar, este decidió mantener los
símbolos religiosos en las aulas. La demandante impugnó el acuerdo ante el Tribunal Administrativo de
Venecia, denunciando una violación del principio de secularidad, al amparo de los artículos 3 (principio
de igualdad) y 19 (libertad religiosa) de la Constitución italiana, y del artículo 9 del Convenio, así como la
vulneración del principio de imparcialidad de la Administración pública (artículo 97 de la Constitución).
Dicho tribunal elevó al Tribunal Constitucional una cuestión de inconstitucionalidad en relación con el
principio de secularidad del Estado, el que declaró manifiestamente infundada la cuestión de
inconstitucionalidad. Inadmitido el recurso, la cuestión se ventiló ante el Tribunal Europeo de Derecho
Humanos. En su Sentencia de 3 noviembre 2009, la Sala dictaminó la vulneración del artículo 2 del
Protocolo núm. 1 en relación con el artículo 9 del Convenio. Razonó que el Estado está obligado a la
neutralidad confesional en el marco de la educación pública obligatoria en la que se requiere la asistencia
a clase sin consideración de religión, y debe tratar de inculcar a los alumnos un pensamiento crítico. Añade
que no ve cómo la exposición en las aulas de las escuelas públicas de un símbolo que es razonable asociar
a la religión mayoritaria en Italia, podría contribuir al pluralismo educativo esencial para preservar una
«sociedad democrática», tal y como la concibe el Convenio. «la exposición obligatoria de un símbolo de
La obligatoriedad de los tratados sobre derechos humanos en el orden jurídico argentino. El
denominado “margen de apreciación nacional” y el principio de “reserva soberana”.
Cesar Horacio Chavez

En el sistema interamericano de defensa de los derechos humanos, el margen

de apreciación nacional se encuentra habilitado con carácter excepcional en el artículo

27 del Pacto de San José de Costa Rica al expresar: 1.- En caso de guerra, de peligro

público o de otra emergencia que amenace la independencia o seguridad del Estado


24
Parte, éste podrá adoptar disposiciones que, en la medida y por el tiempo

estrictamente limitados a las exigencias de la situación, suspendan las obligaciones

contraídas en virtud de esta Convención, siempre que tales disposiciones no sean

incompatibles con las demás obligaciones que les impone el derecho internacional y

no entrañen discriminación alguna fundada en motivos de raza, color, sexo, idioma,

religión u origen social. 2. La disposición precedente no autoriza la suspensión de los

derechos determinados en los siguientes artículos: (Derecho al Reconocimiento de la

Personalidad Jurídica); (Derecho a la Vida); (Derecho a la Integridad Personal);

(Prohibición de la Esclavitud y Servidumbre); (Principio de Legalidad y de

Retroactividad); (Libertad de Conciencia y de Religión); (Protección a la Familia);

(Derecho al Nombre); (Derechos del Niño); (Derecho a la Nacionalidad), y (Derechos

Políticos), ni de las garantías judiciales indispensables para la protección de tales

derechos.

Pero el Tribunal ha entendido dicha facultad excepcional en el sentido de que

toda interpretación debe hacerse sin que ello conduzca a debilitar el propio sistema,

en tanto el objeto y fin de la Convención es la protección de los derechos

una confesión concreta en el ejercicio de la función pública respecto a situaciones específicas sujetas al
control gubernamental, en particular en las aulas, restringe el derecho de los padres a educar a sus hijos
según sus convicciones y el derecho de los niños escolarizados a creer o no creer». A su juicio, esta medida
vulnera estos derechos toda vez que «las restricciones son incompatibles con el deber del Estado de
respetar la neutralidad en el ejercicio de la función pública, en particular en el ámbito de la educación.»
(apartado 57 de la sentencia). El Tribunal Europeo de Derechos Humanos, constituido en una Gran Sala
expresa que, al decidir mantener los crucifijos en las aulas del instituto público al que asistían los hijos de
la demandante, las autoridades obraron dentro de los límites del margen de apreciación de que dispone
el Estado demandado en el marco de su obligación de respetar, en el ejercicio de las funciones que asume
en el campo de la educación y la enseñanza, el derecho de los padres de asegurar esta educación y esta
enseñanza de acuerdo con sus convicciones religiosas y filosóficas.
La obligatoriedad de los tratados sobre derechos humanos en el orden jurídico argentino. El
denominado “margen de apreciación nacional” y el principio de “reserva soberana”.
Cesar Horacio Chavez

fundamentales de las personas30. Si bien las Opiniones Consultivas que se referencian

en la nota 29 no se refieren a la materia contenciosa, la misma es dable interpretarla

en el sentido que el margen de apreciación nacional, en ningún caso puede

desconocer el contenido esencial de un derecho o privar su ejercicio de manera


25
absoluta .31

La Corte también se aboca al análisis de la denominada “cuarta instancia”, en

el marco de la naturaleza convencional coadyuvante o complementaria de la

protección internacional de los derechos humanos.

Para afirmar que la CIDH no actúa como una instancia más en los casos

tratados por las Cortes Nacionales, y que dejar sin efecto la sentencia dictada por

ella en la causa “Menem” en virtud de la orden de aquella “implicaría transformar a

dicho tribunal, efectivamente, en una “cuarta instancia revisora de las sentencias

dictadas por esta Corte”, acude a precedentes del Tribunal Internacional.

Cita así, el caso “Genie Lacayo” en el que el Tribunal Internacional afirma que

no tiene el carácter de tribunal de apelación o casación de los organismos

jurisdiccionales de carácter nacional, y que solo puede señalar las violaciones

30
0C-3/83. pár. 47. OC484. pár. 24. En la primera de estas, la Corte expresó: El artículo 27 permite a los
Estados Partes la suspensión de las obligaciones contraídas en virtud de la Convención en caso de guerra,
de peligro público o de otra emergencia que amenace la independencia o seguridad del Estado afectado
y siempre que tal decisión no implique la suspensión o derogación de ciertos derechos básicos o
esenciales… toda reserva destinada a permitir al Estado la suspensión de uno de esos derechos
fundamentales, cuya derogación está en toda hipótesis que debe ser considerada como incompatible con
el objeto y fin de la Convención y, en consecuencia, no autorizada por ésta. Otra sería la situación, en
cambio, si la reserva persiguiera simplemente restringir algunos aspectos de un derecho no derogable ni
privar al derecho en conjunto de su propósito básico
31
En un procedimiento contencioso, la Corte debe no sólo interpretar las normas aplicables, establecer la
veracidad de los hechos denunciados y decidir si los mismos pueden ser considerados como una violación
de la Convención imputable a un Estado Parte, sino también, si fuera el caso, disponer que se garantice al
lesionado en el goce de su derecho o libertad conculcados (artículo 63.1 de la Convención), en el
entendido de que los Estados Partes en este proceso están sujetos a cumplir obligatoriamente el fallo de
la Corte (artículo 68.1 de la Convención), por el contrario, en materia consultiva, la Corte no está llamada
a resolver cuestiones de hecho para verificar su existencia sino a emitir su opinión sobre la interpretación
de una norma jurídica. La Corte, en este ámbito, cumple una función asesora, de tal modo que sus
opiniones no tienen el mismo efecto vinculante que se reconoce para sus sentencias en materia
contenciosa
La obligatoriedad de los tratados sobre derechos humanos en el orden jurídico argentino. El
denominado “margen de apreciación nacional” y el principio de “reserva soberana”.
Cesar Horacio Chavez

procesales de los derechos amparados por la Convención, pero carece de

competencia para subsanar dichas violaciones en el ámbito interno. No obstante, el

citado caso tampoco se adecua a la cuestión resuelta en “Fontevecchia”. Ello así, por

cuanto en “Genie Lacayo”, la cuestión de fondo se refería al cumplimiento o no de las


26
garantías procesales previstas en el art. 8 y 1.1. de la Convención a raíz de un

proceso iniciado por la muerte de Jean Paul Genie Lacayo por efectivos militares,

mientras se encontraba pendiente un recurso de casación ante la Corte Suprema de

Nicaragua. No había, por lo tanto, una sentencia final sobre la que pudiera la CIDH

expedirse, en tanto las violaciones a las garantías alegadas por la actora debían ser

resueltas en esa sentencia aún no dictada por la Corte de Nicaragua.

En los precedentes que cita, resueltos por el TEDH, las cuestiones planteadas

son también de orden procesal (aunque el CEDH garantiza en su art. 6 el derecho a

un proceso justo no regula por ello la admisibilidad de las pruebas como tal, materia

que corresponde al derecho interno). No existe una sentencia del Tribunal

Internacional que obligue al Estado litigante a revocar o dejar sin efecto una

sentencia dictada conforme a su derecho interno, sino por el contrario, confirma el

decisorio en base a que según el artículo 19 del Convenio, el Tribunal Europeo debe

asegurar el respeto de los compromisos que resultan del Convenio para los Estados

Contratantes; en especial, no le corresponde conocer de los presuntos errores de

hecho o de Derecho cometidos por un tribunal interno, pero deja a salvo que tal

intervención podría ocurrir en la medida que puedan haber infringido los derechos y

libertades protegidos por el Convenio32. (el subrayado es propio).

32
En “Schenk v. Switzerland” (10862/82, sentencia del 12 de julio de 1988) el señor Schenk impugnó la
sentencia del Tribunal de Casación Penal de Vaud ante el Tribunal Federal por medio de un recurso de
derecho público, pidiendo la declaración de nulidad, por los mismos motivos con relación a una grabación
litigiosa. Sostenía sustancialmente que era ilegal; que el Tribunal de lo Penal debía haberla declarado
inadmisible como prueba; y que, al no hacerlo así, había violado en especial el artículo 36, apartado 4, de
la Constitución, que garantiza la inviolabilidad del secreto de las comunicaciones; el artículo 11 de la Ley
de Vaud de aplicación del Código Penal de 27 de febrero de 1980, y los artículos 6.2 y 8º del Convenio.
Alegaba además que se había infringido su derecho a un proceso justo al utilizarse la grabación
controvertida como medio de prueba (art. 6, apartados 1 y 3). Por último, denunciaba una infracción del
La obligatoriedad de los tratados sobre derechos humanos en el orden jurídico argentino. El
denominado “margen de apreciación nacional” y el principio de “reserva soberana”.
Cesar Horacio Chavez

En esa misma línea la CIDH ha expresado que no puede revisar las sentencias

dictadas por los tribunales nacionales que actúen en la esfera de su competencia y

aplicando las debidas garantías judiciales, a menos que considere la posibilidad de

que se haya cometido una violación de la Convención” …pero es competente para


27
declarar admisible una petición y fallar sobre su fundamento cuando ésta se refiere

a una sentencia judicial nacional que ha sido dictada al margen del debido proceso,

o que aparentemente viola cualquier otro derecho garantizado por la Convención” 33.

En “García Ibarra y otros Vs. Ecuador” afirmó que “no desempeña funciones

de tribunal de ‘cuarta instancia’, ni es un tribunal de alzada o de apelación para

dirimir los desacuerdos que tengan las partes sobre algunos alcances de la valoración

de prueba o de la aplicación del derecho interno en aspectos que no estén

directamente relacionados con el cumplimiento de obligaciones internacionales en

derechos humanos”34.

En “Valencia Hinojosa y otra vs. Ecuador”35, el Estado ecuatoriano señaló que,

en virtud del carácter subsidiario, coadyuvante y complementario del sistema

interamericano de derechos humanos, “no le corresponde a la Corte ser un tribunal

de apelación que dirima los desacuerdos que tengan las partes sobre determinados

alcances de la prueba o la aplicación del derecho en un asunto en particular”, lo que

conlleva a que la Corte sea incompetente. La Comisión afirmó que “no le corresponde

pronunciarse sobre la responsabilidad penal de las personas involucradas a nivel

interno, sino sobre si la actuación estatal para dar respuesta a una alegada violación

del derecho a la vida, e[ra] compatible con las obligaciones que impone la Convención

Americana en materia de investigación, esclarecimiento y, en su caso, eventual

principio de la presunción de inocencia, puesto que no se había probado «legalmente» su culpabilidad


(art. 6.2).

33
“Marzioni v. Argentina”, informe 39/96, caso 11.673, 15/10/96.
34
Corte IDH, Sentencia de 17 de noviembre de 2015. Serie C, Nº 306, párr. 17.
35
Sentencia del 29 de noviembre de 2016
La obligatoriedad de los tratados sobre derechos humanos en el orden jurídico argentino. El
denominado “margen de apreciación nacional” y el principio de “reserva soberana”.
Cesar Horacio Chavez

sanción de los responsables”, que falla el caso que le es sometido, aplicando e

interpretando esta última (la Convención) a los efectos de eventualmente establecer

la responsabilidad internacional del Estado concernido. En consecuencia y a su

parecer, su jurisdicción no puede ser concebida o entendida como parte o instancia


28
integrante del o de los procedimientos llevados a cabo en el ámbito interno o nacional

sobre hechos del mismo caso, en razón, en especial, a que las jurisdicciones interna

e interamericana difieren tanto por el derecho aplicable por cada una de ellas como

por los objetivos perseguidos por las mismas. La propia Convención concibe ambas

jurisdicciones, a juicio de la Corte, como diferentes al señalar, en su preámbulo, el

carácter de coadyuvante y complementario de la interamericana respecto de la

nacional, por lo que una no puede sustituir a la otra. Por ende, la referencia a la

“cuarta instancia” en tanto eventual excepción aplicable a la jurisdicción de la Corte,

debe ser entendida, en su criterio, como respuesta a la pretensión de que ella falle

revisando, según el derecho nacional o interno del correspondiente Estado, lo

resuelto por la jurisdicción nacional de éste, lo que, sin duda, no corresponde”.

En otras palabras, la Comisión no revisa el fallo de una jurisdicción estatal

según las normas de su derecho interno, sino si aquel es compatible con las normas

del derecho convencional. Claro y simple.

El carácter subsidiario o complementario de la Convención no ha sido, a la luz

de la limitada fundamentación de la Corte y de los precedentes de la CIDH y del

TEDH, violado o transgredido pues lo único que hizo la Comisión es determinar si el

fallo de nuestro Máximo Tribunal se ajusta a las normas del derecho convencional.

No lo es tampoco, en tanto como expresa Bidart Campos: "al estar los

derechos humanos en el vértice mismo tanto del Derecho interno como del Derecho

internacional, debe imponerse una interpretación a favor de la vigencia de los

derechos, que les dé supremacía por sobre cualquier otro valor normativo", y lo ha

afirmado la propia Corte: la jerarquía constitucional de la Convención Americana


La obligatoriedad de los tratados sobre derechos humanos en el orden jurídico argentino. El
denominado “margen de apreciación nacional” y el principio de “reserva soberana”.
Cesar Horacio Chavez

sobre los Derechos Humanos ha sido establecida por voluntad expresa del

constituyente, en las condiciones de su vigencia (art. 75 inc.22 2 párrafo), esto es,

tal como la Convención citada efectivamente rige en el ámbito internacional y

considerando particularmente su efectiva aplicación jurisprudencial por los Tribunales


29
Internacionales competentes para su interpretación y aplicación . 36

La Corte Suprema, luego de explicitar las razones por las que se impone, a su

criterio, una respuesta negativa al pedido formulado por la Secretaria de Derechos

Humanos de la Nación para que cumpla con lo ordenado por la CIDH (el carácter

coadyuvante o complementario del sistema interamericano de protección de los

derechos humanos sobre la base de aplicar la doctrina del margen de apreciación

nacional y la improcedencia de la “cuarta instancia”), se aboca a analizar los límites

de lo que denomina la competencia remedial de los tribunales internacionales.

Alega, que dejar sin efecto la sentencia pasada en autoridad de cosa juzgada

es uno de los supuestos en los que la restitución resulta jurídicamente imposible a la

luz de los principios fundamentales del derecho público argentino.

Lo dicho encierra dos cuestiones esenciales: la cosa juzgada que debe ser

puesta en consideración del derecho internacional, y el principio de reserva soberana

que a su entender deriva del artículo 27 de la Constitución.

Sobre la primera de estas cuestiones entiendo que la cosa juzgada, no solo

no es un principio de derecho público, sino que además agota su potencia en el marco

del derecho interno. Si el Estado argentino ha aceptado la competencia de la Corte

Interamericana de Derechos Humanos, se infiere sin hesitación que la interpretación

y aplicación de la Convención es privativa de la Comisión, que se somete a su

competencia y que las decisiones finales condenatorias deben ser cumplidas. Y

porque la determinación de la competencia en derecho internacional es privativa del

36
"Giroldi, Horacio David s/Recurso de casación".
La obligatoriedad de los tratados sobre derechos humanos en el orden jurídico argentino. El
denominado “margen de apreciación nacional” y el principio de “reserva soberana”.
Cesar Horacio Chavez

tribunal internacional. Además, como ya se ha expresado, la Comisión no revisa la

sentencia de una Corte estatal a la luz de su derecho interno, sino su compatibilidad

con las normas convencionales. ¿Cómo podría entonces, expandir sus efectos la cosa

juzgada?
30

La "cosa juzgada" constituye una institución procesal que consiste en "la

autoridad y eficacia que adquiere la sentencia judicial cuando no proceden contra ella

recursos ni otros medios de impugnación, y cuyos atributos son la coercibilidad, la

inmutabilidad y la irrevisibilidad en otro proceso posterior" 37. Pero en el caso que nos

ocupa, de conformidad con los artículos 67 y 68.1 de la Convención Americana sobre

Derechos Humanos, el fallo de la Corte IDH es “definitivo" e "inapelable" y los Estados

Partes en la Convención se comprometen a "cumplir la decisión" en todo caso en que

sean partes.

Como se aprecia, no solo no existe cosa juzgada en el sentido que lo expresa

la Corte, sino que ella existe a favor de la sentencia del tribunal internacional.

Eduardo Ferrer Mac-Gregor, al emitir su voto razonado en la Resolución de

supervisión de cumplimiento de sentencia en el caso “Gelman”, referirse al tema

afirma: Así, las sentencias de la Corte IDH adquieren la "autoridad de cosa juzgada

internacional" debido al carácter "inimpugnable" del fallo que establece el artículo 67

del Pacto de San José…la cosa juzgada internacional (formal y material) implica que

ningún otro tribunal internacional o nacional -incluso la propia Corte IDH- en otro

juicio posterior, puede volver a pronunciarse sobre el objeto del proceso38.

37
Couture, Eduardo J., voz "cosa juzgada", en Vocabulario Jurídico, español y latín, 4ta ed., corregida, Julio
Cesar Faira-Editor, Montevideo, 2010, pp. 211 y 212
38
Autor citado, Eficacia de Ia sentencia interamericana y Ia cosa juzgada internacional: vinculación directa
hacia las partes (res judicata) e indirecta hacia los estados parte de Ia Convención Americana (res
interpretata) (Sobre el cumplimiento del Caso Gelman Vs. Uruguay). El texto reproduce el voto razonado
a la Resolución de la Corte Interamericana de Derechos Humanos de 20 de marzo de 2013, relativa a la
supervisión de cumplimiento de sentencia en el Caso Gelman Vs. Uruguay. La resolución puede verse en:
http://www. corteidh.or. cr/ docs/supervisiones/ gelman_20_03 _13. doc. La Sentencia del Caso Gelman
Vs. Uruguay. Fondo y Reparaciones, de 22 de febrero de 2011 puede consultarse en: http://www.
corteidh. or. cr/ docs/casos/ articulos/seriec_22l_espl. doc.
La obligatoriedad de los tratados sobre derechos humanos en el orden jurídico argentino. El
denominado “margen de apreciación nacional” y el principio de “reserva soberana”.
Cesar Horacio Chavez

Respecto a la esfera de reserva soberana que, a criterio de la Corte Suprema,

consagra el artículo 27 de la Constitución Nacional y que está “delimitada por los

principios de derecho público establecidos…a los cuales los tratados internacionales

deben ajustarse y con los cuales deben guardar conformidad” (Consid. 16) le caben
31
entiendo, serias observaciones.

En principio, el carácter de órgano supremo y cabeza del Poder Judicial de la

Nación Argentina (art. 108 CN) no se encuentra en discusión en la especie. Y colegir

de ello que revocar una sentencia firme por ella dictada y sustituirlo por un tribunal

internacional transgrede esa esfera de reserva soberana constituye un argumento

conceptualmente débil. Ese carácter de órgano supremo lo es en referencia a la

jurisdicción local. De ningún modo puede comprender el ámbito del derecho

internacional relativo a la protección de los derechos humanos y las convenciones

suscriptas y aceptadas por el Estado Nacional. La Corte Suprema es un órgano del

Estado, y como tal debe acatar las obligaciones derivadas de un Tratado Internacional

que ha sido suscripto y aceptado por el Estado Nacional de conformidad con el

procedimiento previsto en la Constitución. No tiene competencia para determinar el

modo en que deben cumplirse las decisiones de un órgano supranacional, pues la

soberanía ha sido restringida o relativizada en ese punto, al someterse a las normas

del derecho convencional. Sus potestades, como órgano supremo del Poder Judicial

de la Nación se limitan a dictar sentencia en el marco del derecho interno; y cuando

se debaten cuestiones en las que se involucran los derechos humanos, cumple su

función de garantía emitiendo su fallo determinando si la conducta cuestionada viola

el derecho interno, e incluso el derecho convencional, en ejercicio del control de

convencionalidad a la que está obligada, en virtud de los Pactos y Tratados a que

alude el art. 75 inc. 22 de nuestra Constitución.


La obligatoriedad de los tratados sobre derechos humanos en el orden jurídico argentino. El
denominado “margen de apreciación nacional” y el principio de “reserva soberana”.
Cesar Horacio Chavez

Porque, además, temporalmente, el derecho internacional de los derechos

humanos es absolutamente novedoso respecto a la sanción de nuestra Constitución,

y en modo alguno puede apoyarse aquella idea en las expresiones que vertieron

prestigiosos tratadistas o representantes de nuestro país en el exterior.


32
Sencillamente porque las circunstancias de modo, tiempo y lugar eran

sustancialmente distintas.

Asimismo, la reforma de 1994, cuando estableció que las normas de los

tratados internacionales no derogan artículo alguno de la primera parte de la

Constitución al darles jerarquía constitucional sujetó a nuestro país a observar las

normas convencionales más allá de la prioridad de rango, que por otra no define ni

resulta necesaria tal distinción.

Por un lado, porque a la época de la reforma el Estado argentino ya había

suscripto el Tratado de Viena que expresamente establece que una parte “no podrá

invocar las disposiciones de su derecho interno como justificación del incumplimiento

de un tratado” (Art. 27.1). Por otro, porque esta proposición normativa reconoce su

fuente en el derecho internacional consuetudinario, y que como lo define el artículo

38 del Estatuto de la Corte Internacional de Justicia consiste en "la práctica seguida

por los sujetos internacionales que es generalmente aceptada por éstos

como Derecho".

Nuestro país forma parte de la Organización de las Naciones Unidas y como

tal ha prestado su consentimiento, no solo a las convenciones sobre derechos

humanos y a los organismos encargados de velar por ellos, sino que ese

consentimiento como base de las fuentes del derecho internacional se sostiene sobre

el principio de igualdad soberna de los Estados, el principio de prohibición del uso y

amenaza de la fuerza, y el principio de no injerencia en los asuntos internos de otros


La obligatoriedad de los tratados sobre derechos humanos en el orden jurídico argentino. El
denominado “margen de apreciación nacional” y el principio de “reserva soberana”.
Cesar Horacio Chavez

Estados39. Es evidente, entonces que, si en ejercicio de su soberanía un Estado acepta

las normas de un organismo supranacional, de hecho y de iure está aceptando una

jurisdicción con competencia para dirimir conflictos. Y aun cuando ese consentimiento

es prestado es en el marco de sus propias normas internas, su actuación, respecto


33
al objeto y fines de una convención queda expuesta al control y revisión del

organismo internacional. Existe por lo tanto primacía del orden jurídico convencional.

Es falso por lo tanto un conflicto acerca de la primacía de la Constitución y la

Convención, a partir de la expresión del inciso 22 del artículo 75 de la Constitución

(“…en las condiciones de su vigencia, tienen jerarquía constitucional, no derogan

artículo alguno de la primera parte de la Constitución y deben entenderse

complementarios de los derechos y garantías por ella reconocidos…”).

La referencia al artículo 27 de la Constitución Nacional y la interpretación que

le da la Corte Suprema en el fallo es forzada. Cuando prescribe que los tratados

deben estar de conformidad con los principios de derecho público establecidos en la

Constitución, subyace en la norma un concepto de soberanía, que es precisamente

el que entró en crisis a partir del desarrollo del derecho internacional sobre los

derechos humanos. Tan claro resulta ello, no solo de la propia norma que se refiere

a tratados con potencias extranjeras, sino porque a partir de la reforma de 1994 la

primacía de la Constitución sobre los tratados incluye cualquier tratado, menos los

referidos a derechos humanos.

La respuesta la da el propio inciso 22 del artículo 75 aludido. Y aun cuando un

Tratado puede aceptarse con reservas, estas no pueden ser incompatibles con el

objeto y fin del tratado porque así se ha obligado el Estado Nacional, de acuerdo con

39
Rodrigo Díaz Inverso, La norma consuetudinaria internacional y el consentimiento de los Estados. Puede
verse en http://revista.fder.edu.uy/index.php/rfd/article/view/507/748.
La obligatoriedad de los tratados sobre derechos humanos en el orden jurídico argentino. El
denominado “margen de apreciación nacional” y el principio de “reserva soberana”.
Cesar Horacio Chavez

el art. 19 inc. 6 del Tratado de Viena, y ha sido receptada en la Opinión Consultiva

emanada de la CIDH40.

Por otra parte, y como ya se ha afirmado, la propia Constitución establece que

los tratados enumerados en el citado artículo no derogan artículo alguno de la primera 34

parte de la Constitución por lo que, en caso de conflicto, lo que la Corte debe hacer

es armonizar las normas, siempre bajo el principio de la protección de los derechos

humanos. (principio pro homine).

En cuanto a la complementariedad, es evidente que ello está signado por la

idea de que se amplíe el marco de los derechos de las personas, o en su caso, importe

para el Estado la obligación de promover las leyes y reglamentaciones necesarias

para hacer efectivo el ejercicio de estos.

Entiendo entonces, que esa esfera de reserva soberana, delimitada por los

principios de derechos público, establecidos en la Constitución Nacional, no se ve

afectada en el caso en análisis.

V.- Un final abierto. La resolución de supervisión de cumplimiento


de la sentencia y la posición de la Corte Suprema
El 18 de abril de 2017, el Centro de Estudio Legales y Sociales (CELS) presentó

un escrito de observaciones en la que da cuenta de lo que entienden constituye “una

grave desatención de los deberes convencionales que surgen de la decisión de la

CSJN”, destacando que después de más de cinco años de la sentencia de fondo de la

Corte IDH, el Estado argentino solo llevó adelante las acciones relativas a su

publicación y “ha incluso decidido desobedecer expresamente el deber de dejar sin

efecto las sentencia que impusieron y ratificaron la condena civil y todas sus

consecuencias”, optando por mantener la vigencia de las sentencias judiciales que

generaron la vulneración del derecho a la libertad de pensamiento y expresión.

40
OC.2/82 de la CIDH
La obligatoriedad de los tratados sobre derechos humanos en el orden jurídico argentino. El
denominado “margen de apreciación nacional” y el principio de “reserva soberana”.
Cesar Horacio Chavez

A raíz de ello, se celebró, en agosto de 2017 la audiencia pública de

supervisión de sentencia, la tercera en esta zaga entre el Estado Argentino y la

CIDH41, que dio origen a la resolución del 18 de octubre de 2017 en la que se resuelve

que el Estado no ha dado cumplimiento a la reparación relativa a dejar sin efecto la


35
condena civil impuesta a los señores Jorge Fontevecchia y Héctor D´Amico.

En los Considerandos la Corte IDH, y en lo que aquí resulta pertinente,

expresa:

1.- Este Tribunal ha resaltado que la obligación de cumplir lo dispuesto en sus

decisiones corresponde a un principio básico del derecho sobre la responsabilidad

internacional del Estado, respaldado por la jurisprudencia internacional, según el cual

los Estados deben cumplir sus obligaciones convencionales internacionales de buena

fe (pacta sunt servanda) y no pueden por razones de orden interno dejar de asumir

la responsabilidad internacional ya establecida.

2.- De conformidad con lo establecido en el artículo 67 de la Convención Americana

“[e]l fallo de la Corte será definitivo e inapelable”, el cual produce los efectos de

autoridad de cosa juzgada internacional. El cumplimiento de lo dispuesto en la

Sentencia es una obligación que no está sujeta a condiciones, ya que de conformidad

con lo establecido en el artículo 68.1 de la Convención Americana, “[l]os Estados

Partes en la Convención se comprometen a cumplir la decisión de la Corte en todo

caso en que sean partes”. Dichos Estados tienen la obligación convencional de

implementar tanto en el ámbito internacional como interno y de forma pronta e

íntegra, lo dispuesto por el Tribunal en las Sentencias, y de no cumplirse se incurre

en un ilícito internacional. Las obligaciones convencionales de los Estados Parte

vinculan a todos los poderes y órganos del Estado, es decir, que todos los poderes

del Estado (Ejecutivo, Legislativo, Judicial, u otras ramas del poder público) y otras

41
La primera resolución de supervisión de sentencia fue emitida por el Tribunal el 1 de setiembre de 2015,
y la segunda el 22 de noviembre de 2016.
La obligatoriedad de los tratados sobre derechos humanos en el orden jurídico argentino. El
denominado “margen de apreciación nacional” y el principio de “reserva soberana”.
Cesar Horacio Chavez

autoridades públicas o estatales, de cualquier nivel, incluyendo a los más altos

tribunales de justicia de estos, tienen el deber de cumplir de buena fe con el derecho

internacional. (El subrayado es propio).

3.- Los Estados Parte en la Convención no pueden invocar disposiciones del derecho 36

constitucional u otros aspectos del derecho interno para justificar una falta de

cumplimiento de las obligaciones contenidas en dicho tratado. En lo concerniente al

cumplimiento de las sentencias de la Corte, no se trata de resolver el problema de la

supremacía del derecho internacional sobre el nacional en el orden interno, sino

únicamente de hacer cumplir aquello a lo que los Estados soberanamente se

comprometieron (el subrayado es propio).

4.- En el cumplimiento del deber de “dejar sin efecto” las sentencias internas que se

determinaron en la Sentencia del presente caso como violatorias de la Convención

Americana, correspondía a Argentina identificar cuáles acciones implementar o por

cuál vía de su derecho interno podía cumplir con lo ordenado por este Tribunal. En

su decisión la Corte Suprema interpretó que lo solicitado era “sinónimo de revocar”

la sentencia emitida por dicho tribunal interno en el 2001 (supra Considerando 6 iii.).

Al ordenar esta reparación la Corte Interamericana no indicó que para cumplirla el

Estado tuviera necesariamente que “revocar” dichos fallos. Es por ello que en el

párrafo 105 de la Sentencia se dispuso que el Estado debía adoptar “las medidas

judiciales, administrativas y de cualquier otra índole que sean necesarias” para “dejar

sin efecto” tales sentencias (supra Considerando 4). (el subrayado es propio).

5.- La Corte recuerda que esa misma reparación de “dejar sin efectos” sentencias

internas ha sido cumplida por otros Estados y por Argentina en casos similares a

éste, en los que se constató una violación a la Convención Americana por la

imposición judicial de responsabilidades penales o civiles ulteriores contrarias al

derecho a la libertad de pensamiento y de expresión. Para dar cumplimiento a esa


La obligatoriedad de los tratados sobre derechos humanos en el orden jurídico argentino. El
denominado “margen de apreciación nacional” y el principio de “reserva soberana”.
Cesar Horacio Chavez

reparación los Estados han adoptado diferentes tipos de medidas o acciones y lo han

comunicado a la Corte, la cual realiza una valoración en cada caso concreto.

6.- En el presente caso, al tratarse de una sentencia civil que no queda constando en

registros de antecedentes de delincuentes, el Estado podría adoptar algún otro tipo 37

de acto jurídico, diferente a la revisión de la sentencia, para dar cumplimiento a la

medida de reparación ordenada, como por ejemplo la eliminación de su publicación

de la páginas web de la Corte Suprema de Justicia y del Centro de Información

Judicial, o que se mantenga su publicación pero se le realice algún tipo de anotación

indicando que esa sentencia fue declarada violatoria de la Convención Americana por

la Corte Interamericana. (el subrayado es propio).

7.- La decisión de la Corte Suprema que se atribuye competencias que no le

corresponden implica una clara contravención de los principios de Derecho

Internacional y las obligaciones internacionales en materia de derechos humanos

asumidas por ese Estado. No le corresponde a dicho tribunal interno determinar

cuándo una Sentencia de este Tribunal internacional es obligatoria, pues su

obligatoriedad surge de la ratificación de la Convención Americana por parte de

Argentina y del reconocimiento que realizó de la competencia contenciosa de la Corte

Interamericana.

8.- Esta Corte ya ha establecido que la determinación de la obligatoriedad de uno de

sus fallos no puede quedar al arbitrio de un órgano del Estado, especialmente de

aquel que generó la violación a derechos humanos, tal como en el presente caso,

cuya violación se configuró por una decisión de la Corte Suprema de Justicia de la

Nación, puesto que sería inadmisible subordinar el mecanismo de protección previsto

en la Convención Americana a restricciones que hagan inoperante la función del

Tribunal. Ello tornaría incierto el acceso a la justicia que es parte del sistema tutelar

de los derechos humanos consagrado en la Convención.


La obligatoriedad de los tratados sobre derechos humanos en el orden jurídico argentino. El
denominado “margen de apreciación nacional” y el principio de “reserva soberana”.
Cesar Horacio Chavez

9.- La posición asumida en esta oportunidad por la Corte Suprema de Justicia de la

Nación de cuestionar la obligatoriedad de los fallos de la Corte Interamericana bajo

determinados supuestos (supra Considerando 6) contrasta ampliamente con su línea

jurisprudencial anterior, la cual había sido destacada por este Tribunal como un
38
ejemplo positivo en cuanto al reconocimiento que han hecho tribunales de la más

alta jerarquía de la región sobre el carácter vinculante de las Sentencias de la Corte

Interamericana y a la aplicación del control de convencionalidad teniendo en cuenta

interpretaciones efectuadas por ésta.

10.- Adicionalmente, al afirmar que la obligatoriedad de las sentencias de este

tribunal interamericano está condicionada a aquellas que hayan sido dictadas “dentro

del marco de [sus] potestades remediales” (supra Considerando 6.i y ii), la Corte

Suprema se arroga una función que no le corresponde, la de determinar cuándo este

Tribunal actúa en el marco de sus competencias. Se recuerda que es la propia Corte

Interamericana, como todo órgano internacional con funciones jurisdiccionales, la

que tiene el poder inherente de determinar el alcance de sus propias competencias

(compétence de la compétence/KompetenzKompetenz). (el subrayado es propio).

11.- En cuanto al argumento de la Corte Suprema respecto a que este Tribunal ha

actuado fuera de sus competencias en materia de reparaciones al ordenar “un

mecanismo restitutivo que no se encuentra previsto por el texto convencional” (supra

Considerando 6.iv), se recuerda que bajo el derecho internacional siempre que un

Estado es encontrado responsable de un hecho internacionalmente ilícito que haya

producido un daño, surge para ese Estado la obligación de repararlo íntegramente,

que no puede ser modificada o incumplida por el Estado obligado invocando para ello

disposiciones o dificultades de su derecho interno. En lo relativo a las modalidades

de reparación, el derecho internacional ha considerado que la reparación puede

adoptar distintas formas que van más allá de la indemnización.


La obligatoriedad de los tratados sobre derechos humanos en el orden jurídico argentino. El
denominado “margen de apreciación nacional” y el principio de “reserva soberana”.
Cesar Horacio Chavez

12.- Con su argumento relativo a que la Corte Interamericana “no puede constituirse

en una instancia revisora de las decisiones de la Corte Suprema” (supra Considerando

6.iii y v), dicho tribunal interno parece partir de que sería adecuado dejar subsistente

un acto jurisdiccional violatorio de la Convención Americana sólo porque fue un acto


39
emitido por el más alto tribunal de Argentina. Con ello, sugeriría que es el único

tribunal del Estado cuyas decisiones no pueden ser dejadas sin efecto a pesar de ser

violatorias de derechos humanos. Para el derecho internacional es absolutamente

irrelevante el órgano del Estado cuya acción u omisión causó el hecho

internacionalmente ilícito, de manera tal que cualquier órgano del Estado,

independientemente de sus funciones o jerarquía, puede generar la responsabilidad

internacional del Estado. Las decisiones de los máximos tribunales internos pueden

acarrear la responsabilidad internacional de los Estados, como lo ha declarado este

Tribunal en varios casos. Al pronunciarse sobre decisiones judiciales internas la Corte

Interamericana no actúa como una cuarta instancia revisora de las sentencias

dictadas por los tribunales internos, sino que determina si éstos han incurrido en sus

decisiones en alguna violación de los derechos humanos u obligaciones

internacionales reconocidos en los tratados sobre los cuales este Tribunal tiene

competencia. (el subrayado es propio).

13.- En relación con lo anterior, se recuerda que el principio de complementariedad

o subsidiariedad implica que la responsabilidad estatal bajo la Convención Americana

sólo puede ser exigida en el ámbito internacional después de que el Estado haya

tenido la oportunidad de declarar la violación y reparar el daño ocasionado por sus

propios medios en el ámbito nacional. De tal manera, el Estado es el principal garante

de los derechos humanos de la personas, de manera que, si se produce un acto

violatorio de dichos derechos, es el propio Estado quien tiene el deber de resolver el

asunto en el ámbito interno y, en su caso, reparar, antes de tener que responder

ante instancias internacionales como el Sistema Interamericano, lo cual deriva del


La obligatoriedad de los tratados sobre derechos humanos en el orden jurídico argentino. El
denominado “margen de apreciación nacional” y el principio de “reserva soberana”.
Cesar Horacio Chavez

carácter subsidiario que reviste el proceso internacional frente a los sistemas

nacionales de garantías de los derechos humanos. (el subrayado es propio).

Como pude apreciarse, la Corte IDH da respuesta punto por punto a los

argumentos de la Corte Suprema no dando lugar a otra interpretación más que ésta 40

convalidó con su fallo del 14 febrero de 2017 un acto ilícito, generando de este modo,

la responsabilidad internacional del Estado argentino por incumplimiento de los

tratados internacionales.

El 5 de diciembre de 2017, la Corte Suprema, y en referencia a la resolución

de la Corte IDH del 18 de octubre de 2017 en el caso que nos ocupa, en una escueta

y aséptica resolución (Nº 4015), sostiene que el tribunal internacional ha aclarado su

decisión anterior de fecha 29 de noviembre de 2011 en el sentido de que “esta Corte

Suprema tuviese la necesidad jurídica de revocar su sentencia del 25 de setiembre

de 2001 registrada en Fallos 324:2895,( párrafos 16 y 35)”, y que ello es

“consistente” con los argumentos de la misma en el “que se decidió la improcedencia

de revocar una de sus sentencias pasada en autoridad de cosa juzgada”.

Considera que la anotación sugerida por el tribunal internacional “no vulnera

los principios de derecho público establecidos en la Constitución Nacional (art. 27)”

por lo que resuelve ordenar que se asiente junto a la decisión registrada la leyenda:

“Esta sentencia fue declarada incompatible con la Convención Americana sobre

Derechos Humanos por la Corte Interamericana (sentencia del 29 de noviembre de

2011)”.

La lectura de la resolución de la Corte Suprema, que importa acatar el fallo de

la Corte IDH en lo que respecta a “dejar sin efecto” su sentencia mediante una de las

modalidades sugeridas por ese tribunal, revela, no obstante, que lo acepta en tanto

“no vulnera los principios de derecho público establecidos en la Constitución Nacional

(Art.27)”.
La obligatoriedad de los tratados sobre derechos humanos en el orden jurídico argentino. El
denominado “margen de apreciación nacional” y el principio de “reserva soberana”.
Cesar Horacio Chavez

Es decir, para nuestro Máximo Tribunal de Justicia, la obligación de cumplir

con los tratados internacionales es una obligación condicionada a lo que interprete

en cada caso concreto, lo que revela una actitud desafiante a las obligaciones

asumidas por el Estado Nacional, de la que solo resulta ser un órgano, no el Estado
41
mismo. Ello así, porque utilizando sus propios argumentos, no le es dado a la Corte

Suprema arrogarse potestades acerca de cuándo las sentencias del tribunal

internacional son obligatorias, porque ello no deriva de sus “facultades remediales”,

que solo puede ejercer en el ámbito interno como instancia previa a la intervención

de un tribunal internacional.

La discrecionalidad que denotan los considerandos de la Resolución Nº 4015,

es inaceptable a la luz de lo dispuesto por el Tratado de Costa Rica, el Tratado de

Viena, y el mismo artículo 75 inc.22 de la Constitución Nacional.

Esta zaga, lejos está de concluir42. Lo preocupante es que la doctrina de la

Corte como órgano del Estado relativiza la obligatoriedad de los tratados

internacionales sobre derechos humanos y pone en situación de precariedad la

condición de aquel, de principal garante de los derechos humanos de las personas.

En el ámbito internacional pone en duda la responsabilidad del Estado, y en

el ámbito interno, de persistir en el futuro en esa posición, será susceptible de

analizar la conducta del Máximo Tribunal a la luz de las normas que regulan la

responsabilidad política de sus miembros.

42
La resolución de supervisión de sentencia dispuso que el Estado presente a la Corte Interamericana de
Derechos Humanos, a más tardar el 28 de febrero de 2018, un informe en el cual indique todas las medidas
adoptadas para cumplir con las reparaciones ordenadas por esta Corte que se encuentran pendientes de
cumplimiento. A la fecha de la redacción de este artículo (marzo 2018) desconozco si ese informe ha sido
presentado y cual ha sido el grado de cumplimiento de la sentencia, más allá de la comentada en el punto
V. de este trabajo.
La obligatoriedad de los tratados sobre derechos humanos en el orden jurídico argentino. El
denominado “margen de apreciación nacional” y el principio de “reserva soberana”.
Cesar Horacio Chavez

42

Você também pode gostar