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CAPITULO 5

Ganancias y pérdidas a lo largo de la vida


Liliana Gastrón
María Julieta Oddone
Gloria Lynch

Introducción
El presente capítulo está basado en la investigación CEVI (Cambios y eventos en
el curso de la vida. Un estudio internacional).1 2 Dicha investigación se enmarca en el
enfoque del curso de la vida; enfoque que consiste en el estudio interdisciplinario del
desarrollo de la vida humana, estableciendo puentes conceptuales entre los procesos
evolutivos biológicos y psicológicos, el curso de la vida como institución social, en la
doble perspectiva de las regulaciones sociales y culturales y de su construcción por los
propios individuos y los cambios ocurridos en el contexto socio-histórico.
En esta ocasión, presentamos algunos resultados de Argentina 3 correspondientes a la
primera parte del estudio. Nos hemos centrado en la percepción de los cambios ocurridos
en el año anterior, en el análisis de las esferas de la vida involucradas en esos cambios y
en la evaluación subjetiva en términos de ganancias y/o pérdidas.
De acuerdo con investigaciones en el tema (Fiske and Chiriboga, 1990; Goldberg
and Comstock, 1980; Baltes, 1987, 1997):
a. La iniciación en la edad adulta es el período de la vida marcado por el mayor
número de cambios. Asimismo, la gente joven percibe los cambios de su vida
en mayor proporción que los mayores.
b. Los cambios percibidos en cada etapa de la vida se diferencian según los
ámbitos implicados, reflejando así la ubicación específica y los interjuegos
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vinculados con ella, en las cuatro dimensiones consideradas principales del


curso de la vida: biológica (salud), educativa y laboral, familiar y relacional y
de participación social y cívica.
1
El estudio CEVI es un programa de investigación internacional coordinado por S. Cavalli y C. Lalive
(Universidad de Ginebra, Suiza) que involucra a varias universidades de diferentes países: U. Nacional de
Luján y FLACSO (Argentina), U de Lieja (Bélgica), ULaval (Canadá), U de Concepción (Chile), U Nancy
2 (Francia), U de Padua (Italia), Universidades de Friburgo y de Ginebra (Suiza) y UNAM (México).
2
El equipo CEVI Argentina está integrado por Julieta Oddone, Liliana Gastron, Gloria Lynch, Débora
Lacasa y colaboradores.
3
Los resultados para Suiza y los que comparan Argentina y Suiza pueden consultarse en el siguiente link
http://cig.unige.ch/recherches/cevi.html . Asimismo señalamos que éstos fueron los primeros países que
recolectaron los datos de la encuesta que estamos presentando.

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c. El desarrollo individual involucra una combinación de ganancias y pérdidas


en el curso de la vida. En la juventud el desarrollo también incluye pérdidas;
en la vejez, algunas ganancias aún son esperables.
d. Hasta la cuarta edad, el balance entre ganancias y pérdidas se inclina a favor
de las primeras, más allá de que también existan pérdidas; es decir que con el
avance de edad la proporción de pérdidas aumenta, aún cuando sólo se vuelve
mayoritaria muy tarde en la vida.

En nuestro país, la información fue obtenida mediante un cuestionario au-


toadministrado, aplicado a una muestra constituida por 572 casos, distribuidos de
la siguiente manera: 20-24 años: 130, 35-39 años: 123, 50-54 años: 116, 65-69
años: 110 y 75-844: 93. El trabajo de campo se realizó entre abril y mayo de 2004.

El desarrollo humano en el curso de la vida5


Los estudios sobre el desarrollo humano adulto y el envejecimiento datan de la
década del 60, y surgen ante la necesidad de encontrar un marco teórico de reflexión
sobre la vida humana como una totalidad desde el nacimiento hasta la muerte, tomando
en cuenta el rápido cambio social y su impacto en las personas de acuerdo con su edad.
Se intentaba analizar las vidas humanas a través del tiempo (Elder, 1999).
Los estudios pioneros en el tema del curso de la vida se originaron en la confluencia
de la psicología del desarrollo en la orientación del life-span y de la sociología del curso
de la vida y la influencia de los eventos sociohistóricos. Los conceptos de socialización,
del yo y, posteriormente de capital social abonaron a las discusiones sobre la clasificación
por edad y las transiciones sociales 6 .
El desafío era encontrar una perspectiva teórica y métodos adecuados (Elder, 1999)
para: a) formular conceptos para el desarrollo humano y el envejecimiento en términos del
life-span; b) conceptualizar cómo se organizan y evolucionan las vidas humanas a través
del tiempo y c) relacionar las vidas individuales con una sociedad de cambio constante,
enfatizando los procesos y los mecanismos que les permiten tal articulación.
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Para Rubinstein, un individuo al nacer está determinado por su biología y, a medida


que crece, los factores socioculturales van ejerciendo un rol cada vez más determinante
(Lombardo y Krzemien, 2008). El desarrollo implica un interjuego entre las actividades
psicológicas y los factores biológicos, ambientales y socio-culturales; es un proceso de

4
Se hace notar que en los países de mayor longevidad (Bélgica, Canadá, Francia, Italia y Suiza) se ha
tomado este grupo de 80-84 años.
5
Se acompaña en el Anexo, la Figura 2 que sintetiza los conceptos expuestos en este ítem.
6
En este sentido se destacan: Berger y Luckmann que desarrollan conceptos sobre socialización, George
Mead sobre el yo, Bourdieu en relación a los desarrollos teóricos sobre capital social y Riley y su equipo que
aportaron discusiones sobre la clasificación por edad y las transiciones sociales, cuyas referencias aparecen
en la bibliografía.

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coordinación y sincronización, pero también con desajustes o crisis que tienen un carácter
positivo y constructivo. El individuo modifica el ambiente, a la vez que es modificado
por éste permanentemente, lo que da como resultado un curso vital particular, según las
interrelaciones de los demás factores mencionados.
Al plantearse cuestiones ligadas a la investigación del desarrollo de la vida humana,
Rubinstein propone un método para estudiar y vincular las diferencias relacionadas con la
edad (ámbito de la psicología) con las diferencias de las cohortes (ámbito de la sociología).
Se trata de comparar sujetos de la misma edad en diferentes momentos históricos como,
por ejemplo, principios y finales del siglo XX. El lapso de tiempo establecido suministra
resultados en los cuáles la variación está determinada por diferencias vinculadas con la
edad y la generación a la que pertenecen las personas estudiadas.
Schaie (1996) estableció un modelo explicativo acerca de las causas que intervienen
en los distintos cambios psicológicos en el curso de la vida, teniendo en cuenta moda-
lidades cognitivas, características de personalidad, estilos de vida y ambiente familiar,
a partir de las diferencias de edad y los cambios en las habilidades cognitivas. El autor
considera que existen varios factores, reforzados o limitados por eventos macrosociales,
que pueden aportar ganancias en el funcionamiento intelectual de una cohorte y proveer
datos acerca de las diferencias de cohorte para la adquisición de conocimientos y prác-
ticas. Así quedó delineada una corriente dentro de la Psicología denominada life-span
(Lombardo y Krzemien, 2008).
Siguiendo esta perspectiva, se fue perfilando en las ciencias sociales el paradigma
interdisciplinario del “curso de la vida”, que considera a la vida humana y su desarrollo
como una totalidad, que incluye fundamentos biológicos, psicológicos y su inserción
social e histórica (Elder, 1999). Los principales desarrollos disciplinares que se ocupan
del tema son: los trabajos referidos a la noción de cohorte o de generación, la psicología
del desarrollo denominada “life span”, los estudios sociológicos sobre la articulación
entre la historia y las vidas individuales y la antropología que estudia el desarrollo social
y cultural de la vida humana. (Lalive d´Epinay, 2005).
El paradigma del curso de la vida es definido como “el estudio interdisciplinario del
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transcurrir de la vida humana (ontogénesis humana)” (Elder, 1998). Los referentes de esta
corriente se oponen al uso de expresiones asociadas con “ciclo de vida”, a fin de alejarse
del modelo biológico que designa etapas como nacimiento, crecimiento y reproducción,
declinación y muerte porque consideran como aspectos esenciales del ser humano no sólo
el biológico sino también el psicológico, social e histórico; pues se trata más bien de una
cosmovisión que determina la forma en que vemos la vida humana.
Tal como lo venimos señalando, en este paradigma el desarrollo humano es con-
cebido como un conjunto de procesos que transcurren a lo largo de toda la existencia,
desde el nacimiento hasta la muerte (Settersten, 2003). Este es el caso, si consideramos
las dimensiones biológicas y psicológicas del desarrollo humano, ya que los estudios han
demostrado que ciertas capacidades pueden mejorar hasta una edad avanzada, mientras que

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otras pueden decaer de manera mucho más precoz; asimismo las ganancias y las pérdidas
se reequilibran de manera continua (Baltes, Linderberger y Staudinger, 1998).
En esta línea de pensamiento se han planteado cuatro premisas (Baltes, Reese y
Lipsitt, 1980; Riley, Abeles y Teitelbaum, 1981):
a. Los cambios en el desarrollo y en el envejecimiento forman un proceso con-
tinuo, no limitado a alguna edad en particular. Comienzan con el nacimiento
y terminan con la muerte. No puede entenderse una edad determinada como
totalmente aislada de las edades anteriores. Se supone que los cambios son
posibles a cualquier edad y que el carácter de dichos cambios puede ser cuan-
titativo y/o cualitativo.
b. Los cambios ocurren en varios ámbitos de la vida humana: social, psicológico
y biológico, pues el desarrollo es multidimensional.
c. Los cambios ocurren según diferentes patrones definidos sobre muchos atri-
butos de la conducta y funcionamiento humano pues el desarrollo también es
multidireccional. Que el desarrollo sea multidimensional y multidireccional
implica que los cambios son el producto de las mutuas transformaciones entre
el individuo y su ambiente, en donde nada está prefijado. Pueden ocurrir a
diferentes ritmos y con distintas trayectorias según esferas variadas.
d. Los cambios de conducta reflejan complejas interacciones de procesos sociales,
psicológicos y biológicos en el curso de vida de un individuo y en un tiempo
histórico. El desarrollo está entonces multideterminado. Las causas de cambio o
estabilidad en la conducta y funcionamiento se encuentran tanto en la biología,
como en la psicología, en la estructura social y en sus interacciones. Dado que
el desarrollo surge de complejas interacciones entre variables, se encuentran
grandes diversidades entre individuos. Al combinar esta multideterminación con
otras premisas, es posible comprender que cambios similares pueden haber teni-
do causas diferentes y que cambios en idénticas edades pueden tener diferentes
orígenes. Además, esta aseveración, en conjunción con la premisa que postula el
desarrollo a lo largo de la vida, plantea la posibilidad de intervenciones diseñadas
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y aplicables en cualquier edad para alterar el curso del desarrollo.

Enfatizando en las ganancias y pérdidas a lo largo de la vida, Baltes y sus colegas


(1987) han refutado, en base a datos empíricos, la representación de la vejez como un
proceso unidimensional de pérdidas y definen el desarrollo como un cambio -ya sea po-
sitivo o negativo-en la capacidad de adaptación de un individuo.
El desarrollo individual está constituido por pérdidas y ganancias; una adaptación
exitosa del individuo implica una maximización de las ganancias y una minimización de las
pérdidas a través de diferentes estrategias. Sin embargo, a partir de cierta etapa en el paso
de la edad, las pérdidas se vuelven más importantes que las ganancias (Baltes, 1997). En
su modelo meta-teórico de la ontogénesis humana, Baltes y Smith (1999, 2003) postulan

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que la plasticidad biológica de los seres humanos (es decir su capacidad de adaptación)
disminuye con la edad. Si, en un primer tiempo, esta capacidad se ve equilibrada movili-
zando diversos recursos socioculturales, la eficacia de estos mecanismos compensatorios
comienza a reducirse en la vejez avanzada. Por ello, la balanza entre ganancias y pérdidas
tiende a inclinarse cada vez más por el lado de estas últimas.1
Como se ha expresado, el desarrollo de un individuo debe ser considerado como un
proceso multidireccional e implica, a lo largo de la vida, una dinámica entre ganancias,
o crecimientos, y pérdidas, o declinaciones (Baltes, 1987; Baltes et al., 1998). Algunas
capacidades pueden progresar hasta avanzada edad y otras declinar precozmente. En el
desarrollo no existen ganancias sin pérdidas, ni pérdidas sin ganancias (Baltes, 1997).
Por un lado, el desarrollo implica, ya, ciertas pérdidas durante la infancia; por otro lado,
la vejez aporta también ganancias psicológicas, sociológicas y biológicas.
Sin embargo, el desarrollo no se manifiesta de manera lineal: existen entre los
individuos diferencias importantes en la velocidad del cambio y en el nivel de funciona-
miento; algunas ganancias y pérdidas tienen lugar simultáneamente.
El estudio de los aspectos conductuales y subjetivos desde la perspectiva del curso
de la vida, permite capturar la complejidad de la interacción en las transiciones indivi-
duales a medida que pasa el tiempo. Esta interacción entre individuos, grupo familiar y
social a lo largo del tiempo y bajo condiciones históricas cambiantes, es la esencia del
enfoque. La estructura teórica del curso de la vida abarca la interdependencia temporal
de la trayectoria individual analizada con los diferentes colectivos interactuantes y, final-
mente, la interdependencia de todos ellos con las instituciones y con los procesos más
extensos de cambio social.
En esta perspectiva se pone atención en la interacción dinámica de tiempo y lugar
en la vida de la gente y en las instituciones. Las metáforas que se utilizan corrientemente,
tales como “relojes”, “trayectorias”, “transiciones” y “convoyes”, enfatizan los movi-
mientos y la sincronización que reflejan aspectos de un timing que puede ser apropiado
o inapropiado. De esta manera, se realiza una contribución importante a la comprensión
del proceso de envejecimiento. Las experiencias tempranas en el curso de la vida a nivel
individual afectan los cambios en el envejecimiento. En síntesis, las cohortes envejecen
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en forma diferente porque siguen diferentes trayectorias.


Al centrarse en la sincronización de varios niveles de timing, individual, familiar,
laboral, institucional e histórico, el curso de la vida constituye una forma de examinar
la interacción de las vidas en el devenir de la historia y posibilita un entendimiento de
cómo los hechos externos impactan en las biografías personales. Ofrece una forma de

1
Una de las grandes dificultades consiste en determinar lo que constituye una ganancia o una pérdida
(Settersten, 1999; Staudinger y Pasupathi, 2000). Esta tarea se vuelve más ardua tomando en cuenta que la
naturaleza de lo que puede ser considerado como ganancia o pérdida puede modificarse con la edad (Baltes
y Smith, 1999). Finalmente, la definición de ganancia y de pérdida ha sido pocas veces coherente y explícita.
En los trabajos de Baltes y de sus colegas, pudimos catalogar dos criterios de definición según se tomen en
cuenta las esferas subjetivas o los comportamientos objetivos (Baltes y Baltes, 1990).

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captar la complejidad del cambio social y su influencia sobre la gente y, a la inversa, la


contribución de la gente para modificar el ámbito social.
El paradigma del curso de la vida resulta particularmente útil en la investigación
porque proporciona una forma de examinar la interrelación entre el desarrollo individual,
el desarrollo de la familia y de la esfera laboral como una unidad colectiva a través de
la vida y bajo contextos históricos y sociales cambiantes. Enfatiza el timing por el que
individuos entran y salen de roles variados y de tareas de desarrollo en relación con los
relojes del tiempo social. La cuestión medular del paradigma del curso de la vida es la
sincronización del “tiempo individual”, “el tiempo laboral y familiar”, “el tiempo histórico”
y el impacto acumulativo de los primeros eventos en la vida, tal como fueron tomando
forma por el efecto que las fuerzas históricas tienen sobre los hechos subsiguientes. Se
plantea entonces la idea de desventajas acumulativas a lo largo de la vida (pérdidas), que se
van compensando por una optimización selectiva de los recursos disponibles (ganancias),
equilibrio que finalmente no es posible lograr, en la última etapa de la vida.
Entonces, a nivel individual, el curso de la vida es el resultado de una construcción
del sujeto sobre la base de una negociación de los modelos de trayecto de vida disponi-
bles. En este nivel, remite a diferentes esferas, campos o sistemas de acción, en los que
transcurren la existencia y donde se ponen de manifiesto las transformaciones que jalonan
las etapas y los cambios transicionales.
Los cambios que ocurren en la vida de los individuos pueden ser definidos de manera
objetiva, por un observador exterior, o de forma subjetiva, por los propios individuos. Sin
embargo, es importante considerar que lo que constituye un cambio para el observador
puede no ser vivido como tal por el actor. De allí la conveniencia de reafirmar la distinción
metodológica entre historia de vida, que refiere a la perspectiva objetiva del curso de vida
y el relato o revista de vida, que indica la perspectiva subjetiva.
Es de hacer notar que el concepto de puntos de inflexión remite a aquellos momentos
especiales de la vida en que se tuerce la dirección de un modelo o de pautas normativas
establecidas hasta entonces; se trata de puntos de quiebre o de ruptura, a partir de cuestio-
nes personales, familiares, laborales, de salud, u otras, que determinan cambios centrales.
La noción del timing no es homogénea para todos los individuos y aparecen intervalos en
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los modelos estructurales previamente establecidos, con adelantos y retrasos.

Ganancias y perdidas en el curso de la vida. Algunos hallazgos de investigación


El curso de una vida está conformado por un conjunto de trayectorias que remiten
a esferas en las que se desenvuelven: educativas, laborales, familiares, de la salud, au-
tobiográficas y espaciales. Estas trayectorias se constituyen a lo largo de toda la vida y
pueden ser reconstruidas y analizadas desde diferentes aspectos.
La investigación que hemos llevado adelante recupera esos aspectos en sus tres
partes: 1) los cambios percibidos en el curso de la vida durante el último año; 2) los puntos
de inflexión en el curso de la vida en su totalidad y 3) los eventos históricos percibidos

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como cambios en el curso de la vida2.


A continuación, se analizan los cambios recientes (último año) que fueron percibidos
por los entrevistados, las valoraciones que ellos mismos hicieron de dichos cambios en tér-
minos de pérdidas o ganancias y el lugar ocupado por las distintas esferas. Por lo señalado
anteriormente, la opción metodológica adoptada fue considerar la perspectiva subjetiva.
Nuestros principales interrogantes fueron:
¿La cantidad de cambios percibidos es diferente según la edad de las diversas
cohortes analizadas? ¿Cómo evalúan en términos de pérdidas y ganancias los cambios
percibidos las diferentes cohortes de edad? ¿Cuáles son las esferas de la vida que más
involucran a las diferentes cohortes?
En respuesta a nuestra primera pregunta de investigación puede observarse en la
Figura 1 que, coincidentemente con los resultados de otros estudios, los cambios son más
numerosos en la adolescencia y al principio de la edad adulta que en los grupos de mayor
edad (Fiske y Chiriboga, 1990; Folkman, Lazarus; Pimley y Novacek, 1987; Golberg
y Comstock, 1980). En efecto, a medida que las cohortes analizadas avanzan en edad,
disminuye la cantidad de cambios percibidos como importantes para sus integrantes: un
85% de la cohorte de 20-24 años indica haber tenido al menos un cambio importante,
mientras que en la cohorte de 75-84, lo hacen en el 63% de los casos.

Figura 1: Personas que mencionaron por lo menos un cambio importante ocurrido durante el año anterior.
En porcentajes

90
85
80 79

70 71 70
Porcentaje

63
60
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50

40

30
20-24 35-39 50-54 65-69 75-84
Grupos de Edad

Fuente: Investigación CEVI, (elaboración propia)


En cuanto a la evaluación en términos de pérdidas y/o ganancias que hacen nues-
2
Se pueden ver hallazgos de la investigación sobre este punto en Oddone, J. y Lynch, G. (2008).

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tros entrevistados de los cambios que han percibido, la Figura 2 ilustra cómo las cohortes
más jóvenes perciben sus cambios mayoritariamente en términos de ganancias. Por el
contrario, los integrantes de la cohorte de más edad (75 -84) perciben los cambios que
les han ocurrido, mayoritariamente, como pérdidas.
Al observar el gráfico nótese que, en las cohortes compuestas por las edades de 20-
24; 35-39; 50-54 y 65-69, las ganancias superan a las pérdidas aún cuando con el tiempo
los cambios evaluados como ganancias tienden a disminuir y a incrementarse aquellos
cambios percibidos como pérdidas. Sólo en la cohorte de mayor edad las pérdidas superan
a las ganancias. Sin embargo, es importante destacar que, aún así, para este mismo grupo
de edad, un tercio de los cambios mencionados fueron evaluados como ganancias. No
siempre todas son pérdidas para la gran vejez. En este sentido, en nuestra investigación
se confirman las afirmaciones de Baltes antes mencionadas.
Figura 2: Ganancias y pérdidas por grupos de edad. En porcentajes

80
68
70
58
60
51 50 51
50 Ganancias
Porcentaje

42
Pérdidas
40 34
30 Las dos
30 26
Ni una ni otra
20 17
10 11 12
7 7 9
10 5 5 6
1
0
20-24 35-39 50-54 65-69 75-84
Grupos de Edad

Fuente: Investigación CEVI, (elaboración propia)

En cuanto a la pregunta ¿en qué esferas de la vida se ubican los cambios identifi-
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cados por las diferentes cohortes de edad?, la Tabla 1 es indicativa de las dimensiones 3
que motivan a los integrantes de las diferentes cohortes de nuestra población y, en alguna
medida, nos muestra la importancia que adquiere cada una de ellas en cada etapa de la
vida, determinando un modelo de trayectoria.

3
Las esferas de la vida seleccionadas son: la familia, la salud, el desarrollo personal, la educación, la
ocupación, la economía, el espacio, el tiempo libre, la muerte.

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Tabla 1: Personas que mencionaron por lo menos un cambio importante según esferas de interés. (En
porcentajes)4.
20-24 35-39 50-54 65-69 75-84
Ocupación 24 Ocupación 23 Fam/Pareja 25 Fam/Pareja 22 Salud 28
Fam/Pareja 21 Fam/Pareja 21 Ocupación 23 Salud 20 Fam/Pareja 23
Educación 19 Economía 13 Salud 14 Ocupación 17 Muerte 18
Espacial 8 Educación 11 Economía 10 Economía 10 Economía 8
Economía 5 Salud 11 Educación 8 Muerte 10 Actividades 5
Otros 23 Otros 21 Otros 20 Otros 21 Otros 18
Fuente: Investigación CEVI, (elaboración propia)

La cohorte más joven (20-24) se caracteriza por priorizar, en orden de importancia,


a la ocupación, la familia y la pareja y la educación, que son mayoritariamente percibidas
en términos de ganancias logradas (72%, 59% y 83% respectivamente)5. Sólo para esta
cohorte de edad, el espacio, concebido en términos de mudanzas y migraciones, es tema
de preocupación, notándose al mismo tiempo que la dimensión salud no es percibida
como relevante.
Por el contrario, para la cohorte de mayor edad (75-84), la salud es la esfera de
mayor preocupación, percibida como pérdida para el 56 % de ellos6; luego, la familia
evaluada como ganancia por el 72% y la muerte, entendida como pérdida por el 95%.
Se podría decir que, en un segundo plano de interés, están los aspectos económicos y las
actividades. En referencia al tema de salud, vemos que este aspecto de la vida comienza
a ser tenido en cuenta en el grupo de 35 a 39 años y va adquiriendo un lugar protagónico,
expresado en el lugar que ocupa a medida que se asciende en edad. Es de destacar que
siempre será percibida, mayoritariamente, como una pérdida.7
La cuestión ocupacional ocupa un primer lugar para las dos cohortes más jóvenes
20-24 y 35-39 y va disminuyendo su importancia a medida que aumenta la edad, hasta
desaparecer como esfera de interés en la última cohorte cuyos miembros ya no están en
el mercado laboral activo.
Con respecto a la esfera familiar y de pareja, vemos que ocupa el primer o el
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segundo lugar de importancia según el momento de la vida que transitan las cohortes,
pero siempre puede evaluarse como central en la vida de las personas entrevistadas y,
mayoritariamente, es percibida en términos de ganancia.8

4
Se puede encontrar esta tabla desglosada por edad y género en Gastron, L. y Lacasa D. (2009).
5
Ver Anexo Tabla 2, Evaluación de pérdidas y ganancias de las tres dimensiones más mencionadas por el
grupo de edad de 20-24 años. En porcentajes.
6
Ver Anexo, Tabla 6.
7
Ver Anexo, Tablas 3, 4, 5 y 6.
8
Ver Anexo, Tablas 2, 3, 4, 5 y 6

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La economía es un aspecto citado por todas las cohortes y muestra el mismo nivel
de importancia para los cuatro grupos de más edad. Son las más jóvenes quiénes menor
relevancia dan a esta dimensión de sus vidas. Las dos cohortes de mayor edad son las
que comienzan a preocuparse por la muerte propia o de los seres queridos y, por lo tanto,
la perciben con mayor intensidad. Finalmente, la educación es una esfera de interés para
las tres primeras cohortes de edad y se observa que con el aumento de la edad disminuye
el interés por ella.

Conclusión
A lo largo del presente capítulo hemos presentado brevemente los lineamientos teó-
ricos y las premisas más relevantes del paradigma del curso de la vida. Hemos analizado la
dinámica entre ganancias y pérdidas a lo largo de la vida y las esferas que se involucran en
relación con los cambios percibidos por las diferentes cohortes. Nuestros hallazgos apor-
tan evidencia a las ideas de Baltes y sus colegas, quienes describen al desarrollo humano
como un proceso permanente y relativamente equilibrado de cambios que se producen
con crecimientos y declinaciones y que, en un estadio avanzado del curso de la vida, este
equilibrio se rompe porque los cambios se tornan fundamentalmente deficitarios.
Los datos obtenidos en Argentina en el marco del proyecto de investigación CEVI,
permiten afirmar que la edad de ingreso a la adultez constituye el período de mayor canti-
dad de cambios y que ellos son percibidos mayoritariamente en términos de ganancias en
las esferas laboral, educación y familia La información también permite sostener que, en
la edad más avanzada, la cantidad de cambios percibidos disminuye y que son evaluados
sobre todo como pérdidas (salud y muerte). Sin embargo aún para este grupo de más
edad, una proporción no despreciable de cambios es percibida positivamente (la familia).
Debemos recordar que en esta investigación se privilegió la dimensión subjetiva, lo que
nos permitió inferir las representaciones sociales que cada cohorte tiene en relación con
el trayecto de vida que se estructura alrededor de una secuencia de etapas marcadas por
transiciones normativas. La mirada que los diferentes grupos hicieron sobre los cambios
percibidos dependieron del momento en que tuvieron lugar y del timing correspondiente a
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las normas de edad vigentes, manifestándose claramente en las esferas de interés elegidas
por nuestros entrevistados.
Según hemos señalado al inicio, esta investigación se encuentra en desarrollo; para
los próximos meses está prevista una segunda ola de encuestas que, según auguramos,
nos dará algunas respuestas más precisas a los interrogantes expuestos, a la vez que nos
dejará planteadas nuevas preguntas.

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ANEXO
Se acompañan tablas sobre la evaluación (pérdidas y ganancias) de las tres esferas
más mencionadas por cada grupo de edad.

Tabla 2: Evaluación (pérdidas y ganancias) de las tres esferas más mencionadas por el grupo de 20-24
años. (En porcentajes)
Ganancia Pérdida
Ocupación 72 11
Familia/Pareja 59 15
Educación 83 12
Fuente: Investigación CEVI, (elaboración propia)

Tabla 3: Evaluación (pérdidas y ganancias) de las tres esferas más mencionadas por el grupo de 35-39
años. (En porcentajes)
Ganancia Pérdida
Ocupación 53 22
Familia/Pareja 70 7
Economía 50 37
Fuente: Investigación CEVI, (elaboración propia)

Tabla 4: Evaluación (pérdidas y ganancias) de las tres esferas más mencionadas por el grupo de 50-54
años. (En porcentajes)
Ganancia Pérdida
Familia/Pareja 67 13
Ocupación 48 20
Salud 12 69
Fuente: Investigación CEVI, (elaboración propia)

Tabla 5: Evaluación (pérdidas y ganancias) de las tres esferas más mencionadas por el grupo de 65-69
años. (En porcentajes)
Ganancia Pérdidas
Familia/Pareja 72 12
Salud 21 56
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Ocupación 62 27
Fuente: Investigación CEVI, (elaboración propia)

Tabla 6: Evaluación (pérdidas y ganancias) de las tres esferas más mencionadas por el grupo de 75-84.
(En porcentajes)
Ganancia Pérdida
Salud 21 56
Familia/Pareja 72 13
Muertes/duelos 0 95
Fuente: Investigación CEVI, (elaboración propia)

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LA VEJEZ EN EL CURSO DE LA VIDA

Figura 2. La emergencia del paradigma del Curso de la Vida en las ciencias sociales y humanas

LA EMERGENCIA DE LA TEORÍA DEL CURSO DE LA VIDA9

CONCEPTOS DE LA
PSICOLOGÍA
RELACIONES
DEL LIFE-SPAN EDAD Y TIEMPO
SOCIALES

(GDG\FODVL¿FDFLyQ
Socialización Individuos como actores sociales
por edad

Papeles sociales,
Desventaja acumulativa Transiciones sociales
posiciones
(“pérdidas”)
Yo y otros conceptos Relatos de vida Cohortes

Intercambio social Optimización selectiva con 3XQWRVGHLQÀH[LyQ


compensaciones (“ganancias”)
Capital social Historias de vida Intervalos estructurales
(“asincronías”)

Fuente: Elder, 1999 (elaboración propia)


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Si bien se considera que el Curso de la Vida tiene el rango de un paradigma, se ha respetado en el título
del cuadro el expuesto por su autor, Glen Elder.
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CAPITULO 6

Etnogerontología en dos poblaciones del noroeste


de la república argentina
María Gabriela Morgante
María Rosa Martínez

Será que o velho não está ainda produzindo,


participando com a sua simple presença?
(Loureiro, 2004).1

Introducción
Los estudios etnográficos desarrollados desde la segunda mitad del Siglo XIX han
contribuido al conocimiento antropológico de los viejos en distintas sociedades, comen-
zando por aquellas geográfica y culturalmente distantes a las del propio investigador. A
través de dichos estudios los etnógrafos daban cuenta de las características culturales de
esas “sociedades a pequeña escala” para lo cual, y sin proponérselo, sentarían las bases
de lo que actualmente consideramos la Etnogerontología.
En este sentido, y aunque la vejez no fue un tema de interés central para la Antro-
pología hasta las últimas décadas del pasado siglo, los profesionales recurrían a sujetos
mayores o ancianos como informantes clave, de quienes podían obtener información sobre
distintos aspectos de la vida socio-cultural del pasado y del presente. Sin embargo, en
cuanto al relevamiento específico de las características vinculadas a la vejez, éstas fueron
ocasionales y en su mayoría los aportes han resultado en descripciones que tendían a
remarcar las prerrogativas de algunos viejos (en especial de aquellos que se distinguían
por ciertos atributos) respecto de los sujetos de otras generaciones. Es a partir de ello,
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que podemos indirectamente acceder a las consideraciones sobre la vejez en sociedades


etnográficas.
Conjuntamente, las caracterizaciones de gran parte de estos trabajos, se encontraban
fuertemente sesgadas por la mirada de género, dado que la mayoría de los etnógrafos de
comienzos del siglo XX fueron varones que solían interactuar, por empatía, con informan-
tes de su misma condición2. Como resultado de ello, las primeras etnografías acerca de la

1
¿El viejo no continúa produciendo, participando con su sola presencia?
2
En muchos estudios clásicos, los actores sociales son más o menos vistos como equivalentes a los hombres,
desde una perspectiva androcéntrica. Esto parece estar cambiando, y el género está siendo un tópico central
en los estudios antropológicos desde 1970 (Eriksen, 1995). Sin embargo, las limitantes de las descripciones
etnográficas sesgadas no solo por el género sino por la edad de informantes e investigadores no ha sido

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