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Perdida: El vocablo latino perdita se transformó, en nuestra lengua, en pérdida.

El
concepto se emplea para nombrar a la falta o ausencia de algo que se tenía.
Cuando una persona dispone de una cosa y luego la pierde, podrá decirse que
sufrió una pérdida.

Identidad: La voz identidad proviene del latín ” identĭtas” y este de la entrada


“idem” que significa “lo mismo”. Cuando se habla de identidad, generalmente
podemos estar haciendo referencia a esa serie de rasgos, atributos o
características propias de una persona, sujeto o inclusive de un grupo de ellos que
logran diferenciarlos de los demás. Por su parte, identidad también alude a aquella
apreciación o percepción que cada individuo se tiene sobre sí mismo en
comparación con otros, que puede incluir además la percepción de toda
una colectividad; y es la identidad la que se encarga de forjar y dirigir a una
comunidad definiendo así sus necesidades, acciones, gustos, prioridades o
rasgos que los identifica y los distingue.

Pérdida de identidad:

Esta sociedad siempre se ha nutrido de una transculturación desde tiempos


remotos. El asunto incrementa con el tiempo y en la actualidad, es un fenómeno
sociológico interesante de profundo estudio. Si de algo sufre el dominicano en su
idiosincrasia es de compararse más de la cuenta. En nuestro país desde hace
más de una década la transculturación, el uso de palabras y costumbres de otra
lengua adaptada a nuestra cotidianidad es costumbre. Por citar, tiendas o
“boutiques” venden mercancía en dólares en un país que gana en pesos.

Da igual como algunos me lo han justificado diciendo que esos dueños de tiendas
de ropa compran la ropa en el exterior o el valor de nuestro peso carece de
importancia. Hace unos días pasó por mis manos una invitación de una conocida
tienda de mujer.

El establecimiento convocó a un encuentro de mujeres. Las invitadas todas


dominicanas recibieron la singular invitación completamente en inglés salvo la
dirección del lugar del convite porque todas viven en Santo Domingo.

Aunque no es la primera vez que observo esto no deja de llamarme la atención


cómo las personas se aferran al uso de otra lengua no estando en un mercado
angloparlante sólo por el afán de “diferenciarse”.

Puro “esnobismo” que va calando en el gusto popular. En ese sector, ya es común


ver un nutrido grupo de personas que se hacen llamar “fashionistas” “fashion-
stylist”, todo para sustituir la profesión de “estilista” o “experto en moda” de toda la
vida. Al parecer, fonéticamente y en apariencia se escucha mejor en inglés que en
nuestro bellísimo español.

Este asunto no se limita a la moda, sino también muchas familias han adoptado
las celebraciones de fiestas extranjeras sin unirle ningún vínculo especial a ciertas
tradiciones foráneas, válidas todas pero cada una en su entorno.

Tampoco escapan los medios de comunicación audiovisuales, donde encontramos


nombres de programas en inglés realizados en Santo Domingo y para una
audiencia dominicana.

Con el uso de las redes sociales puedes percibir cómo muchos adoptan para
cualquier tipo de actividad, negocio, deporte y demás descripciones de sus
actividades sólo en inglés, como si fuera algo malo el uso de tu propia lengua.
¿Cómo se entiende esto? ¿más esnobismo?

Por supuesto que es vital que todos aprendamos idiomas para manejarnos con
soltura donde quiera que vayamos gracias a la oportunidad de estudiar en otra
lengua. Una cosa es eso, y otra lo que vengo observando en nuestra sociedad.

Lo más importante que tiene una nación y sus habitantes es la promoción y uso de
su idioma, su esencia como país y no perder para según qué ocasiones esa
identidad que nos diferencia en lo que realmente somos.

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