Você está na página 1de 7

Centro de Estudios Jakasiña. .

Centro de Estudios Socioculturales y Acción Comunitaria


Jujuy. Argentina.

Inserción: encuentro con “los otros”

Por: Víctor Hugo Mamaní.

Caminar “continente adentro” por las profundidades del barrio o de las instituciones
con sus dinámicas particulares, nos lleva a encontrarnos con profundos procesos de
autocrítica, que muchas veces no son tenidos en cuenta por los equipos ni sus
coordinadores. Sobre todo en el campo comunitario, esto guarda relación con nuestro
modo de llegar y conectarnos con la gente, nuestro modo de hablar, de preguntar, de
comunicarnos, con nuestras matrices relacionales. Significa revisar nuestra capacidad de
establecer relaciones confianza con “el otro del descubrimiento” (Todorov, 2003) “con
los otros lejanos y desconocidos” y nuestras explicaciones científicas sobre ellos. Tiene
que ver con el modo en que construimos a esos “otros” (Rosato, 2005, p.44)

“Quiero hablar del descubrimiento que el yo hace del otro. Uno puede descubrir a los otros en uno mismo, darse
cuenta de que no somos una sustancia homogénea, y radicalmente extraña a todo lo que no es uno mismo: yo es otro.
Pero los otros también son yos: sujetos como yo, que sólo mi punto de vista, para el cual todos están allí y sólo yo
estoy aquí, separa y distingue verdaderamente de mi”
Todorov (2003)

Creemos que es un momento de revisar concepciones de sujeto, nuestros miedos,


nuestras vergüenzas, capacidades, limitaciones y los modos de acercamientos que
muchas veces van cargados de prejuicios y etnocentrismo, con una idea de desarrollo
sostenida desde una visión occidental, ajena a la realidad histórica de nuestra América
Latina y alejada de la matriz del pensamiento popular postulado por Alcira Argumedo
(1993, p.4)
Tendremos que elaborar el duelo de perder la creencia de nuestra supuesta superioridad
y pasar a construir y habitar verdaderos espacios interculturales (Mamaní, 2005, p.16)

Perfilando un posicionamiento estratégico.


Como dijimos, tenemos que elaborar el duelo de la pérdida de una creencia nociva en
los profesionales de las ciencias sociales que eligen el trabajo comunitario y es la
creencia de esa supuesta superioridad (ir a enseñar, a educar, a civilizar, a animar, a pro
- moverlos) para lograr un salto cualitativo y habitar la interculturalidad.
Nuestro posicionamiento debe ser flexible y dinámico, con una mirada profesional
estratégica. Implica ubicarse frente y en interrelación con los sujetos y sus necesidades,
situarnos frente a las representaciones que construyen de su situación problema, de las
instituciones, frente a sus requerimientos y capacidades. Finalmente el equipo analizará
la relación sujeto – necesidad – recursos y estrategias en movimiento, como expresión
complejizada de la cuestión social. Asimismo éste saber específico e instrumental se
complementa con un conjunto de procedimientos metodológicos que articulados con las
demandas y propuestas del pueblo, orientan la direccionalidad de nuestra intervención
profesional.
Significa conocer, interpretar y comprender que los actores en su contexto sociocultural
construyen un proceso particular de interacción en torno a sus capacidades disponibles
para la resolución de sus propios problemas – estrategias ensayadas. Es decir que
cuando el equipo llega a iniciar su proceso de inserción, ya existen dispositivos
cooperativos en movimiento, solo hay que saber encontrarlos. De este modo, el sujeto
que aparece ante nosotros es un sujeto con su problemática particular, demandas y
necesidades, con sus capacidades y recursos, con sus estrategias genuinas en
movimiento, que son la expresión de su vida cotidiana, la que será indispensable
develar junto a él, para legitimar socialmente, en el terreno y con acciones, nuestro
ejercicio profesional. Ver Concepción de Sujeto (Mamaní y Equipo, 2009, p.24)
La punta del ovillo, en la actuación profesional, es la inserción en donde se presenta la
oportunidad como dice Rozas Pagaza (1998, p.78) de realizar el seguimiento de las
necesidades como hilo conductor. Agregamos que es importante también el seguimiento
de las soluciones ensayadas por la población, es decir sus dispositivos naturales de
cooperación, de resolución de problemas, aquellos que están en movimiento antes de la
llegada de los equipos, los que vienen siendo (Bertucelli, 2006, 12) Significa identificar
estrategias y dispositivos que las poblaciones vienen desarrollando en su vida cotidiana,
para acoplarnos funcionalmente a ellos, hacer pie en ellos, para no proponer cursos de
acción erróneos y desconocidos para la comunidad.
Desde esta racionalidad se nos presenta en la inserción una triada a tener en cuenta:
SUJETO – NECESIDAD – ESTRATEGIAS GENUINAS, como punto de partida y eje
de nuestro proceso metodológico. La inserción no es una sola vez y para siempre, es un
proceso relacional que se profundiza durante nuestro trabajo con la gente. Ya dijimos
que el trabajo “codo a codo” con el pueblo posibilita conversar, construir relaciones de
confianza, conocer contexto y vida cotidiana de los sujetos, nos permite ir sintiendo con
ellos, el impacto de los problemas sociales en la vida de nuestros pueblos, sintiendo
como pueblo que somos, la necesidad de mejorar nuestra calidad de vida.
Coincidimos con el planteo de los Cuadernos CEDEPO, en que el hecho existencial de
estar, compartir y sentir con nuestro pueblo, nos permite una inserción de “cuerpo y
alma”, cuando decimos cuerpo incluimos la racionalidad.
Se trata de un proceso interminable, permanente ya que nuestra experiencia nos enseñó
que cada día que acontece en el barrio, necesitamos recuperar la confianza de los
vecinos en los equipos comunitarios y fortalecer nuestros vínculos. Lo que cambia son
los ritmos.

De agentes externos a compañeros de trabajo


Dejando claro, que hablamos desde los aprendizajes generosos de nuestra experiencia
de trabajo comunitario, afirmamos que la palabra “compañero/a” lleva el sentido de
alguien que acompaña en y con la tarea. Una persona que acompaña una acción, un
proyecto, un trabajo, acompaña a caminar. Esta significación compartida con los
vecinos que nos acompañaron en nuestras experiencias barriales, fue construida en la
vida cotidiana junto a ellos “ustedes trabajan con nosotras”, “aquí trabajamos juntos”,
“si vamos, vamos todos…”, “que no falte ninguno, porque no es lo mismo el equipo”,
son expresiones vecinales que ayudaron en dicha construcción.
Llegar a esta categoría, de ser considerados compañeros de trabajo por el pueblo es una
“bendición vecinal” diría Bertucelli, que muy pocos logran. Una vez que vamos
ingresando a su esfera existencial, progresivamente vamos ampliando el campo de
maniobras en el barrio, se intensifica y profundiza la dinámica vincular. Vamos pasando
del acople funcional al momento de nuevas lecturas, nuevas situaciones problema y
nuevas estrategias, o nuevos cursos de acción siguiendo sus dispositivos existentes.
Vamos legitimando en el terreno y desde el compromiso con la acción-transformación,
nuestro ejercicio profesional.
Vamos construyendo situaciones de credibilidad en esta sociedad en la que cada vez se
cree menos en las instituciones y en los profesionales. Nos hacemos creíbles desde la
acción y no desde el discurso, podemos confluir (los aparentemente distintos) en
acciones conjuntas, en soluciones equivalentes a los problemas que afectan a la
comunidad, que nos afectan. Comenzamos a hacer juntos, desde la situación de
compañeros de trabajo, construimos la acción conjunta y mutuamente transformadora.
Nos construimos como compañeros de trabajo.

¿Si preguntan por técnicas?


“Las cosas nos desbordan, nos parece que las ordenamos, pero se disgregan.
Las ordenamos nuevamente y nosotros nos disgregamos”
Raines Rilke en Mabel Goldemberg (2000, p.5)

Ya enunciamos que nuestro objetivo en la inserción, más allá del conocimiento, es la


construcción de relaciones de confianza con nuestras poblaciones. Para este último
objetivo apelamos a la persona estratégica y creativa del profesional o estudiante,
integrante de los equipos comunitarios.
Sobre todo dirigimos nuestra mirada a la capacidad de “entrada y con-tacto” con y en
la dinámica vincular (redes socioafectivas). En nuestra experiencia, ingresamos a la
esfera existencial de los/as vecinos/as desde acciones concretas, acoplándonos
funcionalmente a los dispositivos cooperativos que vienen siendo, existentes y en
movimiento. Dejándonos llevar por el movimiento, en medio de conversaciones francas
y honestas.
Por otro lado Rozas Pagaza nos señala que se combinan técnicas de intervención y
técnicas de conocimiento. Nosotros agregamos que estas técnicas se topan en el campo
interaccional, con prácticas y manifestaciones culturales. Así, la formulación de
objetivos profesionales descontextualizados socioculturalmente y el uso de técnicas
desarticuladas de la perspectiva teórica-metodológica se convierten en instrumentos de
muy poca utilidad. Soplaríamos en “flauta quebrada” al decir de Eduardo Galeano.
Por ejemplo; si llegamos a trabajar a un barrio, para nosotros es poco conveniente
empezar a instrumentar una encuesta sin antes haber ganado confianza y legitimidad
con los pobladores de la comunidad, porque podemos generar mayor rechazo y
desconfianza del cual partimos. Además de los instrumentos, es necesario tener en
cuenta la pertinencia en la aplicación de los mismos. Nos referimos aquí, a la evaluación
del momento adecuado, la “oportunidad” al decir de Mustieles Muñoz (1997) de
aplicar una técnica o instrumento. No debemos olvidar que la información que
captemos, debe aportar a la construcción de respuestas equivalentes a los problemas de
los grupos y comunidad, no solo para confeccionar informes o engrosar expedientes,
que duermen en cajones de los escritorios. Refiere Rozas Pagaza (1998, p.80) que las
técnicas de uso más frecuente en este momento, son observación participante,
entrevistas informales, historias de vida, testimonios, juegos, investigación
bibliográfica, visitas domiciliarias, etc. No debemos olvidar que la información que
emerge y se capta, debe ser crítica y reflexivamente registrada en los cuadernos de
campo, pues nos permiten, desde su re- lectura, comprender aspectos de su micro
dinámica social; interrelaciones, necesidades, saberes, representaciones y estrategias
sobre el problema prioritario.
Nos acercamos a la vida cotidiana de los sujetos, con nuestros saberes cotidianos,
saberes culturales, conocimientos académicos que entran en relación- tensión con los
saberes cotidianos y hechos empíricos de y en la comunidad.
Consideramos que este momento, debe ser tomado como punto de partida en el
encuentro con la realidad, por lo tanto, el profesional necesita un proceso de elaboración
y devolución permanente de “lo que le sucede a él”, en su proceso, para lo cual
recomendamos trabajarlo hacia el interior de los equipos. Trabajar lo que acontece en el
equipo y con sus integrantes, permitirá avanzar críticamente en el conocimiento de esa
realidad, centrado en la relación sujeto, necesidad y estrategias de acción.

Notas sueltas sobre la Inserción “Con el riesgo de ser


reiterativos”
De lecturas y experiencias reflexionadas en espacios conversacionales, en el interior de
nuestros equipos, emergieron las siguientes notas que constituyen lineamientos de
acción que nuestros equipos comunitarios, adoptan en cada proceso iniciado:
 Consideramos conveniente recorrer el barrio, haciendo observaciones libres y
anotando las primeras, segundas y terceras impresiones que surjan en esas
incursiones. Estas visitas son más enriquecedoras en compañía de personas que
vivan – habiten o tengan cierto grado de arraigo en el lugar y en la dinámica
interaccional. Durante el recorrido y conversando con ellos/as, realizan sus
comentarios, narran sus historias y sus interpretaciones de dichas historias, que
son aportes importantes que debemos registrar. Vamos generando un modo de
participación cruzada inicial, ellos y nosotros.
 Recorrer el barrio con sus habitantes nos permite, durante ese caminar, la
identificación de sus relaciones con otros vecinos (redes vecinales), como así
también sus fronteras relacionales que los separan de algún otro grupo vecinal.
 El vecino “llave” o “vecino referente” con quien caminamos, nos muestra su
cartografía, su mapa personal del barrio, nos describe cada sector y opina sobre
él, nos ayuda a identificar obstáculos futuros, sectores peligrosos o no, ventajas
u otros aspectos de orden físico, cultural, social, religiosas, recreativas, étnicas,
etc.
 Identificar sus redes de relación nos permite captar mensajes y hacer circular en
dichas redes, la información que los equipos necesitamos que la red vecinal
conozca o sepa, en relación a nuestro trabajo en el barrio. Debemos tener en
cuenta que las redes más fuertes, no necesariamente son las más visibles y
acceder a ellas puede ser muy difícil, si no se encara estratégicamente el proceso
de inserción (Montero, 2003) Coincidiendo con los autores y desde nuestra
experiencia, la manera que nos resultó, fue la de conectarnos con personas
llaves, es decir con arraigo en el lugar y con interés social genuino. Ellas abren
puertas relacionales y facilitan actuación profesional.
 Un mapa orientador es un recurso válido y útil, para caminar por las calles del
barrio y en compañía vecinal. Las visitas a personas llaves o claves, son
particularmente importantes cuando se trabaja con poblaciones arraigadas a un
territorio específico, donde el acceso físico y el conocimiento del lugar son
necesarias para el transitar cotidiano de los equipos comunitarios y para
construir la red de relaciones diversas. El conocimiento del barrio en tales
casos, es una condición necesaria para la recolección de información a
georeferenciar (Olcese, 2002) que complementará la investigación-acción
posterior.
 No solo los equipos foráneos observamos, caminamos y conocemos, sino que la
vecindad también camina, nos ven y nos van conociendo en las primeras
relaciones construidas. Es recomendable, desde nuestra experiencia, que nos
conozcan mientras vamos haciendo con ellos, mientras nos acoplamos a sus
dispositivos en movimiento, resolviendo problemas juntos. Necesitamos conocer
su dinámica, preferentemente desde adentro y haciendo, “conocer haciendo”.
Kush (1975) expresaba que “se conoce para vivir y no por el mero hecho de
conocer”
 Este conocer-haciendo, que es un hacer con la vecindad, construye relaciones de
confianza, siempre y cuando el equipo muestre su interés social genuino y que
no trabaje con recelos ni aprensión. Como ya dijimos, las actitudes de asco,
temor, inseguridad o hacer cosas a desgano, sin gusto, sin pasión por la
profesión elegida, son claramente percibidas por los/as vecinos/as y pueden son
leídas como actitudes descalificadoras de la comunidad y su vida cotidiana.
 La inserción posee una característica importante y es el mutuo conocimiento y
la mutua transformación, ya lo dice Bertucelli (2006) “lo que nos cambia es el
pueblo” y estamos plenamente de acuerdo con esta afirmación que emerge de
sus prácticas comunitarias realizadas por varios países de América. Todos los
alumnos y profesionales que realizaron pasantías y residencias en nuestros
proyectos comunitarios, quedaron marcados por la experiencia relacional con
nuestras poblaciones indo-latinoamericanas. Podrán compartir o no la estrategia
teórica-metodológica, el posicionamiento ético-político e ideológico de nuestros
equipos y proyectos, más no podrán negar que el contacto con su cultura,
modificó sus lecturas de la realidad, sus prácticas y en algunos casos, que puso
en debate: la elección profesional.
 No solo se trata de que los agentes externos conozcan las relaciones y el lugar
de trabajo, las personas de la comunidad también deben saber ¿Quiénes somos
los que venimos de afuera?, con un “proyecto salvador para ellos”, “un
proyecto participativo”, “que venimos con buena voluntad a ayudarlos a
resolver sus problemas”, “a golpear puertas y hacer preguntas”. Necesitan
saber ¿Quiénes son estos profesionales o alumnos que vienen a nuestro barrio y
que nosotros no llamamos? Habrá que responder estas y otras preguntas, pues
trabajaremos juntos.
 También consideramos importante que nuestros equipos sepan ¿qué hicieron
otros equipos antes de nosotros? y ¿qué están haciendo actualmente las
instituciones?, y sobre todo ¿qué hacen los vecinos en relación a sus
problemas? Como sugiere Bertucelli (2006) “no podemos pensar ilusamente
que todo comienza cuando nosotros llegamos con nuestros proyectitos traídos
de afuera para adentro y de arriba para abajo”. Todo problema encontrado en
la comunidad y consensuado con la vecindad, trae una historia de actuaciones
profesionales fallidas (o no sería problema) por ello es importante detectar ¿Qué
se hizo y qué se viene haciendo? para no cometer los mismos errores. Miller
(2004, p.217) nos dice en este sentido “no podemos deslizarnos dentro de la
comunidad sin ser anunciados, presentados y comenzar a recolectar datos”
 Ignorar las recomendaciones de Miller o Bertucelli, impactaría negativamente
en el protagonismo de la comunidad, a la vez que disminuiría el impacto
esperable en el trabajo del equipo comunitario. Los equipos no son los únicos
“autorizados y capacitados” para investigar, preguntar y esperar respuestas.
Por el contrario, la vecindad también necesita saber quienes somos, de donde
venimos. Tienen derecho a dudar y desconfiar de nosotros y nuestras
intenciones.
 Las poblaciones de los barrios poseen una no grata experiencia de “equipos de
profesionales, de estudiantes practicantes, lleguen tomen lo que necesiten para
su objetivo, y se vayan” (Mamaní, 2005, p.17) Necesitan saber quienes somos,
pues entramos en su vida cotidiana, muchas veces sin ser presentados “llegamos
a su casa de visita sin avisar, sin que nos esperen, hacemos preguntas, miramos
todo lo que podemos, encima creemos que deben recibirnos siempre y con
buena cara” De ese modo construimos frustraciones tras frustraciones en los
equipos comunitarios.
 La presunción de que los equipos y sus integrantes que pululan por las calles del
barrio haciendo preguntas y observando, no deben presentarse, o de que su
presencia sorpresiva (control) en la comunidad no tiene efectos visibles o
importantes para el trabajo comunitario (como si fuéramos invisibles) es un
grave y craso error que puede inducir a equivocaciones e interpretaciones
equivocadas, además de generar mayores sospechas y rechazos.
 Entrar en sus interacciones pone en evidencia tanto a los integrantes de los
equipos como a los vecinos, todos nos conocemos mejor. Construimos
relaciones de confianza, creando de este modo espacios de participación,
protagonismo y trabajo compartido.
 Estas relaciones de confianza, por cierto nutritivas, son llevadas por quienes
integran las redes socioafectivas y se abren de este modo las posibilidades de
conectarnos con muchos más vecinos/as.
 Si bien preferimos hablar de protagonismo vecinal más que de participación,
estas categorías presentan diferentes grados de expresión, que muchas veces no
son esperadas o aceptadas por el equipo. No debemos desechar ni descalificar
ninguna manifestación de los aportes, iniciativas e ideas de la comunidad.
 En este momento – proceso tanto equipos como vecinos, captamos la cortesía,
amabilidad de cada interlocutor, como también la poca credibilidad de lo que
hacemos o decimos.
 Debemos cuidarnos de no caer – en el afán de explicarnos mejor- en el lenguaje
campechano ni en el apaisanamiento (en el intento de hacerme el paisano –
miento) Aquí esta subyacente una concepción de desigualdad que debe ser
trabajada y superada, hacia el interior de los equipos con cada co-visor o
coordinador del proceso.
 Recomendamos para este juego interaccional “ser lo más auténtico posible”. Si
por algún motivo, debemos marcharnos del barrio o del proyecto, que sea
dándonos a conocer tal cual somos, pensamos, sentimos y hacemos. Que nuestra
retirada no sea solapada, a modo de escape, huida y mucho menos porque nos
descubrieron jugando a un como si… o careteando, mintiendo, fingiendo.
 Presentarnos con sinceridad, franqueza, no tratar de asumir posiciones
complacientes. La aceptación buscada surge de la interacción franca. Las dudas
e inseguridades, temores deben ser trabajadas en los equipos, desde el inicio.
Solo así se supera esta etapa de rodeos y circunloquios y de falsas apariencias,
pasando a lo que Goffman llamo Backtage en el cuál ya no se necesita
representar un papel. Y para ello se necesita confianza y respeto, que permitan
expresar con libertad las propias opiniones y sentimientos.
 El lenguaje estereotipado, formal, cauteloso, calculador, los rodeos y peor aún,
las expresiones verbales y no verbales inadecuadas, usadas por el
desconocimiento de la cultura en movimiento son producto de vacíos
relacionales en el proceso de inserción y tienen consecuencias que demoran el
trabajo comunitario; “si no sabe no hable”.
 Entre las consecuencias negativas en las relaciones con la comunidad podemos
citar algunas situaciones; cuando los vecinos nos dicen lo que los equipos
deseamos escuchar “contestamos rápido, así se van y podemos seguir con
nuestras cosas”. Por cautela, los vecinos nos dan respuestas políticamente
correctas (neutrales) evitan las respuestas que comprometen su YO, nos
confunden con respuestas donde no podemos ni sabemos diferenciar la
apariencia de la sinceridad; con dichas respuestas, llegamos a creer que
logramos el objetivo, hasta construimos el problema-objeto.
 Por todo lo conversado hacia el interior de nuestros equipos, desde experiencias
y lecturas de especialistas, decimos que el comportamiento de los equipos
comunitarios debe ser entonces, franco, abierto, amable, comprometido, firme,
sin subterfugios. Debemos evitar una relación fría y distante, de carácter
únicamente técnico. Consideramos necesario construir un juego interaccional
basado en la confianza, que sea alegre, vital, nutritiva para todos, respetuosa, de
modo emerjan respuestas respetuosas y vivaces (Kelly, 1920)
 La actitud de los equipos, debe ser de apertura, amplitud hacia todas las
personas y grupos que integran la comunidad, aún cuando las demandas nos
orienten a trabajar con determinadas categorías específicas; mujeres, ancianos,
niños, alcohólicos, etc. este aspecto debe ponerse en consideración y ser
trabajado desde los inicios del proceso.

Víctor Hugo Mamani. Trabajador Social. Socioterapeuta en Tóxicodependencias SEDRONAR- CEIS.


(Centro Italiano de Solidaridad) Roma-Italia. Especialista Universitario en Administración de Programas y
Proyectos Sociales por la Universidad de Antofagasta. Chile. Posgrado en Teoría y Técnica de Grupos.
Universidad Nacional de Tucumán. Actualmente es Maestrando de la Universidad Nacional de Entre
Ríos, Carrera: Maestría en Trabajo Social. Coordinador del Proyecto Comunitario de la Fundación Carmo
Lamas. Perico. Jujuy. “Por un futuro mejor II-2008. Enfoque de redes e intercultural a problemáticas de la
infancia” Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia.

Você também pode gostar