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CAPITULO 02

ANATOMIA Y FISIOLOGIA DEL OIDO

Olga Clemencia Arango, Fdga.

Vicente Rodríguez M., MD.

I. ANATOMIA DEL OIDO

El oído es el órgano sensitivo terminal encargado de recibir el sonido. Este

constituye uno de los tres factores que requiere el proceso de la audición, el cual en un

inicio involucra otros dos elementos: una fuente sonora y un medio de transmisión de

las ondas. Anatómicamente, el oído puede dividirse en 3 partes:

Oído externo, oído medio y oído interno.

1- OIDO EXTERNO:

El OIDO EXTERNO está formado por el pabellón auricular, estructura

fibrocartilaginosa en la que se observan repliegues. Uno de ellos, el helix, está

encargado de delimitarlo, finalizando en su parte inferior en otro repliegue de piel

llamado lóbulo de la oreja. El otro pliegue, el antihelix, está localizado delante del

anterior y forma en su parte superior una pequeña depresión denominada fosita

triangular. Estas y otras estructuras como el trago (saliente ubicada por encima del

lóbulo), el antitrago (situado por delante de este), la escotadura del helix (pequeña

depresión en la parte superior del trago) y los ligamentos del pabellón (2 extrínsecos y

cuatro intrínsecos) dan la morfología característica a la oreja.

Otra parte de esta porción del oído es el conducto auditivo externo, tubo

estrecho de aproximadamente 18-26 mm de longitud que se extiende hacia el interior, y

que se encuentra formado por una porción interna ósea que pertenece al hueso

temporal y una porción externa cartilaginosa. Este conducto está protegido por cilias y

glándulas productoras de cerumen, que evitan la penetración de partículas, y algunas

células que inhiben o contrarrestan la acción de bacterias, factores que pueden

ocasionar lesiones a la membrana timpánica o al conducto mismo.

La membrana timpanica es una delicada membrana fibrosa que cierra

herméticamente el canal auditivo, separando el oído externo del oído medio. Esta
membrana circular, cóncava, de color gris perla y de aproximadamente 10 mms de

diámetro, tiene una depresión en el centro llamada ombligo que corresponde al mango

del martillo. A la escama del hueso temporal se inserta directamente una porción

superior denominada pars flácida, separada del resto de la membrana, pars tensa, por

los ligamentos tímpanomaleolares que van desde la apófisis externa del martillo a los

extremos del surco timpánico [Figura 2.1]. En la porción flácida se localiza una

depresión llamada Bolsillo de Prusak y en la Pars tensa está el relieve del Mango del

martillo. Al observar la cara externa de la membrana, cuadrante antero inferior, se

encuentra una zona triangular de aspecto brillante llamada cono luminoso.

2- EL OIDO MEDIO:

Adherido a la membrana timpánica se encuentra el martillo y el músculo tensor

del tímpano. El martillo es el primer huesecillo que forma la cadena oscicular,

constituida también por el yunque y el estribo. Este último encaja por su base en la

ventana oyal gracias al ligamento anular que lo fija, sin obstaculizar su acción vibratoria.

Así, los tres huesecillos poseen varios ligamentos muy delgados que sirven para

adherirlos a las paredes de la caja timpánica, cavidad llena de aire que se abre a las

celdas aéreas mastoideas y a la Trompa de Eustaquio. Esta última pone en

comunicación el oído medio con la faringe y se encarga no solo de cumplir una función

evacuativa sino también una función neumática que permite equilibrar la presión interna

con la externa, con el fin de que el tímpano mantenga su posición original.

Otra abertura situada entre el límite del oído medio y el interno es la ventana

redonda (ubicada debajo de la oval), la cual proporciona una conexión entre ellos. Esta

ventana esta recubierta por una membrana flexible, altamente elástica que vibra cuando

el estribo se mueve.

3- EL OIDO INTERNO:

El oído interno está contenido dentro de la pirámide petrosa del hueso temporal.

A su vez, el hueso temporal está formado por la unión de cuatro huesos a saber: hueso

timpanal o anillo timpanal, que conforma la porción ósea del conducto auditivo externo y

parte del oído medio; escama del temporal que conforma parte de la bóveda craneana;
apófisis mastoides que se desarrolla normalmente con amplia neumatización y que se

comunica con el oído medio a través del aditus ad antrum y por último, la pirámide

petrosa ya mencionada [Fig. 2.1].

FIGURA 2.2 - Anatomía del oído.

El laberinto óseo del oído interno, alberga los órganos de la audición y del

equilibrio. Esta formado por varias partes: El vestíbulo, que alberga al utrículo y al

sáculo, la cóclea con su Organo de Corti, tres conductos semicirculares y los

acueductos coclear y vestibular.

El vestíbulo es una cavidad irregular, ovoide, de aproximadamente 4mm de

diámetro. Se localiza medial a la cavidad timpánica, con la cual se comunica por la

ventana oval, sellada por la platina del estribo y su ligamento y por la ventana redonda

sellada por la membrana timpánica secundaria [Figura 2.1]. Los tres canales

semicirculares emergen de recesos en la pared del vestíbulo y regresan a él, cada uno

formando dos tercios de un círculo. La ampolla de los canales semicirculares superior y

lateral están localizadas en la porción anterosuperior del vestíbulo; el canal superior se

dirige hacia el cráneo, medial y posteriormente, y se une a la parte que regresa del

canal posterior, formando la cruz común, que entra en la parte posterior del vestíbulo. El

curso del canal lateral es en un plano postero-inferior, que retorna a la parte posterior

del vestíbulo; este conducto está en íntima relación con la porción timpánica del

conducto de Falopio, del nervio facial.

El vestíbulo forma un receso llamado receso coclear, localizado en la parte

postero-inferior de la pared medial del mismo. Este receso coclear contiene la espira

basal del conducto coclear. Antero-inferior al vestíbulo se encuentra la coclea ósea, la

cual hace dos y tres cuartos de vuelta alrededor de su eje central llamado modiolo, a

través del cual penetran los vasos cocleares y pasa la división coclear del octavo par

hacia la cóclea.

El Organo de Corti. Los receptores sensoriales de la audición y las estructuras

de soporte, están localizadas en la membrana basilar. Una sección transversa de la

cóclea, muestra adecuadamente todas las estructuras [Fig 2.1]. La membrana basilar
tiene una longitud espiral de 32 mm aproximadamente. Su grosor varía de 80um en la

base, a 500um hacia el apex. En este corte son evidentes el túnel de Corti, la

membrana basilar, las células de soporte, una hilera interna de células ciliadas y tres

hileras externas de células ciliadas, la membrana tectoria en contacto con las cilias, la

membrana de Reissner, (que separa la escala vestibular de la escala media o ducto

coclear), la estría vascular y el ligamento espiral en la pared externa y la lámina espiral

hacia la parte media de la coclea.

* Inervación:

Debajo de cada célula ciliada se han observado dos clases de terminaciones

nerviosas a través de microscopio electrónico. Las terminaciones primarias son

agranulares y son terminaciones dendríticas de las fibras aferentes del octavo par.

Estas se extienden como fibras no mielinizadas a través del túnel de Corti y entran a la

lámina ósea espiral. En este punto adquieren vaina de mielina y proceden a través del

canal de Rosenthal a penetrar al modíolo para formar junto con las demás fibras, el

cuerpo principal de la porción aferente del octavo par, destinadas a llegar a los núcleos

auditivos del tallo cerebral. Las otras fibras de terminaciones granulares son fibras

eferentes originadas en el tallo cerebral en el núcleo olivo coclear de Rasmussen. La

función de estas fibras es inhibitoria.

* Irrigación:

De la arteria basilar sale la arteria cerebelosa ánteroinferior y de ella la arteria

auditiva interna, que a su vez se divide en dos ramas terminales, la arteria vestibular y

la arteria coclear.

En la Coclea la irrigación de las estructuras del Organo de Corti proviene de los

vasos que se encuentran en la estría vascular, microcirculación final de la arteria

coclear. Esta penetra a través del modíolo junto con las fibras del octavo par. Las

arteriolas se dividen a nivel de la lámina espiral en un grupo de vasos que se colocan

por debajo de la membrana basilar. Otro grupo de arteriolas viaja entre el periostio de la

pared de la escala vestibular, en la región del ligamento espiral.

En este punto las arteriolas se dividen en tres redes capilares a lo largo de la


pared lateral del laberinto periótico. El primer grupo de capilares irriga la región del

ligamento espiral, inmediatamente por encima de la inserción de la membrana de

Reissner. El segundo grupo forma el lecho vascular altamente anastomosado de la

estría vascular y, el tercer grupo de capilares irriga la eminencia espiral.

Todos estos grupos de capilares se conectan con el sistema de venulas capilares

de la escala timpánica. Luego forman entre las venulas apicales y básales, la vena

modiolar en la espira basal de la coclea, la cual desemboca en la vena del acueducto

coclear.

II. EQUILIBRIO, FISIOLOGIA DE LA AUDICION

Y ALGUNAS ANOTACIONES PSICOFISICAS

Como se mencionó en algunos apartes anteriores, la comprensión de las

consideraciones básicas anatómicas del oído interno es básica en el análisis de la

fisiología de la audición. En resumen, el oído interno consta de un laberinto óseo y uno

membranoso, este último contenido en el anterior. Ambos están separados por un

líquido incoloro llamado PERILINFA. Los laberintos están formados por los canales

semicirculares, el vestíbulo y la coclea o caracol.

Los canales semicirculares son tres estructuras llenas de líquido que contienen

en su interior terminaciones nerviosas capaces de detectar cualquier perturbación en el

estado de reposo del líquido, permitiendo mantener un control constante sobre la

posición del cuerpo. Estos tres canales constituyen el órgano terminal del equilibrio.

A diferencia de la audición, el mecanismo vestibular no es activado por estímulos

externos sino por movimientos del propio cuerpo, particularidad que lo cataloga como

un mecanismo perteneciente a los sentidos propioceptivos. Al vestíbulo membranoso

pertenecen dos vesículas que permanecen flotando en endolinfa llamadas sáculo y

utrículo. Estas dos estructuras con ayuda de los conductos semicirculares informan

sobre los movimientos de la cabeza y su orientación en el espacio.

De las terminaciones básales de las células ciliadas del órgano de Corti, salen

millones de fibras nerviosas que se unen y forman el nervio auditivo. Así, cuando el

impulso nervioso abandona la cóclea, pasa al núcleo coclear donde hace su primera
conexión con el Sistema Nervioso Central y donde además existe una representación

ordenada de cada sonido recogido en la coclea. De allí va a los núcleos olivares

superiores y al tubérculo cuadrigémino, pasa al cuerpo geniculado medial (localizado en

el tálamo), en el cual se establece la última conexión que llevará la información al área

temporal de la corteza cerebral, donde la percepción del sonido se hace consciente.

Fisiológicamente, el proceso de la audición puede dividirse en dos partes: Una

mecánica y otra nerviosa.

En la transmisión mecánica del impulso sonoro, la primera estructura en

participar es el pabellón auricular. Este, a pesar de su insuficiente movilidad y

capacidad para dirigir los sonidos hacia el conducto auditivo externo, interviene en la

captación de las vibraciones del aire, aumentando la audición en una mínima

proporción. Una vez el sonido pasa al conducto auditivo externo, encargado de servir

como resonador acústico (tonalidad propia de 1.000 Hz), especialmente de la zona

tonal media, las ondas sonoras ponen a vibrar la membrana timpánica, la cual se

comporta en forma diferente según las frecuencias (agudas o graves) que choquen

contra ella. Así, ésta responde desplazándose, vibrando como una lámina o vibrando

por segmentos separados cuando las frecuencias son muy agudas. La cadena oscicular

recoge las vibraciones proyectadas en el tímpano y las conduce hasta el oído interno,

especificamente hasta la ventana oval.

En este trayecto hay dos mecanismos que contrarrestan la pérdida de un 99% de

energía acústica producida por la reflexión del sonido al pasar de un medio aéreo a un

medio líquido (oído interno).

El primero de ellos, es la relación de superficies: La superficie de la membrana

timpánica es 17 veces mayor que la de la ventana oval, lo que facilita el refuerzo de la

energía acústica al proyectarse en una superficie menor. El segundo mecanismo es el

sistema de palancas, formado por la cadena oscicular, que actúa como una palanca de

primera clase aumentando la energía en 1.3. La acción de estos dos mecanismos

aumenta 22.1 veces la energía acústica, lo cual equivale a 26 dB en el área del

lenguaje asegurando que el sonido se transmita en casi su totalidad hasta el oído


interno.

Así mismo, el mecanismo de los músculos de la cadena oscicular también

intervienen en la protección del oído a grandes intensidades (volumen) de sonido. Este

proceso se lleva a cabo mediante la acción simultánea de los músculos del martillo y del

yunque, que son antagónicos y que constituyen una unidad defensiva (especialmente

ante ruidos graves), poniendo rígida la cadena y evitando el desplazamiento del estribo.

El primer músculo ocasiona la tensión del tímpano y el hundimiento de la platina (parte

terminal del estribo) aumentando la presión, mientras que el segundo hace salir la

platina de la ventana oval, disminuyendo la presión del oído interno.

Una vez el sonido ha sido recogido, transportado y modificado por el sistema

tímpano-oscicular y se ha concentrado sobre la platina (la cual se desplaza

introduciendose y saliéndose de la ventana oval), los líquidos del oído interno se

deforman y comienza la transformación de la energía mecánica en energía

electroquímica que se transmite al cerebro a través de la vía auditiva. Ahora bien, en las

ventanas oval y redonda, existe la posibilidad de que al ser presionada una, la otra se

descomprima, facilitando el movimiento de los líquidos perilinfáticos y la estimulación

adecuada del órgano de Corti. De ahí que los mecanismos de las ventanas jueguen un

papel fundamental en el proceso de la audición.

El desplazamiento del órgano de Corti por la acción de los líquidos

endolaberinticos, ocasiona el contacto de los cilios de las células con la membrana

tectoria, lo que los deforma y conduce a un proceso electroquímico, cuya resultante es

la aparición de una corriente nerviosa que se transmite a través del VIII par, hasta la

corteza temporal. Cabe destacar que la onda que se transmite a través de la perilinfa,

estimula la membrana basilar en la base del caracol si la frecuencia es aguda, y cerca

al helicotrema si esta es grave. Este espectro de audición, en el humano se encuentra

entre las frecuencias de 20 y 20.000 Hz aproximadamente, siendo más sensible a los

tonos que se localizan alrededor de los 3.000 Hz.

Una vez el impulso nervioso ha sido generado en las células ciliadas del órgano

de Corti, sigue una trayectoria que lo dirige hacia los centros corticales por una vía
sensorial aferente, siendo además regulado por tres sistemas no sensoriales de acción

centrífuga eferente: La vía eferente de Rasmussen, la vía reticulada y la vía del

Sistema Nervioso Autónomo.

La VIA AFERENTE se comporta así:

De las terminaciones básales de las células ciliadas salen millones de fibras

nerviosas que se agrupan y forman el tronco del nervio auditivo. Este, al salir por el

Conducto auditivo interno, cruza el ángulo pontocerebeloso, penetra en la zona

bulboprotuberancial y se divide en dos troncos. Uno de ellos va hacia el núcleo anterior

o ventral y el otro hacia el núcleo posterior o dorsal. Simultáneamente se efectúa una

división de estas fibras, una de las cuales sube hacia los centros corticales del lado por

el que ha penetrado en el tronco cerebral, pasando hacia los tubérculos cuadrigéminos

posteriores y por el cuerpo geniculado del tálamo. Las otras fibras atraviesan el cuerpo

trapezoide (formación bulbar) y van hacia las áreas corticales del lado opuesto,

siguiendo el recorrido anterior pero en el lado contrario. De esta forma, cuando se

produce un estímulo sensorial auditivo, hay dos áreas auditivas primarias localizadas en

el fondo de la cisura de Silvio y en el lóbulo de la ínsula, que se excitan

simultáneamente.

La VIA EFERENTE DE RASMUSSEN, es el trayecto que recorre un haz

nervioso, desde la corteza hasta la base de las células ciliadas de la coclea; pasando

por los núcleos bulboprotuberanciales del mismo lado y por debajo del piso del cuarto

ventrículo, para llegar a la base de las células ciliadas del lado opuesto.

La VIA RETICULADA, esta formada por un conjunto de fibras y elementos

celulares dispersos en el tronco cerebral, cuya función en el proceso de audición es

fundamental ya que ésta se encarga de facilitar o inhibir el mecanismo de conducción

de las aferencias sensoriales según sea el carácter del estímulo.

La VIA DEL SISTEMA NERVIOSO AUTONOMO es vehiculizada por las

anteriores y así, las fibras nerviosas provenientes de los sistemas simpático y

parasimpático entran en relación con la vía auditiva estableciendo una sinergía de


acción que va desde la corteza hacia el órgano de Corti. Esto explica algunas sorderas

súbitas, de las cuales el responsable es el Sistema Simpático.

Otro aspecto a tener en cuenta es el siguiente:

La trayectoria que siguen las ondas sonoras desde el oído externo hasta la

corteza temporal, es la vía acústica común, empleada por el hombre para decodificar no

solo los "sonidos" del lenguaje sino también tonos puros y ruidos que le permiten

comunicarse con los demás seres humanos y con su medio ambiente. Esta vía,

generalmente se designa con el nombre de vía aérea. Sin embargo, existe otro trayecto

de gran importancia en la audiología, denominado vía ósea. Gracias a los estudios de

vón Bekesy, se ha comprobado que el cráneo vibra de forma diferente según sea la

frecuencia del estímulo sonoro, igual que lo hace la membrana timpánica. Si la

frecuencia es grave (menor de 800 Hz), este vibra como una lámina (de manera

indeformable) y la cadena oscicular sigue su movimiento, provocando que el estribo se

quede fijo mientras el cráneo se desplaza (efecto contrario en la conducción aérea).

Esta conducción es la llamada "ósea inercial".

Ahora bien, si la frecuencia está entre 800 y 1600 Hz, la elasticidad del cerebro

entra en juego y si se encuentra por encima de 1600 Hz, este vibra por secciones,

produciendo compresiones y dilataciones de las estructuras craneanas, lo que da lugar

a la conducción ósea "por compresión". Esta se lleva a cabo gracias a la relación de

elasticidad que existe entre la ventana redonda (altamente sensible) y la oval, lo que

permite la estimulación de la membrana basilar por el abombamiento hacia afuera, de

amplitud desigual de estas dos ventanas, que es lo que finalmente desencadena el

proceso electroquímico y la conducción del impulso nervioso hasta el cerebro.

Audiológicamente, el estado de la vía ósea permite determinar el tipo de

hipoacusia presentada por un individuo, siendo de valor incalculable su aporte en el

establecimiento del diagnóstico.

III. EL DIAGNOSTICO DE LA SORDERA

Y SU CORRELACION CON ALGUNAS PRUEBAS AUDIOLOGICAS

El oído, es responsable de mantener al individuo continuamente en contacto con


su entorno. De acuerdo con esto y con la eficacia del oído para desempeñar esta y las

demás funciones ya mencionadas, la experiencia sensorial adquirida por cada persona

será distinta. Así, las repercusiones en las posibilidades auditivas de un individuo que

presenta una disminución en su capacidad perceptiva de estímulos sonoros, está

determinada en gran parte por el tipo de hipoacusia que presente.

En general pueden diferenciarse dos tipos: Hipoacusia conductiva e hipoacusia

neurosensorial.

*La hipoacusia conductiva se refiere a una pérdida auditiva causada por una alteración

en el funcionamiento del oído medio o por un trastorno localizado en el oído externo.

*La Hipoacusia neurosensorial o perceptiva, es el término empleado para designar

cualquier disminución de la audición, causada por una enfermedad, trauma o

malformación que altere al oído interno o a la vía auditiva o su funcionamiento. Es

importante anotar que algunos autores prefieren designar las pérdidas auditivas

causadas por alteraciones en el oído interno, como hipoacusia neurosensorial y, como

hipoacusias centrales, a los trastornos auditivos ocurridos por una alteración en la vía

auditiva; es decir, en algún lugar del recorrido del impulso nervioso desde que sale del

oído interno hasta que llega a la corteza cerebral.

*Hipoacusia mixta, es llamada la pérdida auditiva en la que se compromete tanto el

sistema mecánico de transmisión del sonido, como el oído interno o la vía auditiva.

PRUEBAS DIAGNOSTICAS, ALTERACIONES Y CORRELACION CON EXAMENES:

Dentro de los métodos diagnósticos de una hipoacusia, existen gran cantidad de

pruebas formales e informales, objetivas y subjetivas, que conducen a la determinación

del trastorno auditivo presentado por el individuo. Este proceso de conocimiento sigue

algunos pasos que se inician con la anamnesis y que finalmente deben llevar al

esclarecimiento del problema. Algunas de estas pruebas son: AUDIOMETRIA,

LOGOAUDIOMETRIA, IMPEDANCIOMETRIA, SISI y TDT.

Ahora, utilizando nuevamente la división anatómica del oído, se enumerarán

algunas alteraciones o anomalías en la transmisión del sonido, correlacionándolas con

los resultados que podrían arrojar los exámenes diagnósticos más comúnmente
empleados en nuestro medio.

A)- A nivel del OIDO EXTERNO:

Pueden presentarse malformaciones del pabellón auricular y del conducto

auditivo externo que van desde su total desaparición (agenesias, como las observadas

en pacientes con síndromes genéticos como el de Treacher Collins), hasta pequeños

estrechamientos (atresias) que pueden o no tener repercusiones sobre el nivel de

audición del individuo, dependiendo del área comprometida y/o de la zona ocluida.

Estas malformaciones producen una detención en la propagación de la onda

sonora hacia el tímpano, ocasionando hipoacusias conductivas. Otras causas de estas

alteraciones son los tapones de cerumen y los cuerpos extraños introducidos en el

Conducto Auditivo Externo.

El audiograma de la figura 2.2, ilustra una hipoacusia conductiva en la que puede

observarse la diferencia de 10 o más decibeles entre la vía aérea y la vía ósea de un

mismo oído. En la logoaudiometría nótese que la curva de audición normal y la de la

hipoacusia Conductiva son iguales, pero la que ilustra el trastorno está un poco

desplazada hacia la derecha.

B- A nivel del OIDO MEDIO:

Son varias las lesiones que pueden desencadenar una hipoacusia conductiva.

Entre ellas están:

- Una miringoesclerosis, en la cual la membrana timpánica pierde elasticidad por el

aumento de espesor y masa, producido por el depósito de sales de calcio,

consecuencia de una cicatrización defectuosa.

FIGURA 2.2- HIPOACUSIA CONDUCTIVA

(a) Audiometría. (b) Logoaudiometría. (c) Timpanograma.

- Una perforación timpánica producida por supuración excesiva, por la introducción de

objetos que lesionen la membrana, etc.

- Una Otitis media, proceso en el que por una inflamación primitiva o consecutiva a

diversos estados infecciosos locales o generales, se produce un depósito de

secreciones purulentas o un engrosamiento de la mucosa que recubre la cavidad


timpánica. En la figura 2.3 se muestra también un ejemplo de un timpanograma que

podría resultar de un trastorno así.

- Tumores benignos como el colesteatoma, dislocación de la cadena de huesecillos

(ocasionada por traumatismos entre otros), ototubaritis y otoesclerosis (en la cual hay

una fijación de la platina a la ventana oval).

C- A nivel del OIDO INTERNO Y VIA AUDITIVA:

A este nivel pueden ocurrir varias alteraciones, cuya consecuencia puede ser

una hipoacusia neurosensorial tanto coclear como retrococlear, donde se refleja la

imposibilidad del estímulo sonoro de ser procesado hasta lograr hacerse consciente.

(Figura 2.4,a.) Si bien, más del 50% de las causas de estas hipoacusias son

desconocidas, se sabe que estas estructuras pueden afectarse desde el desarrollo

embrionario.

*Así, el oído interno puede lesionarse en hijos de madres que hayan contraido rubéola

entre la 7 y 10 semana de embarazo, afectando específicamente las células ciliadas y la

membrana tectoria del órgano de Corti.

*La incompatibilidad de Rh (eritoblastosis fetal), donde se produce anemia hemolítica

con gran ictericia, puede lesionar el oído interno y las vías nerviosas.

*Las otitis agudas necrosante del sarampión, gripas, etc, pueden propagarse al interior

del laberinto y destruirlo.

*Además, la parotiditis, paludismo, brucelosis, sífilis congénita, meningitis

cerebroespinal, Herpes Zoster, traumatismos obstétricos y algunos fármacos ototóxicos

como la gentamicina o la kanamicina, pueden afectar el oído interno y/o la vía auditiva,

produciendo lesiones irreversibles.

*La hipoxia perinatal en niños prematuros o en partos dificiles, también es una causa de

hipoacusia neurosensorial.

La logoaudiometría de una lesión de este tipo, varía en sus características según

la estructura afectada. Si la lesión esta ubicada en el oído interno, la curva podría ser

como la que se muestra en la Figura 2.3- b. Nótese que en esta gráfica se describe una

curva en "campana", lo que indica la presencia de reclutamiento; esto hace que al


aumentar la intensidad, el porcentaje de discriminación disminuya. En consecuencia, el

paciente no podrá alcanzar un 100% de captación y discriminación del lenguaje. Esta

curva en campana es típica de una lesión coclear. Si la lesión está en la vía auditiva, se

describiría una curva en meseta (Figura 2.3-b), indicando que el paciente presenta una

hipoacusia neurosensorial retrococlear y por ello, fatiga perestimulatoria; lo cual señala

que, a pesar de aumentar la intensidad, el porcentaje de discriminación llega hasta un

determinado punto y después no varia.

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